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BUSCAN EN UN CINTURÓN VOLCÁNICO SUBMARINO EL ORIGEN DE LA CORTEZA CONTINENTAL

 
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cinturonvolcanico22 de septiembre de 2014

En busca de pistas para conocer cómo se formó la corteza continental de la Tierra, un grupo internacional de científicos realizó una expedición al arco de Izu-Bonin-Marianas, una cadena de volcanes activos localizada en el Mar de Filipinas, al sur de Japón. La tarea fue organizada por el Integrated Ocean Drilling Program (IODP), un consorcio internacional dedicado a la exploración de las rocas y sedimentos del fondo marino.

En el viaje participó Michelangelo Martini, investigador del Instituto de Geología (IGL) de la UNAM, único científico que asistió por parte de México.

La expedición, realizada durante dos meses a bordo de un buque de investigación con bandera japonesa, permitió a los expertos perforar un registro estratigráfico continuo asociado con las erupciones de esta cadena de volcanes submarinos. Por medio de la infraestructura con que cuenta el buque, durante los dos meses de la expedición fueron colectados datos petrográficos, geoquímicos, geofísicos y paleontológicos de este registro estratigráfico.

“El barco es un laboratorio flotante en donde pudimos hacer algunos análisis, aunque otras muestras las trajimos a los laboratorios de las instituciones de procedencia de cada participante. Una parte del trabajo es colectivo y otra responde a estudios particulares de cada investigador”, explicó.

El objetivo grupal es entender cómo se originó la corteza continental de la Tierra, la cual conforma la gran mayoría de las regiones emergidas de nuestro planeta. “En los libros de texto se señala que se crea en las zonas donde hay vulcanismo activo y en los arcos intraoceánicos como Izu-Bonin-Marianas, pero hoy se sabe que eso puede ser incorrecto, pues se ha comparado la composición química de las rocas volcánicas generadas en los arcos y en la corteza continental, y aunque la abundancia de muchos elementos es parecida, la de otros es totalmente distinta”, detalló.

Sin embargo, el arco Izu-Bonin-Marianas tiene perfiles sísmicos y datos geofísicos reveladores. “Indican que en su parte trasera la velocidad con que se transmiten las ondas sísmicas es parecida a la observada en la corteza continental”, dijo.

Entre los objetivos colectivos de la expedición está indagar si la actividad magmática de la parte trasera de un arco volcánico intraoceánico pudiera dar origen a la corteza continental. “El resultado lo publicaremos posteriormente en un artículo científico conjunto”, precisó.

Estudio comparativo

Martini también realiza un estudio propio, en el que compara el arco referido con uno submarino antiguo, que colisionó con el núcleo continental de Norteamérica durante el final del Cretácico Inferior y se encuentra expuesto actualmente a lo largo de la costa pacífica de México.

Por varios años, el geólogo italiano ha trabajado en nuestro país con arcos intraocéanicos antiguos del Jurásico-Cretácico, de edades entre 160 y 130 millones de años, que actualmente están expuestos en la costa del Pacífico, desde Guerrero, Michoacán y Colima, hasta Baja California.

“Éstos ya se han acrecionado al continente y están completamente exhumados. Eso ocurre por el movimiento de las placas tectónicas, que causa la interacción y colisión entre bloques litosféricos oceánicos y continentales, y la consecuente exhumación de las rocas involucradas en la colisión que forma cinturones orogénicos”, apuntó.

México es una región sísmica, especialmente en el Pacífico. Bajo su superficie tiene zonas de subducción que producen movimientos laterales de las placas tectónicas, que al chocar comienzan a moverse hasta aflorar en la superficie.

“El arco volcánico que hoy está en la costa mexicana se desarrolló en el Jurásico-Cretácico, en una posición que actualmente corresponde con el Océano Pacífico oriental. Desde que empezó a colisionar, hace 120 o 115 millones de años, ya es parte del continente”, abundó.

Para los geólogos es difícil entender el origen y evolución de los arcos volcánicos que ya han sido acrecionados a las márgenes continentales. Por esta razón, es importante emprender estudios sobre arcos volcánicos actuales, que aún no hayan sido afectados por cambios petrológicos y estructurales permanentes que obliteran parte de la información sobre su origen y desarrollo.

“Ahora vamos a ver si estos dos arcos submarinos (el de Izu-Bonin-Marianas, que es mucho más joven y activo, y el del Pacífico mexicano, antiguo y extinto) se parecen en algo, y si pueden ser sitios de origen de la corteza continental de nuestro planeta”, destacó.

Placas tectónicas, dinamismo planetario

Las placas tectónicas dan dinamismo al planeta. Muchas de sus colisiones dan forma a ciertas áreas de la corteza y generan eventos como sismos y volcanes.

“Lo interesante es que la margen pacífica de México ha sufrido una historia de subducción continua por más de 100 millones de años. Esta subducción produjo la generación y colisión de arcos volcánicos, así como el desarrollo de cinturones orogénicos que han forjado la geometría y morfología de la margen continental del país”, añadió Martini, interesado en entender a detalle cómo funciona la dinámica de estos procesos tectónicos.

En este contexto, el estudio de los arcos de Izu-Bonin-Marianas y de la costa pacífica representan elementos claves para el entendimiento de los procesos que actúan a lo largo de las zonas de subducción y que determinan la configuración actual de las márgenes continentales, concluyó.

Créditos: UNAM-DGCS-548-2014

SE IGNORA EN MÉXICO POTENCIAL DE LOS VOLCANES PARA EL TURISMO

 
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En México el modelo de turismo que se ha favorecido es agresivo con el medio ambiente, es de “sol y playa” y deteriora el agua, el suelo y la vegetación, como desde antaño sucede en Acapulco y ahora en la costa de Quintana Roo.
Si bien ese turismo de masas es el más exitoso porque deja dinero pronto, también es el que depreda con mayor rapidez el medio de acogida, advirtió Álvaro Sánchez Crispín, investigador del Instituto de Geografía (IGg) de la UNAM.
Una opción es el ecoturismo, que además puede ser fuente de divisas. Éste “se orienta a la observación de la naturaleza”, actividad que no lesiona el espacio geográfico y suscita movimientos de personas con fines específicos. En las pingüineras del sur de Argentina, los turistas pasean por senderos y observan cómo viven los pingüinos, refirió.
En nuestro país no sólo hay playas, sino también otros recursos naturales poco promovidos, como ríos, selvas y desiertos. Ejemplo de ello, son las dunas de Bilbao, cercanas a Torreón, que captan visitantes de Estados Unidos, Canadá y Europa, que llegan a practicar sandboarding, indicó el geógrafo.
Los volcanes también poseen gran potencial, sin embargo, aunque nuestro territorio cuenta con un cinturón volcánico transversal (desde Nayarit hasta Veracruz, también en Baja California y Chiapas), poco se les considera para promover el turismo. En cambio, en Costa Rica sí funcionan para ese fin.
Ante ello, Sánchez Crispín y otros colegas emprendieron el proyecto Volcanes y ecoturismo en México y América Central, auspiciado por la Dirección General de Asuntos del Personal Académico, a través de un financiamiento PAPIIT. El objetivo fue conocer cómo se promueve el turismo que tiene como elemento central a los colosos, en países de la región como México, Guatemala, Nicaragua y Costa Rica.
Un hallazgo fue que los ubicados en Centroamérica tienen más interés turístico que los nevados de México, aunque por su altitud el vapor de agua no alcanza a convertirse en nieve en la cúspide. “Anualmente captan millones de visitantes, sobre todo los de Costa Rica”, mencionó.
Japoneses, estadounidenses e italianos visitan los parques nacionales de América Central. En Panamá (territorio tropical, con 20 grados centígrados todo el año) van a la playa y luego se quedan unas semanas a vivir a las faldas del Barú, con clima templado.
Ahí la mayoría (algunos muertos, otros activos, como el Irazú) están asociados con el turismo. Todo está ordenado, planificado, promovido y proyectado para hacer sostenible esta actividad, para que el visitante llegue, encuentre un museo, un lugar explicativo, un baño, un restaurante o una tiendita de recuerdos antes de subir, acotó.
En esa nación centroamericana el turismo es un importante generador de divisas, “por eso promocionan los recursos naturales con los que cuentan para intensificar esa actividad y la llevan a cabo bajo los preceptos del turismo sostenible, que además no lesiona el espacio de acogida y genera muy poca contaminación”.
En cuanto a Guatemala, indicó que además de sus textiles indígenas promueve sus volcanes como el Pacaya, el de Agua, el de Fuego. “Nicaragua ahí va”, tiene algunos espectaculares como el Masaya, que no tiene edificio, es un cráter bajo, pero la gente llega en auto, se aproxima a la boca y alcanza a ver el conducto que comunica el interior de la Tierra con la superficie”.
Al referir al caso de México, apuntó que desconocemos los que existen en el territorio. “Quizá un niño sepa del Popocatépetl o del Iztaccíhuatl; si vive en el Distrito Federal, del Ajusco y Xitle, pero no del Tres Vírgenes, al sur de Baja California, donde se practica un turismo cinegético (cacería regulada). Los visitantes de California llegan al Tres Vírgenes a cazar borrego cimarrón”. Esta actividad –que no es del agrado de Sánchez Crispín- deja a los ejidatarios recursos económicos.
Al volcán Tacaná, en Chiapas, llegan pocos visitantes, aunque a sus faldas se ubican haciendas cafetaleras que ofrecen hospedaje. Son propias para el turismo rural y el agroecoturismo. “Llevan a los visitantes a las plantaciones, les enseñan cómo se pizcan los frutos del cafeto, cómo se procesan, tuestan y muelen”.
El investigador del IGg anotó que también hay turismo científico asociado. Estudiantes de Estados Unidos y Canadá, de carreras como Geología y Geografía, van de práctica de campo al Paricutín, en México, o al Poás, en Costa Rica.
A pesar de ello, en nuestra nación “ni siquiera existen estadísticas de cuántas personas visitan los volcanes. ¿Qué puede hacer el país con este tipo de recursos con posibilidad de actividad turística?”. En su investigación, que a fines de 2013 o principios de 2014 aparecerá publicada con el título Volcanes y ecoturismo en México y América Central, “hay sugerencias para casos concretos y una conclusión general para el manejo adecuado y una propuesta de promoción”.
Además, contiene capítulos que examinan la estructura territorial del turismo en el Paricutín, en México; en el Pacaya, en Guatemala; el Mombacho, en Nicaragua y el Arenal, Poás e Irazú en Costa Rica. Del Tacaná, Chiapas, se hizo un estudio geomorfológico asociado con el turismo científico. Hay también un apartado sobre geoturismo, que no sólo se refiere a las formaciones del relieve, sino a la totalidad de los elementos del paisaje de un lugar que se promueve para una actividad turística.
El fin del proyecto, concluyó, fue elaborar un documento donde se muestra que hay otras maneras y lugares (los volcanes, el desierto o la bóveda celeste) para el turismo no masificado.
Créditos: UNAM-DGCS-747-2013

volcanesyturismoEn México el modelo de turismo que se ha favorecido es agresivo con el medio ambiente, es de “sol y playa” y deteriora el agua, el suelo y la vegetación, como desde antaño sucede en Acapulco y ahora en la costa de Quintana Roo.

Si bien ese turismo de masas es el más exitoso porque deja dinero pronto, también es el que depreda con mayor rapidez el medio de acogida, advirtió Álvaro Sánchez Crispín, investigador del Instituto de Geografía (IGg) de la UNAM.

Una opción es el ecoturismo, que además puede ser fuente de divisas. Éste “se orienta a la observación de la naturaleza”, actividad que no lesiona el espacio geográfico y suscita movimientos de personas con fines específicos. En las pingüineras del sur de Argentina, los turistas pasean por senderos y observan cómo viven los pingüinos, refirió.

En nuestro país no sólo hay playas, sino también otros recursos naturales poco promovidos, como ríos, selvas y desiertos. Ejemplo de ello, son las dunas de Bilbao, cercanas a Torreón, que captan visitantes de Estados Unidos, Canadá y Europa, que llegan a practicar sandboarding, indicó el geógrafo.

Los volcanes también poseen gran potencial, sin embargo, aunque nuestro territorio cuenta con un cinturón volcánico transversal (desde Nayarit hasta Veracruz, también en Baja California y Chiapas), poco se les considera para promover el turismo. En cambio, en Costa Rica sí funcionan para ese fin.

Ante ello, Sánchez Crispín y otros colegas emprendieron el proyecto Volcanes y ecoturismo en México y América Central, auspiciado por la Dirección General de Asuntos del Personal Académico, a través de un financiamiento PAPIIT. El objetivo fue conocer cómo se promueve el turismo que tiene como elemento central a los colosos, en países de la región como México, Guatemala, Nicaragua y Costa Rica.

Un hallazgo fue que los ubicados en Centroamérica tienen más interés turístico que los nevados de México, aunque por su altitud el vapor de agua no alcanza a convertirse en nieve en la cúspide. “Anualmente captan millones de visitantes, sobre todo los de Costa Rica”, mencionó.

Japoneses, estadounidenses e italianos visitan los parques nacionales de América Central. En Panamá (territorio tropical, con 20 grados centígrados todo el año) van a la playa y luego se quedan unas semanas a vivir a las faldas del Barú, con clima templado.

Ahí la mayoría (algunos muertos, otros activos, como el Irazú) están asociados con el turismo. Todo está ordenado, planificado, promovido y proyectado para hacer sostenible esta actividad, para que el visitante llegue, encuentre un museo, un lugar explicativo, un baño, un restaurante o una tiendita de recuerdos antes de subir, acotó.

En esa nación centroamericana el turismo es un importante generador de divisas, “por eso promocionan los recursos naturales con los que cuentan para intensificar esa actividad y la llevan a cabo bajo los preceptos del turismo sostenible, que además no lesiona el espacio de acogida y genera muy poca contaminación”.

En cuanto a Guatemala, indicó que además de sus textiles indígenas promueve sus volcanes como el Pacaya, el de Agua, el de Fuego. “Nicaragua ahí va”, tiene algunos espectaculares como el Masaya, que no tiene edificio, es un cráter bajo, pero la gente llega en auto, se aproxima a la boca y alcanza a ver el conducto que comunica el interior de la Tierra con la superficie”.

Al referir al caso de México, apuntó que desconocemos los que existen en el territorio. “Quizá un niño sepa del Popocatépetl o del Iztaccíhuatl; si vive en el Distrito Federal, del Ajusco y Xitle, pero no del Tres Vírgenes, al sur de Baja California, donde se practica un turismo cinegético (cacería regulada). Los visitantes de California llegan al Tres Vírgenes a cazar borrego cimarrón”. Esta actividad –que no es del agrado de Sánchez Crispín- deja a los ejidatarios recursos económicos.

Al volcán Tacaná, en Chiapas, llegan pocos visitantes, aunque a sus faldas se ubican haciendas cafetaleras que ofrecen hospedaje. Son propias para el turismo rural y el agroecoturismo. “Llevan a los visitantes a las plantaciones, les enseñan cómo se pizcan los frutos del cafeto, cómo se procesan, tuestan y muelen”.

El investigador del IGg anotó que también hay turismo científico asociado. Estudiantes de Estados Unidos y Canadá, de carreras como Geología y Geografía, van de práctica de campo al Paricutín, en México, o al Poás, en Costa Rica.

A pesar de ello, en nuestra nación “ni siquiera existen estadísticas de cuántas personas visitan los volcanes. ¿Qué puede hacer el país con este tipo de recursos con posibilidad de actividad turística?”. En su investigación, que a fines de 2013 o principios de 2014 aparecerá publicada con el título Volcanes y ecoturismo en México y América Central, “hay sugerencias para casos concretos y una conclusión general para el manejo adecuado y una propuesta de promoción”.

Además, contiene capítulos que examinan la estructura territorial del turismo en el Paricutín, en México; en el Pacaya, en Guatemala; el Mombacho, en Nicaragua y el Arenal, Poás e Irazú en Costa Rica. Del Tacaná, Chiapas, se hizo un estudio geomorfológico asociado con el turismo científico. Hay también un apartado sobre geoturismo, que no sólo se refiere a las formaciones del relieve, sino a la totalidad de los elementos del paisaje de un lugar que se promueve para una actividad turística.

El fin del proyecto, concluyó, fue elaborar un documento donde se muestra que hay otras maneras y lugares (los volcanes, el desierto o la bóveda celeste) para el turismo no masificado.

Créditos: UNAM-DGCS-747-2013

NECESARIO, UN CENTRO DE ADVERTENCIA DE CENIZA VOLCÁNICA

 
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Las cenizas son partículas menores a dos milímetros, las finas tienen menos de 10 micrómetros y son fragmentos de roca, minerales y vidrio que el volcán pulveriza en sus explosiones, con dureza mayor a la de la mayoría de las aleaciones de metales fabricados por el hombre.
Las cenizas son partículas menores a dos milímetros, las finas tienen menos de 10 micrómetros y son fragmentos de roca, minerales y vidrio que el volcán pulveriza en sus explosiones, con dureza mayor a la de la mayoría de las aleaciones de metales fabricados por el hombre.

21 de abril de 2011

• Si bien las autoridades aeronáuticas mexicanas tienen un protocolo estructurado y comunicación con el Cenapred, se debe pensar más allá de los planes y mejorarlos, consideró Hugo Delgado, investigador del IGf de la UNAM

México necesita un centro de advertencia de cenizas volcánicas que permita contar con información pronta no sólo de la actividad de los colosos mexicanos, sino de una región amplia que incluya la parte norte de Sudamérica y Centroamérica, consideró Hugo Delgado Granados, investigador del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM.

En el pasado, volcanes como Santa María (Guatemala), Cosigüina (Nicaragua) e Ilopango (El Salvador) han tenido una fuerte influencia en el territorio nacional. Por ello, “debemos estar preparados, pues tarde o temprano se manifestará actividad”.

Si bien las autoridades aeronáuticas mexicanas tienen un protocolo estructurado, comunicado con el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) para el caso del volcán Popocatépetl, es importante pensar más allá de la situación actual de los planes y mejorarlos.

Existen diversos centros en el mundo que atienden y observan las nubes volcánicas producidas por los diferentes colosos; no obstante, en el caso de México, el centro correspondiente es el de Washington, y los otros dos más cercanos, se ubican en Montreal y Buenos Aires. Entonces, el gobierno mexicano tendría que establecer uno en el país, recalcó el vulcanólogo.

La ceniza volcánica

Las cenizas, explicó, son partículas menores a dos milímetros, las finas tienen menos de 10 micrómetros y son fragmentos de roca, minerales y vidrio que el volcán pulveriza en sus explosiones, con dureza mayor a la de la mayoría de las aleaciones de metales fabricados por el hombre.

Las más pequeñas son transportadas por el viento a miles de kilómetros y pueden permanecer en la atmósfera por días y formar nubes que en muchas ocasiones no pueden distinguirse de las meteorológicas, ni siquiera con el uso de instrumentos de navegación, precisó.

Entonces, si un avión vuela por largos períodos dentro de una nube volcánica, esas partículas provocan la abrasión en los parabrisas, lo que provoca una reducción drástica de la visibilidad. Los pilotos, probablemente, no se percatan de estos efectos durante el viaje, pero sí al aterrizar.

También, se afecta la pintura y el metal de las naves, en particular en las alas y cola, pero el principal problema se registra en las turbinas, que trabajan a más de mil grados centígrados, temperaturas que sobrepasan las de fusión de las cenizas, que se introducen en los espacios más pequeños y reducen el paso de aire y combustible, con la consecuente pérdida de poder de esas máquinas y su posible paralización.

En la actualidad, enfatizó, las autoridades aeronáuticas de todo el mundo están conscientes de los efectos y han tomado medidas de seguridad estrictas, destinadas a proteger y evitar pérdidas humanas y económicas.

Asimismo, concluyó, es necesario reflexionar sobre nuestras condiciones reales a la hora de enfrentar estas eventualidades, para prevenir desastres e instalar un centro de advertencia, que nos permita actuar de manera más rápida y oportuna.

Créditos: UNAM-DGCS-231/2011/unam.mx

Especialistas latinoamericanos estudian cómo mitigar crisis volcánicas

 
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La información vulcanológica obtenida por los especialistas servirá para saber cuántos colosos activos hay en la AL, y cuántos tienen mapas de peligro o reciben un seguimiento básico, entre otros datos.
La información vulcanológica obtenida por los especialistas servirá para saber cuántos colosos activos hay en la AL, y cuántos tienen mapas de peligro o reciben un seguimiento básico, entre otros datos.

23 de diciembre de 2010

• El proyecto, patrocinado por la Asociación Internacional de Vulcanología y Química del Interior de la Tierra, es dirigido por Hugo Delgado Granados, del Instituto de Geofísica de la UNAM

Identificar debilidades y fortalezas en los trabajos vulcanológicos realizados en Latinoamérica contribuirá a disminuir la magnitud de los desastres causados por erupciones volcánicas en la región.

Así lo explicaron especialistas del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM y de otras instituciones de América Latina, dedicados a analizar la infraestructura, instrumental, laboratorios, redes de vigilancia volcánica, acuerdos de cooperación institucional y formación de recursos humanos capaces de hacer frente a eventos de esta índole.

Esta iniciativa, cuya finalidad es optimizar las capacidades nacionales y ampliar la cooperación internacional en este campo, lleva por nombre Debilidades y Fortalezas en América Latina frente a Crisis Volcánicas: una Investigación para el Mejoramiento de las Capacidades Nacionales y la Cooperación Internacional, y es un proyecto dirigido por el especialista del IGf, Hugo Delgado Granados.

La investigación, patrocinada por la Asociación Internacional de Vulcanología y Química del Interior de la Tierra (IAVCEI, por sus siglas en inglés), busca mejorar el funcionamiento de las redes de monitoreo. “Hay volcanes que son vigilados y, sin embargo, carecen de un sistema eficiente de alerta en caso de posibles erupciones”.

La tecnología funciona, pero en ocasiones, las características del monitoreo no son adecuadas para percibir el incremento de actividad, lo que representa un foco rojo, añadió.

Como parte de este proyecto, vulcanólogos de México, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Colombia, Ecuador, Perú, Chile y Argentina se reunieron recientemente en Manizales, Colombia, para discutir las metodologías aplicables al análisis regional.

El especialista del Departamento de Vulcanología explicó que el proyecto potenciará las capacidades de reacción ante una erupción, ayudará a establecer nuevos lazos y fortalecerá los existentes entre las diferentes instancias dedicadas a labores de estudio y vigilancia.

Además, comentó, administrará la información relacionada con el monitoreo de los colosos en Latinoamérica.

“En la primera etapa, nos hemos abocado a integrar un inventario sobre lo que realiza cada una de las instituciones, qué volcanes se estudian actualmente y con qué equipo”, detalló.

“Esta información servirá para saber cuántos activos hay en la región, cuántos tienen mapas de peligro o reciben un seguimiento básico, cuáles están mejor monitoreados y qué se debe hacer para impulsar un mejor control sobre los de actividad más intensa”.

Hugo Delgado Granados, investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM.
Hugo Delgado Granados, investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM.

También se analizan las relaciones interinstitucionales y entre países para encontrar nuevas maneras de unir estrategias y fortalezas en la región. “Hay organismos que monitorean, pero no realizan investigación o interpretación oportuna de la información vulcanológica, lo que hace urgente unir y coordinar fuerzas”.

En la fecha de conclusión del proyecto, a finales de 2011, se propondrán maneras de vincular esfuerzos a nivel institucional, no sólo para disponer de mejores instrumentos, sino para ponerlos en manos de gente capacitada, señaló.

“Además, se desarrollará una serie de trabajos en los que se determinarán las oportunidades a nivel internacional y local que tiene cada país, para entrelazarlas y hacer que el estudio de la vulcanología sea una prioridad en materia de protección civil”.

Para concluir, Delgado Granados expuso que la iniciativa identificará los medios para paliar las debilidades en investigación vulcanológica y así mejorar los estudios que, a la larga, ayudarán a mitigar el impacto de las erupciones en los países latinoamericanos.

En el proyecto, también participan especialistas de la Universidad Nacional de Salta, Argentina; Universidad de Atacama, Chile; el Instituto Geológico Minero Metalúrgico, Perú; el Instituto Geofísico de Ecuador y el Instituto Costarricense de Electricidad, de la Universidad de Costa Rica.
Créditos: UNAM-DGCS-805/unam.mx

Desarrollan en la UNAM software para evaluación e investigación de temas volcánicos

 
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• Especialistas de la Dirección General de Servicios de Cómputo Académico (DGSCA) y del Instituto de Geofísica de la

Investigadores de la UNAM prueban un programa que podría ayudar no sólo a prevenir afectaciones causadas por erupciones, sino daños por sus efectos secundarios, dijo Hugo Delgado Granados, del IGf.
Investigadores de la UNAM prueban un programa que podría ayudar no sólo a prevenir afectaciones causadas por erupciones, sino daños por sus efectos secundarios, dijo Hugo Delgado Granados, del IGf.

UNAM trabajan en el proyecto

• Con esta herramienta se podrán realizar simulaciones y representaciones de eventos eruptivos de diferentes tipos, informó el especialista del IGf, Hugo Delgado

Especialistas de la UNAM desarrollan un software llamado Volworks, diseñado para trabajar con eventos volcánicos.

Con ayuda de la Dirección General de Servicios de Cómputo Académico (DGSCA), investigadores del Departamento de Vulcanología del Instituto de Geofísica (IGf), prueban un programa que podría ayudar no sólo a prevenir afectaciones causadas por las erupciones, sino daños por sus efectos secundarios.

En la primera reunión de la Red Iberoamericana para el Monitoreo y Modernización de Cenizas y Aerosoles Volcánicos y su Impacto en la Infraestructura y Calidad de Aire, Hugo Delgado Granados, especialista de dicho departamento, informó que con esta herramienta (contemplada en varios módulos) se podrán realizar simulaciones y representaciones de eventos eruptivos de diferentes tipos, algunos tan particulares como la precipitación de cenizas.

La ceniza volcánica —producto de la fragmentación del magma— puede afectar severamente la salud, pues al ser aspirada llega a los pulmones. Mientras más fina es, el daño es mayor; además, cuando se concentra en grandes cantidades, puede derrumbar techos, agregó.

Por ello, la finalidad de este sistema será brindar herramientas accesibles y de fácil uso para que cualquier persona, aún sin ser especialista, pueda emplearlo en distintos ámbitos.

“Podemos simular escenarios específicos que contribuyan, de manera sencilla, a visualizar cuáles podrían ser las zonas de mayor impacto, y aunque el programa aún tiene limitaciones, ayuda a prever posibles patrones de dispersión de las cenizas, que permitirían anticipar algunos efectos secundarios”, expuso.

“Esto sería de gran ayuda para la aeronáutica civil, que tiene como uno de sus principales problemas el esparcimiento de ceniza volcánica”, añadió.

Este paquete está pensado para ser cargado en cualquier computadora, no sólo en las especializadas y está programada para que las simulaciones que se lleven a cabo con base en muestras reales, tomadas en campo, y para que los valores se sustenten en experiencias verídicas.

Delgado Granados detalló que este sistema también ayuda a la elaboración de mapas de escenarios de peligro volcánico, que previenen problemas por caída de cenizas y su posible afectación a la salud, infraestructura e industria.

Para su fabricación, se deben involucrar metodologías y datos científicos especializados, con un lenguaje accesible a un público más extenso.

El mapa del volcán Popocatépetl, creado en 1995, necesita ser actualizado. “El conocimiento que se tiene es distinto al de hace 15 años. Además, contamos con más herramientas para su mejoramiento”, concluyó.
Créditos: UNAM. DGCS -238/ unam.mx