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OFRECE LA FACULTAD DE PSICOLOGÍA DE LA UNAM ATENCIÓN A VÍCTIMAS DE SECUESTRO Y ASALTO VIOLENTO

 
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ayudacontraviolencia23 de junio de 2014

Asaltos violentos a mano armada y secuestros exprés o de largo plazo ocurren todos los días en el país y dejan en quienes los padecen una secuela de miedo, ansiedad, vulnerabilidad y descontrol, a veces por periodos prolongados.

Para ayudar a las víctimas a manejar el estrés postraumático y agudo que generan esos eventos, así como el duelo patológico tras la muerte violenta de un ser querido, la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM ofrece terapia intensiva creada especialmente para superar esos episodios. En un lapso de 12 a 16 sesiones semanales de una hora, se ayuda a las personas a manejar la ansiedad y el miedo, para que puedan controlar esas emociones y seguir adelante con su vida cotidiana.

Con un modelo científico adaptado a la población mexicana, inscrito dentro de la terapia cognitiva-conductual y avalado por la Asociación Americana de Psicología, Georgina Cárdenas López, académica de la FP, ofrece una alternativa que combina las sesiones personales con la terapia de exposición, en la que el paciente interactúa con un ambiente/escenario de realidad virtual, donde ocurren sucesos como los referidos como parte del tratamiento.

Este método –en el que el paciente utiliza lentes de tercera dimensión para realizar una inmersión en ese ambiente/escenario, que es acompañado por el terapeuta– ayuda a manejar la ansiedad y el miedo que se presentan ante el evento, pero en una atmósfera controlada, de seguridad y confianza, relató la doctora en psicología, con 40 años de labor académica en la UNAM.

Estrés postraumático y agudo

“El estrés postraumático es un trastorno severo en el que el individuo queda discapacitado para realizar algunas actividades, tiene repeticiones automatizadas y espontáneas del suceso, está irritable, hipervigilante, hiperactivo, con pesadillas y alteraciones en la percepción de la vida cotidiana, pero esas características no desaparecen con el paso del tiempo, por eso requiere atención psicológica”, apuntó.

El 30 por ciento de la población es vulnerable y no logra superar el evento incluso tres meses después de ocurrido; el resto (70 por ciento) tiene resiliencia, es decir, capacidad para sobreponerse a la experiencia negativa y adaptarse a la vida cotidiana.

En tanto, el estrés agudo tiene la misma sintomatología y después de un mes se continúa con recuerdos espontáneos incontrolables que ocasionan una reacción de miedo, acompañada de taquicardia, alteración respiratoria, sudoración y mayor tono muscular.

Por su parte, el duelo patológico ocurre tras la muerte violenta de un ser querido, pero no puede superarse con el tiempo y también requiere la asistencia de un experto.

Extinguir el miedo condicionado

Cada vez que escuchan, ven o piensan en alguna situación asociada con el suceso violento, las personas con estrés agudo o postraumático vuelven a sentir miedo y padecen ataques de pánico que pueden ser discapacitantes.

“Al traer a la memoria un ruido, olor o imagen, se detona el recuerdo en la mente y se echa a andar el mecanismo del miedo. Esto sucede porque a nivel del hipotálamo, en la amígdala cerebral en donde almacenamos ese tipo de memorias, se hizo una asociación disfuncional”, detalló la especialista en psicología experimental.

Para deshacer esa disfunción, Cárdenas y sus colaboradores aplican la terapia de exposición con realidad virtual. “Nos sirve para romper esa asociación. Tiene una base científica y busca extinguir el miedo condicionado”, reiteró.

En los ambientes de realidad virtual/modelos gráficos tridimensionales que aplica en las terapias –realizados con apoyo de expertos de la Dirección General de Cómputo y de Tecnologías de Información y Comunicación (DGTIC)–, se muestran ejemplos de dos tipos de secuestro: el exprés, que ocurre en un taxi, y el convencional, donde la víctima ve un cuarto oscuro al que entra un delincuente para amenazarla y darle comida.

También tiene un ejemplo de asalto con pistola, que sucede mientras un peatón es agredido por un ladrón que le roba la cartera y se echa a correr.

En cada caso, el ambiente/escenario de realidad virtual utilizado se adapta a la situación vivida por el paciente, quien tras varias sesiones aprende a controlar el miedo condicionado y dejar atrás el evento traumático.

Cárdenas López inició con este servicio en marzo y actualmente ha atendido a ocho personas con estrés postraumático, siete con estrés agudo y 40 con duelo patológico.

El servicio está disponible en la FP, con un costo de 50 pesos por sesión para estudiantes, 100 para trabajadores de esta casa de estudios y 150 para el público en general.

Créditos: UNAM-DGCS-360-2014

VIOLENCIA, DETONANTE DE LA DIÁSPORA DE MEXICANOS EN BUSCA DE REFUGIO Y ASILO

 
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violenciaenemxico21 de junio de 2014

Más de 40 millones de personas en el mundo se ven forzadas a huir de sus hogares perseguidos por conflictos bélicos o violaciones a sus derechos humanos, refirió la Agencia de la Organización de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

En el país, el clima generalizado de inseguridad provocado por actos relacionados con el crimen organizado, las agresiones de género, la violencia intrafamiliar y la descomposición social generan una diáspora de mexicanos que solicitan refugio principalmente en Estados Unidos y Canadá, expuso Sara María Lara Flores, del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM.

Entre 2009 y 2013, más de 33 mil connacionales pidieron asilo por motivos de seguridad en la Unión Americana y sólo 454 recibieron protección de ese gobierno, según datos de la Oficina Ejecutiva para Revisión de Inmigración y de los Tribunales de Inmigración de EU.

Además, los mexicanos ocupan el primer lugar en solicitudes en Canadá por razones humanitarias, con 25 por ciento del total. Usualmente se dicen amenazados por la inseguridad.

El número de solicitudes al gobierno canadiense se incrementó a partir de 2006, dijo con motivo del Día Mundial del Refugiado, que se conmemora este 20 de junio.

La situación es más complicada en Chihuahua, Michoacán, Nuevo León, Tamaulipas y Sinaloa, los estados más afectados por estos fenómenos que motivan la salida de sus habitantes con mayores posibilidades económicas para solicitar entrada a Estados Unidos y Canadá con el estatuto de refugiados, bajo el argumento de que su integridad física está en riesgo, detalló la especialista en migración.

Otras causas de peticiones son: violencia de género, agresiones intrafamiliares a mujeres y niños y amenazas por preferencia sexual. Es una situación grave, aseveró.

“Esto atraviesa todos los estratos sociales, desde mexicanos que viven en pobreza extrema en una localidad rural en Durango o Sinaloa, hasta empresarios con actividades en la frontera o académicos. Todos pueden ser víctimas”.

En el mundo, dos de cada tres refugiados se concentran en Colombia, Siria, Nigeria, la República Democrática del Congo y Sudán, desplazados por conflictos bélicos.

Al respecto, la investigadora adscrita al área de Estudios Agrarios del IIS informó que en trabajos realizados en Montreal, ciudad de la provincia canadiense de Quebec, entrevistó a connacionales que deben sujetarse a una investigación exhaustiva para conocer si su caso procede o su solicitud es rechazada. La mayoría son repatriados.

Vivimos una situación de miedo potencial que provoca la salida del país de miles de personas para escapar del riesgo, presente todo el tiempo, de ser asaltados, secuestrados o víctimas del fuego cruzado o una confusión. Los problemas referidos generan una diáspora con facetas múltiples, apuntó.

Historia urgente

Los conflictos armados obligan cada año a millones de familias a huir de sus hogares. “Ésta es la historia más urgente de nuestro tiempo”, advierte la ACNUR en su página de Internet.

Este año, el organismo de la ONU solicita mostrar apoyo a las personas en esta situación, con relatos de refugiados y desplazados que pueden compartirse en el sitio: historias.acnur.org.

Créditos: UNAM-DGCS-355-2014

VÍCTIMA Y VICTIMARIO, LAS DOS CARAS DE LA MONEDA

 
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victimaovictimarioUna víctima de la violencia es aquella que experimenta una agresión física o psicológica de otra persona o entidad, que afecta su cuerpo y mente y vulnera sus derechos y vida cotidiana.

Del lado opuesto está el victimario que, por medios violentos y perversos, ejerce una agresión y somete a una persona, fuera de los códigos éticos y normativos –en distintos grados, incluso hasta causar la muerte–.

“La agresión no sólo se ejerce contra la víctima, sino contra su entorno, es decir, repercute en todas las personas relacionadas. Un ejemplo son los casos de desaparecidos en México, en los que los familiares y amigos también sufren y se convierten en víctimas en segundo grado. Esto debe destacarse para no minimizar la resonancia de la violencia en el entorno familiar y social”, dijo Alfredo Guerrero Tapia, profesor e investigador de la División del Sistema de Universidad Abierta de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.

La víctima

En una línea de su análisis al respecto, Guerrero Tapia ha concluido que la víctima desarrolla resentimiento y deseos de venganza, mismos que emergen si no hay una fórmula de justicia y confianza. En toda acción violenta hay esos sentimientos, de ahí que históricamente se haya creado la institución jurídica para contenerla. Asimismo, la víctima se siente desamparada y desprotegida, señaló.

Con respecto a los niños, la institución jurídica es insuficiente para atender todos los episodios de violencia intrafamiliar. Un infante agredido desarrolla una especie de inhibición patológica que, en algunos casos, representa un caldo de cultivo para que ingrese posteriormente al crimen organizado.

Otro aspecto analizado por el profesor e investigador universitario –que por años se ha dedicado a analizar la condición de la víctima de la violencia y del victimario–, es el que se relaciona con el trauma que deja esa situación.

“Quienes son violados en su niñez (agresión generalizada cuya magnitud no se refleja en las estadísticas) quedan con una secuela difícil de superar. Tienden a tener un desempeño sexual deficiente en su vida adulta, incluso es complicado ayudarlos con terapias, pues hay una memoria en el cuerpo y una re-simbolización que no deja de surgir”.

Un complejo proceso documentado ampliamente, pero que hasta la fecha no ha sido entendido a cabalidad por los estudiosos, es el síndrome de Estocolmo (identificación que siente la víctima con su victimario).

Sin embargo, hay una constante en todos los tipos de víctimas: desarrollan resentimiento, deseos de venganza y una inhibición en su vida cotidiana.

El victimario

En opinión del especialista, el victimario es un individuo que se ha vuelto perverso porque se encuentra inmerso en una condición social que se nutre de todos los tipos y escalas de violencia propicios para ese comportamiento. “Tiene un grado de perversión y alienación generado por la desregulación de las instituciones”.

Ahora bien, se ha dicho que cualquier individuo es proclive a convertirse en posible victimario (incluso se ha tratado de “patologizar” esta condición desde la psicología), pero esto es erróneo.

Si se revisan los expedientes puede advertirse que fueron víctimas de violencia directamente en la familia, el trabajo o la propia sociedad. En el caso de la intrafamiliar y escolar, los victimarios son adultos (padres, profesores y directivos); por lo que respecta a grupos migrantes, es el Estado o algún grupo social. Muestran un perfil variado con un denominador común: reportan acciones perversas, explicó.

El contexto social

Al extenderse la violencia a los espacios de la vida pública y familiar, incluso íntima, hay que preguntarse dónde está su origen.

“Como muchos estudiosos, me he percatado que se ha naturalizado, se ha hecho costumbre. Esto es grave porque si las relaciones que establece un individuo las formula, las piensa y las vive a partir de la violencia, se crean y activan en forma permanente mecanismos de defensa que convierten la vida cotidiana y social en un problema que no se puede remontar en el corto plazo”, aseguró Guerrero Tapia.

En el contexto mexicano, las instituciones sociales se han degradado, sobre todo el sistema de justicia, y cuando éste pierde credibilidad y las demás instituciones (religiosa, familiar, política y educativa) tampoco tienen poder parar regular la vida social, aflora la violencia.

“Esta situación se vive en México desde 1988, cuando se dio un viraje en el modelo de desarrollo. Además, las políticas públicas para enfrentarla y disminuirla no se dirigen a lo central, que es fortalecer las instituciones”.

Según el universitario, el fenómeno se incrementó a partir de que el Estado se retiró del espacio público y así se canceló una normatividad que regulaba la vida pública en los ámbitos fundamentales: político, social y familiar.

“Hay estudios concluyentes en los que se plantea que en el momento en que el Estado se retira de sus responsabilidades sociales, se rompe toda norma y comienza la imposición de un sujeto sobre los que considera más débiles. Es en ese contexto donde se debe buscar al responsable”, finalizó.

Créditos: UNAM-DGCS-171-2014

VIOLENCIA, IGNORANCIA, POBREZA Y DESEQUILIBRIOS LABORALES AFECTAN MÁS A MUJERES QUE A HOMBRES: JOSÉ NARRO

 
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conferenciajosenarroEn México, la violencia, la ignorancia, la pobreza y los desequilibrios laborales afectan más a mujeres que a hombres. Como sociedad no podemos ignorar que estamos lejos de alcanzar una verdadera igualdad de género, estableció el rector de la UNAM, José Narro Robles, en un mensaje a las universitarias con motivo del Día Internacional de la Mujer.

Tampoco podemos aceptar que haya menor remuneración salarial respecto de los hombres en los mismos empleos, ni las cifras de muertes maternas y de embarazos entre adolescentes, que son muy preocupantes, subrayó.

Además, es indigno que la sola condición de ser una mujer indígena marque negativamente a un ser humano en sus posibilidades de desarrollo y que ellas se vean afectadas por la pobreza, el analfabetismo, la enfermedad, la exclusión y los “usos y costumbres”, que resultan una burda coartada para tratar de justificar con la cultura, lo que es producto de la barbarie.

Narro Robles destacó lo que se ha conseguido, pero también lo mucho que falta para alcanzar la verdadera equidad de género en nuestra sociedad y en esta casa de estudios.

Por ello, aseguró, en la UNAM tenemos la obligación de poner el ejemplo y avanzar con mayor velocidad en la búsqueda de la igualdad. Contamos con la voluntad de la mayoría de los miembros de la comunidad y tenemos un marco jurídico que nos permite hacerlo.

Es necesario, dijo “desterrar prácticas inconvenientes”, educar a los alumnos en el respeto a las mujeres, hacer un mayor esfuerzo para que las académicas y las trabajadoras reciban el trato que merecen, eliminar las barreras que dificultan su intervención en los órganos de dirección, gobierno y representación, así como luchar en contra del acoso y la discriminación, y construir una nueva cultura de la igualdad de género que trascienda las palabras.

En particular, son motivos de satisfacción los rendimientos académicos de las universitarias, las múltiples evidencias de la calidad de su trabajo y su mayor intervención en todos los órdenes. A pesar de ello, debemos reconocer que la mujer universitaria aún enfrenta rezagos importantes y oportunidades limitadas en algunos campos.

Se comprometió a hacer lo que esté a su alcance para favorecer la equidad entre los géneros. “Para ser verdaderamente exitosos requerimos la participación de todos. La UNAM será mejor en la medida en que se alcance el objetivo. Nuestro éxito será el de toda la sociedad”, concluyó.

Créditos:UNAM-DGCS-140-2014

Violencia en escuelas, resultado de un entorno social agresivo.

 
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Los casos deben ser tratados por especialistas y no estigmatizar o criminalizar a los jóvenes, expuso Nelia Tello, de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM.

Los casos deben ser tratados por especialistas y no estigmatizar o criminalizar a los jóvenes, expuso Nelia Tello, de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM.

29 de Enero del 2013
Los estudiantes de secundaria establecen relaciones de dominio y sumisión en los planteles, ante la falta de límites y una sociedad caracterizada por la violencia permanente y cotidiana que hemos interiorizado y no somos capaces de reconocer, expuso Nelia Tello, de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM.
El problema se agudiza por el clima generalizado de ilegalidad e inseguridad en el país. Las secundarias públicas localizadas en colonias populares de alto riesgo del Distrito Federal representan los puntos más conflictivos, aseguró la experta, quien ha trabajado una década en este ámbito.
Los jóvenes no son agresivos por esta condición. Generan violencia porque viven en un mundo así y desigual, que impone el deseo de poseer objetos fuera de nuestro alcance y produce impotencia al no conseguirlos. La agresión en los espacios escolares es recreada a partir del entorno social, detalló.
La académica sostuvo que a esto se agregan los conflictos generados por el tráfico de estupefacientes y la proliferación de bandas delictivas en las zonas de alto riesgo. Es urgente trabajar con los jóvenes que padecen carencias económicas, dificultades de aprendizaje o poco hábiles para establecer relaciones sociales (entre cinco y seis estudiantes de cada 100 por plantel), que los orillan a la deserción, enfatizó.
Los procesos de enseñanza se dificultan en comunidades permeadas por este ambiente, y ante la falta o aplicación inconsistente y arbitraria de límites a las conductas y actos juveniles.
Profesores, cuerpo técnico de los planteles y padres de familia manejan la normatividad a partir de amenazas. Sólo en una de cada cuatro ocasiones, éstas se cumplen, según testimonios recabados en planteles de las delegaciones de Iztapalapa, Iztacalco, Benito Juárez y Coyoacán.
La experta subrayó que el fenómeno no es aislado. La generalización de la agresividad en salones se relaciona con la ausencia de autoridades encargadas de establecer límites.
Violencia, más allá de las aulas
En El señor de las moscas, Willliam Golding narró la historia de un grupo de estudiantes obligado a sobrevivir en una isla. En la trama, los niños se ensañan con Piggy, personaje discriminado por su obesidad, usar anteojos y padecer asma.
Tello Peón explicó que en todos los grupos existe un individuo en que recaen burlas, ataques y agresiones, fenómeno social que se reproduce en las aulas.
Al sólo abordar el acoso entre pares o bullying, la dimensión escolar se minimiza a sólo un problema entre agresor y agredido. Estos casos deben ser tratados por especialistas y no estigmatizar o criminalizar a los jóvenes, recomendó.
Establecer medidas restrictivas, castigos e imponer etiquetas, genera un clima de represión y control que reduce las posibilidades de los centros escolares de consolidarse como espacios para el aprendizaje y la convivencia.
Ante la falta de programas escolares efectivos de atención y la marginación social en la que viven, los estudiantes desertan. Lejos de mantenerlos en las aulas, donde podrían adquirir herramientas y habilidades sociales, se les aleja de los centros educativos, precisó.
Es indispensable promover la importancia de la formación integral y recuperar la figura central del maestro en el proceso formativo, ante la pérdida de influencia en los jóvenes por parte de docentes y cuerpo técnico de las escuelas secundarias.
La participación de quienes las integran y de los padres de familia es necesaria para construir comunidades sanas, que promuevan los valores del conocimiento y el esfuerzo, concluyó.
Boletín UNAM-DGCS-062
Ciudad Universitaria.

29 de Enero del 2013

Los estudiantes de secundaria establecen relaciones de dominio y sumisión en los planteles, ante la falta de límites y una sociedad caracterizada por la violencia permanente y cotidiana que hemos interiorizado y no somos capaces de reconocer, expuso Nelia Tello, de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM.

El problema se agudiza por el clima generalizado de ilegalidad e inseguridad en el país. Las secundarias públicas localizadas en colonias populares de alto riesgo del Distrito Federal representan los puntos más conflictivos, aseguró la experta, quien ha trabajado una década en este ámbito.

Los jóvenes no son agresivos por esta condición. Generan violencia porque viven en un mundo así y desigual, que impone el deseo de poseer objetos fuera de nuestro alcance y produce impotencia al no conseguirlos. La agresión en los espacios escolares es recreada a partir del entorno social, detalló.

La académica sostuvo que a esto se agregan los conflictos generados por el tráfico de estupefacientes y la proliferación de bandas delictivas en las zonas de alto riesgo. Es urgente trabajar con los jóvenes que padecen carencias económicas, dificultades de aprendizaje o poco hábiles para establecer relaciones sociales (entre cinco y seis estudiantes de cada 100 por plantel), que los orillan a la deserción, enfatizó.

Los procesos de enseñanza se dificultan en comunidades permeadas por este ambiente, y ante la falta o aplicación inconsistente y arbitraria de límites a las conductas y actos juveniles.

Profesores, cuerpo técnico de los planteles y padres de familia manejan la normatividad a partir de amenazas. Sólo en una de cada cuatro ocasiones, éstas se cumplen, según testimonios recabados en planteles de las delegaciones de Iztapalapa, Iztacalco, Benito Juárez y Coyoacán.

La experta subrayó que el fenómeno no es aislado. La generalización de la agresividad en salones se relaciona con la ausencia de autoridades encargadas de establecer límites.


Violencia, más allá de las aulas

En El señor de las moscas, Willliam Golding narró la historia de un grupo de estudiantes obligado a sobrevivir en una isla. En la trama, los niños se ensañan con Piggy, personaje discriminado por su obesidad, usar anteojos y padecer asma.

Tello Peón explicó que en todos los grupos existe un individuo en que recaen burlas, ataques y agresiones, fenómeno social que se reproduce en las aulas.

Al sólo abordar el acoso entre pares o bullying, la dimensión escolar se minimiza a sólo un problema entre agresor y agredido. Estos casos deben ser tratados por especialistas y no estigmatizar o criminalizar a los jóvenes, recomendó.

Establecer medidas restrictivas, castigos e imponer etiquetas, genera un clima de represión y control que reduce las posibilidades de los centros escolares de consolidarse como espacios para el aprendizaje y la convivencia.

Ante la falta de programas escolares efectivos de atención y la marginación social en la que viven, los estudiantes desertan. Lejos de mantenerlos en las aulas, donde podrían adquirir herramientas y habilidades sociales, se les aleja de los centros educativos, precisó.

Es indispensable promover la importancia de la formación integral y recuperar la figura central del maestro en el proceso formativo, ante la pérdida de influencia en los jóvenes por parte de docentes y cuerpo técnico de las escuelas secundarias.

La participación de quienes las integran y de los padres de familia es necesaria para construir comunidades sanas, que promuevan los valores del conocimiento y el esfuerzo, concluyó.


Boletín UNAM-DGCS-062

Ciudad Universitaria.