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Sólo 19% de la electricidad en México es limpia y de ésta, 3.5 viene de fuentes nucleares.

 
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La nucleoelectricidad representa una opción económica, segura y con posibilidades de ampliar su potencial en el largo plazo, dijo Juan Luis François Lacouture, académico de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, en el marco del Año Internacional de la Energía Sostenible para Todos.
La nucleoelectricidad representa una opción económica, segura y con posibilidades de ampliar su potencial en el largo plazo, dijo Juan Luis François Lacouture, académico de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, en el marco del Año Internacional de la Energía Sostenible para Todos.

2 de Septiembre del 2012

La energía nuclear constituye una alternativa sostenible porque representa una opción económica, limpia y segura con beneficios para la sociedad y posibilidades de ampliar su potencial en el largo plazo, aseguró Juan Luis François Lacouture, académico de la Facultad de Ingeniería (FI) de la UNAM.

En el marco del Año Internacional de la Energía Sostenible para Todos, destacó que el impulso a esta fuente responde a la preocupación de no privar a generaciones futuras de satisfacer sus necesidades. “Tal es el caso de los productos petroquímicos, limitados por el agotamiento del petróleo”, ejemplificó.

Al considerar los niveles de utilización actuales, las reservas convencionales reconocidas de uranio durarían hasta 300 años. Por las nuevas tecnologías de reciclaje y reprocesamiento, la nuclear podrá aprovecharse por milenios, subrayó.

Actualmente, sólo el 19 por ciento de la electricidad producida en México proviene de fuentes limpias, de las cuales 3.5 por ciento se genera mediante núcleo electricidad, el resto a partir de combustibles fósiles.

Frente a este escenario, la tecnología nuclear tiene ventajas, como producir menos residuos y aprovechar el recurso al máximo. El potencial energético de una pastilla de uranio, que mide menos de un centímetro de diámetro por uno de altura, equivale a 810 kilogramos de carbón, 565 litros de petróleo y 480 metros cúbicos de gas natural. Al fisionarse, genera un millón de veces más energía que durante el proceso de combustión, precisó.

El integrante del Departamento de Sistemas Energéticos de la FI resaltó que la energía nuclear es una opción competitiva, al comparar el costo de diversas tecnologías utilizadas para generar electricidad, por cada unidad de megawatt hora producida, de acuerdo con estudios de la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés). Además, su factor de capacidad es del 90 por ciento.

El conocimiento generado a partir de su utilización representa un “motor de descubrimientos” en áreas como ingeniería, robótica e informática, además de aprovecharse en aplicaciones para beneficio de las personas, por ejemplo, en medicina, con el diagnóstico y tratamiento de enfermedades como el cáncer y el mal funcionamiento de la tiroides.

Energía limpia

Para medir su impacto ambiental, es necesario analizar el ciclo de vida de este tipo de tecnología, desde la extracción de uranio y su conversión para generar electricidad hasta el destino de los residuos radiactivos, explicó el también presidente de la Red Mexicana de Educación, Capacitación e Investigación Nuclear.

Según estudios internacionales, al medir el volumen de emisiones de dióxido de carbono por unidad de energía eléctrica generada, las fuentes alternativas representan una opción menos contaminante que las fósiles, refirió.

Los residuos de la industria nuclear se clasifican en dos categorías: la primera es de baja y media actividad, como los generados por aplicaciones médicas y mantenimiento de centrales nucleares. Éstos tienen poca radiactividad y son confinados en lugares especiales y aislados del medio ambiente, como cualquier desecho tóxico.

La segunda, de alta actividad, atañe al combustible gastado por los reactores. Estos desechos son enterrados a más de 300 metros de profundidad o depositados en albercas de manera temporal. En comparación con el volumen total de los demás tóxicos producidos por la sociedad, los de alta radiactividad constituyen un porcentaje mínimo, detalló.

Una alternativa segura

Desde los bombardeos a Hiroshima y Nagasaki en 1945, la energía nuclear genera temor. Por ejemplo, en su trabajo más reciente, el cineasta Christopher Nolan recrea la amenaza que se cierne sobre una ciudad por un reactor de fisión utilizado como una bomba de tiempo, lo que es totalmente imposible.

Muchas veces la ficción utiliza este miedo como recurso. Para tener una bomba atómica se requieren núcleos de uranio 235 concentrados casi al 100 por ciento, a fin de liberar energía en grandes proporciones en un tiempo muy breve, lo que no es factible en un reactor nuclear, explicó.

El experto subrayó que a nivel global existen mecanismos para vigilar que los materiales nucleares no sean desviados para fabricar armamento. La industria relacionada se ocupa de que todas las salvaguardias —exportaciones e importaciones de materiales y tecnología nuclear— sean vigiladas por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).

El futuro

En 1987, una comisión internacional dirigida por Gro Harlem Brundtland presentó a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el documento Nuestro futuro común, mejor conocido como Informe Brundtland, primera referencia del término desarrollo sostenible, definido como aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones.

En dos décadas, la población mundial será de ocho mil millones de personas. Al ritmo del crecimiento de la demanda y consumo de energía globales —calculado en un dos por ciento anual—, la estructura de la oferta energética actual, sustentada en los combustibles fósiles, será rebasada.

En este contexto, las fuentes de energía solar —en sus vertientes fototérmica y fotovoltaica—, geotérmica, eólica, oceánica, nuclear y biomasa, representan una alternativa en el ámbito social, económico y ambiental, y constituyen una de las respuestas viables para contribuir a la mitigación del cambio climático.

Boletín UNAM-DGCS-540
Ciudad Universitaria.

Conmemora la UNAM año Internacional de la Energía Sostenible para todos.

 
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Con múltiples actividades, esta casa de estudios se suma a la iniciativa de la ONU. El objetivo, promover y aprovechar el uso de los servicios energéticos renovables, que incentivan la productividad, la salud y la educación
Con múltiples actividades, esta casa de estudios se suma a la iniciativa de la ONU. El objetivo, promover y aprovechar el uso de los servicios energéticos renovables, que incentivan la productividad, la salud y la educación

27 de Agosto del 2012

La Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó al 2012 como Año Internacional de la Energía Sostenible para Todos. Al respecto, la UNAM desarrollará un programa académico, científico y cultural, encaminado a promover y aprovechar el uso de los servicios energéticos renovables, que incentivan la productividad, la salud y la educación, y permiten un desarrollo sustentable de los individuos y del planeta.

El programa, que iniciará mañana, se extenderá hasta mayo de 2013; incluirá talleres, conferencias, seminarios, concursos, conciertos, mesas redondas, visitas guiadas a los museos universitarios, unidades multidisciplinarias, y al Centro de Investigación en Energía (CIE) en Temixco, Morelos, entidad donde se hace investigación respectiva.

También, se editará una serie de libros de divulgación para niños, así como las memorias de las actividades de este encuentro. Habrá diversas actividades lúdicas al aire libre, en las Islas de CU y en el Zócalo capitalino. Además, se estudia la posibilidad de iluminar por la noche una vía importante con energía humana, es decir, con el uso de bicicletas estáticas, que al ser pedaleadas, generarán iluminación sostenible.

Se pretende difundir tecnologías existentes o hechas en la UNAM, basadas en fuentes renovables, disponibles para todos.

Al respecto, Claudio Estrada Gasca, director del CIE, explicó que esta iniciativa responde a los objetivos de los Grandes Retos del Milenio, relativos a la erradicación de la pobreza; uno de ellos es el desarrollo sustentable del planeta. No obstante, actualmente sólo una tercera parte de la población mundial tiene acceso a la energía moderna, electricidad y combustibles.

Para alcanzar un desarrollo sostenible e integral, es necesario que el resto no sólo pueda hacer uso de esa energía, sino que también acceda a aquella que se obtiene de fuentes naturales, como eólica, geotérmica, hidroeléctrica, solar y biomasa.

La electricidad es una de las grandes revoluciones del ser humano, y una fuente energética nos brinda calidad de vida. La economía mundial se mueve fundamentalmente por hidrocarburos; 8% de la energía primaria proviene de estos recursos contaminantes, que contribuyen al efecto invernadero y, por el contrario, se desaprovechan las fuentes naturales para generar electricidad, refirió.

En tanto, Alipio Calles Martínez, académico de la Facultad de Ciencias (FC), y designado por el Consejo Técnico de la Investigación Científica como coordinador del programa de actividades, opinó que es una obligación de la Universidad y del país “entrarle al tema del uso de las energías sustentables, y sensibilizar a la sociedad en torno a sus beneficios para una mejor calidad de vida”.

En países como el nuestro, en vías de desarrollo, la energía no está al alcance de toda la población, “esto es algo que tenemos que reconocer, y la UNAM pondrá su granito de arena para hacer notar esa desigualdad, y que las autoridades correspondientes la incluyan en las políticas gubernamentales”.

Asimismo, reconoció que el gobierno federal cuenta con una política alrededor de este campo. No obstante, ese esfuerzo es insuficiente. “Se requiere uno mayor, no sólo por parte de las autoridades federales, sino también de científicos y tecnólogos”.

Finalmente, expuso que un territorio sin energía eléctrica está condenado a ser pobre, a no desarrollarse económicamente. “Debemos promover su uso eficiente y sustentable”.

Boletín UNAM-DGCS-526
Ciudad Universitaria.

Construcción sostenible, en equilibrio con los elementos

 
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 Si se quiere balancear el recurso aire se debe entender que cuando se inhala y exhala se produce dióxido de carbono.
Si se quiere balancear el recurso aire se debe entender que cuando se inhala y exhala se produce dióxido de carbono.

17 de Agosto de 2012

Sostenibilidad significa preservar los recursos para las futuras generaciones. Por eso, el investigador Pliny Fisk explica que es necesario establecer una metodología para no dejarla en palabras.

El desarrollo sostenible es un amplio concepto que se incluye en muchas disciplinas (como la sociología, la minería, las ingenierías, la ecología), pero es desde la arquitectura donde este investigador estadounidense, cofundador y codirector del Centro para Sistemas Constructivos con Máximo Potencial, lo plantea para mejorar los hábitos de vida del mundo, empezando desde el hogar y ascendiendo hasta lograr el objetivo.

Así, la metodología propuesta por el profesor Fisk implica preservar el ambiente y especificar que no debe ser usado por humanos. Pero simultáneamente supone detectar las muchas oportunidades en las que los recursos sí puedan y deban ser utilizados, además de considerar cuáles aspectos representan amenazas.

“Hay que balancear los recursos de manera que se considere el ciclo de vida de todos los materiales. Y la forma más sencilla de examinar este balance es a través de las cinco áreas básicas de apoyo: aire, agua, comida, energía y materiales”, explica.

Lo que se hace en el Centro es mirar la huella que deja cada individuo sobre el ambiente al ejecutar sus actividades cotidianas. Así, se comienzan a balancear cada una de estas acciones, según el impacto negativo que tienen sobre el ecosistema en cada una de esas áreas básicas.

Si se quiere equilibrar el recurso aire se debe  entender que, cuando se inhala y exhala, se produce dióxido de carbono. Entonces, esta contaminación tiene que balancearse con un área de vegetación que pueda compensar esa necesidad. La inhalación requiere 500 m2 de un muy buen suelo rico en vegetación y bosque. La exhalación demanda 750 m2, y esto por cada persona que habita el globo.

“La misma clase de relaciones se pueden hacer para equilibrar el agua, la fuente de la comida, la cantidad de orgánicos que hay que tratar, etcétera. Nosotros llamamos a estos ciclos técnicas ecológicas; lo que estamos haciendo es administrar la naturaleza”, dice el profesor Fisk.

Un estadounidense necesita 25 cuadras de tierra para poder balancear todos estos cinco aspectos. Si se quisiera manejar toda la huella que deja la actividad humana en Estados Unidos se necesitarían 2 o 3 veces el área del país.

Se hacen necesarias unas construcciones más sostenibles que aprovechen materiales renovables. Además, el investigador afirma que hay muchas maneras de reducir la huella; por ejemplo, no incrementar la necesidad de energía y mantener el nivel energético así aumente la población. Esto se lograría a través de incentivos.

Pliny Fisk vino a la UN a propósito del Taller de Desarrollo Sostenible y Materiales Alternativos organizado por la Facultad de Minas de la UN en Medellín.

Créditos: agenciadenoticias.unal.edu.co