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IDENTIFICAN EN MÉXICO ESPECIES DE ROEDORES SILVESTRES PORTADORAS DE HANTAVIRUS

 
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roedorcontaminadoCuatro tipos de hantavirus relacionados con el Síndrome Pulmonar por Hantavirus (SPH) en América —una de cuyas especies infectó y mató a nativos de Estados Unidos por primera vez en 1993— circulan en ratones silvestres de México, según pesquisas científicas de un grupo binacional en el que participan investigadores de la UNAM.

Hasta ahora se ha identificado ese número, pero puede haber más tipos y especies de roedores reservorios, si se considera que desde Canadá hasta Argentina se habían detectado más de 35 tipos de hantavirus hasta el año 2010 y que en México hay 235 de las mil 280 especies de roedores que habitan en América Latina. Tan sólo en una recolección de 410 muestras de dos estados de nuestro país se encontraron tres de esos cuatro patógenos.

El grupo binacional, que estudia la prevalencia de la infección en la nación, está integrado por Cornelio Sánchez Hernández y María de Lourdes Romero Almaraz, biólogos de la UNAM; Hiroaki Kariwa, de la Universidad de Hokkaido (UH), Japón y Celso Ramos, del Instituto Nacional de Salud Pública.

Al primero identificado en América se le llamó sin nombre y se encontró en el ratón venado (Peromyscus maniculatus), exclusivo del continente americano. En 1993, se registraron casos mortales en humanos asociados al patógeno, en el suroeste de EU, en un lugar conocido como Four Corners (donde convergen los estados de Colorado, Arizona, Nuevo México y Utah).

En América, agregó el investigador del Instituto de Biología (IB), los reservorios naturales de los hantavirus son los roedores de la familia Cricetidae y principalmente de las subfamilias Sigmodontinae, Neotominae y Cricetinae, con los géneros Oryzomys, Sigmodon, Neotoma, Peromyscus y Reithrodontomys.

Éstos son específicos para cada especie de roedor, pero en América tienden a ser llevados por especies simpátricas al mismo tiempo, lo que representa una complejidad mayor en el estudio de la relación virus-hospedero.

En México —indicó Sánchez Hernández— el primer hantavirus descrito se encontró en muestras de sangre de roedores de las especies Sigmodon mascotensis, Oryzomys couesi y Baiomys musculus, obtenidas en Playa de Oro, al noroeste de Manzanillo, Colima, en 2004. Para este estudio se analizaron 600 muestras de esos pequeños mamíferos en el Southern Research Institute, en Alabama. A este patógeno se le conoce como hantavirus oro.

Dos años después, en Guerrero y Morelos, el grupo binacional identificó otras tres especies de roedores portadores. Previamente, se obtuvieron muestras de sangre de 410 ratones silvestres de 32 especies, analizadas luego en la UH.

Siete especies de roedores resultaron positivas: Peromyscus aztecus, Peromyscus beatae, Peromyscus megalops, Reithrodontomys sumichrasti, Reithrodontomys megalotis, Megadontomys thomasi y Neotoma picta, con una prevalencia total de 10.5 por ciento.

Análisis de secuencias de nucleótidos y análisis filogenéticos realizados por Kariwa en la UH mostraron que pertenecen a tres linajes distintos, nombrados Virus Huitzilac (HUI), cuyo hospedero es R. megalotis, de Morelos; Virus Montano (MTN) y Virus Carrizal (CAR), encontrados en las especies P. beatae y R. sumichrasti, de la montaña de Guerrero.

“Encontramos que se localiza en especies endémicas de Guerrero, pero pueden compartir sus huéspedes con otras variedades simpátricas, es decir, con aquellas que habitan las mismas áreas”.

Las muestras de suero obtenidas no se han analizado en México debido a que, por la alta peligrosidad viral y el riesgo de contagio, deben analizarse en un laboratorio con bioseguridad tipo 4, de los cuales hay pocos en el país.

Por esta razón se recolectaron y enviaron a la UH. Allá se identificaron y se integró la descripción de las nuevas especies de hantavirus. Además de las muestras de suero, Kariwa obtuvo un antígeno que se puede utilizar en suero humano para detectar la presencia del patógeno.

De ahí que en una segunda fase del proyecto, María Eugenia Manjarrez, jefa del Departamento de Virología del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), lo pruebe en muestras de suero de pacientes con síntomas de neumonía aguda que en diagnósticos previos resultaron negativos a leptospirosis, dengue y otras enfermedades.

En Guerrero y Morelos, no se han detectado personas con anticuerpos, pero en Yucatán sí. “Seguro estuvieron en contacto con el hantavirus. Afortunadamente no les causó daño”.

Aunque no se han diagnosticado fallecimientos a causa de alguno de estos tipos en México, el patógeno representa un riesgo de bioseguridad en el país, donde habitan 235 especies de roedores potencialmente reservorios e infectantes, porque están en todos los ambientes, advirtió Sánchez Hernández.

La alteración del entorno por actividades antropogénicas y el cambio climático también amplían el riesgo de contagio. “Al abrirse nuevos ambientes, los roedores migran a otros hábitats y entran en contacto con otras especies, transmiten enfermedades y dispersan el virus”.

Estos mamíferos son portadores asintomáticos, pero la enfermedad se dispersa por contacto entre especies simpátricas. El hombre se infecta por contacto con orina, heces fecales, saliva o sangre de ratones, a través de lesiones en la piel, por mordidas o al respirar el virus en algún lugar donde hayan quedado restos de sus orines o excrementos.

En Europa y Asia, causa un síndrome de tipo hemorrágico renal; en América, el SPH. “Ambos pueden ser fatales según la exposición al virus y la salud y defensas del enfermo. En nuestro continente se han registrado casos de mortalidad humana, excepto en México y algunos países de Centro América y el Caribe”.

Los síntomas iniciales del SPH son similares a un resfriado común, con dolor de cabeza y muscular, fiebre, catarro, tos, secreción nasal y dificultad para respirar. En casos graves produce edema alveolo-pulmonar, que puede ser progresivo o pleural.

Por la variabilidad sintomática, se incluye en el cuadro de una neumonía atípica y puede ser confundido con tuberculosis, histoplasmosis, dengue o leptospirosis, entre otras enfermedades con las que comparte elementos radiológicos y clínicos, por lo que el diagnóstico debe diferenciarse con la historia epidemiológica. Además, como no se conoce como zoonosis en la nación, no se analiza como causa probable de padecimientos y los casos pueden pasar inadvertidos.

“Dado que en México habita una gran diversidad de roedores, es necesario analizar a un mayor número de especies para detectar su posible infección con el hantavirus y estar preparados para cualquier emergencia. Para eso es necesario desarrollar estrategias con información básica sobre la distribución y demografía de estos animales y sus patógenos, así como de su epidemiología”, concluyó.

Créditos: UNAM-DGCS-203-2014

Más de 120 especies de plantas carnívoras en vivo.

 
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19 de Octubre del 2012
La colección más importante, prolífica y amplia de plantas carnívoras de la que se tenga conocimiento en el país, fue expuesta en la UN, en el marco del “Día del Biólogo”, organizado por el Departamento.
Se trata de una compilación privada de más de 120 especies, que contó con un millar de individuos, la cual funciona bajo el nombre de “Colina carnívora”, la cual se dedica a la conservación, propagación, educación y comercialización de plantas carnívoras.
De acuerdo con Julián Gamboa, técnico aeronáutico, biólogo naturalista y coleccionista, las plantas carnívoras son vegetales muy especiales que se adaptaron esencialmente para atrapar presas vivas y alimentarse de ellas. Cuenta que a diferencia de las plantas comunes, estas no absorben nutrientes por sus raíces, por lo tanto crecen en suelos muy pobres.
“Pueden crecer en turberas y arenales, sitios donde hay mucha humedad, pero muy pocos nutrientes. Se encuentran en todas partes del mundo. En Colombia existen más de 50 especies ubicadas en todo el territorio nacional, en todos los climas y en todos los pisos térmicos”, asegura.
La variedad es “de largo aliento”, además vienen en tamaños, formas y colores diferentes. De hecho, existen más de 600 especies diferentes en todo el mundo y más de 600 híbridos.
Carlos Moreno, diseñador gráfico, coleccionista y naturalista autodidacta, cuenta que en Colombia se destacan las especies Drosera colombiana, D. esmeraldae y D. comunis; Pinguicula caliptrata y P. elongata; Utricularia subulata y U. tricolor, entre otras.
De Estados Unidos se destaca la Venus atrapamoscas y las Sarracenias; las pinguiculas de México, las Genliseas de Suramérica y los Nephentes del sudeste asiático. Estas últimas plantas, con jarrones colgantes, pueden vivir hasta unos 70 años; en tanto que otras plantas carnívoras viven solo un año.
Según él, la dieta de las plantas carnívoras es variada, se puede contar desde bacterias y microorganismos, pasando por insectos o animalitos, hasta pequeños roedores o ranas. Sus trampas varían dependiendo del tamaño de la planta y de las estrategias de captura; pueden ser trampas pasivas en forma de jarros o trampas pegajosas; o trampas activas que se cierran para atrapar moscas, a través de los movimientos más rápidos del reino vegetal.
Para Xavier Marquínez, profesor del Departamento de Biología de la UN, estas plantas son muy interesantes, dado que son buenas indicadoras de hábitats limpios, pues cuando hay contaminación, rápidamente desaparecen las poblaciones. Adicionalmente, por su ecología presentan distribuciones restringidas, lo cual determina que muchas especies puedan estar en peligro de extinción.
“Algunas tienen potenciales para control de patógenos, porque generan sustancias para el control de hongos y bacterias que podrían afectar a la planta durante el proceso de digestión”, asevera.
Charles Darwin se obsesionó tanto con las plantas carnívoras, que llegó a afirmar que le preocupaban más que el origen de todas las especies del mundo y que las defendería hasta el día de su muerte; las estudió desde 1960, un año después de publicar El origen de las especies, hasta la edición de Plantas insectívoras en 1875. Desde entonces, han generado diversas líneas de investigación, desde el punto de vista sistemático, de conservación, electrofisiología, ecología, biogeografía y evolución. “Son muy buenos modelos para esto, así como en nutrición mineral, bioquímica y  fisiología vegetal”, señala.
El profesor Marquínez resalta el trabajo de “Colina carnívora”, especialmente si se tiene en cuenta que dentro de los coleccionistas hay muchos que sacan las plantas de sus medios naturales. En ese sentido, depredan las poblaciones naturales, pero este no es el caso de Moreno y Gamboa.
“Ellos hacen propagación, incluso sus colecciones son como reservorios genéticos y de biodiversidad. Además son grandes divulgadores de un tema que es muy llamativo para todo el mundo, y particularmente para los niños, a quienes sensibilizan acerca del respeto a la naturaleza y del uso responsable de la biodiversidad, de manera pedagógica”, indica.
Finalmente, la invitación de este par de coleccionistas obedece a que muy pocos biólogos están involucrados en trabajar colecciones de plantas, incluso, con propósito económico. Generalmente, quienes lo hacen son personas por fuera del ámbito de la biología.
“No podemos proteger adecuadamente lo que no conocemos. Estas actividades de divulgación son importantes también por eso; conocer la biodiversidad para protegerla. Con ellos se pueden hacer alianzas estratégicas, para desarrollar protocolos de propagación que les puedan servir a ellos, generen reservas de biodiversidad como estrategia de conservación de algunas especies y, al mismo tiempo, permitan desarrollar investigación que nos beneficie académicamente”, puntualiza.
Créditos: http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html
La dieta de las plantas carnívoras es variada, se puede contar desde bacterias y microorganismos, pasando por insectos o animalitos, hasta pequeños roedores o ranas.

La dieta de las plantas carnívoras es variada, se puede contar desde bacterias y microorganismos, pasando por insectos o animalitos, hasta pequeños roedores o ranas.

19 de Octubre del 2012

La colección más importante, prolífica y amplia de plantas carnívoras de la que se tenga conocimiento en el país, fue expuesta en la UN, en el marco del “Día del Biólogo”, organizado por el Departamento.

Se trata de una compilación privada de más de 120 especies, que contó con un millar de individuos, la cual funciona bajo el nombre de “Colina carnívora”, la cual se dedica a la conservación, propagación, educación y comercialización de plantas carnívoras.

De acuerdo con Julián Gamboa, técnico aeronáutico, biólogo naturalista y coleccionista, las plantas carnívoras son vegetales muy especiales que se adaptaron esencialmente para atrapar presas vivas y alimentarse de ellas. Cuenta que a diferencia de las plantas comunes, estas no absorben nutrientes por sus raíces, por lo tanto crecen en suelos muy pobres.

“Pueden crecer en turberas y arenales, sitios donde hay mucha humedad, pero muy pocos nutrientes. Se encuentran en todas partes del mundo. En Colombia existen más de 50 especies ubicadas en todo el territorio nacional, en todos los climas y en todos los pisos térmicos”, asegura.

La variedad es “de largo aliento”, además vienen en tamaños, formas y colores diferentes. De hecho, existen más de 600 especies diferentes en todo el mundo y más de 600 híbridos.

Carlos Moreno, diseñador gráfico, coleccionista y naturalista autodidacta, cuenta que en Colombia se destacan las especies Drosera colombiana, D. esmeraldae y D. comunis; Pinguicula caliptrata y P. elongata; Utricularia subulata y U. tricolor, entre otras.

De Estados Unidos se destaca la Venus atrapamoscas y las Sarracenias; las pinguiculas de México, las Genliseas de Suramérica y los Nephentes del sudeste asiático. Estas últimas plantas, con jarrones colgantes, pueden vivir hasta unos 70 años; en tanto que otras plantas carnívoras viven solo un año.

Según él, la dieta de las plantas carnívoras es variada, se puede contar desde bacterias y microorganismos, pasando por insectos o animalitos, hasta pequeños roedores o ranas. Sus trampas varían dependiendo del tamaño de la planta y de las estrategias de captura; pueden ser trampas pasivas en forma de jarros o trampas pegajosas; o trampas activas que se cierran para atrapar moscas, a través de los movimientos más rápidos del reino vegetal.

Para Xavier Marquínez, profesor del Departamento de Biología de la UN, estas plantas son muy interesantes, dado que son buenas indicadoras de hábitats limpios, pues cuando hay contaminación, rápidamente desaparecen las poblaciones. Adicionalmente, por su ecología presentan distribuciones restringidas, lo cual determina que muchas especies puedan estar en peligro de extinción.

“Algunas tienen potenciales para control de patógenos, porque generan sustancias para el control de hongos y bacterias que podrían afectar a la planta durante el proceso de digestión”, asevera.

Charles Darwin se obsesionó tanto con las plantas carnívoras, que llegó a afirmar que le preocupaban más que el origen de todas las especies del mundo y que las defendería hasta el día de su muerte; las estudió desde 1960, un año después de publicar El origen de las especies, hasta la edición de Plantas insectívoras en 1875. Desde entonces, han generado diversas líneas de investigación, desde el punto de vista sistemático, de conservación, electrofisiología, ecología, biogeografía y evolución. “Son muy buenos modelos para esto, así como en nutrición mineral, bioquímica y  fisiología vegetal”, señala.

El profesor Marquínez resalta el trabajo de “Colina carnívora”, especialmente si se tiene en cuenta que dentro de los coleccionistas hay muchos que sacan las plantas de sus medios naturales. En ese sentido, depredan las poblaciones naturales, pero este no es el caso de Moreno y Gamboa.

“Ellos hacen propagación, incluso sus colecciones son como reservorios genéticos y de biodiversidad. Además son grandes divulgadores de un tema que es muy llamativo para todo el mundo, y particularmente para los niños, a quienes sensibilizan acerca del respeto a la naturaleza y del uso responsable de la biodiversidad, de manera pedagógica”, indica.

Finalmente, la invitación de este par de coleccionistas obedece a que muy pocos biólogos están involucrados en trabajar colecciones de plantas, incluso, con propósito económico. Generalmente, quienes lo hacen son personas por fuera del ámbito de la biología.

“No podemos proteger adecuadamente lo que no conocemos. Estas actividades de divulgación son importantes también por eso; conocer la biodiversidad para protegerla. Con ellos se pueden hacer alianzas estratégicas, para desarrollar protocolos de propagación que les puedan servir a ellos, generen reservas de biodiversidad como estrategia de conservación de algunas especies y, al mismo tiempo, permitan desarrollar investigación que nos beneficie académicamente”, puntualiza.

Créditos: http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html