


24 de Septiembre del 2012
Tras evaluar a un grupo de personas en edad productiva, se demostró la estrecha relación entre las dificultades propias de la falta de trabajo y la ocurrencia de infarto agudo del miocardio.
Este análisis podría ser el primer paso para incorporar a las políticas de empleo una mirada desde la perspectiva de la salud pública.
Según Luis Ernesto Fandiño Rojas, magíster en Salud Pública y autor del estudio Asociación entre el estatus de empleo e infarto agudo del miocardio (IAM): hasta ese momento, ningún trabajo académico había estudiado de manera individual la forma como se afecta la salud de los parados. Solo hasta ahora se lleva a cabo una mirada profunda, desde esta perspectiva, para el contexto colombiano. Fandiño contó con el acompañamiento de Fernando de la Hoz, docente de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá y actual director del Doctorado en Salud Pública.
Más riesgo en el país
Las cifras de la Sociedad Colombiana de Cardiología indican que hay factores de riesgo modificables asociados a la presencia de un primer infarto agudo del miocardio en Colombia. Estos explican el 90% del riesgo para los hombres y el 94% para las mujeres. Además, señalan que los problemas psicosociales incrementan en un 32,5% las posibilidades de padecer este mal.
“En Estados Unidos y el Reino Unido, existe una asociación de 1,5 o 3,5 veces más de riesgo de una cardiopatía en circunstancias de desempleo. Pero en el estudio hecho en el territorio nacional se encontró que la posibilidad de un ataque se incrementa entre 8 y 13,5 veces”, afirma Fandiño.
Para el profesor De la Hoz, la diferencia radica en el hecho de que en Colombia una persona cesante y su familia quedan en pésimas condiciones socioeconómicas: “En países desarrollados, si alguien pierde el trabajo recibe subsidios del Estado que le garantizan no morir de hambre ni perder la casa y proteger el estudio de sus hijos. Aquí, en cambio, el que pierde el empleo queda en la calle. Eso puede ser una situación que incrementa el riesgo”.
Alteración del sistema nervioso
En ese sentido, asegura: “Las razones por las cuales se considera que el desempleo causa un deterioro de la salud son bastante complejas; pero, en general, se podrían clasificar en cuatro grandes mecanismos interrelacionados: la movilidad social descendente, el impacto psicosocial, la adquisición de hábitos y conductas riesgosas y la limitación al acceso a los servicios de salud”.
La movilidad social descendente se presenta cuando el parado se ve obligado a estar en una condición desventajosa en la que se afecta no solo su estado anímico y su autoestima, sino que, además, lo lleva al aislamiento social y al cambio de hábitos. De hecho, estos sujetos se alimentan mal y son proclives a consumir alcohol o sustancias psicoactivas.
Dichos efectos se ven a mediano plazo, pues las dificultades aparecen a medida que pasa el tiempo y no se encuentran maneras de generar ingresos y, por lo tanto, las necesidades se vuelven abrumadoras. “Como resultado de esta situación, se desencadena toda una serie de consecuencias, que van desde síntomas psicológicos y somáticos hasta la morbilidad psiquiátrica preclínica (como la ansiedad, la depresión o la pérdida del autoestima; incluso puede llevar al suicidio)”, dice Fandiño.
Además, el estrés ejerce cambios en el sistema nervioso autónomo. Y este, según explica el experto, provee al individuo de herramientas que buscan la obtención de energía para anticipar una respuesta a situaciones de riesgo.
Aquí se incluye la liberación de ácidos grasos libres y glucosa en la sangre, así como el incremento de la frecuencia cardiaca y de la presión sanguínea. Dicha respuesta puede sostenerse de manera crónica cuando los mecanismos de excitación que la producen no se pueden resolver o se repiten constantemente, como sucede con el estrés de larga duración, inducido por el desempleo, que ocasiona daños en el sistema cardiovascular.
El análisis de la UN pone sobre la mesa la necesidad de que, dentro de las políticas para el empleo en Colombia, se incorporen factores de atención en salud, más si se tiene en cuenta el desalentador panorama laboral en el mundo y, en particular, en Colombia.
Y si, como lo revela el estudio, el desempleo afecta el corazón, entonces, tal como lo propone el investigador, “las políticas no deben estar solo orientadas a la generación de nuevos empleos; pues los esfuerzos en esta materia pueden resultar bien intencionados, pero muchas veces no consiguen su propósito, que es la reducción de las tasas de desocupación. Y sin esto, no se prevendrán sus secuelas”.
Lea el artículo completo en UN Periódico n.º 159: http://www.unperiodico.unal.edu.co/dper/article/desempleados-presentan-mayor-riesgo-de-infarto-agudo.html.
Créditos: http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html

Las cifras de la Sociedad Colombiana de Cardiología indican que hay factores de riesgo asociados a la presencia de un primer infarto agudo y el desempleo.
24 de Septiembre del 2012
Tras evaluar a un grupo de personas en edad productiva, se demostró la estrecha relación entre las dificultades propias de la falta de trabajo y la ocurrencia de infarto agudo del miocardio.
Este análisis podría ser el primer paso para incorporar a las políticas de empleo una mirada desde la perspectiva de la salud pública.
Según Luis Ernesto Fandiño Rojas, magíster en Salud Pública y autor del estudio Asociación entre el estatus de empleo e infarto agudo del miocardio (IAM): hasta ese momento, ningún trabajo académico había estudiado de manera individual la forma como se afecta la salud de los parados. Solo hasta ahora se lleva a cabo una mirada profunda, desde esta perspectiva, para el contexto colombiano. Fandiño contó con el acompañamiento de Fernando de la Hoz, docente de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá y actual director del Doctorado en Salud Pública.
Más riesgo en el país
Las cifras de la Sociedad Colombiana de Cardiología indican que hay factores de riesgo modificables asociados a la presencia de un primer infarto agudo del miocardio en Colombia. Estos explican el 90% del riesgo para los hombres y el 94% para las mujeres. Además, señalan que los problemas psicosociales incrementan en un 32,5% las posibilidades de padecer este mal.
“En Estados Unidos y el Reino Unido, existe una asociación de 1,5 o 3,5 veces más de riesgo de una cardiopatía en circunstancias de desempleo. Pero en el estudio hecho en el territorio nacional se encontró que la posibilidad de un ataque se incrementa entre 8 y 13,5 veces”, afirma Fandiño.
Para el profesor De la Hoz, la diferencia radica en el hecho de que en Colombia una persona cesante y su familia quedan en pésimas condiciones socioeconómicas: “En países desarrollados, si alguien pierde el trabajo recibe subsidios del Estado que le garantizan no morir de hambre ni perder la casa y proteger el estudio de sus hijos. Aquí, en cambio, el que pierde el empleo queda en la calle. Eso puede ser una situación que incrementa el riesgo”.
Alteración del sistema nervioso
En ese sentido, asegura: “Las razones por las cuales se considera que el desempleo causa un deterioro de la salud son bastante complejas; pero, en general, se podrían clasificar en cuatro grandes mecanismos interrelacionados: la movilidad social descendente, el impacto psicosocial, la adquisición de hábitos y conductas riesgosas y la limitación al acceso a los servicios de salud”.
La movilidad social descendente se presenta cuando el parado se ve obligado a estar en una condición desventajosa en la que se afecta no solo su estado anímico y su autoestima, sino que, además, lo lleva al aislamiento social y al cambio de hábitos. De hecho, estos sujetos se alimentan mal y son proclives a consumir alcohol o sustancias psicoactivas.
Dichos efectos se ven a mediano plazo, pues las dificultades aparecen a medida que pasa el tiempo y no se encuentran maneras de generar ingresos y, por lo tanto, las necesidades se vuelven abrumadoras. “Como resultado de esta situación, se desencadena toda una serie de consecuencias, que van desde síntomas psicológicos y somáticos hasta la morbilidad psiquiátrica preclínica (como la ansiedad, la depresión o la pérdida del autoestima; incluso puede llevar al suicidio)”, dice Fandiño.
Además, el estrés ejerce cambios en el sistema nervioso autónomo. Y este, según explica el experto, provee al individuo de herramientas que buscan la obtención de energía para anticipar una respuesta a situaciones de riesgo.
Aquí se incluye la liberación de ácidos grasos libres y glucosa en la sangre, así como el incremento de la frecuencia cardiaca y de la presión sanguínea. Dicha respuesta puede sostenerse de manera crónica cuando los mecanismos de excitación que la producen no se pueden resolver o se repiten constantemente, como sucede con el estrés de larga duración, inducido por el desempleo, que ocasiona daños en el sistema cardiovascular.
El análisis de la UN pone sobre la mesa la necesidad de que, dentro de las políticas para el empleo en Colombia, se incorporen factores de atención en salud, más si se tiene en cuenta el desalentador panorama laboral en el mundo y, en particular, en Colombia.
Y si, como lo revela el estudio, el desempleo afecta el corazón, entonces, tal como lo propone el investigador, “las políticas no deben estar solo orientadas a la generación de nuevos empleos; pues los esfuerzos en esta materia pueden resultar bien intencionados, pero muchas veces no consiguen su propósito, que es la reducción de las tasas de desocupación. Y sin esto, no se prevendrán sus secuelas”.
Lea el artículo completo en UN Periódico n.º 159: http://www.unperiodico.unal.edu.co/dper/article/desempleados-presentan-mayor-riesgo-de-infarto-agudo.html.
Créditos: http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html