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Inversión en investigación apagaría incendios forestales.

 
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15 de Enero del 2013
Así lo estableció la profesora del Departamento de Biología de la Universidad Nacional de Colombia Dolors Armenteras Pascual.
Según la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), a la fecha, 1.275 hectáreas han sido afectadas por incendios forestales. Estos eventos han arrasado con bosques y vegetación nativa del país, y han traído, además, pérdidas económicas para las regiones.
La susceptibilidad de los suelos y de la vegetación colombiana en esta época del año está relacionada con el clima: “durante la época de verano la humedad disminuye y esto hace que la vegetación esté más seca y sea potencialmente más inflamable. Es un fenómeno relativamente normal en la naturaleza cuando hay cierta estacionalidad como la tenemos en Colombia”, explicó la profesora Armenteras.
Y agregó “ahora bien, que sea potencialmente inflamable a que se queme es otra cosa; esto es causado por los aspectos biofísicos –clima, pendiente, tipo de suelo– combinados con una serie de factores sociales y económicos”.
Históricamente, cada comienzo de año ha traído estos incendios; si de antemano se conoce que en este periodo existe esta susceptibilidad, entonces, ¿qué sucede?
“Por la misma complejidad del fenómeno, para los tomadores de decisiones es un reto muy grande desarrollar una política adecuada de manejo de los incendios”.
Además, “los recursos que le dedican al tema tanto en investigación como en gestión son mínimos. Ya hemos visto el bajo porcentaje de municipios con equipamiento de bomberos de algún tipo, eso que estamos hablando de la zona andina, en zonas más remotas del país la situación es peor”.
Refiriéndose al pronunciamiento de la Procuraduría General de la Nación, que determinó que alrededor de 533 municipios en Colombia no tienen los medios suficientes para atender emergencias y reaccionar adecuadamente ante los incendios, y que existen municipios que no cuentan con un cuerpo de bomberos, para Armenteras “faltan sin duda, políticas, y más que nada acciones sencillas que deben emprenderse a nivel nacional, regional y municipal”.
Y citó el ejemplo de España, “en donde contratan guardabosques que patrullan en épocas de riesgo. Son contrataciones temporales que ayudan con la vigilancia, la reacción y atención ante eventos de este tipo”.
“Hay muchas cosas que se pueden hacer. Es cierto, más sequía, más probabilidad de fuego; pero no debemos olvidar que con contadas excepciones, el fuego se inicia por la mano del hombre”, indicó.
Por supuesto, la falta de recursos para procesos de investigación sobre los incendios forestales nos lleva apenas a cuantificar el área quemada, pero hace falta más, “hay que avanzar, entender las causas en cada una de las regiones, modelar susceptibilidad y riesgo de incendio para prevenirlos”.
“Los fuegos son claves dentro de los programas REDD+ (Programa de Reducción de Emisiones de Carbono causadas por la Deforestación y la Degradación de los Bosques), y en el país ni siquiera lo están considerando”, dijo.
“Es cierto que el IDEAM (Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales) tiene un sistema de riesgo, pero hay mucho más que hacer. No sabemos mucho del impacto sobre la calidad de los suelos, no se sabe acerca de los impactos en la fauna y flora, o muy poco, sobre la capacidad de regeneración de los bosques afectados, sobre los efectos de borde, sobre las emisiones de gases efecto invernadero. En el país lo que hace falta es un gran programa de investigación sobre el tema”, puntualizó la experta.
Créditos: http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html
En lo corrido del año se han registrado 123 incendios forestales en Colombia, que han afectado 1.275 hectáreas.

En lo corrido del año se han registrado 123 incendios forestales en Colombia, que han afectado 1.275 hectáreas.

15 de Enero del 2013

Así lo estableció la profesora del Departamento de Biología de la Universidad Nacional de Colombia Dolors Armenteras Pascual.

Según la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), a la fecha, 1.275 hectáreas han sido afectadas por incendios forestales. Estos eventos han arrasado con bosques y vegetación nativa del país, y han traído, además, pérdidas económicas para las regiones.

La susceptibilidad de los suelos y de la vegetación colombiana en esta época del año está relacionada con el clima: “durante la época de verano la humedad disminuye y esto hace que la vegetación esté más seca y sea potencialmente más inflamable. Es un fenómeno relativamente normal en la naturaleza cuando hay cierta estacionalidad como la tenemos en Colombia”, explicó la profesora Armenteras.

Y agregó “ahora bien, que sea potencialmente inflamable a que se queme es otra cosa; esto es causado por los aspectos biofísicos –clima, pendiente, tipo de suelo– combinados con una serie de factores sociales y económicos”.

Históricamente, cada comienzo de año ha traído estos incendios; si de antemano se conoce que en este periodo existe esta susceptibilidad, entonces, ¿qué sucede?

“Por la misma complejidad del fenómeno, para los tomadores de decisiones es un reto muy grande desarrollar una política adecuada de manejo de los incendios”.

Además, “los recursos que le dedican al tema tanto en investigación como en gestión son mínimos. Ya hemos visto el bajo porcentaje de municipios con equipamiento de bomberos de algún tipo, eso que estamos hablando de la zona andina, en zonas más remotas del país la situación es peor”.

Refiriéndose al pronunciamiento de la Procuraduría General de la Nación, que determinó que alrededor de 533 municipios en Colombia no tienen los medios suficientes para atender emergencias y reaccionar adecuadamente ante los incendios, y que existen municipios que no cuentan con un cuerpo de bomberos, para Armenteras “faltan sin duda, políticas, y más que nada acciones sencillas que deben emprenderse a nivel nacional, regional y municipal”.

Y citó el ejemplo de España, “en donde contratan guardabosques que patrullan en épocas de riesgo. Son contrataciones temporales que ayudan con la vigilancia, la reacción y atención ante eventos de este tipo”.

“Hay muchas cosas que se pueden hacer. Es cierto, más sequía, más probabilidad de fuego; pero no debemos olvidar que con contadas excepciones, el fuego se inicia por la mano del hombre”, indicó.

Por supuesto, la falta de recursos para procesos de investigación sobre los incendios forestales nos lleva apenas a cuantificar el área quemada, pero hace falta más, “hay que avanzar, entender las causas en cada una de las regiones, modelar susceptibilidad y riesgo de incendio para prevenirlos”.

“Los fuegos son claves dentro de los programas REDD+ (Programa de Reducción de Emisiones de Carbono causadas por la Deforestación y la Degradación de los Bosques), y en el país ni siquiera lo están considerando”, dijo.

“Es cierto que el IDEAM (Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales) tiene un sistema de riesgo, pero hay mucho más que hacer. No sabemos mucho del impacto sobre la calidad de los suelos, no se sabe acerca de los impactos en la fauna y flora, o muy poco, sobre la capacidad de regeneración de los bosques afectados, sobre los efectos de borde, sobre las emisiones de gases efecto invernadero. En el país lo que hace falta es un gran programa de investigación sobre el tema”, puntualizó la experta.

Créditos: http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html

Minería del litio: costos sociales para América Latina.

 
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Exploración de litio en la Puna de Atacama (Argentina).
Exploración de litio en la Puna de Atacama (Argentina).

8 de Noviembre del 2012

La extracción del litio, elemento clave para el desarrollo de las sociedades de China, Estados Unidos, Europa y Japón, trae desigualdades socio-ambientales para los países productores del mineral.

Así quedó establecido con la presentación que Bárbara Göbel, directora del Instituto Iberoamericano de Berlín, hizo durante el I Seminario Internacional “Extractivismo y minería en América Latina”, realizado por la UN.

Argentina, Chile y Bolivia conforman el “Triángulo de litio”, una de las regiones que cuenta con más del 80% de las reservas mundiales de este elemento.

“La mayor parte del litio explotable en salmueras (desiertos de sal), se encuentra en el llamado «Triángulo de litio», más específicamente en el Salar de Uyuni en Bolivia, el Salar de Atacama en Chile y los pequeños salares de las tierras altas del noreste argentino”, relató Göbel.

La transición de China, Estados Unidos, Europa y Japón hacia la movilidad eléctrica (vehículos, bicicletas) y hacia un mayor porcentaje de energía renovable (solar y eólica) requiere de un almacenamiento eficiente de energía.

“Por sus características, el litio es un elemento clave para el desarrollo de una bateria eficiente y liviana. Se ha convertido en la metáfora de un progreso ‘limpio’ y sustentable”.

“El litio no está en muchos de estos países, pero lo compran de otras regiones donde su explotación produce, a nivel local, daños ambientales, sociales y económicos”, aseguró la experta.

El litio crea, entonces, modos de vida sustentables con reducción de emisiones de carbono, impulsando “Sociedades carbono cero” que en algunos lugares del mundo, especialmente en Latinoamérica “son pagados con altos costos”.

La población indígena que cohabita los ecosistemas en los que se extrae el litio, se ven perjudicados porque se encuentran en una situación de desigualdad, que se debe a que “dependen en gran medida del aprovechamiento del ambiente, el pastoreo, la explotación de la sal y el turismo”, y no pueden negociar “sus intereses, la participación de las ganancias o una recompensa por los costos ambientales”.

La incertidumbre de los indígenas está relacionada con los efectos negativos sobre la provisión de agua, la cantidad y la calidad de pasturas, la ganadería en general, sobre flora y fauna.

Pese a los daños ambientales y a las desigualdades entre productores y beneficiarios, los tres países han declarado al litio como recurso estratégico, a pesar de que tienen contextos políticos y marcos legales muy diferentes con respecto a la explotación y exploración de litio.

“En Bolivia y en Argentina se ha desarrollado un discurso público alrededor del litio como el “petróleo de los Andes” que generará altos ingresos y permitirá el desarrollo de tecnologías avanzadas”.

Colombia

Por otro lado, Göbel afirmó que nuestro país se encuentra en un momento de producción científica y de discusión social interesante frente a la dependencia de exportación de productos mineros, y la relación impacto/costos.

“Hay un debate que no es fácil de abordar, que no tiene respuestas únicas. En definitiva es el debate sobre qué futuro se tiene y qué modelos de desarrollo quieren seguir”.

El I Seminario Internacional “Extractivismo y minería en América Latina”, se realizó gracias a la Alianza de los grupos de investigación Historia, Ambiente y Política en la Línea de Historia Ambiental, y Cultura y Ambiente, de la Facultad de Ciencias Humanas de la UN.

Asimismo, en el marco de la ejecución del Proyecto de Consolidación de las Perspectivas Ambientales en las Ciencias Sociales y Humanas, en asocio con la Red DesiguALdades de Berlín, el Instituto de Estudios Ambientales (IDEA) de la Universidad Nacional de Colombia y la Asociación Ambiente y Sociedad.

Créditos:http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html

Modelos matemáticos, herramienta para experimentar sobre el calentamiento global.

 
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Con los esquemas matemáticos se simula bien el calentamiento global, no así la precipitación, por lo que expertos sugieren el uso de modelos regionales para cuantificar un área determinada.
Con los esquemas matemáticos se simula bien el calentamiento global, no así la precipitación, por lo que expertos sugieren el uso de modelos regionales para cuantificar un área determinada.

5 de Noviembre del 2012

Aunque los modelos matemáticos hoy se utilizan para predecir el calentamiento global, resultan insuficientes; constituyen la única herramienta para experimentar en torno al incremento de la temperatura atmosférica terrestre, coincidieron especialistas.

Carlos Gay García, Benjamín Martínez López, Arturo Quintanar Isaías y Jorge Zavala Hidalgo, investigadores del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM, resaltaron la importancia de reconocer las limitantes de esos esquemasnuméricos, así como considerar la realización de pronósticos estacionales o anuales, más que por décadas o siglos.

Gay García, coordinador del Programa de Investigación en Cambio Climático (PINCC) de esta casa de estudios, refirió que el estudio en este ámbito es difuso, por lo que planteó el empleo de estrategias de modelación diferentes.

Al respecto, refirió la lógica difusa, que se adapta mejor al mundo real, y podría ofrecer alternativas a las fórmulas tradicionales, como información útil y entendible para los tomadores de decisiones, “que no necesariamente deben saber física para comprender lo básico”.

En tanto, Martínez López opinó que los modelos numéricos son necesarios para evaluar mejor los impactos de los cambios climáticos en el planeta, aunque éstos “para nada son una verdad, simplemente son una aproximación al mundo real y, como tal, con desventajas”.

La ciencia se basa en la experimentación, aunque no existe forma de ensayar con la Tierra; “habría que hacer experimentos en tiempo real y, desafortunadamente, todo lo que hiciéramos tendría efectos indeseables”.

Con los esquemas matemáticos se simula bien el calentamiento global, no así la precipitación, por lo que sugirió el uso de modelos regionales “para cuantificar un área determinada”.

Al exponer la importancia de los procesos oceánicos en el clima, Zavala Hidalgo indicó que son muchos los problemas ligados a la modelación matemática, desde el pronóstico de muy corto plazo, que no se hace en México, hasta el vaticinio adecuado de las condiciones de humedad de algunas regiones como la Cuenca del Papaloapan o de La Malinche, por ejemplo.

En su intervención, Quintanar Isaías hizo referencia a la importancia de aprender a reconocer las limitaciones que se tienen para predecir el clima y pensar un poco más en términos estacionales o anuales, más que por décadas o siglos.

En ese sentido, Carlos Gay consideró que si se habla de pronósticos a 30, 50 ó 100 años, “hacemos simulaciones o creamos escenarios, y no predicciones”.

Al hablar de la importancia del estado del suelo para simular el clima, Quintanar señaló que los cambios en la humedad de aquél dan lugar a variabilidades en la atmósfera, y pueden conducir a modificaciones importantes en el viento y en el régimen termodinámico de la capa límite planetaria. Por ello, concluyó, es necesario incluir en los pronósticos de ensamble regional la incertidumbre en las condiciones del mismo.

Boletín UNAM-DGCS-675
Ciudad Universitaria.