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Los niños, más expuestos a sufrir quemaduras graves por el sol-UNAM

 
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11 de junio de 2017

Los niños son quienes se exponen a los rayos del Sol en mayor medida, dos o tres veces más que los adultos. Al cumplir los 18 años, una persona ya habrá recibido el 50 u 80 por ciento de la radiación solar a la que se someterá toda su vida, indicó Selene Gutiérrez, académica de la Facultad de Medicina de la UNAM. Continue reading Los niños, más expuestos a sufrir quemaduras graves por el sol-UNAM

INCREMENTO DE CÁNCER EN LA PIEL Y PROBLEMAS DE LA VISTA, POR ADELGAZAMIENTO DE LA CAPA DE OZONO

 
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capadeozono15 de septiembre de 2014

La preservación de la capa de ozono se ha convertido en una de las prioridades ambientales a escala mundial, pues un debilitamiento mayor de esta zona de la estratósfera terrestre implicaría mayor exposición a la radiación ultravioleta y, en consecuencia, el riesgo para la salud de la población.

De acuerdo con evidencias científicas, estamos lejos de la recuperación completa de la ozonósfera, lo que podría lograrse en algunas décadas sólo si todos los países se comprometen verdaderamente con las obligaciones que adquirieron a través del Protocolo de Montreal.

Del Sol recibimos radiación de alta energía (rayos infrarrojos y ultravioleta, entre otros); la ultravioleta penetra la atmósfera y una parte se filtra por la interacción del oxígeno (O2) que se descompone y da pie a la formación de átomos de este elemento, con lo que se forma el ozono (O3); a partir de la constitución de este último en la atmósfera florece la vida en el planeta.

Si este estrato donde se concentra el ozono atmosférico se adelgaza por el impacto de diversos productos generados por el hombre, el ADN de los seres vivos podría verse afectado, advirtió Luis Gerardo Ruiz Suárez, investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM.

En ocasión del Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono, que se conmemora este 16 de septiembre, el universitario apuntó que el adelgazamiento de esa capa protectora tiene efectos nocivos para la vida en el planeta, como el incremento de cáncer en la piel, problemas de la vista (cataratas) y debilitamiento del sistema inmunológico.

Además del menoscabo a la agricultura y al crecimiento de las plantas, provoca mayores niveles de esmog y afecta la cadena alimenticia en los océanos por el impacto en el fitoplancton.

Actividad antropogénica

Las actividades antropogénicas podrían afectar de varias formas. Entre ellas se cuenta la producción de clorofluorocarbonos (CFC), gases que se emplean en múltiples aplicaciones, en particular en la industria de la refrigeración y de propelentes de aerosoles, aunque la más dramática sería una guerra nuclear, que reduciría la ozonósfera en un 50 por ciento, sobre todo en el hemisferio norte, apuntó.

Ruiz Suárez reconoció que, a escala global, esa capa se encuentra en recuperación, producto de la regulación del Protocolo de Montreal. Sin embargo, esta tendencia “no es para cantar victoria, porque recién se encontraron otras sustancias, no reguladas, como los precursores de CFC y un hidroclorofluorocarbono, que no se tiene idea de dónde provienen, aunque se sospecha que derivan del uso de insecticidas”.

Asimismo, indicó que existe otro compuesto que podría dañarla: el óxido nitroso, que se forma en el suelo por la actividad de los microorganismos. “Si se utilizan fertilizantes con nitrógeno para incrementar la productividad de los cultivos, una fracción es absorbida por las plantas y la convierte en proteínas, pero los microorganismos también retoman una parte y la convierten en óxido nitroso –gas de efecto invernadero–; es tan poco reactivo que llega a la estratósfera y daña la capa de ozono”.

De ahí la necesidad de cultivar de manera eficiente, dosificar la cantidad de fertilizantes de acuerdo con las necesidades del suelo, poner en práctica una agricultura con mejor conocimiento de las propiedades del suelo en que se siembra, para reducir el uso innecesario de nutrientes químicos.

Una actividad más de liberación de carbono u óxido nitroso es el barbecho, “existen métodos que reducen esta práctica o no la requieren”, reiteró.

La efeméride

Entre las acciones que se han llevado a cabo para aminorar este problema se encuentra el Protocolo de Montreal, “un ejemplo de éxito a seguir, pues mediante este tratado internacional gobiernos e industrias lograron ponerse de acuerdo para hacer frente a una amenaza al ambiente y acabar con la producción de CFC y otros gases agresivos con el ozono”, consideró el universitario.

En diciembre de 1994, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 16 de septiembre Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono, en conmemoración a la firma de ese Protocolo, celebrado en 1984 y puesto en marcha en 1987.

Además, constituye una invitación a los estados, organizaciones, juventud y sociedad civil en general a participar en actividades que promueven la toma de conciencia colectiva sobre ese importante problema ambiental.

Créditos: UNAM-DGCS-537-2014

LOS LUNARES: VANIDAD PARA UNOS, PREOCUPACIÓN PARA OTROS

 
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Los lunares, cuyo nombre real es nevos, son formaciones de diferentes células de la piel, normalmente de los melanocitos que son células que producen el pigmento, le dan el color a la piel y sirven para protegerla de los rayos ultravioleta.

Existen diferentes tipos de nevos: “los que aparecen desde que se nace o que se adquieren a partir de los tres primeros años de vida, conocidos como nevos congénitos, o los melanocíticos a los que se relaciona con algún tipo de cáncer pues se producen por exposiciones prolongadas al sol, explicó la doctora Catalina Martínez y Martínez, dermatóloga del Hospital Universitario de Puebla.

“Normalmente en personas de entre 20 ó 25 años, es común que puedan desarrollarse hasta 30 lunares en todo el cuerpo, en esto varía de acuerdo a la raza, el color de la piel y la influencia del medio ambiente sobre ésta; las personas de piel clara son las más propensas a este tipo de manchas y a veces en la adolescencia es cuando se presentan en mayor número.

Los nevos de unión son los que normalmente conocemos, lunares cafés que parecen manchitas uniformes y que a veces pueden tener un tono claro o hasta más oscuro o negro; éstos son los que salen con más frecuencia por exposición al sol, a veces son elevados y hasta peludos en su superficie”, detalló la dermatóloga.

En los niños, los nevos se clasifican en vasculares o melanocíticos, los últimos son los que se asocian con cáncer de piel en la edad adulta dependiendo de qué tan extensos sean y en qué zona se encuentren, pero los que son de vasos sanguíneos no tienden tanto a desarrollar cáncer, aunque en algunos casos especiales se presentan las llamada fresas, nevos rosados y un poco elevados que en su minoría llegan a afectar huesos o articulaciones.

Martínez y Martínez dijo que “para diferenciar los nevos benignos de los malignos, por lo general hay que considerar el sitio en el que salen, por ejemplo, en zonas de mucha presión como los pies o las manos que tienen mucha actividad y están en constante contacto con el suelo”.

Además, “el número de lunares tiene que ser valorado por un dermatólogo, pues si de repente aparecen muchos en una sola parte del cuerpo, empiezan a crecer rápidamente, digamos el doble en un mes, y toman dos o tres tonos, son signos de que se tiene que hacer una revisión para determinar el porqué de estos cambios”.

Cuando se detecta que un nevo puede ser maligno “lo primero que se hace es valorarlo con un dermatoscopio para determinar si está produciendo daños en la superficie o en el interior de la piel, en ese caso se debe tomar una biopsia, es decir, extraer el lunar para mandarlo a estudiar en el microscopio patológicamente y con ello saber si hay células en él que tienden a malignizarse o no”, enfatizó.

Para prevenir, en lo general, daños en la piel que puedan ser perjudiciales en un futuro, es conveniente utilizar un protector solar y evitar las exposiciones prolongadas al sol, sobre todo de las diez u 11 de la mañana a las tres o cuatro de la tarde, cuando los rayos del sol caen más directamente a la Tierra. “También que visiten a un dermatólogo para estudiar esos nevos y determinar si es necesario llevar un control para detectar oportunamente cambios en la piel”, finalizó la doctora Martínez.

Créditos: Comunicación Institucional BUAP (buap.mx)

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