



Analizan en la UNAM la química de las plantas. Continue reading ¿Qué hace que una planta cure?
• José Luis Jiménez Santiago formó parte del representativo mexicano que participó en esta justa, realizada recientemente en La Paz, Bolivia
• Cursa el primer semestre de la carrera de Química y es originario de Oaxaca
José Luis Jiménez Santiago, alumno de primer semestre de la Facultad de Química (FQ) de la UNAM, obtuvo medalla de plata en la XVIII Olimpiada Iberoamericana de Química, celebrada en La Paz, Bolivia.
En esta edición participaron 57 jóvenes de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Chile, El Salvador, España, México, Panamá, Paraguay, Perú, Portugal, Uruguay y Venezuela.
A lo largo de la historia de esta competencia, los profesores de la FQ han desempeñado un papel fundamental en la preparación del representativo nacional. Jiménez Santiago es originario de Oaxaca y es la primera ocasión que toma parte en este tipo de concursos.
Al referirse a la medalla conseguida, la consideró “un orgullo y una gran satisfacción; es resultado del trabajo realizado desde hace dos años, en el equipo integrado por la maestra Elvia Sánchez Rodríguez”, quien lo reclutó en territorio oaxaqueño y se encargó de guiarlo en este proceso, para su participación en las competencias estatales.
“Ha sido una labor larga, pues ha implicado mucho tiempo de preparación, por lo que es grato ver que da resultados, consideró el universitario, cuyo interés por la química surgió al ingresar al bachillerato en su estado natal.
También pensó en estudiar esta carrera desde hace un año. El acercamiento con la FQ se dio gracias a su trato con los coordinadores de la Olimpiada. Eligió ingresar en esta institución porque, dijo, “es una buena opción y para mi futuro es lo ideal: es una de las mejores de Latinoamérica; fue una decisión fácil de tomar”.
José Luis Jiménez tiene planes de realizar el posgrado fuera del país, en el área de química orgánica, al terminar de cursar la licenciatura, pero no olvida invitar a los jóvenes que están en el bachillerato a interesarse por la ciencia, “es gratificante, tiene un impacto que puede generar conocimiento y ayudar a la sociedad”.
El universitario formó parte del representativo nacional que participó en esta justa, realizada recientemente y que mereció tres medallas de oro para México, las cuales correspondieron a Edith Leal Sánchez, del estado de Jalisco, quien además obtuvo el puntaje más alto de la competencia y se alzó como primer lugar absoluto; Julio César Gaxiola López, de Sinaloa y Arturo Martínez Flores, de Michoacán.
Promoción del conocimiento
Ramiro Domínguez Danache y Antonia Dosal Gómez, integrantes del Comité Organizador de la Olimpiada Nacional, destacaron el papel desarrollado por la delegación mexicana en el certamen iberoamericano.
Domínguez Danache indicó que este concurso es importante porque se promueve el conocimiento y la formación en el área de la química. Respecto del logro de los estudiantes, apuntó que “se sienten satisfechos de participar en estas actividades, además de tener un reconocimiento y una preparación mayor a la del nivel que cursan”.
Por su parte, Dosal Gómez señaló que este tipo de justas motiva a los jóvenes a convivir y conocer gente de otros países. También agradeció a los profesores que intervinieron en la preparación de los alumnos y a las autoridades de la FQ.
24 de Enero del 2013
Un biorreactor diseñado por científicos del Laboratorio de Ingeniería de Tejidos de la UN recrea las condiciones óptimas para el cultivo a gran escala de membranas artificiales.
La tarea científica, desarrollada con juicio y entrega, da sus frutos. De eso dan constancia varios investigadores que lograron patentar una herramienta con la cual se podrá maximizar la producción de membranas sustitutas que ayuden a remplazar la piel dañada por quemaduras u otras heridas.
Luego de varios años, los integrantes del Grupo de Trabajo en Ingeniería de Tejidos (GIT), del Departamento de Farmacia de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá, lograron fabricar una versión local de un biorreactor spinner.
Este es un equipo que ofrece unas condiciones ambientales de aislamiento que permiten cultivar fibroblastos, las células propias de tejidos conectivos del cuerpo (epidermis, dermis y cartílagos, etc.). El aparato puede funcionar sin utilizar una incubadora, como tradicionalmente sucede.
Los investigadores cultivan células y soportes de colágeno (superficie donde crecen los fibroblastos) para crear sustitutos que restauren las funciones que hayan perdido seres humanos o animales. Estos resultan de gran utilidad para reemplazar tejidos dañados cuya cicatrización natural es difícil.
El reto es obtener productos sanos, sin daños en el patrón cromosómico. Para eso, se debe propiciar una eficaz división celular (mitosis) en el laboratorio, tal como sucede en un ser vivo. Este es un punto crucial, pues una inadecuada manipulación del material puede originar fallas que lo inhabilitarían para ser usado en humanos.
“Tratamos de hacer por fuera lo que la naturaleza ha hecho tan bien. Trabajamos con mucosa oral y úlceras, pero siempre habíamos estado limitados por los equipos. Ahora, con los nuevos desarrollos del laboratorio, modificamos las condiciones y podemos producir tejido a gran escala”, asegura Martha Fontanilla, doctora en Ciencias Biomédicas y líder del GIT.
Y es que, en la actualidad, uno de los desafíos más urgentes de la Ingeniería de Tejidos es cultivarlos en grandes volúmenes, para beneficiar a una mayor cantidad de personas. Por esta razón, la Superintendencia de Industria y Comercio reconoció el biorreactor como un modelo de utilidad y le otorgó la patente.
Condiciones propicias
Los procesos bioquímicos y biológicos que se desencadenan gracias a la acción del biorreactor se encuentran controlados y permiten elaborar tejidos artificiales con características superiores a las de los cultivos estáticos (por ejemplo, una incubadora celular). Así, se desarrollan soportes grandes, un ambiente mejor controlado y una mayor área de cultivo.
Asimismo, el equipo permite el crecimiento de células de fibroblastos en mallas de colágeno. Y, a través de agitación continua, efectúa una distribución más adecuada de las sustancias utilizadas y una proliferación celular en condiciones óptimas de esterilidad.
El cultivo de tejido conectivo artificial se hace mediante un sistema de dispersión de gas que facilita la transferencia de CO2 y O2 en el material en crecimiento, al tiempo que optimiza la aireación superficial.
La profesora Fontanilla asegura que los biorreactores normales tienen una capacidad de cincuenta mililitros, pero resalta que en el laboratorio de la UN lograron desarrollarlo de tal manera que su capacidad es de dos litros y funciona fuera de la incubadora de CO2.
“El biorreactor nos permite manipular las condiciones del cultivo y así determinamos cómo se comportan las células, cómo crecen”, asegura Diana Nieto, ingeniera química integrante del equipo de investigadores. Agrega que la importancia de este desarrollo se evidencia en casos como el de los diabéticos, cuyas heridas no cicatrizan fácilmente porque no tienen suficiente oxígeno.
“En estas personas los fibroblastos no son iguales a los de una persona sana. Sin embargo, con nuestro equipo, se simulan las condiciones del diabético (bajo oxígeno) y, a partir de los resultados, determinamos si es esta la causa verdadera de la no cicatrización”, dice Nieto.
Así, el biorreactor determina los soportes y las células propicias para cada caso; como las que están involucradas en la señalización celular y en el cierre de heridas, que son las encargadas de dar las órdenes a otras células para que comiencen el proceso de cicatrización o de regeneración.
Sello UN
Cada uno de los integrantes del GIT ha contribuido a perfeccionar el biorreactor. Gracias a su entrega, los resultados del grupo serán la base de partida para crear una empresa de tipo spin-off (derivada de la investigación científica) que está próxima a ponerse en marcha con el apoyo de Colciencias.
De esta manera, se aprovechará la capacidad instalada del laboratorio, lo que hará más rentable el procedimiento, al producir una mayor cantidad de tejido para beneficiar a más personas.
“Este biorreactor simula las condiciones y estímulos naturales del cuerpo de una manera más exacta que cuando las células son cultivadas en una pequeña caja estática de dos dimensiones. Esto se traduce en una mejor manufactura del producto, que llega a más personas”, concluye el químico Sergio Casadiegos, integrante del grupo.
Créditos: http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html
22 de Enero del 2013
Narrar con rigor científico y lenguaje accesible cómo es la sexualidad en plantas y bacterias, cuáles son las funciones ambientales de los murciélagos y qué soluciones existen para recuperar la vegetación en la Ciudad de México, es un reto que logra con creatividad y valor estético la revista digital Oikos=, que desde 2010 edita en línea el Instituto de Ecología (IE) de la UNAM.
A partir de una experiencia positiva de divulgación desarrollada entre 1990 y 1994 con el boletín Oikos=, un folletín de pocas páginas y excelente diseño, un grupo de investigadores del IE decidieron darle nueva vida a la publicación en la era digital, y hasta ahora han editado seis números, varios de ellos monotemáticos, todos centrados en la ecología y conectados con la sociedad.
“Nos interesa una revista bien escrita, que explique conceptos científicos que pueda entender alguien que ha cursado la preparatoria, además de nuestros alumnos y colegas”, resumió el investigador y editor de la publicación, Luis Eguiarte Fruns.
“En Oikos= es fundamental el rigor científico, pero también el lenguaje de la divulgación. Queremos explicar desde la diferencia entre un ecólogo y un ecologista o activista, hasta las implicaciones del cambio climático en esta materia, algo muy estudiado pero poco difundido, pues casi todos los trabajos conocidos se abordan desde la perspectiva física y atmosférica”, añadió Clementina Equihua Zamora, divulgadora y asistente editorial, responsable del diseño del portal.
Una rana en línea
El proyecto original del boletín Oikos= fue desarrollado en 1990 por el entonces director del IE, Daniel Piñero, y la investigadora Alicia Castillo. En cuatro años, el boletín bimestral destacó por sus textos de alta calidad y sus diseños atractivos, impresos en dos tintas.
En 2010, el actual director del Instituto, César Domínguez, impulsó un esfuerzo de divulgación, y retomó la idea original. “En esta nueva etapa, desde inicios de ese año, hemos editado dos números al año, pero aspiramos a que sea trimestral”, señaló Eguiarte.
De acceso gratuito, la nueva Oikos= conserva la rana del diseño original del boletín de los 90, pero moderniza su tipografía y amplía, hasta seis o siete, los artículos de cada publicación, que se acompañan de fotografías y son escritos por los propios académicos y alumnos del IE, así como por algunos especialistas invitados.
“El formato nos permite tener digitalizados y disponibles los artículos del antiguo boletín, así como tener acceso a cada material de esta nueva etapa en PDF”, explicó Equihua.
La nueva Oikos= está adscrita al Sistema Regional de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal (Latindex), dedicará su próximo número a los efectos del cambio climático sobre la biodiversidad; además, actualmente sus editores evalúan la posibilidad de someterla a procesos de arbitraje, algo inusual en publicaciones de divulgación.
Boletín UNAM-DGCS-045
Ciudad Universitaria.
16 de Enero del 2013
Las secuelas de la exposición al plomo en el organismo humano son diferentes. En niños afecta el crecimiento y desarrollo cognitivo, y en adultos produce dolores articulares y pérdida de la movilidad.
El plomo es un metal inocuo mientras no sea objeto de manipulación en procesos industriales. Sin embargo, debido a su tendencia a formar compuestos complejos muy estables (difíciles de destruir), a su capacidad de acumularse en diversos órganos del cuerpo humano y a que no es biodegradable, es considerado un compuesto xenobiótico (uno con una estructura química poco frecuente en la naturaleza, por lo general de origen artificial).
Aun cuando su uso en la gasolina se ha eliminado en muchos países –incluido Colombia–, el reciclaje informal de baterías sigue siendo una fuente potencial de exposición e intoxicación tanto para los trabajadores como para sus familias en los estratos bajos.
Por lo anterior, su peligrosidad medioambiental y ocupacional sigue siendo un grave problema de salud pública: en Bogotá, la ciudad más contaminada del país, cerca del 35% de quienes trabajan en fábricas de baterías y el 14,6% de quienes lo hacen en fundición, imprentas o cerámica tienen algún grado de saturnismo (envenenamiento con plomo).
Los datos son de estudios hechos con población expuesta de manera crónica al metal. Según el profesor Jairo Téllez Mosquera, coordinador y docente de la Maestría en Toxicología de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá, es muy poco lo que se conoce sobre su incidencia en el país. Sin embargo, desde el año 2003, se trabaja en una serie de investigaciones tendientes a proporcionar un diagnóstico más preciso.
Los resultados hasta el momento son contundentes, por cuanto en el caso de los niños los efectos son irreversibles y reducen sus posibilidades para siempre. El profesor Téllez precisa que, a nivel internacional, se considera que alguien está contaminado por este elemento cuando se le encuentran valores iguales o superiores a cuarenta microgramos por cada cien centímetros cúbicos de sangre.
Según el estudio de la UN, lo grave es que diez microgramos en la sangre de los niños son, por lo general, suficientes para contar como niveles tóxicos y causar daños irreparables en sus niveles de aprendizaje, capacidad de abstracción y habilidades para calcular.
Adultos, vulnerables
La investigación, dirigida por la profesora Alba Isabel Rodríguez, del Departamento de Toxicología de la UN, y llevada a cabo por Alejandra del Pilar Díaz Gómez, logró determinar con claridad los efectos físicos que sufren los adultos expuestos.
Tras estudiar ocho fábricas informales de la localidad de Soacha, la investigadora estableció que se trata de microempresas familiares en las cuales todos los trabajadores rotan por los diferentes oficios durante los procesos de reciclaje y recuperación de metales.
Estas familias compran baterías viejas y otros residuos metálicos de construcción. Luego los funden a temperaturas de entre 400 y 450ºC en estufas abiertas y en condiciones locativas muy precarias y sin ventilación adecuada, pues los lugares de trabajo suelen ser cerrados. Finalmente, vierten el metal fundido en moldes de aluminio para obtener lingotes que después comercializan.
El estudio de Díaz Gómez halló que la protoporfirina zinc (enzima que participa en la producción de la hemoglobina de la sangre) sufre grandes alteraciones a causa del plomo. Asimismo, reveló que es un marcador biológico indispensable para detectar y tratar posteriormente el saturnismo, pues, al alterarse, el paciente sufre de anemia (bajos niveles de hemoglobina).
La científica aclara que en las etapas iniciales de intoxicación no se presentan síntomas, pero sí durante periodos prolongados.
Tanto en adultos como en niños el proceso es el mismo: el plomo ingresa al organismo por vía aérea y el 90% se deposita en los extremos de los huesos largos. Luego empieza a sedimentarse en el hueso, afecta su composición y causa dolores similares a los de la artritis, lo que restringe el movimiento y deteriora notablemente la calidad de vida.
Además, existen otros síntomas claros: cefalea, irritabilidad, dolor abdominal, nauseas y vómito. En casos severos, incluso, puede verse comprometida la función renal y la hepática.
Afección permanente
Díaz Gómez cuenta que en niños se han observado deficiencias neurológicas con niveles de exposición que antes no se consideraban nocivos. La intoxicación durante la infancia puede tener efectos permanentes. En general, ocasiona una deficiencia continua en el desarrollo neurológico: son niños de coeficiente intelectual bajo y deficiencia cognitiva.
Así, presentan un menor rendimiento en clase, un mayor índice de ausentismo, mayores dificultades para leer, carencias de vocabulario, problemas de psicomotricidad fina, un mayor tiempo de reacción y alteraciones de la coordinación mano-ojos.
A esto se suma una disminución de la agudeza auditiva, en especial a las altas frecuencias, que puede contribuir a los problemas de aprendizaje o al mal comportamiento en clase.
El profesor Téllez explica que, por razones no establecidas aún, en los niños el plomo no se queda solo en los huesos, tal como ocurre en los adultos, sino que llega al sistema nervioso central y afecta, principalmente, al cerebro.
Este panorama resulta desolador para los investigadores, pues este elemento está presente en el medioambiente y sus efectos a largo plazo pueden recaer sobre toda la comunidad.
Gracias al trabajo mancomunado de la UN, el Ministerio de Protección Social y la Secretaría de Salud de Bogotá, pronto se tendrán más datos para emprender campañas que alejen a los niños de las zonas contaminadas y del trabajo informal, así como para encontrar maneras de evitar su deterioro cognitivo.
Créditos:http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html