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Implantes con dopamina, opción para prevenir la enfermedad de Parkinson

 
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30 de octubre de 2013

Implantes con dopamina, opción para prevenir la enfermedad de Parkinson
Implantes con dopamina, opción para prevenir la enfermedad de Parkinson

• En experimentos con ratas, Patricia Vergara Aragón, de la FM de la UNAM, ha mostrado que los microimplantes con nanoporos son una opción innovadora de blindaje para mantener estable la dopamina; evita su oxidación y la libera crónicamente
• Con este avance ha logrado revertir las alteraciones motoras hasta 80 por ciento
• Obtuvo el Premio Nacional de Salud 2013 de la COPARMEX

Con modelos animales, Patricia Vergara Aragón, investigadora de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, obtuvo logros importantes para el tratamiento de la enfermedad de Parkinson. El primero fue la síntesis de matrices amorfas de dióxido de titanio, que funcionan como mini reservorios para la dopamina. Los reservorios contienen nanoporos a través de los cuales el neurotransmisor se libera por difusión.

Un segundo avance fue mantener estable (sin oxidar) la dopamina, por lo menos durante dos años, en el cerebro de ratas con hemiparkinsonismo. El tercero, evidenciar la biocompatibilidad de los reservorios con el tejido cerebral y al implantarlos en el núcleo caudado de ese tipo de animales, ha sido posible revertir las alteraciones motoras que presentan.

Las evidencias de recuperación en estos animales se obtuvo a través de análisis inmunohistoquímicos, video registro de pruebas conductuales y tomografías por emisión de positrones realizadas antes y después de recibir el implante.

Por esta investigación, la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX) otorgó a la universitaria el Premio Nacional de Salud 2013, sector de organización no gubernamental.

En días pasados el jurado emitió su dictamen y el premio le fue entregado en el marco del Fórum Internacional en favor de la Salud, por conducto de la Comisión Nacional de Salud y Protección contra Riesgos Sanitarios. “Esta distinción reconoce el esfuerzo de personas, instituciones u organizaciones cuya actividad genere soluciones innovadoras para resolver los principales retos en materia de salud pública a través de investigación científica y tecnológica que ofrece un valor agregado en favor de la salud en México”, detalló Vergara Aragón.

Esta labor, prosiguió, es resultado de una colaboración multidisciplinaria con investigadores del Instituto de Física, Unidad PET ciclotrón de la FM y del Centro de Investigación en Ciencia Aplicada y Tecnología Avanzada, unidad Legaria, del Instituto Politécnico Nacional.

Al grupo académico se suma la Asociación Mexicana Grupo Xicoténcatl en Pro Salud del Parkinson AC, cuya preocupación por la recuperación de los enfermos la ha llevado a vincularse con ese organismo y proponer alternativas de solución. “Se trata de un grupo de apoyo altruista que brinda terapia física, emocional y ocupacional; que fomenta la integración de familiares con sus enfermos”, destacó.

Estabilizar y encapsular la dopamina

Hasta ahora, “el logro más importante que hemos tenido es la estabilización de la dopamina por periodos prolongados de tiempo, algo en lo que México es precursor a nivel mundial”, subrayó.

En Inglaterra la dopamina se ha logrado sintetizar de manera artificial, pero su vida media es de dos minutos. “Nosotros logramos estabilizarla, es decir, evitar su oxidación por más de dos años en las ratas”, puntualizó.

Finalmente, reiteró que el siguiente paso es replicar el experimento en especies animales que vivan más tiempo. “La aplicación de los reservorios es menos invasiva con respecto a los estimuladores que se emplean en pacientes y el costo del implante es mínimo. El tratamiento podría ser replicado en personas con diagnóstico de piernas inquietas y autismo, entre otros. De confirmar nuestros logros, estaríamos listos para buscar un protocolo de investigación que nos permita probar los implantes con dopamina en humanos”.

Créditos: UNAM-DGCS-649

Desconocido, el número de casos de virus del nilo en México.

 
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18 de Octubre del 2012
Aunque el brote de Virus del Oeste del Nilo (VON) en Estados Unidos cursa por una etapa al alza, en el continente está demostrada su presencia desde hace 13 años, y a partir 2003, se han documentado en México los primeros casos en humanos, explicó Raúl Romero Cabello, integrante del Departamento de Microbiología y Parasitología de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.
Sin embargo, puntualizó, no hay razón para alarmarse hasta conocer la verdadera situación. Lo importante es tomar medidas preventivas contra enfermedades transmitidas por mosquitos: mantener cubiertos los depósitos de agua y evitar charcos alrededor de las casas para impedir la multiplicación de los insectos; colocar mosquiteros en puertas y ventanas, y usar repelentes, entre otras.
“Desconocemos cuántos casos podrían existir en México. Si no se tienen recursos para hacer un diagnóstico adecuado, no podremos establecer un parámetro que nos indique su presencia. La enfermedad que ocasiona podría confundirse con dengue, padecimiento de gran prevalencia en el país”.
Debido a la proximidad espacial y temporal de las infecciones de aves y humanos, los epidemiólogos han concluido que la transmisión sigue un ciclo enzoótico. Las aves, en particular las migratorias, actúan como reservorio y contagian a los mosquitos que, a su vez, propagan el microorganismo a los vertebrados.
El VON es un miembro de la familia Flaviviridae (género Flavivirus), a la que también pertenecen otros virus transferidos por mosquitos, como el dengue y la fiebre amarilla, o algunas hepatitis, detalló el académico.
El del Nilo mide entre 40 y 50 nanómetros, por lo general provoca síntomas leves como fiebre, dolor de cabeza, náuseas, vómito y erupciones cutáneas, pero uno de cada 100 casos se torna grave y potencialmente mortal; entonces, puede afectar el sistema nervioso central (SNC) y generar meningitis o encefalitis virales.
“Las manifestaciones serán propias de la magnitud del daño en el SNC, puede haber desde cefalea intensa y vómito, hasta trastornos de la conducta, o pérdida de la fuerza en alguna región del cuerpo, problemas respiratorios, coma, parálisis y hasta la muerte”.
Los primeros casos se diagnosticaron en 1937, en el distrito West Nile, Uganda; de ahí se diseminó en forma importante por África, Medio Oriente y Asia. A fines del siglo pasado, en 1999, se identificaron y documentaron en EU. En México, uno de los estados donde mejor se ha estudiado y detectado es Yucatán.
Se estima que existen unas 60 especies diferentes de mosquitos que transmiten el VON, entre ellas las más representativas son Culex, Aedes y Anopheles que, además, podrían transmitir otros microorganismos. Por ejemplo, Aedes es responsable del virus del dengue, y Anopheles del protozoario plasmodium, que ocasiona el paludismo.
Sin embargo, acotó, el problema radica en la dificultad de identificación, pues de acuerdo con la severidad del caso, la sintomatología podría ser semejante a la que se manifiesta en el dengue.
Si se pretende hacer el diagnóstico de un caso en el que se sospecha la presencia del virus del Nilo, se deben cazar los mosquitos en el área donde se registra el padecimiento, y analizar los fluidos, en los que puede demostrarse la presencia de aquél. Otra forma, es a partir del suero de la sangre de los infectados.
“Al suero se le pueden hacer estudios inmunológicos o serológicos para determinar la presencia de antígenos del virus. Hoy los exámenes moleculares de ácido nucleico son mucho más contundentes; por ejemplo, la reacción de la polimerasa en cadena o en tiempo real, y las secuenciaciones de ácido nucleico por pruebas en tiempo real”.
Otra opción sería aislar el microorganismo, sea de los fluidos de los mosquitos o del tejido de los huéspedes mamíferos –humano, aves o caballos–, y colocarlo en cultivos para inducir su crecimiento y estar en posibilidad de identificarlo, concluyó.
Boletín UNAM-DGCS-640
Ciudad Universitaria.
Su brote en Estados Unidos vive una etapa al alza: en América su presencia está demostrada desde hace 13 años, y a partir de 2003, en México.

Su brote en Estados Unidos vive una etapa al alza: en América su presencia está demostrada desde hace 13 años, y a partir de 2003, en México.

18 de Octubre del 2012

Aunque el brote de Virus del Oeste del Nilo (VON) en Estados Unidos cursa por una etapa al alza, en el continente está demostrada su presencia desde hace 13 años, y a partir 2003, se han documentado en México los primeros casos en humanos, explicó Raúl Romero Cabello, integrante del Departamento de Microbiología y Parasitología de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.

Sin embargo, puntualizó, no hay razón para alarmarse hasta conocer la verdadera situación. Lo importante es tomar medidas preventivas contra enfermedades transmitidas por mosquitos: mantener cubiertos los depósitos de agua y evitar charcos alrededor de las casas para impedir la multiplicación de los insectos; colocar mosquiteros en puertas y ventanas, y usar repelentes, entre otras.

“Desconocemos cuántos casos podrían existir en México. Si no se tienen recursos para hacer un diagnóstico adecuado, no podremos establecer un parámetro que nos indique su presencia. La enfermedad que ocasiona podría confundirse con dengue, padecimiento de gran prevalencia en el país”.

Debido a la proximidad espacial y temporal de las infecciones de aves y humanos, los epidemiólogos han concluido que la transmisión sigue un ciclo enzoótico. Las aves, en particular las migratorias, actúan como reservorio y contagian a los mosquitos que, a su vez, propagan el microorganismo a los vertebrados.

El VON es un miembro de la familia Flaviviridae (género Flavivirus), a la que también pertenecen otros virus transferidos por mosquitos, como el dengue y la fiebre amarilla, o algunas hepatitis, detalló el académico.

El del Nilo mide entre 40 y 50 nanómetros, por lo general provoca síntomas leves como fiebre, dolor de cabeza, náuseas, vómito y erupciones cutáneas, pero uno de cada 100 casos se torna grave y potencialmente mortal; entonces, puede afectar el sistema nervioso central (SNC) y generar meningitis o encefalitis virales.

“Las manifestaciones serán propias de la magnitud del daño en el SNC, puede haber desde cefalea intensa y vómito, hasta trastornos de la conducta, o pérdida de la fuerza en alguna región del cuerpo, problemas respiratorios, coma, parálisis y hasta la muerte”.

Los primeros casos se diagnosticaron en 1937, en el distrito West Nile, Uganda; de ahí se diseminó en forma importante por África, Medio Oriente y Asia. A fines del siglo pasado, en 1999, se identificaron y documentaron en EU. En México, uno de los estados donde mejor se ha estudiado y detectado es Yucatán.

Se estima que existen unas 60 especies diferentes de mosquitos que transmiten el VON, entre ellas las más representativas son Culex, Aedes y Anopheles que, además, podrían transmitir otros microorganismos. Por ejemplo, Aedes es responsable del virus del dengue, y Anopheles del protozoario plasmodium, que ocasiona el paludismo.

Sin embargo, acotó, el problema radica en la dificultad de identificación, pues de acuerdo con la severidad del caso, la sintomatología podría ser semejante a la que se manifiesta en el dengue.

Si se pretende hacer el diagnóstico de un caso en el que se sospecha la presencia del virus del Nilo, se deben cazar los mosquitos en el área donde se registra el padecimiento, y analizar los fluidos, en los que puede demostrarse la presencia de aquél. Otra forma, es a partir del suero de la sangre de los infectados.

“Al suero se le pueden hacer estudios inmunológicos o serológicos para determinar la presencia de antígenos del virus. Hoy los exámenes moleculares de ácido nucleico son mucho más contundentes; por ejemplo, la reacción de la polimerasa en cadena o en tiempo real, y las secuenciaciones de ácido nucleico por pruebas en tiempo real”.

Otra opción sería aislar el microorganismo, sea de los fluidos de los mosquitos o del tejido de los huéspedes mamíferos –humano, aves o caballos–, y colocarlo en cultivos para inducir su crecimiento y estar en posibilidad de identificarlo, concluyó.

Boletín UNAM-DGCS-640

Ciudad Universitaria.