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Exceso de fertilizantes en el país afecta el bolsillo, el ambiente y la salud

 
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excesofertilizanteBogotá D. C., ene. 22 de 2014 – Agencia de Noticias UN- En promedio, con respecto a Latinoamérica, en Colombia se aplican 392,5 kg más de fertilizantes de síntesis química por cada hectárea cultivada. La U.N. presenta alternativas para que la economía campesina no dependa de los agroquímicos.

Pese a la promulgación del Decreto 1988 de 2013 (medida de emergencia que dio salida al paro agrario) no deja de ser alarmante el costo de los agroinsumos, el hecho de que todavía sean controlados por monopolios sin una efectiva regulación por parte del Gobierno y el que no se tomen medidas frente a este uso excesivo.

Esto incide negativamente en los costos de producción de los campesinos, quienes gastan entre un 30% y un 40% de su presupuesto en plaguicidas y fertilizantes de síntesis química industrial (úrea, fosfato diamónico y cloruro de potasio, entre otros) para suplir los requerimientos de nitrógeno (N), fósforo (P) y potasio (K) de sus cultivos.

Esta dependencia de los agricultores nacionales hacia los agroquímicos afecta el bolsillo, el ambiente y la salud, y deja serias dudas sobre qué tanto se conocen las características y requerimientos nutricionales de los suelos colombianos.

Investigación, dependencia y ambiente

Según Carlos Fonseca Zárate, exdirector de Colciencias, este panorama debe llevar a retomar la investigación en el campo basada en la ciencia y la transferencia tecnológica, incluidas algunas eco y biotecnologías beneficiosas para los productores agrarios. Dice que las posibilidades se abren ahora que “el 25% de los recursos solicitados por los departamentos en los proyectos de regalías son para el sector agropecuario”.

Existen opciones como la agricultura biológica y la agroecología para que la economía campesina no dependa de insumos nocivos ni de las fluctuaciones del mercado o la cotización del petróleo (para producir úrea, por ejemplo, se requiere una enorme cantidad de la energía que se obtiene a partir de este combustible fósil).

Además de la ventaja en los costos, no utilizar dichos fertilizantes contribuiría a mejorar las propiedades del suelo y a garantizar productos competitivos en el creciente mercado mundial de los orgánicos. Por ejemplo, favorecer una alimentación sana e incluso contribuir a la mitigación del cambio climático y a la regulación de algunas plagas que pueden ser estimuladas por la excesiva presencia de nutrientes como el nitrógeno.

Otro aspecto importante es el cuidado del ambiente. La profesora Marina Sánchez de Prager, del Grupo de Investigación en Agroecología (GIA) de la Universidad Nacional de Colombia en Palmira, advierte que hay un abuso en el uso del nitrógeno y el fósforo. De hecho, las mismas empresas de agroquímicos reconocen que de cada kilogramo de fertilizante aplicado, la planta solo toma alrededor del 40%; el restante 60% se pierde por diferentes vías que contaminan el agua y el aire.

Según la experta, a esto se suma la sedimentación del mar y las afectaciones a la salud. De otro lado, el exceso de nitrógeno en forma amoniacal (uno de los gases de efecto invernadero), hace que se produzca CO2 e incluso llega a quemar las plantas.

Tomás León Sicard, docente del Instituto de Estudios Ambientales (IDEA) de la U.N., asegura que el uso excesivo de agroquímicos se debe a su relativo éxito en la producción agrícola. No obstante, la incorporación de sustancias ricas en nitrógeno, fósforo y potasio genera desbalances en la disponibilidad de otros nutrientes y ello, a su vez, puede causar desequilibrios (como exagerada producción de azúcares en las plantas). Lo anterior se traduce en problemas fitosanitarios que para ser controlados requieren otro elemento del mismo modelo: los plaguicidas.

Otras prácticas en el agro

Pensando en todo esto, desde hace cerca de 20 años la U.N. busca nuevas alternativas y experimenta con insumos como la materia orgánica que producen las fincas (compostaje) o la biomasa que se recicla (hojas, malezas, restos de la floración y la fructificación que se convierten en masa muerta y, luego, en nutrientes).

Mediante estas vías se contribuye a suplir las necesidades o desequilibrios resultantes del uso de agroquímicos. Además de estas estrategias, se realizan prácticas y se comparten con los agricultores técnicas para preparar y usar el compost adecuadamente.

Otra posibilidad efectiva es la tecnología agroecológica de los abonos verdes (AV). La profesora Sánchez explica que esta práctica consiste en utilizar especies vegetales, especialmente leguminosas, que capturan N2 del aire, lo llevan a formas orgánicas y lo depositan en las plantas y en el suelo, con lo cual este se suple de amonio (NH4) y nitrato (NO3).

Así se proporcionan contenidos similares a los de fertilizantes de síntesis. Precisamente, en la actualidad hay tres trabajos del Doctorado en Agroecología (desarrollado en la UN en Palmira y en la Universidad de Antioquia) que investigan al respecto.

Algo importante es no olvidar que el suelo está vivo y que existen enormes cantidades de microorganismos que lo habitan (hongos, bacterias, actinomicetos), que aportan soluciones a las necesidades de las plantas. Según Sánchez y otros investigadores, al utilizar leguminosas en los AV se pueden llevar a cabo procesos de simbiosis, es decir, relaciones beneficiosas entre las raíces y los microorganismos.

Algo en lo que coinciden Fonseca y los profesores Sánchez y León es en la importancia de sembrar biodiversidad en vez de monocultivos, para darle un uso eficiente al suelo. Una alternativa es sembrar maíz y fríjol (o soya y maíz), pues el sistema radical del fríjol ayuda a fijar el nitrógeno e incorporarlo al agroecosistema. Así, poco a poco, se deben suspender los fertilizantes que se consiguen en el mercado y mientras dura este proceso, se preparan los abonos orgánicos para disminuir el uso de químicos, de tal modo que no se afecte la producción.

Para certificar el suelo como apto para cultivos orgánicos, se debe esperar una transición de tres años. El ahorro en los costos de los abonos químicos, así como el creciente mercado mundial, que pide alimentos limpios y sanos, puede estimular a los agricultores a involucrarse en esta beneficiosa empresa.

Lograr esto, según el profesor León, es una cuestión de “autonomía” de los productores, pues son ellos quienes disminuyen o eliminan la compra de insumos. De todas maneras, son decisiones que van en contravía de los intereses establecidos y de la acumulación de poder de las grandes empresas transnacionales, productoras y dueñas del monopolio de insumos.

Más ideas ecológicas

El profesor León señala otra iniciativa del IDEA, a través de la cual se implementa lo que han llamado la “estructura agroecológica principal de la finca”. Esta estrategia es, en el fondo, una manera de conservar y aumentar la agrobiodiversidad a través de conectores (cercas vivas) externos e internos.

Por otra parte, en el grupo en Microbiología del Suelo de la U.N. en Medellín, la investigadora Laura Osorno Bedoya aprovecha dos microorganismos que viven en el suelo (Morteriella sp y Aspergillus niger) que son capaces de producir ácidos con propiedades para solubilizar la roca fosfórica con la cual se obtiene un biofertilizante fosfórico.

En otro ámbito investigativo, el grupo interdisciplinario de Biotecnología de Micorrizas Arbusculares de la U.N., dirigido por la profesora Alia Rodríguez Villate, demostró que los hongos formadores de micorrizas arbusculares mejoran el rendimiento de los cultivos, en particular el de yuca. Estos reducen en un 50% la aplicación de fertilizantes fosfatados y ayudan a la planta a absorber nutrientes de forma más eficiente.

Asimismo, el Instituto de Biotecnología (IBUN) de la U.N., en asocio con la empresa Biocultivos S.A., desarrolló tres biofertilizantes (que ya se encuentran en el mercado), cuyos ingredientes activos son microorganismos que mejoran la nutrición de los cultivos de arroz.

Es importante mencionar que los sistemas agrosilvopastoriles de ganado, desarrollados especialmente por el profesor Enrique Murgueitio y la ONG CIPAV, además de aumentar la cantidad de reses por hectárea (de 1 a 4 o 5), ayudan a enriquecer los suelos degradados.

Fonseca destaca que esto se da gracias a la siembra de arbustos de Leucaena sp, que fijan nitrógeno de la atmósfera (el 79,9% del aire que respiramos es nitrógeno) y forman simbiosis con micorrizas. Otra ventaja es que estos sistemas no permiten la presencia de moscas y aumentan las poblaciones de cucarrones que oxigenan el suelo.

Como se observa, los investigadores tienen la enorme responsabilidad de seguir estudiando la biodiversidad, los suelos y las riquezas del país, ahora que existe la posibilidad de contar con recursos de regalías.

Sin embargo, el Gobierno también tiene que aportar su cuota si realmente le interesa (tal y como se había planteado en las iniciativas del Buen Gobierno) propender por la “seguridad alimentaria y nutricional con base en la vocación agropecuaria del país”, tener “campesinos trabajando y viviendo dignamente en el campo” y “gente próspera, sonriente y segura, que ofrezca productos competitivos en el escenario mundial”.

Créditos: UNAL-971-2014

La sequía exige planificar el uso del recurso hídrico.

 
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El profesor Ramos resalta que el reto de la agricultura es garantizar el agua para los cultivos.
El profesor Ramos resalta que el reto de la agricultura es garantizar el agua para los cultivos.

26 de Septiembre del 2012
Eso asegura el agrónomo Héctor Fabio Ramos, de la UN en Palmira, sobre el fenómeno, que está haciendo proliferar plagas y enfermedades en los cultivos del país.

El extenso periodo de sequía de las últimas semanas, no solo ha puesto en jaque el abastecimiento de agua para consumo humano en algunos departamentos colombianos, sino a los agricultores del país, que ya empiezan a sentir los efectos en los cultivos.

Una situación que, según el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), va a continuar de manera intensa. Pues, aunque se prevé que en los próximos días llegarán las lluvias al país, para aliviar un poco la crisis, los meses de diciembre, enero y febrero serán particularmente secos en todo el territorio nacional.

El agrónomo Héctor Fabio Ramos Rodríguez, docente de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la UN en Palmira, asegura que, durante el fenómeno de El Niño, la sequía tiene graves implicaciones, tanto para la fisiología de las plantas como para la sanidad de los cultivos, pues el calor y la falta del líquido aumenta las plagas y las enfermedades.

“Hay muchas plantas que no resisten la falta de agua. Y, cuando esa sequía se manifiesta de manera intensa y prolongada, comienzan a aparecer los denominados “chupadores” (zancudos, chinches, moscas blancas), insectos que extraen lo poco que tiene la planta para sobrevivir. Así, se ve afectada fisiológicamente por enfermedades que repercuten negativamente en la producción”, dice Ramos.

Por eso, la proliferación de vectores y enfermedades es inminente en los cultivos. Tal es el caso de algunos cultivos del Valle y del norte del Cauca, en donde, según el agrónomo, se ha observado un notorio daño de los cultivos de cacao, plátano y  guayaba.

“Constatamos que, como efecto de los intensos periodos de sequía, han aparecido todos estos insectos, que están dañado los cogollos de las plantas de las más de 70 hectáreas en Padilla. Muchas malezas están alternándose con los chupadores, que ocasionan daños muy graves, pues las plagas invaden las plantas jóvenes y reparten virus por todas las plantaciones”, afirma el investigador.

Un recurso preciado

Sin embargo, el profesor Héctor Ramos insiste en que el reto de la agricultura frente a las difíciles situaciones climáticas actuales está en garantizar el agua, planificando el uso del preciado líquido.

“El agricultor que no planifique su recurso hídrico, prácticamente va a desaparecer. Los agricultores deben establecer pozos para sus cultivos. Algunos creen que es muy costoso tenerlos. Pero en el suelo existen acuíferos desde los tres metros de profundidad que se deben aprovechar y cuya construcción puede costar entre 600 y 800 mil pesos”, dice Ramos.

Por esta razón, los agricultores deben cavar pozos y tener tuberías de hasta 12 metros de profundidad para extraer el vital líquido y regar sus cultivos mediante la técnica de goteo, que riega únicamente lo que necesita la planta. Así, es eficiente y lo protege.

El investigador concluye que también es decisivo el trabajo que las corporaciones autónomas regionales hagan para administrar bien el recurso natural, así como el del Estado en dar garantías a los agricultores y el de la universidad en impartir conocimiento.

“El Estado, así como dirigió estrategias para reducir los efectos de las inundaciones sobre la agricultura, debe encaminarse a mitigar los efectos de la sequía en el Valle del Cauca. Asimismo, debe regular también los acuíferos y los pozos naturales. Además, la universidad debe ejecutar proyectos de extensión solidaria en los que asesore a los agricultores del país”, concluye Ramos.

Créditos:http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html

Cientificos de la UV estudian insecto que daña maderas finas

 
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11 de Agosto de 2011


Buscan encontrar cómo atacarlo sin matar a otras especies

Si no se investiga y procuran los recursos naturales, la siembra-cultivos y el ecosistema se verán afectados, reflejándose en la economía y modo de vida de las familias

María Leticia Cruz

Con el fin de apuntalar la productividad rentable de los productos naturales, el Instituto de Biotecnología y Ecología Aplicada (Inbioteca) de la Universidad Veracruzana (UV) investiga en el estado de Veracruz la forma de exterminar plagas que atacan maderas preciosas, sin dañar a otras especies de fauna y flora, según dio a conocer el director del instituto, Juan Carlos Noa Carranza.

El universitario dijo que se pretende conservar recursos únicos para el planeta, como las plantas que de manera natural fungen como bactericidas e insecticidas.

Afirmó que es fundamental fomentar la productividad rentable en la sociedad; es decir, dar a conocer a la gente la importancia de conservar los productos naturales y los beneficios que pueden obtener de ellos, explicó Juan Carlos Noa.

Si no se investiga y no se procuran los recursos naturales, la siembra-cultivos, la producción, el ecosistema, etc., se verán afectados y, por consecuencia, la economía y el modo de vida de las familias. Además, la carencia de recursos naturales es un gran problema en sí mismo.

Por ejemplo, el cedro y la caoba son maderas finas utilizadas para la producción de muebles –sustento de la economía de diversas familias veracruzanas– y son atacadas por un insecto, una plaga que es básicamente una mariposa nocturna cuyo gusano impide el crecimiento de los árboles y carcome la madera.

Lo que se hace en el Inbioteca es criar en cautiverio el insecto-plaga que daña las maderas finas; es decir, se investiga la forma de atacarlo sin que ello implique matar a otras mariposas –las diurnas– o causar afectaciones en otros insectos, plantas y animales.

Insecticidas naturales
Juan Carlos Noa explicó que también existen plantas como las magnolias, que tienen una propiedad natural: fungir como anti-fúngicas, bactericidas e insecticidas.

“Muchas de estas plantas, como las magnolias en sus varios tipos, son cortadas por la gente sin saber que al cortarlas quitan a la naturaleza un bactericida e insecticida natural, por lo que insectos y bacterias proliferarán atacando cultivos, árboles, frutos y demás.”

El director del Inbioteca enfatizó que por ello es importante la difusión de la importancia que tiene la conservación de los productos naturales y la función que en el ecosistema cumple cada uno de ellos, pues esto afecta directamente la producción y por lo tanto el sustento de muchas familias veracruzanas.

Créditos: uv.mx/noticias/agosto11

ESTUDIAN UNIVERSITARIOS IMPORTANCIA DE LA DIVERSIDAD GENÉTICA EN AGAVES

 
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 El agave o maguey es una de las plantas con mayor número de especies en México: unas 170 han sido descritas y varias más aún no han sido estudiadas.
El agave o maguey es una de las plantas con mayor número de especies en México: unas 170 han sido descritas y varias más aún no han sido estudiadas.

7 de mayo de 2011

• Para que una planta aumente su rendimiento y resistencia a plagas o crezca en diferentes condiciones climáticas, debe tener variedad, dijo Luis Eguiarte, del Instituto de Ecología de la UNAM

El agave o maguey es una de las plantas con mayor número de especies en México: unas 170 han sido descritas y varias más aún no han sido estudiadas. Éstas son consideradas clave por los numerosos recursos que producen (sobre todo durante la floración), de los que dependen muchos animales que, a su vez, pueden ser importantes polinizadores de otros vegetales.

A pesar de ser muy exitoso en su desarrollo evolutivo, en la producción industrial del tequila y mezcal se utilizan clones de una sola especie (Agave tequilaza, en el caso del primero, y Agave angustifolia, del segundo) para acortar su periodo de floración, que es de ocho a casi 20 años. Sin embargo, con ello hay riesgo de que patógenos adaptados a ese único genotipo destruyan los magueyales monoclonales.

Materia prima de la evolución

Para que una planta aumente su rendimiento y resistencia a plagas, o crezca en diferentes condiciones climáticas, debe tener variedad genética. Sin ésta, no se puede adaptar a otras condiciones ambientales ni abrir paso a nuevas especies.
Por ello, esa diversidad es considerada la materia prima del desarrollo, dijo Luis Eguiarte, investigador del Laboratorio de Evolución Experimental y Molecular, del Instituto de Ecología (IE) de la UNAM, quien se ha dedicado por casi 20 años a estudiar las especies del género Agave.

El universitario ha encontrado que las especies silvestres tienen gran variedad genética, debido a que son perennes y a que casi siempre presentan polinización cruzada, lo que evita la auto cruza y reduce las que ocurren entre parientes, es decir, la endogamia (sus polinizadores son especialmente murciélagos del género Leptonycteris).

En el caso de los magueyes de las especies aprovechadas en la producción del tequila y el mezcal, en esencia son clones de una misma planta. “Echan chuponcitos en la base, la parte que utilizan para reproducirse una y otra vez”, explicó.

Como consecuencia de la inexistente diversidad, y por las pobres prácticas fitosanitarias en las plantaciones, a finales de la década de los 90 aparecieron numerosas enfermedades causadas por bacterias (Erwinia), hongos (Fusarium) e insectos, principalmente escarabajos y mariposas.

“Se destruyeron los especímenes contaminados y se emplearon insecticidas y herbicidas potentes, lo que arrojó otra preocupación, porque quisiéramos un tequila y un mezcal orgánicos o, al menos, con la menor cantidad de esos productos en su elaboración”, señaló.

El otro problema es que en las plantaciones de agave se sembraba hace mucho tiempo maíz y A. tequilaza, pero ahora se tiende a cultivar sólo ésta última, y se hace en montañas y cerros, lo que propicia una grave erosión del suelo.

Coevolución planta-animal

Los agaves no existirían sin los murciélagos, ni éstos sin aquéllos. A esa relación se le conoce como coevolución.

“Creemos que hace millones de años, el ancestro de las distintas especies del género Agave (estudios realizados por integrantes del Laboratorio indican que éste surgió hace 11.8 millones de años) producía poco néctar y que los primeros murciélagos que se alimentaron de él eran frugívoros que por casualidad visitaban algunas plantas (el Leptonycteris yerbabuenae, originario del territorio mexicano, surgió hace 12 millones de años)”, indicó Eguiarte.

Poco a poco, cambiaron y se especializaron; ahora, esas plantas producen ese jugo azucarado y polen en cantidades considerables. Sus flores, alargadas y con estambres grandes, comienzan a generarlo al anochecer, para que los quirópteros lleguen por él y las polinicen.

Ambos evolucionaron. Las flores son más atractivas y eficientes durante la polinización, y esos mamíferos han desarrollado un hocico más largo y una lengua que se estira. Si desaparecieran los agaves, seguramente esos murciélagos comenzarían a tener problemas para sobrevivir, y si éstos se extinguieran, aquéllos enfrentarían serias dificultades, concluyó.

Créditos: UNAM-DGCS-269-2011/unam.mx