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Técnicas de manejo agropecuario que no dañan el suelo

 
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Los sistemas silvopastoriles permiten una autorregulación y, por lo tanto, no requieren el uso de agentes químicos externos.
Los sistemas silvopastoriles permiten una autorregulación y, por lo tanto, no requieren el uso de agentes químicos externos.

08 de Agosto de 2012

Sistemas silvopastoriles no solo mejoran la producción de las practicas agropecuarias, sino que contribuyen a mantener y a aumentar la estabilidad del suelo en el tiempo.

Una buena calidad del suelo es indispensable para que las prácticas agropecuarias sean productivas. Esta calidad puede ser alta o baja dependiendo del tipo de usos que se le den y del tipo de técnicas que se utilicen. Es decir, se podría observar un deterioro progresivo de esa calidad a través del tiempo, una estabilización o un mejoramiento progresivo.

Esto último puede ocurrir en el momento en que hay una conversión de pasturas convencionales en sistemas silvopastoriles. Ese mejoramiento de la calidad del suelo depende, en gran medida, de la diversidad de organismos presentes. Cuando hay un cambio en el manejo agropecuario, como ocurre en el caso de sistemas agroforestales, se ha evidenciado una alta resiliencia, es decir, la capacidad de recuperarse rápidamente de embates físicos, debido a su alta biodiversidad.

Según Victoria Eugenia Vallejo Quintero, docente de la Universidad Central y directora de la línea de investigación en Tecnologías Ambientales: “Cuando se da la conversión, los sistemas agroforestales tratan de imitar las condiciones que ocurren en bosques o en sistemas naturales. Entonces, presentan un componente arbóreo predominante que favorece tanto el crecimiento como la actividad biológica y la biodiversidad”.

Estos, además, proveen una serie de servicios ecosistémicos que se ven reflejados en una mayor fertilidad del suelo y, en el caso de los microorganismos, un mejoramiento en el ciclaje de nutrientes. Además, da lugar a un progreso en la estructura edáfica y el control biológico.

En conclusión, los sistemas silvopastoriles permiten una autorregulación y, por lo tanto, no requieren el uso de agentes químicos externos, lo que, de antemano, se traduce en una ganancia económica.

Se caracterizan por tener una alta densidad de arbustos forrajeros (más de 10.000 por hectárea), asociados a pasturas de alta producción de biomasa, y árboles nativos o introducidos en un sistema de pastoreo rotacional.

A propósito de lo anterior, la docente explica: “el componente arbóreo mejora las propiedades edáficas, constituye hábitats para organismos y fomenta la formación de islas de fertilidad debajo del dosel (copas del árbol). Además, la incorporación de árboles produce un ciclaje más eficiente de nutrientes, un microclima favorable, un control de la erosión (debido a la hojarasca que cubre la superficie del suelo) e impide el impacto directo de las gotas de lluvia”.

En definitiva, la académica recomienda pasar de un sistema de pasturas tradicionales a uno silvopastoril que sea lo más parecido posible a uno natural. Esto aumenta la producción y es amigable con el medioambiente, pues el suelo no se degrada y, por lo tanto, no hay que recurrir a prácticas expansivas que terminen por destruir bosques sin necesidad.

Esta reflexión académica se llevó a cabo en el II Congreso Colombiano de Silvopastoreo, organizado por la Facultad de Ciencias Agrarias de la UN en Medellín.

Créditos: agenciadenoticias.unal.edu.co

Detección temprana, clave para detener los daños de la acidosis tubular renal

 
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1 de septiembre del 2011

Laura Escobar Pérez, profesora e investigadora de la Facultad de Medicina de la UNAM.
Laura Escobar Pérez, profesora e investigadora de la Facultad de Medicina de la UNAM.

• En bebés y niños, esta disfunción en los riñones impide eliminar la carga ácida, inhibe la secreción de la hormona del crecimiento y se pierde calcio, lo que afecta la talla, peso y calidad ósea
• En la Facultad de Medicina, Laura Escobar Pérez descubrió un canal secretor de potasio Kv1.3 y un canal de amonio HCN2, involucrados en el proceso bioquímico de la enfermedad
• Sus hallazgos se publicaron en las revistas American Journal of Physiology-Renal Physiology y Kidney International

Filtros naturales del organismo, los riñones, eliminan las toxinas que se producen en el metabolismo diario y mantienen la regulación de agua, pH, potasio, sodio, calcio, cloruro y bicarbonato, entre otros osmolitos, en la sangre, en un fino equilibrio llamado homeostasis.

La acidosis tubular renal (ATR) es una enfermedad que afecta ese equilibrio bioquímico ácido-alcalino en el proceso de filtración de la sangre y, para mantener el pH de ésta en sus valores fisiológicos (7.4), se consume parte del bicarbonato de la sangre, huesos y dientes.

Hay cuatro clases, pero la más común en los niños es la distal o tipo 1. En ésta, los riñones no desechan completamente los ácidos y por ello se consume el álcali más abundante en nuestro organismo y principal amortiguador del pH de la sangre: el bicarbonato, explicó Laura Escobar Pérez, investigadora de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.

La falla principal, detalló la química y doctora en Investigación Biomédica, ocurre en los túbulos de esos órganos, que devuelven ácido a la sangre en lugar de eliminarlo en la orina.

Esa condición inhibe la secreción de la hormona del crecimiento, lo que afecta la talla y peso de los bebés y niños que la padecen. La orina se torna menos ácida, hay una excreción reducida de citratos (hipocitraturia) y aumenta la pérdida de calcio (hipercalciuria), lo que favorece que se precipiten sales de calcio en el riñón (nefrocalcinosis), y/o en las vías urinarias (cálculos renales).

Diagnóstico tardío

“La acidosis tubular renal aparece en promedio en el primer año de vida. En general, la mamá del paciente y el pediatra comienzan a notar que el infante no se desarrolla, pierde peso y talla, lo que es grave en esa etapa”, comentó Escobar.

Los bebés pueden presentar vómito, diarrea, estreñimiento, alergias, deshidratación, falta de apetito, debilidad muscular por la pérdida de potasio en la sangre (hipocalemia), entre otros síntomas. “Estas variables pocos pediatras las agrupan en un diagnóstico adecuado, porque no están familiarizados con el padecimiento. Frecuentemente se hace en forma tardía y los pequeños pierden ese lapso de crecimiento”, subrayó.

La especialista detalló que, aunque el tratamiento es relativamente sencillo y se basa en el suministro de álcalis con dosis ajustadas a cada paciente, el problema principal está en la detección, que generalmente es tardía. “Algunas mamás acumulan gran ansiedad, porque nadie les cree, mientras otras, han acudido hasta a 30 médicos antes de conocer el dictamen adecuado”.

En la ATR distal, los bebés y niños tienen problema para desalojar, mediante la orina, la carga ácida que se produce por la degradación de las proteínas de la dieta y las endógenas, por lo que acumulan amonio en el riñón. El tratamiento generalmente consiste en una mezcla de ácido cítrico con citratos de sodio y potasio.

En la ATR proximal, menos frecuente, no se reabsorbe el bicarbonato en el riñón, por lo que se pierde en la orina (bicarbonaturia). En este tipo sí se elimina la carga ácida del metabolismo. En este caso, el tratamiento son soluciones de bicarbonato de sodio y potasio. La dosis del álcali la determina el especialista nefrólogo pediatra, de acuerdo a los niveles de dióxido de carbono (CO2) y bicarbonato en sangre, y al peso de cada paciente.

El tratamiento compensa el desbalance bioquímico en el riñón y la pérdida de bicarbonato, calcio y potasio en la orina, así como el incremento en la cantidad de citratos en la misma (habitualmente bajo en la ATR distal).

Dos hallazgos

La universitaria explicó que algunas formas de este padecimiento tienen un origen hereditario, por mutaciones en los genes que codifican los transportadores que conforman las vías de transporte de sodio/bicarbonato, o la de los iones hidrógeno y cloruro/bicarbonato en los segmentos tubulares proximal y distal, respectivamente, de la nefrona, la unidad básica funcional del riñón.

Los estudios moleculares sobre los defectos genéticos del transporte tubular son fundamentales en la comprensión de los mecanismos fisiopatológicos de la acidosis metabólica, entre otras afecciones renales.

Por ello, una de las metas de Escobar es realizar el primer diagnóstico genético de una población infantil mexicana con acidosis tubular renal distal, a la par que profundiza en los mecanismos básicos que la producen.

En su laboratorio de la Facultad de Medicina, la investigadora descubrió un canal secretor de potasio, el Kv1.3, y uno de amonio, el HCN2, que podrían dar nueva luz sobre el proceso bioquímico de la enfermedad. Ambos hallazgos se publicaron en las revistas científicas American Journal of Physiology-Renal Physiology, y Kidney International. Por la relevancia de la identificación de un nuevo canal secretor en el riñón, este trabajo fue reseñado en Kidney International.

Crean fundación

Para profundizar en la indagación y difusión, Escobar Pérez y su colega Mara Medeiros Domingo, nefróloga pediatra e investigadora del Hospital Infantil de México Federico Gómez, crearon en julio de 2010 la Fundación para la Acidosis Tubular Renal Infantil, A.C. (FUNATIM).

Sus objetivos son realizar investigación básica sobre las vías de transporte de los electrolitos que participan en la homeostasis ácido-base en el riñón; apoyar e impulsar un proyecto de estudio básico y clínico para el diagnóstico genético y/o ambiental de la ATR en los niños, y evaluar el número de pacientes en la población infantil de México.

También, impartir cursos sobre la afección y nutrición a la comunidad médica y a los padres de infantes con este problema, así como informar a la población acerca de las características, diagnóstico temprano y el manejo terapéutico adecuado.

En FUNATIM colaboran como socios honorarios y colaboradores los nefrólogos pediatras Silvestre García de la Puente y Aurora Bojórquez, del Instituto Nacional de Pediatría; Benjamín Romero Navarro, Yolanda Fuentes Velasco y la alergóloga Elizabeth Estrada, del Hospital Infantil de México Federico Gómez; la alergóloga Blanca Morfín del Hospital Angeles Mocel, y la genetista Laura Flores, del Hospital Angeles del Pedregal.

“En el país no es común hacer una fundación que apoye la investigación básica. La hicimos en parte por las mamás de niños con este padecimiento, y para que los médicos la conozcan a tiempo, subrayó Escobar, cuya fundación se puede consultar en el sitio www.funatim.org.mx

Créditos: unam.mx/dgcs-514/2011

En apenas tres años, la crisis ha modificado los patrones de consumo de los mexicanos

 
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La crisis económica ha obligado a cambiar la canasta básica de las familias.
La crisis económica ha obligado a cambiar la canasta básica de las familias.

11 de junio de 2010

• El deterioro en el poder adquisitivo ha hecho que los individuos compren alimentos de peor calidad, lo que pone en riesgo su salud, expuso David Lozano Tovar, de la Facultad de Economía de la UNAM
• Cada vez son más los miembros de una familia que deben trabajar para poder mantener un hogar, añadió el académico

Ante el deterioro económico registrado en los últimos tres años, las familias mexicanas se han visto obligadas a cambiar patrones de consumo y sustituir los productos de la canasta básica por artículos de menor calidad nutricional.

David Lozano Tovar, del Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la Facultad de Economía (FE) de la UNAM, advirtió que la pérdida en el poder adquisitivo se traduce en el deterioro de vida de los mexicanos.

Un ejemplo es la tortilla, pues la expendida en las tortillerías contiene almidones que complementan la alimentación, pero su costo es de entre nueve y 14 pesos por kilo; en cambio, este producto se ofrece en supermercados, elaborado con almidones saturados, pero con un costo 66 por ciento menor.

Otro fenómeno preocupante es el de las frutas y verduras, pues éstas se llegan a ofertar a precios sumamente bajos, pero sólo porque están al borde de la putrefacción.

Además, en los alimentos no sólo se sacrifica la calidad, sino la cantidad. Los mexicanos ya no compran un kilogramo de carne o pollo, sino tres cuartos o 500 gramos; además, la carne está siendo sustituida por la sopa de pasta, que ha incrementado sus ventas en 30 por ciento tan sólo en el último año.

Y si la merma económica se resiente en el bolsillo de los adultos, también en la loncheras de los niños, pues más del 60 por ciento de los estudiantes de educación básica desayunan productos baratos y sin proteína, como salchichas y jamón, alimentos altamente procesados con efectos nocivos en el organismo.

También las compras en el sector farmacéutico se han incrementando en 80 por ciento en lo que respecta a medicamentos genéricos.

Para finalizar, el especialista indicó que el ingreso de dos personas ya no alcanza para mantener una casa. “Por ejemplo, hoy, en las familias de cinco individuos, cuatro deben laborar para satisfacer las necesidades del hogar”.

En este sentido, la economía informal integra ya a más de 25 millones de personas, incluyendo ancianos, niños y jóvenes profesionistas.
Créditos: UNAM. DGCS -353/unam.mx

Estudian respuesta inmune del organismo ante parásito causante de toxoplasmosis

 
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Mujeres encintas deben ser precavidas; se recomienda que durante el embarazo no tengan contacto con felinos, porque éstos podrían excretar ooquistes, señaló Rafael Saavedra Durán.
Mujeres encintas deben ser precavidas; se recomienda que durante el embarazo no tengan contacto con felinos, porque éstos podrían excretar ooquistes, señaló Rafael Saavedra Durán.

11 de mayo de 2010

• Científicos del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, indagan la participación de las células “T”, reguladoras en el combate contra T. gondii
• Es una enfermedad de alto riesgo entre individuos inmunosuprimidos y embarazadas

Un grupo de científicos del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIB) de la UNAM, encabezado por Rafael Saavedra Durán, estudia la respuesta inmune del organismo al parásito Toxoplasma (T) gondii, causante de la toxoplasmosis.

Aunque esta infección no representa en la actualidad un problema de salud pública, es de alto riesgo entre individuos contagiados con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) y entre mujeres embarazadas.

De acuerdo con Saavedra Durán, T. gondii tiene tres estadios de infección: taquizoito, con forma de media luna, y se reproduce en cualquier tipo de célula; bradizoíto, posee un metabolismo más lento que el taquizoito, y se rodea de una membrana que forma un quiste microscópico, y esporozoíto, se encuentra dentro del ooquiste (fase esporulada de ciertos protistas) y es excretado por los felinos infectados.

Existen dos vías de contagio: por ingestión de ooquistes provenientes de heces de gato, y por el consumo de carne de cerdo o res mal cocida o cruda, contaminada con quistes de T. gondii.

Cuando los parásitos infectan el organismo, el sistema inmune elimina a la mayoría, pero otros se incrustan y permanecen en diferentes tejidos, durante toda la vida del huésped, en equilibrio con la respuesta inmune contra ellos.

Pero, al romperse este equilibrio en personas inmunodeficientes, los quistes se reactivan y empiezan a invadir células, lo que puede derivar en un riesgo mortal, alertó.

Durante el embarazo

Una de las particularidades de la toxoplasmosis es que resulta asintomática entre las personas inmunocompetentes, es decir, con un sistema inmune sano.

Se estima que 30 por ciento de la población mundial se encuentra infectada con T. gondii, y un número elevado puede no saberlo, aunque “esta enfermedad puede ser peligrosa para personas inmunodeficientes, como aquellas infectadas con VIH, quienes reciben tratamiento por cáncer o por transplante, y para las mujeres embarazadas”, indicó Saavedra Durán.

Cuando la infección ocurre durante la gestación, el parásito puede atravesar la placenta, dañar al feto y ocasionar un aborto, o provocar que el bebé nazca con alguna deformidad o presentar secuelas.

En la respuesta inmune contra T. gondii, participan diversos tipos de células, como los linfocitos T CD4+ y los CD8+, así como las células dendríticas y los linfocitos B, entre otros.

“Estamos estudiando la participación de las células T reguladoras, un subtipo de linfocitos T, en el combate contra T. gondii”, señaló el experto.

Si bien los investigadores del IIB aún no conocen plenamente cómo interaccionan con la respuesta inmune, ya han demostrado que esas células desempeñan un papel activo en la respuesta inmunoprotectora.

Ciencia básica

El trabajo de los universitarios se sitúa en el ámbito de la ciencia básica; como tal, su fin es conocer los mecanismos del sistema inmune que protegen contra ese parásito, así como las moléculas de este último implicadas en el proceso. Esto serviría para diseñar una posible solución a este padecimiento.

Aunque la toxoplasmosis no representa un peligro inminente, las mujeres encintas deben ser precavidas; una parte del ciclo de vida de T. gondii ocurre en los felinos, por lo que se recomienda que durante el embarazo no tengan contacto con gatos, porque podrían excretar ooquistes, señaló.

Los quistes de T. gondii, también infectivos, se pueden encontrar en el tejido de otros animales, como cerdos o reses. Entonces, el consumo de carne contaminada, mal cocida o cruda, de igual manera representa un riesgo, concluyó Saavedra Durán.

Créditos: UNAM. DGCS -287/unam.mx