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Efecto Fujiwhara cambió de trayectoria a huracán “Jova” y acerca a “Irwin”

 
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Trayectoria del huracán Jova.
Trayectoria del huracán Jova.

14 de octubre de 2011

• La interacción entre ambos meteoros, desvió la ruta de Jova hacia el norte del país, explicó Orlando Delgado del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA)
• Se espera que en las próximas horas pueda fortalecerse Irwin, por las altas temperaturas en el Océano Pacífico

La asociación que tuvieron los huracanes Jova e Irwin en la República Mexicana, llevó al primero a virar su trayectoria al norte y degradarse en tormenta tropical, tras su impacto en costas del Pacífico mexicano, explicó Orlando Delgado Delgado, del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM.

El especialista en Pronóstico sobre Trayectoria de Huracanes y Meteorología Sinóptica, atribuyó el cambio de recorrido de Jova al denominado efecto Fujiwhara.

“Fue este último el que provocó que se haya desplazado hacia el noroeste, porque su trayectoria convencional sería paralela a las costas mexicanas. Este efecto se presenta si dos vórtices se acercan. Con ello, se atrapan debido a la presión de las dos tormentas porque absorben aire y, coloquialmente, se jalan uno al otro”, detalló.

Los vientos de la Sierra Madre Occidental reciben el aire húmedo, agregó, “ y al levantarse producen abundante precipitación, sobre todo en la zona ubicada entre Puerto Vallarta, en Jalisco y Manzanillo, Colima”.

Por otro lado, comentó que la tormenta tropical Irwin, ubicada a mayor distancia del territorio nacional, podría fortalecerse en las próximas horas porque “el alimento del huracán es el vapor de agua que existe en el océano, que aún cuenta con temperaturas muy altas, y que lo pueden hacer crecer de nueva cuenta”.

Delgado anticipó que existe la presencia de una nueva depresión tropical, ubicada en el sur del país, la número 12 de la temporada. “Existe otra en Chiapas, aún depresión tropical y todavía no ha sido nombrada, pero provocará lluvias constantes en estados del sureste y Guatemala”.

Concluye la temporada

La época de huracanes que arrancó en mayo pasado en el Pacífico, concluirá el último día de octubre. “Todavía están calientes el Océano Pacífico, el Golfo de México y el Mar Caribe, aunque no se descarta la formación de más fenómenos”, precisó.

El académico calificó de “tranquila”, la temporada de este año, y se refirió a los beneficios que puede propiciar en otros rubros de la actividad humana.

Créditos: unam.mx/boletin/606/2011

De mil kilómetros, el límite de encuentro de placas tectónicas en el Pacífico mexicano

 
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Mapa sobre los efectos secundarios del tsunami en el Pacífico.
Mapa sobre los efectos secundarios del tsunami en el Pacífico.

31 de marzo de 2011

• Un movimiento abrupto de esas estructuras puede causar sismos frecuentes y, en ocasiones, maremotos, afirmó Teresa Ramírez, del CIGA

En México, el límite de encuentro de placas tectónicas convergentes se extiende a lo largo de aproximadamente mil kilómetros, de Jalisco a Chiapas. El movimiento abrupto de esas estructuras puede causar sismos frecuentes y, en ocasiones, maremotos, afirmó María Teresa Ramírez Herrera, investigadora del Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental (CIGA), con sede en Morelia.

El país está ubicado sobre las placas de Rivera, Cocos y Norteamericana. Los registros revelan que de 1732 a 2003, en 271 años, ocurrieron 92 tsunamis.

En el CIGA, sostuvo María Teresa Ramírez, trabajamos para disminuir el riesgo por estos últimos fenómenos. Desde 2003, inició su labor de búsqueda de evidencias históricas y prehistóricas de grandes temblores y tsunamis en las costas del Pacífico de México, que continuó en 2007.

El estudio se hace de manera conjunta con un grupo interdisciplinario de Chile, Canadá, EU, Australia y España, además de instancias de la UNAM, como los institutos de Geofísica y Ciencias del Mar y Limnología, donde se utilizan diversas metodologías, por ejemplo, documentación histórica, análisis de sedimentos y fechamiento.

En el Centro, abundó, también se realizan investigaciones relacionadas con la vulnerabilidad por maremoto, es decir, la creación de mapas de riesgo y susceptibilidad, necesarios para saber cuáles son las zonas donde la población e infraestructura se encuentran en peligro.

Además, en colaboración con Marcelo Lagos, del Laboratorio de Tsunamis de la Universidad Católica de Chile, y Diego Arcas, de la Agencia de Océanos y de la Atmósfera de Estados Unidos (NOAA por sus siglas en inglés) se trabaja en la medición de parámetros de maremotos en tiempo real.

Japón, una de las naciones mejor preparadas para enfrentar este tipo de fenómenos naturales, deja un importante mensaje: queda mucho por aprender todavía, y nos recuerda que es más costoso remediar un daño que prevenirlo, dijo Ramírez Herrera.

La historia muestra, añadió, que en 1787 hubo un terremoto en el litoral de Oaxaca, con magnitud estimada (porque no había instrumentación) de 8.4 grados, que provocó una ola que invadió las costas de esa entidad y de Guerrero; en la zona más cercana al epicentro, se inundaron hasta seis kilómetros tierra adentro, de acuerdo a fuentes documentales.

Los estudios de paleosismicidad, es decir, de terremotos y maremotos que quedan en un registro geológico, en sedimentos, realizados por Ramírez Herrera, también muestran su ocurrencia en épocas remotas.

A escala mundial, se ha detectado en años recientes una serie de tsunamis y el peligro que entrañan. En Indonesia, en 2004; en Islas Salomón, en 2007; Samoa y Tonga, en 2009, y en Haití y Chile, el año pasado.

“En los últimos 100 años han acontecido terremotos de mayor magnitud en el planeta. En tanto, en la prehistoria se conoce que existen variaciones de la ocurrencia de maremotos de acuerdo con la zona”.

Luego del megasismo de 9 grados, en las costas japonesas, la llegada del tsunami a México se registró a las 10.45 horas, en costas de Baja California; luego alcanzó Sinaloa, Guerrero. Debido a que el territorio nacional no estaba en posición directa de la trayectoria de la gran ola, los efectos fueron menores; el ascenso del nivel del mar fue, en general, menor a un metro y sólo en Acapulco, se registraron 1.3 metros.

Créditos: UNAM-DGCS-183/2011/unam.mx