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Los aeropuertos del país reemplazarán el radar.

 
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El aeropuerto Olaya Herrera (de Medellín) y el Camilo Daza (de Cúcuta) sirvieron para hacer el estudio.
El aeropuerto Olaya Herrera (de Medellín) y el Camilo Daza (de Cúcuta) sirvieron para hacer el estudio.

30 de Octubre del 2012

La multilateración, una nueva técnica de vigilancia aeronáutica que sustituye al radar, será la que se imponga en los aeropuertos colombianos en unos 10 años.

Así lo explicó Roberto Páez, codirector técnico del proyecto “Multilateración, un puente hacia ADS-B”, durante la presentación de los resultados de la consultoría de la Universidad Nacional de Colombia, contratada por la Aerocivil.

“Con esta nueva técnica lo que se hace es distribuir sensores que permiten definir, ya no el alcance de la vigilancia en función del radio de alcance del radar (formando un círculo), sino de acuerdo con la posición de los sensores en un área específica a cubrir”, puntualizó Páez.

Para hacer la consultoría, la Aerocivil escogió los aeropuertos Enrique Olaya Herrera (de Medellín) y Camilo Daza (de Cúcuta). “Fue una buena decisión debido a que el Camilo Daza tiene pistas cruzadas, es más bien complejo desde la operación del aeropuerto; y el Olaya Herrera es súper complicado porque está dentro de un valle, entonces como elementos de estudio estos dos aeropuertos hacen que tenga sentido la consultoría”, señaló.

Roberto Páez, consultor del Centro de Investigaciones para el Desarrollo (CID), de la Universidad Nacional, indicó que en una zona montañosa como la colombiana, el sistema nuevo es mucho más eficiente que un radar en un valle, porque las montañas no le permiten tener vigilancia más allá de ellas.

“Se trata de modelar el área de cobertura como uno lo desee en función del relieve del terreno”, precisó. Páez aseguró además, que el sistema tiene los mismos niveles de seguridad y eficiencia que el radar.

“Lo que ocurre, desde la autoridad aeronáutica, que es la que invierte en este tipo de vigilancia, es que es mucho más económico y eficiente en la operación”, indicó.

“La novedad es que si se comparara un radar de vigilancia en el Llano con 200 millas de alcance, es más eficiente porque no tiene ningún obstáculo y sería muy costoso poner sensores para cubrir un área formada con un radio de 200 millas; mientras que, si de lo que se trata es poner un sistema de vigilancia en Medellín, por ejemplo, en el Olaya Herrera, un radar va a cumplir su labor solamente el Valle de Aburrá, si yo quiero pasar al otro lado debería poner otro radar.

Cada uno cuesta alrededor de 11 millones de dólares, mientras que con un sistema de multilateración se pondrían unos nueve sensores en el Valle de Aburrá y esto costaría alrededor de 2 millones de dólares; y si mañana quiero ampliarlo con un sensor o dos más, en el orden de los 100 mil dólares cada uno, cubriría un área más amplia. Esa modularidad, comparada con el relieve, es lo que hace que este sistema sea realmente eficiente”, concluyó.

Créditos:http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html

Cultivos de caña conservan suelos del Valle del Cauca.

 
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Según los investigadores, este tipo de cultivos de cubrimiento denso hace favorables aportes al suelo.
Según los investigadores, este tipo de cultivos de cubrimiento denso hace favorables aportes al suelo.

26 de Septiembre del 2012
Palmira Así lo concluyeron investigadores de la UN en Palmira, que mostraron que, pese a las labores de cosecha en húmedo, sus suelos están libres de compactación y tienen altos niveles de materia orgánica.

De las cerca de 400 mil hectáreas que pertenecen al valle geográfico del río Cauca, la mitad se dedican a la producción de caña de azúcar y otros cultivos. De ahí que el suelo sea un recurso básico que debe ser preservado para sostener la producción de fibras demandadas por una población cada día más creciente.

Según científicos del grupo de investigación en Degradación de Suelos de la UN en Palmira, se presumía que los cultivos de caña estaban deteriorando físicamente los mejores suelos del Valle del Cauca, debido a las labores de cosecha en húmedo. Sin embargo, este tipo de cultivos de cubrimiento denso hace favorables aportes al suelo.

“Estos cultivos aportan toneladas anuales de biomasa que protegen significativamente contra la erosión; demandan labranza únicamente cada ocho años en promedio; reciclan subproductos orgánicos como base fertilizante; rediseñan periódicamente los vagones recolectores; y han sido sostenibles por décadas. De modo que tenderían más a conservar que a degradar los suelos”, dice el profesor Edgar Madero, director del grupo.

El estudio

Con el apoyo económico de la Dirección de Investigación de la sede, se desarrolló, entre 2009 y 2010, un proyecto de investigación que se ejecutó en dos fases.

En la primera, se evaluó detalladamente la compactación in situ de aproximadamente 50.000 hectáreas de las mejores tierras, con más de cien años de uso cañero. Así, se hicieron un total de 144 muestreos detallados de densidad y humedad. La cartografía de los suelos clases I y II se efectuó digitalmente, utilizando la herramienta ArcGis, con base en el mapa de suelos de la parte plana del Valle del Cauca producido por el IGAC en 2004.

En la segunda, según explica el profesor Madero: “se comparó la compactabilidad de muestras de dos suelos del Valle del Cauca, de similar capacidad de uso a la de los suelos de la primera fase, pero con más de 50 años seguidos de uso en cultivos y en bosque secundario”.

Esto se hizo siguiendo una metodología que simula esfuerzos del suelo comparables a los que tiene que hacer en condiciones de intenso tráfico de maquinaria; así como contenidos de alta humedad, para evaluar suelos que no han soportado tráfico de maquinaria en invierno.

La caña favorece los suelos

La primera fase mostró que, durante el tiempo en que se han usado los suelos para cultivos de caña (más de un siglo), se han mantenido los mejores suelos libres de compactación, ricos en materia orgánica (del 4% a 6%) y con características adecuadas de retención de humedad y laborabilidad.

“La segunda halló que otros cultivos y manejos los dejan más susceptibles a la compactación, especialmente en condiciones de alta humedad (0,1 bar), no obstante que presentaban un contenido promedio del 4% de materia orgánica”, dice el profesor Madero.

Para el investigador, como los dos estudios se pueden considerar complementarios e independientes, llama la atención el parecido entre los resultados de compactación en caña de azúcar con los de bosque, lo cual concuerda con lo que se esperaba de los suelos sembrados con este cultivo.

“Igual de relevante fue hallar, en la segunda fase, que el manejo de la caña, y no las características del suelo, fue la responsable de los resultados obtenidos”, concluye.

Créditos:http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html