Tag Archives: niños

EN MÉXICO LA DISMINUCIÓN DEL TRABAJO INFANTIL NO ES SIGNIFICATIVA

 
Facebooktwittergoogle_plusmail

trabajoinfantilDe acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), a nivel global el grupo de niños de entre cinco y 17 años que laboran descendió en casi una tercera parte, al pasar de 246 millones en 2000, a 168 millones en 2012.

Sin embargo, según cifras del INEGI (Módulo de Trabajo Infantil 2011), en el caso mexicano esa disminución no ha sido significativa, pues existen más de tres millones de niños y adolescentes que participan en actividades económicas en situaciones riesgosas y de vulnerabilidad, indicó Mauricio Padrón Innamorato, del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ) de la UNAM.

Si bien es una cifra importante, es relativa, pues la encuesta hace referencia a niñas, niños y adolescentes que, en su mayoría, viven en el núcleo familiar, por lo que en este número no se incluye a aquéllos en situación de calle que laboran, por ejemplo, en los cruceros. “En realidad el número sería mayor”.

La mitad de los infantes que trabajan lo hacen “con la madre, el padre, con ambos o con un pariente en empresas familiares; así es difícil llevar a cabo una vigilancia para sancionar y controlar estas conductas. Lo que se debe hacer es sensibilizar a la sociedad en torno a este problema para generar un cambio cultural que conduzca a evitarlo”.

Con motivo del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, que se conmemora este 12 de junio, Mauricio Padrón apuntó que México ha hecho esfuerzos importantes para incorporar medidas jurídicas que combatan y erradiquen el trabajo infantil, pero no han sido suficientes.

No sólo se trata de una cuestión legal, porque esta prohibición existe en la Constitución Mexicana de 1917; el problema es más complejo, pues tiene raíces culturales, sociales y económicas profundas. Muchas familias envían a los más pequeños a laborar porque no cuentan con ingresos o dinero suficiente para sufragar gastos.

Además de lo anterior, en el país persiste la idea de que si los infantes participan en una actividad que podría considerarse como trabajo, es porque se les forma para el futuro, básicamente para el ingreso al mercado laboral. En este sentido, se considera que la edad temprana es una etapa de preparación para la vida adulta, pero también, por tradición histórica, se piensa que los niños no son sujetos de derechos, pues las decisiones sobre ellos corresponden a la vida privada, a los padres en particular.

Si una labor empieza a interferir con las garantías fundamentales de los pequeños, como la asistencia a la escuela, el tiempo de estudio, el descanso, recreación, salud, alimentación y el juego, se le denomina trabajo, y es cuando debe prestarse atención, apuntó.

El universitario resaltó la falta de mecanismos de vigilancia por parte de la autoridad correspondiente para sancionar aquellos lugares en donde laboren los menores de 17 años.

Se requiere un papel más activo por parte del Estado, que es el sujeto obligado para responder por esta población, en términos de hacer efectivos sus derechos, abundó el especialista en temas como mercados laborales, niños, adolescentes y jóvenes, exclusión social, discriminación y derechos, entre otros.

Para contribuir a eliminar estas conductas en el país, no sólo se necesita publicidad, también diseñar y poner en práctica políticas públicas integrales que brinden los elementos y mecanismos necesarios para que los padres no se vean obligados a integrar a los menores a la fuerza laboral.

“Estamos en el proceso de una reforma constitucional para incrementar a 15 años la edad mínima de admisión al empleo, lo que permitirá que el Estado mexicano pueda ratificar el Convenio 138 de la OIT, cuestión sumamente importante para cumplir con las obligaciones internacionales. Pero esto no es suficiente, debe actuarse de forma integral para aplicar medidas que conduzcan a erradicar el problema”, concluyó.

Créditos: UNAM-DGCS-338-2014

EDUCACIÓN, ESPECIALMENTE ENTRE NIÑOS, PARA COMBATIR EL DETERIORO AMBIENTAL

 
Facebooktwittergoogle_plusmail

educacionambientalFrente a las amenazas del cambio climático, la educación representa la mejor política pública contra el deterioro ambiental. En los niños de entre cuatro y 10 años puede consolidarse una mayor conciencia ecológica; además, son nuestro futuro y debemos formarlos en distintos temas, tanto en las escuelas rurales como en las urbanas, aseveró Priyadarsi Roy, del Instituto de Geología (IGL) de la UNAM.

En los programas de todos los niveles deben introducirse conceptos sobre los problemas generados por el calentamiento global, la superpoblación, la polución, la degradación de la biodiversidad y cómo cuidar el entorno.

A la par, deben impulsarse estrategias sobre el uso de energías limpias y eficientes para el hogar, la escuela y la industria, así como el tratamiento de aguas residuales, recomendó en ocasión del Día Internacional de la Madre Tierra, que este 22 de abril será celebrado en más de 170 países.

En estos trabajos la colaboración entre académicos y el sector público es crucial. Podrían formarse comisiones para compartir información científica que sea considerada en las decisiones relacionadas; además, en la UNAM se genera conocimiento útil en la materia, subrayó el investigador responsable del Laboratorio de Paleoambientes del IGL.

Calentamiento global

En el breve periodo de evolución de la civilización humana (en comparación con la historia del planeta), la actividad antropogénica ha tenido repercusiones duraderas, que pueden sintetizarse en los efectos del cambio climático. Con rapidez, el hombre ha contaminado el suelo, el agua y la atmósfera.

El aumento de dióxido de carbono (CO2) está relacionado: en 1950 era de 300 partes por millón (ppm) y hoy rebasa las 400 ppm. En los últimos dos millones de años la Tierra no había registrado una concentración tan alta, dijo.

Este gas de efecto invernadero provoca el incremento de la temperatura, favorece la acidificación de los océanos, el derretimiento de las capas de hielo en los polos y el aumento del nivel del mar. Así, las zonas costeras quedan expuestas a inundaciones y se dan fenómenos naturales extremos como sequías y lluvias torrenciales, explicó.

El ambiente terrestre ha registrado, en más de cuatro mil 500 millones de años, una oscilación entre periodos cálidos (como el que vivimos) y fríos. Estos últimos, definidos como glaciares, duraban hasta 100 mil años, registraban una concentración de CO2 de 200 ppm y eran seguidos por los interglaciares, que se prolongaban por 10 milenios y en los que se observaba un aumento del dióxido de carbono a 280 ppm. En los últimos 60 años, este índice superó las 400 ppm.

En aras del crecimiento económico y por la demanda de productos y materias primas, en décadas recientes se han generado grandes cantidades de gases de efecto invernadero, lo que ha tenido repercusiones graves en el planeta, desde la desaparición de capas de hielo hasta la destrucción de arrecifes de coral. México ha contribuido como cualquier otro país al calentamiento global, advirtió.

El Protocolo de Kioto sobre el Cambio Climático (adoptado en 1997 y en vigor hasta 2005) tiene por objetivo reducir estas emisiones en un porcentaje aproximado de al menos cinco por ciento, en comparación con las generadas en 1990.

Este acuerdo internacional no ha sido ratificado por el mayor emisor a nivel mundial, Estados Unidos y países como Canadá lo han abandonado, detalló.

Si logramos educar a los niños en conservación ambiental, una generación completa instrumentará en el futuro las medidas necesarias para cuidar el planeta. Es un proceso de largo aliento que comienza con pequeñas acciones en casa, como separar residuos, reciclar o disminuir el consumo, concluyó.

Créditos:UNAM-DGCS-233-2014

Técnicas en microscopía al alcance de los niños

 
Facebooktwittergoogle_plusmail

microscopioparaniñosBogotá D. C., Jan. 27 de 2014 – Agencia de Noticias UN- Gracias a la iniciativa “Ciencia y microscopía para escolares”, a través de la cual se llevan microscopios a distintos colegios, los estudiantes pueden interactuar, realizar jornadas de observación y aprender sobre la utilidad de estos aparatos.

Lo primero que sorprende a los niños es que haya otro tipo de microscopios, que no solo existen aquellos que parecen unos binóculos, sino que hay otros, electrónicos, por medio de los cuales se pueden visualizar en una pantalla (como de computador) esos elementos pequeños que a simple vista pasan desapercibidos.

Después, los pequeños despiertan su curiosidad ante ese microcosmos que visualizan sus ojos, gracias a que estos instrumentos pueden aumentar miles de veces la mancha de una mariquita, el ojo de una araña, la textura de una hoja, el pigmento rojo del pétalo de una flor o lo que ellos quieran.

Magnolia Herrera, presidenta de la Asociación Colombiana de Microscopía y quien realiza la Maestría en Ingeniería Biomédica en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia, diseñó esta actividad cuando notó el interés de su hijo por esta clase de aparatos y su entusiasmo por lo que descubría a través de ellos.

“A los niños les impresiona bastante y empiezan a generar toda clase de preguntas con base en lo que ven. Se cuestionan si solo sirve para muestras biológicas o si se pueden observar otro tipo de elementos como rocas, dientes caídos o algo tan sencillo como una mota. Y esa es la intención: que experimenten, que sacien su curiosidad y que de pronto encuentren su gusto por la ciencia a través de este tipo de observaciones”, comentó Herrera.

La muestra se divide en tres salones. En el primero se encuentra la parte de teoría básica, donde los alumnos reciben una charla sobre distintas técnicas en microscopía por investigadores de la Universidad Nacional (geólogos, biólogos, químicos e ingenieros electrónicos); en el segundo salón se encuentran los microscopios ópticos; y en el último está él microscopio electrónico de barrido Hitachi TM 3000 que puede tener hasta 30 mil aumentos.

De esta manera, ellos analizan diferentes tipos de muestras que van desde hojas, gusanos, arañas y cucarrones hasta estrellas de mar traídas del Japón que miden 2 milímetros. Así cumplen con su eslogan: “Un mundo maravilloso al alcance de sus ojos”.

La primera muestra se realizó en Cartagena durante el XII Congreso Interamericano de Microscopía, donde se ofreció la conferencia a 400 niños de colegios de diversos estratos de La Heroica. La segunda muestra se celebró en el Colegio Padre Manyanet, de Chía (Cundinamarca). En febrero se realizarán otras dos visitas a instituciones educativas del departamento y luego en Bogotá.

Para mayor información, los interesados pueden escribir a los correos: asocm@hotmail.com y cemmi@gmail.com o llamar a los números 3107593364 y 3125877278.

Créditos: UNAL-999-2014

ANALIZAN UNIVERSITARIOS LA MALA NUTRICIÓN EN MÉXICO

 
Facebooktwittergoogle_plusmail
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012, 2.8 por ciento de los menores de cinco años del país presentan bajo peso, 13.6 muestran baja talla y 1.6 desnutrición aguda.
Por otra parte, los niños en edad escolar (de cinco a 11 años) de ambos sexos presentan una prevalencia nacional combinada de sobrepeso y obesidad de 34.4 por ciento: 19.8 para sobrepeso y 14.6 para obesidad. Asimismo, 35 por ciento de los adolescentes de entre 12 y 19 años, así como 73 por ciento de mujeres adultas y 69.4 de hombres adultos, tienen sobrepeso u obesidad.
En cuanto a la prevalencia de anemia, en los preescolares (menos de cinco años) es de 23.3 por ciento y en los niños de 12 a 23 meses de edad, de 38.
A partir de esta realidad, el Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD, por sus siglas en alemán) y la UNAM, a través de la Facultad de Química (FQ) y el Programa Universitario de Alimentos (PUAL), organizaron el seminario multidisciplinario La mala nutrición en México. Problemática y posibles soluciones.
El encuentro se llevó a cabo en el auditorio Alberto Barajas Celis, de la Facultad de Ciencias, bajo la supervisión académica de Amanda Gálvez Mariscal, profesora de la FQ y coordinadora del PUAL, y Carolina Peña Montes, ex alumna del DAAD, con la colaboración de Gabriela Salinas y Rocío Fernández.
Cuatro ejes temáticos
Dividido en cuatro ejes temáticos (Nutrición, Biodiversidad, Abasto de Alimentos y Seguridad Alimentaria, así como Legislación y Política), contó con la participación de diversos especialistas que aportaron sus conocimientos e ideas.
Alrededor del tema de la nutrición hay una serie de factores que lo vuelven complejo. No es fácil resolverlo y, por lo tanto, la idea fue analizarlo de manera multidisciplinaria para estar en condiciones de elaborar un paquete interdisciplinario de propuestas.
En un extremo del problema de la mala nutrición se encuentra la gente sumida en la pobreza extrema, a la que le falta alimento y, en el otro, las personas obesas, que ingieren más calorías de las que necesitan y requieren de una educación alimentaria.
“Necesitábamos saber cuál es el estado de la nutrición en el país, por eso asistió Teresa Shamah Levy, coordinadora de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición.
“Tuvimos también a Héctor Bourges Rodríguez, una autoridad en cuestiones de nutrición del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, y a Luis Alberto Vargas Guadarrama, del Instituto de Investigaciones Antropológicas, quien conoce bien cómo se comía antes y cuáles son las plantas comestibles y alimentos que poco a poco se han abandonado”, indicó Gálvez Mariscal.
Las plantas de la milpa, como los quelites y los quintoniles, son algunas de las que se consumen cada vez menos, junto con alimentos ancestrales como el amaranto, un seudocereal con un buen valor nutrimental en términos de la calidad de su proteína, que no ha vuelto a cobrar la importancia que debería tener en la alimentación de los mexicanos, destacó.
Las bondades del amaranto
Desde el punto de vista de la biodiversidad, no basta con rescatar estos cultivos: la gente debe demandarlos y, al mismo tiempo, el sistema de abasto de los mercados y los supermercados tiene que acogerlos.
Por ello, se invitó también a Matthias Jäger, de Bioversity International, un especialista en el rescate de la quinua, otro seudocereal que se da en los países andinos y que ha resultado un éxito en el mundo.
“Es un equivalente del amaranto de México, pero este último posee incluso mejor valor nutrimental en cuanto a los aminoácidos indispensables. Lo ideal, entonces, sería que la gente tuviera acceso a más productos con amaranto, pero antes tenemos que involucrarla en un sistema de educación alimentaria que rescate la tradición en un contexto moderno y para eso probablemente necesitaremos legislación y política”, consideró.
De ahí que se haya invitado a investigadores que trabajan con bancos de semillas, como Flavio Aragón Cuevas, del Campo Experimental Valles Centrales de Oaxaca, del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias, y Edelmira Linares Mazari, del Instituto de Biología, así como a otros que estudian el tema del abasto de alimentos, como Gerardo Torres Salcido, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades.
Derecho a la alimentación
Rodrigo Gutiérrez Rivas, del Instituto de Investigaciones Jurídicas, indicó que el derecho a la alimentación ya es constitucional. Ahora, en opinión de Gálvez Mariscal, se deben crear leyes y normativas que acojan el rescate de la biodiversidad y de la tradición mexicana en términos de educación, de recetas y de intervenciones sociales.
“Al mismo tiempo, hay que considerar la situación nutricional de la población y sus posibles soluciones. Es indispensable que los alimentos estén disponibles a unos precios correctos, pero también que representen un buen negocio para los agricultores que los producen”.
Al respecto, se contó con la presencia de Romel Olivares, de la Universidad Autónoma Chapingo; Fernando de la Torre, del Centro Nacional de Recursos Genéticos; Eduardo Benítez Paulín, de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) en México, y Martín Puchet, de la Facultad de Economía de la UNAM.
Una vez que concluyó el seminario, las coordinadoras académicas y los ponentes se reunieron en un taller cerrado para ordenar ideas y promover los lineamientos o posibles acciones interdisciplinarias que habrán de involucrar a la sociedad, las ONG, los educadores, las universidades, los investigadores en nutrición y en tecnologías de alimentos, los nutriólogos, los juristas y los estudiosos de las ciencias sociales, entre otros.
Por su lado, Peña Montes comentó que otro de los objetivos fue que la comunidad académica y estudiantil tome conciencia del problema que implica la mala nutrición en México y sopesen las consecuencias de no tener una buena educación alimentaria.
“No debemos olvidar que, cada año, aproximadamente ocho mil personas mueren en nuestro país debido a la desnutrición y más de 80 mil lo hacen por complicaciones de la diabetes mellitus tipo 2, enfermedad que se previene con una buena alimentación”.
Créditos:UNAM-DGCS-725-2013

malanutricionunam-1De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012, 2.8 por ciento de los menores de cinco años del país presentan bajo peso, 13.6 muestran baja talla y 1.6 desnutrición aguda.

Por otra parte, los niños en edad escolar (de cinco a 11 años) de ambos sexos presentan una prevalencia nacional combinada de sobrepeso y obesidad de 34.4 por ciento: 19.8 para sobrepeso y 14.6 para obesidad. Asimismo, 35 por ciento de los adolescentes de entre 12 y 19 años, así como 73 por ciento de mujeres adultas y 69.4 de hombres adultos, tienen sobrepeso u obesidad.

En cuanto a la prevalencia de anemia, en los preescolares (menos de cinco años) es de 23.3 por ciento y en los niños de 12 a 23 meses de edad, de 38.

A partir de esta realidad, el Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD, por sus siglas en alemán) y la UNAM, a través de la Facultad de Química (FQ) y el Programa Universitario de Alimentos (PUAL), organizaron el seminario multidisciplinario La mala nutrición en México. Problemática y posibles soluciones.

El encuentro se llevó a cabo en el auditorio Alberto Barajas Celis, de la Facultad de Ciencias, bajo la supervisión académica de Amanda Gálvez Mariscal, profesora de la FQ y coordinadora del PUAL, y Carolina Peña Montes, ex alumna del DAAD, con la colaboración de Gabriela Salinas y Rocío Fernández.

Cuatro ejes temáticos

Dividido en cuatro ejes temáticos (Nutrición, Biodiversidad, Abasto de Alimentos y Seguridad Alimentaria, así como Legislación y Política), contó con la participación de diversos especialistas que aportaron sus conocimientos e ideas.

Alrededor del tema de la nutrición hay una serie de factores que lo vuelven complejo. No es fácil resolverlo y, por lo tanto, la idea fue analizarlo de manera multidisciplinaria para estar en condiciones de elaborar un paquete interdisciplinario de propuestas.

En un extremo del problema de la mala nutrición se encuentra la gente sumida en la pobreza extrema, a la que le falta alimento y, en el otro, las personas obesas, que ingieren más calorías de las que necesitan y requieren de una educación alimentaria.

“Necesitábamos saber cuál es el estado de la nutrición en el país, por eso asistió Teresa Shamah Levy, coordinadora de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición.

“Tuvimos también a Héctor Bourges Rodríguez, una autoridad en cuestiones de nutrición del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, y a Luis Alberto Vargas Guadarrama, del Instituto de Investigaciones Antropológicas, quien conoce bien cómo se comía antes y cuáles son las plantas comestibles y alimentos que poco a poco se han abandonado”, indicó Gálvez Mariscal.

Las plantas de la milpa, como los quelites y los quintoniles, son algunas de las que se consumen cada vez menos, junto con alimentos ancestrales como el amaranto, un seudocereal con un buen valor nutrimental en términos de la calidad de su proteína, que no ha vuelto a cobrar la importancia que debería tener en la alimentación de los mexicanos, destacó.

Las bondades del amaranto

Desde el punto de vista de la biodiversidad, no basta con rescatar estos cultivos: la gente debe demandarlos y, al mismo tiempo, el sistema de abasto de los mercados y los supermercados tiene que acogerlos.

Por ello, se invitó también a Matthias Jäger, de Bioversity International, un especialista en el rescate de la quinua, otro seudocereal que se da en los países andinos y que ha resultado un éxito en el mundo.

“Es un equivalente del amaranto de México, pero este último posee incluso mejor valor nutrimental en cuanto a los aminoácidos indispensables. Lo ideal, entonces, sería que la gente tuviera acceso a más productos con amaranto, pero antes tenemos que involucrarla en un sistema de educación alimentaria que rescate la tradición en un contexto moderno y para eso probablemente necesitaremos legislación y política”, consideró.

De ahí que se haya invitado a investigadores que trabajan con bancos de semillas, como Flavio Aragón Cuevas, del Campo Experimental Valles Centrales de Oaxaca, del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias, y Edelmira Linares Mazari, del Instituto de Biología, así como a otros que estudian el tema del abasto de alimentos, como Gerardo Torres Salcido, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades.

Derecho a la alimentación

Rodrigo Gutiérrez Rivas, del Instituto de Investigaciones Jurídicas, indicó que el derecho a la alimentación ya es constitucional. Ahora, en opinión de Gálvez Mariscal, se deben crear leyes y normativas que acojan el rescate de la biodiversidad y de la tradición mexicana en términos de educación, de recetas y de intervenciones sociales.

“Al mismo tiempo, hay que considerar la situación nutricional de la población y sus posibles soluciones. Es indispensable que los alimentos estén disponibles a unos precios correctos, pero también que representen un buen negocio para los agricultores que los producen”.

Al respecto, se contó con la presencia de Romel Olivares, de la Universidad Autónoma Chapingo; Fernando de la Torre, del Centro Nacional de Recursos Genéticos; Eduardo Benítez Paulín, de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) en México, y Martín Puchet, de la Facultad de Economía de la UNAM.

Una vez que concluyó el seminario, las coordinadoras académicas y los ponentes se reunieron en un taller cerrado para ordenar ideas y promover los lineamientos o posibles acciones interdisciplinarias que habrán de involucrar a la sociedad, las ONG, los educadores, las universidades, los investigadores en nutrición y en tecnologías de alimentos, los nutriólogos, los juristas y los estudiosos de las ciencias sociales, entre otros.

Por su lado, Peña Montes comentó que otro de los objetivos fue que la comunidad académica y estudiantil tome conciencia del problema que implica la mala nutrición en México y sopesen las consecuencias de no tener una buena educación alimentaria.

“No debemos olvidar que, cada año, aproximadamente ocho mil personas mueren en nuestro país debido a la desnutrición y más de 80 mil lo hacen por complicaciones de la diabetes mellitus tipo 2, enfermedad que se previene con una buena alimentación”.

Créditos:UNAM-DGCS-725-2013

Plomo afecta inteligencia de los niños.

 
Facebooktwittergoogle_plusmail
16 de Enero del 2013
Las secuelas de la exposición al plomo en el organismo humano son diferentes. En niños afecta el crecimiento y desarrollo cognitivo, y en adultos produce dolores articulares y pérdida de la movilidad.
El plomo es un metal inocuo mientras no sea objeto de manipulación en procesos industriales. Sin embargo, debido a su tendencia a formar compuestos complejos muy estables (difíciles de destruir), a su capacidad de acumularse en diversos órganos del cuerpo humano y a que no es biodegradable, es considerado un compuesto xenobiótico (uno con una estructura química poco frecuente en la naturaleza, por lo general de origen artificial).
Aun cuando su uso en la gasolina se ha eliminado en muchos países –incluido Colombia–, el reciclaje informal de baterías sigue siendo una fuente potencial de exposición e intoxicación tanto para los trabajadores como para sus familias en los estratos bajos.
Por lo anterior, su peligrosidad medioambiental y ocupacional sigue siendo un grave problema de salud pública: en Bogotá, la ciudad más contaminada del país, cerca del 35% de quienes trabajan en fábricas de baterías y el 14,6% de quienes lo hacen en fundición, imprentas o cerámica tienen algún grado de saturnismo (envenenamiento con plomo).
Los datos son de estudios hechos con población expuesta de manera crónica al metal. Según el profesor Jairo Téllez Mosquera, coordinador y docente de la Maestría en Toxicología de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá, es muy poco lo que se conoce sobre su incidencia en el país. Sin embargo, desde el año 2003, se trabaja en una serie de investigaciones tendientes a proporcionar un diagnóstico más preciso.
Los resultados hasta el momento son contundentes, por cuanto en el caso de los niños los efectos son irreversibles y reducen sus posibilidades para siempre. El profesor Téllez precisa que, a nivel internacional, se considera que alguien está contaminado por este elemento cuando se le encuentran valores iguales o superiores a cuarenta microgramos por cada cien centímetros cúbicos de sangre.
Según el estudio de la UN, lo grave es que diez microgramos en la sangre de los niños son, por lo general, suficientes para contar como niveles tóxicos y causar daños irreparables en sus niveles de aprendizaje, capacidad de abstracción y habilidades para calcular.
Adultos, vulnerables
La investigación, dirigida por la profesora Alba Isabel Rodríguez, del Departamento de Toxicología de la UN, y llevada a cabo por Alejandra del Pilar Díaz Gómez, logró determinar con claridad los efectos físicos que sufren los adultos expuestos.
Tras estudiar ocho fábricas informales de la localidad de Soacha, la investigadora estableció que se trata de microempresas familiares en las cuales todos los trabajadores rotan por los diferentes oficios durante los procesos de reciclaje y recuperación de metales.
Estas familias compran baterías viejas y otros residuos metálicos de construcción. Luego los funden a temperaturas de entre 400 y 450ºC en estufas abiertas y en condiciones locativas muy precarias y sin ventilación adecuada, pues los lugares de trabajo suelen ser cerrados. Finalmente, vierten el metal fundido en moldes de aluminio para obtener lingotes que después comercializan.
El estudio de Díaz Gómez halló que la protoporfirina zinc (enzima que participa en la producción de la hemoglobina de la sangre) sufre grandes alteraciones a causa del plomo. Asimismo, reveló que es un marcador biológico indispensable para detectar y tratar posteriormente el saturnismo, pues, al alterarse, el paciente sufre de anemia (bajos niveles de hemoglobina).
La científica aclara que en las etapas iniciales de intoxicación no se presentan síntomas, pero sí durante periodos prolongados.
Tanto en adultos como en niños el proceso es el mismo: el plomo ingresa al organismo por vía aérea y el 90% se deposita en los extremos de los huesos largos. Luego empieza a sedimentarse en el hueso, afecta su composición y causa dolores similares a los de la artritis, lo que restringe el movimiento y deteriora notablemente la calidad de vida.
Además, existen otros síntomas claros: cefalea, irritabilidad, dolor abdominal, nauseas y vómito. En casos severos, incluso, puede verse comprometida la función renal y la hepática.
Afección permanente
Díaz Gómez cuenta que en niños se han observado deficiencias neurológicas con niveles de exposición que antes no se consideraban nocivos. La intoxicación durante la infancia puede tener efectos permanentes. En general, ocasiona una deficiencia continua en el desarrollo neurológico: son niños de coeficiente intelectual bajo y deficiencia cognitiva.
Así, presentan un menor rendimiento en clase, un mayor índice de ausentismo, mayores dificultades para leer, carencias de vocabulario, problemas de psicomotricidad fina, un mayor tiempo de reacción y alteraciones de la coordinación mano-ojos.
A esto se suma una disminución de la agudeza auditiva, en especial a las altas frecuencias, que puede contribuir a los problemas de aprendizaje o al mal comportamiento en clase.
El profesor Téllez explica que, por razones no establecidas aún, en los niños el plomo no se queda solo en los huesos, tal como ocurre en los adultos, sino que llega al sistema nervioso central y afecta, principalmente, al cerebro.
Este panorama resulta desolador para los investigadores, pues este elemento está presente en el medioambiente y sus efectos a largo plazo pueden recaer sobre toda la comunidad.
Gracias al trabajo mancomunado de la UN, el Ministerio de Protección Social y la Secretaría de Salud de Bogotá, pronto se tendrán más datos para emprender campañas que alejen a los niños de las zonas contaminadas y del trabajo informal, así como para encontrar maneras de evitar su deterioro cognitivo.
Créditos:http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html
Según el estudio de la UN, diez microgramos en la sangre de los niños son, por lo general, suficientes para contar como niveles tóxicos y causar daños irreparables.

Según el estudio de la UN, diez microgramos en la sangre de los niños son, por lo general, suficientes para contar como niveles tóxicos y causar daños irreparables.

16 de Enero del 2013

Las secuelas de la exposición al plomo en el organismo humano son diferentes. En niños afecta el crecimiento y desarrollo cognitivo, y en adultos produce dolores articulares y pérdida de la movilidad.

El plomo es un metal inocuo mientras no sea objeto de manipulación en procesos industriales. Sin embargo, debido a su tendencia a formar compuestos complejos muy estables (difíciles de destruir), a su capacidad de acumularse en diversos órganos del cuerpo humano y a que no es biodegradable, es considerado un compuesto xenobiótico (uno con una estructura química poco frecuente en la naturaleza, por lo general de origen artificial).

Aun cuando su uso en la gasolina se ha eliminado en muchos países –incluido Colombia–, el reciclaje informal de baterías sigue siendo una fuente potencial de exposición e intoxicación tanto para los trabajadores como para sus familias en los estratos bajos.

Por lo anterior, su peligrosidad medioambiental y ocupacional sigue siendo un grave problema de salud pública: en Bogotá, la ciudad más contaminada del país, cerca del 35% de quienes trabajan en fábricas de baterías y el 14,6% de quienes lo hacen en fundición, imprentas o cerámica tienen algún grado de saturnismo (envenenamiento con plomo).

Los datos son de estudios hechos con población expuesta de manera crónica al metal. Según el profesor Jairo Téllez Mosquera, coordinador y docente de la Maestría en Toxicología de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá, es muy poco lo que se conoce sobre su incidencia en el país. Sin embargo, desde el año 2003, se trabaja en una serie de investigaciones tendientes a proporcionar un diagnóstico más preciso.

Los resultados hasta el momento son contundentes, por cuanto en el caso de los niños los efectos son irreversibles y reducen sus posibilidades para siempre. El profesor Téllez precisa que, a nivel internacional, se considera que alguien está contaminado por este elemento cuando se le encuentran valores iguales o superiores a cuarenta microgramos por cada cien centímetros cúbicos de sangre.

Según el estudio de la UN, lo grave es que diez microgramos en la sangre de los niños son, por lo general, suficientes para contar como niveles tóxicos y causar daños irreparables en sus niveles de aprendizaje, capacidad de abstracción y habilidades para calcular.


Adultos, vulnerables

La investigación, dirigida por la profesora Alba Isabel Rodríguez, del Departamento de Toxicología de la UN, y llevada a cabo por Alejandra del Pilar Díaz Gómez, logró determinar con claridad los efectos físicos que sufren los adultos expuestos.

Tras estudiar ocho fábricas informales de la localidad de Soacha, la investigadora estableció que se trata de microempresas familiares en las cuales todos los trabajadores rotan por los diferentes oficios durante los procesos de reciclaje y recuperación de metales.

Estas familias compran baterías viejas y otros residuos metálicos de construcción. Luego los funden a temperaturas de entre 400 y 450ºC en estufas abiertas y en condiciones locativas muy precarias y sin ventilación adecuada, pues los lugares de trabajo suelen ser cerrados. Finalmente, vierten el metal fundido en moldes de aluminio para obtener lingotes que después comercializan.

El estudio de Díaz Gómez halló que la protoporfirina zinc (enzima que participa en la producción de la hemoglobina de la sangre) sufre grandes alteraciones a causa del plomo. Asimismo, reveló que es un marcador biológico indispensable para detectar y tratar posteriormente el saturnismo, pues, al alterarse, el paciente sufre de anemia (bajos niveles de hemoglobina).

La científica aclara que en las etapas iniciales de intoxicación no se presentan síntomas, pero sí durante periodos prolongados.

Tanto en adultos como en niños el proceso es el mismo: el plomo ingresa al organismo por vía aérea y el 90% se deposita en los extremos de los huesos largos. Luego empieza a sedimentarse en el hueso, afecta su composición y causa dolores similares a los de la artritis, lo que restringe el movimiento y deteriora notablemente la calidad de vida.

Además, existen otros síntomas claros: cefalea, irritabilidad, dolor abdominal, nauseas y vómito. En casos severos, incluso, puede verse comprometida la función renal y la hepática.


Afección permanente

Díaz Gómez cuenta que en niños se han observado deficiencias neurológicas con niveles de exposición que antes no se consideraban nocivos. La intoxicación durante la infancia puede tener efectos permanentes. En general, ocasiona una deficiencia continua en el desarrollo neurológico: son niños de coeficiente intelectual bajo y deficiencia cognitiva.

Así, presentan un menor rendimiento en clase, un mayor índice de ausentismo, mayores dificultades para leer, carencias de vocabulario, problemas de psicomotricidad fina, un mayor tiempo de reacción y alteraciones de la coordinación mano-ojos.

A esto se suma una disminución de la agudeza auditiva, en especial a las altas frecuencias, que puede contribuir a los problemas de aprendizaje o al mal comportamiento en clase.

El profesor Téllez explica que, por razones no establecidas aún, en los niños el plomo no se queda solo en los huesos, tal como ocurre en los adultos, sino que llega al sistema nervioso central y afecta, principalmente, al cerebro.

Este panorama resulta desolador para los investigadores, pues este elemento está presente en el medioambiente y sus efectos a largo plazo pueden recaer sobre toda la comunidad.

Gracias al trabajo mancomunado de la UN, el Ministerio de Protección Social y la Secretaría de Salud de Bogotá, pronto se tendrán más datos para emprender campañas que alejen a los niños de las zonas contaminadas y del trabajo informal, así como para encontrar maneras de evitar su deterioro cognitivo.

Créditos:http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html