En México, la violencia, la ignorancia, la pobreza y los desequilibrios laborales afectan más a mujeres que a hombres. Como sociedad no podemos ignorar que estamos lejos de alcanzar una verdadera igualdad de género, estableció el rector de la UNAM, José Narro Robles, en un mensaje a las universitarias con motivo del Día Internacional de la Mujer.
Tampoco podemos aceptar que haya menor remuneración salarial respecto de los hombres en los mismos empleos, ni las cifras de muertes maternas y de embarazos entre adolescentes, que son muy preocupantes, subrayó.
Además, es indigno que la sola condición de ser una mujer indígena marque negativamente a un ser humano en sus posibilidades de desarrollo y que ellas se vean afectadas por la pobreza, el analfabetismo, la enfermedad, la exclusión y los “usos y costumbres”, que resultan una burda coartada para tratar de justificar con la cultura, lo que es producto de la barbarie.
Narro Robles destacó lo que se ha conseguido, pero también lo mucho que falta para alcanzar la verdadera equidad de género en nuestra sociedad y en esta casa de estudios.
Por ello, aseguró, en la UNAM tenemos la obligación de poner el ejemplo y avanzar con mayor velocidad en la búsqueda de la igualdad. Contamos con la voluntad de la mayoría de los miembros de la comunidad y tenemos un marco jurídico que nos permite hacerlo.
Es necesario, dijo “desterrar prácticas inconvenientes”, educar a los alumnos en el respeto a las mujeres, hacer un mayor esfuerzo para que las académicas y las trabajadoras reciban el trato que merecen, eliminar las barreras que dificultan su intervención en los órganos de dirección, gobierno y representación, así como luchar en contra del acoso y la discriminación, y construir una nueva cultura de la igualdad de género que trascienda las palabras.
En particular, son motivos de satisfacción los rendimientos académicos de las universitarias, las múltiples evidencias de la calidad de su trabajo y su mayor intervención en todos los órdenes. A pesar de ello, debemos reconocer que la mujer universitaria aún enfrenta rezagos importantes y oportunidades limitadas en algunos campos.
Se comprometió a hacer lo que esté a su alcance para favorecer la equidad entre los géneros. “Para ser verdaderamente exitosos requerimos la participación de todos. La UNAM será mejor en la medida en que se alcance el objetivo. Nuestro éxito será el de toda la sociedad”, concluyó.
El Centro Anticanceroso de Yucatán atiende a la población más pobre de la entidad.
20 de julio del 2011
• En Yucatán, este padecimiento es la primera causa de muerte en mujeres mayores de 25 años, y los programas preventivos no tienen éxito
• Como alternativa, Lorely Miranda Martínez, del IIA de la UNAM, mide el efecto del apoyo de los varones a las enfermas, e integra una perspectiva holística al tratamiento
En Yucatán, el cáncer cervicouterino es la primera causa de muerte en mujeres mayores de 25 años, seguido por el de mama; el riesgo de morir por carcinoma es más alto entre la población rural, que en la urbana, y los programas biomédicos preventivos no han logrado reducir la mortalidad.
Como alternativa, Lorely Miranda Martínez, alumna del cuarto semestre del doctorado en Antropología, del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM, ha diseñado un trabajo enfocado a los varones, para evaluar el efecto que tiene el cuidado de su pareja en las pacientes con cáncer cervical.
Con apoyo de su comité tutoral, integrado por Roberto Campos Navarro, Luis Alberto Vargas Guadarrama y José Carlos Aguado Vázquez, la universitaria busca, desde su área de estudio, una ruta para fortalecer los programas de prevención.
“Mi primer acercamiento nació de la participación en el proyecto Servicios en salud reproductiva: un esquema que requiere de alianzas entre sistemas culturales. El caso del cáncer en mujeres y hombres, que se llevó a cabo en la comunidad rural de Peto, por parte del Centro de Investigaciones Regionales Dr. Hideyo Noguchi, de la Universidad Autónoma de Yucatán”, indicó.
Esa participación le permitió contactar a mujeres, con y sin diagnóstico, para hablar de la enfermedad, adentrarse en sus vidas y saber acerca del cuidado de su salud y de la relación con los médicos y enfermeras.
“La experiencia me permitió introducirme en la comunidad -mestiza, hablante de maya y español- y establecer vínculos, que dieron lugar a mi interés, y a las inquietudes que guían esta investigación”, relató.
Enfoque antropológico
El objetivo de este trabajo doctoral es contribuir al entendimiento del padecimiento en la región. “El conocimiento biomédico tradicionalmente se ocupa de estos problemas. Pretendo incorporar la perspectiva antropológica, con su visión holística. Es necesario analizar desde una perspectiva compleja para comprender cuáles son las variables, y dónde radica el escaso éxito de los programas preventivos”, expuso.
Guiada por la pregunta sobre qué aspectos de la relación de pareja influyen, y de qué manera, en la trayectoria de atención y la forma en que las mujeres con cáncer cervicouterino viven la enfermedad, Lorely Miranda plantea que el cuidado es una dimensión de la relación estrechamente vinculada con la forma en que se vive y atiende la afección.
La universitaria describió el cuidado “como una disposición psíquica situada social y culturalmente, y atravesada en su ejercicio por todos los elementos que conforman los niveles identitarios”.
Consta de tres dimensiones: la epistemológica-afectiva, vinculado a los entendimientos y saberes incorporados a lo largo de la vida en un contexto específico; la manifestación de prácticas y hábitos de cuidado, como formas de interacción que se sustentan en conocimientos previos, y el cuidado imaginativo, que plantea situaciones nuevas, más allá de la experiencia inmediata, para idear cursos de acción al respecto.
Metodología
La antropóloga emplea el método etnográfico, historias de vida, entrevistas, análisis clínico y observación participante.
El objetivo general es discriminar y analizar las prácticas de cuidado y autocuidado dentro de la pareja, así como los elementos del sistema ideológico de género vinculados a las mismas.
El trabajo de Lorely Miranda pretende identificar y analizar qué significa el cuidado para hombres y mujeres en la relación, donde padece cáncer; estudiar los hábitos que ambos identifiquen como vinculados al proceso; analizar el autocuidado; indagar los conocimientos acerca de la enfermedad; los consejos y guías que ambos toman en cuenta; investigar los conocimientos acerca de la salud; indagar la experiencia del padecimiento desde la perspectiva de ellas, y adentrarse en la trayectoria de atención al inicio de la afección.
En el trabajo participan parejas de nivel socioeconómico medio bajo y bajo, residentes en el medio rural de Yucatán. Las mujeres están enfermas y establecidas con un hombre bajo el mismo techo; llevan un tratamiento, o lo han seguido antes en el sector público.
En la primera etapa, realizada entre abril y junio de 2011, se identificó a las parejas participantes, se realizaron entrevistas e historias de vida, y se caracterizaron los escenarios culturales, que son el Centro Anticanceroso de Yucatán –atiende a la población más pobre de la entidad– y las comunidades de Peto, Tahdziú, Tixmeuac, Valladolid y Chemax.
En la Época de Oro del cine Mexicano, la mujer era representada de dos formas: como devoradora de hombres o madre sumisa y dispuesta al sacrificio; estos estereotipos marcaron al cine nacional de esa época que fue la de mayor auge para el cine mexicano, señaló la Doctora, Josefina Manjarrez Rosas, durante el “XII Encuentro de Estudiantes de Historia del Altiplano Central”, que se realiza en la BUAP.
Al participar en la mesa “La representación de las mujeres en el cine nacional”, la académica del Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la Institución, señaló que si bien el Cine de Oro tuvo un gran desarrollo, también marcó la imagen de la mujer mexicana, como la madre que daba vida, pero que también podía destruirla.
“Un arquetipo que marca la figura femenina y que coloca a las mujeres en esos dos extremos: la buena que siempre era el ama de casa o la mala que aprovechaba su cuerpo, fue una constante obsesión en el cine mexicano”, donde se manejaba un discurso construido.
Manjarrez Rosas considero que “es importante conocer, analizar y comprender a través de imágenes y fragmentos de películas, el papel que desarrollaban las mujeres en la Época de Oro, sin embargo, no solamente basta con verlas, sino saber, qué dicen, quién lo dice y por qué, para así poder establecer con mayor claridad el significado de los estereotipos que se manejan”.
Tomó como ejemplo películas como: Una Familia de tantas, La Devoradora, Oveja Negra, Enamorada y La Soldadera, que “revelan temas sensibles a través del lenguaje cinematográfico y provocan una gran identificación entre mujeres que aún tienen este estereotipo en el mundo actual”.
Al analizar estas cintas, dijo a los estudiantes de historia y áreas afines que participan en el Encuentro, podrán identificar claramente los papeles femeninos, desde la dama devoradora, la madre pura, la rumbera y la esposa desvalida, entre otros, que eran los personajes preferidos en el cine mexicano de aquella época.
En la toma de protesta de la nueva mesa directiva de la Asociación de Mujeres Periodistas, Escritoras de Puebla (AMPEP), el doctor Jorge David Cortés Moreno, Director de Comunicación Institucional de la BUAP, confirmó el interés de la Universidad por mantener el convenio de colaboración que hace 15 años se firmó con la AMPEP, lazo que ha permitido el trabajo conjunto en el desarrollo de cursos, talleres y publicación de libros.
Afirmó que hoy en día los diversos acontecimientos y cambios tecnológicos, obligan a los profesionistas a actualizarse en dicho ámbito, por lo que planteó a esta Asociación diseñar conjuntamente un diplomado sobre la utilización de las nuevas tecnologías en los medios de comunicación y en la vida institucional.
“Es importante recordar que se viven nuevas realidades no sólo en lo político, sino también en lo social. En el camino de la Universidad, se tienen grandes retos, tanto en la calidad académica, como en la exigencia de la sociedad hacia la apertura de más espacios”, señaló.
Ustedes como periodistas, continúo, tienen desafíos en el espacio laboral, “por eso creemos que la BUAP siempre será un aliado y compañero para el gremio de Mujeres Periodistas, así como un espacio que puede ser considerado como su casa”.
El doctor Cortés Moreno, indicó que las integrantes de la AMPEP son una muestra de reflexión, crítica, construcción del conocimiento y manifestación de la expresión máxima de la libertad.
Durante la toma de protesta, el maestro Teodoro Rentería Arróyave, Vicepresidente de la Federación Latinoamericana de Periodistas, puntualizó que en este momento, en el mundo entero, se viven situaciones difíciles para el ejercicio de la libertad de prensa y de expresión.
México, enfatizó, “ocupa el primer lugar en asesinatos, desapariciones forzadas y demás atentados a comunicadores y medios de comunicación; es algo en lo que se tiene que trabajar para revertir este fenómeno que ofende al pueblo mexicano, ya que no sólo se trata de defender a los periodistas y comunicadores, se trata de defender a la sociedad”.
Por eso, los integrantes de la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos (FUAPERMEX) y de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), “están empeñados en realizar este trabajo, para que la sociedad siga disfrutando de las libertades que han costado tanta sangre de mexicanos y ahora de compañeros periodistas”.
Las nuevas integrantes de la mesa directiva para el periodo 2010-2012 de la Asociación de Mujeres Periodistas, Escritoras de Puebla que rindieron protesta son: Eva Virginia Castillo Palma, como Presidenta; Vicepresidenta de Proyectos Especiales, Claudia Hernández; Secretaria General, Olivia López Pescador y como Vicepresidenta General, Josefina Zárate López.
De la misma forma lo hicieron la tesorera, las vicepresidentas de Relaciones Interinstitucionales, Prensa, Radio, Televisión, Prensa Digital y Cultura; así como las encargadas de Conferencias, cursos y talleres, Imagen y relaciones públicas, Prensa y difusión, Eventos especiales, Admisiones, Asesoría jurídica y Relaciones internacionales.
Sandra Dema Moreno, de la Universidad de Oviedo, España, en el CEIICH de la UNAM.
30 de septiembre de 2010
• Las parejas de doble ingreso no son realmente homogéneas ni automáticamente igualitarias, consideró en la UNAM, Sandra Dema Moreno, de la Universidad de Oviedo, España
Las parejas con doble ingreso no son realmente homogéneas ni automáticamente igualitarias; el hecho de tener un trabajo remunerado, una vida profesional diferenciada y la obtención de sus propios ingresos, no siempre propicia la autonomía para las mujeres, afirmó en la UNAM, Sandra Dema Moreno, de la Universidad de Oviedo, España.
El dinero no deriva en una mejor posición de ellas en el hogar, lo que significa que existe una relación de poder y de desigualdad, acotó en el auditorio del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de esta casa de estudios.
La académica enumeró tres tipos de pareja: la primera, en la que el poder está legitimado por la tradicional socialización de género; él es proveedor y ella ama de casa, pero ambos cuentan con un trabajo remunerado y ganan lo mismo.
Una más, es aquella con un ideal igualitario, donde se manifiesta el interés por establecer relaciones de igualdad, pero al interior se dan los tratos de poder. “Son parejas que teóricamente deberían ser equivalentes, pero en la práctica no lo logran porque encuentran numerosos obstáculos a lo largo del desarrollo de su vida habitual”, precisó.
La tercera es la que trata de establecer una relación equitativa. En este modelo, ambas partes hacen lo posible por tener una relación más equilibrada, sobre todo en el tema económico; empero, aparecen diversos impedimentos que estropean el funcionamiento cotidiano y, por ende, la consecución de la igualdad, sostuvo en la conferencia Relaciones de poder en parejas de doble ingreso.
En este tipo de relaciones ambos son coproveedores, es decir, ya no hay un proveedor principal y una abastecedora secundaria, sino que ambos consiguen el mismo rango y nivel en la relación, acotó.
Acompañada de Mercedes Pedrero Nieto, investigadora del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM), Dema Moreno expuso que las mujeres que ganan menos que su marido suelen asumir un papel subordinado en la toma de decisiones, y si tienen un ingreso mayor, tratan de evitar que se sepa públicamente.
En el modelo tradicional, agregó, ambos adoptan decisiones en ámbitos diferenciados, gestionan y asumen diferentes responsabilidades con diferente valor; ellas se encargan del ámbito doméstico y los varones de las grandes decisiones.
Finalmente, enfatizó que existe un ideal favorable de equidad, pero con fuertes tensiones que impiden que se consoliden las relaciones en igualdad de circunstancias. Créditos: UNAM. DGCS-582/unam.mx
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