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Interculturalidad: de una formación indígena propia a una incluyente.

 
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16 de Octubre del 2012
El investigador guatemalteco Sergio Mendizábal compartió en la UN los resultados de su trabajo sobre educación intercultural en comunidades indígenas de su país.
Durante el año 2011 y con un equipo de once investigadores mayas, Sergio Mendizábal hizo una pesquisa con respecto a la impresión que tenían las comunidades indígenas de Guatemala q’ekchi, k’iche’, kaqchikel y mam sobre la educación que estaban recibiendo.
“El trabajo se adelantó con sesenta grupos focales de los cuatro territorios de ascendencia maya más representativos y que, además, pertenecen a los municipios con los indicadores sociales más deprimidos del país”, precisó.
Los doce investigadores construyeron un modelo de excavación socioantropológica. En palabras de Mendizábal: “penetramos en profundidad los territorios según una amplia perspectiva teórica y metodológica desde y para las comunidades, para ver con los ojos propios, mayas observando mayas”.
La labor fue un laboratorio prolongado patrocinado por la Agencia de Cooperación Alemana GTZ, que, desde la firma de los acuerdos de paz en Guatemala, en conjunto con el Gobierno, planteó un proyecto de calidad educativa. Se piensa la educación como vehículo principal de promoción de cultura e identidad en pro del rescate de las comunidades indígenas.
“Se establecieron con mucha claridad los parámetros que, con relación a la calidad y cobertura de la educación, el Estado se comprometía a promover en el ámbito de la interculturalidad”, aseguró.
Resultados
El proceso de indagación para entender en qué consistía y de qué manera se mostraban los conocimientos mayas en interacción con las prácticas sociales arrojó que, desde hace 3 mil años, existen tres grandes pautas de concepción de mundo e interacción.
“Los grandes temas que permiten la interculturalidad y los saberes que permanecen a través del tiempo son: la relación entre la naturaleza y la humanidad; la sacralización del mundo y la voluntad de prevalecer en el tiempo; y la adecuación estratégica de la resistencia a desaparecer”.
Conclusiones
Lo que Mendizábal encontró fue un desacierto en la intención del Gobierno para atender las problemáticas: “los temas de calidad y pertinencia educativa eran un mito porque Guatemala impone un modelo neoliberal que está despoblando al país, porque no se forma a un sujeto estudiantil que ame su territorio, que quiera quedarse”.
Por eso, deben fortalecerse los procesos de educación. El modelo educativo que requieren los países hispanoamericanos es uno enraizado en el proyecto histórico y social de los territorios para definir el tipo de nación que se requiere.
Los pueblos deben asumir la soberanía en la decisión de su ruta de formación pedagógica para repensar el modelo social y ver la problemática a partir de un concepto renovado de evolución sociocultural.
La interculturalidad de la educación debe pasar de una formación indígena propia a una incluyente, porque se reduce el tema de las identidades a “lo indígena y lo no indígena; por cultura se está entendiendo solo el fenómeno de la etnicidad, lo que causa discriminación, racismo y autoexclusión”.
Llamado
En su primera visita a Colombia, Sergio Mendizábal, invitado por el Instituto de Investigación en Educación de la Facultad de Ciencias Humanas de la UN, hizo un llamado a la comunidad investigativa. “Que se atrevan a salir de los lugares comunes, a reformular sus parámetros conceptuales mediante una intensa y comprometida dedicación a la práctica: a hacer lo que decimos que hacemos; no a simular que lo hacemos”.
Créditos:http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html
El estudio se hizo en sesenta grupos representativos de los principales territorios mayas.

El estudio se hizo en sesenta grupos representativos de los principales territorios mayas.

16 de Octubre del 2012

El investigador guatemalteco Sergio Mendizábal compartió en la UN los resultados de su trabajo sobre educación intercultural en comunidades indígenas de su país.

Durante el año 2011 y con un equipo de once investigadores mayas, Sergio Mendizábal hizo una pesquisa con respecto a la impresión que tenían las comunidades indígenas de Guatemala q’ekchi, k’iche’, kaqchikel y mam sobre la educación que estaban recibiendo.

“El trabajo se adelantó con sesenta grupos focales de los cuatro territorios de ascendencia maya más representativos y que, además, pertenecen a los municipios con los indicadores sociales más deprimidos del país”, precisó.

Los doce investigadores construyeron un modelo de excavación socioantropológica. En palabras de Mendizábal: “penetramos en profundidad los territorios según una amplia perspectiva teórica y metodológica desde y para las comunidades, para ver con los ojos propios, mayas observando mayas”.

La labor fue un laboratorio prolongado patrocinado por la Agencia de Cooperación Alemana GTZ, que, desde la firma de los acuerdos de paz en Guatemala, en conjunto con el Gobierno, planteó un proyecto de calidad educativa. Se piensa la educación como vehículo principal de promoción de cultura e identidad en pro del rescate de las comunidades indígenas.

“Se establecieron con mucha claridad los parámetros que, con relación a la calidad y cobertura de la educación, el Estado se comprometía a promover en el ámbito de la interculturalidad”, aseguró.


Resultados

El proceso de indagación para entender en qué consistía y de qué manera se mostraban los conocimientos mayas en interacción con las prácticas sociales arrojó que, desde hace 3 mil años, existen tres grandes pautas de concepción de mundo e interacción.

“Los grandes temas que permiten la interculturalidad y los saberes que permanecen a través del tiempo son: la relación entre la naturaleza y la humanidad; la sacralización del mundo y la voluntad de prevalecer en el tiempo; y la adecuación estratégica de la resistencia a desaparecer”.


Conclusiones

Lo que Mendizábal encontró fue un desacierto en la intención del Gobierno para atender las problemáticas: “los temas de calidad y pertinencia educativa eran un mito porque Guatemala impone un modelo neoliberal que está despoblando al país, porque no se forma a un sujeto estudiantil que ame su territorio, que quiera quedarse”.

Por eso, deben fortalecerse los procesos de educación. El modelo educativo que requieren los países hispanoamericanos es uno enraizado en el proyecto histórico y social de los territorios para definir el tipo de nación que se requiere.

Los pueblos deben asumir la soberanía en la decisión de su ruta de formación pedagógica para repensar el modelo social y ver la problemática a partir de un concepto renovado de evolución sociocultural.

La interculturalidad de la educación debe pasar de una formación indígena propia a una incluyente, porque se reduce el tema de las identidades a “lo indígena y lo no indígena; por cultura se está entendiendo solo el fenómeno de la etnicidad, lo que causa discriminación, racismo y autoexclusión”.


Llamado

En su primera visita a Colombia, Sergio Mendizábal, invitado por el Instituto de Investigación en Educación de la Facultad de Ciencias Humanas de la UN, hizo un llamado a la comunidad investigativa. “Que se atrevan a salir de los lugares comunes, a reformular sus parámetros conceptuales mediante una intensa y comprometida dedicación a la práctica: a hacer lo que decimos que hacemos; no a simular que lo hacemos”.

Créditos:http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html

DESCUBREN ESCALERA JEROGLÍFICA EN LA ZONA ARQUEOLÓGICA DE EL PALMAR, EN CAMPECHE

 
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Un grupo de arqueólogos descubrió una escalera jeroglífica en la zona arqueológica de El Palmar, al sur de Campeche.
Un grupo de arqueólogos descubrió una escalera jeroglífica en la zona arqueológica de El Palmar, al sur de Campeche.

11 de mayo de 2011

• Octavio Esparza Olguín, de la maestría en Estudios Mesoamericanos de la UNAM, dijo que, hasta el momento, sólo se han reportado 25 asentamientos con vestigios de este tipo en toda la zona maya
• Cuenta con más de 100 bloques de inscripciones acerca de las cuestiones dinásticas del sitio, e incluye una lista de sus señores o gobernantes

Un grupo de arqueólogos, en el que participó Octavio Esparza Olguín, de la maestría en Estudios Mesoamericanos de la UNAM, descubrió una escalera jeroglífica en la zona arqueológica de El Palmar, al sur de Campeche, de las que hasta el momento sólo se han reportado alrededor de 25 asentamientos con vestigios de este tipo en toda la zona maya.

El hallazgo, considerado espectacular por el universitario, cuenta con aproximadamente 105 bloques de inscripciones jeroglíficas que registran una historia amplia del sitio, en torno a sus cuestiones dinásticas, e incluye una lista de sus señores o gobernantes.

Esparza Olguín reveló que, a diferencia de la mayoría de las escaleras que se ubican en otras áreas de esta cultura, reportadas en las zonas monumentales, junto a los edificios más grandes, la de El Palmar se localiza en un grupo secundario o periférico pequeño, a un kilómetro del núcleo del asentamiento, “lo que la hace más sorprendente”.

También documentan contactos entre esta ciudad con otros sitios mayas importantes como Copán, en Honduras, que albergó una dinastía muy poderosa, pero que está muy alejado de El Palmar, y Calakmul, en el sureste de Campeche.

Se conoce que hubo grupos de elite dentro de esta ciudad que no residían en la región núcleo, sino que se ubicaban en otras partes del asentamiento, más lejos. No obstante, por tener cierto contacto con el linaje, sobre todo de parentesco, los gobernantes les hacían monumentos espectaculares, explicó Octavio Esparza.

El sitio donde se localizó la escalera, añadió, puede ser que se tratara de un espacio que albergó a señores del mismo linaje del gobernante, que residían en grupos arquitectónicos más alejados, pero que no por eso, dejaban de ser importantes. Esa estructura podría ser una especie de regalo u obsequio de la elite de poder hacia alguna jerarquía subordinada que estuviera en la periferia.

El monumento en el que se ubica es de 10 metros de largo, por 10 de ancho y tres de altura, “lo que también es raro, porque es una estructura pequeña; sus dimensiones no son espectaculares como en otros casos, pero es una escalinata que está completamente en orden; las secuencias son lógicas y no fueron removidas de otro lado”, sostuvo.

Octavio Esparza Olguín, de la maestría en Estudios Mesoamericanos de la UNAM.
Octavio Esparza Olguín, de la maestría en Estudios Mesoamericanos de la UNAM.

El maestrante en el Programa de Posgrado en Estudios Mesoamericanos, del Instituto de Investigaciones Filológicas y de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, recalcó que el estado de conservación es variado. Hay bloques de seis hiladas o hileras de piedra; las primeras cuatro, se mantienen bien, o al menos en forma regular, y la situación de las dos últimas, que estaban más expuestas, es de deterioro.

Hay fragmentos de la inscripción imposibles de restituir o ver. Aún así, algunas de ellas todavía muestran pequeñas partes, útiles para determinar cómo pudo ser la secuencia original de esas dos hileras, admitió Esparza Olguín.

No obstante, el especialista reconoció que el descubrimiento fue fortuito. En realidad, el dueño de una de las parcelas donde se localiza avisó que había encontrado unos “pedazos” o “banquitos de piedra que tenían como dibujos o cositas”. “Fuimos a ver de qué se trataba y descubrimos que eran los bloques de una escalera jeroglífica”, apuntó.

“Fue algo indescriptible, porque nunca nos esperamos este tipo de monumento. Es una alegría enorme porque es una estructura que difícilmente se puede encontrar, pero el hecho de que me haya tocado vivir el momento desde que se descubrió, la exploración, hasta la investigación, ha sido increíble”, consideró.

En este trabajo también colaboró Vania Pérez, estudiante del mismo programa de posgrado; Kenichiro Tsukamoto, director del proyecto y arqueólogo que realiza su doctorado en la Universidad de Arizona, y Javier López Camacho, codirector y profesor de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, entre otros.

Décadas en la oscuridad

El Palmar es una zona conocida desde 1936, y la registró Eric Thompson, mayista inglés. Desde entonces, se decía que era un área importante, porque contaba con ruinas grandes y una cantidad importante de monumentos. Sin embargo, Thompson estuvo ahí sólo un par de semanas.

Posteriormente, el arqueólogo Carlos Brokmann realizó una temporada de campo en El Palmar, que se extendió de diciembre de 1996 a marzo de 1997. En ese periodo, implementó trabajos de prospección y excavación.

Finalmente, por iniciativa de Kenichiro Tsukamoto se inició este proyecto e invito a Octavio Esparza y otros colegas a colaborar en él. La primera temporada de campo se efectuó en 2007, desde entonces, se labora en la zona, cerca de otras importantes como Calakmul y Uxul, concluyó.
Créditos: UNAM-DGCS-278-2011/unam.mx

El jaguar, animal envuelto en el mito

 
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El jaguar es el carnívoro más grande de todo el trópico americano.
El jaguar es el carnívoro más grande de todo el trópico americano.

14 de marzo de 2011

• Desde siempre, el felino ha estado ligado a símbolos de poder; los monarcas mayas evocaban su figura para evidenciar fuerza

En su cuento La escritura de Dios, Borges sugiere que la moteada piel del jaguar es el pergamino donde la divinidad escribe sus designios y los pone a vista de todos, a sabiendas de que nadie podrá descifrar el enigma, algo parecido a lo que pensaban los mayas, que veían en esta criatura a un emisario que conocía secretos indecibles tanto en esta tierra como en la de los muertos.

En maya, jaguar se dice balam, y serpiente, chan, y para quienes hablan esta lengua prehispánica, el felino encarna tal misticismo que su sola mención, junto a la del reptil, englobaba a todos los animales existentes. Más allá de lo que en español significa la palabra fauna, la voz chan-balam evoca un ying en perfecto equilibrio con su yang.

“Dime jaguar, cómo mirar en la oscuridad…”

Seguir los cautelosos pasos del jaguar no es interés exclusivo de científicos y naturalistas; los mayas solían hacerlo ya fuera para mirarlo cazar o para verlo desparecer en la oscuridad de alguna cueva subterránea. “Fue así como, tras observar sus costumbres crepusculares y nocturnas, este animal comenzó a ser asociado con el inframundo”, explicó María Teresa Uriarte Castañeda, del Instituto de Investigaciones Estéticas e integrante de la Junta de Gobierno.

Al respecto añadió que “en el mundo maya rara vez hay animales químicamente puros; siempre hay un rasgo que les confiere algo sobrenatural”, y el que el felino cace de noche y viva al abrigo de la penumbra, le otorgó esa aura de misterio que conserva hasta nuestros días.

“La presencia de los jaguares es evidente en el arte, lenguaje, religión e incluso en las relaciones de poder que regían al pueblo maya”, comentó la doctora Mercedes de la Garza, del Instituto de Investigaciones Filológicas, al hablar sobre la relevancia que tenía este depredador en el imaginario de ese grupo del Sureste.

“Los gobernantes podían vestirse como jaguar no para aparentar ser ese felino, sino con la intención de transformarse en él, aunque estos animales nunca fueron vistos como dioses, sino como símbolos”, dijo.

“Esto es evidente al hacer el recuento de los monarcas de Bonampak, como K’uk Bahlam I, cuyo nombre significa ‘Jaguar Quetzal’ y quien rigió del 431 de nuestra era al 434, o Kan Bahlam, ‘Serpiente Jaguar’, dirigente del 572 al 583, después de Cristo”, expuso Fernando Guerrero Martínez, de la Facultad de Ciencias.

Y esta fascinación de los poderosos no quedó plasmada sólo en los apelativos, sino en diversas esculturas y pinturas, como las que sobreviven en el cuarto 1 y 2 de Bonampak, ambas en el muro norte, donde se aprecia a un monarca con falda de jaguar y plumas de quetzal en la cabeza, en la primera, mientras que en la segunda, se ve a un gobernante completamente ataviado como el felino, abundó.

Símbolo que perdura

Han transcurrido muchos siglos desde que los mayas levantaron sus ciudades, vivieron en ellas y dejaron que finalmente las engullera la selva, pero el tiempo pasa y el jaguar no ha dejado de ser un símbolo para los mexicanos, tanto que, a la hora de lanzar campañas de preservación, la sola mención de este cazador provoca respeto y admiración inmediatos, comentó Gerardo Ceballos González, investigador del Instituto de Ecología de la UNAM.

“Quienes nos dedicamos a la conservación lo consideramos un animal bandera, es decir, nos sirve para convencer a la gente de que es necesario cuidar ciertos hábitats para asegurar su supervivencia. Si yo argumentara que debemos crear una reserva para evitar la extinción de una rana, pocos me harían caso, pero si en vez de abogar por el anfibio, lo hago por el jaguar, la actitud es muy distinta… Tal es su carisma”, aseguró el biólogo.

En el mundo precolombino, era un animal envuelto en un aura de poder y misterio, en el actual también, “¿pues qué otra cosa podríamos decir los científicos del carnívoro de mayores dimensiones en todo el trópico americano y la especie de gato grande más desconocida a nivel mundial?”

“De él sabemos mucho menos que de los leones, los tigres o el puma; sin embargo, es un animal que tiene mucho que decirnos de nuestra cultura o de nuestro medio ambiente, pues hay pocos indicadores tan reveladores del estado de salud del ecosistema mexicano como el jaguar. A partir de su presencia podemos inferir la cobertura de vegetación en una zona determinada e incluso el número de potenciales presas, y lo que nos dice hoy este gato es preocupante: tenemos un México enfermo”.

En su poema He olvidado mi nombre, Carlos Pellicer hace un llamado a su estado natal a asombrase de la vida que florece en sus suelos y a tomar conciencia de que es dueño de una naturaleza exuberante y pródiga; a declararse, dice el escritor, “el Tabasco nuevo de un jaguar despertado”.

La invitación de Ceballos no es muy diferente a la del poeta, “porque como mexicanos debemos sabernos poseedores de una biodiversidad impresionante, que aunque en riesgo, aún está a tiempo de ser rescatada”, un esfuerzo que, quizá, nos otorgue un futuro muy distinto y haga de nuestro país un lugar para que sobreviva y prospere el felino insomne de aquellos versos.
Créditos: UNAM-DGCS-149-2011/unam.mx

Para evitar un accidente con rieles corroídos se selló la tumba de Pakal

 
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 Lápida de la tumba de Pakal.
Lápida de la tumba de Pakal.

7 de febrero de 2011

• Dañados por la humedad y el paso del tiempo, los dispositivos, que mantenían suspendida la lápida para separarla del sarcófago, corrían el riesgo de caer y destruirla, advirtió Guillermo Bernal Romero, del Centro de Estudios Mayas del IIFl de la UNAM
• Tras retirar las piezas afectadas, la lápida quedó sobre el sarcófago, como originalmente dispusieron los mayas del periodo Clásico, hace mil 300 años

Para evitar un accidente con los rieles que mantenían suspendida la lápida de la tumba de Pakal, que la separaban del sarcófago que contiene los restos del monarca maya, los dispositivos fueron retirados y la placa de piedra volvió a sellar los vestigios, como dispusieron los mayas del periodo Clásico hace mil 300 años.

Los rieles metálicos, explicó Guillermo Bernal Romero, académico del Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigaciones Filológicas (IIFl) de la UNAM, estaban corroídos por la humedad característica de Palenque, Chiapas, y por el paso del tiempo, pues fueron instalados luego que el arqueólogo Alberto Ruz Lhuillier descubriera, en 1952, la tumba dentro del Templo de las Inscripciones.

Suspender la lápida y separarla del sarcófago fue necesario entonces para poder analizar el ajuar, los glifos, relieves y otras inscripciones contenidas en ambas piezas funerarias.

Pero, actualmente, los arqueólogos cuentan con suficientes muestras y datos para estudiar la tumba sin necesidad de correr el riesgo de que los rieles se rompan y dejen caer la lápida sobre el sarcófago, con los consecuentes daños a uno de los tesoros arqueológicos más significativos de Palenque. Por ello, especialistas de esta casad estudios y del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) los retiraron.

Entre julio y octubre de 2010, se sustituyeron por vigas de madera, para luego colocar la lápida directamente sobre el sarcófago, como lo hicieron los mayas.

La labor requirió casi 40 horas de maniobras subterráneas dentro de la cámara funeraria, y logró colocar en su sitio original la lápida, una losa monolítica de siete toneladas de peso, 2.20 metros de ancho y 3.60 metros de largo.

Estos trabajos se realizaron bajo la supervisión Rogelio Rivero Chong, subdirector de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH y restaurador, y de Abraham Roberto Sánchez Ramírez, jefe del Laboratorio de Estructuras y Materiales del Instituto de Ingeniería (II) de la UNAM.

Guillermo Bernal Romero, académico del Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigaciones Filológicas (IIFl) de la UNAM.
Guillermo Bernal Romero, académico del Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigaciones Filológicas (IIFl) de la UNAM.

Cerrada al público desde 2004

Aunque desde 2004 los visitantes no pueden entrar a la cámara funeraria en la zona arqueológica de Palenque, existen dos réplicas exactas para que el público conozca este vestigio maya, explicó Bernal Romero.

“Una de ellas está en el Museo Nacional de Antropología, en la Ciudad de México, donde también está el ajuar original que cubría los restos del rey Pakal. La otra, la construimos en el museo de sitio Alberto Ruz Lhuillier, en la zona arqueológica de Palenque”, detalló.

El especialista en grafología maya consideró que el cierre al público es una adecuada medida de conservación, pues la entrada masiva a la cámara funeraria y la extrema humedad del sitio han ocasionado graves daños en el estuco que rodea la tumba.

“Cerrada para el público, se mantiene el nivel de temperatura y humedad, evitando más daños. Y con las réplicas se ofrece al público una idea clara y didáctica de ese vestigio maya”, finalizó.
Créditos: UNAM-DGCS-0077-2011/unam.mx