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OTORGAN A LOURDES ARIZPE VENERA JOSÉ MARÍA MORELOS Y PAVÓN

 
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venerapavón31 de julio de 2014

Por sus contribuciones al conocimiento de la cultura y al desarrollo social de Morelos, el gobierno del estado reconoció a la etnóloga y antropóloga universitaria Lourdes Arizpe, con la Venera José María Morelos y Pavón 2014.

La distinción busca estimular a quienes, con su participación y desempeño, aportan valores. Se entrega “en reconocimiento al mérito ciudadano de aquellos hombres y mujeres, que sin ningún interés personal o de grupo, contribuyen al desarrollo social de la entidad”.

Dedicada a la revaloración y reconocimiento de las comunidades indígenas de Morelos y del país, Arizpe, del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) de la UNAM, afirmó que hoy, más que nunca, es necesario revertir la ausencia de análisis y debates públicos sobre los verdaderos procesos que afectan a las sociedades y que requieren sistematizar conocimientos y revitalizar ideas.

La universitaria refirió que comparte la presea con los jóv enes investigadores del CRIM que participan en esta tarea, así como con las comunidades que apoyan la salvaguarda de su propio patrimonio cultural.

Trayectoria

Arizpe continúa su labor de indagación sobre cultura y desarrollo, ampliados al análisis de las políticas alternativas, en el marco del posmulticulturalismo y de las desigualdades segmentarias.

Desde hace más de una década, parte de estos estudios los realiza en Morelos y en ellos aborda la resignificación del patrimonio cultural intangible en contextos de alta migración, cambios productivos y transformaciones en la participación de las mujeres.

Como parte del archivo sobre patrimonio cultural inmaterial, se realiza el registro audiovisual en colaboración con los habitantes de las comunidades.

En la serie Pioneers, en la que la editorial Springer-Verlag ha reconocido a figuras sobresalientes en la ciencia y la producción intelectual mundial, se han publicado dos volúmenes de los principales textos de investigación de la universitaria: Lourdes Arizpe. A Mexican Pioneer in Anthropology, y Migration, Women and Social Development. El tercer volumen, Culture, Diversity and Heritage: Major Studies, se encuentra en prensa.

Ha coordinado dos diplomados sobre cultura, patrimonio y comunicación –2012 y 2013–, que han permitido la colaboración con otros programas e institutos de la UNAM y, a través de la Cátedra Unesco Unitwin, con otras universidades del mundo.

En 2013, fue panelista en la celebración –por parte del gobierno de China y de la Unesco– del décimo aniversario de la Convención de Protección al Patrimonio Cultural Inmaterial, en Chengdu, China, y oradora en la conferencia realizada por el Centro Coreano de Protección del Patrimonio Cultural Inmaterial en Seúl.

Dentro de sus actividades profesionales destaca su participación como miembro del Comité Ejecutivo Desarrollo Alternativo para las Mujeres en una Nueva Era (MUDAR); asesora del Informe de Desarrollo Humano, Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, así como del Comité Asesor sobre Medio Ambiente, Organización Mundial de la Ciencia (ACE-ICSU).

Además, integrante del Comité para la redacción del Informe de Naciones Unidas sobre Diversidad Cultural 2005 y coordinadora del Manual sobre prácticas sociales, rituales y festividades para la Unesco 2003-2004, entre otros.

En la actualidad, se encuentra en la Universidad de Mánchester, Inglaterra, donde realiza una estancia como honorary fellow, distinción que le fue conferida a raíz de que impartió la conferencia Raymond Firth, la más prestigiada de la Asociación de Antropología Social del Reino Unido, en la reunión anual de ese organismo, realizada en el marco del Congreso Mundial de la Unión Internacional de Ciencias Antropológicas y Etnológicas, en Mánchester, en agosto de 2013.

Créditos: UNAM-DGCS-437-2014

Busca universitaria nuevas aplicaciones del silicio poroso con manopartículas de oro.

 
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María Beatriz de la Mora Mojica, del IF de la UNAM, indaga cómo controlar y mejorar las propiedades ópticas del silicio poroso para su aplicación en dispositivos optoelectrónicos y, a la postre, en la elaboración de biosensores y sensado de materia biológica.
María Beatriz de la Mora Mojica, del IF de la UNAM, indaga cómo controlar y mejorar las propiedades ópticas del silicio poroso para su aplicación en dispositivos optoelectrónicos y, a la postre, en la elaboración de biosensores y sensado de materia biológica.

17 de Septiembre del 2012

Motivada en el fulgor áureo de la identidad universitaria, María Beatriz de la Mora Mojica, investigadora posdoctoral en el Instituto de Física (IF) de la UNAM, trabaja en el sincretismo de nanopartículas de oro con silicio poroso, en la búsqueda de nuevas aplicaciones.

El interés está abocado al funcionamiento e interacción de esas sustancias para obtener información destinada a grupos de trabajo especializados, que podrían capitalizarlo en acciones y mecanismos útiles con impacto social, señaló.

“Me interesa mejorar las propiedades ópticas del silicio, las aplicaciones en dispositivos optoelectrónicos y, a largo plazo, en la realización de biosensores y desarrollo de sensado en materia biológica”, abundó.

Al impartir la conferencia Estructura del silicio poroso y sus aplicaciones, en el Centro de Ciencias Aplicadas y Desarrollo Tecnológico (CCADET) de la UNAM, De la Mora explicó que el silicio es uno de los materiales más abundantes en el planeta, se encuentra en la arena, por ejemplo, y se utiliza en varios campos, incluido, los dispositivos y aparatos electrónicos.

También, puede emplearse para fabricar filtros y espejos de concentración solar, como se hace en el Centro de Investigación en Energía (CIE) de la UNAM, donde buscan obtener materiales más eficientes y baratos para el almacenamiento de energía.

El estudio denominado Modificación óptica del silicio poroso mediante nanoestructuras de oro, dirigido por Alejandro Reyes Esqueda, y con el que De la Mora espera obtener su posdoctorado, tiene en la unión del silicio con las nanopartículas de oro, la parte más complicada de la investigación, pues la superficie del primero es hidrofóbica y eso dificulta que la solución que contiene las nanopartículas entre al silicio poroso.

“Ahora tengo el material y una gran parte de la caracterización óptica; el siguiente paso es mejorarla, hacer depósitos más homogéneos y conocer de mejor manera cómo interactúan, no sólo medir qué ocurre con el oro o sin él, sino qué sucede si están juntos, cómo uno afecta el comportamiento óptico del otro. Una vez que lo entienda, sabré cómo modificarlas para aplicaciones más precisas, por ejemplo, el sensado biológico”, precisó la doctora en Ciencias e Ingeniería en Materiales.

El trabajo de De la Mora representa un eslabón en el desarrollo de dispositivos que puedan generar beneficios desde el campo de la tecnología, hasta el biomédico.

“Podría considerarse en mediciones de bilirrubina o colesterol en sangre de una manera mucho más simple; de la misma forma, desarrollarse un detector de glucosa en saliva y lograr, incluso, un tratamiento potencial contra el cáncer de mama, como el que ya experimentan investigadores estadounidenses con las obleas de silicio y oro”, concluyó.

Boletín UNAM-DGCS-571
Ciudad Universitaria.

Larissa Adler Milstein, nombrada integrante electa de la American Academy of Arts & Sciences

 
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Larissa Adler Milstein, investigadora emérita de la UNAM.
Larissa Adler Milstein, investigadora emérita de la UNAM.

15 de septiembre de 2010

• Se une al grupo que, desde hace 230 años, ha sido integrado por personajes como Benjamín Franklin, Thomas Jefferson, Alexander Graham Bell, Charles Darwin y Albert Einstein, entre otros.

Larissa Adler Milstein, investigadora emérita de esta casa de estudios, integrante del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas (IIMAS) y precursora en la aplicación de los análisis de redes a las ciencias sociales, fue nombrada como integrante electa de la prestigiada American Academy of Arts & Sciences (AAAS), por sus contribuciones a su campo de estudio y al mundo.

Con ello, la investigadora universitaria se une al grupo que, desde hace 230 años, ha sido integrado por personajes como Benjamín Franklin, Thomas Jefferson, George Washington, Alexander Graham Bell, Charles Darwin, Albert Einstein, John F. Kennedy, Martin Luther King, Winston Churchill o Pablo Neruda, incluidos más de 250 ganadores de los premios Nobel y Pulitzer.

La AAAS es una organización dedicada a la enseñanza y el avance del conocimiento, y juega el papel de una asociación honorífica en los Estados Unidos. Fue fundada en Boston, durante la Guerra de Independencia de esa nación. Su objetivo, tal y como quedó establecido en sus estatutos, fue “cultivar las artes y las ciencias que puedan incrementar el interés, el honor, la dignidad y la felicidad de la gente libre, independiente y virtuosa.”

Para la investigadora universitaria el nombramiento “fue una sorpresa; no es una cosa que uno solicite. Recibí una carta en la que había sido nombrada y que debía escribir otra de respuesta”. Se trata de una tradición fundacional; incluso, algunas de las cartas, desde 1780 al presente, son exhibidas en la Academia.

En la misiva, Larissa Adler, por supuesto, expresó su emoción y agradecimiento. Pero también aclaró que pertenece a una generación en la que las mujeres no estudiaban porque se dedicaban a cuidar a la familia, por lo que la distinción la honra mucho más.

Adler estudió antropología social en la Universidad de California, en Berkeley (1964-1967) y obtuvo el doctorado en Antropología Social por la Universidad Iberoamericana (1968-1972). Obtuvo los premios Universidad Nacional en el área de Ciencias Sociales (1990), y Nacional de Ciencias y Artes 2006. Recibió el Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Massachusets (1998).

La investigadora universitaria, junto con el resto de miembros electos, recibirá una “introducción formal” a la Casa de la Academia, en Cambridge, Massachusets (su sede), el próximo 9 de octubre. Luego, asistirá a congresos y reuniones académicas.

Como universitaria, aseguró Larissa Adler, ser invitada a esta prestigiada asociación es un gran honor, y “se agradece en la vida académica. En la Universidad misma, han habido dos o tres casos de personas que han recibido esta distinción”.

Siempre he trabajado en redes sociales, relató, y he hecho estudios relativos a los pobres, a los ricos, o a los políticos. Al hablar de sus investigaciones actuales, sostuvo que “esta vez decidí dejar todo eso y hacer algo distinto: el análisis de los artistas plásticos”.

La investigación, que apenas comienza la emérita, tiene el objetivo de abarcar a ese grupo que no ha sido muy estudiado, ni tampoco muy comprendido, y determinar cómo se desarrolla. “Sería una aportación si logramos hacer algo. Estudiaremos a los artistas plásticos en México; de ahí se pueden sacar conclusiones para otros lugares del mundo”, concluyó.

Créditos: UNAM. DGCS-529/unam.mx

Cecilia Lara, con apenas 17 años ya es una investigadora nata

 
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Cecilia Lara entrará en unas semanas a la carrera de Biología en la Facultad de Ciencias.
Cecilia Lara entrará en unas semanas a la carrera de Biología en la Facultad de Ciencias.

27 de julio de 2010
• La preparatoriana obtuvo el segundo lugar en el Premio Nacional Juvenil del Agua, organizado por la Embajada de Suecia y la Academia Mexicana de Ciencias
• Desarrolló un sistema de purificación que emplea las semillas del árbol de moringa; “es la primera vez que realizo este tipo de trabajo”, comentó la joven

Hasta hace unos meses, Cecilia Lara no sabía cómo realizar una investigación científica, pero un buen día se decidió a participar en el Premio Nacional Juvenil del Agua, propuso un proyecto que podría ayudar a comunidades de bajos recursos y obtuvo el segundo lugar en el concurso.

La joven de 17 años ni siquiera ha entrado a la carrera de Biología —“pero lo haré muy pronto”— y ya desarrolló un sistema para purificar agua mediante la moringa, “un recurso económico, efectivo y de muchas aplicaciones, pues sus semillas potabilizan, sus raíces y hojas se comen y, por ser un árbol, nos proporciona oxígeno”.

Este proyecto, reconocido por la Embajada de Suecia y la Academia Mexicana de Ciencias como una de las mejores propuestas ideadas por un joven menor de 20 años, surgió casi por azar, un día que Cecilia atravesó a toda prisa Prepa Ocho para llegar a tiempo a clase y vio que en el edificio de Química habían pegado una convocatoria.

“Nos invitaban a presentar un trabajo que solucionara algún problema relacionado con el agua y me dije, ¿por qué no intentarlo? La verdad decidí entrar porque quería probarme a mí misma, no porque pensara en ganar, esa idea nunca cruzó por mi cabeza”.

La chica comenzó a revisar libros, consultar a sus profesores, apuntar ideas e incluso invitó a una de sus amigas a colaborar con ella. Así, con todas estas herramientas, Cecilia se aventuró a hacer lo que nunca había realizado: una investigación de corte científico, “con todo el rigor que eso implica”.

“En éste, mi último año de preparatoria, mis asignaturas eran física, matemáticas, química y biología, pero la única materia que en realidad me gusta es la última, así que mi trabajo se enfocó a lo biológico”.

Método de prueba y error

“Al principio quería trabajar con ostras; había leído que estos animales son filtros naturales que eliminan los nitritos y los nitratos del agua, así que encargué que me trajeran unas de Acapulco, y desde ahí las cosas comenzaron a salir mal, pues muchas se murieron en el camino, y las demás lo hicieron en mi casa”.

El problema fue que el vendedor, con tal de hacerse de unos billetes, le dijo a Cecilia que estos moluscos podían vivir perfectamente en agua dulce, cuando no es así, “y comenzamos esta aventura con el pie izquierdo”, recordó la joven.

“A esto se sumó que mi primer asesor era un profesor de matemáticas, así que no sabía responder a mis preguntas e inquietudes, y que mi amiga, frustrada tras la masacre de las ostras, ya no quiso saber más de este tipo de proyectos”.

Sin embargo, la joven, en vez de desanimarse, se empeñó aún más. “Nunca había hecho un trabajo de ciencia y por eso lo de las ostras fue un fracaso total, pero me ayudó mucho, pues no sabía cómo estructurar un proyecto. Intuía lo que deseaba hacer y a dónde quería llegar, pero ignoraba cómo diseñar las pruebas”.

Era momento de reconsiderar muchas cosas, pensó la joven preparatoriana, y por eso no sólo cambió de objeto de estudio, sino de asesor, pues más que un matemático, necesitaba de una persona con otro tipo de preparación, además de un laboratorio, pues en su plantel no había ninguno con las condiciones necesarias para desarrollar su trabajo.

Por esta razón, decidió pedir consejo a una profesora de fisico-química del plantel, lo que le sirvió para replantear muchas cosas.

“Ella me sugirió cómo diseñar las pruebas e incluso me enseñó a operar ciertos materiales, pero como eran las últimas semanas de clases y debía entregar calificaciones y evaluar a todos, me dijo que no tenía tiempo para asesorarme, y de nuevo me quedé sola”.

Investigadora autodidacta

Sin asesora y sin laboratorio, la joven investigadora decidió que el lugar ideal para empezar desde cero era Ciudad Universitaria, “en el Instituto de Biología (IB) para ser precisos, a donde nos llevaron de visita una vez de la prepa y del cual, desde que entré, quedé prendada”.

Preguntando y hojeando los libros y revistas de la biblioteca del instituto, constató la verdad del dicho “el que a buen árbol se arrima”, pues con ella el refrán se aplicó tanto literal como figuradamente, “porque llegué al árbol de la moringa tras acercarme al IB. Ahí me enteré de que se trata de una variedad originaria de la India, pero usada desde hace tiempo en el río Nilo para limpiar el agua por sus propiedades fluoculantes, además de que, en México, crece sin problema desde la frontera norte hasta la sur”.

Cecilia tenía ya un nuevo proyecto y también una nueva pregunta, “¿y ahora dónde hago mis experimentos?”. En el laboratorio de la preparatoria, imposible, en el hogar, menos, “¿y sí voy a la planta potabilizadora que está cerca de casa?”, pensó. El plan parecía sencillo, “el lugar se dedica a limpiar agua, hay una especialista en química que me puede guiar y el sitio está a 20 minutos de donde vivo”. Parecía el plan perfecto, pero algo con lo que la estudiante no contaba era la burocracia.

“El primer día que llegué a la planta platiqué con el personal sobre mi proyecto, pero me informaron que, si quería trabajar ahí, debía ir a la Dirección de Sistemas de Aguas de la Ciudad de México, así que me dirigí a donde me dijeron. Ahí no pudieron hacer nada, por lo que me mandaron a un edificio del Centro para que hablara con el encargado de las plantas del sur. El proceso tardó tanto que, cuando finalmente obtuve el permiso, estaba ya a una semana del límite para entregar el proyecto”.

Un trabajo a contrarreloj

El último día para presentar el trabajo en la Academia Mexicana de Ciencias fue el viernes 7 de mayo, “y yo empecé a trabajar en la planta el lunes 3”.

Lo primero que debía hacer, explicó la joven, era preparar la solución con la que iba a trabajar, que implicaba quitar la parte externa de la semilla de moringa, molerla y colocarla en agua destilada para liberar una proteína soluble con propiedades fluoculantes (es decir, que aglutina sustancias coloidales presentes en el líquido, favoreciendo la purificación hídrica).

El paso siguiente era tomar una muestra del río Magdalena, “la cual venía cargada de lodo y todo tipo de contaminantes”, y ver cómo actuaba el compuesto. “Los factores que consideré a la hora de realizar mis mediciones fueron alcalinidad, dureza, PH y turbiedad, pues mi objetivo era, mediante el uso de la solución fluoculante, alcanzar los parámetros que establece la Norma Oficial Mexicana (NOM) para agua de consumo humano”.

Fueron cuatro días de trabajo arduo, en los que los datos eran cada vez más satisfactorios. “Demostré que, con la moringa, el agua sucia podía limpiarse hasta alcanzar los niveles que establece la NOM, excepto en lo que a turbiedad se refiere, pues la norma establece que deben ser cinco unidades como máximo y sólo llegué a 32; sin embargo, hay que considerar que en mis muestras originales las turbiedades iban desde las 300 hasta las 500 unidades, así que el descenso fue considerable”.

Una llamada sorpresiva

A principios de junio, Cecilia salió a nadar, como acostumbra hacer cada semana, y al regresar a casa su madre la recibió con un recado: la habían llamado de la AMC para notificarle que había ganado el segundo lugar en el Premio Nacional Juvenil del Agua.

Dos semanas después, en su intervención a la hora de recibir el reconocimiento, la joven invitó al público a cuidar el medio ambiente “para que los niños del mañana no conozcan las plantas y animales actuales sólo en los libros de texto, y para eso hay que tomar medidas desde hoy”.

Ahora, Cecilia espera con impaciencia a que llegue septiembre para tomar sus primeras clases de licenciatura. “No sé qué especialidad tomaré, si botánica, zoología o alguna otra cosa; ni siquiera sé, pese a este premio, si mi futuro está en un laboratorio. Lo que sí sé es que no me gusta estar encerrada, sino salir a ver la naturaleza y explorar, así que lo que haré en la Facultad de Ciencias es un misterio, eso es algo que, como hice con la moringa, debo seguir investigando”.
Créditos: UNAM. DGCS -445/unam.mx