Tag Archives: hormonas

Investigan en la UNAM relación de estrógenos con cáncer pulmonar en mujeres

 
Facebooktwittergoogle_plusmail

18 de agosto del 2011

Es fundamental conocer de qué modo participan los estrógenos en el desarrollo del cáncer pulmonar, para saber si es necesario inhibirlos como parte del tratamiento contra ese padecimiento.
Es fundamental conocer de qué modo participan los estrógenos en el desarrollo del cáncer pulmonar, para saber si es necesario inhibirlos como parte del tratamiento contra ese padecimiento.

• Estas hormonas favorecen la producción de las quimiocinas, que hacen que un tumor canceroso sea más agresivo

Los estrógenos (hormonas sexuales femeninas) desempeñan un papel importante en el desarrollo del cáncer pulmonar en mujeres. A esta conclusión llegaron Vianey Rodríguez Lara, maestra en Ciencias, que realiza un proyecto de investigación en el Departamento de Biología Celular y Tisular de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, y quien lo dirige, Teresa Fortoul.

Se conocía que esas hormonas protegían a las mujeres de diferentes patologías; sin embargo, en el caso del cáncer pulmonar, se ha sugerido que favorecen su desarrollo.

“No se ha reportado que los estrógenos por sí solos ocasionen ese tipo de neoplasia; constituyen un factor de riesgo importante, pero se requieren otros elementos, como algunas alteraciones genéticas”, dijo Rodríguez Lara, quien busca obtener su doctorado en Ciencias Biológicas con este trabajo.

Al respecto, Teresa Fortoul explicó que “el ambiente donde se desarrolla un cáncer puede ser modulado por los estrógenos, y aquí entran en juego las quimiocinas, moléculas que modifican el “nido” donde las células enfermas pueden crecer”.

Rodríguez Lara encontró que los estrógenos favorecen la producción de las quimiocinas, que hacen que un tumor sea más agresivo. Ello significa que las mujeres tienen un factor extra que vuelve más difícil el tratamiento y la respuesta. Ahora bien, se conoce poco del mecanismo mediante el que las hormonas sexuales femeninas participan en el proceso.

Inhibición

“Es fundamental conocer de qué modo participan los estrógenos, para saber si es necesario inhibirlos como parte del tratamiento contra ese padecimiento y, también, para ver si la terapia de reemplazo hormonal podría favorecer el curso del proceso neoplásico en los pulmones”, indicó Rodríguez.

Hasta ahora, las investigadoras han encontrado que las hormonas femeninas favorecen la expresión de las quimiocinas en el microambiente del tumor, lo que facilita que las células neoplásicas proliferen, migren a otros sitios y hagan metástasis.

Las quimiocinas son moléculas que normalmente ayudan a las células del sistema inmune a migrar a sitios donde hay una infección, para que puedan llevar a cabo su “trabajo de limpieza”.

Sin embargo, si las pertenecientes a un tumor expresan esas moléculas las utilizan para trasladarse a donde hay más quimiocinas; de esta manera, es favorecida la metástasis.

Finalmente, Fortoul indicó que “actualmente hombres y mujeres reciben el mismo tratamiento, pero en el futuro se buscaría planear uno diferente para ellas”.

Créditos: unam.mx/boletin/2011_484

La ciencia de hallar nuevos usos para un viejo fármaco

 
Facebooktwittergoogle_plusmail

• Jorge Morales Montor, del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, ha encontrado que se pueden usar hormonas y antihormonas en el tratamiento de parásitos

Para el doctor Jorge Morales Montor, del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, emplear hormonas y anti hormonas en el tratamiento de padecimientos parasitarios es una opción viable que además ha arrojado buenos resultados.

Con frecuencia, los fármacos producen efectos secundarios y no es raro encontrar en sus cajas advertencias como “no se administre en mujeres embarazadas”, “si se producen náuseas suspenda su uso” o “evite manejar maquinaria pesada”. Sin embargo, estas sustancias, además de producir una serie de reacciones cuidadosamente estudiadas y enlistadas en los manuales médicos, también generan otras totalmente insospechadas en las regiones más inesperadas.

A Morales Montor se le ocurrió adentrarse en el estudio de estos “efectos colaterales” para, a partir de ahí, proponer nuevos tratamientos, porque, parafraseando un conocido refrán, siempre es posible “enseñarle nuevos trucos a un viejo medicamento”.

En particular, el catedrático se ha enfocado en el estudio de las hormonas esteroides y su participación en el diformismo sexual inmunológico, polarización de la respuesta inmune y presentación antigénica, así como la manera en la que el sistema nervioso central se relaciona con la respuesta inmune en infecciones parasitarias.

Todos estos conocimientos los ha empleado para formular una teoría que él llama “nuevos usos a viejos fármacos”, que consiste en el empleo de hormonas y anti hormonas en terapia parasitaria.

“Hemos tratado de encontrar cómo actúan los compuestos fisiológicos y las hormonas en su papel de moduladores para, a partir de ahí, proponer nuevos tratamientos. Para nosotros, la meta no es desarrollar fármacos tradicionales, sino obtener análogos hormonales que regulen la respuesta inmune y no afecten al hospedero”.

Aplicaciones de la ciencia en vez de ciencia aplicada

Morales Montor admite que la ciencia aplicada es muy importante; sin embargo, “para mí lo son más las aplicaciones de la ciencia”.

La diferencia entre uno y otro concepto, que parece sutil, no lo es, porque “quienes optan por la primera vía, comienzan a investigar con la idea de desarrollar un producto susceptible de patentarse, mientras que los que se inclinan por la segunda, inician con un estudio básico que, con el tiempo, revela utilidades insospechadas. Quizá la intención original nunca fue llegar a ciertos resultados, pero una vez que se obtienen, es menester llevarlos a la industria”.

Esta forma de concebir el quehacer científico —que le permitió deducir por qué las chinampas de Xochimilco habían dejado de producir amaranto y después proponer una solución para dicha infertilidad a partir del lirio acuático—, es la que lo llevó a indagar con diversos medicamentos hasta encontrarles nuevas aplicaciones.

“Lo que busco es entender cómo se relaciona el sistema nervioso con el inmunológico y el endocrino, y ver la manera que tienen estos vínculos de impactar en la salud”. A partir de esta comprensión de la red neuroinmunoendocrina y sus interacciones, es que Morales Montor ha logrado proponer nuevos tratamientos contra los parásitos.

Esta nueva manera de concebir el quehacer médico abre nuevos horizontes en el campo de la salud pública, sobre todo en el llamado Tercer Mundo, donde son más frecuentes las parasitosis.

La importancia de preparar recursos humanos

El laboratorio del doctor Montor no sólo está lleno de matraces, pipetas y uno que otro aparato electrónico, también lo está de jóvenes de bata blanca: algunos parecen estar saliendo de la adolescencia, otros entrando a la madurez.

Se trata de chicos que apoyan al profesor en sus investigaciones y que profundizan en sus estudios, porque para Morales Montor “preparar a estudiantes de todos los niveles debería ser una de las misiones básicas de todo científico, por eso nunca he tenido problema a la hora de aceptar en mi laboratorio a todo tipo de jóvenes, incluso a aquellos que aún estudian la preparatoria, porque esto es verdaderamente crucial para despertar desde temprano su vocación científica”, comenta.

“Muchos investigadores evitan llevar a adolescentes a sus laboratorios porque su paso por estos lugares casi siempre es fugaz (como de dos meses), pero una de mis mayores satisfacciones es ver a chicos que alguna vez estuvieron conmigo y que han entrado directamente a la licenciatura de Investigación Biomédica Básica o al área Químico-Biológica. Saber que trabajando conmigo encontraron qué quieren hacer en la vida es muy gratificante”.

Para el también divulgador, la orientación vocacional es esencial, pero pocos se preocupan por ella, y agregó que él mismo padeció no tener tutores que le brindaran buenos consejos.

De hecho, el catedrático decidió inscribirse en la carrera de Biología tras haber descartado disciplinas como Derecho, Arquitectura o Medicina “porque no quería despertarme en la madrugada por cualquier emergencia. Sin embargo, tuve suerte de querer ser biólogo, porque caí donde tenía que caer”.

Ahora, su meta es dar a los estudiantes la mayor cantidad de herramientas para que se desarrollen en la ciencia. “La clave para hacer que los jóvenes se comprometan con lo que aquí se hace es hacerlos sentir que no son ni mis trabajadores ni mis estudiantes, sino mis colaboradores, eso siempre funciona”.

Ciencia al alcance de todos

“Siempre me ha interesado la divulgación, tanto que además de escribir, cuando puedo me presento en primarias y secundarias”, indicó el parasitólogo.

Hacer la ciencia accesible para todos es un primer paso para crear una nueva cultura en el país, y acercarse a la infancia para enseñarle en qué consiste este trabajo, es casi como encaminarla en la ruta correcta, porque México requiere más investigadores, y los niños de hoy serán los científicos del mañana, acotó.

“Tan sólo de hablar con ellos te das cuenta de su capacidad de observación. Hace no mucho, en la escuela de mi hija, explicaba a sus compañeros acerca de las tenias, unos parásitos aplanados y largos. Al final, se me acercó un pequeño para explicarme que su perro había desalojado una lombriz redonda que no correspondía a mi descripción, y me dijo cómo era. Sólo con esta pequeña observación, que parecía casi salida de boca de un taxónomo, te das cuenta del potencial”.

Morales Montor es enfático al decir que la ciencia es un trabajo eminentemente creativo, “yo no sé dibujar o componer, pero en el laboratorio se pueden hacer cosas originales y nuevas”. Por eso, entre sus planes está el seguir explorando las líneas de trabajo que ha seguido hasta ahora y, ¿por qué no?, dejar que las musas científicas lo inspiren para seguir creando.

Créditos: Boletín UNAM-DGCS-204 – dgcs.unam.mx

CONOCER LA MULTIFUNCIONALIDAD DE LAS HORMONAS PERMITIRÁ DISEÑAR FÁRMACOS ESPECÍFICOS

 
Facebooktwittergoogle_plusmail

• Una hormona sintética reemplaza una función natural, pero genera efectos colaterales indeseables, dijo Juan José Mandoki, de la Facultad de Medicina de la UNAM
• El farmacólogo desarrolló una teoría donde ubica a esas sustancias como multiseñales químicas, con un abanico de respuestas que explica sus variadas funciones

Las hormonas no son mensajeros químicos, como se ha dicho por más de 80 años, son “multiseñales” que responden a receptores específicos para accionar alguna de sus variadas funciones en el organismo, sostuvo Juan José Mandoki Weitzner, de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.

Desentrañar cada una de esas funciones y los mecanismos que ocurren entre una hormona y un tejido o célula para producir selectivamente una determinada actividad química, es fundamental para profundizar en la ciencia básica, pero también para desarrollar nuevos medicamentos más específicos, planteó el profesor e investigador del Departamento de Farmacología de la FM.

En la conferencia “Un nuevo paradigma del sistema endócrino”, en el auditorio A de la Facultad de Química (FQ), como parte del ciclo “La ciencia más allá de las aulas”, Mandoki destacó que estudiar a las hormonas desde la multifuncionalidad es fundamental para avanzar en farmacología.

“Actualmente existen varias hormonas sintéticas que sustituyen con bastante eficiencia la escasa o nula producción de una natural, pero son medicamentos que causan efectos colaterales en los pacientes”, reconoció.

Para reducir esas consecuencias es indispensable conocer los mecanismos naturales que propician una función hormonal específica, pues solamente así se podrán diseñar fármacos que copien actividades selectivas.

De mensajeros a multiseñales

“Por mucho tiempo, se ha dicho que las hormonas tienen una tarea específica y que operan como mensajeros químicos de esa función, pero se ha demostrado que cada una de ellas tiene responsabilidades variadas y precisas. Mi teoría es que son multiseñales químicas que ejercen una determinada labor según el receptor que las active”, explicó Mandoki.

Como ejemplo citó a la adrenalina, una hormona que disminuye la fatiga y el dolor, pero también participa en la vasoconstricción cardiaca y tiene actividad en el hígado y el bazo.

La secretina tiene una misión digestiva, pero también estimula la inmunidad; tiene funciones en el cerebelo y su deficiencia altera la conducta social, agregó el responsable del Laboratorio de Farmacología Celular y Molecular de la FM.

¿Cómo sabe un tejido o una célula cuándo responder al pulso de una hormona para generar una de sus múltiples tareas? La respuesta llevó al especialista a desarrollar, desde hace algunos años, una teoría sobre su multifuncionalidad.

En esa teoría, que fue distinguida con una Mención Especial del Premio Canifarma 2004, Mandoki sostuvo que en un organismo humano existe una rica interacción hormonal que podría tener implicaciones prácticas en el desarrollo de mejores terapias, más fundamentales, porque plantea estrategias para terapias farmacológicas más selectivas.

Mandoki Weitzner ha trabajado especialmente con hormonas sexuales femeninas, pues está convencido que dan origen a otras que podrían ayudar en la cura de varias enfermedades.
Fuente:
Boletín UNAM-DGCS-143
dgcs.unam.mx

Sabersinfin.com

EL AMOR, ¿UN ASUNTO DE HORMONAS?

 
Facebooktwittergoogle_plusmail

• La oxitocina y vasopresina están ligadas a los lazos afectivos que establecen las parejas, explicó Ignacio Camacho-Arroyo, de la Facultad de Química de la UNAM
• Variaciones en los receptores de estas hormonas podrían ayudar a determinar qué hombres son propensos a la infidelidad, añadió el neuroendocrinólogo

Quizá en un futuro no muy lejano, tan sólo baste aplicar una hormona para poner fin al dolor de un amor no correspondido, o un estudio genético permitirá determinar de antemano si nuestra pareja nos será fiel o se irá tras la primera cara bonita que se cruce en su camino, comentó Ignacio Camacho-Arroyo, de la Facultad de Química de la UNAM.

El investigador señaló que esto es factible porque, más allá de la poesía, los arrebatos románticos y las frases cursis bajo la luz de la Luna (o en el Messenger para los más posmodernos), “el amor es un fenómeno neurobiológico complejo e integral que involucra diferentes partes del cerebro, repercute en el organismo y proporciona una gama de sensaciones que van desde placer y gozo, hasta melancolía, obsesión y depresión”.

No es raro que los adolescentes, al sentir los primeros cosquilleos del amor, se muestren más inquietos, frustrados y distraídos, y tampoco es inusual que los padres al observar tal comportamiento se limiten a decir, “es que ya se le alborotó la hormona”, pero ¿qué hay de cierto detrás de esta frase tomada directamente de la sabiduría popular?

“Mucho”, dijo Camacho-Arroyo, quien agrega que “dado que el amor es un asunto complicado, resulta difícil atribuirle a una sola hormona todo este abanico de sensaciones; sin embargo, sabemos que dos de ellas están íntimamente ligadas a estos furores: la oxitocina y la vasopresina”.

La monogamia y el secreto de la supervivencia

Desde hace tiempo se conoce el papel que desempeñan la oxitocina y la vasopresina, pero en relación con otros fenómenos; por ejemplo, se sabe que la primera es muy importante en el trabajo de parto y lactancia, mientras que la segunda, resulta esencial en la diuresis.

Sin embargo, recientemente se descubrió que ambas libran dos batallas simultáneas, pues al tiempo que colaboran en procesos esenciales para el organismo, promueven que los lazos de pareja se estrechen cada vez más, y es que estas hormonas parecen segur al pie de la letra el dicho de “tanto en el amor como en la guerra, todo se vale”.

Estudios en laboratorio han demostrado que el aumento de oxitocina y vasopresina en ratones de pradera hacen que estos animales se mantengan con un solo compañero de por vida y que sean mucho más cariñosos con su prole.

Pero, ¿por qué es importante entender cómo se vinculan afectivamente los roedores? “Porque pasa algo similar con los humanos, además de que el amor está ligado a la supervivencia de las especies. Tomemos de ejemplo el amor de pareja, que lleva a la reproducción, o el amor materno o paterno, que hace que las crías reciban mayores cuidados y, por ende, tengan mayores posibilidades de sobrevivir”, explica Camacho-Arroyo.

De hecho, Darwin argumentaba algo parecido e incluso hoy en día diversos científicos aseguran que el amor “es un asunto de vida o muerte”, como el antropólogo Sydney Mellen, quien en su libro de 1981, The Evolution of Love, indica que sólo el cariño extremo explica que los niños del hombre primitivo hayan sobrevivido a la salvaje vida del pliopleistoceno (hace dos millones de años).

“Como los hijos de los homínidos pasan por un periodo largo de dependencia e indefensión en la niñez, la formación de vínculos duraderos entre los adultos explica el éxito reproductivo de los humanos. Una intimidad fuerte y duradera entre los padres proporciona a sus vástagos una capacidad superior para sobrevivir”, argumentó Mellen.

Para seres gregarios como los hombres, el amor, la solidaridad y la sensibilidad moral están por encima del egoísmo y la predominancia del más fuerte, escribió Darwin en El origen del hombre, la selección natural y la sexual. Esta hipótesis que tiene 130 años aún se mantiene vigente, pero habremos de esperar a ver qué nos dicen los investigadores en el futuro, porque para la ciencia, todo lo que tiene que ver con el amor siempre está en constante evolución.

¿Infieles por herencia genética?

El amor es un asunto evolutivo, pero también psicológico, biológico y químico. “En realidad se trata de un fenómeno tan complejo que involucra prácticamente todo, y a nivel hormonal funciona así: para que la vasopresina y la oxitocina actúen, deben unirse a unas proteínas llamadas receptores, y cuando esta conjunción se presenta, la actividad en todas las células cambia”.

“¿Qué se ha descubierto en relación a este tema?”, preguntó Camacho-Arroyo, a lo que él mismo respondió, “pues que la vasopresina tiene receptores específicos, y en éstos puede haber variantes. Cuando estas alteraciones se presentan, es mucho más factible que el hombre se mantenga soltero o que, si se casa, en poco tiempo establezca relaciones extramaritales o tenga severos problemas conyugales”.

Sin embargo, aunque las hormonas juegan un papel importante en la relación de pareja, eso no significa que todos estemos condenados a la tiranía de la genética, porque “los factores psicológicos e incluso los ambientales y culturales favorecen o no que una persona sea polígama, así que más que una sentencia, tener ciertas variantes de los receptores antes mencionados lo que hacen es determinar una predisposición a ciertas conductas”, aclara el químico.

La testosterona y las primeras fases del enamoramiento

Se sospecha que la proclividad a la infidelidad está ligada a las hormonas, porque así como la oxitocina favorece el apego o el desapego afectivo, hay otras que hacen que los enamorados se asemejen aunque sea un poco, como la testosterona.

Al respecto, el universitario explicó que, naturalmente, la testosterona se encuentra mucho más concentrada en los machos que en las hembras; sin embargo, diversos estudios han demostrado que el hombre, en los primeros meses de enamoramiento, muestra una clara disminución de este andrógeno, mientras que en la mujer sube.

“Esto hace que los varones modifiquen un poco su conducta y se muestren más tranquilos, mientras que las mujeres pueden estar más agresivas o alertas. Sin embargo, cuando pasa esta primera fase del enamoramiento, los niveles vuelven a la normalidad.

Los resultados, publicados la revista Psychoneuroendrochinology, sorprendieron a la comunidad científica porque durante mucho tiempo se creyó que la testosterona era una hormona eminentemente masculina, pero, como señalan algunas campañas de equidad de género, “es un asunto de hombres que también es de mujeres”.

El amor, un asunto estresante

Para Jaime Sabines, “los amorosos son los que abandonan, son los que cambian, los que olvidan”, esto porque el poeta intuía quizá, como han hecho varios científicos, que durante el enamoramiento los cambios que experimentan las personas a nivel conductual son dramáticos.

“Y esto no es de extrañar, porque en esta etapa los afectados experimentan sudoración, cambios en la presión arterial y ritmo cardiaco, e incluso movimientos peristálticos en el abdomen —que no es otra cosa que una forma elegante de decir ‘mariposas en el estómago’—), expuso Camacho-Arroyo.

De hecho —explicó el científico universitario—, es tanto el estrés que produce este sentimiento, que podría ser considerado dañino en algunos casos, que no sorprende que el escritor chiapaneco agregara los siguientes versos a su poema más famoso: “Los amorosos no pueden dormir, porque si se duermen se los comen los gusanos, en la obscuridad abren los ojos y les cae en ellos el espanto”.

Entonces, si el amor genera tales niveles de ansiedad —pregunta el neuroendocrinólogo—, “¿por qué se dice que enamorarse es bueno? Fácil, porque se ha visto que beneficia al organismo e incrementa la salud; además, cualquiera que haya pasado por esto sabe que a fin de cuentas, es muy motivante estar enamorado”.

Se sabe que este estrés, cuando es moderado, mantiene al sujeto optimista, alerta e incluso lo predispone a realizar muchas más actividades que antes, señaló Camacho Arroyo; y como para responderle, Sabines añade: “Los amorosos juegan a coger el agua, a tatuar el humo, a no irse”.

Sin embargo, como sucede con todo, “si el estrés es extremo, como pasa cuando las relaciones son tormentosas, el enamoramiento representa una amenaza a la salud física y a la estabilidad mental”.

Quienes llegan a estos extremos “usualmente despliegan actitudes posesivas, celosas y destructivas, y fácilmente se pierden en la depresión, melancolía y en una percepción alterada de la realidad, donde parecería que todo lo que los rodea es malo”, dijo el científico. “Los amorosos se ponen a cantar entre labios una canción no aprendida. Y se van llorando, llorando la hermosa vida”, responde el poeta.

Pociones y remedios contra el mal de amor

En La Celestina, tragicomedia del bachiller Fernando de Rojas, la protagonista es una vieja bruja que a través de encantos y un lazo robado de la cintura de una doncella, promete despertar en la inocente Melibea una irrefrenable pasión por el enamorado Calixto, pero ¿qué hay de cierto detrás de este tipo de historias?

“De hecho siempre ha habido pociones de amor”, comentó Camacho-Arroyo. Y quien lo dude, tan sólo debe darse una vuelta por el Mercado Sonora para encontrar desde hierbas como el toloache, hasta filtros multicolores o perfumes que prometen subyugar la voluntad del ser querido y hacerlo rogar por cariño.

¿Pero tiene esto algún sustento científico? “No”, asegura el universitario, “pues aunque por ahí se venden incluso sprays con oxitocina, éstos en realidad no funcionan”.

Enamorarse a veces duele, tanto, que para concluir La Celestina, Fernando de Rojas hace decir a Pleberio, padre de Melibea: “¡Amor, amor! Dulce nombre te dieron, amargos hechos haces”. Y es por esto que, desde siempre, el hombre ha buscado sustancias para desembarazarse del llamado mal de amores.

“Este mal tiene que ver con neurotransmisores como la dopamina y serotonina, y como se sabe que fármacos como el Prozac incrementan los niveles de serotonina, se está tratando de ver si algunos antidepresivos sirven para esto.

Hasta ahora no se sabe si se puede hacer algo al respecto, pero probablemente dentro de no mucho sea posible aliviar esta afección, porque para ello sólo se necesita modificar el estado de ánimo del individuo, y para eso ya se sabe que hay diferentes medicamentos psiquiátricos”, expuso Camacho-Arroyo.

En busca de la pareja ideal

El amor siempre es complicado, pero Camacho-Arroyo es optimista y señala que si bien las cosas hoy se antojan difíciles, en el futuro no tendrían por qué serlo; de hecho, “se ha llegado a pensar que cuando la tecnología lo permita, para encontrar a la pareja ideal sólo bastará hacer el estudio genético de algunas variantes de receptores para determinar si el hombre o mujer son proclives a ser infieles”.

El investigador añadió que así como hoy, antes de casarse, se exigen pruebas sanguíneas, quizá en algunos años pusieran exigirse también exámenes de ADN para determinar qué tan propenso es el potencial compañero a la infidelidad. “Claro, esto es ciencia ficción, pero como su nombre lo indica, es ficción basada en la ciencia”.

Por lo pronto, y para ya no especular con lo que podría pasar en el futuro, sino para entender desde hoy cómo operan las hormonas en estos procesos, y en particular las sexuales, Camacho-Arroyo se dice dispuesto a profundizar en las investigaciones que desde hace décadas realiza en su laboratorio, e ignora cuándo esta labor llegará a su fin, “porque este es un trabajo del que estoy profundamente enamorado”.

Fuente:
Boletín UNAM-DGCS-096
dgcs.unam.mx

Sabersinfin.com