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LA BIBLIOTECA DEL ESTUDIANTE UNIVERSITARIO CUMPLE 75 AÑOS DE FOMENTO A LA LECTURA

 
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fomentoalalectura26 de julio de 2014

La Biblioteca del Estudiante Universitario (BEU), una de las colecciones bibliográficas emblemáticas de la UNAM, se fundó en 1939. El primer libro en aparecer bajo su sello fue el antiguo texto atribuido a los mayas, Popul Vuh, que se publicó como El libro del Consejo.

El propósito de sus fundadores estaba orientado a que los libros reflejaran la cultura y la historia mexicanas, así como que fueran de utilidad a los estudiantes universitarios y al público en general.

A 75 años de la aparición del primer ejemplar, Fernando Curiel Defossé, actual director de la BEU, consideró que desde sus orígenes se inscribe en lo que se conoce como la revolución del libro de bolsillo. “La original idea mexicana queda inscrita en una corriente universal que tiene como antecedente el Pocket Book. Surgió 1937 y la BEU en 1939”.

Al reflexionar sobre el formato de esa biblioteca, Curiel Defossé señaló que esa innovación radica, principalmente, en que se le quita lo solemne a la portada y se buscan públicos masivos. Es una decisión democrática desde la imprenta. El libro se abre a otro lector, se modifica el precio y se usa un papel más barato. No es que no tenga sentido el elegante, sino que uno barato, cuidado en su impresión, tiene derecho a estar en el mercado junto al postinero.
Es un fenómeno cultural que tiene que ver con el ascenso democrático, con las cuestiones que van orientadas hacia la apertura de la lectura con tirajes impensables en su tiempo.

Son atributos que distinguen a la colección por el momento histórico, lo que llamaríamos la revolución del libro de bolsillo. Desde su origen –que tratamos de respetar– queda planteado que la colección publicaría textos que refirieran los periodos precolombino, novohispano, moderno y contemporáneo de México, agregó.

No es una colección estrictamente histórica ni literaria, sino una combinación. “La estructura que tiene, a partir de que tuve la fortuna de que se me encomendara su dirección, es la división por épocas, incluso se refleja gráficamente. Esa característica establece la necesidad de una decisión equilibrada de títulos. La idea es justamente cubrir las distintas épocas y, en segundo término, que el carácter sea multidisciplinario”.

De manera que se tiene una preocupación por la temporalidad y la diversidad a las que se une la prioridad de que sea un catálogo vivo; es decir, si un libro se agota, se reedita de inmediato, indicó.

La colección se inscribe en el Programa Editorial de la Coordinación de Humanidades, donde se editan las colecciones históricas de la UNAM –como la Nueva Biblioteca Mexicana, Poemas y ensayos y Nuestros clásicos–, de modo que es parte de una política institucional con mecanismos de discusión y evaluación.

“Eso permite que no sea única, sino que forme parte del programa institucional. Además, al conjugar estos elementos permite otro atributo: ser una pieza de resistencia de cultura mexicana, esto es, el sólo hecho de que ofrezca un menú variado al estudiante, actúa como una resistencia cultural”.

En la enseñanza

Más adelante, se refirió al papel que la colección ha desempeñado en la enseñanza: se ha vinculado al sistema del bachillerato de la UNAM, así, el profesor ve a los libros de la BEU, si no como texto, sí como un complemento a sus cursos.

“Cito en clase a José Vasconcelos cuando habla de las obligaciones institucionales educativas: nuestros dos grandes problemas son la ignorancia y la desigualdad. A los universitarios nos corresponde trabajar con el asunto de la ignorancia, de manera que una colección que ofrece un repertorio esencial de historia, geografía, cultura y poesía –en suma, de ideas mexicanas– es un material inapreciable, no solamente para el estudiante universitario, sino para el no universitario. El saber es un poder, hay que distribuirlo y esta colección obedece a esa idea”, abundó Curiel.

En relación con el repertorio de autores, el académico consideró un acierto que sólo se incluyan mexicanos. “Los autores nacionales no circulan profusamente, hay muchas áreas de la historia de México que hay que volver visibles, tanto del mundo prehispánico y del novohispano, como de los siglos XIX y XX, aclaró.

Respecto de los lectores, aseguró que de tiempo atrás aumenta la preocupación por ampliarlos, pues es “una tarea permanente de la Universidad. La UNAM es una gran formadora de públicos, no sólo lectores, sino radioescuchas, melómanos, teatristas, críticos. Lo que no ha cambiado son las ideas”.

El universitario relató que al hacerse cargo de la colección hizo una revisión de los orígenes y del desarrollo. “Creo que la colección consiguió, con el tiempo, una enorme consistencia, y lo que resulta claro es no perder las líneas de su origen. Lo que hay que cumplir, en primera instancia, es que el estudiante universitario en general tenga a la mano lo que llamo el repertorio esencial de cultura mexicana”.

Una de las grandes colecciones en lengua española, la BEU, está a disposición de la comunidad. Hay que reparar en ese hecho, concluyó.

Entre los especialistas que han coordinado la Biblioteca del Estudiante Universitario se encuentra Roberto Moreno de los Arcos, Agustín Yáñez, Francisco Monterde, José Emilio Pacheco y, actualmente, Fernando Curiel.

Durante 75 años de labor editorial, la colección ha editado 146 números y reunido a importantes autores: Francisco Cervantes de Salazar, Sor Juana Inés de la Cruz, Carlos de Sigüenza y Góngora, Francisco Javier Clavijero, Lucas Alamán, Fray Servando Teresa de Mier, Ignacio Manuel Altamirano, Francisco Bulnes, Mariano Azuela, Amado Nervo y José Juan Tablada.

Además, Germán List Arzubide, José Vasconcelos, Ángel de Campo Micrós, Antonio Caso, Salvador Díaz Mirón, Vicente Riva Palacio, José Joaquín Fernández de Lizardi, Ricardo Flores Magón, Federico Gamboa, Manuel Gamio, Manuel José Othón, Enrique González Martínez, Ramón López Velarde, Alfonso Reyes, Martín Luis Guzmán, Manuel Payno, Emilio Rabasa, Guillermo Prieto y Francisco Zarco, entre otros.

Créditos: UNAM-DGCS-428-2014

CONMEMORAN DOSCIENTOS AÑOS DEL PALACIO DE MINERÍA CON UN LIBRO

 
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palaciomineriaDoscientos años del Palacio de Minería. Su historia a partir de fuentes documentales es un libro impreso a ocho tintas y consta de 11 capítulos y cuatro presentaciones.

Este material —que incluyen más de 300 ilustraciones— se encuentra repartido en las 712 páginas que constituyen el volumen, financiado por la Facultad de Ingeniería (FI), diseñado por Ediciones Nahualito e impreso en QuadGraphics.

Lo recaudado por la venta de mil 300 ejemplares de los que consta el tiraje se destinará a becas para estudiantes de licenciatura de bajos recursos económicos.

Tres años en elaboración

Fueron tres años de labores en los que participaron autores de diversas instituciones, disciplinas y profesiones. Amalgamar esos conocimientos exigió la paciencia y tiempo de quienes dieron forma a este libro de gran formato, con 4.7 kilogramos de peso.

“Nos da una nueva visión desde la historia de la ingeniería, además de que es un volumen con gráfica e información novedosas”, indicó Omar Escamilla González, coordinador de la obra y responsable del Archivo Histórico del Palacio de Minería.

Los 11 capítulos fueron escritos por integrantes de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL), el Instituto de Investigaciones Sociales (IIS), la Dirección General de Patrimonio Universitario (DGPU) y especialistas en ingeniería, arquitectura, historia y restauración.

Para reunir la información, los autores recurrieron a 35 archivos (como el General de Notarías del Distrito Federal), tres fototecas, bibliotecas y hemerotecas. De las 306 imágenes, 265 son de publicaciones poco conocidas y se incluyen planos, instantáneas inéditas y un nuevo estudio fotográfico de Javier Otaola Montagne sobre esta edificación.

Desprendido del Seminario Constructores, Mano de Obra, Técnicas y Materiales de Construcción en México, Siglos XVI-XX. El Punto de Vista Social para los Monumentos Históricos, organizado en 2008 por la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la aparición del libro coincide con las celebraciones por el bicentenario del Palacio de Minería, que concluyen de forma oficial el 3 de abril.

Historia

El Palacio de Minería ha sido sede del Colegio de Minería; de las escuelas de Ingenieros, Nacional de Jurisprudencia, Secundaria Nacional de Niñas y Práctica Militar; de las secretarías de Fomento Industrial y de Agricultura; del Instituto Geológico Nacional; del Ministerio de Instrucción Pública y Cultos; de la Academia de Ciencias y Literatura; de la Pagaduría del Desagüe e incluso de la Cámara de Diputados.

Se edificó sobre una de las calles más conocidas de la capital: Tacuba, antes parte de la calzada que conectaba a Tenochtitlan con Tlacopan-Tacuba.

En el texto se menciona que la permanencia del inmueble se debe al arquitecto Antonio Villard Olea, responsable de todas las tareas de reedificación y quien dedicó 33 años a labores en esa construcción.

Existen cuatro publicaciones previas a este título, una llamada El Colegio de Minería, de José María Castera (1841) y tres con el mismo nombre, El Palacio de Minería, la primera escrita por Manuel Francisco Álvarez en 1910; la segunda por Justino Fernández en 1951 y la tercera —con varias reediciones a partir de 1977— a cargo de la Sociedad de Exalumnos de la Facultad de Ingeniería (SEFI).

Anécdotas

En su larga vida, este edificio —considerado la obra más significativa de Manuel Tolsá— ha almacenado gran cantidad de historias y anécdotas, algunas dadas a conocer en la presentación, como que con éste cierra el periodo colonial e inicia el siglo XIX.

Antes de su construcción, en el predio había dos vecindades, además, del lado de la calle Filomeno Mata se estableció un taller de reparación de carretas. En ese sitio Porfirio Díaz celebró algunos cumpleaños y llegó a albergar billares y hasta una alberca.

Como dato curioso, se añadió que en la hoy Biblioteca Ing. Antonio M. Anza se hallaba el Laboratorio de Resistencia de Materiales de la carrera de Ingeniero Civil y que Concepción de Mendizábal obtuvo el primer título de la especialidad el 11 de febrero de 1930.

Créditos:UNAM-DGCS-141-2014

CARLOS MARTÍNEZ ASSAD, CONTRA LA HISTORIA OFICIAL Y LA FUERZA DE LAS IMÁGENES

 
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Para los historiadores la imagen es el primer indicio de muchas explicaciones de la historia. Es un elemento fundamental para entender la realidad, además de reforzar el discurso escrito, aunque cada quien la verá de acuerdo con su tiempo y lo que trae adentro.
Para Carlos Martínez Assad, galardonado con el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2013, en el campo de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía, “se han manipulado tanto las imágenes y se han utilizado para fines diversos, que a veces es difícil encontrar el sentido más puro que tuvieron en su primer momento”.
Por ello, desde que comenzó sus indagaciones, el emérito del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM, se percató que se debían hacer a un lado las interpretaciones que favorecían o hablaban más de lo que se considera la historia oficial, que se ha construido fundamentalmente desde el poder. Aunque muchas veces son planteamientos reforzados por historiadores orgánicos del sistema en diferentes épocas.
“Mi gran preocupación es que esa historia oficial había ocultado pasajes o los había distorsionado, por eso me di a la tarea, primero, de insistir en una que se contara desde otra perspectiva y así surgió el paradigma de la historia regional mexicana”.
Paralelamente, el universitario agregó otras formas de análisis de la realidad, donde otorgó importancia no sólo a los documentos escritos, sino también a los visuales.
Además, consideró que el cine es un factor fundamental de comunicación y difusor de la realidad. “Lo utilizo para mi interpretación de la Revolución Mexicana; no es un objetivo que busqué en sí mismo, sino más bien un medio para explicarme el proceso revolucionario en un contexto social más amplio”.
Martínez Assad reconoció que cada vez hay más cineastas jóvenes interesados en reconstruir propiamente lo que es la historia del cine durante ese movimiento armado, “como historiadores de la imagen, con quienes me interesa mantener un diálogo constante”.
El caudillismo y el caciquismo es prácticamente el mismo fenómeno con dos formas de expresión, agregó. Son connaturales a los anales de México. Nuestro pasado está lleno de esos personajes influyentes, caudillos que condujeron a batallas importantes.
“En mis trabajos he puesto énfasis en aquellos cacicazgos fuertes que hicieron propuestas políticas importantes y que dieron sentido peculiar a los procesos que encabezaron en sus respectivas regiones. A través de ello, me percaté de cómo se conformó el sistema político mexicano, para lo cual estos cacicazgos fueron piezas fundamentales porque tuvieron bases sociales de apoyo que prefiguraron el corporativismo que el Estado usó para sus fines”.
Respecto al Premio Nacional de Ciencias y Artes que le fue conferido, Martínez Assad (para quien la palabra escrita ha sido clave, aunque desde el inicio de su carrera se dio cuenta del alto poder explicativo de la imagen) señaló: es un reconocimiento amplio a la trayectoria de vida dedicada a la investigación, a la docencia y a la divulgación de la cultura.
“Genera algo tan fuerte que es difícil describirlo… Es como si fuera otra persona, que no fuese uno mismo, a quien se premia. Es una enorme satisfacción y agradecimiento a todo aquello que me ha permitido ocupar la posición que tengo desde la UNAM, donde he realizado mis trabajos y he contado con la solidaridad de investigadores dispersos por todo el país y, desde luego, con el apoyo de grandes maestros, amigos y de la familia, que han estado presentes en lo que llevo de vida”.
Son muchas emociones. “Lo que pasa siempre con estos premios es que no se les espera. Finalmente siempre es una sorpresa muy halagüeña, aun cuando me confronta con los agudos problemas del país”, concluyó.
Créditos: UNAM-DGCS-017-2014

historiaoficialPara los historiadores la imagen es el primer indicio de muchas explicaciones de la historia. Es un elemento fundamental para entender la realidad, además de reforzar el discurso escrito, aunque cada quien la verá de acuerdo con su tiempo y lo que trae adentro.

Para Carlos Martínez Assad, galardonado con el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2013, en el campo de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía, “se han manipulado tanto las imágenes y se han utilizado para fines diversos, que a veces es difícil encontrar el sentido más puro que tuvieron en su primer momento”.

Por ello, desde que comenzó sus indagaciones, el emérito del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM, se percató que se debían hacer a un lado las interpretaciones que favorecían o hablaban más de lo que se considera la historia oficial, que se ha construido fundamentalmente desde el poder. Aunque muchas veces son planteamientos reforzados por historiadores orgánicos del sistema en diferentes épocas.

“Mi gran preocupación es que esa historia oficial había ocultado pasajes o los había distorsionado, por eso me di a la tarea, primero, de insistir en una que se contara desde otra perspectiva y así surgió el paradigma de la historia regional mexicana”.

Paralelamente, el universitario agregó otras formas de análisis de la realidad, donde otorgó importancia no sólo a los documentos escritos, sino también a los visuales.

Además, consideró que el cine es un factor fundamental de comunicación y difusor de la realidad. “Lo utilizo para mi interpretación de la Revolución Mexicana; no es un objetivo que busqué en sí mismo, sino más bien un medio para explicarme el proceso revolucionario en un contexto social más amplio”.

Martínez Assad reconoció que cada vez hay más cineastas jóvenes interesados en reconstruir propiamente lo que es la historia del cine durante ese movimiento armado, “como historiadores de la imagen, con quienes me interesa mantener un diálogo constante”.

El caudillismo y el caciquismo es prácticamente el mismo fenómeno con dos formas de expresión, agregó. Son connaturales a los anales de México. Nuestro pasado está lleno de esos personajes influyentes, caudillos que condujeron a batallas importantes.

“En mis trabajos he puesto énfasis en aquellos cacicazgos fuertes que hicieron propuestas políticas importantes y que dieron sentido peculiar a los procesos que encabezaron en sus respectivas regiones. A través de ello, me percaté de cómo se conformó el sistema político mexicano, para lo cual estos cacicazgos fueron piezas fundamentales porque tuvieron bases sociales de apoyo que prefiguraron el corporativismo que el Estado usó para sus fines”.

Respecto al Premio Nacional de Ciencias y Artes que le fue conferido, Martínez Assad (para quien la palabra escrita ha sido clave, aunque desde el inicio de su carrera se dio cuenta del alto poder explicativo de la imagen) señaló: es un reconocimiento amplio a la trayectoria de vida dedicada a la investigación, a la docencia y a la divulgación de la cultura.

“Genera algo tan fuerte que es difícil describirlo… Es como si fuera otra persona, que no fuese uno mismo, a quien se premia. Es una enorme satisfacción y agradecimiento a todo aquello que me ha permitido ocupar la posición que tengo desde la UNAM, donde he realizado mis trabajos y he contado con la solidaridad de investigadores dispersos por todo el país y, desde luego, con el apoyo de grandes maestros, amigos y de la familia, que han estado presentes en lo que llevo de vida”.

Son muchas emociones. “Lo que pasa siempre con estos premios es que no se les espera. Finalmente siempre es una sorpresa muy halagüeña, aun cuando me confronta con los agudos problemas del país”, concluyó.

Créditos: UNAM-DGCS-017-2014

Antigua imprenta, joya arquitectónica de Leopoldo Rother

 
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Bogotá D. C., nov. 25 de 2013 – Agencia de Noticias UN- Este jueves 28 de noviembre se inaugura “La Imprenta. Edificios que cuentan historias”, segunda exposición del proyecto de Activación y Apropiación del Patrimonio Arquitectónico (APA), liderado por Unimedios, la Dirección de Museos y Patrimonio Cultural y el Ministerio de Cultura.
La muestra se centra en el edificio que ocupa el Museo de Arquitectura Leopoldo Rother, diseñado en el año 1945 por el arquitecto alemán del cual recibe su nombre y construido entre 1847 y 1947 para albergar las rotativas, tintas y grandes rollos de papel de la naciente imprenta universitaria.
Al igual que otros siete edificios de las sedes Bogotá, Medellín, Manizales y Palmira de la U.N., el Museo de Arquitectura Leopoldo Rother fue seleccionado en el proyecto APA por ser uno de los ejemplos más relevantes de la arquitectura moderna en Colombia.
“Fue uno de los primeros edificios que rompió la composición simétrica y canónica que predominaba en la primera mitad del siglo XX en el país”, explica el arquitecto Carlos Niño Murcia, profesor de la Facultad de Artes, en un artículo publicado en UN Periódico.
Rother partió de una composición general asimétrica, con diferentes acentos de formas orgánicas –como en las cubiertas, rampas y escaleras– y fachadas en las que predomina el uso del ladrillo. Fue una obra sin precedentes en el país, que incluso contrastó con esas primeras manifestaciones de arquitectura moderna en la misma Ciudad Universitaria. Se trata de una verdadera joya arquitectónica.
El arquitecto
Leopoldo Rother (Breslau, 1884 – Bogotá, 1978) fue un arquitecto, pedagogo y melómano alemán, quien huyendo de la amenaza que suponía el nazismo para su vida –era de origen judío– llegó a Colombia a mediados de los años treinta del siglo XX.
Rother aprovechó que el Gobierno colombiano, en ese entonces a la cabeza del presidente Alfonso López Pumarejo, estaba contratando arquitectos para trabajar en la Dirección de Edificios Nacionales, adscrita al Ministerio de Obras Públicas.
A su llegada a la capital, teniendo en cuenta su experiencia profesional, le fue encargado el diseño y dirección del plan general de la Ciudad Universitaria de Bogotá, la sede capitalina de la U.N. Sin lugar a dudas, el proyecto más importante de su carrera.
Además, Rother diseñó numerosas obras en diferentes ciudades del país, entre ellas, el edificio nacional de Barranquilla y la plaza de mercado de Girardot. Estas dos construcciones impresionaron gratamente al arquitecto suizo Le Corbusier en 1948.
Historias que cuenta el edificio
Tras albergar la imprenta universitaria hasta 1952, el edificio fue adaptado para el Instituto de Psicología. Luego, entre los años 1956 y 1964, allí comenzó la carrera de Filosofía. Según el profesor Niño, “un programa fundamental que ha enseñado al país a pensar y ha dado luces para comprender el mundo y a la nación”.
A partir de 1964, sus luminosos espacios sirvieron como Biblioteca de la Universidad. Así, allí se reunieron las colecciones que antes estaban dispersas en las facultades y la sala donde se imprimían libros recibió a estudiantes e investigadores ávidos de conocimientos.
Finalmente, desde 1986 se convierte en sede del primer y único museo de arquitectura del país. “Es un espacio tanto de conservación y exposición de documentos, así como de reflexión crítica sobre el pensamiento y trabajo arquitectónico nacional e internacional”, dice el profesor Ricardo Daza, actual director del museo.
Por todos estos hechos históricos tan significativos y sus más que obvios valores arquitectónicos, en el año 1996 el Ministerio de Educación Nacional declaró el edificio como Bien de Interés Cultural de carácter Nacional.
Y la exposición así lo resalta. En las diferentes salas del museo estarán dispuestos ocho cubos –del tamaño de una persona– con fotografías, datos, planos, dibujos y otros documentos de esta obra. Además, habrá una muestra de maquetas sobre diferentes proyectos arquitectónicos de Rother y una línea de tiempo contará la evolución histórica del edificio.
“La Imprenta. Edificios que cuentan historias” se inaugurará el próximo jueves 28 de noviembre, a las 5:00 p.m., como un merecido homenaje a Rother y una de sus joyas arquitectónicas.
Créditos: UNAL-673-2013

UNAL25112013Bogotá D. C., nov. 25 de 2013 – Agencia de Noticias UN- Este jueves 28 de noviembre se inaugura “La Imprenta. Edificios que cuentan historias”, segunda exposición del proyecto de Activación y Apropiación del Patrimonio Arquitectónico (APA), liderado por Unimedios, la Dirección de Museos y Patrimonio Cultural y el Ministerio de Cultura.

La muestra se centra en el edificio que ocupa el Museo de Arquitectura Leopoldo Rother, diseñado en el año 1945 por el arquitecto alemán del cual recibe su nombre y construido entre 1847 y 1947 para albergar las rotativas, tintas y grandes rollos de papel de la naciente imprenta universitaria.

Al igual que otros siete edificios de las sedes Bogotá, Medellín, Manizales y Palmira de la U.N., el Museo de Arquitectura Leopoldo Rother fue seleccionado en el proyecto APA por ser uno de los ejemplos más relevantes de la arquitectura moderna en Colombia.

“Fue uno de los primeros edificios que rompió la composición simétrica y canónica que predominaba en la primera mitad del siglo XX en el país”, explica el arquitecto Carlos Niño Murcia, profesor de la Facultad de Artes, en un artículo publicado en UN Periódico.

Rother partió de una composición general asimétrica, con diferentes acentos de formas orgánicas –como en las cubiertas, rampas y escaleras– y fachadas en las que predomina el uso del ladrillo. Fue una obra sin precedentes en el país, que incluso contrastó con esas primeras manifestaciones de arquitectura moderna en la misma Ciudad Universitaria. Se trata de una verdadera joya arquitectónica.

El arquitecto

Leopoldo Rother (Breslau, 1884 – Bogotá, 1978) fue un arquitecto, pedagogo y melómano alemán, quien huyendo de la amenaza que suponía el nazismo para su vida –era de origen judío– llegó a Colombia a mediados de los años treinta del siglo XX.

Rother aprovechó que el Gobierno colombiano, en ese entonces a la cabeza del presidente Alfonso López Pumarejo, estaba contratando arquitectos para trabajar en la Dirección de Edificios Nacionales, adscrita al Ministerio de Obras Públicas.

A su llegada a la capital, teniendo en cuenta su experiencia profesional, le fue encargado el diseño y dirección del plan general de la Ciudad Universitaria de Bogotá, la sede capitalina de la U.N. Sin lugar a dudas, el proyecto más importante de su carrera.

Además, Rother diseñó numerosas obras en diferentes ciudades del país, entre ellas, el edificio nacional de Barranquilla y la plaza de mercado de Girardot. Estas dos construcciones impresionaron gratamente al arquitecto suizo Le Corbusier en 1948.

Historias que cuenta el edificio

Tras albergar la imprenta universitaria hasta 1952, el edificio fue adaptado para el Instituto de Psicología. Luego, entre los años 1956 y 1964, allí comenzó la carrera de Filosofía. Según el profesor Niño, “un programa fundamental que ha enseñado al país a pensar y ha dado luces para comprender el mundo y a la nación”.

A partir de 1964, sus luminosos espacios sirvieron como Biblioteca de la Universidad. Así, allí se reunieron las colecciones que antes estaban dispersas en las facultades y la sala donde se imprimían libros recibió a estudiantes e investigadores ávidos de conocimientos.

Finalmente, desde 1986 se convierte en sede del primer y único museo de arquitectura del país. “Es un espacio tanto de conservación y exposición de documentos, así como de reflexión crítica sobre el pensamiento y trabajo arquitectónico nacional e internacional”, dice el profesor Ricardo Daza, actual director del museo.

Por todos estos hechos históricos tan significativos y sus más que obvios valores arquitectónicos, en el año 1996 el Ministerio de Educación Nacional declaró el edificio como Bien de Interés Cultural de carácter Nacional.

Y la exposición así lo resalta. En las diferentes salas del museo estarán dispuestos ocho cubos –del tamaño de una persona– con fotografías, datos, planos, dibujos y otros documentos de esta obra. Además, habrá una muestra de maquetas sobre diferentes proyectos arquitectónicos de Rother y una línea de tiempo contará la evolución histórica del edificio.

“La Imprenta. Edificios que cuentan historias” se inaugurará el próximo jueves 28 de noviembre, a las 5:00 p.m., como un merecido homenaje a Rother y una de sus joyas arquitectónicas.

Créditos: UNAL-673-2013

Lincoln, su política de gobierno en el cine.

 
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13 de Febrero del 2013
La película Lincoln es calificada como una obra maestra que centra sus escenas en los últimos meses de gobierno de Abraham Lincoln en Estados Unidos.
Académicos analizaron la situación política durante la jefatura de Lincoln y la representación dramática que dio el director Steven Spielberg del suceso histórico, de la mano de sus personajes, entre ellos Daniel Day-Lewis, quien interpretó a Lincoln.
Sandra  Borda, doctora en Ciencia Política y codirectora del Centro de Estudios Estadounidenses, expresó al programa UN Análisis* de UN Radio: “aunque estamos hablando del último período de la Guerra Civil, es todavía un momento de consolidación del Estado Nacional Estadounidense, pese a que han pasado noventa años de la emisión de la Constitución estadounidense. La guerra tiene lugar precisamente por la división entre el norte y el sur en materia de esclavitud”.
La película muestra la necesidad que tenía Lincoln –quien fue reelecto como mandatario en 1865– de abolir la esclavitud, acompañado de un interés por mantener la unión tal como había sido contemplada en la Carta Magna de 1787.
Al respecto, Diana Rojas, investigadora del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales, y codirectora del Centro de Estudios Estadounidenses de la UN, precisó: “políticamente lo que se está planteando, tanto para Lincoln como para Estados Unidos como proyecto de país, es cómo terminar una guerra sangrienta de cuatro años y cómo crear las condiciones para la reconstrucción y reconciliación; no basta con acabar militarmente los enfrentamientos en los campos sino que es necesario fijar unos principios que sean aceptados por todos para mantener ese proyecto político hacia el futuro”.
Sin embargo, como en toda película de la vida real, surge la cuestión sobre el respeto que pueda tener un director de cine con la historia. En este caso, Spielberg basó su libreto en el libro Equipo de rivales de la historiadora Doris Kearns Goodwin.
Rojas resaltó el reto de hacer una película sobre este personaje: “Lincoln es uno de los líderes políticos más importantes de la historia de los Estados Unidos después de sus fundadores, es el padre de la nación y está en el momento más crítico de este país; así que medirse a recrearlo es como hacer una película sobre Simón Bolívar, donde no se refleja una biografía, sino un momento clave”.
Los expertos observaron, además, la ironía de que los Estados Unidos fue creado con el concepto de que todos los hombres son iguales, pero en ese periodo tuvo esclavos: “pese a que se tenía una Constitución muy progresista y el primer reconocimiento a las libertades civiles, legalmente los esclavos en este momento no clasifican como seres humanos sino como propiedad y así se les entiende; parte de la movimiento que surge alrededor de la Corte Suprema a través de varias decisiones a favor de empezar su reconocimiento” agregó Borda.
Sergio Becerra, investigador en cine y exdirector de la Cinemateca Distrital, aseguró que el film le deja sinsabores: “Spielberg es un gran empresario. Por lo tanto, comenzó a interesarse por la historia solo con La lista de Schindler y aún no es tomado en serio en Hollywood. Aquí el debate no es si el director trastoca o no la historia, es hablar de la esclavitud moderna del siglo XXI que la encarna el pueblo palestino en Israel”.
Aunque esta película también ha generado opiniones encontradas en el mundo de los historiadores, porque algunos solo quieren encontrar en el cine la representación fiel de la realidad, Andrés Molano, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario y de la Academia Diplomática de San Carlos, indicó: “tiene un enorme acierto en varios aspectos: no es una apología de Lincoln sino que logra mostrar su capacidad de ser un personaje aferrado a sus principios y que conocía muy bien el juego de la política, específicamente el recurso de la transacción”.
Finalmente, Carlos Alberto Patiño Villa, profesor de la UN, destacó: “Spielberg muestra cómo se negocia en los procesos democráticos, en los congresos con los partidos para armar decisiones y apoyar acciones legislativas. La película pareciera llegar con un mensaje clave de solicitar a los republicanos el apoyo para la desnaturalización de los inmigrantes ilegales hispanos”.
*Escuche nuevamente el programa en el enlace:
Lincoln, su política de gobierno en el cine – 08 de febrero 2013
UN Análisis se emite de lunes a viernes a partir de las 7:30 a.m. por UN Radio (98.5 FM en Bogotá y 100.4 en Medellín), en el sitio web www.unradio.unal.edu.co o consúltenos en Twitter y Facebook.
Créditos: http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html
“El debate no es si el director trastoca o no la historia, es hablar de la esclavitud moderna”, Sergio Becerra.

“El debate no es si el director trastoca o no la historia, es hablar de la esclavitud moderna”, Sergio Becerra.

12 de Febrero del 2013

La película Lincoln es calificada como una obra maestra que centra sus escenas en los últimos meses de gobierno de Abraham Lincoln en Estados Unidos.

Académicos analizaron la situación política durante la jefatura de Lincoln y la representación dramática que dio el director Steven Spielberg del suceso histórico, de la mano de sus personajes, entre ellos Daniel Day-Lewis, quien interpretó a Lincoln.

Sandra  Borda, doctora en Ciencia Política y codirectora del Centro de Estudios Estadounidenses, expresó al programa UN Análisis* de UN Radio: “aunque estamos hablando del último período de la Guerra Civil, es todavía un momento de consolidación del Estado Nacional Estadounidense, pese a que han pasado noventa años de la emisión de la Constitución estadounidense. La guerra tiene lugar precisamente por la división entre el norte y el sur en materia de esclavitud”.

La película muestra la necesidad que tenía Lincoln –quien fue reelecto como mandatario en 1865– de abolir la esclavitud, acompañado de un interés por mantener la unión tal como había sido contemplada en la Carta Magna de 1787.

Al respecto, Diana Rojas, investigadora del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales, y codirectora del Centro de Estudios Estadounidenses de la UN, precisó: “políticamente lo que se está planteando, tanto para Lincoln como para Estados Unidos como proyecto de país, es cómo terminar una guerra sangrienta de cuatro años y cómo crear las condiciones para la reconstrucción y reconciliación; no basta con acabar militarmente los enfrentamientos en los campos sino que es necesario fijar unos principios que sean aceptados por todos para mantener ese proyecto político hacia el futuro”.

Sin embargo, como en toda película de la vida real, surge la cuestión sobre el respeto que pueda tener un director de cine con la historia. En este caso, Spielberg basó su libreto en el libro Equipo de rivales de la historiadora Doris Kearns Goodwin.

Rojas resaltó el reto de hacer una película sobre este personaje: “Lincoln es uno de los líderes políticos más importantes de la historia de los Estados Unidos después de sus fundadores, es el padre de la nación y está en el momento más crítico de este país; así que medirse a recrearlo es como hacer una película sobre Simón Bolívar, donde no se refleja una biografía, sino un momento clave”.

Los expertos observaron, además, la ironía de que los Estados Unidos fue creado con el concepto de que todos los hombres son iguales, pero en ese periodo tuvo esclavos: “pese a que se tenía una Constitución muy progresista y el primer reconocimiento a las libertades civiles, legalmente los esclavos en este momento no clasifican como seres humanos sino como propiedad y así se les entiende; parte de la movimiento que surge alrededor de la Corte Suprema a través de varias decisiones a favor de empezar su reconocimiento” agregó Borda.

Sergio Becerra, investigador en cine y exdirector de la Cinemateca Distrital, aseguró que el film le deja sinsabores: “Spielberg es un gran empresario. Por lo tanto, comenzó a interesarse por la historia solo con La lista de Schindler y aún no es tomado en serio en Hollywood. Aquí el debate no es si el director trastoca o no la historia, es hablar de la esclavitud moderna del siglo XXI que la encarna el pueblo palestino en Israel”.

Aunque esta película también ha generado opiniones encontradas en el mundo de los historiadores, porque algunos solo quieren encontrar en el cine la representación fiel de la realidad, Andrés Molano, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario y de la Academia Diplomática de San Carlos, indicó: “tiene un enorme acierto en varios aspectos: no es una apología de Lincoln sino que logra mostrar su capacidad de ser un personaje aferrado a sus principios y que conocía muy bien el juego de la política, específicamente el recurso de la transacción”.

Finalmente, Carlos Alberto Patiño Villa, profesor de la UN, destacó: “Spielberg muestra cómo se negocia en los procesos democráticos, en los congresos con los partidos para armar decisiones y apoyar acciones legislativas. La película pareciera llegar con un mensaje clave de solicitar a los republicanos el apoyo para la desnaturalización de los inmigrantes ilegales hispanos”.


*Escuche nuevamente el programa en el enlace:

Lincoln, su política de gobierno en el cine – 08 de febrero 2013

UN Análisis se emite de lunes a viernes a partir de las 7:30 a.m. por UN Radio (98.5 FM en Bogotá y 100.4 en Medellín), en el sitio web www.unradio.unal.edu.co o consúltenos en Twitter y Facebook.

Créditos: http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html