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Estudian en la UNAM tres especies de plantas invasoras

 
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Ecólogos generarán información de la distribución, abundancia y efectos sobre la biodiversidad de un zacate, un arbusto y una orquídea africana
Ecólogos generarán información de la distribución, abundancia y efectos sobre la biodiversidad de un zacate, un arbusto y una orquídea africana

31 de Julio de 2012

Las plantas invasoras representan una de las mayores amenazas para la diversidad vegetal en México, pero no se cuenta con información suficiente de cuáles plantas exóticas pueden ser consideradas dentro de esa categoría.

Para llenar este vacío, investigadores del Instituto de Ecología (IE) de la UNAM trabajan con ciertas especies y analizan sus efectos en los hábitats donde crecen.

El proyecto ‘Distribución, abundancia y efectos nocivos de tres especies de plantas invasoras’, surgió a partir de un diagnóstico que, en colaboración con el Instituto Nacional de Ecología, se hizo sobre la situación de esos organismos en el país, dijo Karina Boege Paré, investigadora del IE.

El actual proyecto se inició hace casi un año con financiamiento de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), y generará información de la biodiversidad del zacate buffel (Cenchrus ciliaris), del arbusto Tamarix ramosissima y de la orquídea africana Oeceoclades maculata.

Catalogación

No todas las plantas exóticas son invasoras. Para echar a andar el proyecto, los universitarios definieron que una en esas condiciones es aquella que irrumpe en una comunidad natural (no sólo un terreno baldío o la orilla de una carretera, sino también la selva caducifolia, la selva alta perennifolia o una zona específica como el Pedregal de San Ángel) y, además, tiene efectos nocivos, ya sea para la biodiversidad local, la economía o la salud humana.

En relación con una lista de 685 especies de exóticas, es decir, que no son originarias del país, Boege Paré y sus colaboradores consultaron a 67 expertos en florística, y encontraron que 250 han sido observadas en al menos una comunidad natural, lo que las define como invasoras (esta información puede consultarse en www.unibio.unam.mx/invasoras/).

Cenchrus ciliaris

“De acuerdo con nuestro diagnóstico nacional, el zacate buffel (Cenchrus ciliaris), el arbusto Tamarix ramosissima y la orquídea africana Oeceoclades maculata son tres de las especies con el grado más alto de invasividad y diseminación en muchos estados”, informó la investigadora.

El primero es muy utilizado como forraje en la ganadería, sobre todo en zonas áridas del norte; sin embargo, este pasto africano invade hábitats como el del matorral xerófilo. Si crece mucho físicamente, evita la llegada de otras especies; otro problema es que, si se seca, origina grandes incendios.

“Estamos convencidos de que ocasiona más problemas. Está diseminado a lo largo y ancho de Sonora y en 23 estados más del país. Ahora tratamos de observar qué pasa si hay mucho, cómo es la diversidad vegetal cerca de él”, apuntó.

Su estudio, emprendido por los universitarios, abarca el sistema carretero de Sonora, porque los censos se hacen a lo largo de estas vías.

Tamarix ramosissima

Otra especie con la que trabajan Boege Paré y sus colaboradores es el arbusto Tamarix ramosissima, que se ha diseminado en las riberas de los ríos, principalmente al norte del país. Aunque no se ha extendido a todo el territorio, genera consecuencias muy graves en los lugares donde aparece, porque consume mucha agua.

En Estados Unidos, donde representa un problema complejo, se han diseñado programas transfronterizos para controlar este arbusto, conocido también como pino salado, porque crece en suelos muy salinos.

“Se conoce que seca el suelo de sus alrededores, pero no se ha ido más allá, no se sabe todavía qué consecuencias tiene en la biodiversidad local”, reconoció.

Oeceoclades maculata

Por lo que se refiere a la orquídea africana Oeceoclades maculata, algunos expertos “nos la reportaron muy dentro de selvas tropicales húmedas, en todo el sureste de México, y nos la describieron que formaba tapetes dentro de la selva, lo que nos pareció muy grave.”

Entonces, Boege Paré y sus colaboradores hicieron censos en Chiapas, Campeche, Tabasco, Veracruz y el sureste de Quintana Roo, y comprobaron que, efectivamente, es muy abundante y está por todos lados, aunque no forma los tapetes densos que les habían descrito.

“No queremos aventurarnos a emitir conclusiones, porque aún no terminamos de analizar los datos; pero tampoco quisiéramos afirmar que esta orquídea no parece representar ningún problema, porque lo que percibimos visualmente nos indica que tal vez estemos en el inicio de un caso de invasión. Si la planta continúa con su proliferación, en unos años sí podría convertirse en un problema”, apuntó.

Ahora bien, se tiene que demostrar que tiene efectos negativos en la diversidad vegetal. “Quizá compita físicamente con otras orquídeas terrestres por polinizadores o por micorrizas (simbiosis entre un hongo y las raíces de una planta); si en verdad crea en el suelo los tapetes densos de los que se habla, puede ser un impedimento para que las especies de las selvas se regeneren, pero hay que demostrarlo”, finalizó.

Lea el artículo en: http://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2012_471.html

Boletín UNAM-DGCS-471
Ciudad Universitaria.

Pérdida masiva de serpientes en Colombia

 
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Se estima que al año son exterminados entre 54 millones y 113 millones 600 mil individuos. Las principales amenazas para lo ofidios son la matanza, destrucción de hábitats, accidentes en carreteras y tráfico ilegal.
Se estima que al año son exterminados entre 54 millones y 113 millones 600 mil individuos. Las principales amenazas para lo ofidios son la matanza, destrucción de hábitats, accidentes en carreteras y tráfico ilegal.

16 de noviembre de 2011

Se estima que al año son exterminados entre 54 millones y 113 millones 600 mil individuos. Las principales amenazas para los ofidios son la matanza, destrucción de hábitats, accidentes en carreteras y tráfico ilegal.

Colombia cuenta con una riqueza de serpientes poco apreciada en la bibliografía científica. La diversidad excede las 270 especies, un horror para la mayoría, pero una ventaja para el país. Solo 48 (18%) son venenosas y presentan riesgo para los humanos.

Estos reptiles se hallan a lo ancho y largo del país, excepto en tierras por encima de los 3.500 metros de altitud y las aguas del Caribe. Para conservarlos, la primera tarea es identificar los peligros en su contra que reducen las densidades y diversidad, así como conocer su distribución geográfica.

Una quinta amenaza tendría que ver con la colecta que realizan los científicos, práctica que el Ministerio de Ambiente quiere equiparar con el tráfico ilegal, algo que no se justifica. Existen muchas dificultades en la calificación de estas cinco categorías. Para la mayoría de ítems, no podemos hacer más que estimar su importancia.

Por su mala fama

No hay datos confiables sobre la primera amenaza, por eso se debe extrapolar para cuantificar. El presente análisis deriva de entrevistas con campesinos en diferentes zonas del país, principalmente en las tierras bajas. Ellos recuerdan con claridad cuándo mataron serpientes.

Cifras en el orden de dos o tres ejemplares eliminados por día son estimaciones con un grado alto de confianza. Los campesinos asumen que todas las serpientes (o los animales similares) pueden ser venenosas. Por eso la matanza cubre también a las inofensivas, culebras ciegas, tatacoas y lagartijas que carecen de miembros. Ese comportamiento puede ser noble al querer proteger a sus familias, pero el desconocimiento deteriora la riqueza biológica y, lo peor, se transmite por generaciones.

Un campesino podría matar entre 700 y 1.400 individuos por año. Al promediar el número de familias rurales en el país y asumiendo la misma tasa de exterminio, este factor suma entre 21 millones y 31 millones de ofidios aniquilados.

Desarrollo en contra

El segundo factor está asociado al grado de desarrollo de las regiones. El sistema de carreteras es desigual, existen más o menos según el número de habitantes. La mortalidad sobre las vías es bien conocida, pero no cuantificada por los biólogos colombianos.

Este tipo de observaciones se han realizado en otros países. Utilizando datos recientes de Brasil (la referencia más cercana), la tasa de mortalidad de serpientes oscila entre 0,9 y 1,9 por día sobre un tramo de 67 km, o entre 1,4 y 2,8 serpientes por día por 100 km de carretera.

Al tomar como aproximación las estimaciones del vecino país, la mortalidad en Colombia por este factor estaría entre 52.600 y 105.300 serpientes arrolladas al año.

Se reducen los hábitats

Con respecto a la destrucción de hábitats, en la región húmeda andina, la destrucción ambiental tiene menor impacto sobre las serpientes porque no existen muchas especies. Sin embargo, puede ser tan extensiva que llega a formar una “unidad” ecológica, por ejemplo la zona cafetera, en donde estos reptiles se encuentran en grave peligro.

En los departamentos de Caquetá y Meta, así como en la región del Magdalena Medio, la pérdida de los entornos naturales húmedos ha impactado severamente a las culebras, que no son capaces de adaptarse a un ambiente más cálido y seco; por eso han tenido que emigrar a sitios que tampoco les ofrecen protección.

La situación para las especies nativas de bosques secos es distinta, pues su microclima no es marcadamente diferente al de las praderas. Sin embargo, sí es un cambio brusco para los anfibios y otros reptiles que son presas de las serpientes. Ello implica un impacto indirecto.

Según observaciones en campo, el costo biológico que se puede determinar es que por la tala de cada hectárea puede haber pérdida directa de entre 100 y 250 individuos. Si se tiene en cuenta que la tasa anual de corte de bosques (tanto nativos como secundarios) en el país es de 330.000 ha, la pérdida directa de serpientes está entre 33 millones y 82 millones 500 mil.

Es mucho más grave que la matanza indiscriminada por parte de los campesinos. Igualmente, teniendo en cuenta que el 58% de la madera que se extrae de los bosques es legal, es decir que cuenta con permiso de las Corporaciones Autónomas Regionales (CAR) y del Ministerio de Ambiente, entonces se puede deducir que entre 19 millones 140 mil y 47 millones 850 mil serpientes mueren por la complacencia del Gobierno.

Tráfico, no menos preocupante

El tráfico de animales también agudiza la situación, aunque en este caso se restrinja a pocas especies. Ejemplares como los güíos (Boa constritor) apreciados en los mercados internacionales y nacionales; las cascabeles (Crotalus durissus), y algunas talla equis (Bothrops asper), apetecidas en la medicina tradicional, están en la mira de los traficantes. Por este factor se eliminan del ambiente entre 1.000 y 5.000 ejemplares por año.

Créditos: agenciadenoticias.unal.edu.co