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Desarrollan en la UNAM método de identificación de contaminantes vegetales

 
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Tiene múltiples ventajas sobre los que ya se usan, como la reducción del tiempo de análisis, la sensibilidad y la realización simultánea del estudio de todos los compuestos, explicó Araceli Peña Álvarez, de la FQ
Tiene múltiples ventajas sobre los que ya se usan, como la reducción del tiempo de análisis, la sensibilidad y la realización simultánea del estudio de todos los compuestos, explicó Araceli Peña Álvarez, de la FQ

31 de Julio de 2012

Un equipo de investigación de la Facultad de Química (FQ), encabezado por Araceli Peña Álvarez, desarrolla un método de identificación y determinación de contaminantes emergentes en vegetales como la lechuga, el perejil o la espinaca.

Se trata de un proceso con múltiples ventajas sobre los que ya se usan. Entre ellas, la considerable reducción del tiempo de análisis, la sensibilidad y la realización simultánea del estudio de todos los compuestos, aunque sean de diferente naturaleza o polaridad.

La científica explicó que un contaminante emergente es cualquier producto antropogénico y genobiótico utilizado por las personas para cubrir necesidades generales de la vida diaria, de cuidado personal o con motivos cosméticos, que se desechan y se hallan principalmente en aguas residuales.

A diferencia de los desechos tóxicos, que sí están regulados, los emergentes se tiran sin control: fármacos, cosméticos caducos y fragancias, entre otros, que a la larga, podrían generar daños a la salud, aunque eso no se ha probado; además se liberan a través de la orina, aclaró la experta.

Las plantas de tratamiento están diseñadas para remover otros compuestos, pero no los de este tipo. En México, el agua residual tiene diferentes usos después de ser tratada; entre ellos, la recarga de lagos artificiales y el riego de cultivos. De ese modo, los vegetales comestibles podrían contaminarse.

En agua y sedimentos de plantas de tratamiento, Peña Álvarez y su equipo hallaron fármacos y desinfectantes como ibuprofeno, naproxeno, diclofenaco, carbamazepina e, incluso, estrógenos como estrona. De éstos, los identificados en las muestras vegetales provenientes de cultivos de Xochimilco fueron el bisfenol, y en mayores concentraciones, el triclosán, desinfectante de uso común en dentríficos, jabones y talcos.

La universitaria aclaró que es el primer trabajo que hacen al respecto, y que aún se requiere llevar a cabo un muestreo representativo. “El análisis es preliminar, pero sí encontramos este compuesto en concentraciones muy bajas”, del orden de 0.5 nanogramos por gramo, es decir, partes por billón.

Ante la importancia del problema, se requiere no sólo el desarrollo de métodos para identificación, sino de cuantificación y, posteriormente, para determinar los efectos tóxicos.

Para llegar a esos resultados, “propusimos el método de extracción con barra magnética (SBSE, por sus siglas en inglés), que consiste en colocarla recubierta con una sustancia que absorbe ese tipo de compuestos. Después, ya concentrados, se desorben y se inyectan en el sistema de identificación, que en este caso es cromatografía de gases acoplado a espectrometría de masas (CG-EM)”.

A diferencia de otros métodos, como cromatografía de líquidos, éste tiene ventajas, como el tiempo de análisis (de hasta más de 16 horas de acuerdo con el tipo de compuesto, a sólo una) y los pasos mínimos de preparación de las muestras.

Las matrices vegetales elegidas fueron lechuga, perejil y espinaca, que primero requieren ser liofilizadas, es decir, deshidratadas. De ahí se pasa al análisis, se toma una cantidad de miligramos y se adiciona una mezcla de disolvente para hacer una extracción previa con ayuda de una sonda ultrasónica. Después, se coloca la barra magnética, se ajusta el pH y se hace la extracción por alrededor de media hora.

Luego, abundó, se retira la barra y se adiciona un disolvente, en este caso acetona, y se desorben los analitos (compuestos contaminantes).

Antes de inyectarlos en el equipo de gases-masas, se derivatizan, es decir, se modifica su estructura química con una reacción para que sean volátiles. Todo el proceso hasta la obtención de resultados dura alrededor de dos horas.

Peña reconoció que se pudieron identificar los compuestos, pero no cuantificarlos de manera adecuada, porque están a una concentración muy baja, “lo que indica que tenemos que bajar los límites. La precisión debe ser mayor, con un coeficiente de variación menor, para que sea confiable”.

Esa meta no se ha alcanzado porque no se entienden bien a bien las interacciones existentes entre las matrices vegetales y los analitos. “No hemos encontrado cómo resolver esas relaciones y que nuestro método sea más preciso. Falta mucho por mejorar”.

Los primeros resultados de esta investigación ya fueron presentados en el XXV Congreso Nacional de Química Analítica. Además de ser parte de una tesis de maestría, será dada a conocer en artículos de revistas especializadas en cromatografía o preparación de muestras, finalizó la científica.

Boletín UNAM-DGCS-472
Ciudad Universitaria.

CON UN LABORATORIO SOBRE RUEDAS, ANALIZAN CONTAMINANTES DEL SUBSUELO

 
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• Toma de muestras, análisis de cromatografía de gases, gráficas por computadora y diagnósticos in situ, se realizan a bordo de una camioneta con equipo científico
• El vehículo está a cargo de Marcos Adrián Ortega Guerrero, del Centro de Geociencias de la UNAM, quien caracterizó el subsuelo de la ex refinería de Azcapotzalco

Una camioneta larga, tipo panel, aguarda en un área techada del estacionamiento del Centro de Geociencias de la UNAM, en Juriquilla, el próximo viaje de Marcos Adrián Ortega Guerrero, para evaluar el subsuelo contaminado en alguna región del país.

A simple vista, el vehículo parece convencional, pero al abordarlo se descubre que el espacio de los asientos traseros está ocupado por tubos metálicos, equipos de análisis químico, una computadora y una máquina hidráulica que, con solo mover tres palancas, se desplaza por la puerta trasera para luego levantarse tres metros fuera del vehículo e iniciar la toma de muestras a profundidades que van de 10 a 15 metros bajo tierra.

Se llama Laboratorio Móvil de Rastreo de Contaminantes del Subsuelo y es, desde 2005, una herramienta de trabajo de Ortega Guerrero y sus colaboradores, quienes dentro de esa camioneta pueden hacer análisis completos, que van del registro de muestras al diagnóstico de un sitio.

“El equipo cuenta con 10 tubos, cuya función es bajar varios metros al subsuelo con un electrodo adentro para tomar las muestras. La parte vital es el electrodo, que tiene una celda por la que entran los gases del subsuelo, y una placa que calienta a 120 grados, volatiliza los gases, y éstos entran al tubo por difusión molecular”, explicó el investigador.

Dentro del tubo, los gases suben y llegan a un cromatógrafo, donde se caracterizan químicamente.

En el cromatógrafo se analiza la muestra previamente volatilizada, y se detectan sus componentes, que se separan de acuerdo a su peso molecular. Así, los especialistas identifican los contaminantes y comprueban, por ejemplo, la presencia de hidrocarburos en el subsuelo.

Con este sistema se puede detectar la presencia de hidrocarburos en agua, suelo y en su fase de vapor.

“Con ayuda del equipo hidráulico, los tubos bajan entre 10 y 15 metros bajo tierra, pero solamente funcionan en sedimentos muy suaves; desgraciadamente, no en suelos duros ni en roca”, aclaró el ingeniero geólogo, con maestría en aguas subterráneas y doctorado en contaminación de acuíferos.

El investigador del Centro de Geociencias comentó que con el equipo del Laboratorio Móvil caracterizó, junto con sus colaboradores, el subsuelo de la ex refinería 18 de Marzo, ubicada en Azcapotzalco.

“Estuvimos tres o cuatro años allí, para detectar la presencia de hidrocarburos en el subsuelo”, señaló.

En su próxima salida, la camioneta se utilizará para hacer una evaluación del subsuelo en la capital de Zacatecas, que ha sufrido un derrame de gasolina.

“En esa entidad hay una fuga de gasolina muy importante, y van a solicitar a la UNAM apoyo para ver si podemos identificar la fuente y proponer algunas medidas de restauración”, finalizó Ortega Guerrero.

Fuente:
Boletín UNAM-DGCS-120
dgcs.unam.mx

Sabersinfin.com