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Persistíra la voluntad en los precios de alimentos en el mundo

 
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28 de octubre de 2013

Persistíra la voluntad en los precios de alimentos en el mundo
Persistíra la voluntad en los precios de alimentos en el mundo

• Estará vinculada a incrementos en costos de producción y transporte, pérdida de cosechas por fenómenos climáticos y disminución de ingresos de la población, advirtió Luis Gómez Oliver, de la Facultad de Economía de la UNAM

Hoy, los precios de los alimentos son 60 por ciento mayores a los registrados en 2006. A largo plazo, la volatilidad persistirá a nivel mundial, vinculada con incrementos en costos de producción, transporte y dificultades financieras, económicas y en el abasto de energéticos, advirtió Luis Gómez Oliver, de la Facultad de Economía (FE) de la UNAM.

En consecuencia, aumentará la cifra de población con hambre en el mundo —que actualmente supera los 800 millones de personas—, los niveles de pobreza e inflación, los problemas de balanza de pagos de los países importadores y los costos fiscales en todas las regiones del planeta, expuso en el XXXIII Seminario de Economía Agrícola del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de esta casa de estudios.

Al inaugurar el foro con el tema Políticas públicas, agropecuarias, ambientales y sociales: orientación y sinergia, Verónica Villarespe, titular de esa entidad, aludió a la necesidad de evaluar las estrategias y programas aplicados en el sector agrícola desde distintas disciplinas, en sus vertientes de productividad, asistencialismo, ambiente y transversalidad.

Con el seminario realizamos un merecido homenaje a Ernest Feder y Nicolás Reig, quienes abrieron brecha en la investigación del ámbito rural, al vincular la ciencia con la política pública, subrayó.

Factores estructurales de la crisis

Gómez Oliver explicó que la crisis alimentaria global tiene su origen, entre otras causas, en la falta de inversión en el sector agrícola y la marginación rural, las pérdidas de cosechas por fenómenos climáticos, restricciones a las exportaciones e incremento en el consumo de alimentos de origen animal en los países con economías emergentes, como Brasil, India y China.

Está vinculada a las dificultades energéticas y económicas, lo que implica una doble presión para la población de escasos recursos por la pérdida de empleos y la disminución de los ingresos, que generan condiciones de inseguridad alimentaria.

Además, los gobiernos tienen una capacidad reducida para responder a las nuevas urgencias sociales con apoyos directos a los sectores vulnerables o un abastecimiento general más completo, lo que se complica con la especulación en los mercados, puntualizó el colaborador de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés).

Tiene efectos en los niveles de pobreza, porque al dedicar más recursos a la alimentación, se destinan montos menores a otros rubros. Entre 2006 y 2008, al menos 105 millones de personas cayeron debajo de la línea de carencia, lo que significó siete años de progreso perdidos en la lucha para erradicarla.

Respecto a la inflación, explicó que el impacto de la crisis alimentaria en este indicador es más visible en los países en desarrollo, que dedican, en promedio, entre 30 y 40 por ciento de su ingreso a la compra de alimentos.

Entre 2006 y 2011, los territorios con déficit en la producción de comestibles pagaron 35 por ciento más de lo que devengaban antes de registrarse las alzas mundiales más altas, lo que implicó presión en cuentas fiscales y equilibrio externo.
Objetivos del Milenio

El economista refirió que la consecuencia más grave de la crisis es el aumento de la población con hambre. En África, el 23 por ciento de los habitantes la padece, en comparación con Europa, región donde sólo una persona de cada 100 carece de alimentos suficientes.

Eso implica problemas para reducir a la mitad la proporción de personas que padecen hambre, meta principal de los Objetivos del Milenio. El problema se vinculará al incremento de los niveles de obesidad y sobrepeso, que causan enfermedades y aumentan la morbilidad.

Entre 1980 y 2008, la proporción de la población mundial que las presenta aumentó de 23 a 34 por ciento, lo que implica un incremento de las muertes por padecimientos cardiovasculares y diabetes, entre otras.

Los países en desarrollo presentan una doble carga: al mismo tiempo que registran desnutrición, sus habitantes padecen sobrepeso y obesidad, condiciones que impactan en los sistemas de salud nacionales y derivan en costos fiscales.

Créditos: UNAM-DGCS-645

Abandono del campo, causa de la crisis alimentaria

 
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17 de febrero de 2011

Emilio Romero Polanco, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.
Emilio Romero Polanco, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.

• México tiene el potencial territorial, recursos y fuerza de trabajo para abatir la dependencia en ese rubro, afirmó Emilio Romero Polanco, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM
• De cada 100 kilogramos de maíz que requerimos, 33 los tenemos que importar

La crisis alimentaria en México es producto del abandono del campo, advirtió Emilio Romero Polanco, del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM, y propuso revisar la política agropecuaria, impulsar la producción, otorgar créditos, reforzar subsidios, impartir asistencia técnica y rescatar los mecanismos de comercialización, para tener un sector agrícola que responda a la demanda en el país.

“México tiene potencial territorial, recursos y fuerza de trabajo para abatir al 100 por ciento la dependencia alimentaria, por ejemplo, en maíz”, afirmó.

A partir de la década de los 80, recordó, se invirtió en exportaciones ganaderas, cultivo de hortalizas, frutas, productos tropicales y orgánicos, en detrimento de las cosechas de granos básicos, por recomendaciones del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

Las tasas de crecimiento del sector agroexportador, precisó, no alcanzan a compensar las compras masivas de alimentos “ante la destrucción de la economía campesina, en la que descansaba la autosuficiencia en la materia”.

Tenemos en maíz una dependencia del 33 por ciento, “de cada 100 kilogramos que requerimos, 33 los tenemos que comprar”. En trigo, las importaciones ascienden al 55 por ciento; soya, 95 por ciento, y arroz, 32 por ciento.

Hasta 1980, recordó, México no adquiría más del cinco por ciento de sus necesidades alimentarias, “era un país que garantizaba su autosuficiencia”. Hoy, el porcentaje asciende, en promedio, al 50 por ciento. En 2009, el monto total de importaciones de productos agrícolas, agroindustriales, alimentos, bebidas y tabaco, alcanzó los 18 mil 943 millones de dólares.

Crisis global alimentaria

Entre 2007 y 2008, dijo, se registraron, a nivel mundial, alzas significativas en los precios de granos básicos y alimentos, lo que provocó una crisis alimentaria en las regiones más pobres del mundo, seguida de inestabilidad política y disturbios sociales en varias naciones. El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, alertó, en 2008, que unas 100 millones de personas “pueden verse seriamente en riesgo por la crisis”.

“En ese periodo, el promedio del aumento internacional de precios fue del 45 por ciento; destacaron los cereales, con 62 por ciento; aceites vegetales, 85 por ciento, y productos lácteos, 69 por ciento”, refirió el universitario.

Romero Polanco advirtió que el detonante de esta crisis fue la decisión tomada en 2007, por la administración de George W. Bush, de fomentar la producción de etanol a partir del maíz.

“Estados Unidos es el primer productor y exportador mundial del grano, y en lugar de venderlo como alimento en el mercado internacional, lo transforma en combustible para el consumo interno y así aminorar la dependencia que tiene del petróleo”. En la actualidad, precisó, la fabricación del biocombustible acapara casi 40 por ciento del maíz originado en aquella nación.

El precio actual y futuro de los productos agrícolas, señaló, se incrementó en las últimas semanas, ante la frecuencia creciente de fenómenos naturales asociados al cambio climático; “mientras no se controle el calentamiento global, existirán condiciones muy inciertas, como huracanes, inundaciones, sequías y plagas”, aseguró.

Otro factor fundamental a considerar, agregó, son las maniobras financieras de inversionistas que, en la crisis de 2007, retiraron sus recursos del sector inmobiliario y los colocaron en el mercado de futuros de Chicago, con todo tipo de granos. “Especulan con el hambre de los pueblos”.

Respecto a la introducción de semillas transgénicas en los cultivos, admitió que hay un gran debate, pero está demostrado que el incremento en la productividad, al utilizarlas, “no es tan significativo”. En México, afirmó, inquieta la posibilidad de que se vulnere la biodiversidad de los maíces locales, en detrimento de la seguridad alimentaria del país.

En 2011, mencionó el investigador, ese rubro ya rebasó el mayor incremento en sus precios, “todas las organizaciones internacionales, así como las grandes empresas agroalimentarias y analistas señalan que, por lo menos en los próximos 10 años, el mundo seguirá con esta problemática”.
Créditos: UNAM-DGCS-100-2011/unam.mx