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AMÉRICA LATINA ENFRENTA EL RETO DE CRECER Y EVITAR EL DESASTRE AMBIENTAL: CLAUDIO KATZ

 
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crecimientoambientalFrente al escenario global de crisis con recesión en Estados Unidos, Europa y Japón, desequilibrios en China, vulnerabilidad en las economías intermedias y degradación de los territorios periféricos, América Latina (AL) enfrenta el reto de elegir un proyecto de desarrollo que evite el desastre ambiental e incentive las tasas de crecimiento, expuso en la UNAM el economista argentino Claudio Katz.

El titular de la Cátedra Maestro Ricardo Torres Gaitán del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de esta casa de estudios, subrayó que en la región persisten desigualdades sociales a la par que avanza un proceso de integración a los mercados internacionales que sólo beneficia a sectores privilegiados.

Es un proceso marcado por la destrucción del ambiente que puede conducir a una situación crítica si la contaminación mantiene sus efectos en el aumento del nivel del mar, derretimiento de los glaciares o en problemas ecológicos. Esta crisis de la civilización de largo plazo amenaza a la humanidad, advirtió.

El sistema de competencia económica no tiene freno, al punto de generar desequilibrios que pueden destruirlo a él y al planeta, expuso al impartir la conferencia magistral América Latina en la mutación global.

Desarticulación regional

En el auditorio Ricardo Torres Gaitán del IIEc indicó que las economías latinoamericanas producen petróleo, alimentos, minerales y otros elementos básicos para los mercados globales sin tomar en cuenta los costos ambientales de obtener materias primas. “Sucede con la minería a cielo abierto, que implica la destrucción de ecosistemas locales en aras de ampliar las exportaciones”, ejemplificó.

Esto implicó la desarticulación de las industrias nacionales para garantizar bajos costos salariales y altos niveles de productividad, lo que genera desempleo y migración en masa en la región. Nuestros países tienen economías desintegradas y desarticuladas, explicó.

Katz, galardonado con menciones honoríficas del Premio Libertador al Pensamiento Crítico, aseveró que las economías latinoamericanas están marcadas por el trabajo precario, falta de empleos estables y la desintegración familiar. En las grandes ciudades, los sectores menos favorecidos buscan en la criminalidad y el narcotráfico formas de sobrevivir.

Además, las élites de multimillonarios están asociadas a los movimientos mundiales de capitales. Antes de reinvertir sus fortunas en actividades productivas locales, buscan las ganancias que pueden obtener en otros territorios. La clase dominante está más alejada de sus raíces que antes, sostuvo.

Frente al empobrecimiento y carencia de oportunidades y servicios de millones de personas, se destinan recursos mínimos del Estado para crear redes asistenciales de prevención para contener a las poblaciones de la región antes que brindarles empleo y garantizarles niveles de vida dignos.

Finalmente, el académico planteó que la construcción local de comunidades, mercados internos y economías constituye el primer paso para enfrentar la crisis del modelo hegemónico en AL y consolidar sociedades en armonía con la naturaleza.

Créditos:UNAM-DGCS-198-2014

Sectores agrícola e industrial necesitan crecer a más del 5%.

 
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11 de Febrero del 2013
En el último año la industria creció un 0% y en otros sectores la cifra es negativa, según lo afirmó el exministro de Hacienda Óscar Iván Zuluaga durante la Cátedra Colombia de la Facultad de Ingeniería.
Este espacio académico de la Facultad de Ingeniería busca incentivar a los estudiantes para que aprovechen las oportunidades que tienen como ingenieros en todas las regiones colombianas.
El exministro Zuluaga fue invitado a la sesión inaugural para hablar sobre el estado de la economía global y local, el TLC, cifras de crecimiento, sectores en riesgo, educación pública y Ley 30.
Según Zuluaga, el crecimiento industrial del 0% es una de las principales causas por las cuales la economía del país se está desacelerando.
“La agricultura no crece a más del 2% y el país necesita un sector agrícola e industrial que crezca a más del 5%. Si esto no ocurre se va a provocar un marchitamiento de estos sectores. Crecen mucho la minería, el comercio y la economía de servicios, y cada vez pierden más participación estos dos sectores”, dijo.
Y agregó: “Hay que ser conscientes de que justo estos dos sectores son la base de la creación de empleo. Es en ellos en donde el país se puede concentrar para encontrar la gran innovación, la ciencia y tecnología y la investigación”.
En entrevista con Agencia de Noticias UN, Óscar Iván Zuluaga dio las siguientes declaraciones.
¿Cómo encuentra la economía actual en Colombia?
Durante los últimos cinco años, la economía mundial ha vivido la crisis más profunda de los últimos ochenta años; lo que ha provocado cambios sustanciales en el marco económico nacional.
Colombia está enfrentando actualmente un ciclo de menor crecimiento económico. Eso envía unas señales de alerta y preocupación, pero también unos mensajes claros sobre cuáles deben ser los correctivos.
El país debe emprender unas acciones de política pública para poder tener un camino exitoso. La seguridad, la educación, la infraestructura y el acceso al crédito son elementos fundamentales para que Colombia pueda avanzar y consolidar un crecimiento económico con mayor inclusión social.
¿Cuáles son los mensajes sobre los correctivos para que haya crecimiento?
Se debe revisar el balance del crecimiento económico. Hay preocupación porque la industria no crece y porque la agricultura también tiene bajas tasas. Lo que el país debe hacer es, a partir de las oportunidades actuales, tener un crecimiento mejor balanceado.
Está bien tener riqueza minero-petrolera o una economía que florezca en el sector de servicios, pero el país tiene que repensar su modelo de desarrollo económico. Es necesario entender que el éxito es lograr un crecimiento alto de la industria y la agricultura. Es ahí en donde está el valor agregado y el verdadero empleo. Allí es en donde pueden estar las oportunidades de desarrollo regional.
Por eso, la cuestión es la de cómo balancear ese crecimiento económico sin renunciar a las riquezas que se tienen; la de cómo crear una política que incentive y estimule el desarrollo de la agricultura y la industria como pilares de crecimiento.
¿Cuál es el resultado de este primer año del TLC con EE. UU.?
Existen datos sobre movimiento general de cifras de comercio. No se debe pretender que se vean resultados de manera inmediata en su primer año de puesta en marcha. Este es un proceso a largo plazo. Cuando se firman TLC lo que se está logrando es una apertura para toda la vida de los mercados. Son estrategias cuyos avances se ven más adelante.
De todos modos, el comercio con Estados Unidos ha crecido, naturalmente estos tratados estimulan la inversión. El tratado está en la primera etapa, en la cual se mira cómo crear más inversión para después desarrollar más comercio. Indudablemente, para Colombia es muy importante este avance de inserción en la economía global para aumentar su base productiva.
¿Qué sectores se han visto en riesgo por los tratados?
Yo creo que, en general, lo que el país tiene que mirar es para qué firma tratados de libre comercio. Hoy, cerca del 65% de las exportaciones nuestras son petróleo. Obviamente, los TLC no son para vender más petróleo o carbón, sino para incentivar la ampliación de esa base productiva, para desarrollar un sector agrícola e industrial que agrande el mercado.
La apuesta de Colombia debe ser ampliar su base, desarrollar nuevos sectores, nuevas estructuras productivas porque va a tener más mercado para ello.
El país podría ampliar su frontera agrícola de manera significativa, además de los productos tradicionales como el café, el banano, plátano, flores; lo que le permitiría diversificar su estructura productiva y exportadora.
¿Cómo se encuentra la educación colombiana y hacia dónde se dirige?
Colombia tiene un reto muy grande… Hay avances, pero todavía se está muy lejos de que la educación sea realmente un factor de productividad del país. Los niveles de investigación, de ciencia y tecnología e innovación son de los más bajos en América Latina.
Los niveles de cobertura en educación superior no pasan del 40%. La calidad de la educación pública a nivel de básica primaria y bachillerato es muy deficiente. Las diferencias entre el sector urbano y rural son enormes. La brecha entre la educación pública y privada, básica y media, es muy grande.
El país tiene que pensar que, si quiere aumentar la productividad, construir una clase media e impulsar una verdadera movilidad social, la apuesta fundamental tiene que ser por la educación.
¿Hacia dónde se debería dirigir la reforma de la Ley 30?
Fundamentalmente, lo que se tiene que buscar es cómo incrementar la calidad. Esa es la razón de ser de la educación superior. Significa tener recursos complementarios para ampliar la cobertura y el campo de acción. Significa enfocarse en cómo lograr que los estudiantes y profesores puedan dar mayores niveles de rendimiento y resultados.
Las universidades deben estar más conectadas con las necesidades del sector productivo. Se necesitan muchos investigadores que hagan investigaciones para el desarrollo productivo.
¿Qué requiere esa reforma en cuanto a financiación?
Se requieren más recursos estatales. El Estado tiene que fortalecer la universidad pública, de manera que pueda competirle con más eficiencia a la privada. La universidad pública necesita inversión en laboratorios, más infraestructura y ampliar la cobertura.
Colombia es un país de ciudades y de regiones. Como tal tiene que pensar en que debe tener una mayor presencia regional. Por ejemplo, un departamento tan rico en recursos minerales y regalías como el Cesar no cuenta con una universidad pública. Esa debería ser una prioridad  enorme. Si las regalías se están generando de manera considerable, la prioridad debería de ser esa.
Esa debe ser una mirada clara. La educación superior pública en muchas instancias es de calidad. Tiene un avance de profesores con doctorado muy notorio que podría proporcionarle al país una ampliación sustancial de su cobertura y su nivel de investigación.
¿Qué se necesita para que la Universidad Nacional de Colombia llegue pronto al departamento del Cesar?
Se requiere más voluntad política y no solo convenios. Se trata de tener una universidad con una infraestructura como corresponde. El país tiene que pensar en eso.
Créditos: http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html
Primera sesión de la Cátedra Colombia. Su invitado fue el exministro de Hacienda Óscar Iván Zuluaga.

Primera sesión de la Cátedra Colombia. Su invitado fue el exministro de Hacienda Óscar Iván Zuluaga.

11 de Febrero del 2013

En el último año la industria creció un 0% y en otros sectores la cifra es negativa, según lo afirmó el exministro de Hacienda Óscar Iván Zuluaga durante la Cátedra Colombia de la Facultad de Ingeniería.

Este espacio académico de la Facultad de Ingeniería busca incentivar a los estudiantes para que aprovechen las oportunidades que tienen como ingenieros en todas las regiones colombianas.

El exministro Zuluaga fue invitado a la sesión inaugural para hablar sobre el estado de la economía global y local, el TLC, cifras de crecimiento, sectores en riesgo, educación pública y Ley 30.

Según Zuluaga, el crecimiento industrial del 0% es una de las principales causas por las cuales la economía del país se está desacelerando.

“La agricultura no crece a más del 2% y el país necesita un sector agrícola e industrial que crezca a más del 5%. Si esto no ocurre se va a provocar un marchitamiento de estos sectores. Crecen mucho la minería, el comercio y la economía de servicios, y cada vez pierden más participación estos dos sectores”, dijo.

Y agregó: “Hay que ser conscientes de que justo estos dos sectores son la base de la creación de empleo. Es en ellos en donde el país se puede concentrar para encontrar la gran innovación, la ciencia y tecnología y la investigación”.

En entrevista con Agencia de Noticias UN, Óscar Iván Zuluaga dio las siguientes declaraciones.


¿Cómo encuentra la economía actual en Colombia?

Durante los últimos cinco años, la economía mundial ha vivido la crisis más profunda de los últimos ochenta años; lo que ha provocado cambios sustanciales en el marco económico nacional.

Colombia está enfrentando actualmente un ciclo de menor crecimiento económico. Eso envía unas señales de alerta y preocupación, pero también unos mensajes claros sobre cuáles deben ser los correctivos.

El país debe emprender unas acciones de política pública para poder tener un camino exitoso. La seguridad, la educación, la infraestructura y el acceso al crédito son elementos fundamentales para que Colombia pueda avanzar y consolidar un crecimiento económico con mayor inclusión social.


¿Cuáles son los mensajes sobre los correctivos para que haya crecimiento?

Se debe revisar el balance del crecimiento económico. Hay preocupación porque la industria no crece y porque la agricultura también tiene bajas tasas. Lo que el país debe hacer es, a partir de las oportunidades actuales, tener un crecimiento mejor balanceado.

Está bien tener riqueza minero-petrolera o una economía que florezca en el sector de servicios, pero el país tiene que repensar su modelo de desarrollo económico. Es necesario entender que el éxito es lograr un crecimiento alto de la industria y la agricultura. Es ahí en donde está el valor agregado y el verdadero empleo. Allí es en donde pueden estar las oportunidades de desarrollo regional.

Por eso, la cuestión es la de cómo balancear ese crecimiento económico sin renunciar a las riquezas que se tienen; la de cómo crear una política que incentive y estimule el desarrollo de la agricultura y la industria como pilares de crecimiento.


¿Cuál es el resultado de este primer año del TLC con EE. UU.?

Existen datos sobre movimiento general de cifras de comercio. No se debe pretender que se vean resultados de manera inmediata en su primer año de puesta en marcha. Este es un proceso a largo plazo. Cuando se firman TLC lo que se está logrando es una apertura para toda la vida de los mercados. Son estrategias cuyos avances se ven más adelante.

De todos modos, el comercio con Estados Unidos ha crecido, naturalmente estos tratados estimulan la inversión. El tratado está en la primera etapa, en la cual se mira cómo crear más inversión para después desarrollar más comercio. Indudablemente, para Colombia es muy importante este avance de inserción en la economía global para aumentar su base productiva.


¿Qué sectores se han visto en riesgo por los tratados?

Yo creo que, en general, lo que el país tiene que mirar es para qué firma tratados de libre comercio. Hoy, cerca del 65% de las exportaciones nuestras son petróleo. Obviamente, los TLC no son para vender más petróleo o carbón, sino para incentivar la ampliación de esa base productiva, para desarrollar un sector agrícola e industrial que agrande el mercado.

La apuesta de Colombia debe ser ampliar su base, desarrollar nuevos sectores, nuevas estructuras productivas porque va a tener más mercado para ello.

El país podría ampliar su frontera agrícola de manera significativa, además de los productos tradicionales como el café, el banano, plátano, flores; lo que le permitiría diversificar su estructura productiva y exportadora.


¿Cómo se encuentra la educación colombiana y hacia dónde se dirige?

Colombia tiene un reto muy grande… Hay avances, pero todavía se está muy lejos de que la educación sea realmente un factor de productividad del país. Los niveles de investigación, de ciencia y tecnología e innovación son de los más bajos en América Latina.

Los niveles de cobertura en educación superior no pasan del 40%. La calidad de la educación pública a nivel de básica primaria y bachillerato es muy deficiente. Las diferencias entre el sector urbano y rural son enormes. La brecha entre la educación pública y privada, básica y media, es muy grande.

El país tiene que pensar que, si quiere aumentar la productividad, construir una clase media e impulsar una verdadera movilidad social, la apuesta fundamental tiene que ser por la educación.


¿Hacia dónde se debería dirigir la reforma de la Ley 30?

Fundamentalmente, lo que se tiene que buscar es cómo incrementar la calidad. Esa es la razón de ser de la educación superior. Significa tener recursos complementarios para ampliar la cobertura y el campo de acción. Significa enfocarse en cómo lograr que los estudiantes y profesores puedan dar mayores niveles de rendimiento y resultados.

Las universidades deben estar más conectadas con las necesidades del sector productivo. Se necesitan muchos investigadores que hagan investigaciones para el desarrollo productivo.


¿Qué requiere esa reforma en cuanto a financiación?

Se requieren más recursos estatales. El Estado tiene que fortalecer la universidad pública, de manera que pueda competirle con más eficiencia a la privada. La universidad pública necesita inversión en laboratorios, más infraestructura y ampliar la cobertura.

Colombia es un país de ciudades y de regiones. Como tal tiene que pensar en que debe tener una mayor presencia regional. Por ejemplo, un departamento tan rico en recursos minerales y regalías como el Cesar no cuenta con una universidad pública. Esa debería ser una prioridad  enorme. Si las regalías se están generando de manera considerable, la prioridad debería de ser esa.

Esa debe ser una mirada clara. La educación superior pública en muchas instancias es de calidad. Tiene un avance de profesores con doctorado muy notorio que podría proporcionarle al país una ampliación sustancial de su cobertura y su nivel de investigación.


¿Qué se necesita para que la Universidad Nacional de Colombia llegue pronto al departamento del Cesar?

Se requiere más voluntad política y no solo convenios. Se trata de tener una universidad con una infraestructura como corresponde. El país tiene que pensar en eso.

Créditos: http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html

Modificación de hábitos nutricionales, estrategia para una alimentación sana.

 
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16 de Octubre del 2012
Ante el incremento generalizado de los precios de los alimentos a nivel mundial, y los niveles de pobreza, sobrepeso y obesidad en México, se requieren estrategias para impulsar y consolidar el sector agropecuario, modificar los hábitos nutricionales de la población y promover estilos saludables de vida, consideró Blanca Rubio, del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM.
Los efectos son más evidentes en países que requieren importar esos productos para satisfacer su demanda interna, con repercusiones graves en sectores más vulnerables, como mujeres, niños, migrantes y población rural.
Para afrontar la situación, México debe impulsar la producción interna y evitar la importación; ello es fundamental para garantizar la autosuficiencia y no depender de la fluctuación de precios, dijo.
Si se les pagara a los productores un monto rentable, implicaría garantizar la satisfacción de la demanda de alimentos con la producción nacional; el gobierno podría establecer precios subsidiados para la población, y así sortear la especulación y el alza.
En la coyuntura mundial de elevación de precios, las naciones que fortalezcan sus agriculturas serán las que se posicionarán mejor. En tanto, las que no actúen profundizarán su dependencia, y sus soberanías podrían estar en entredicho, añadió.
Pobreza y malos hábitos
La exclusión y marginación, explicadas por un esquema económico centrado en el mercado, generan desnutrición, sobrepeso y obesidad, entre otros problemas de salud. El fenómeno global de alzas generalizadas sólo los profundizó, dijo.
Además, las carencias de amplios sectores poblacionales, que les impiden acceder a alimentos nutritivos, concurren con un modelo que promueve el consumo de productos industrializados, ricos en conservadores, aditivos y sodio, que provocan esos males. También influyen aquéllos con alto contenido de carbohidratos, presentes en harinas, y productos con azúcar, que llegan a ocasionar adicción.
Rubio refirió que el problema de la obesidad es complejo, pues se combina la disminución de la capacidad de compra de la sociedad marginal, con un modelo de consumo dirigido. Se ha comprobado que la mayor parte de los apoyos que reciben las poblaciones más pobres del país, que deberían destinarse a la alimentación sana de los niños, son gastados en comida chatarra, refirió.
Comer un cereal en la mañana equivale, en términos de nutrientes, a ingerir un pan blanco con una taza de azúcar, más la leche. En términos reales, los menores consumen grandes cantidades de carbohidratos, lo que explicaría el incremento de la obesidad infantil, explicó.
Regulación, indispensable
Recientemente, recordó, se informó acerca del fracaso de los planes para reducir la obesidad. Los esfuerzos de las instituciones de salud pública son loables, sin embargo, implican nadar contra la corriente.
En general, estos programas consisten en recomendar una dieta saludable y en convencer de los beneficios que implica reducir de peso, pero no atacan la raíz del problema, sostuvo.
Para resolverlo, un elemento fundamental es la regulación de las actividades de las empresas transnacionales, para evitar la especulación y el alza de precios. Además, desde la sociedad civil, debe pugnarse por erradicar la venta de productos chatarra en las escuelas, y promover el consumo de sanos.
Hoy se debate la relación consumo de maíz transgénico, alergias y resistencia a antibióticos. En México no existe una reglamentación para etiquetar las importaciones del grano modificado; ingresa de manera indiscriminada al país y es utilizado para alimentar al ganado destinado al consumo humano. Por ello, es necesario imponer una reglamentación estricta al respecto, concluyó la universitaria.
Boletín UNAM-DGCS-634
Ciudad Universitaria.
Los efectos de la crisis mundial en la materia son más evidentes en países que dependen de las importaciones para satisfacer su demanda interna, con repercusiones más graves en sectores más vulnerables como mujeres, niños, migrantes y población rural.

Los efectos de la crisis mundial en la materia son más evidentes en países que dependen de las importaciones para satisfacer su demanda interna, con repercusiones más graves en sectores más vulnerables como mujeres, niños, migrantes y población rural.

16 de Octubre del 2012

Ante el incremento generalizado de los precios de los alimentos a nivel mundial, y los niveles de pobreza, sobrepeso y obesidad en México, se requieren estrategias para impulsar y consolidar el sector agropecuario, modificar los hábitos nutricionales de la población y promover estilos saludables de vida, consideró Blanca Rubio, del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM.

Los efectos son más evidentes en países que requieren importar esos productos para satisfacer su demanda interna, con repercusiones graves en sectores más vulnerables, como mujeres, niños, migrantes y población rural.

Para afrontar la situación, México debe impulsar la producción interna y evitar la importación; ello es fundamental para garantizar la autosuficiencia y no depender de la fluctuación de precios, dijo.

Si se les pagara a los productores un monto rentable, implicaría garantizar la satisfacción de la demanda de alimentos con la producción nacional; el gobierno podría establecer precios subsidiados para la población, y así sortear la especulación y el alza.

En la coyuntura mundial de elevación de precios, las naciones que fortalezcan sus agriculturas serán las que se posicionarán mejor. En tanto, las que no actúen profundizarán su dependencia, y sus soberanías podrían estar en entredicho, añadió.


Pobreza y malos hábitos

La exclusión y marginación, explicadas por un esquema económico centrado en el mercado, generan desnutrición, sobrepeso y obesidad, entre otros problemas de salud. El fenómeno global de alzas generalizadas sólo los profundizó, dijo.

Además, las carencias de amplios sectores poblacionales, que les impiden acceder a alimentos nutritivos, concurren con un modelo que promueve el consumo de productos industrializados, ricos en conservadores, aditivos y sodio, que provocan esos males. También influyen aquéllos con alto contenido de carbohidratos, presentes en harinas, y productos con azúcar, que llegan a ocasionar adicción.

Rubio refirió que el problema de la obesidad es complejo, pues se combina la disminución de la capacidad de compra de la sociedad marginal, con un modelo de consumo dirigido. Se ha comprobado que la mayor parte de los apoyos que reciben las poblaciones más pobres del país, que deberían destinarse a la alimentación sana de los niños, son gastados en comida chatarra, refirió.

Comer un cereal en la mañana equivale, en términos de nutrientes, a ingerir un pan blanco con una taza de azúcar, más la leche. En términos reales, los menores consumen grandes cantidades de carbohidratos, lo que explicaría el incremento de la obesidad infantil, explicó.


Regulación, indispensable

Recientemente, recordó, se informó acerca del fracaso de los planes para reducir la obesidad. Los esfuerzos de las instituciones de salud pública son loables, sin embargo, implican nadar contra la corriente.

En general, estos programas consisten en recomendar una dieta saludable y en convencer de los beneficios que implica reducir de peso, pero no atacan la raíz del problema, sostuvo.

Para resolverlo, un elemento fundamental es la regulación de las actividades de las empresas transnacionales, para evitar la especulación y el alza de precios. Además, desde la sociedad civil, debe pugnarse por erradicar la venta de productos chatarra en las escuelas, y promover el consumo de sanos.

Hoy se debate la relación consumo de maíz transgénico, alergias y resistencia a antibióticos. En México no existe una reglamentación para etiquetar las importaciones del grano modificado; ingresa de manera indiscriminada al país y es utilizado para alimentar al ganado destinado al consumo humano. Por ello, es necesario imponer una reglamentación estricta al respecto, concluyó la universitaria.

Boletín UNAM-DGCS-634

Ciudad Universitaria.

Equilibrar fuentes alternas de energía, opción para competir con los combustibles fósiles.

 
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27 de Septiembre del 2012
Equilibrar las diferentes fuentes de energía disponibles en el mundo es una opción para competir, a futuro, con los combustibles fósiles y reducir su consumo, plantearon expertos en el Foro Internacional “Dr. Jorge Carpizo” sobre Energía y Renovación de Políticas Públicas para el Desarrollo Sustentable, la Eficiencia y la Transición Energética, que organiza la UNAM.
Ramón Gavela González, director del Departamento de Energía del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas de España, destacó que la energía sostenible depende de tres factores: competitividad (suficiente disponibilidad de recursos y precios competitivos), seguridad del suministro (recursos gestionables, dependencia energética y estabilidad política) y respeto en la canalización (impacto aceptable y riesgos asumibles), con un eje transversal de equidad.
En la sesión Energía nuclear, moderada por José Julio Emilio Herrera Velázquez, del Instituto de Ciencias Nucleares (ICN), de esta casa de estudios, Gavela González señaló que “se requiere un uso óptimo y moderado de todas las opciones, pues ninguna cumple a cabalidad esas características. Por ello, no será fácil prescindir de los fósiles y la energía nuclear se precisará para cubrir el hueco que dejarán los hidrocarburos”.
Para resolver el problema, acotó, se necesita eficiencia, ahorro, captura y almacenamiento de dióxido de carbono, gas natural y energías renovables, entre otras.
“Estas últimas son parte importante de la solución, pues están repartidas en los países menos desarrollados, son muy abundantes, causan poco daño ambiental y un impacto social positivo. Pero sus costos son altos, no son muy eficientes, están dispersas y requieren mucho terreno disponible”. Mientras, la nuclear enfrenta problemas de seguridad, altos costos y rechazo social.
Francia, impulso nuclear
Bertrand Barré, profesor emérito del Instituto Nacional de Ciencias y Técnicas Nucleares de Francia, relató que en ese país la energía se genera de diversas fuentes: 50 por ciento fósil, 40 nuclear y 10 por ciento renovables. “Nuestro modelo equilibra la generación y el uso”.
El éxito francés en el uso de la nuclear se debe a que la produce una empresa nacional, con una estandarización completa. “Existen 58 plantas del mismo tipo, lo que garantiza la especialización de los trabajadores, que van de una a otra con igual modelo. Tenemos experiencia en el cuidado del proceso, vital para garantizar la seguridad”.
En términos económicos y ambientales, prosiguió, la nuclear es una fuente positiva si se sabe manejar. “Desde hace 30 años en Francia no se subsidia, y ya se trabaja en la tercera generación de plantas rediseñadas para que la radiactividad quede contenida en caso de accidente, lo que implica que no se necesitan evacuaciones si hay fallas”, explicó.
Eficiencias y accidentes
La energía obtenida por esta vía es un millón de veces más grande que la lograda por otras fuentes, planteó Juan Eibenschutz Hartman, director general de la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardas de México.
“Los combustibles fósiles como gas, carbón y petróleo producen un electrón-volt, y la nuclear genera del orden de un millón de electrón-volts. Por eso hay que usarla”, recomendó.
La crisis ambiental, centrada en el cambio climático, obliga a emplear todas las fuentes. “No hacer uso de las alternativas puede conducir a escasez, guerras y un cataclismo de dimensión planetaria. La nuclear puede sustituir a los combustibles fósiles, pero lo conveniente es hallar una matriz variable y flexible, para garantizar el suministro y encaminarse hacia una solución menos dañina para el ambiente”.
En tanto, Carlos Bravo, biólogo español, planteó que el seis por ciento de la energía primaria mundial proviene de la fuente nuclear, pero disminuye desde hace 10 años. “El declive (que se ha ubicado en 435 plantas, 429 de ellas en funcionamiento) apunta a la falta de seguridad y la liberación de sustancias radiactivas, que han generado accidentes como los de Chernóbil, en Ucrania, y Fukushima, en Japón.
El especialista en energía nuclear argumentó que ésta enfrenta costos enormes para enfrentar riegos, y que el mercado mundial se dirige a opciones limpias como la solar, eólica y geotérmica.
Boletín UNAM-DGCS-596
Antigua Escuela de Medicina.
La crisis ambiental, centrada en el cambio climático, obliga a emplear todas las fuentes energéticas. No hacer uso de las alternativas puede conducir a escasez, guerras y un cataclismo de dimensión planetaria.

La crisis ambiental, centrada en el cambio climático, obliga a emplear todas las fuentes energéticas. No hacer uso de las alternativas puede conducir a escasez, guerras y un cataclismo de dimensión planetaria.

27 de Septiembre del 2012

Equilibrar las diferentes fuentes de energía disponibles en el mundo es una opción para competir, a futuro, con los combustibles fósiles y reducir su consumo, plantearon expertos en el Foro Internacional “Dr. Jorge Carpizo” sobre Energía y Renovación de Políticas Públicas para el Desarrollo Sustentable, la Eficiencia y la Transición Energética, que organiza la UNAM.

Ramón Gavela González, director del Departamento de Energía del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas de España, destacó que la energía sostenible depende de tres factores: competitividad (suficiente disponibilidad de recursos y precios competitivos), seguridad del suministro (recursos gestionables, dependencia energética y estabilidad política) y respeto en la canalización (impacto aceptable y riesgos asumibles), con un eje transversal de equidad.

En la sesión Energía nuclear, moderada por José Julio Emilio Herrera Velázquez, del Instituto de Ciencias Nucleares (ICN), de esta casa de estudios, Gavela González señaló que “se requiere un uso óptimo y moderado de todas las opciones, pues ninguna cumple a cabalidad esas características. Por ello, no será fácil prescindir de los fósiles y la energía nuclear se precisará para cubrir el hueco que dejarán los hidrocarburos”.

Para resolver el problema, acotó, se necesita eficiencia, ahorro, captura y almacenamiento de dióxido de carbono, gas natural y energías renovables, entre otras.

“Estas últimas son parte importante de la solución, pues están repartidas en los países menos desarrollados, son muy abundantes, causan poco daño ambiental y un impacto social positivo. Pero sus costos son altos, no son muy eficientes, están dispersas y requieren mucho terreno disponible”. Mientras, la nuclear enfrenta problemas de seguridad, altos costos y rechazo social.

Francia, impulso nuclear

Bertrand Barré, profesor emérito del Instituto Nacional de Ciencias y Técnicas Nucleares de Francia, relató que en ese país la energía se genera de diversas fuentes: 50 por ciento fósil, 40 nuclear y 10 por ciento renovables. “Nuestro modelo equilibra la generación y el uso”.

El éxito francés en el uso de la nuclear se debe a que la produce una empresa nacional, con una estandarización completa. “Existen 58 plantas del mismo tipo, lo que garantiza la especialización de los trabajadores, que van de una a otra con igual modelo. Tenemos experiencia en el cuidado del proceso, vital para garantizar la seguridad”.

En términos económicos y ambientales, prosiguió, la nuclear es una fuente positiva si se sabe manejar. “Desde hace 30 años en Francia no se subsidia, y ya se trabaja en la tercera generación de plantas rediseñadas para que la radiactividad quede contenida en caso de accidente, lo que implica que no se necesitan evacuaciones si hay fallas”, explicó.

Eficiencias y accidentes

La energía obtenida por esta vía es un millón de veces más grande que la lograda por otras fuentes, planteó Juan Eibenschutz Hartman, director general de la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardas de México.

“Los combustibles fósiles como gas, carbón y petróleo producen un electrón-volt, y la nuclear genera del orden de un millón de electrón-volts. Por eso hay que usarla”, recomendó.

La crisis ambiental, centrada en el cambio climático, obliga a emplear todas las fuentes. “No hacer uso de las alternativas puede conducir a escasez, guerras y un cataclismo de dimensión planetaria. La nuclear puede sustituir a los combustibles fósiles, pero lo conveniente es hallar una matriz variable y flexible, para garantizar el suministro y encaminarse hacia una solución menos dañina para el ambiente”.

En tanto, Carlos Bravo, biólogo español, planteó que el seis por ciento de la energía primaria mundial proviene de la fuente nuclear, pero disminuye desde hace 10 años. “El declive (que se ha ubicado en 435 plantas, 429 de ellas en funcionamiento) apunta a la falta de seguridad y la liberación de sustancias radiactivas, que han generado accidentes como los de Chernóbil, en Ucrania, y Fukushima, en Japón.

El especialista en energía nuclear argumentó que ésta enfrenta costos enormes para enfrentar riegos, y que el mercado mundial se dirige a opciones limpias como la solar, eólica y geotérmica.

Boletín UNAM-DGCS-596

Antigua Escuela de Medicina.

Incierto, el panorama mundial ante la crisis alimentaria.

 
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18 de Septiembre del 2012
La sequía en Estados Unidos, los desastres climáticos registrados en Europa y Asia, la especulación financiera, la volatilidad en los mercados agrícolas y la orientación de cultivos a la producción de biocombustibles, configuran una nueva tendencia en el alza de precios de granos básicos y plantean un escenario mundial incierto ante la crisis alimentaria, coincidieron académicos y expertos en el V Seminario de Actualización Crisis, Seguridad y Soberanía alimentaria, realizado en la UNAM.
Las consecuencias de esta problemática tienen múltiples aristas en México, desde el alza en los productos de la canasta básica, el precio de los energéticos y el impacto en los recursos naturales, hasta la disminución de la superficie agrícola, el abandono y deterioro de tierras cultivables, así como el bajo aprovechamiento del potencial productivo del campo, a lo que se suman la violencia en el medio rural y la migración.
Nuestro país importa 40 por ciento de los alimentos que requiere, para lo que se destinan más de 20 mil millones de dólares al año. Tan sólo en el primer semestre de 2012, se gastaron dos mil millones de dólares para satisfacer las necesidades de consumo de maíz. Ello revela la urgencia de impulsar estrategias que aseguren la soberanía alimentaria nacional, advirtieron.
Hasta el 5 de octubre, las actividades del Seminario se realizarán en las instalaciones del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) y el Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM.
En el encuentro, organizado por el Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de esta casa de estudios y la Asociación Mexicana de Estudios Rurales (AMER), en colaboración con el IIEc y el IIA, participan más de 40 especialistas provenientes de 11 instituciones; representantes de organizaciones civiles y consultores privados.
Panorama incierto
En la apertura del Seminario, Elena Lazos Chavero, investigadora del IIS y coordinadora académica del encuentro, subrayó que la crisis alimentaria es un problema grave, caracterizado por el control de ciertas compañías transnacionales sobre las cadenas agroalimentarias.
Verónica Villarespe, directora del IIEc, señaló que el aumento desmesurado de los precios al consumidor en el mundo confluye en México, con el deterioro del ingreso de amplios sectores de la población, el desempleo y el acceso cada vez más restringido a servicios básicos de salud y alimentación. Tenemos el reto de avanzar en el análisis de esta problemática con el objetivo de proponer soluciones viables.
En la sala de videoconferencias del IIEc, Rosalba Casas Guerrero, directora del IIS, resaltó que la problemática se profundiza por distintos factores, que explican la situación actual. Es un foro para nuevos planteamientos, con el fin de abordar los temas relacionados con la seguridad alimentaria, orientados a la solución de los problemas nacionales.
Escasez, especulación y crisis
En la mesa redonda Especulación financiera en los mercados, bolsas de productos agrícolas y su impacto en la seguridad alimentaria, Blanca Rubio Vega, también del IIS, expuso que al coincidir desastres climáticos y restricciones a las exportaciones de alimentos, con el declive de las ganancias especulativas, se generan condiciones para la crisis en la materia, en la que está inmersa la economía mundial desde 2008. El panorama es incierto, ante la evidente recesión en Estados Unidos y la volatilidad de los precios en los mercados agrícolas, advirtió.
Al respecto, Víctor Suárez Carrera, director ejecutivo de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo, sostuvo que México requiere recuperar soberanía a través de políticas públicas orientadas a reducir las importaciones, equivalentes a más de 20 mil millones de dólares por año; restablecer las reservas públicas de alimentos, impulsar a pequeños y medianos productores, fomentar sistemas regionales y locales de producción, y eliminar los monopolios. Con recursos propios, la nación podría satisfacer sus necesidades de maíz hasta 2050, ejemplificó.
A su vez, Miguel Meza Castillo, del Instituto de Estudios para el Desarrollo Rural “Maya”, refirió que en 2010, un total de 21 millones de mexicanos padecían condiciones de pobreza alimentaria, lo que muestra las repercusiones de la tendencia a la alza en los mercados agrícolas y la volatilidad en los incrementos. La crisis se profundiza, con impactos negativos en la población de escasos recursos, precisó.
Alternativas energéticas y crisis alimentaria
En la mesa Biocombustibles y competencia con la producción de alimentos, Edit Antal, del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN) de la UNAM, mencionó que el uso de esos energéticos es un fenómeno global, propiciado por la demanda de países industrializados. Como alternativa, sólo ofrecen una solución parcial y limitada en el tiempo, y colocan a la soberanía alimentaria en peligro.
Michelle Chauvet Sánchez Pruneda, de la UAM Azcapotzalco, sostuvo que México carece de una política de generación de energía alternativa. La estrategia nacional en este rubro consiste en un viraje hacia la promoción del biodiésel, sin un análisis integral de la relación compleja de este sector con la producción de alimentos.
Yolanda Massieu Trigo, de la UAM Xochimilco, estableció que ante la expansión reciente de los agrocombustibles, que representa un nuevo vinculo entre el sector agroalimentario, el hambre creciente y la crisis energética, es necesario plantear otro modo de vida, sostenido por un menor consumo energético y la disminución de la desigualdad social.
En su oportunidad, Arcelia González Merino, de la UAM Azcapotzalco, expuso que el monocultivo de cualquier producto agrícola implica la pérdida de biodiversidad, como sucede con la producción de etanol. Por ello, la promoción y el desarrollo de biocombustibles es un riesgo a la sostenibilidad, advirtió.
A su vez, Yolanda Castañeda, de la misma instancia, consideró que México no tiene una política energética integral a largo plazo, sustentada en estrategias que garanticen la seguridad alimentaría del país. No se ha implementado ningún proyecto acorde a la realidad nacional.
Boletín UNAM-DGCS-572
Ciudad Universitaria.
En el primer semestre de 2012, México gastó dos mil millones de dólares para satisfacer las necesidades de consumo de maíz.

En el primer semestre de 2012, México gastó dos mil millones de dólares para satisfacer las necesidades de consumo de maíz.

18 de Septiembre del 2012

La sequía en Estados Unidos, los desastres climáticos registrados en Europa y Asia, la especulación financiera, la volatilidad en los mercados agrícolas y la orientación de cultivos a la producción de biocombustibles, configuran una nueva tendencia en el alza de precios de granos básicos y plantean un escenario mundial incierto ante la crisis alimentaria, coincidieron académicos y expertos en el V Seminario de Actualización Crisis, Seguridad y Soberanía alimentaria, realizado en la UNAM.

Las consecuencias de esta problemática tienen múltiples aristas en México, desde el alza en los productos de la canasta básica, el precio de los energéticos y el impacto en los recursos naturales, hasta la disminución de la superficie agrícola, el abandono y deterioro de tierras cultivables, así como el bajo aprovechamiento del potencial productivo del campo, a lo que se suman la violencia en el medio rural y la migración.

Nuestro país importa 40 por ciento de los alimentos que requiere, para lo que se destinan más de 20 mil millones de dólares al año. Tan sólo en el primer semestre de 2012, se gastaron dos mil millones de dólares para satisfacer las necesidades de consumo de maíz. Ello revela la urgencia de impulsar estrategias que aseguren la soberanía alimentaria nacional, advirtieron.

Hasta el 5 de octubre, las actividades del Seminario se realizarán en las instalaciones del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) y el Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM.

En el encuentro, organizado por el Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de esta casa de estudios y la Asociación Mexicana de Estudios Rurales (AMER), en colaboración con el IIEc y el IIA, participan más de 40 especialistas provenientes de 11 instituciones; representantes de organizaciones civiles y consultores privados.

Panorama incierto

En la apertura del Seminario, Elena Lazos Chavero, investigadora del IIS y coordinadora académica del encuentro, subrayó que la crisis alimentaria es un problema grave, caracterizado por el control de ciertas compañías transnacionales sobre las cadenas agroalimentarias.

Verónica Villarespe, directora del IIEc, señaló que el aumento desmesurado de los precios al consumidor en el mundo confluye en México, con el deterioro del ingreso de amplios sectores de la población, el desempleo y el acceso cada vez más restringido a servicios básicos de salud y alimentación. Tenemos el reto de avanzar en el análisis de esta problemática con el objetivo de proponer soluciones viables.

En la sala de videoconferencias del IIEc, Rosalba Casas Guerrero, directora del IIS, resaltó que la problemática se profundiza por distintos factores, que explican la situación actual. Es un foro para nuevos planteamientos, con el fin de abordar los temas relacionados con la seguridad alimentaria, orientados a la solución de los problemas nacionales.

Escasez, especulación y crisis

En la mesa redonda Especulación financiera en los mercados, bolsas de productos agrícolas y su impacto en la seguridad alimentaria, Blanca Rubio Vega, también del IIS, expuso que al coincidir desastres climáticos y restricciones a las exportaciones de alimentos, con el declive de las ganancias especulativas, se generan condiciones para la crisis en la materia, en la que está inmersa la economía mundial desde 2008. El panorama es incierto, ante la evidente recesión en Estados Unidos y la volatilidad de los precios en los mercados agrícolas, advirtió.

Al respecto, Víctor Suárez Carrera, director ejecutivo de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo, sostuvo que México requiere recuperar soberanía a través de políticas públicas orientadas a reducir las importaciones, equivalentes a más de 20 mil millones de dólares por año; restablecer las reservas públicas de alimentos, impulsar a pequeños y medianos productores, fomentar sistemas regionales y locales de producción, y eliminar los monopolios. Con recursos propios, la nación podría satisfacer sus necesidades de maíz hasta 2050, ejemplificó.

A su vez, Miguel Meza Castillo, del Instituto de Estudios para el Desarrollo Rural “Maya”, refirió que en 2010, un total de 21 millones de mexicanos padecían condiciones de pobreza alimentaria, lo que muestra las repercusiones de la tendencia a la alza en los mercados agrícolas y la volatilidad en los incrementos. La crisis se profundiza, con impactos negativos en la población de escasos recursos, precisó.

Alternativas energéticas y crisis alimentaria

En la mesa Biocombustibles y competencia con la producción de alimentos, Edit Antal, del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN) de la UNAM, mencionó que el uso de esos energéticos es un fenómeno global, propiciado por la demanda de países industrializados. Como alternativa, sólo ofrecen una solución parcial y limitada en el tiempo, y colocan a la soberanía alimentaria en peligro.

Michelle Chauvet Sánchez Pruneda, de la UAM Azcapotzalco, sostuvo que México carece de una política de generación de energía alternativa. La estrategia nacional en este rubro consiste en un viraje hacia la promoción del biodiésel, sin un análisis integral de la relación compleja de este sector con la producción de alimentos.

Yolanda Massieu Trigo, de la UAM Xochimilco, estableció que ante la expansión reciente de los agrocombustibles, que representa un nuevo vinculo entre el sector agroalimentario, el hambre creciente y la crisis energética, es necesario plantear otro modo de vida, sostenido por un menor consumo energético y la disminución de la desigualdad social.

En su oportunidad, Arcelia González Merino, de la UAM Azcapotzalco, expuso que el monocultivo de cualquier producto agrícola implica la pérdida de biodiversidad, como sucede con la producción de etanol. Por ello, la promoción y el desarrollo de biocombustibles es un riesgo a la sostenibilidad, advirtió.

A su vez, Yolanda Castañeda, de la misma instancia, consideró que México no tiene una política energética integral a largo plazo, sustentada en estrategias que garanticen la seguridad alimentaría del país. No se ha implementado ningún proyecto acorde a la realidad nacional.

Boletín UNAM-DGCS-572

Ciudad Universitaria.