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Con cáscara de coco puede descontaminarse el agua.

 
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Carbón activado.
Carbón activado.

7 de Noviembre del 2012

Obtener carbones activados a partir de la cáscara de coco, para tratar aguas contaminadas con níquel, cadmio y cobalto, es el objetivo de una tesis del Doctorado en Ciencias Químicas de la UN.

Paola Rodríguez, estudiante a cargo del proyecto, ya produjo carbones activados que adsorben bien el níquel y el cadmio.

Este carbón es un material indispensable para descontaminar aguas. Se puede obtener de cualquier material que tenga un alto contenido de carbono, como llantas, residuos de frutas, madera, breas de  petróleo o de carbón mineral.

La profesora Liliana Giraldo Gutiérrez, directora de la tesis, explica que lo obtienen de la cáscara de coco y que se le hacen modificaciones químicas sobre su superficie, proceso que ayuda a incrementar la adsorción del metal contaminante.

“Mantenemos toda la estructura porosa, pero modificamos la química superficial. Lo que hacemos es poner grupos de oxígeno, tipo ácido, alcohol y cetona sobre la superficie. Eso hace que las interacciones con los solutos, en este caso los metales, sean más efectivas”, cuenta.

La contribución del trabajo, según la docente, consiste en conseguir carbón activado que adsorba específicamente níquel, cadmio y cobalto, metales pesados altamente contaminantes, de fuentes de agua.

Para producirlo, se somete la cáscara de coco a procesos de alta temperatura y flujo de nitrógeno en un horno. Y, tras la pérdida del material volátil, se cambia el flujo de gas por dióxido de carbono para así activar la superficie.

Mediante tratamientos posteriores a la preparación del sólido, se la somete a oxidación con agentes químicos como ácido nítrico y peróxido de hidrógeno. Esto con el objetivo de aumentar la cantidad de grupos químicos unidos a la superficie del sólido, los cuales favorecen el proceso de adsorción de iones metálicos.

Para hacer la caracterización energética del sólido, se recurre a la calorimetría de inmersión usando equipos fabricados por el grupo. Son equipos especializados con los cuales se mide la cantidad de calor que se libera cuando un líquido como el benceno, el agua y las mismas soluciones de los metales se ponen en contacto con el carbón activado que se ha preparado.

“Esto es crucial porque la cantidad de calor refleja la capacidad de interacción que tienen el sólido y el líquido. Así, indica si es capaz o no de retener el contaminante estudiado”, explica la profesora Giraldo.

Créditos:http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html

Innovación biosostenible con fibra de coco

 
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La fibra de la corteza del coco es un insumo potencial para elementos de decoración.
La fibra de la corteza del coco es un insumo potencial para elementos de decoración.

31 de Julio de 2012

La cáscara de coco es un potencial para la artesanía y el medioambiente. Tapetes, ruanas, materas y fibras para restaurar taludes son algunos elementos que se pueden elaborar con tal residuo.

Generalmente, el capacho del coco se desperdicia en las zonas costeras de Colombia y, en algunos casos, se aprovecha para elaborar elementos poco útiles. Pero innovadores de la UN pensaron en darle aplicaciones más amplias a ese insumo, con el cual se pueden producir múltiples artículos para uso decorativo y hasta para el cuidado medioambiental.

Wilmar Sánchez Uribe, geólogo egresado de la UN y director comercial de la propuesta de innovación Hicolfibras, explica: “con el recurso natural desarrollamos productos de bioingeniería, biodegradables y otros, como agrotextiles (que son los  tejidos que ayudan más que todo para el control de erosión de suelos y la prevención de movimientos en masa)”.

Estas bondades del capacho lo hacen práctico y ambientalmente amigable, pues, a diferencia de otras capas sintéticas que se utilizan para restaurar suelos, las fibras de coco tienen mayor resistencia y son biodegradables. Además, el ripio que queda, luego de un proceso de molienda, se utiliza para mejorar los suelos y como material orgánico para plantas y cultivos hidropónicos, pues mejora su calidad de producción.

Las fibras que se obtienen de la corteza del fruto natural se clasifican en largas —que se utilizan para producir materiales con hilatura— y cortas —para elementos no tejidos como tapetes y biorruanas—. Con estas materias se fabrican accesorios artesanales para jardinería, decoración de interiores y techos verdes, lo que beneficia a madres cabeza de familia que se están vinculando al proyecto con la asesoría de los gestores de la idea de emprendimiento.

Sánchez Uribe explica que la materia prima se obtiene de la costa atlántica colombiana, en donde, culturalmente, se consume el coco y se desecha el capacho. Entonces, luego de obtener el insumo, este pasa por el proceso de molienda y se clasifica el material según sirva para elaborar elementos o para ripio y sustrato de cultivos.

Hicolfibras surgió hace dos años y medio y, poco a poco, a ella se han ido vinculando profesionales como arquitectos e ingenieros, así como artesanos y empresarios interesados en impulsar la alternativa de innovación para el país.

El proyecto se presentó en la III Feria Campesina, que tuvo lugar en Medellín, pero también se ha expuesto en otros escenarios, en los que ha ganado premios dado el interés que representa para la industria del país.

Lea el artículo en: http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/ndetalle/article/innovacion-biosostenible-con-fibra-de-coco.html

Créditos: agenciadenoticias.unal.edu.co

Herbario de la FES Iztacala, especialista en plantas mexiquenses

 
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Las colecciones del Herbario de Iztacala están ordenadas a nivel evolutivo, comenzando por las algas y concluyendo con plantas de importancia etnobotánica, explicó María Edith López Villafranco.
Las colecciones del Herbario de Iztacala están ordenadas a nivel evolutivo, comenzando por las algas y concluyendo con plantas de importancia etnobotánica, explicó María Edith López Villafranco.

20 de julio de 2010

• Cuenta con 35 mil ejemplares clasificados y varias colecciones de algas, hongos, plantas con semillas, comestibles y medicinales, dijo María Edith López Villafranco, titular del reservorio
• Completa el registro etnobotánico una recopilación de 100 escobas de varias regiones del país, hechas de fibras naturales como palma, mijo, coco y popotillo

Especializado en plantas mexiquenses, el Herbario de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala de la UNAM, cuenta con 35 mil ejemplares clasificados y varias colecciones especializadas.

Comenzó a formarse en 1976, cuando se hicieron las primeras colectas, que se incrementaron sistemáticamente desde finales de los años 70.

Actualmente, “tenemos más de mil 300 ejemplares de algas, cerca de dos mil hongos, 30 mil fanerógamas (tienen raíz, tallo, hojas, semillas, y a veces, flores y frutos), además de mil 500 plantas medicinales y comestibles que forman una colección etnobotánica”, refirió María Edith López Villafranco, titular del reservorio.

Desde la década de 1980, el sitio está registrado en el Index Herbariorum a nivel internacional como Herbario IZTA, un acrónimo con el que se conoce en todo el mundo.

Las colecciones están ordenadas a nivel evolutivo, comenzando por las algas y concluyendo con plantas de importancia etnobotánica, que se usan en diversas colectividades del país, como las comestibles y medicinales.

“La más nueva es la etnobotánica, de referencia sobre los usos que se dan en las diversas comunidades vegetales y en determinados grupos humanos”, señaló la especialista.

Intercambios

Aunque está centrado en la flora del Estado de México –donde se ubica la FES Iztacala–, también tiene ejemplares de otras entidades del país, con las que tiene intercambios, donaciones y préstamos.

“Los herbarios son acervos de la diversidad biológica de plantas que hay en el país”, resumió López Villafranco, mientras mostraba ejemplares variados de algodón, tejocote, pera y un estropajo.

Entre los intercambios interesantes, destacan los que realizan con el Instituto de Biología de la propia UNAM, y con los herbarios de los institutos Politécnico Nacional (IPN) y Mexicano del Seguro Social (IMSS), este último dedicado exclusivamente a plantas medicinales.

“Cada ejemplar tiene una etiqueta de referencia con el lugar y fecha donde se colectó, en qué tipo de vegetación, el uso de la planta, quién dio la información y quién es el colector, ya sea el investigador o estudiante que fue a las comunidades y registró los datos”, detalló.

Medidas de conservación

Aunque los ejemplares no están vivos, están expuestos a la descomposición por ser materiales biológicos; para evitar la contaminación por insectos u hongos que se generan con la humedad, se deshidratan, se prensan y enfrían dentro de un refrigerador a menos 17 grados Celsius.

Tras este proceso, se montan en una cartulina donde se agrega una etiqueta con número de registro. La misma información también va a una base de datos, como en una biblioteca, explicó la experta.

“El herbario es como una biblioteca de plantas, donde cada ejemplar podría ser la página de un libro, pero en este registro hay datos que aún no han sido publicados”, añadió.

En estos espacios el material puede no olerse, pero la belleza de las flores y frutos son referencia para muchas investigaciones. “No sólo nos visitan los biólogos, también químicos, farmacéuticos, médicos, enfermeras, geógrafos, antropólogos y músicos”, apuntó.

Las colecciones

Una parte importante del herbario es la colección etnobotánica, un nexo entre las plantas y los humanos, donde es fundamental incluir el conocimiento empírico de las comunidades locales.

“Ayuda a saber qué especie existió en una zona y quizá ya no sobrevive. Su clasificación sirve para ubicar las poblaciones locales y evita nuevas colectas para estudios farmacéuticos”, añadió.

Otra original colección del Herbario IZTA es la que cuenta con un centenar de escobas hechas de fibras vegetales como mijo, coco, palma y popotillo, entre otras. Las hay para barrer hojas, pisos, empedrados, techos, chimeneas y anafres, refirió la universitaria.

Esta recopilación ha sido exhibida en el Museo de las Culturas Populares y en la propia FES Iztacala, concluyó.

Créditos: UNAM. DGCS -432/unam.mx