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ANALIZAN DESDE LA FÍSICA DISTRIBUCIÓN DE LAS TIENDAS

 
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distribuciontiendas12 de julio de 2014

Al caminar por algunas calles donde abundan tiendas comerciales, como en el centro histórico de la Ciudad de México, es común encontrarse con zonas de joyerías, de libros usados o de vestidos de novia. En contraste, casi nunca están juntas o cercanas panaderías, carnicerías o farmacias, que buscan distanciarse para garantizar sus ventas.

¿Por qué ocurre este fenómeno si todos los negocios, independientemente de su giro, pretenden las mejores ventas?, se preguntó Hernán Larralde Ridaura, investigador del Instituto de Ciencias Físicas (ICF) de la UNAM.

La búsqueda de respuesta la realiza en el ámbito de la econofísica, disciplina puente que aplica métodos de la física para entender fenómenos de la economía. Esa área interdisciplinaria cobró auge hace un par de décadas, especialmente para explicar los comportamientos de los mercados financieros y la fluctuación de precios.

“Mi interés surgió al observar que ciertas tiendas, como las joyerías, se agrupan, mientras otras, como las panaderías, buscan separarse. En la física pasa algo parecido con los fluidos, que están formados por moléculas que interaccionan unas con otras y podrían identificarse como las tiendas de un giro”, explicó en entrevista.

Según las condiciones de densidad y temperatura, un fluido puede pasar de una fase gaseosa, en la que las moléculas están separadas y ocupan uniformemente el recipiente que las contiene, a una fase condensada, donde tienden a agregarse, de manera parecida a como ocurre con las tiendas.

“El entendimiento de las transiciones de fase es uno de los grandes éxitos de la física estadística, rama que estudia el comportamiento de sistemas macroscópicos a partir de sus componentes microscópicos, con el uso de métodos estadísticos”, detalló.

Las transiciones de fluidos pueden ocurrir de manera continua, al pasar por un punto crítico que es un estado muy particular del sistema, o de manera discontinua, como ocurre al hervir el agua.

Bajo ciertas condiciones, dos fases distintas del mismo material (gas y líquido) pueden coexistir en equilibrio. Si se pudieran entender las distintas distribuciones de los negocios como las fases de un fluido, también sería factible aplicar las herramientas de la física para decidir la ubicación óptima de una tienda y, una vez cubierto ese requisito, estimar la probabilidad de éxito de un negocio, explicó.

En su estudio, Larralde simplifica el problema en la computadora. “Abstraemos muchas cosas, nos centramos en lo esencial y descartamos lo demás para analizar el fenómeno, pero se intenta incluir variables importantes, como el costo de transporte y el comportamiento de los consumidores, que generalmente buscan el producto más barato si se trata de comprar un pan o un refresco, pero que están dispuestos a adquirir uno más caro si se trata de un anillo de compromiso, por ejemplo, que se adquiere en una joyería”, finalizó.

Créditos:UNAM-DGCS-399-2014

ANALIZAN AGUA Y CONDICIONES DE SALUD DE LA CIUDAD DE MÉXICO

 
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analizanagua12 de julio de 2014

En ocasiones, el agua destinada a los hogares de distintas zonas de la Ciudad de México no es potable en su totalidad. Ante ello, lo más recomendable sería hacer estudios físicos, químicos y biológicos, así como buscar la forma de nivelar el cloro que debe aplicársele para alcanzar una potabilización adecuada.

Sin embargo, esta supervisión no siempre se lleva a cabo, por lo que amplios sectores de la población padecen enfermedades relacionadas con esta problemática, como las gastrointestinales, que afectan sobre todo a niños de entre dos y cuatro años de edad.

“¿En dónde ocurren estas afecciones? En la periferia urbana, donde la calidad en el suministro es deficiente y las condiciones de pobreza y marginalidad hacen que la población no vaya al médico y se acostumbre, de alguna manera, a malvivir con ellas”, dijo Flor López Guerrero, investigadora del Instituto de Geografía (IGg) de la UNAM y especialista en el tema y en las condiciones de salud en la capital del país.

Otro problema asociado es que mucha gente no dispone del recurso en cantidad suficiente para hacer limpieza personal (lavado de dientes y baños de cuerpo entero a diario); además, carece de drenaje, que suple con hoyos negros o letrinas y, en el mejor de los casos, con fosas sépticas, muchas veces en el entorno inmediato de sus viviendas, donde juegan los niños. Entonces comienzan a padecer enfermedades de la piel o de los ojos que dañan, en particular, a infantes de entre cero y cuatro años.

“Hay que recordar que sus viviendas, por lo regular, están rodeadas de tierra. De ahí que los pequeños también sufran conjuntivitis”.

En general, las delegaciones centrales como Benito Juárez, Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo y Venustiano Carranza, tienen un buen suministro de agua, es decir, las viviendas la reciben mediante tuberías los 365 días del año, las 24 horas (no obstante, sí llegan a sufrir cortes).

Caso contrario ocurre en las del sur, como Tláhuac, Tlalpan, Iztapalapa, Milpa Alta, Xochimilco y Magdalena Contreras, donde se experimentan graves problemas (paradójicamente, las dos últimas son las que abastecen de más líquido al resto de la urbe).

“El 77 por ciento de los pobladores de estas delegaciones no reciben nada, por lo que deben recurrir a otras fuentes de abastecimiento, como carros cisterna, pipas o animales de carga para acarrearla de otros puntos y almacenarla”, señaló López Guerrero.

Ahora bien, la que tiene los problemas más graves es Iztapalapa, la más poblada de toda la metrópoli. En ella hay un millón 815 mil personas que obtienen líquido de baja calidad o, de plano, no lo reciben.

Muchos de sus habitantes se quejan porque el agua sale de sus llaves en condiciones inadecuadas. Con frecuencia se cuenta con infraestructura hidráulica –tuberías–, pero el líquido que corre es de mala calidad o, sencillamente, aire, acotó.

En opinión de la universitaria, cada vez más personas de la ciudad se quedan sin el recurso y la cantidad se reduce. El caso más grave es Cuajimalpa, que en 1997 recibía 686 litros por habitante al día, cantidad que en 2007 se redujo a 525 (aun así es la delegación con la mayor dotación y, coincidentemente, la que ha tenido un crecimiento más vertical y compacto, por consiguiente, tiene mayor demanda del recurso).

Por el contrario, la que obtuvo Tláhuac entre los mismos años se redujo de 247 a 177 litros por habitante al día, seguida de Xochimilco, que pasó de 270 a 214, y Tlalpan, de 286 a 249.
Lo preocupante es que las delegaciones al sur reciben el líquido por debajo del promedio del Distrito Federal. De 362 litros por persona al día en 1997 pasaron a 327 en 2007, y la tendencia es cada vez más evidente por el acelerado ritmo de crecimiento poblacional horizontal. ¿Qué se puede hacer para tratar de solucionar estos problemas?

Se ha discutido el hecho de incrementar las tarifas. Por ejemplo, en Alemania se cobra el agua que llega a las viviendas, pero también la residual que sale de ellas. Es una medida que obliga a un uso adecuado y permite aprovechar la inversión; que se ahorre en las delegaciones que son dotadas y se aplique en la creación de nueva infraestructura que haga posible llevarla a las zonas del sur, planteó López Guerrero.

En la actualidad se invierte dinero y esfuerzo en el mantenimiento de la infraestructura hidráulica que existe en la Ciudad de México –prácticamente desde el Porfiriato–, en vez de aplicarlos en su extensión y ramificación, pues la metrópoli y su población crecen.

Por ello, la investigadora de la UNAM sostiene que se debe regular el crecimiento, ahora vertical, de la urbe; monitorear las tomas y ventas clandestinas, y atender con eficacia las fugas, causantes de la pérdida del 40 por ciento disponible.

Créditos:UNAM-DGCS-397-2014

AUMENTAN EN EL DF CONCENTRACIONES DE PÓLENES ALERGÉNICOS

 
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polenesalergicosEn las últimas semanas en el aire de la ciudad de México se han incrementado las concentraciones de pólenes alergénicos provenientes de árboles y pastos. Con ello ha aumentado considerablemente el riesgo de que ciertos sectores de la población padezcan diversos tipos de alergias, así como asma y otras respuestas patológicas.

“Esto ya lo esperábamos. Después de cinco años de análisis en la Red Mexicana de Aerobiología (REMA) de la UNAM sabemos que la cantidad de pólenes provenientes principalmente de árboles como fresnos, ailes y algunos del género Cupressus (cedros, juníperos y tuyas) empieza a crecer en el aire de nuestra urbe a partir de noviembre o diciembre. Estas concentraciones polínicas varían según la zona”, indicó María del Carmen Calderón Ezquerro.

Síntomas

La investigadora del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de esta casa de estudios y coordinadora de la REMA comentó que los síntomas asociados a las partes alergénicas de los pólenes, que son las proteicas, dependen tanto de las concentraciones y las especies polínicas, como de la sensibilidad de cada individuo.

Es decir, no todas las personas son sensibles a todas las especies polínicas, ni responden de igual manera a una en particular. Muchas pueden presentar síntomas asociados a las vías respiratorias o las mucosas y otras a los ojos, nariz, bronquios o garganta.

Por ejemplo, algunos individuos sólo registran molestias oculares: prurito, lagrimeo y sensación de tener los ojos rojos o un cuerpo extraño en ellos. Otros manifiestan síntomas nasales que generalmente son confundidos con un cuadro gripal por la mayoría de la gente e incluso por personal de salud: congestión nasal, escurrimiento, estornudos y comezón en la nariz.

Unos más, sintomatologías bronquiales: falta de aire, sibilancias (sonidos que produce el aire al pasar por las vías respiratorias congestionadas), tos y sensación de no poder respirar en forma adecuada. Asimismo, hay quienes muestran signos asociados a la garganta: irritación, cosquilleo y carraspeo.

“Aún más, puede haber combinaciones diferentes: pacientes que reaccionan con ojos y nariz, con nariz y bronquios o con bronquios y garganta; es decir, no existe una sola forma de responder ante una alergia”, apuntó Guillermo Guidos Fogelbach, médico alergólogo del Servicio de Alergia del Centro Médico Nacional Siglo XXI y colaborador permanente de la REMA.

Por otro lado, los síntomas que pueda presentar alguien que es sensible a una sola especie polínica serán diferentes de los que muestre quien lo es a 10.

“¿Por qué?, porque el que sea sensible a una tendrá síntomas durante menos tiempo que quien lo sea a las 10, este último los tendrá por la mañana, tarde o noche, o a lo largo del día. Eso dependerá de la sensibilidad y susceptibilidad”, agregó.

 Recurrencia

Algunos individuos presentan manifestaciones subcutáneas, oculares o respiratorias únicamente en primavera, otros sólo en invierno y unos más siempre que se acercan a una fuente emisora –como un parque– o se acuestan en el pasto. Para tratar con éxito una alergia polínica, el médico alergólogo debe tomar en cuenta la estacionalidad y recurrencia de los síntomas, el tiempo que la persona los padece y si están asociados a otras patologías.

Y es que si alguien lleva tres días con síntomas nasales como escurrimiento y estornudos, acompañados de otros como fiebre y malestar y no tiene antecedentes familiares, es difícil asociarlos a un cuadro alérgico, pero si desde hace meses o años los padece, en una temporada se incrementan y además tiene antecedentes familiares, se puede sospechar con fundamento que se trata de una alergia.

De ahí que sea fundamental no sólo ver el tipo de síntomas, sino también en qué temporada del año, durante cuánto tiempo y desde cuándo.

Lo más importante es la recurrencia. Las alergias no se acompañan de malestares generales como fiebre, pero si se presentan molestias bronquiales o nasales, son recurrentes y no se quitan, y un médico receta un tratamiento habitual para un cuadro gripal y no se mejora, y vuelven con igual magnitud o más agudizadas, lo mejor es hacer un alto y pensar que probablemente se tiene una sensibilidad alérgica, subrayó Guidos Fogelbach.

La REMA

Para determinar a qué es alérgica una persona, el médico alergólogo hace un estudio en el que se valora la historia clínica y recurrencia de sus síntomas.

Esto se complementa con pruebas, que consisten en aplicar o administrar diferentes alérgenos a través de un ligero rasguño o escarificación en la piel y ver la reacción de la persona (si es sensible, presentará una reacción local en el lugar de aplicación).

En este punto del problema es donde la labor de la REMA resulta invaluable, pues informa puntualmente qué pólenes se encuentran en el aire de varias zonas de la ciudad de México y en qué concentraciones.

“Hace cinco años mis colaboradores y yo comenzamos a hacer el Calendario Polínico. Hoy casi lo tenemos listo. De esta manera podremos informar con seguridad cuáles pólenes habrá en cada época del año, lo que permitirá que la gente tome las medidas de prevención necesarias y los médicos sepan cómo controlar las alergias y otras respuestas patológicas ocasionadas por ellos”, indicó Calderón Ezquerro.

Por lo pronto, la REMA tiene una página electrónica (www.atmosfera.unam.mx/rema) en la que cada semana se da cuenta de las concentraciones registradas en cada una de sus siete estaciones de muestreo (Cuajimalpa, Coyoacán, Iztapalapa, Miguel Hidalgo, Tlalpan, Gustavo A. Madero y Toluca), así como del pronóstico para la siguiente semana.

Los semáforos de alerta polínica de cada estación utilizan los colores tradicionales: el verde significa que las concentraciones de pólenes son bajas; el amarillo, moderadas; el rojo, altas y el rojo con negro, muy altas.

“Antes, esta clase de información se generaba muy poco en nuestro entorno. Sin embargo, al establecer la REMA nos abocamos a monitorear las concentraciones en esta urbe los 365 días del año. Por lo tanto, ya podemos decir con certeza qué pólenes hay en el aire de varias zonas y en qué concentraciones. Esta información es muy valiosa tanto para la gente como para el sector salud. Nuestro objetivo es crear lo que ya existe en Estados Unidos y Europa: una cultura que le permita a la gente cuidarse”, concluyó Calderón Ezquerro.

Créditos:UNAM-DGCS-158-2014

SEMÁFOROS AUTO-ORGANIZANTES, UNA SOLUCIÓN PARA AGILIZAR EL TRÁFICO VEHICULAR

 
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semaforosautonomosPara agilizar el tráfico vehicular en zonas densamente pobladas como la Ciudad de México, un investigador de la UNAM ha desarrollado un programa que se basa en el uso de semáforos auto-organizantes, es decir, capaces de “decidir” si marcan el alto o el siga en un crucero, según el flujo de vehículos en un área determinada.

El desarrollo de Carlos Gershenson García, doctor en Ciencias de la Computación y académico del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas (IIMAS), en colaboración con Darío Zubillaga Martín y Jorge Zapotécatl López, alumnos del posgrado en Ciencias e Ingeniería en Computación, propone soluciones que consideran las condiciones locales de una calle o crucero, entre ellas el número de vehículos (públicos y privados) y su velocidad.

“Funcionan de manera semejante a una parvada, que no tiene un líder y depende de las interacciones locales que se dan entre las aves, además, consideran la adaptación, pues los fenómenos vivos enfrentan entornos cambiantes”, explicó.

El proyecto descarta las centrales de control vehicular que existen en muchas ciudades y opta por priorizar las condiciones de una zona pequeña (como una colonia) para organizar los semáforos de acuerdo a los elementos inmediatos y así evitar aglomeraciones en calles posteriores y nudos viales en cruceros.

La idea, expuso Gershenson en entrevista, es dotar a los semáforos de cámaras que funcionan como sensores, para que puedan tomar decisiones locales.

“Se requiere una cámara-sensor por cada dirección, así que algunas intersecciones necesitarán hasta cuatro o seis sensores, pero son dispositivos que ya existen en el mercado”, señaló.

Además de la cámara, hay un dispositivo que procesa el video para detectar a los vehículos. “Es fácil de programar porque es un método sencillo en el que se toma en consideración la cantidad de coches para determinar el tiempo de espera y cambiar el semáforo. Esa información se envía al controlador, pero todo es local, así que no se requiere de una central”, aclaró.

Se llaman semáforos auto-organizantes porque no dependen de un control central, sino que ellos mismos, con sus condiciones locales, encuentran una solución adaptativa al problema del tráfico.

Inteligencia distribuida

Los “semáforos inteligentes” utilizan una habilidad distribuida que favorece el flujo de vehículos, mantiene cierta velocidad constante y es flexible ante fenómenos cambiantes, como una acumulación de autos repentina.

Con casi una década de desarrollar diferentes etapas, Gershenson inició una primera versión como proyecto de su doctorado en Bruselas, luego lo continuó en un posdoctorado en Boston y más tarde lo mejoró como investigador del IIMAS, donde es investigador desde 2008.

El sistema se basa en un algoritmo de seis reglas y simulaciones por computadora. “Ahora falta probarlo en un proyecto piloto, que iniciaríamos a mediados de este año en Ciudad Universitaria, donde se tomará en cuenta el transporte público (Pumabús) y privado, así como el flujo peatonal y de ciclistas”, apuntó.

En su simulación, Gershenson estima ahorro en el tiempo de traslado y de gasolina para los autos de la red primaria de la Ciudad de México.

“Se economizaría aproximadamente un millón de toneladas de dióxido de carbono al año, que equivale al ahorro de más de 10 líneas del Metrobús de la urbe, pero el costo para implementarlo es mucho menor que una sola línea”, destacó.

El universitario busca interesar con este proyecto a las autoridades de la metrópoli para probar su sistema en una delegación o zona conflictiva de la capital, como el Centro Histórico o Polanco.

Crédito: UNAM-DGCS-095-2014

TACUBAYA, DE SUBURBIO VERANIEGO A CIUDAD

 
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Un viaje por Tacubaya puede empezar en la cima de Chapultepec, en el castillo, desde donde se domina la Ciudad de México por los cuatro puntos cardinales. Un mirador que, nutrido con el conocimiento histórico de la urbe, motiva a la ensoñación, misma que motivó a los antepasados (mexicas, españoles y mestizos) avecindados aquí.
De ello dan testimonio las crónicas de religiosos y seculares, litografías de época y, por supuesto, los paisajes de José María Velasco (1840-1912).
El viajero puede descender y perderse por las calles de la colonia Escandón, donde permanecen en pie casonas porfirianas y edificaciones art déco; detenerse en alguna de las cantinas del rumbo y seguir por la avenida Revolución hasta llegar a la Parroquia de La Candelaria, parada obligada para admirar los testimonios de cómo participaron los indígenas en su construcción.
Los lugares pueden disfrutarse si nos sumergimos en su historia, pero en una que no nos detenga en el pasado, sino que nos regrese al presente, porque desde ahí tendremos más cuestionamientos y respuestas, considera Sergio Miranda, del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH) de la UNAM, en su libro Tacubaya, de suburbio veraniego a ciudad.
El relato no pretende hacer nostalgia del pasado, sino tener elementos para reconocernos, obtener una identidad y movernos a la acción, porque nuestra identidad está en perpetua transformación, comentó el universitario.
“Quise mostrar que Tacubaya también tiene la dinámica de la ciudad, del país y del mundo, con la preocupación de que está inmersa en un proceso de cambio y que adquirir una explicación del pasado puede ayudar a dar rumbo a las acciones en el presente”, dijo.
Ante el riesgo que representan los intereses inmobiliarios ajenos a los habitantes de la zona, el historiador señaló que uno de los objetivos de su estudio es alentar a la comunidad tacubayense a no ser depredada por empresarios inconscientes de su valor histórico.
“En el libro muestro cómo las transformaciones urbanas representan la historia de las luchas sociales. La Tacubaya que guardamos en la memoria es la historia de esas comunidades, que lograron imponerse a otras y que tenían ideas distintas a las que desaparecieron.
“Las comunidades prehispánicas tenían un sistema de vida comunitaria que dio lugar a un conjunto de barrios y a determinados tipos de asentamientos con actividad agrícola. Al final, las aldeas y barrios fueron suplantados por colonias modernas, por casas de veraneo que, a su vez, fueron desplazadas por edificios de apartamentos, colonias clasemedieras o populares. Lo que se ve es la imposición de un modelo de crecimiento urbano vertical”, comentó el investigador.
Para un historiador de la ciudad resulta atractivo establecer puentes de comunicación con el pasado y traerlos al presente, porque acrecentar el orgullo de los habitantes por su pasado histórico puede ser de utilidad y dar densidad a su responsabilidad como sociedad.
En opinión de Miranda, “son señaladas las zonas donde los ciudadanos están organizados en defensa de su patrimonio, contra la depredación del suelo y la sociabilidad de la metrópoli. Lo deseable es tener la suficiente densidad social para poder decir no necesitamos una gasolinera o un restaurante, sino que cuiden nuestros parques y establezcan control sobre los autos”.
Al abundar acerca del perímetro tacubayense, aseguró que ese espacio resulta atractivo porque posee dimensiones prehispánicas y coloniales. Chapultepec formaba parte de la municipalidad de Tacubaya, muchos creerán que es la colonia que se ve afuera del Metro, pero quienes lean su historia entenderán que abarcaba Chapultepec, sitio emblemático en los anales de México.
“Pueden disfrutarse los lugares de una ciudad si se entra a su historia, pero en una que no nos detenga en el tiempo, sino que nos lleve a otro y al regresar al presente habrá más preguntas qué responder”, confió el universitario.
El conocimiento de la historia nos sitúa en las responsabilidades y posibilidades que tenemos como ciudadanos. “En este sentido es positivo que haya comunidades movilizadas en defensa de su patrimonio, de su vida local, con una apuesta por la vida social que contradice la que se monta sobre la ganancia y la plusvalía”, concluyó.
Créditos:  UNAM-DGCS-767-2013

tacubayaUn viaje por Tacubaya puede empezar en la cima de Chapultepec, en el castillo, desde donde se domina la Ciudad de México por los cuatro puntos cardinales. Un mirador que, nutrido con el conocimiento histórico de la urbe, motiva a la ensoñación, misma que motivó a los antepasados (mexicas, españoles y mestizos) avecindados aquí.

De ello dan testimonio las crónicas de religiosos y seculares, litografías de época y, por supuesto, los paisajes de José María Velasco (1840-1912).

El viajero puede descender y perderse por las calles de la colonia Escandón, donde permanecen en pie casonas porfirianas y edificaciones art déco; detenerse en alguna de las cantinas del rumbo y seguir por la avenida Revolución hasta llegar a la Parroquia de La Candelaria, parada obligada para admirar los testimonios de cómo participaron los indígenas en su construcción.

Los lugares pueden disfrutarse si nos sumergimos en su historia, pero en una que no nos detenga en el pasado, sino que nos regrese al presente, porque desde ahí tendremos más cuestionamientos y respuestas, considera Sergio Miranda, del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH) de la UNAM, en su libro Tacubaya, de suburbio veraniego a ciudad.

El relato no pretende hacer nostalgia del pasado, sino tener elementos para reconocernos, obtener una identidad y movernos a la acción, porque nuestra identidad está en perpetua transformación, comentó el universitario.

“Quise mostrar que Tacubaya también tiene la dinámica de la ciudad, del país y del mundo, con la preocupación de que está inmersa en un proceso de cambio y que adquirir una explicación del pasado puede ayudar a dar rumbo a las acciones en el presente”, dijo.

Ante el riesgo que representan los intereses inmobiliarios ajenos a los habitantes de la zona, el historiador señaló que uno de los objetivos de su estudio es alentar a la comunidad tacubayense a no ser depredada por empresarios inconscientes de su valor histórico.

“En el libro muestro cómo las transformaciones urbanas representan la historia de las luchas sociales. La Tacubaya que guardamos en la memoria es la historia de esas comunidades, que lograron imponerse a otras y que tenían ideas distintas a las que desaparecieron.

“Las comunidades prehispánicas tenían un sistema de vida comunitaria que dio lugar a un conjunto de barrios y a determinados tipos de asentamientos con actividad agrícola. Al final, las aldeas y barrios fueron suplantados por colonias modernas, por casas de veraneo que, a su vez, fueron desplazadas por edificios de apartamentos, colonias clasemedieras o populares. Lo que se ve es la imposición de un modelo de crecimiento urbano vertical”, comentó el investigador.

Para un historiador de la ciudad resulta atractivo establecer puentes de comunicación con el pasado y traerlos al presente, porque acrecentar el orgullo de los habitantes por su pasado histórico puede ser de utilidad y dar densidad a su responsabilidad como sociedad.

En opinión de Miranda, “son señaladas las zonas donde los ciudadanos están organizados en defensa de su patrimonio, contra la depredación del suelo y la sociabilidad de la metrópoli. Lo deseable es tener la suficiente densidad social para poder decir no necesitamos una gasolinera o un restaurante, sino que cuiden nuestros parques y establezcan control sobre los autos”.

Al abundar acerca del perímetro tacubayense, aseguró que ese espacio resulta atractivo porque posee dimensiones prehispánicas y coloniales. Chapultepec formaba parte de la municipalidad de Tacubaya, muchos creerán que es la colonia que se ve afuera del Metro, pero quienes lean su historia entenderán que abarcaba Chapultepec, sitio emblemático en los anales de México.

“Pueden disfrutarse los lugares de una ciudad si se entra a su historia, pero en una que no nos detenga en el tiempo, sino que nos lleve a otro y al regresar al presente habrá más preguntas qué responder”, confió el universitario.

El conocimiento de la historia nos sitúa en las responsabilidades y posibilidades que tenemos como ciudadanos. “En este sentido es positivo que haya comunidades movilizadas en defensa de su patrimonio, de su vida local, con una apuesta por la vida social que contradice la que se monta sobre la ganancia y la plusvalía”, concluyó.

Créditos:  UNAM-DGCS-767-2013