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BUSCAN EN UN CINTURÓN VOLCÁNICO SUBMARINO EL ORIGEN DE LA CORTEZA CONTINENTAL

 
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cinturonvolcanico22 de septiembre de 2014

En busca de pistas para conocer cómo se formó la corteza continental de la Tierra, un grupo internacional de científicos realizó una expedición al arco de Izu-Bonin-Marianas, una cadena de volcanes activos localizada en el Mar de Filipinas, al sur de Japón. La tarea fue organizada por el Integrated Ocean Drilling Program (IODP), un consorcio internacional dedicado a la exploración de las rocas y sedimentos del fondo marino.

En el viaje participó Michelangelo Martini, investigador del Instituto de Geología (IGL) de la UNAM, único científico que asistió por parte de México.

La expedición, realizada durante dos meses a bordo de un buque de investigación con bandera japonesa, permitió a los expertos perforar un registro estratigráfico continuo asociado con las erupciones de esta cadena de volcanes submarinos. Por medio de la infraestructura con que cuenta el buque, durante los dos meses de la expedición fueron colectados datos petrográficos, geoquímicos, geofísicos y paleontológicos de este registro estratigráfico.

“El barco es un laboratorio flotante en donde pudimos hacer algunos análisis, aunque otras muestras las trajimos a los laboratorios de las instituciones de procedencia de cada participante. Una parte del trabajo es colectivo y otra responde a estudios particulares de cada investigador”, explicó.

El objetivo grupal es entender cómo se originó la corteza continental de la Tierra, la cual conforma la gran mayoría de las regiones emergidas de nuestro planeta. “En los libros de texto se señala que se crea en las zonas donde hay vulcanismo activo y en los arcos intraoceánicos como Izu-Bonin-Marianas, pero hoy se sabe que eso puede ser incorrecto, pues se ha comparado la composición química de las rocas volcánicas generadas en los arcos y en la corteza continental, y aunque la abundancia de muchos elementos es parecida, la de otros es totalmente distinta”, detalló.

Sin embargo, el arco Izu-Bonin-Marianas tiene perfiles sísmicos y datos geofísicos reveladores. “Indican que en su parte trasera la velocidad con que se transmiten las ondas sísmicas es parecida a la observada en la corteza continental”, dijo.

Entre los objetivos colectivos de la expedición está indagar si la actividad magmática de la parte trasera de un arco volcánico intraoceánico pudiera dar origen a la corteza continental. “El resultado lo publicaremos posteriormente en un artículo científico conjunto”, precisó.

Estudio comparativo

Martini también realiza un estudio propio, en el que compara el arco referido con uno submarino antiguo, que colisionó con el núcleo continental de Norteamérica durante el final del Cretácico Inferior y se encuentra expuesto actualmente a lo largo de la costa pacífica de México.

Por varios años, el geólogo italiano ha trabajado en nuestro país con arcos intraocéanicos antiguos del Jurásico-Cretácico, de edades entre 160 y 130 millones de años, que actualmente están expuestos en la costa del Pacífico, desde Guerrero, Michoacán y Colima, hasta Baja California.

“Éstos ya se han acrecionado al continente y están completamente exhumados. Eso ocurre por el movimiento de las placas tectónicas, que causa la interacción y colisión entre bloques litosféricos oceánicos y continentales, y la consecuente exhumación de las rocas involucradas en la colisión que forma cinturones orogénicos”, apuntó.

México es una región sísmica, especialmente en el Pacífico. Bajo su superficie tiene zonas de subducción que producen movimientos laterales de las placas tectónicas, que al chocar comienzan a moverse hasta aflorar en la superficie.

“El arco volcánico que hoy está en la costa mexicana se desarrolló en el Jurásico-Cretácico, en una posición que actualmente corresponde con el Océano Pacífico oriental. Desde que empezó a colisionar, hace 120 o 115 millones de años, ya es parte del continente”, abundó.

Para los geólogos es difícil entender el origen y evolución de los arcos volcánicos que ya han sido acrecionados a las márgenes continentales. Por esta razón, es importante emprender estudios sobre arcos volcánicos actuales, que aún no hayan sido afectados por cambios petrológicos y estructurales permanentes que obliteran parte de la información sobre su origen y desarrollo.

“Ahora vamos a ver si estos dos arcos submarinos (el de Izu-Bonin-Marianas, que es mucho más joven y activo, y el del Pacífico mexicano, antiguo y extinto) se parecen en algo, y si pueden ser sitios de origen de la corteza continental de nuestro planeta”, destacó.

Placas tectónicas, dinamismo planetario

Las placas tectónicas dan dinamismo al planeta. Muchas de sus colisiones dan forma a ciertas áreas de la corteza y generan eventos como sismos y volcanes.

“Lo interesante es que la margen pacífica de México ha sufrido una historia de subducción continua por más de 100 millones de años. Esta subducción produjo la generación y colisión de arcos volcánicos, así como el desarrollo de cinturones orogénicos que han forjado la geometría y morfología de la margen continental del país”, añadió Martini, interesado en entender a detalle cómo funciona la dinámica de estos procesos tectónicos.

En este contexto, el estudio de los arcos de Izu-Bonin-Marianas y de la costa pacífica representan elementos claves para el entendimiento de los procesos que actúan a lo largo de las zonas de subducción y que determinan la configuración actual de las márgenes continentales, concluyó.

Créditos: UNAM-DGCS-548-2014

CAMOTE, UNA SOLUCIÓN A LA DESNUTRICIÓN

 
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camote23 de julio de 2014

En dulce, con leche, hervido, en puré, horneado o frito son algunas de las formas culinarias en las que los mexicanos consumimos el camote, raíz tuberosa cuyo valor nutritivo es capaz de disminuir la desnutrición.

Más de 1.5 millones de menores de cinco años (13.6 por ciento) en el país se encuentran en esa condición –de acuerdo al último Informe Anual de UNICEF México en 2012– y alrededor del 80 por ciento de los adultos mayores que acuden a consulta médica son diagnosticados en ese sentido, refirió Grecia Fuentes Ponce, maestra en Ciencias del Instituto de Biotecnología (IBt) de la UNAM.

A partir de un programa en África llamado VITA A –en el cual alimentaron a varios países con una variedad de camote anaranjado para combatir la desnutrición–, Fuentes Ponce y su equipo desarrollaron una línea de productos nutracéuticos (benéficos para la salud) elaborados a base de esta raíz comestible, dirigidos específicamente a niños y adultos mayores.

“Para los pequeños pensamos en un batido o papilla más sólida que una comercial; para los adultos mayores en una harina, lista para hornearse, con la que pueden preparar diferentes platillos”, dijo.

Ipomoea batatas

Proveniente de Centroamérica, el camote (del género Ipomoea batatas) es reconocido por ser rico en vitaminas, minerales, antioxidantes y fibra; además, a la variedad blanca se le considera un alimento antidiabético, tras algunos estudios de campo con el producto llamado Caiapo, que “a las seis semanas de consumo bajó los niveles de glucosa en la sangre, el colesterol y la resistencia a la insulina”.

Su alta productividad y bajo costo han permitido el cultivo en México; Guanajuato y Michoacán son los principales productores. De igual manera, es funcional en países en vías de desarrollo como África, así como en suelos con escasos nutrientes y sin fertilizantes.

En especial, la variedad anaranjada contiene altas cantidades de vitamina A, nutriente esencial para el crecimiento óseo, el desarrollo de una buena visión y la producción de anticuerpos, entre otros, detalló.

Alimentos Camorina

Derivado de los términos camote y harina, Alimentos Camorina es un proyecto que busca incluir en el mercado nacional estos artículos, con el objetivo de disminuir la desnutrición.

Por medio de concursos de emprendimiento social y de negocios, los universitarios pretenden impulsar y buscar apoyo económico para consolidar este producto, que si bien está dirigido a los segmentos más vulnerables (infantes y adultos mayores, que requieren nutrientes en cantidades específicas), puede ser consumido por toda la población.

Fuentes Ponce y su equipo incorporan, además del camote, minerales, proteínas y mejoran el sabor. “Si podemos procesarlo sin que represente un costo elevado, por qué no agregarle otros componentes naturales que le hacen falta a la raíz por sí misma”, consideró.

“Vengo de una zona marginada con problemas de desnutrición y he podido distribuirlo ahí; aunque no hemos registrado los resultados, existen investigaciones que confirman las bondades de esta papa dulce”.

Finalmente, manifestó que es prioritario hacer esfuerzos para fomentar la explotación eficiente de las posibilidades alimenticias y económicas que ofrecen los cultivos locales como las raíces y los tubérculos, en especial el camote.

Créditos: UNAM-DGCS-424-2014

OTORGAN A LEÓN OLIVÉ MEDALLA AL MÉRITO DE LA UNIVERSIDAD VERACRUZANA

 
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leonolive28 de junio de 2014

Por sus aportaciones en el estudio de las relaciones entre ciencia, tecnología y sociedad, en particular el aspecto ético de este conjunto, el filósofo y matemático León Olivé, del Instituto de Investigaciones Filosóficas (IIFs) de la UNAM, recibió la Medalla al Mérito que otorga la Universidad Veracruzana (UV), en el contexto de su Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) 2014.

León Olivé, ex director del IIFs, ha destacado por abordar la filosofía de la ciencia y la tecnología; epistemología; relaciones entre ciencia, tecnología y sociedad, en particular cuestiones éticas de la ciencia y la tecnología; las sociedades del conocimiento; multiculturalismo, y relaciones interculturales.

El universitario resaltó que en el país tenemos un punto débil, porque no contamos con el avance científico y tecnológico deseable para impulsar no sólo el crecimiento económico, sino en particular el desarrollo de la colectividad, lograr mayor bienestar en la población, con base en el aprovechamiento social de esos conocimientos.

El galardonado, quien dirige el Seminario de Investigación sobre Sociedad del Conocimiento y Diversidad Cultural, indicó que han abordado distintos proyectos de investigación, en particular sobre el tema de sociedad del conocimiento y cuál sería un modelo adecuado para un país como México.

En una colectividad como la nuestra, abundó, la economía se basa en la cognición científica y tecnológica. Sin embargo, también contamos con una riqueza de otro tipo, saberes como la medicina tradicional, cuya práctica han cultivado por siglos pueblos y comunidades indígenas. “Los médicos tradicionales tienen un caudal de conocimiento en herbolaria, pero también en agricultura”.

El autor del libro El bien, el mal y la razón, puntualizó que las aportaciones de la medicina tradicional son tan válidas, desde un punto de vista epistemológico, como el discernimiento científico y tecnológico. Han demostrado, además, utilidad y efectividad para resolver problemas de salud.

En el país los pueblos indígenas han desarrollado una gran cultura en torno al cultivo de la milpa, por ejemplo, que es un conocimiento no científico, pero que podríamos calificarlo y evaluarlo tan valioso y válido como el científico. En algunos hospitales del Instituto Mexicano del Seguro Social combinan la medicina tradicional con la alópata (convencional). “Esto debemos aprovecharlo”, indicó el universitario.

También, resaltó la necesidad de fortalecer una cultura de conocimientos que incluya el saber científico y tecnológico, así como a las prácticas ancestrales. “Es parte de lo que tratamos de hacer desde el seminario que dirijo y muchos son los proyectos que llevamos adelante”.

Al referirse a la presea recibida de manos de la rectora de la UV, Sara Ladrón de Guevara, mencionó que es satisfactorio, pero también implica gran responsabilidad. “Debemos continuar en lo que siempre hacemos, fortalecer la cultura científica y tecnológica, pero también la formación de nuevos licenciados, maestros y doctores, con una visión sobre la importancia de la ciencia y la tecnología”.

Trayectoria Académica

León Olivé es autor único de 10 libros, ha editado 12 colectivos y publicado más de 140 artículos de investigación sobre los mismos campos. Ha dirigido más de 30 tesis de posgrado.

Ha hecho aportes principalmente en tres campos: la epistemología y la filosofía de la ciencia y de la tecnología; el análisis de las relaciones interculturales (problemas sociales, culturales, éticos y políticos); y en el estudio de los vínculos entre sociedad, ciencia y tecnología, incluidos problemas éticos de las dos últimas.

También ha contribuido a la articulación de una epistemología pluralista que rechaza las posiciones absolutistas –la idea de que existe una forma única de pensamiento–, como los relativismos ilimitados que afirman que cualquier punto de vista es tan válido como otro, lo que le ha permitido desarrollar una filosofía original y socialmente comprometida.

Créditos: UNAM-DGCS-370-2014

Crean en la FES Iztcala, primer jardín artificial para colibríes.

 
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2 de Febrero del 2013
Para algunos el colibrí es símbolo de suerte; encontrarse con uno es indicio de buen augurio; también es utilizado como amuleto (chupamirto) para atraer el amor. De este diminuto pájaro, el periodista Agustín Escobar Ledesma escribe: “El colibrí o chupaflor es un ave que con su silencio canta al amor; es de hermoso plumaje, de coloración metálica con matices diversos y cambiantes, y revolotea entre las flores del campo y las ciudades”.
Al igual que los insectos y los murciélagos, estas pequeñas y frágiles aves realizan una importante función ecológica en la conservación de los ecosistemas, por ser una especie polinizadora. Aunque no se encuentra amenazada, pierde su hábitat, principalmente en las grandes ciudades, por la masiva urbanización, que implica un elevado uso del suelo y, en consecuencia, la destrucción de la vegetación.
María del Coro Arizmendi Arriaga, coordinadora del posgrado en Ciencias Biológicas, junto con sus colaboradores, desarrolla el proyecto de creación de jardines para estos polinizadores; el objetivo es recrear su hábitat natural, que sean fuente de éstos para los cultivos colindantes, incrementar su población y estudiar su comportamiento biológico.
Los colibríes se alimentan del néctar que producen las flores, y en ese proceso se convierten en polinizadores de una diversidad de plantas. Sin embargo, el hombre se ha encargado de deteriorar su ecosistema, y el de otras especies, con la edificación de grandes urbes, donde este tipo de avecillas no tiene mucho espacio para sobrevivir, dijo la académica.
La primera de estas pequeñas reservas o “parches de vegetación”, como la denomina Arizmendi Arriaga, es única en el país, y fue instalada en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala; en breve, se pretende situar una más en ese mismo campus, informó.
Ahí, el tesista Héctor Salgado hará observaciones dos veces por mes, para determinar qué tipo de colibríes llegan y cómo colonizan el sitio.
Al respecto, aclaró que este proyecto surgió en Estados Unidos y Canadá, como parte de la Campaña Norteamericana para la Conservación de los Polinizadores (NAPPC, por sus siglas en inglés), puesta en marcha para proteger a las abejas, en específico, y en el que participó la universitaria.
Existen dos formas de restituir su ecosistema: los bebederos artificiales, en los que se coloca agua con azúcar, “recurso importante para los colibríes, que representan la reproducción de unas dos mil 500 flores, aunque esta elección en ocasiones resulta contraproducente, porque las aves abandonan su función ecológica al no visitar las flores. La otra iniciativa es la generación de jardines artificiales que cuenten con las flores de las que se alimentan”.
En las ciudades de Norteamérica se adoptó la colocación de bebederos en espacios públicos, como una pequeña contribución para estas aves en su obtención de energía, y que a su vez, les ayuda a buscar alimento con grasa y proteína (insectos). “Por su pequeño tamaño, tienen un metabolismo muy rápido, son las que aletean con mayor velocidad, y en ello, tienen un gasto calórico que deben suplir constantemente”.
Hace falta más que una botella con líquido dulce, es necesario brindarles un espacio con una gran concentración de plantas, que además de alimento, les ofrezca refugio y sitios para anidar. Para que un jardín sea agradable, se puede plantar variedad de flores, en especial las de color rojo, colgantes, largas y tubulares –que son las que polinizan–, como salvia y aretillos del género fuchsia, por ejemplo.
Por lo común, los colibríes que observamos en la ciudad son nativas y aquí se reproducen, como el Amazilia beryllina (chuparrosa), Cynanthus latirostris (colibrí pico ancho), y Cynanthus sordidus (colibrí oscuro). Hay algunas como Selasphorus rufus (zumbador Rufo) y Archilochus colubris (colibrí de garganta roja), que son migratorias y pasan el invierno en esta urbe.
Anillamiento de colibríes
La participación de la ornitóloga universitaria no se limita a la creación de jardines artificiales para estas especies, sino también en otro importante proyecto destinado a su estudio poblacional en la Reserva del Pedregal de San Ángel, en Ciudad Universitaria.
Se trata de la primera estación de anillamiento, que se inscribe en la iniciativa para la Conservación de Aves de América del Norte e involucra a instituciones gubernamentales, de la sociedad civil y universidades de Canadá, Estados Unidos y México.
En la Reserva del Pedregal “contamos con trampas para anillar a los colibríes que se refugian, procedimiento que realizamos dos veces por mes y que nos ha permitido determinar la presencia de por lo menos nueve especies, entre ellas Amazilia beryllina, Cynanthus latirostris y Cynanthus sordidus. Pero además la gran mayoría de especies endémicas de Estados Unidos y Canadá, que arriban en septiembre y se van en marzo”.
A un año de iniciado el proyecto, añadió, “llevamos anillados un promedio de 150 animales, con los que podemos iniciar un estudio demográfico y determinar tipo de alimentación y plantas que polinizan, entre otras”.
Asimismo, comentó que colabora en la elaboración de una guía de identificación de colibríes de México y Norteamérica, que contendrá dibujos, mapas y una descripción –en español e inglés– de estas aves; será editada por Conabio como parte del proyecto de generación de ciencia ciudadana, para involucrar a la población en su conocimiento.
Boletín UNAM-DGCS-069
Ciudad Universitaria.
Al igual que los insectos y los murciélagos, los colibríes realizan una importante función ecológica en la conservación de los ecosistemas, por ser una especie polinizadora.

Al igual que los insectos y los murciélagos, los colibríes realizan una importante función ecológica en la conservación de los ecosistemas, por ser una especie polinizadora.

2 de Febrero del 2013

Para algunos el colibrí es símbolo de suerte; encontrarse con uno es indicio de buen augurio; también es utilizado como amuleto (chupamirto) para atraer el amor. De este diminuto pájaro, el periodista Agustín Escobar Ledesma escribe: “El colibrí o chupaflor es un ave que con su silencio canta al amor; es de hermoso plumaje, de coloración metálica con matices diversos y cambiantes, y revolotea entre las flores del campo y las ciudades”.

Al igual que los insectos y los murciélagos, estas pequeñas y frágiles aves realizan una importante función ecológica en la conservación de los ecosistemas, por ser una especie polinizadora. Aunque no se encuentra amenazada, pierde su hábitat, principalmente en las grandes ciudades, por la masiva urbanización, que implica un elevado uso del suelo y, en consecuencia, la destrucción de la vegetación.

María del Coro Arizmendi Arriaga, coordinadora del posgrado en Ciencias Biológicas, junto con sus colaboradores, desarrolla el proyecto de creación de jardines para estos polinizadores; el objetivo es recrear su hábitat natural, que sean fuente de éstos para los cultivos colindantes, incrementar su población y estudiar su comportamiento biológico.

Los colibríes se alimentan del néctar que producen las flores, y en ese proceso se convierten en polinizadores de una diversidad de plantas. Sin embargo, el hombre se ha encargado de deteriorar su ecosistema, y el de otras especies, con la edificación de grandes urbes, donde este tipo de avecillas no tiene mucho espacio para sobrevivir, dijo la académica.

La primera de estas pequeñas reservas o “parches de vegetación”, como la denomina Arizmendi Arriaga, es única en el país, y fue instalada en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala; en breve, se pretende situar una más en ese mismo campus, informó.

Ahí, el tesista Héctor Salgado hará observaciones dos veces por mes, para determinar qué tipo de colibríes llegan y cómo colonizan el sitio.

Al respecto, aclaró que este proyecto surgió en Estados Unidos y Canadá, como parte de la Campaña Norteamericana para la Conservación de los Polinizadores (NAPPC, por sus siglas en inglés), puesta en marcha para proteger a las abejas, en específico, y en el que participó la universitaria.

Existen dos formas de restituir su ecosistema: los bebederos artificiales, en los que se coloca agua con azúcar, “recurso importante para los colibríes, que representan la reproducción de unas dos mil 500 flores, aunque esta elección en ocasiones resulta contraproducente, porque las aves abandonan su función ecológica al no visitar las flores. La otra iniciativa es la generación de jardines artificiales que cuenten con las flores de las que se alimentan”.

En las ciudades de Norteamérica se adoptó la colocación de bebederos en espacios públicos, como una pequeña contribución para estas aves en su obtención de energía, y que a su vez, les ayuda a buscar alimento con grasa y proteína (insectos). “Por su pequeño tamaño, tienen un metabolismo muy rápido, son las que aletean con mayor velocidad, y en ello, tienen un gasto calórico que deben suplir constantemente”.

Hace falta más que una botella con líquido dulce, es necesario brindarles un espacio con una gran concentración de plantas, que además de alimento, les ofrezca refugio y sitios para anidar. Para que un jardín sea agradable, se puede plantar variedad de flores, en especial las de color rojo, colgantes, largas y tubulares –que son las que polinizan–, como salvia y aretillos del género fuchsia, por ejemplo.

Por lo común, los colibríes que observamos en la ciudad son nativas y aquí se reproducen, como el Amazilia beryllina (chuparrosa), Cynanthus latirostris (colibrí pico ancho), y Cynanthus sordidus (colibrí oscuro). Hay algunas como Selasphorus rufus (zumbador Rufo) y Archilochus colubris (colibrí de garganta roja), que son migratorias y pasan el invierno en esta urbe.


Anillamiento de colibríes

La participación de la ornitóloga universitaria no se limita a la creación de jardines artificiales para estas especies, sino también en otro importante proyecto destinado a su estudio poblacional en la Reserva del Pedregal de San Ángel, en Ciudad Universitaria.

Se trata de la primera estación de anillamiento, que se inscribe en la iniciativa para la Conservación de Aves de América del Norte e involucra a instituciones gubernamentales, de la sociedad civil y universidades de Canadá, Estados Unidos y México.

En la Reserva del Pedregal “contamos con trampas para anillar a los colibríes que se refugian, procedimiento que realizamos dos veces por mes y que nos ha permitido determinar la presencia de por lo menos nueve especies, entre ellas Amazilia beryllina, Cynanthus latirostris y Cynanthus sordidus. Pero además la gran mayoría de especies endémicas de Estados Unidos y Canadá, que arriban en septiembre y se van en marzo”.

A un año de iniciado el proyecto, añadió, “llevamos anillados un promedio de 150 animales, con los que podemos iniciar un estudio demográfico y determinar tipo de alimentación y plantas que polinizan, entre otras”.

Asimismo, comentó que colabora en la elaboración de una guía de identificación de colibríes de México y Norteamérica, que contendrá dibujos, mapas y una descripción –en español e inglés– de estas aves; será editada por Conabio como parte del proyecto de generación de ciencia ciudadana, para involucrar a la población en su conocimiento.

Boletín UNAM-DGCS-069

Ciudad Universitaria.

Decisión de La Haya afecta investigación de UN en San Andrés.

 
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 La Universidad Nacional de Colombia realiza numerosas investigaciones en San Andrés.

La Universidad Nacional de Colombia realiza numerosas investigaciones en San Andrés.

21 de Noviembre del 2012
La nueva frontera entre Colombia y Nicaragua afecta también las investigaciones que la UN realiza en el Archipiélago, pues se dificulta el acceso a áreas clave para estudiar la biodiversidad de la zona.
La profesora Brigitte Gavio lleva cinco años investigando sobre botánica marina en la Isla y asegura que el más importante de sus proyectos es el inventario de la biodiversidad en macroalgas.
“El año pasado fuimos a los Cayos del Norte, Quitasueño, Serrana y Roncador, e hicimos una expedición con la Gobernación del Archipiélago y la Corporación Coralina para evaluar el estado de la biodiversidad de los Cayos; allí, nosotros hemos encontrado muchísimas especies que nunca antes se habían reportado para San Andrés y ni siquiera para Colombia”, relató.
Ahora se siente afectada porque “el área que le quedó a Colombia es supremamente restringida, es el Cayo no más, prácticamente no hay aguas aledañas, entonces toda el área de afuera no va a poder ser investigada”, precisó.
La profesora estima que hay alrededor de 90 especies como nuevos registros, lo que da la idea de que la biodiversidad del Archipiélago ha sido poco estudiada.
“La investigación está en marcha. Hemos encontrado que la  biodiversidad es muy alta, pero estamos preocupados porque las intenciones de Nicaragua no van en el sentido de la conservación”, aseguró la docente de la UN.
La Universidad también realiza investigaciones en convenio con otras instituciones para evaluar los recursos de caracol pala, de langosta y de conectividad marina, justamente en los Cayos.
Entre las investigaciones que hace la UN en San Andrés también está una sobre la incidencia de la ciguatera, una intoxicación alimenticia provocada por pescado. Han encontrado que hay poblaciones de microalgas tóxicas que los peces pueden consumir y que se pueden transmitir al hombre al comer pescado. La ciguatera puede causar problemas serios a los humanos porque ataca el sistema nervioso.
Asimismo, han evaluado las condiciones de praderas de pasto marino y han encontrado que algunas están muy bien conservadas, pero otras no tanto, lo que da lineamientos para mejorar el manejo de esos ecosistemas.
“La biodiversidad marina es fundamental, es muy poco conocida en el mundo porque se distingue solo una parte costera, dependemos del mar por diferentes bienes y servicios”, explicó Gavio.
Más investigación
El profesor José Ernesto Mancera, quien hasta hace poco fue director de la Sede Caribe de la UN en San Andrés, también tiene investigaciones en curso.
Las pesquisas del profesor son sobre microalgas y larvas de caracol. Uno de sus propósitos fundamentales es poder llegar a un modelo ecológico, precisamente en el área de los Cayos, para entender no solamente cuántos recursos hay y dónde están localizados, sino también cómo es su dinámica.
“Estamos muy preocupados. Ir a los Cayos siempre ha sido complicado por la distancia, por las condiciones meteorológicas, pero ahora hay una variable más que es el tener que pasar por aguas internacionales. Nos han explicado que uno puede ir y en teoría no pasa nada, pero uno sabe en la práctica que no es así. Cuando hemos ido los pescadores cuentan cómo han sido, de alguna manera, hostigados en aguas colombianas por barcos de otras banderas. Eso va a complicar mucho más la posibilidad de entender lo que pasa allí”, indicó el docente.
Mancera aseguró, además, que Colombia ha hecho muchos esfuerzos para proteger esa zona, que es reserva internacional de biósfera y área marina protegida.
“Con esfuerzos importantes de instituciones como la Universidad Nacional de Colombia, Coralina y la Gobernación Departamental se han invertido recursos para el cuidado de la biodiversidad, el principal patrimonio que puede tener la humanidad”.
La UN en San Andrés
Además del panorama sombrío que ya se puede percibir en la Isla por la nueva distribución marítima, está la preocupación por lo que se puede perder en materia de investigación y desarrollo de conocimiento: en estos procesos, la Universidad Nacional Sede San Andrés es parte fundamental.
En efecto, ha brindado la oportunidad para que jóvenes lugareños puedan acceder a la UN mediante una modalidad especial de admisión y movilidad académica llamada Peama, en la que los alumnos estudian dos semestres en la Isla y en el tercero se trasladan a alguna de las sedes andinas de la Institución (Manizales, Medellín, Bogotá o Palmira) a finalizar sus estudios. Actualmente el programa Peama tiene alrededor de 30 estudiantes, indicó la directora de la sede, Johannie James.
“En el proceso de los dos semestres acá tenemos 22 estudiantes de diferentes carreras que van a hacer movilidad este semestre, y cerca de 38 personas inician su carrera en enero próximo”, señaló James.
Tienen ocho profesores en la sede, tres en Santa Marta y dos adicionales de la Facultad de Ciencias de la Sede Bogotá que están en comisión en la Isla.
“La presencia de la Universidad Nacional es clave en San Andrés porque es la única con presencia física en el Archipiélago, entonces, es la única  que ofrece estudios profesionalizados de educación superior”, resaltó.
La UN ofrece alrededor de 40 programas de pregrado en la Isla, entre los que se cuentan Ingenierías, Biología, Estadística, Ciencias de la Salud, Ciencias Políticas, Economía y Administración de Empresas. En posgrado, se ofrecen la Maestría y el Doctorado en Biología Marina, la Maestría en Estudios del Caribe y la Maestría en Ciencias Exactas. En convenio con la Sede Manizales, se dicta la Maestría en Administración de Empresas.
Créditos:http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html

21 de Noviembre del 2012

La nueva frontera entre Colombia y Nicaragua afecta también las investigaciones que la UN realiza en el Archipiélago, pues se dificulta el acceso a áreas clave para estudiar la biodiversidad de la zona.

La profesora Brigitte Gavio lleva cinco años investigando sobre botánica marina en la Isla y asegura que el más importante de sus proyectos es el inventario de la biodiversidad en macroalgas.

“El año pasado fuimos a los Cayos del Norte, Quitasueño, Serrana y Roncador, e hicimos una expedición con la Gobernación del Archipiélago y la Corporación Coralina para evaluar el estado de la biodiversidad de los Cayos; allí, nosotros hemos encontrado muchísimas especies que nunca antes se habían reportado para San Andrés y ni siquiera para Colombia”, relató.

Ahora se siente afectada porque “el área que le quedó a Colombia es supremamente restringida, es el Cayo no más, prácticamente no hay aguas aledañas, entonces toda el área de afuera no va a poder ser investigada”, precisó.

La profesora estima que hay alrededor de 90 especies como nuevos registros, lo que da la idea de que la biodiversidad del Archipiélago ha sido poco estudiada.

“La investigación está en marcha. Hemos encontrado que la  biodiversidad es muy alta, pero estamos preocupados porque las intenciones de Nicaragua no van en el sentido de la conservación”, aseguró la docente de la UN.

La Universidad también realiza investigaciones en convenio con otras instituciones para evaluar los recursos de caracol pala, de langosta y de conectividad marina, justamente en los Cayos.

Entre las investigaciones que hace la UN en San Andrés también está una sobre la incidencia de la ciguatera, una intoxicación alimenticia provocada por pescado. Han encontrado que hay poblaciones de microalgas tóxicas que los peces pueden consumir y que se pueden transmitir al hombre al comer pescado. La ciguatera puede causar problemas serios a los humanos porque ataca el sistema nervioso.

Asimismo, han evaluado las condiciones de praderas de pasto marino y han encontrado que algunas están muy bien conservadas, pero otras no tanto, lo que da lineamientos para mejorar el manejo de esos ecosistemas.

“La biodiversidad marina es fundamental, es muy poco conocida en el mundo porque se distingue solo una parte costera, dependemos del mar por diferentes bienes y servicios”, explicó Gavio.


Más investigación

El profesor José Ernesto Mancera, quien hasta hace poco fue director de la Sede Caribe de la UN en San Andrés, también tiene investigaciones en curso.

Las pesquisas del profesor son sobre microalgas y larvas de caracol. Uno de sus propósitos fundamentales es poder llegar a un modelo ecológico, precisamente en el área de los Cayos, para entender no solamente cuántos recursos hay y dónde están localizados, sino también cómo es su dinámica.

“Estamos muy preocupados. Ir a los Cayos siempre ha sido complicado por la distancia, por las condiciones meteorológicas, pero ahora hay una variable más que es el tener que pasar por aguas internacionales. Nos han explicado que uno puede ir y en teoría no pasa nada, pero uno sabe en la práctica que no es así. Cuando hemos ido los pescadores cuentan cómo han sido, de alguna manera, hostigados en aguas colombianas por barcos de otras banderas. Eso va a complicar mucho más la posibilidad de entender lo que pasa allí”, indicó el docente.

Mancera aseguró, además, que Colombia ha hecho muchos esfuerzos para proteger esa zona, que es reserva internacional de biósfera y área marina protegida.

“Con esfuerzos importantes de instituciones como la Universidad Nacional de Colombia, Coralina y la Gobernación Departamental se han invertido recursos para el cuidado de la biodiversidad, el principal patrimonio que puede tener la humanidad”.


La UN en San Andrés

Además del panorama sombrío que ya se puede percibir en la Isla por la nueva distribución marítima, está la preocupación por lo que se puede perder en materia de investigación y desarrollo de conocimiento: en estos procesos, la Universidad Nacional Sede San Andrés es parte fundamental.

En efecto, ha brindado la oportunidad para que jóvenes lugareños puedan acceder a la UN mediante una modalidad especial de admisión y movilidad académica llamada Peama, en la que los alumnos estudian dos semestres en la Isla y en el tercero se trasladan a alguna de las sedes andinas de la Institución (Manizales, Medellín, Bogotá o Palmira) a finalizar sus estudios. Actualmente el programa Peama tiene alrededor de 30 estudiantes, indicó la directora de la sede, Johannie James.

“En el proceso de los dos semestres acá tenemos 22 estudiantes de diferentes carreras que van a hacer movilidad este semestre, y cerca de 38 personas inician su carrera en enero próximo”, señaló James.

Tienen ocho profesores en la sede, tres en Santa Marta y dos adicionales de la Facultad de Ciencias de la Sede Bogotá que están en comisión en la Isla.

“La presencia de la Universidad Nacional es clave en San Andrés porque es la única con presencia física en el Archipiélago, entonces, es la única  que ofrece estudios profesionalizados de educación superior”, resaltó.

La UN ofrece alrededor de 40 programas de pregrado en la Isla, entre los que se cuentan Ingenierías, Biología, Estadística, Ciencias de la Salud, Ciencias Políticas, Economía y Administración de Empresas. En posgrado, se ofrecen la Maestría y el Doctorado en Biología Marina, la Maestría en Estudios del Caribe y la Maestría en Ciencias Exactas. En convenio con la Sede Manizales, se dicta la Maestría en Administración de Empresas.

Créditos:http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html