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POR PRIMERA VEZ, SE REPRODUCEN GUACAMAYAS ROJAS LIBERADAS EN PALENQUE, CHIAPAS

 
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apareanguacamayas17 de septiembre de 2014

Dos huevos que anidan en un amplio bote de plástico colocado en lo alto de un árbol en plena selva es la primera muestra de que el proyecto de reintroducción de la guacamaya roja en Palenque, Chiapas, funciona.

“Este primer evento reproductivo es alentador, indica que la adaptación de esas aves a la vida silvestre sigue el curso deseado, pues la meta del programa es establecer una población reproductiva en esa selva”, afirmó Alejandro Estrada, investigador del Instituto de Biología (IB) de la UNAM y titular del proyecto.

Con esta labor universitaria, las guacamayas rojas (Ara maco cyanoptera), extintas en 98 por ciento de su distribución en México, han regresado a su hábitat natural después de 70 años y comienzan a quedarse ahí.

En el trabajo conjunto de reintroducción, implementado en abril de 2013, el investigador del IB aporta la plataforma científica, el Parque Ecoarqueológico Xcaret de Quintana Roo dona las crías, que son entrenadas para introducirlas a la vida silvestre, y Aluxes Ecoparque Palenque, en Chiapas, facilita el área de selva en donde se han reintroducido. El proyecto cuenta con la autorización de la Dirección General de Vida Silvestre de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

Nidos artificiales

El pasado 22 de agosto se descubrieron los primeros huevos procreados por una pareja de guacamayas reintroducidas en Aluxes Ecoparque Palenque.

Las aves aceptaron utilizar los botes colocados previamente por los científicos para resguardar los huevos, en vez de las oquedades de los árboles que, de manera natural, usan como nidos. Buscan cavidades que cumplan con aspectos de seguridad para sus puestas y polluelos y, por lo general, eligen árboles robustos y altos, explicó Estrada.

“A las guacamayas liberadas se les ayuda a no batallar con el sitio idóneo, pues esos huecos no son comunes en la selva. Les colocamos nidos artificiales en estructuras tubulares de cierta profundidad y anchura que asemeja a las dimensiones de los nidos naturales. En esta etapa han iniciado la formación de parejas y hasta ahora todos los nidos han sido visitados por ellas”, detalló el especialista.

Parejas de por vida

Forman parejas reproductoras de por vida. Por lo general, la época de reproducción dura varios meses del año. Por ejemplo, en la selva Lacandona (cerca de la frontera de Chiapas con Guatemala) va de marzo a agosto.

Al anidar, ponen de uno a tres huevos, de los que generalmente sobrevive uno o dos. Su periodo de incubación es de cerca de 28 días. La hembra los incuba y el macho le lleva de comer. Una mezcla de frutos y semillas de diferentes plantas es el alimento que regurgita sobre el pico de su pareja. Esto sucede después de que ella lo estimula a hacerlo a través de un picoteo gentil, pero rápido, que hace sobre el pico de aquél.

Los polluelos nacen con los ojos cerrados y son alimentados por ambos padres, que se turnan para dotarlos también de calor, compañía y protección. Permanecen en el nido cerca de tres meses, hasta que su plumaje se ha desarrollado, entonces salen con sus progenitores para aprender sus primeros vuelos. En general, permanecen en su núcleo por un año o un poco más y después se independizan.

Seis liberaciones y 92 aves libres

Hasta ahora, el proyecto de reintroducción de guacamayas rojas en Chiapas ha sumado seis liberaciones realizadas entre abril de 2013 y junio de 2014. En ese periodo se han liberado 92 a la vida libre en Palenque y, hasta septiembre pasado, la tasa de supervivencia superaba el 90 por ciento.

Créditos: UNAM-DGCS-538-2014

Posee Chiapas emplia Diversidad de Fósiles.

 
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Esta entidad es una de las más ricas en restos paleontológicos del país, por su historia geológica, refirió Francisco Vega, investigador de la UNAM.

Esta entidad es una de las más ricas en restos paleontológicos del país, por su historia geológica, refirió Francisco Vega, investigador de la UNAM.

Existen regiones en el estado de Chiapas donde se pueden encontrar restos de una gran diversidad de especies, que por sus características de preservación, pueden considerarse entre las mejores del mundo, afirmó Francisco Vega, investigador del Instituto de Geología (IGL) de la UNAM.
Dentro de la República Mexicana, recalcó, la entidad es una de las más ricas en restos paleontológicos por su historia geológica, refirió.
Los más antiguos, agregó, provienen del Paleozoico (Pérmico), es decir, de hace aproximadamente 250 millones de años. Se trata de rocas que indican un ambiente marino.
La evolución de este territorio continuó y las rocas que siguen en antigüedad corresponden al Triásico, base del Mesozoico, hace unos 200 millones de años, aunque en este periodo no hay mucha diversidad de restos, apuntó.
Del Jurásico se han encontrado algunos invertebrados y, para el Cretácico existe una mayor variedad. De hecho, Tuxtla Gutiérrez está construida sobre rocas del Cretácico Superior, de unos 70 millones de años, mencionó el biólogo.
Uno de los fósiles de crustáceos estudiado fue encontrado al edificar los cimientos de una casa en Tuxtla.
Trabajo en Chiapas
Vega consideró positivo que los habitantes de Chiapas que encuentran fósiles se aproximen a la gente del Museo de Paleontología Eliseo Palacios Aguilera, y éstos, a su vez, contacten a especialistas del IGL, donde trabaja la mayor parte de paleontólogos del país.
Hace 10 años, los colegas de Chiapas encontraron una nueva localidad que llamaron El Chango, ubicada al sureste de Tuxtla Gutiérrez. Ahí se han hallado lajas que contienen diversos organismos como hojas y frutos de las angiospermas más antiguas en México, así como ammonites, peces y crustáceos, citó.
Este último es el grupo que estudió, y está representado por camarones que aparentemente pertenecen a una familia completamente nueva, que data de unos 80 millones de años, destacó.
Lo que llama la atención de los fósiles encontrados es su grado de conservación; hay camarones que tienen preservados los ojos, antenas y cámaras branquiales, entre otras partes no calcificadas.
Se piensa que esto se debe a que en la zona hubo un ambiente donde el nivel de oxígeno era bajo, en consecuencia, se mantuvieron detalles morfológicos de los ejemplares.
Este tipo de crustáceos no tiene un amplio registro fósil, ni se conoce mucho de su evolución, pero con lo poco que se ha avanzado en la investigación se ha visto que no presentan características de un grupo actual, y al parecer pertenecen a una familia ya extinta.
Las plantas y animales que se conservan en El Chango, sugieren que era una zona de mares tropicales. “Existe una mezcla de organismos continentales y marinos, lo que refleja que esta localidad tuvo aporte de ríos e influencia marina”.
Con el empleo de escáner, actualmente trabajamos con manipulación de imágenes, a fin de obtenerlas tridimensionales, lo que nos permite apreciar con mayor claridad detalles morfológicos finos de los fósiles, concluyó.
Boletín UNAM-DGCS-584
Ciudad Universitaria.

24 de Septiembre del 2012

Existen regiones en el estado de Chiapas donde se pueden encontrar restos de una gran diversidad de especies, que por sus características de preservación, pueden considerarse entre las mejores del mundo, afirmó Francisco Vega, investigador del Instituto de Geología (IGL) de la UNAM.

Dentro de la República Mexicana, recalcó, la entidad es una de las más ricas en restos paleontológicos por su historia geológica, refirió.

Los más antiguos, agregó, provienen del Paleozoico (Pérmico), es decir, de hace aproximadamente 250 millones de años. Se trata de rocas que indican un ambiente marino.

La evolución de este territorio continuó y las rocas que siguen en antigüedad corresponden al Triásico, base del Mesozoico, hace unos 200 millones de años, aunque en este periodo no hay mucha diversidad de restos, apuntó.

Del Jurásico se han encontrado algunos invertebrados y, para el Cretácico existe una mayor variedad. De hecho, Tuxtla Gutiérrez está construida sobre rocas del Cretácico Superior, de unos 70 millones de años, mencionó el biólogo.

Uno de los fósiles de crustáceos estudiado fue encontrado al edificar los cimientos de una casa en Tuxtla.

Trabajo en Chiapas

Vega consideró positivo que los habitantes de Chiapas que encuentran fósiles se aproximen a la gente del Museo de Paleontología Eliseo Palacios Aguilera, y éstos, a su vez, contacten a especialistas del IGL, donde trabaja la mayor parte de paleontólogos del país.

Hace 10 años, los colegas de Chiapas encontraron una nueva localidad que llamaron El Chango, ubicada al sureste de Tuxtla Gutiérrez. Ahí se han hallado lajas que contienen diversos organismos como hojas y frutos de las angiospermas más antiguas en México, así como ammonites, peces y crustáceos, citó.

Este último es el grupo que estudió, y está representado por camarones que aparentemente pertenecen a una familia completamente nueva, que data de unos 80 millones de años, destacó.

Lo que llama la atención de los fósiles encontrados es su grado de conservación; hay camarones que tienen preservados los ojos, antenas y cámaras branquiales, entre otras partes no calcificadas.

Se piensa que esto se debe a que en la zona hubo un ambiente donde el nivel de oxígeno era bajo, en consecuencia, se mantuvieron detalles morfológicos de los ejemplares.

Este tipo de crustáceos no tiene un amplio registro fósil, ni se conoce mucho de su evolución, pero con lo poco que se ha avanzado en la investigación se ha visto que no presentan características de un grupo actual, y al parecer pertenecen a una familia ya extinta.

Las plantas y animales que se conservan en El Chango, sugieren que era una zona de mares tropicales. “Existe una mezcla de organismos continentales y marinos, lo que refleja que esta localidad tuvo aporte de ríos e influencia marina”.

Con el empleo de escáner, actualmente trabajamos con manipulación de imágenes, a fin de obtenerlas tridimensionales, lo que nos permite apreciar con mayor claridad detalles morfológicos finos de los fósiles, concluyó.

Boletín UNAM-DGCS-584

Ciudad Universitaria.

Nos equivocaremos gravemente si sólo nos planteamos un mundo color de rosa: José Narro

 
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El rector José Narro Robles, en la inauguración de la “Feria de útiles escolares y cómputo UNAM 2010”
El rector José Narro Robles, en la inauguración de la “Feria de útiles escolares y cómputo UNAM 2010”

13 de agosto de 2010

• El rector destacó que cuatro de cada cinco jóvenes de entre 12 y 29 años, viven en pobreza o vulnerabilidad
• El 17.3 por ciento de ese segmento poblacional en Baja California Sur, y el 75.7 en Chiapas, están en esa condición, dijo al inaugurar la “Feria de útiles escolares y cómputo UNAM 2010”

Aunque México es un gran país y saldrá adelante, es indispensable tomar conciencia de problemas y deficiencias, porque si sólo se pretende matizar la situación y plantear un mundo color de rosa, nos equivocaremos gravemente, advirtió el rector de la UNAM, José Narro Robes.

Al respecto, refirió que de acuerdo a cifras del Consejo Nacional de Evaluación (Coneval), cuatro de cada cinco jóvenes de entre 12 y 29 años de edad, viven en condiciones de pobreza o vulnerabilidad.

Es preocupante que 17.3 por ciento de ese segmento poblacional en Baja California Sur esté en esa situación, mientras que en Chiapas, la cifra ascienda a 75.7 por ciento, destacó en la inauguración de la “Feria de útiles escolares y cómputo UNAM 2010”.

Narro Robles consideró una vergüenza que en el territorio existan 7.5 millones de mexicanos que no estudian ni trabajan porque no hay oportunidades, y algo no ha salido bien. Lo peor es que, de ellos, seis millones son mujeres.

Es necesario ofrecerles instrucción y desarrollar el mercado laboral, dos grandes temas pendientes en México. “Tenemos que hacer mucho para apostarle a la transformación del país, e invertir en nuestra juventud”, indicó.

En la educación, prosiguió, se tiene que encontrar parte de las respuestas a los problemas; se debe incrementar el compromiso por la calidad profesional con la que egresan los estudiantes, y quitarles piedras innecesarias de su camino.

Por su parte, Ramiro Jesús Sandoval, secretario de Servicios a la Comunidad, dijo que este tipo de exposiciones busca ofrecer a los universitarios opciones preferenciales para la adquisición de útiles escolares, equipo de cómputo, software y materiales.

Por último, Jorge Valdés Ruiz de Chávez, director de Ventas del Grupo Papelero Scribe, mencionó que ante las circunstancias del país, parte de la solución está en la educación, y “qué mejor que los proveedores tratemos de proporcionar herramientas para el mejor aprovechamiento”.

La Feria estará abierta hasta el próximo domingo, de las 9: 30 a las 19:00 horas, en el Estacionamiento para Aspirantes, ubicado en Avenida del Imán, en una superficie de cuatro mil metros cuadrados. Participan 44 empresas y distribuidoras de equipo de cómputo y software, papeleras, editoriales, distribuidoras de uniformes y ropa deportiva.

Créditos: UNAM. DGCS -476/unam.mx

Los mayas utilizaron, simbólica y físicamente, fósiles marinos en Palenque

 
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Martha Cuevas, Jesús Alvarado, José Luis Ruvalcaba y Francisco Riquelme, muestran una laja de piedra con el fósil de un pez.
Martha Cuevas, Jesús Alvarado, José Luis Ruvalcaba y Francisco Riquelme, muestran una laja de piedra con el fósil de un pez.

30 de junio de 2010
• Esa civilización mesoamericana sabía que millones de años atrás la región que habitaban fue mar, reveló un estudio conjunto de la UNAM y el INAH
• Como símbolos en sus deidades, y como parte del estuco con el que construyeron edificios y templos, 31 fósiles de peces y moluscos, dientes de tiburón y espinas de mantarraya fueron hallados en la zona arqueológica

Un estudio reciente de 31 fósiles marinos descubiertos hace 68 años en la zona arqueológica de Palenque, en Chiapas, comienza a develar un misterio: los mayas sabían que el suelo que pisaban fue, millones de años atrás, un océano inmenso, un sitio marino primigenio al que los muertos regresaban tras su paso por esta vida.

Para integrar su conocimiento de ese ecosistema acuático, incluyeron en las representaciones de sus dioses dientes de tiburón, espinas de mantarraya y fósiles de peces y moluscos, visibles en las paredes y escalinatas de estuco, con el que construyeron edificios y templos, hace más de mil 200 años.

Se trata de una de las conclusiones del trabajo conjunto, que desde 2007, realizan Jesús Alvarado Ortega, del Instituto de Geología (IGl) de la UNAM, y Martha Cuevas García, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Para fortalecer con más miradas científicas su estudio, integraron al grupo multidisciplinario a Francisco Riquelme, estudiante de doctorado del IGl, y a José Luis Ruvalcaba Sil, investigador del Instituto de Física (IF).

Ellos han escudriñado los fósiles marinos mediante análisis que incluyen microscopía de barrido, detección de “huellas químicas” y estudios físicos, para conocer la composición de materiales como huesos y estuco, con pruebas de sonoluminiscencia, fluorescencia y difracción de rayos X, utilizando la técnica PIXE (siglas en inglés de Emisión de Rayos X Inducida por Partículas).

Los cuatro especialistas trabajan con 31 fósiles encontrados en Palenque en 1952, cuando el arqueólogo Alberto Ruz Lhuillier, descubrió en ese sitio el emblemático Templo de las Inscripciones.

Los vestigios fueron hallados principalmente en contextos funerarios; dientes de tiburón y espinas de mantarraya fueron depositados como parte de las ofrendas. La presencia de estos elementos, consideraron los académicos, era una conexión entre sus dos mundos: el marino y el terrenal.

Análisis multidisciplinarios

El paleontólogo Jesús Alvarado explicó que los fósiles pertenecen a varios periodos; los más antiguos corresponden al Paleoceno, de hace 63 millones de años.

Los restos fueron utilizados principalmente con fines rituales durante el periodo Clásico Tardío, entre los años 600 y 850 después de Cristo, cuando seguramente fueron descubiertos por los pobladores de Palenque, acotó.

En tanto, el especialista en peces fósiles, Alvarado, realizó trabajos de prospección paleontológica para cotejar los materiales utilizados en esa zona con las rocas que contenían los fósiles, comprobando que eran los mismos.

“Palenque está construido sobre diferentes formaciones geológicas, que son las portadoras de los diferentes materiales arqueológicos, como rocas que fueron utilizadas para construir la ciudad y que son las que tienen fósiles de peces en sus lajas”, indicó el investigador.

El terreno actual de ese sitio es casi plano, pero sospecha que los pobladores de esa ciudad maya modificaron la estructura de la región al extraer muchas lajas, y fue cuando encontraron los fósiles de 63 millones de años.

Tierra que fue mar

Alvarado explicó que hace cinco millones de años no existía Centroamérica como parte del continente, ni como la línea territorial actual conectada a Sudamérica y Norteamérica.

“Antes, esa zona eran pequeños islotes y formaba corredores que permitían pasar a los organismos vivos; por ello, hay una mezcla singular del norte y del sur, y no es homogénea”, explicó.

El cambio del ecosistema marino al terrestre ocurrió por la dinámica del planeta. Un choque entre la parte norte y sur de América provocó movimientos en las placas tectónicas, que modificaron los niveles continentales respecto al mar, lo que favoreció la formación de una zona territorial intermedia.

De aquel tiempo datan los fósiles de peces, crustáceos, grandes tiburones, mantarrayas y tortugas que dejaron sus fósiles hasta la época maya, para integrarse a una cosmovisión que integró al mar y la tierra.

Este trabajo, reconoció Martha Cuevas, ha permitido realizar análisis multidisciplinarios de los fósiles y reinterpretar el conocimiento que esa cultura tuvo de un pasado marino que integró a su cosmovisión.

“La existencia de esos fósiles nutrió la concepción maya de una ciudad marina asociada al inframundo”, comentó la arqueóloga, y añadió que la idea central del trabajo entre el INAH y la UNAM fue comprobar si el contacto con esos vestigios aportó elementos a su visión del mundo.
Créditos: UNAM. DGCS -392/unam.mx

Descubren en Chiapas un entierro zoque de 2 mil 700 años de antigüedad

 
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Junto a los restos humanos se encontró una ofrenda rica y variada, vasijas, un atavío muy elaborado en los principales personajes, ornamentos, un espejo de pirita y una máscara de estuco.
Junto a los restos humanos se encontró una ofrenda rica y variada, vasijas, un atavío muy elaborado en los principales personajes, ornamentos, un espejo de pirita y una máscara de estuco.

25 de mayo de 2010
• Ubicado en Chiapa de Corzo, es el registro más añejo del uso de una pirámide como recinto funerario, dijo Lynette Lowe, del Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM
• La ofrenda, rica en jade, ámbar, obsidiana, perlas y caracoles, revela que dos de los cuatro cuerpos son de dignatarios, lo que muestra organización jerárquica e intercambio comercial en etapas tempranas

Un grupo internacional de arqueólogos descubrió, dentro de una pirámide de Chiapas, un entierro múltiple de dos mil 700 años de antigüedad, que constituye el registro más añejo del uso de una pirámide como recinto funerario.

La tumba tiene los restos de cuatro cuerpos, que corresponden a un alto dignatario y su esposa, así como a dos acompañantes de menor jerarquía, explicó la arqueóloga Lynette Lowe, del Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigaciones Filológicas (IIFl) de la UNAM, quien forma parte del grupo de expertos que trabajan en la zona arqueológica Chiapa de Corzo.

“El recinto está compuesto por dos cámaras, una principal y un anexo, que contenían los restos de cuatro personas. El entierro corresponde al año 700 antes de Cristo, el cálculo lo hicimos con base en su ubicación, pues estaba adentro de uno de los templos más antiguos del sitio”, reveló Lowe.

Nuevos análisis con carbono 14 se aplicarán a los huesos para fechar los vestigios con mayor precisión; hasta ahora, se sabe que corresponden al periodo Preclásico Medio.

El hallazgo es del Proyecto Arqueológico Chiapa de Corzo, en el que participan especialistas de la Fundación Arqueológica del Nuevo Mundo, que pertenece a la Universidad Brigham Young de Utah, Estados Unidos; del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y del Centro de Estudios Mayas del IIFl de la UNAM. Cuenta con financiamiento de la National Geographic Society, del Programa Fulbright-García Robles y donadores privados.

Zoques: organización e intercambio mil años antes

El entierro pertenece al grupo cultural zoque, una cultura poco conocida, que en la época prehispánica ocupó un gran territorio y tuvo un desarrollo muy antiguo, precisó Lowe.

“De esa época hay poca evidencia de ocupación en otros sitios, el más importante es La Venta, en Tabasco. Sabemos que los entierros dentro de pirámides fueron una práctica común en las ciudades del clásico maya, pero este hallazgo revela que ocurrían entre mil y mil 500 años atrás, un milenio antes de lo que se creía”, destacó.

Junto a los restos humanos se encontró una ofrenda rica y variada, vasijas, un atavío muy elaborado en los principales personajes, ornamentos, un espejo de pirita y una máscara de estuco.

La universitaria explicó que esos ornamentos son evidencia de una jerarquía social marcada entre los zoques, con dos dignatarios que utilizaban objetos hechos con materiales importados de otras regiones y culturas.

“Se encontraron entre tres mil y cuatro mil cuentas de jade del atavío, que llegaron desde Guatemala; perlas, conchas y caracoles provenientes de la costa del Golfo y del Océano Pacífico, espejos de pirita, provenientes de Oaxaca; obsidiana verde del centro de México, y cuentas de ámbar que constituyen el ejemplo más antiguo de esta resina fósil en Chiapas”, relató.

Lowe consideró que, por lo menos desde el año 700 antes de Cristo, los zoques explotaron y quizá exportaron el ámbar.

La investigadora señaló que el proyecto internacional inició en 2008, con excavaciones conjuntas en la plaza principal del sitio.

“Ha sido provechoso y enriquecedor, porque cada quien aporta sus conocimientos y las técnicas más modernas de análisis. Este año, con el apoyo financiero de National Geographic, pudimos hacer excavaciones que llegaron hasta los 11 metros de profundidad y logramos este hallazgo, gracias al que podemos conocer más de las costumbres funerarias y las redes de intercambio en etapas muy tempranas de estas culturas”, apuntó.

En esas redes estuvieron en contacto las culturas zoque, olmeca, zapoteca, maya, así como grupos del altiplano central del país.

“Quizá fueron pequeños reinos que controlaban sus territorios, estaban muy organizados y su sociedad muy estratificada”, finalizó.

Créditos: UNAM. DGCS -313/unam.mx