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AUMENTAN EN EL DF CONCENTRACIONES DE PÓLENES ALERGÉNICOS

 
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polenesalergicosEn las últimas semanas en el aire de la ciudad de México se han incrementado las concentraciones de pólenes alergénicos provenientes de árboles y pastos. Con ello ha aumentado considerablemente el riesgo de que ciertos sectores de la población padezcan diversos tipos de alergias, así como asma y otras respuestas patológicas.

“Esto ya lo esperábamos. Después de cinco años de análisis en la Red Mexicana de Aerobiología (REMA) de la UNAM sabemos que la cantidad de pólenes provenientes principalmente de árboles como fresnos, ailes y algunos del género Cupressus (cedros, juníperos y tuyas) empieza a crecer en el aire de nuestra urbe a partir de noviembre o diciembre. Estas concentraciones polínicas varían según la zona”, indicó María del Carmen Calderón Ezquerro.

Síntomas

La investigadora del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de esta casa de estudios y coordinadora de la REMA comentó que los síntomas asociados a las partes alergénicas de los pólenes, que son las proteicas, dependen tanto de las concentraciones y las especies polínicas, como de la sensibilidad de cada individuo.

Es decir, no todas las personas son sensibles a todas las especies polínicas, ni responden de igual manera a una en particular. Muchas pueden presentar síntomas asociados a las vías respiratorias o las mucosas y otras a los ojos, nariz, bronquios o garganta.

Por ejemplo, algunos individuos sólo registran molestias oculares: prurito, lagrimeo y sensación de tener los ojos rojos o un cuerpo extraño en ellos. Otros manifiestan síntomas nasales que generalmente son confundidos con un cuadro gripal por la mayoría de la gente e incluso por personal de salud: congestión nasal, escurrimiento, estornudos y comezón en la nariz.

Unos más, sintomatologías bronquiales: falta de aire, sibilancias (sonidos que produce el aire al pasar por las vías respiratorias congestionadas), tos y sensación de no poder respirar en forma adecuada. Asimismo, hay quienes muestran signos asociados a la garganta: irritación, cosquilleo y carraspeo.

“Aún más, puede haber combinaciones diferentes: pacientes que reaccionan con ojos y nariz, con nariz y bronquios o con bronquios y garganta; es decir, no existe una sola forma de responder ante una alergia”, apuntó Guillermo Guidos Fogelbach, médico alergólogo del Servicio de Alergia del Centro Médico Nacional Siglo XXI y colaborador permanente de la REMA.

Por otro lado, los síntomas que pueda presentar alguien que es sensible a una sola especie polínica serán diferentes de los que muestre quien lo es a 10.

“¿Por qué?, porque el que sea sensible a una tendrá síntomas durante menos tiempo que quien lo sea a las 10, este último los tendrá por la mañana, tarde o noche, o a lo largo del día. Eso dependerá de la sensibilidad y susceptibilidad”, agregó.

 Recurrencia

Algunos individuos presentan manifestaciones subcutáneas, oculares o respiratorias únicamente en primavera, otros sólo en invierno y unos más siempre que se acercan a una fuente emisora –como un parque– o se acuestan en el pasto. Para tratar con éxito una alergia polínica, el médico alergólogo debe tomar en cuenta la estacionalidad y recurrencia de los síntomas, el tiempo que la persona los padece y si están asociados a otras patologías.

Y es que si alguien lleva tres días con síntomas nasales como escurrimiento y estornudos, acompañados de otros como fiebre y malestar y no tiene antecedentes familiares, es difícil asociarlos a un cuadro alérgico, pero si desde hace meses o años los padece, en una temporada se incrementan y además tiene antecedentes familiares, se puede sospechar con fundamento que se trata de una alergia.

De ahí que sea fundamental no sólo ver el tipo de síntomas, sino también en qué temporada del año, durante cuánto tiempo y desde cuándo.

Lo más importante es la recurrencia. Las alergias no se acompañan de malestares generales como fiebre, pero si se presentan molestias bronquiales o nasales, son recurrentes y no se quitan, y un médico receta un tratamiento habitual para un cuadro gripal y no se mejora, y vuelven con igual magnitud o más agudizadas, lo mejor es hacer un alto y pensar que probablemente se tiene una sensibilidad alérgica, subrayó Guidos Fogelbach.

La REMA

Para determinar a qué es alérgica una persona, el médico alergólogo hace un estudio en el que se valora la historia clínica y recurrencia de sus síntomas.

Esto se complementa con pruebas, que consisten en aplicar o administrar diferentes alérgenos a través de un ligero rasguño o escarificación en la piel y ver la reacción de la persona (si es sensible, presentará una reacción local en el lugar de aplicación).

En este punto del problema es donde la labor de la REMA resulta invaluable, pues informa puntualmente qué pólenes se encuentran en el aire de varias zonas de la ciudad de México y en qué concentraciones.

“Hace cinco años mis colaboradores y yo comenzamos a hacer el Calendario Polínico. Hoy casi lo tenemos listo. De esta manera podremos informar con seguridad cuáles pólenes habrá en cada época del año, lo que permitirá que la gente tome las medidas de prevención necesarias y los médicos sepan cómo controlar las alergias y otras respuestas patológicas ocasionadas por ellos”, indicó Calderón Ezquerro.

Por lo pronto, la REMA tiene una página electrónica (www.atmosfera.unam.mx/rema) en la que cada semana se da cuenta de las concentraciones registradas en cada una de sus siete estaciones de muestreo (Cuajimalpa, Coyoacán, Iztapalapa, Miguel Hidalgo, Tlalpan, Gustavo A. Madero y Toluca), así como del pronóstico para la siguiente semana.

Los semáforos de alerta polínica de cada estación utilizan los colores tradicionales: el verde significa que las concentraciones de pólenes son bajas; el amarillo, moderadas; el rojo, altas y el rojo con negro, muy altas.

“Antes, esta clase de información se generaba muy poco en nuestro entorno. Sin embargo, al establecer la REMA nos abocamos a monitorear las concentraciones en esta urbe los 365 días del año. Por lo tanto, ya podemos decir con certeza qué pólenes hay en el aire de varias zonas y en qué concentraciones. Esta información es muy valiosa tanto para la gente como para el sector salud. Nuestro objetivo es crear lo que ya existe en Estados Unidos y Europa: una cultura que le permita a la gente cuidarse”, concluyó Calderón Ezquerro.

Créditos:UNAM-DGCS-158-2014

RECURREN A DISTINTOS TIPOS DE INMUNOTERAPIAS PARA TRATAR ALERGIAS E INFECCIONES

 
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Los inmunomoduladores constituyen una variedad de sustancias (pueden ser fármacos químicos o biológicos) que sirven justamente para modular la respuesta inmunológica de las personas.
Los utilizamos para favorecerla en pacientes con inmunodeficiencia o, por el contrario, para disminuir la actividad del sistema inmunológico en quienes lo tienen muy activo, por ejemplo, los que padecen una alergia o una enfermedad autoinmune, dijo María del Carmen Jiménez Martínez, investigadora del Departamento de Bioquímica de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.
Las alergias, la autoinmunidad y la inmunodeficiencia son trastornos del sistema inmunológico. En el caso de la última, hay una falla en la función de alguno de los partícipes de ese sistema, por lo cual la gente se enferma.
En el caso de las alergias, existe una activación del sistema inmunológico contra antígenos o sustancias que se encuentran en el ambiente, como el polen y el polvo, entonces, se manifiestan como rinitis, conjuntivitis, dermatitis y asma, entre otras.
En cuanto a la autoinmunidad, también hay una activación del sistema inmunológico, pero en este caso contra el propio organismo. Dos de las enfermedades autoinmunes más frecuentes son el lupus y la artritis reumatoide.
Jiménez Martínez hace investigación básica y aplicada. En la primera, su línea está más dirigida hacia la inmunología ocular: estudia inmunomoduladores en enfermedades infecciosas, alérgicas y autoinmunes de los ojos.
Con sus colegas, separan células de la superficie ocular y las ponen en contacto con diversos estímulos, como antígenos, alérgenos o ciertas moléculas que activan el sistema inmunológico, luego, estudian qué sustancias producen y cuáles podrían explicar alguna patología.
De este modo han tratado células epiteliales limbales, que son las que se ubican entre la córnea y la esclerótica o área blanca del ojo, éstas son células madre de las que están en la córnea. Ahora los investigadores saben que al utilizar ciertos inmunomoduladores, como la doxiciclina, no producen –o producen menos– citocinas que inflaman el ojo, lo que podría aprovecharse como tratamiento terapéutico adyuvante.
“Las inmunoterapias que hemos estudiado más son la sublingual antígeno específica en pacientes con alergia ocular y el extracto dializado de leucocitos, llamado también factor de transferencia, en pacientes con queratitis herpética”, señaló.
Además de atender su proyecto en la FM, Jiménez Martínez trabaja en el Departamento de Inmunología de la Unidad de Investigación del Instituto de Oftalmología Conde de Valenciana, donde lleva a cabo protocolos de estudio aplicados en personas con queratitis herpética y conjuntivitis alérgica.
El tratamiento convencional de esa queratitis es con antivirales, pero tarda mucho en dar resultados, mientras el daño ocular avanza. Con el factor de transferencia, en cambio, los pacientes han mejorado de manera considerable.
Por lo que se refiere a los que tienen conjuntivitis alérgica, la inmunoterapia sublingual antígeno específica ha demostrado tener un efecto terapéutico importante, tal vez porque induce la generación de células reguladoras que los investigadores han identificado en aquéllos.
“La inmunoterapia sublingual antígeno específica ha sido estudiada en casos de rinitis, asma e incluso dermatitis, pero no en otros de conjuntivitis alérgica, por ello, una de nuestras líneas de investigación apunta a saber cuáles son los cambios inmunológicos que ocurren en pacientes con dicha enfermedad que la reciben”, indicó la científica universitaria.
Jiménez Martínez participó recientemente en un estudio realizado por el Instituto de Oftalmología Conde de Valenciana –en colaboración con el Instituto Politécnico Nacional, a través del proyecto Factor de Transferencia y el Hospital Infantil de México– con niños que padecían dermatitis atópica.
Un grupo de infantes recibió el factor de transferencia más el tratamiento convencional, y otro, únicamente el tratamiento convencional y un placebo.
Se hicieron tres evaluaciones a lo largo de un mes (antes, durante y después de cada tratamiento), se analizó la respuesta clínica mediante un sistema de clasificación de lesiones dermatológicas conocido como SCORAD y, además, se efectuaron algunas determinaciones inmunológicas para ver cuál es el mecanismo por el que el extracto dializado de leucocitos pudiera ejercer alguna acción benéfica sobre la piel de esos niños.
Al final, ambos grupos tuvieron buena respuesta a cada tratamiento, pero en los pequeños que fueron tratados con extracto dializado de leucocitos hubo cambios inmunológicos que sugieren que, al quitar el tratamiento convencional, la reactivación de la enfermedad tardará más.
“Pronto vamos a comenzar la segunda parte de ese estudio, igual en el Hospital Infantil de México, para establecer el tiempo que tarda en reactivarse la enfermedad una vez que el tratamiento concluye; es decir, para confirmar nuestra primera observación”, finalizó la investigadora.
Créditos:UNAM-DGCS-763-2013

alergiasLos inmunomoduladores constituyen una variedad de sustancias (pueden ser fármacos químicos o biológicos) que sirven justamente para modular la respuesta inmunológica de las personas.

Los utilizamos para favorecerla en pacientes con inmunodeficiencia o, por el contrario, para disminuir la actividad del sistema inmunológico en quienes lo tienen muy activo, por ejemplo, los que padecen una alergia o una enfermedad autoinmune, dijo María del Carmen Jiménez Martínez, investigadora del Departamento de Bioquímica de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.

Las alergias, la autoinmunidad y la inmunodeficiencia son trastornos del sistema inmunológico. En el caso de la última, hay una falla en la función de alguno de los partícipes de ese sistema, por lo cual la gente se enferma.

En el caso de las alergias, existe una activación del sistema inmunológico contra antígenos o sustancias que se encuentran en el ambiente, como el polen y el polvo, entonces, se manifiestan como rinitis, conjuntivitis, dermatitis y asma, entre otras.

En cuanto a la autoinmunidad, también hay una activación del sistema inmunológico, pero en este caso contra el propio organismo. Dos de las enfermedades autoinmunes más frecuentes son el lupus y la artritis reumatoide.

Jiménez Martínez hace investigación básica y aplicada. En la primera, su línea está más dirigida hacia la inmunología ocular: estudia inmunomoduladores en enfermedades infecciosas, alérgicas y autoinmunes de los ojos.

Con sus colegas, separan células de la superficie ocular y las ponen en contacto con diversos estímulos, como antígenos, alérgenos o ciertas moléculas que activan el sistema inmunológico, luego, estudian qué sustancias producen y cuáles podrían explicar alguna patología.

De este modo han tratado células epiteliales limbales, que son las que se ubican entre la córnea y la esclerótica o área blanca del ojo, éstas son células madre de las que están en la córnea. Ahora los investigadores saben que al utilizar ciertos inmunomoduladores, como la doxiciclina, no producen –o producen menos– citocinas que inflaman el ojo, lo que podría aprovecharse como tratamiento terapéutico adyuvante.

“Las inmunoterapias que hemos estudiado más son la sublingual antígeno específica en pacientes con alergia ocular y el extracto dializado de leucocitos, llamado también factor de transferencia, en pacientes con queratitis herpética”, señaló.

Además de atender su proyecto en la FM, Jiménez Martínez trabaja en el Departamento de Inmunología de la Unidad de Investigación del Instituto de Oftalmología Conde de Valenciana, donde lleva a cabo protocolos de estudio aplicados en personas con queratitis herpética y conjuntivitis alérgica.

El tratamiento convencional de esa queratitis es con antivirales, pero tarda mucho en dar resultados, mientras el daño ocular avanza. Con el factor de transferencia, en cambio, los pacientes han mejorado de manera considerable.

Por lo que se refiere a los que tienen conjuntivitis alérgica, la inmunoterapia sublingual antígeno específica ha demostrado tener un efecto terapéutico importante, tal vez porque induce la generación de células reguladoras que los investigadores han identificado en aquéllos.

“La inmunoterapia sublingual antígeno específica ha sido estudiada en casos de rinitis, asma e incluso dermatitis, pero no en otros de conjuntivitis alérgica, por ello, una de nuestras líneas de investigación apunta a saber cuáles son los cambios inmunológicos que ocurren en pacientes con dicha enfermedad que la reciben”, indicó la científica universitaria.

Jiménez Martínez participó recientemente en un estudio realizado por el Instituto de Oftalmología Conde de Valenciana –en colaboración con el Instituto Politécnico Nacional, a través del proyecto Factor de Transferencia y el Hospital Infantil de México– con niños que padecían dermatitis atópica.

Un grupo de infantes recibió el factor de transferencia más el tratamiento convencional, y otro, únicamente el tratamiento convencional y un placebo.

Se hicieron tres evaluaciones a lo largo de un mes (antes, durante y después de cada tratamiento), se analizó la respuesta clínica mediante un sistema de clasificación de lesiones dermatológicas conocido como SCORAD y, además, se efectuaron algunas determinaciones inmunológicas para ver cuál es el mecanismo por el que el extracto dializado de leucocitos pudiera ejercer alguna acción benéfica sobre la piel de esos niños.

Al final, ambos grupos tuvieron buena respuesta a cada tratamiento, pero en los pequeños que fueron tratados con extracto dializado de leucocitos hubo cambios inmunológicos que sugieren que, al quitar el tratamiento convencional, la reactivación de la enfermedad tardará más.

“Pronto vamos a comenzar la segunda parte de ese estudio, igual en el Hospital Infantil de México, para establecer el tiempo que tarda en reactivarse la enfermedad una vez que el tratamiento concluye; es decir, para confirmar nuestra primera observación”, finalizó la investigadora.

Créditos:UNAM-DGCS-763-2013

En aumento, alergias al hule natural

 
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Un trabajador recolecta, mediante el método tradicional, hule natural de un Hevea brasiliensis.
Un trabajador recolecta, mediante el método tradicional, hule natural de un Hevea brasiliensis.

• En la última década se han incrementado en países como México, China e India

• Con ese material, obtenido del árbol Hevea brasiliensis, se manufacturan más de 40 mil artículos de uso hospitalario y doméstico

Las alergias, y los padecimientos que desencadenan, como rinitis, asma, dermatitis atópica y conjuntivitis, afectan hoy en día a 500 millones de personas, sobre todo niños y jóvenes del primer mundo; por ello, el XXI será el siglo de las alergias, prevé la Organización Mundial de la Salud.

En cuanto a las alergias al látex del árbol del hule (Hevea brasiliensis), se han incrementado en la última década en países en desarrollo como México, China e India, debido a la creciente utilización de más de 40 mil artículos de uso hospitalario (guantes, catéteres, equipos de venoclisis) y doméstico (guantes para lavar, zapatos, tenis y ligas, entre otros), manufacturados con ese material.

“Según estudios preliminares, realizados en colaboración con algunos hospitales de la Ciudad de México, la prevalencia de las alergias al hule natural entre niños sometidos a múltiples cirugías, como aquellos que padecen espina bífida, es de más de 40 por ciento; entre el personal de salud (médicos, enfermeras y odontólogos), de 20 por ciento, y entre la población en general, sólo de 1.8 a dos por ciento”, señaló Adela Rodríguez Romero, académica del Instituto de Química (IQ) de la UNAM.

Reacción exagerada

La investigadora del Departamento de Química, y quien encabeza un equipo de estudio dedicado al tema, explicó que una alergia es una reacción exagerada a una sustancia normalmente inocua; aparece en personas con cierta predisposición genética, expuestas varias veces a un alérgeno.

Existen diferentes tipos: en el polen, la caspa de animales domésticos, las frutas, el veneno de insectos y el hule natural, entre otros.

“De las más de 200 proteínas que contiene el hule natural, 13 han sido clasificadas por la Unión Internacional de Sociedades de Inmunología como alergénicas; algunas, incluso, no pierden su potencial alergénico cuando el látex del árbol del hule es sometido a procesos de manufactura o vulcanización”, afirmó Rodríguez Romero.

Las alergias al hule natural (reacciones a éste o a sus productos derivados, mediadas por mecanismos inmunológicos y acompañadas de manifestaciones clínicas) pueden ser de hipersensibilidad tipo I ó de tipo IV.

Las reacciones de hipersensibilidad tipo I, mediadas por las inmunoglobulinas tipo E, son las más graves, porque pueden exacerbarse y derivar en un choque anafiláctico, dijo.

Las reacciones de hipersensibilidad tipo IV, llamadas también reacciones de contacto (como la dermatitis alérgica), generalmente son benignas, con hiperemia (aumento de la irrigación sanguínea en un órgano o tejido), prurito y ardor.

Caracterización de alérgenos

Una alergia es un proceso inmunológico bastante complejo. Personas con predisposición genética, al exponerse por primera vez a un alérgeno, producen inmunoglobulinas tipo E en piel o mucosas.

En los basófilos y otras células conocidas como mastocitos, o células cebadas, los anticuerpos se unen en forma específica a receptores de alta afinidad, explicó.

Después, en una segunda exposición al alérgeno, se presenta un entrecruzamiento entre las inmunoglobulinas tipo E, que liberan, por desgranulación, mediadores de la inflamación, tales como histamina, leucotrienos y prostaglandina (éstos, además de inflamación, causan lagrimeo, prurito y otros síntomas alergénicos).

Rodríguez Romero y sus colaboradores han logrado caracterizar algunos alérgenos, tanto del hule natural como de ciertos productos derivados de él, que se venden en el país, para saber qué parte de ellos es clave para el reconocimiento de las inmunoglobulinas tipo E, mediadoras de las alergias al hule natural.

“El proceso de caracterización de los alérgenos comprende desde la confirmación de su alergenicidad, hasta la definición de su función y estructura; es decir, no sólo caracterizamos su función biológica, su peso molecular y carga, sino también obtenemos su estructura tridimensional, lo que facilita su identificación e incrementa la posibilidad de modificar epítopos conformacionales (regiones inmunológicamente activas de los alérgenos).

“Gracias a ello, y a estudios inmunológicos in vitro, podemos determinar las regiones de reconocimiento de las inmunoglobulinas tipo E”, explicó la experta.

Dos regiones de reconocimiento

Un logro de Rodríguez Romero y sus colaboradores es haber determinado dos regiones de reconocimiento de las inmunoglobulinas tipo E en dos alérgenos principales del hule natural: el Hev b 2 y el Hev b 6.

“Para clasificar los alérgenos se recurre al nombre científico de la planta o del animal en cuestión. En el caso del árbol del hule (Hevea brasiliensis) se utilizan las tres primeras letras del género: Hev, y la primera letra de la especie: b, seguida de un número consecutivo”, aclaró.

Los investigadores universitarios ya terminaron de estudiar el alérgeno Hev b 6, y continúan con los alérgenos Hev b 1 (conocido también como factor de elongación del hule), Hev b 2, Hev b 3, Hev b 5, Hev b 8 y Hev b 11.

“Vamos a comparar sus características inmunológicas y bioquímicas, y quizás en poco tiempo tengamos perfectamente estudiados cinco alérgenos presentes en algunos productos manufacturados con hule natural, como guantes, preservativos y materiales quirúrgicos”, indicó Rodríguez Romero.

En relación con el alérgeno Hev b 2, los universitarios encontraron que es una enzima llamada glucanasa, la cual está glicosilada en dos sitios en forma natural.

“Sabemos que los sitios de glicosilación son regiones de reconocimiento de las inmunoglobulinas tipo E porque, cuando eliminamos esos azúcares, la alergenicidad disminuye. Ésta no se pierde completamente porque alguna parte proteica del alérgeno Hev b 2 es reconocida también por las inmunoglobulinas E. Pero, en este caso, los azúcares son importantes”, refirió Rodríguez Romero.

Ya hicieron pruebas con esa enzima en basófilos, con resultados interesantes, asociados a cuestiones inmunológicas nunca antes reportadas.

Desarrollo de pruebas de diagnóstico

Los investigadores de la UNAM piensan elaborar, con un número mínimo de alérgenos, un kit de diagnóstico que permita saber de manera sencilla si una persona es o no alérgica al hule natural, y en caso de que vaya a ser sometida a alguna cirugía, si debe o no utilizarse en ella material hipoalergénico.

Con ese fin han obtenido, mediante protocolos aprobados por los comités de ética de diversos hospitales, sueros de pacientes, y han practicado pruebas inmunológicas en otros individuos para establecer, según su reacción a un determinado alérgeno, si son o no alérgicos al hule natural.

Asimismo, en el Instituto de Química utilizan pruebas de Elisa o Western Blot para reconocer, en sueros de voluntarios que tienen síntomas de alergia por el uso de productos manufacturados con hule natural, los diferentes alérgenos de éste.

Pretenden desarrollar también una prueba más simple, práctica y rápida, como una tira diagnóstica en la que sólo sea necesario poner una gotita de suero de sangre para llegar a alguna conclusión médica.

Síndrome látex-fruta-polen

De 30 a 50 por ciento de las personas alérgicas al hule natural muestran una hipersensibilidad asociada a frutas o pólenes.

A este fenómeno se le conoce como síndrome látex-fruta-polen, y ocurre cuando las inmunoglobulinas tipo E reconocen una proteína alergénica de alguna fruta (kiwi, fresa, chabacano, manzana o nuez, entre otras) o de algún polen, y la confunden, por su parecido, con un alérgeno del látex, al cual ya habían estado expuestas en un primer momento.

A diferencia de otras alergias mediadas por las inmunoglobulinas tipo E, e inducidas por una o unas cuantas proteínas alergénicas, las alergias al hule natural pueden ser inducidas por 56, aunque sólo 13 han sido clasificadas por la Unión Internacional de Sociedades de Inmunología.

Los síntomas del síndrome látex-fruta-polen pueden aparecer también con alérgenos de venenos de insectos, como abejas, y de productos del mar, como camarones.

Reacciones de hipersensibilidad tipo I

Las personas que corren mayor riesgo de desarrollar reacciones de hipersensibilidad tipo I por alérgenos del látex, son los profesionales de la salud (médicos, enfermeras y odontólogos), los pacientes sometidos a múltiples intervenciones quirúrgicas, los obreros de fábricas de llantas y de productos de hule, así como los científicos que usan habitualmente guantes de látex en sus experimentos.

Aproximadamente el 25 por ciento de la población mundial padece o ha padecido reacciones de hipersensibilidad tipo I, cuyas consecuencias van desde una irritación leve hasta la muerte súbita por un choque anafiláctico.

Créditos: UNAM. DGCS -237/ unam.mx

Provoca maleza, pérdidas de hasta 70 por ciento en rendimiento de cultivos

 
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Gloria Zita Padilla, académica de la FES Cuautitlán y presidenta de la Asociación Mexicana de la Ciencia de la Maleza.
Gloria Zita Padilla, académica de la FES Cuautitlán y presidenta de la Asociación Mexicana de la Ciencia de la Maleza.

• Maíz y frijol, los sembradíos que sufren mayor daño, señaló Gloria Zita Padilla, académica de la FES Cuautitlán de la UNAM

• Puede ser hospedante intermedio de plagas y enfermedades, inducir alergias en el ser humano, envenenamiento y, en algunos casos, tapar las señales de tránsito

En México, se estima que el surgimiento de malezas o especies invasoras afecta, en promedio, el 30 por ciento del rendimiento de algunos cultivos; sin embargo, las pérdidas pueden elevarse hasta 70 por ciento e incluso ser totales, advirtió Gloria Zita Padilla, académica de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán de la UNAM.

La recién designada presidenta de la Asociación Mexicana de la Ciencia de la Maleza (Asomecima) reveló que, por ejemplo, en el caso del algodón, se han llegado a reportar mermas de hasta 73 por ciento, pero si se deja “enmalezar” un cultivo, pueden ser absolutas.

En el país, las plantaciones que sufren mayor daño a causa de la hierba silvestre son el maíz y frijol, aunque también se reportan problemas en las de arroz, debido a que el control químico que se realiza no funciona en forma adecuada.

En el Valle de Toluca, acotó, se ha presentado de manera común el problema de la zea diploperennis, maíz silvestre que se cruza con el de cultivo, y produce híbridos que no rinden y se comportan como maleza. El productor no se da cuenta que no es una gramínea, hasta que la planta empieza a jilotear (se llama jilote a la mazorca cuando sus granos no han cuajado aún), ya muy avanzado el ciclo.

La maleza, dañina para los cultivos

Se denomina maleza a la mala hierba, monte o planta indeseable a cualquier especie vegetal, que crece de forma silvestre en una zona cultivada o controlada por el ser humano, como cultivos agrícolas o jardines.

Prácticamente cualquier vegetación puede ser considerada mala hierba si crece en un lugar en el que no es deseable. Uno de los ejemplos más característicos es la menta, pues aunque es catalogada como planta aromática, es repudiada en praderas de césped, donde tiende a prosperar.

La académica de la Cátedra de Recursos Filogenéticos de la FES Cuautitlán refirió que, por regla general, la maleza crece de forma natural, y además con considerable vigor, porque en la mayoría de los casos se trata de especies endémicas adaptadas al medio y, por tanto, con gran facilidad de extenderse. Por ello, “la catalogación de mala hierba es poco menos que imposible”.

En México existen alrededor de 150 especies de plantas indeseables, y no son muchas si se toma en cuenta la biodiversidad que tenemos; no obstante, se calcula que menos del 0.1 por ciento de la flora mundial puede ser considerada maleza muy dañina.

En el caso del trigo, éste no alcanza a secarse porque está rodeado de maleza; en cuanto al chayotillo, común en el maíz, impide cosechar porque forma una maraña y primero se tiene que desyerbar.

Otras crecen en las zonas de agostadero, y el ganado no las come cuando son espinosas o tienen mal sabor, y si las consume, puede intoxicarse o lastimarse el hocico, en especial los bovinos; además, los espacios que ocupan podrían ser utilizados para forraje.

La maleza también puede ser hospedante intermedio de plagas y enfermedades, es decir, funcionar como reservorio de enfermedades dañinas o de insectos perjudiciales para el cultivo. Pueden provocar alergias al ser humano, envenenamiento y, en algunos casos, sobre todo en zonas cálidas como los trópicos, tapan las señales de tránsito.

En el caso de las acuáticas, absorben el agua y pueden llegar a taponar los canales de riego. Algunas son alelopáticas, es decir, tienen la capacidad de producir sustancias que impiden el crecimiento de otras, mencionó Zita Padilla.

En México existen alrededor de 150 especies de malezas.
En México existen alrededor de 150 especies de malezas.

También pueden ser benéficas

No obstante, reconoció la experta, existen malezas que son benéficas para los cultivos. En México hay poca experiencia al respecto, pero en Brasil ya se trabaja con “plantas acompañadoras”, que sirven como trampa para insectos porque se comen a éstas y no al plantío; aumentan la fertilidad del suelo y son fijadoras de nitrógeno.

También pueden actuar como limpiadoras de agua. Las malezas acuáticas absorben gran cantidad de contaminantes, mediante el proceso denominado fitorremediación, que es la utilización de plantas para descontaminar el líquido o los suelos. Asimismo, sirven como previsoras de erosión, porque un talud sin vegetación se deteriora más, recalcó.

Hoy día, añadió, las grandes cantidades de bióxido de carbono contribuyen al deterioro ambiental, pero las plantas verdes, cuando lo absorben, ayudan a prevenir el cambio climático. Las malezas tienen esa función.

Existen varios métodos de control. El preventivo, que consiste en que la semilla que se siembra no esté contaminada con otras de maleza, y comprobar que al cultivar una parcela esté libre de plantas; el mecánico, por medio del azadón o maquinaria, y el químico, con herbicidas.

La presidente de la Asomecima (asociación que en octubre cumplirá 31 años), informó que este año organizará el Congreso Nacional de Ciencia de la Maleza, convocado por la FES Cuautitlán, en colaboración con la Universidad Autónoma de Sinaloa, y el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias.

Asimismo, en 2013 el Congreso Iberoamericano de Ciencia de la Maleza, a realizarse en Cancún, Quintana Roo.

Créditos: Boletín UNAM-DGCS-177 – dgcs.unam.mx