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EN MÉXICO SE EJERCE LA SEXUALIDAD, PERO SIN SUFICIENTE INFORMACIÓN Y RESPONSABILIDAD

 
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sexosinresponsabilidad03 de septiembre de 2014

En México la sexualidad se ejerce, pero falta hacerlo con suficiente información y responsabilidad, afirmó Araceli Jiménez Mendoza, coordinadora de Intercambio Académico y Movilidad Estudiantil de la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia (ENEO) de la UNAM.

En ese sentido, dijo que el inicio de las relaciones sexuales a temprana edad se ha incrementado. “Hay comunidades o delegaciones en el Distrito Federal donde el inicio de la vida íntima ya no ocurre a los 12 años, como dictan la estadísticas generales del país, sino que se registran experiencias aisladas, que van en aumento, de niños que comienzan a los 10 años”.

Según el Centro Latinoamericano Salud y Mujer (CELSAM), alrededor del 35 por ciento de los adolescentes que empiezan su experiencia sexual entre los 10 y 15 años no ha recibido información sobre el uso de métodos anticonceptivos, planificación familiar o enfermedades de transmisión sexual.

Lo anterior tiene como consecuencia que el 23 por ciento de las adolescentes entre los 10 y 14 años de edad se embaracen. Asimismo, la mortalidad materna se ha convertido en la cuarta causa de muerte en menores de 15, y de las hospitalizaciones por la misma razón, 30 por ciento corresponden a jóvenes entre los 10 y 14 años.

En el marco del Día Mundial de la Salud Sexual, que se conmemora este 4 de septiembre, la académica universitaria y representante en México de la Red Latinoamericana Consejería de Enfermería en Salud Sexual y Reproductiva del Adolescente, puntualizó que se requiere más información.

La salud sexual es un derecho fundamental de los individuos, pero puede ser vulnerado o afectado por algunos elementos o factores de riesgo, como ejercerse a una temprana edad o sin protección.

De ahí la importancia que tienen los equipos de salud y la consejería en enfermería para brindar la información necesaria y que se centre en varios elementos, como evitar enfermedades, la distinción entre planificación familiar y métodos anticonceptivos e, incluso, prevención de la violencia en la relación de pareja.

Si la primera relación se da de manera casual, “no precisamente hablamos de que fue con protección o información adecuada, sino de un momento donde quizá hubo un incentivo por parte de los compañeros, o por uso de alguna sustancia que lleva a tener un grado de excitación”. Por eso es necesario orientar a los jóvenes de manera oportuna.

La Red Latinoamericana, creada este año y cuyo responsable es Hugo Tapia Martínez, también de la ENEO, tiene como objetivo contribuir a la promoción en salud sexual y reproductiva para evitar daños en el grupo adolescente mediante la consejería de enfermería. Participan instituciones de Perú, Brasil y México, entre ellas, Ipas México y el Hospital General Iztapalapa, de la Secretaría de Salud del DF.

En este último se organizó un grupo de consejería para mujeres embarazadas menores de 19 años (algunas con previos embarazos) para una intervención educativa sobre consejería, en la cual se crea un vínculo entre la mujer o pareja y el consejero (a), en un ambiente seguro, donde se pueden expresar sentimientos y emociones libremente, así como dudas, lo que favorece la toma de decisiones.

“Uno de los objetivos era brindar información en cuanto a sus derechos de salud sexual y reproductiva para elegir en qué momento desean volver a preñarse, qué métodos anticonceptivos y de barrera usar y prevenir la violencia”. La meta es que tengan relaciones de manera plena, consciente y responsable, indicó la universitaria.

Jiménez Mendoza apuntó que la disminución en la edad de inicio de la vida sexual se debe a la dinámica social y los medios de comunicación. A temprana edad, los niños conocen de este tipo de prácticas y de las experiencias de sus compañeros; a ello se suman otros factores, como la desintegración familiar y el uso de sustancias tóxicas.

Aunque en la actualidad hay mayor acceso a la información, la calidad de ésta no siempre es la adecuada. En la convivencia cotidiana los jóvenes se cuestionan entre ellos si ya tuvieron una experiencia sexual; si no la han tenido sienten la presión y hasta padecen de acoso (bullying).

En esa dinámica de “juego”, no aprecian que la sexualidad se tiene que vivir, pero que fisiológica y psicológicamente se requiere de mayor madurez. “En la etapa de adolescencia físicamente se pueden tener las condiciones para iniciarla, pero hay que valorar si es el momento adecuado para tomar decisiones”, refirió.

Los jóvenes no perciben la trascendencia de ejercerla de manera responsable, la ven como una simple práctica, como bañarse, aunque en realidad implica compromiso, acuerdos, compartir con la pareja, comunicarse, un vínculo de satisfacción y goce e, incluso, afectivo. Ésa es la parte de la que carecen, consideró.

Abordar un tema como éste, con aristas desde el punto de vista biológico, psicológico, social, ético, legal y filosófico, requiere formación y capacitación de los profesionales de la salud. “La consejería no es un trabajo inspirador y no da consejos, sino una metodología que incluye principios y técnicas como la empatía, la escucha activa y el parafraseo; además, parte de los derechos sexuales y reproductivos y la perspectiva de género”.

Un logro importante sería que en el sector se institucionalice la atención de la salud sexual y reproductiva, que se cuente con recursos, áreas físicas y equipos, y que la gente sepa que hay un sitio donde puede solicitar ese servicio.

Mientras mayor información se tenga al respecto, habrá experiencias más gozosas y satisfactorias, finalizó la experta.

Créditos: UNAM-DGCS-511-2014

Hoy, al estrés de la adolescencia se suma crecer en un mundo más hostil

 
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Ante un ambiente hostil, con frecuencia los jóvenes tienden al aislamiento.
Ante un ambiente hostil, con frecuencia los jóvenes tienden al aislamiento.

14 de agosto de 2010

• Para hacer frente a una sociedad cada vez más amenazante, los menores optan por la inhibición extrema o la adopción de patrones de violencia, expuso la doctora Amada Ampudia Rueda, de la Facultad de Psicología de la UNAM
• Una de las consecuencias de este fenómeno es que los jóvenes comienzan a delinquir y a consumir drogas y alcohol a edades cada vez más tempranas, añadió

“A diferencia de otras épocas, el adolescente de hoy está más solo, aislado, desconcertado, confundido y lleno de preguntas que no encuentran cauce, lo que hace que se pierda e incurra en conductas negativas. Esta situación, y la gran cantidad de menores que conforman nuestra población, hace que el problema de la juventud sea una bomba de tiempo”, señaló la doctora Amada Ampudia Rueda, de la Facultad de Psicología de la UNAM.

Los cambios físicos y mentales que se experimentan en el paso de la infancia a la madurez siempre han generado estrés, en todas las épocas y culturas; sin embargo, los chicos de hoy deben lidiar con el hecho de vivir en un mundo cada vez más hostil, violento y que, encima de todo, parece no tener lugar para ellos, expuso la académica.

De forma general (“porque al particularizar las cosas son diferentes”), los jóvenes de los años 60 mostraban más compromiso social y los de los 40 tenían otro tipo de valores, en comparación con los actuales.

“Antes, los chicos podían transitar por la vida con las preocupaciones típicas de la adolescencia, pero hoy deben afrontar una realidad distinta con muchos elementos asociados a la violencia o cambios políticos, y esto confunde, porque en realidad, en esta etapa se es muy vulnerable y sensible”, acotó la especialista.

En la novela Generación X, un sujeto maduro cuestiona al protagonista por no ser como los jóvenes de su época, que con el transcurrir de los años se hicieron hombres de éxito, con empleos importantes y hogares costosos, a lo que el chico, de nombre Dag, responde: “¿Crees que disfruto oyéndote hablar de tu nueva casa? Una casa que ganaste en la lotería genética por el sólo hecho de haber nacido en el momento adecuado de la historia. En estos momentos, Martin, no durarías ni diez minutos si tuvieras mi edad”.

Y esta misma queja escrita años atrás por Douglas Coupland en su libro, parece ser la misma de millones de jóvenes mexicanos que deben enfrentarse a una realidad donde el desempleo, el tráfico de drogas y la violencia son el día a día.

Dos caminos para enfrentar una misma realidad

“El gran problema con los adolescentes de hoy es que no se sienten relacionados con nada fuera de sí mismos y esto los lleva a tomar dos caminos: la inhibición extrema o la adopción de pautas y patrones de violencia, es decir, pueden optar por la inhibición o la desinhibición”, expuso.

Ambas conductas, aunque muy diferentes, entrañan riesgos. Quienes rehúyen al contacto social tienden a presentar alteraciones y a generar problemáticas muy particulares, y para muchos, es fácil caer en este escenario por los avances tecnológicos que permiten acceder a realidades virtuales y a relaciones mediadas por la pantalla de un ordenador.

“Resulta grave que los chicos accedan sin guía a lo que ofrece el Internet, porque es fácil observar contenidos violentos o no aptos, y ésta es sólo una arista del problema”.

Por el otro lado, están los que optan por conductas violentas, lo que se explica porque “hoy, los adolescentes fácilmente se identifican con modelos cargados de agresión y con personajes que, a través de ésta, obtienen poder y el control, algo que los adolescentes han deseado siempre”, expuso.

Como resultado, “hoy se delinque de manera más temprana, los adolescentes incursionan con alcohol y tabaco mucho antes y se incorporan con grupos de pares para encontrar formas de satisfacción que, con frecuencia, resultan falsas”.

Lo que pasa, añadió la especialista, es que el joven busca ubicarse para controlar los elementos de su cambio de niño a adulto, y en ese tránsito tiende a buscar modelos de identificación que muchas veces son negativos, y lo llevan a insertarse en pandillas y a caer en el abuso de drogas y alcohol. “Ello está ligado a la poca contención que puede tener el grupo familiar sobre el chico”.

La familia, ¿una salida?

“Me siento más seguro en la escuela que en mi casa”, es una confesión que con frecuencia escucha la profesora Amada Ampudia Rueda en los trabajos que realiza en diversas escuelas primarias y secundarias, donde desarrolla un programa de atención a la violencia familiar.

“Visitamos distintos colegios en diversas entidades y trabajamos grupalmente con los adolescentes; la idea es involucrar a todos, desde los profesores hasta los padres, porque muchas veces ellos no se percatan de qué es lo que pasa con sus hijos, y a su vez, los muchachos tienden a cortar la comunicación con los adultos”, expuso.

“El asunto ya no es regañar al adolescente, son formas que ya no funcionan, pues el ambiente ya de por sí es muy nocivo. Lo importante es estar con ellos y aprender a establecer técnicas de comunicación. Eso puede hacer una diferencia muy importante”, concluyó.

Créditos: UNAM. DGCS -479/unam.mx