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ASESORAN ACADÉMICOS DE LA UNAM A COMUNIDADES PARA APROVECHAR SUS RECURSOS NATURALES

 
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  La riqueza natural de San Rafael Coxcatlán, en Puebla, es invaluable.(cortesía Rafael Lira Saade)
La riqueza natural de San Rafael Coxcatlán, en Puebla, es invaluable.(cortesía Rafael Lira Saade)

19 de abril de 2011

• Se busca colectar y resguardar semillas de plantas útiles y capacitar a la población para que realice acciones encaminadas a conservar las más importantes
• En San Rafael Coxcatlán, Puebla, crearon un invernadero y se proponen instrumentar espacios de conservación en huertos familiares e impulsar el ecoturismo

En regiones rurales de México, la sobreexplotación de recursos naturales podría propiciar amenazas de extinción de muchas especies. Por ello, desde hace casi cuatro años, un grupo interdisciplinario de académicos de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala, encabezado por Rafael Lira, desarrolla el proyecto Conservación ex situ de los recursos vegetales de San Rafael Coxcatlán, Puebla, con apoyo de una donante anónima a través de los Jardines Botánicos de Kew, en Inglaterra.

Lira, del Laboratorio de Recursos Naturales de la Unidad de Biotecnología y Prototipos (Ubipro), explicó que la comunidad poblana tiene 320 habitantes, su principal actividad económica es la agricultura, y aunque se trata de un pueblo pequeño tiene una riqueza natural invaluable. Además, es importante porque, a poca distancia, se localiza la llamada Cueva del Maíz.

Estudios previos al inicio del proyecto lograron documentar que en los alrededores de San Rafael prosperan 374 especies, de 249 géneros y 87 familias de plantas vasculares, de las que 368 son destinadas a uno o más usos por los habitantes de la región.

Rafael Lira, integrante del Laboratorio de Recursos Naturales de la FES Iztacala de la UNAM.
Rafael Lira, integrante del Laboratorio de Recursos Naturales de la FES Iztacala de la UNAM.

Avances del proyecto

Con el proyecto, explicó, se busca colectar y resguardar semillas de plantas útiles, así como capacitar a los habitantes de San Rafael en la propagación y conservación de esos recursos. Dadas las características del área, el plan también contribuye a la preservación de simientes de especies de zonas áridas, que desde hace años, se realiza de manera conjunta entre la Ubipro y los Jardines Botánicos de Kew.

En la primera etapa (2008-2010), el equipo de trabajo logró recolectar y resguardar, en la colección de germoplasma de la FES Iztacala, las semillas de 114 especies útiles que, en su mayoría, fueron elegidas por los pobladores como prioritarias.

Mediante estudios etnoecológicos y fitoquímicos se determinó la distribución, abundancia y disponibilidad de las mismas, así como entender la química de una veintena de plantas medicinales, consideradas como primordiales por los lugareños, como la sangre de grado (Jatropha neopauciflora), el cuachalala (Amphipterygium adstringens), el pochote (Ceiba aesculifolia ssp. Parvifolia) y el aceitillo (Arida).

Otros investigaciones se han enfocado a la fisiología de tres especies medicinales: el popote (Gymnosperma glutinosum), el venenillo (Castela erecta) y el orégano (Lippia graveolens).

Para ello, se construyó un invernadero en terrenos de la comunidad, en el que estas especies han sido propagadas y estudiadas; así, se han establecido las condiciones óptimas para la germinación de semillas y se han determinado los efectos de la radiación y el riego en la acumulación de los metabolitos que respaldan su uso medicinal.

Otra parte importante del proyecto, mencionó Lira, es la capacitación en distintos niveles. En la primera etapa, mediante talleres, 30 adultos y 40 niños recibieron algún tipo de entrenamiento en el manejo del invernadero y técnicas de propagación. Además, se preparó material documental que fue distribuido entre la comunidad relativo a la importancia de esa región y los hallazgos de las especies.

También, 19 estudiantes de licenciatura y tres de posgrado han participado en las investigaciones de laboratorio y de campo, y cinco de nivel superior y dos de maestría han obtenido el grado.

El futuro del proyecto

Aunque en la primera etapa se han obtenido logros importantes, Lira reconoció que, hasta el momento, no ha sido fácil convencer a los habitantes para que exploten al máximo el invernadero y participen de forma más activa en la conservación de sus recursos.

Por ello, prosiguió, en la segunda etapa, que iniciará este 2011, continuará la colecta de semillas de las más de 200 especies de plantas útiles que faltan resguardar, además de fomentar el uso del invernadero, a través de la propagación de especímenes silvestres y algunos domésticos de interés para los pobladores.

En el caso de especies con bajas densidades en la naturaleza, serán empleadas para hacer experimentos de reintroducción. Se pretende involucrar a todo el comisariado ejidal de Tilapa.

El biólogo sostuvo que si se consolidan estos planes, se intentará promover a la región como un sitio de interés ecoturístico, no sólo por su importancia en el contexto histórico por el origen del maíz (el único que se explota en la actualidad), sino también por el papel que juega en la conservación de los recursos vegetales.

El objetivo es que a los visitantes, además del atractivo de la cueva del maíz, se les ofrezca una visita guiada al invernadero, a los huertos y a los lugares donde se hace restauración, finalizó.

Créditos: UNAM-DGCS-230/2011/unam.mx

La Antártica, elemental para el control del clima

 
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La paleobotánica tiene múltiples aplicaciones; constituye una herramienta útil para comprender la distribución pretérita de los taxones y encontrar cuáles están emparentados, o para conocer cómo fue el clima en el pasado.
La paleobotánica tiene múltiples aplicaciones; constituye una herramienta útil para comprender la distribución pretérita de los taxones y encontrar cuáles están emparentados, o para conocer cómo fue el clima en el pasado.

29 de marzo de 2011

• Las plantas de ese territorio permiten entender cómo es posible encontrar taxones emparentados y semejantes en América del Sur, Australia o Nueva Zelanda
• Conocer la distribución añeja de especies vegetales es fundamental para saber si la teoría de Pangea, el supercontinente formado por la unión de todos los continentes actuales, es coherente

Con el calentamiento global, el hielo de la Antártica podría descongelarse, y las flores no retornarían porque en ese territorio no hay continentes unidos, como en el Cretácico. Además, es imprescindible impedir la modificación en las condiciones ambientales para así posibilitar que esa área siga con el control del clima del planeta, señaló en la UNAM, Tânia Leal Dutra, del programa de Posgrado en Geología de la Universidade do Vale do Rio dos Sinos, Brasil.

En su visita al Instituto de Biología para hablar de Plantas fósiles de la Península Antártica, indicó que la paleobotánica tiene múltiples aplicaciones; constituye una herramienta útil para comprender la distribución pretérita de los taxones y encontrar cuáles están emparentados, o para conocer cómo fue el clima en el pasado.

Tânia Leal Dutra, del programa de Posgrado en Geología de la Universidade do Vale do Rio dos Sinos, Brasil, en su visita al Instituto de Biología de la UNAM.
Tânia Leal Dutra, del programa de Posgrado en Geología de la Universidade do Vale do Rio dos Sinos, Brasil, en su visita al Instituto de Biología de la UNAM.

En al auditorio del Jardín Botánico, explicó que conocer la repartición añeja de las especies vegetales es fundamental para saber si la teoría de Pangea, el supercontinente formado por la unión de todos los continentes actuales, que se piensa existió durante las eras Paleozoica y Mesozoica, así como de Gondwana (el antiguo bloque continental que resultó de la porción meridional de Pangea), es coherente.

Las plantas de la Antártica permiten entender cómo es posible encontrar taxones emparentados y semejantes en América del Sur, Australia o Nueva Zelanda, por la dificultad de esos organismos para “cruzar” barreras oceánicas.

Además, prosiguió, los vegetales fósiles arrojan información valiosa de cómo fue el clima pasado, pero también cómo fue su adaptación a los diversos ambientes, expuso.

La Antártica, refirió, es la zona más fría y seca de la Tierra, sin divisiones territoriales, que no pertenece a ningún país y con una extensión un poco más pequeña que América del Sur.

Se trata de un área aislada al sur del planeta, rodeada de vientos que pueden llegar a los 300 kilómetros por hora, con temperaturas mínimas, cerca del Polo, de menos 89.2 grados, y 99 por ciento cubierta por hielo, “que guarda secretos que recién se develan”.

Geológicamente es muy variada, expuso; parece homogénea porque está cubierta de hielo, pero esa capa, en realidad, cubre dos áreas distintas en su historia: la “Antártica occidental”, “pequeña Antártica” o “península Antártica”, que es un conjunto de islas, y la “Oriental”, “gran Antártica” o “continente Antártico”. Ambas masas de tierra fueron unidas por una gran colisión.

La última conexión de la Antártica fue la que tuvo con América del Sur; de hecho, los depósitos geológicos son semejantes entre la parte norte de la península de esa porción de tierra y el sur americano.

Esa “disgregación” provocó la presencia de una corriente fuerte de vientos y aguas frías, llamada circunantártica; a partir de entonces, la zona se cubrió de hielo.

Las flores del final del Cretácico investigadas en la región, añadió, indican un pequeño intervalo de frío; en el Paleoceno, el clima se tornó mejor y los componentes eran semejantes a las floras de Valdivia, Chile, o el sur de Brasil.

Después, el hielo se hizo cada vez más presente. En el Eoceno y el Oligoceno, la vegetación arbórea casi se extinguió, pero permaneció el género de árboles Nothofagus, que al final también desapareció, como casi todo el resto,
Créditos: UNAM-DGCS-181/2011/unam.mx

Estudian en la UNAM plantas con actividad contra bacterias causantes de afecciones bucales

 
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Investigadores universitarios probaron la capacidad antimicrobiana de la Oxalis corniculata, que recolectaron en el pedregal de Ciudad Universitaria, y Piqueria trinervia, que obtuvieron en la serranía del Ajusco.
Investigadores universitarios probaron la capacidad antimicrobiana de la Oxalis corniculata, que recolectaron en el pedregal de Ciudad Universitaria, y Piqueria trinervia, que obtuvieron en la serranía del Ajusco.

1 de agosto de 2010

• En México, se usan 324 para el tratamiento de males como caries, dolor de muelas y enfermedad periodontal
• Dos especies estudiadas por investigadores del Instituto de Química son Oxalis corniculata y Piqueria trinervia
• En una primera fase in vitro se demostró que ambas inhiben el crecimiento de bacterias y se confirmó su uso tradicional antimicrobiano

“En México, se usan 324 plantas para el tratamiento de afecciones bucales como caries, dolor de muelas y enfermedad periodontal (inflamación de encías y gingivitis), que constituyen un problema de salud pública en el país”, dijo Manuel Jiménez-Estrada, investigador del Departamento de Productos Naturales del Instituto de Química (IQ) de la UNAM.

Desde tiempos prehispánicos, algunas especies del género Oxalis, plantas de cuatro pétalos, primas del trébol, se usan como remedio para enfermedades de la boca; la O. cf. albicans contra las aftas; O. latifolia y O. vallicola para la estomatitis, y O. tetraphylla para estimular la secreción de la saliva.

La mayoría de padecimientos, señaló, es causada por bacterias anaeróbicas, que requieren ambientes especiales como la boca. Las caries, provocadas principalmente por Streptococcus mutans y Lactobacillus spp, y la enfermedad periodontal, por Aggregatibacter actinomycetemcomitans, por mencionar sólo dos casos.

Debido a la recurrencia de estos males en México, y a la necesidad de tener alternativas para curarlas, Jiménez-Estrada, en colaboración con Rosario Ruiz de Esparza y Gloria Gutiérrez, de la Facultad de Odontología, diseñaron el proyecto “Plantas mexicanas con actividad contra bacterias causantes de afecciones bucales”.

De uso tradicional

Previo estudio etnobotánico y de uso consuetudinario medicinal, los investigadores universitarios probaron la capacidad antimicrobiana de la Oxalis corniculata, que recolectaron en el pedregal de Ciudad Universitaria, y Piqueria trinervia, que obtuvieron en la serranía del Ajusco.

De las partes aéreas de estas plantas se obtuvieron extractos orgánicos. Los de Oxalis corniculata se probaron contra Actinobacillus actinomycetemcomitans serotipos “a” y “b”, Streptococcus mutans y Lactobacillus spp, y resultó activo el extracto E-1, que fue extraído con hexano o éter de petróleo.

De Piqueria trinervia, el extracto CH2Cl2 fue activo contra cuatro cepas: Actinobacillus actinomycetemcomitans serotipos “a” y “b”, así como contra Streptococcus mutans y Lactobacillus spp.

En esta primera fase in vitro se demostró que esas plantas inhiben el crecimiento de las bacterias y, por ende, se confirmó su uso tradicional antimicrobiano; en una fase siguiente, se identificarán sus principios activos.

Después, se harán pruebas en un modelo animal y en pacientes, para descartar toxicidad y efectos secundarios y decidir su funcionalidad.

“Un objetivo a largo plazo será analizar sus posibles usos odontológicos, como enjuagues o como elementos adicionados a los principios activos de las pastas dentales”, apuntó Jiménez-Estrada.

Estudios agronómicos

Sin embargo, las plantas estudiadas presentan ciertos problemas para disponer de ellas en tiempo y cantidades adecuadas.

Oxalis corniculata, conocida como hierba de la golondrina (según la Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana), crece en la zona del Pedregal de San Ángel, pero también en otras partes del país y del mundo, como China y Japón.

Es muy pequeña, con un rendimiento bajo de extractos (mezclas de más de 100 compuestos que son muy difíciles de purificar y separar químicamente para identificar los principios activos).

“Para identificar los principios activos necesitamos varios miligramos, y de una plantita de 20 centímetros como ésta, obtenemos menos de un gramo de extracto, por lo que tendríamos que acumular grandes cantidades”, agregó el investigador universitario.

Por ello, se experimentó también con Piqueria trinervia, conocida popularmente como hierba de San Nicolás, que crece en serranías de más de mil 600 metros de altura, mide un metro y tiene más follaje. “Desafortunadamente, sólo vive seis meses al año”, acotó.

En México se usa como cataplasma para bajar la inflamación y la temperatura y como té para combatir malestares estomacales, así como en adornos florales.

De acuerdo con Jiménez-Estrada, sus compuestos activos son moléculas monoterpénicas, sobre todo aceites, donde parece que están los principios activos. Habrá que repetir experimentos en bacterias y pacientes para la cabal identificación de estos últimos.

Por ser plantas silvestres, no se tiene una forma sistemática agrícola para cultivarlas, por lo que el investigador consideró necesario realizar estudios agronómicos para su domesticación y producción a gran escala.

“La implementación del cultivo en el campo mexicano favorecería la creación de empleos y el aprovechamiento de nuestros recursos naturales y su preservación”, concluyó.
Créditos: UNAM. DGCS -452/unam.mx