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Viviendas bioclimáticas mejoran calidad de vida

 
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22 de agosto del 2011

Edificación construida en Isla Fuerte, corregimiento de Cartagena. Fotos: Cortesía Grupo Gemma
Edificación construida en Isla Fuerte, corregimiento de Cartagena. Fotos: Cortesía Grupo Gemma

Medellín, – Agencia de Noticias UN – Seis edificaciones que aprovechan la luz solar, fogones eficientes de leña y un sistema de información georreferenciada mitigan las necesidades de energía en poblaciones no interconectadas del país.

Dos construcciones de piedra coralina, fibra, madera y cemento se convirtieron desde este año en sitio de reunión y espacio habitacional de los pobladores de Isla Fuerte, corregimiento de Cartagena. Fueron elaboradas mediante la unión de saberes ancestrales y materiales tradicionales con técnicas contemporáneas, gracias al trabajo del Grupo de Investigación en Georrecursos, Minería y Medio Ambiente (Gemma) de la Universidad Nacional de Colombia en Medellín.

La práctica, conocida como bioclimática, “no pretende otra cosa que generar el mayor confort con el menor consumo energético y responder de manera muy inteligente a los sistemas locales relacionados con iluminación, viento, agua y vegetación”, dice Sebastián Bedoya, arquitecto del proyecto.

Como ese lugar, ya van cuatro construcciones más: un aula en Titumate (Unguía, Chocó) y un complejo habitacional integrado por una maloca, un aula y una vivienda en El Totumo (Necoclí, Antioquia).

Para construirlos, los integrantes de Gemma tuvieron en cuenta factores asociados con las condiciones propias de cada lugar, el tiempo, la cultura y los recursos naturales, entre otros.

Por ejemplo, se ubicaron sensores que permitieron identificar las corrientes de viento y se realizaron cálculos matemáticos para verificar el recorrido del Sol. Con base en esto se diseñaron las estructuras, logrando un perfecto aprovechamiento de energías. “Tienen persianas en las ventanas en vez de vidrios y no son herméticas, sino que permiten la circulación del viento y la entrada de luz por aperturas superiores”, señaló Alejandro Delgado, uno de los investigadores.

Además, aprovecharon los materiales propios de cada lugar, pues su funcionamiento y adaptación depende de las condiciones climáticas de la región. Así, en Isla Fuerte resultaron más eficientes las arenas y la piedra coralina, mientras que en Titumate encontraron “buen material pétreo y buenas maderas”, asegura el arquitecto Bedoya.

Se buscaba, asimismo, un retorno al uso de materiales tradicionales, reemplazados en la actualidad por nuevos modelos de construcción que representan mayor poder adquisitivo para las comunidades.

Igualmente, se pretendía dar una solución de vivienda amigable con el medioambiente, aprovechando materiales que pueden devolverse a la naturaleza, como caña, palma, bejuco y esterilla de guadua. “La idea era hacer edificaciones con el costo de una vivienda de interés social (de 25 a 30 millones de pesos)”, explica el investigador Antonio Romero.

Igualmente, los investigadores vincularon a la población en el proceso de elaboración de los prototipos para que cada uno pudiera ser replicado por los mismos habitantes, pues otro objetivo era responder eficientemente a las necesidades de confort de las comunidades, teniendo en cuenta sus propias capacidades.

Todo esto forma parte del proyecto denominado Viviendas Bioclimáticas, que realiza Gemma en asociación con el Instituto de Planificación y Promoción de Soluciones Energéticas para las Zonas no Interconectadas (IPSE), adscrito al Ministerio de Minas y Energía.

Potencialidades del territorio

Otro de los ejes del proyecto es la construcción de un sistema de información georreferenciada para el Chocó que permita analizar los potenciales energéticos y mineros y calcular, mediante indicadores, los recursos del suelo y el subsuelo.

“Si hay un ordenamiento energético se aseguraría la sustentabilidad de la población. O sea, este es el inicio de otro proyecto, de otra visión de territorio, y nosotros lo quisimos iniciar por el Chocó, porque es una región megadiversa que tiene infinidad de recursos”, precisó Romero.

En el caso de las zonas involucradas en este proyecto, los análisis territoriales se direccionarán específicamente hacia la planeación del aprovechamiento de los potenciales mineros, forestales, hidrogeológicos y energéticos disponibles en ciertas zonas no interconectadas del Pacífico colombiano y en la región del Urabá antioqueño y chocoano.

Fogones eficientes y recetas tradicionales

Con el fin de atender a la necesidad de optimizar el consumo de la leña y evitar la aparición de enfermedades respiratorias y de la visión, el proyecto contempla la creación de un manual para la construcción de fogones eficientes, cuya base es una cámara que evita el exceso de leña y una chimenea que saca el humo fuera de la vivienda.

“El manual cuenta con ocho diseños diferentes, la mayoría se pueden construir con materiales de la zona a un bajo costo. La cámara racionalizará el uso de leña y la chimenea evitará que quien esté en la cocina inhale el humo. Actualmente estamos en la fase de construcción de los fogones”, señaló Oswaldo Bustamante, investigador del proyecto.

Precisamente, fue en esa búsqueda por mejorar las condiciones de vida de estas comunidades que Gemma rescató las recetas autóctonas de las regiones. Por eso, con lápiz y cuaderno en mano recorrieron los cientos de hogares para indagar sobre los “truquitos culinarios” de las mejores cocineras de la zona, hasta consolidar un atlas gastronómico que da cuenta de las mejores preparaciones tradicionales, en total cien recetas.

Una segunda fase

Según Antonio Romero, se han logrado muchos aprendizajes gracias al trabajo en campo y al conocimiento de las comunidades, por eso en una segunda fase se pretende diseñar y construir un nuevo prototipo, así como medir y validar los procedimientos y saberes aplicados. En esta etapa se construirá una estación científica en la localidad de Nazareth, que servirá de centro integral de capacitación.

“Queremos que las personas se apropien de este conocimiento y lo repliquen, empleando los recursos que les ofrece su entorno”, concluye Romero.

Créditos: agenciadenoticias.unal.edu.co

Sistemas silvopastoriles harían más productivo sector ganadero

 
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15 de agosto del 2011

Centro Agropecuario Cotové se establecieron diez hectáreas de sistemas silvopastoriles.
Centro Agropecuario Cotové se establecieron diez hectáreas de sistemas silvopastoriles.

Medellín,   – Agencia de Noticias – Investigadores de distintas instituciones del país le apuestan al establecimiento de sistemas silvopastoriles (SSPi) para mejorar la calidad de la carne y leche que se producen en el país.

Se trata del proyecto de investigación Análisis comparativo de la producción de carne bovina en sistemas silvopastoriles y confinamiento, liderado por investigadores de la UN en Medellín con el apoyo del Centro para la Investigación en Sistemas Sostenibles de Producción Agropecuaria (Cipav), la Universidad de Antioquia y la Cooperativa Lechera Colanta.

La apuesta del país es implementar un sistema que procure el bienestar animal, optimice el uso de recursos locales de alimentación y mejore la competitividad del sector ganadero.

Por eso, con este estudio no solo se potencian los recursos naturales, sino que, mediante el ofrecimiento de una dieta balanceada, se pretende producir carne de mejor calidad en un menor tiempo, aumentar el número de cabezas de ganado por hectárea, reducir las emisiones de metano y el uso de fertilizantes, lo que contribuiría a la disminución de los efectos del calentamiento global.

Según Rolando Barahona, docente de la Facultad de Ciencias Agropecuarias, en la actualidad para que un bovino alcance su peso de sacrificio (unos 420 kilos) se necesitan 42 meses; con los SSPi este tiempo se reduciría a 21 meses.

Con la combinación de pastos tradicionales con leguminosas como la Leucaena leucocephala, cuyo contenido de proteína en las hojas es cercano al 30%, superior al de un concentrado comercial, que oscila entre 14% y 18%, se mejoraría sustancialmente la productividad del ganado.

La ceba en confinamiento es un sistema de producción que le permite al ganado permanecer en condiciones de comodidad y sombra, así como acceder fácilmente al alimento, constituido por especies forrajeras de alta productividad que, además, potencian la capacidad productiva del suelo.

Día de campo para compartir logros y retos

Con la participación de productores de leche y carne de diferentes zonas del departamento, los investigadores de la UN en Medellín y el Cipav mostraron los principales logros obtenidos hasta ahora en la ejecución del proyecto.

En la fase actual de la investigación se evalúa el crecimiento y desarrollo de ganado, establecido en diez hectáreas de SSPi en el Centro Agropecuario Cotové del municipio Santa Fe de Antioquia.

Uno de los asuntos principales respecto al tema tiene que ver con la identificación de los tipos de suelos en los que se piensa establecer el sistema, para así definir qué especie forrajera se acomoda mejor a las condiciones de las praderas.

“Hicimos un ejercicio de comparación entre un sistema tradicional y otro silvopastoril en el Cesar y nos encontramos con que mientras en el tradicional se puede sostener un solo animal por hectárea, en el silvopastoril pueden sostenerse hasta cuatro”, precisó Barahona.

Asimismo, agregó que en este mismo trabajo se comparó la producción de leche en ambos sistemas, mostrando que “en el SSPi fue de 5.552 litros por hectárea por año, mientras en el tradicional sumó 1.150”.

“Tenemos que trabajar, unirnos en la implementación de alternativas más amigables con el medioambiente que nos permitan mejorar cada día y concientizarnos del mal manejo que le hemos dado al sector agropecuario”, dijo Gonzalo Sierra, productor ganadero del municipio Támesis (Antioquia).

Sierra resaltó la importancia de este tipo de ejercicios en el que los conocimientos de los expertos, sumados a la experiencia de los productores, contribuyen a catapultar una mayor competitividad del gremio en el país.

Precisamente, César Augusto Cuartas, investigador del Cipav, afirmó que los productores, académicos y demás actores que se relacionan con el campo deben trabajar conjuntamente para ofrecer soluciones sostenibles al sector.

“Tenemos que trabajar por brindar alimentos de buena calidad a bajos precios, evitar la degradación de los suelos, el agua y la diversidad biológica, ayudar a que los animales se críen con bienestar y respeto”.

Esta investigación cuenta con una inversión de 1.200 millones de pesos, financiados en su mayoría por el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, y contempla el establecimiento de diez hectáreas de SSPi en Cotové, la evaluación de la efectividad de los sistemas en dos fincas de la Región Caribe y la valoración de una ceba intensiva en el municipio Santa Rosa de Osos (Antioquia).

Créditos: agenciadenoticias.unal.edu.co