



*Esta casa de estudios contará con un laboratorio que la colocará en una posición de privilegio en este campo de investigación
*Dicho espacio permitirá la experimentación a escala de la resistencia de edificaciones completas ante un temblor
Determinar cuáles son las deficiencias estructurales de una edificación ante un movimiento telúrico ha sido uno de los propósitos del Área de Estructuras de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
El maestro José Juan Guerrero Correa, investigador de la Unidad Azcapotzalco explicó que la experiencia adquirida por estudiantes y profesores a partir de los sismos de 1985 que dañaron en forma considerable miles de inmuebles de la ciudad de México, derivó –en un primer momento– en una serie de intervenciones de ingeniería.
Tal fue el caso del reforzamiento de algunos edificios de la Unidad Habitacional El Rosario, en el municipio de Tlalnepantla, así como el estudio sobre la vulnerabilidad sísmica de inmuebles industriales en ese mismo ayuntamiento, con el fin de ofrecer propuestas de modificación o reforzamiento de sus estructuras.
El investigador del Departamento de Materiales apuntó que a partir de este trabajo y con el conocimiento adquirido se decidió trabajar no sólo en el tema de la vulnerabilidad, sino en forma directa en la experimentación de elementos estructurales para mejorar las normas técnicas que marca el reglamento de construcciones y garantizar mayor seguridad en las edificaciones.
Ello derivó en el impulso de un proyecto denominado el Conjunto P-4 de la Unidad Azcapotzalco, el cual consiste en un complejo de instalaciones destinadas al desarrollo de investigación y experimentación de estructuras.
Uno de los módulos de importancia con que contará este complejo es el Laboratorio de Grandes Modelos para la prueba de sistemas estructurales, que permitirá la experimentación a escala de la resistencia de edificaciones completas ante un suceso sísmico.
“No se trata de un laboratorio común, ya que contará con una especie de caja o losa de concreto con dimensiones de 25 por 18 metros, que tendrá una serie de orificios en la parte superior, en los cuales podrán anclarse los elementos (edificios a escala) que se probarán.
Otros componentes son los denominados actuadores, parecidos a los gatos hidráulicos, que ejercerán en las construcciones cargas laterales equivalentes al movimiento que provocaría en la base del edificio una agitación similar a la de un sismo, de manera que “en un lapso pequeño se aplican fuerzas para reproducir lo que pasa en un temblor”.
Lo anterior permitirá tener el conocimiento y las herramientas para realizar de una manera más certera propuestas a seguir en proyectos estructurales, tanto de edificaciones nuevas, como de las ya existentes.
Se trata de un laboratorio que junto con los demás que conforman el Conjunto P-4 colocará a la UAM en una posición de privilegio en este campo de investigación, puntualizó.
Por otro lado, tras indicar que el sismo de 1985 fue un gran laboratorio para quienes se dedican al estudio de la Ingeniería sísmica, comentó que el reglamento de construcciones se ha actualizado de acuerdo con el avance del conocimiento en la materia y, por tanto, éste tiene que cumplirse en edificaciones nuevas y en las anteriores al estatuto.
Esto explica el reforzamiento de construcciones como escuelas, por ejemplo, que si bien no presentan daño alguno, deben ser fortalecidas con base en la actual normatividad.
Al referirse a la prolífica construcción de unidades habitacionales en la ciudad de México, el profesor indicó que por el tipo de reglamento con que se cuenta, hoy las construcciones recientes presentan características más adecuadas para soportar un sismo.
Sin embargo, un problema que se ha presentado es que algunos de los materiales de mampostería (tabiques) no tienen un respaldo técnico que especifique cuál es la resistencia de cada uno de los distintos tipos.
Otro aspecto que el investigador consideró es la importancia de la participación del ingeniero civil, ya que un gran porcentaje de la vivienda –sobre todo en la periferia de la urbe– se autoconstruye y si las estructuras no fueron diseñadas en forma adecuada pueden sufrir daños durante un sismo.
El Laboratorio de Grandes Modelos –que se prevé quedará concluido a mediados del año próximo– permitirá también realizar investigación acerca de la mampostería y ofrecer incluso este servicio a la industria.
Créditos: UAM. Dirección de Comunicación Social