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El plancton, principal afectado por el derrame petrolero

 
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1 de mayo de 2010

Cuando ocurre un derrame de petróleo, la densa mancha del hidrocarburo impide el correcto paso de la radiación solar al océano, y afecta el proceso de fotosíntesis, señaló Alfonso Vázquez Botello.
Cuando ocurre un derrame de petróleo, la densa mancha del hidrocarburo impide el correcto paso de la radiación solar al océano, y afecta el proceso de fotosíntesis, señaló Alfonso Vázquez Botello.

• Ese compuesto se integra por microorganismos sin actividad motora propia, y es una fuente energética que se adhiere al hidrocarburo que llega al océano, explicó Alfonso Vázquez Botello, del ICMyL

El plancton, compuesto por microorganismos sin actividad motora propia, y que sirve de alimento a muchas especies marinas, es el principal afectado cuando ocurre un derrame petrolero, pues se adhiere a las parcelas de crudo que llegan al océano, explicó Alfonso Vázquez Botello, investigador del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICMyL) de la UNAM.

Al pasar ese nutriente del agua al crudo, se crea un desequilibrio, porque es la principal fuente energética de muchas especies. “Cuando el petróleo afecta al plancton, comienza una baja productividad en los océanos”, dijo el especialista.

Además, la densa mancha del hidrocarburo impide el correcto paso de la radiación solar al océano, y afecta el proceso de fotosíntesis, agregó el también jefe de la Unidad de Geología Marina y Ambiental del ICMyL.

Tras su llegada al mar, el crudo se expande por las corrientes marinas y va hacia las profundidades; su destino final son los sedimentos marinos.

Daños en el Golfo de México

El derrame de una plataforma petrolera de la empresa British Petroleum, en el Golfo de México, cubre hasta ahora mil 550 kilómetros cuadrados.

Del pozo afectado, emergen unos mil barriles diarios de crudo, equivalentes a 160 mil litros del combustible, que contaminan la superficie con una espesa mancha.

“Las corrientes generales del Golfo de México están apuntando hacia el norte, así que llevan el crudo a Estados Unidos, y no hacia aguas mexicanas. Creo que no habrá una afectación directa a nuestros ecosistemas”, señaló Vázquez Botello.

El oceanógrafo explicó que la expansión del hidrocarburo depende de su densidad (si es ligero o pesado) y de la dinámica oceanográfica, que incluye vientos y radiación solar, dos factores importantes.

“Vamos a seguir teniendo problemas de derrames o de contaminación en tanto seamos dependientes del petróleo. La mayor parte se presenta en zonas profundas del mar, y no en las costeras, y la tecnología para controlarlos en áreas profundas aún no está lo suficientemente avanzada”, reconoció.

Aceite en el agua

Cuando el petróleo llega al océano por un derrame forma micelas o parcelas, que se forman cuando el agua entra al crudo, pero no lo disuelve. “Al formarse esta especie de mousse de chocolate, la materia orgánica que hay en el área se adhiere a la mancha y comienza a ser llevada a otros sitios por corrientes dominantes en la región”, explicó.

Luego ocurre una acción físico-química que es la radiación solar, que ejerce un papel importante, pues ayuda a remover, a través de la evaporación, los componentes más tóxicos. Entonces, entra en acción el viento, que mueve las olas y hace que el hidrocarburo se mezcle y vaya ocupando un área mayor, desde la superficie, hasta el fondo.

“Los componentes del petróleo entran en contacto con los organismos, y ese es el problema. Primero, afecta a los que conforman el plancton, y si el hidrocarburo cubre una parte de la superficie del mar, impide una adecuada fotosíntesis. El principal problema es cuando llega a las costas, donde hay áreas de pesquerías o acuicultura, que sufren graves daños económicos y ecológicos”, dijo el experto.

Al llegar a esos territorios, el crudo no sólo destruye el plancton, huevecillos y larvas de peces y crustáceos, sino especies más grandes.

El petróleo, sobre todo el pesado, tiene moléculas difíciles de degradar, y de forma natural, puede durar años en el agua por su alta estabilidad química.
El petróleo, sobre todo el pesado, tiene moléculas difíciles de degradar, y de forma natural, puede durar años en el agua por su alta estabilidad química.

Limpieza en altamar

Pese a lo alarmante que resulta un derrame en el océano, existen técnicas para recuperar el petróleo. “La tarea se hace de forma mecánica, con una especie de aspiradoras equipadas en los barcos, que recogen el combustible mediante succión y se introduce en tanques. A veces se separa del agua y puede, incluso, recuperarse”, indicó.

Otra forma es el uso de dispersantes químicos, que a veces resultan más contaminantes que el hidrocarburo. “La quema es la última de las soluciones, porque emite contaminantes, especialmente bióxido de carbono, gas de efecto invernadero. Con esta técnica se limpia el mar, pero se afecta a la atmósfera”, acotó.

También, existen bacterias que degradan petróleo, pero se necesitarían grandes cantidades para abatir las dimensiones del derrame. “Con la conjugación de estos métodos, sí puede llegar a controlarse el incidente en el Golfo de México, aunque no sabemos cuánto va a durar el proceso”.

El investigador apuntó que la plataforma colapsada realizaba perforaciones a mil 500 metros de profundidad, lo que complica los trabajos de limpieza.

Energías alternativas

Vázquez Botello recordó que el crudo (sobre todo el pesado) tiene moléculas difíciles de degradar, y de forma natural puede durar años en el agua por su alta estabilidad química. “Está hecho de asfaltenos, con los que se pavimentan las calles, moléculas más pesadas del petróleo”.

Ningún país que produzca petróleo debe basar toda su producción energética en ese recurso, sino aprovechar energías alternativas, como la eólica, solar, de mareas y nuclear.

“Pese a lo alarmante que es un derrame, hay otras emisiones más dañinas, como los difenilos policlorados, algunos plaguicidas y metales como plomo, mercurio y cromo, que causan muertes y llegan al mar vertidos por las industrias”, evidenció.

Casi 65 por ciento de la población mundial vive en áreas costeras. “En México, del 18 al 20 por ciento de sus habitantes reside en esas zonas, pero las hemos descuidado, no sólo por el uso de petróleo, sino de residuos que se vierten de la industria a los océanos”, concluyó.

Créditos: UNAM. DGCS -268/unam.mx

DESAPARECEN EQUINODERMOS DE AGUAS NACIONALES

 
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LIBROS SOBRE EQUIDERMOS• Característicos por sus formas simétricas y su “piel espinosa”, los pepinos, estrellas y arañas o canastitas de mar habitan en aguas del Caribe y del Golfo mexicanos

• La intensa actividad humana y el calentamiento climático matan y erradican del país a estos animales

• Expertos del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM, presentaron dos libros sobre holoturoideos y ofiuroideos, dos grupos que están desapareciendo de aguas nacionales

La inadecuada intervención del ser humano en las costas y el calentamiento climático global, provocan la desaparición de los pepinos, estrellas y arañas o canastitas de mar del Golfo y Caribe mexicanos, alertaron investigadores del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICMyL) de la UNAM.

Alfredo Laguarda Figueras y Francisco Solís Marín, del Laboratorio de Sistemática y Ecología de Equinodermos de la instancia académica, destacaron que esos animales, de formas simétricas y “piel espinosa”, habitan en aguas oceánicas tibias y son muy sensibles al cambio ambiental.

Dentro de los equinodermos hay dos grupos, los holoturoideos y los ofiroideos, cuya conservación es prioritaria porque se están extinguiendo de las aguas nacionales, destacó Solís.

“Son especies de áreas tibias, y el cambio climático las está erradicando del país. No sabemos si están migrando o simplemente muriendo, pero en las áreas donde estuvieron miles de años ya no están”, denunció.

Por su parte, Laguarda Figueras destacó la importancia de los equinodermos en la evolución y en la cadena trófica. De ellos dependen varias especies, pues son alimento de algunas, y otras viven en sus sustratos.

Presentes en el planeta desde el Cámbrico, hace entre 542 y mil millones de años, de los equinodermos existen importantes registros fósiles, incluso aparecen en frescos humanos realizados en Creta hace cuatro mil años.

Sin embargo, en la actualidad están desapareciendo, por lo que urge acelerar las investigaciones científicas. “Los equinodermos representan un filum completo y son de una biodiversidad extraordinaria. Tenemos que cuidarlos, entenderlos, conocerlos, estudiarlos desde los puntos de vista genético, evolutivo, biológico, en cuanto a su reproducción, su desarrollo y su función dentro del ecosistema”, señaló Laguarda.

Clasifican especies en dos libros

Para contribuir al conocimiento y cuidado de los equinodermos, Francisco Solís y Alfredo Laguarda encabezaron la realización de dos libros, editados por el ICMyL y la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), donde se profundizó en sus particularidades.

Una de las obras es “Holoturoideos (Echinodermata: Holothuroidea) del Golfo de California”, donde los autores clasificaron 55 especies de las 115 que se conocen en el país.

La otra, “Ofiuroideos del Carie Mexicano y el Golfo de México”, incluye la clasificación de 98 especies de las más de 200 existentes en la nación.

En presencia de los autores, ambos textos fueron presentados en el auditorio Agustín Ayala Castañares del ICMyL por Blanca Huitrón Sánchez, del Instituto de Geología de la UNAM; Elva Escobar Briones, del ICMyL, y Laura E. Villaseñor y Fernando Villaseñor Gómez, ambos de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

En los libros se presenta una descripción taxonómica, una fotografía y detalles de la ubicación de estos animales marinos en nuestros mares, a fin de dar a conocer detalles científicos.

En una próxima etapa, los autores planean continuar una colección de libros-catálogos de equinodermos y realizar una versión electrónica en español e inglés, para que estudiantes, profesionales e interesados puedan conocer a estas especies.

Fuente: Boletín UNAM-DGCS-156 – dgcs.unam.mx

Sabersinfin.com

CADA VEINTE O TREINTA AÑOS SE DESPRENDE UN ICEBERG

 
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artemio gallegos garcia• Eventos como el choque de una masa de hielo del glaciar Mertz en la Antártida ocurren con periodicidad, cuando el cúmulo crece y avanza de los casquetes polares al océano, dijo Artemio Gallegos García, de la UNAM
• El investigador del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología aclaró que el choque del témpano afectó corrientes marinas cercanas y no tuvo efectos globales

El desprendimiento del iceberg de 2 mil 550 metros cuadrados y 400 metros de profundidad en el glaciar de Mertz, en la Antártida, fue un fenómeno natural y no un evento extraordinario, afirmó Artemio Gallegos García, investigador del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICMyL) de la UNAM.

El oceanógrafo físico señaló que cada 20 ó 30 años esas masas de hielo se desprenden y flotan por los océanos, donde eventualmente chocan con otro iceberg —como ocurrió en este caso entre el témpano de Mertz y otro, unos 20 años más antiguo— o se fracturan a consecuencia de la presión de las corrientes marinas.

“El desprendimiento del iceberg del glaciar de Mertz es un evento natural en la Antártida, un sitio que, al igual que el otro casquete polar, cada invierno tiene temperaturas muy bajas que hacen crecer la extensión del hielo no solamente en el continente, también en el mar”, destacó.

El investigador de la Unidad de Geología Marina y Ambiental del ICMyL explicó que, a bajísimas temperaturas, algunas capas de agua marina se congelan y forman protuberancias que se mantienen sólidas y crecen al siguiente invierno si continúa el frío y las condiciones de congelación.

“Cada año, se suma más hielo a esa masa y va aumentando la extensión del iceberg, desarrollando una especie de brazo, siempre de los casquetes hacia el mar, hasta que logran desprenderse”, señaló.

El iceberg del glaciar de Mertz se formó durante más de 80 años y creció en promedio un kilómetro por año, hasta sumar una longitud de 78 kilómetros, una anchura de entre 33 y 39 kilómetros y un espesor medio de 400 metros.

El investigador explicó que en 80 años ese iceberg se metió bastante al mar, pero al hacerlo sufrió las presiones de las corrientes marinas, el hielo cedió a las presiones del agua y comenzó a agrietarse. De hecho, recordó que desde hace varios años estaba reportado que ese témpano estaba muy agrietado a consecuencia de la presión de las corrientes marinas.

“Los desprendimientos de icebergs son eventos naturales que no tienen nada extraordinario, pero no suceden tan seguido”, añadió.

Cambio mínimo de corrientes marinas

Artemio Gallegos aclaró que la modificación de las corrientes marinas a consecuencia del desprendimiento de un iceberg es un evento local, y ocurre apenas en unas decenas de kilómetros.

El investigador añadió que en la Antártida hay una corriente marina muy persistente e intensa, de dos metros por segundo en sus zonas más definidas, llamada corriente circunpolar antártica, pues rodea a la Antártida.

“Lo interesante sería que uno de estos bloques de hielo se montara en esta corriente para ver qué pasa, pero no alteraría nada a nivel humano”, puntualizó.
Fuente:
Boletín UNAM-DGCS-137
dgcs.unam.mx

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