



BOGOTÁ D. C., 17 de abril de 2018 — Agencia de Noticias UN-
Así lo advierte el profesor Max S. Hering Torres, del Departamento de Historia de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.), quien tomó como caso de estudio de finales del siglo XIX una trifulca ocurrida entre algunos civiles y 16 gendarmes de la Policía que se encontraban bebiendo y en medio de juegos de azar, en un prostíbulo, o lupanar.
“Por medio de este estudio observé cómo –a partir de las prácticas concretas de los ciudadanos en Bogotá– se discutieron a finales del siglo XIX temas como la falta de higiene, la enfermedad moral y los cuerpos indisciplinados de la sociedad que estaban en la mira de la Policía, teniendo en cuenta que las autoridades debían regular las costumbres y la moralidad pública”, explica el docente.
La trifulca en mención se produjo en uno de los espacios conocidos como tabernas o chicherías, que también hacían de lupanares o casas de “libertinaje”. Allí, en medio de una tertulia entre dos personajes de la sociedad civil, en 1892, ocurre un accidente. Un bebedor tropieza y tumba una copa de brandy; la copera que lo atiende, que en los informes de la Policía aparece como prostituta, le cobra la copa a uno de estos personajes. Entonces, uno de ellos reclama y se enfrenta a un uniformado que estaba en el lugar y que era amante de la prostituta.
El docente encontró que para defender a la copera, el agente, Reinaldo Forero, buscó apoyo en los otros 15 uniformados que también se encontraban en medio de esta situación. Esta acción demostró que aunque la Policía tenía la labor de regular el consumo de la chicha y la prostitución, también estaba inmersa en estas lógicas culturales.
Después del incidente un ciudadano instauró la queja ante el director de la Policía, quien decidió expulsar a un grupo de agentes, mientras que a los otros los multó y los castigó.
“Aquí se ve el intento de regular la prostitución con una doble moral en detrimento de aquellos sujetos al margen de la sociedad, pero sin afectar las relaciones de poder de las elites imperantes en Bogotá”, explica.
A partir de esos castigos se empieza a generar una serie de denuncias en la Policía, y para expulsarlo, Reinaldo Forero empieza a ser perseguido y estigmatizado como un borracho, cliente de prostitutas, cercano a la sífilis y responsable de la “degeneración de la raza”.
Por este hecho, Forero amenaza con denunciar las presuntas nóminas dobles en la Subdirección de la Policía si lo expulsan de la institución, ya que él también fue denunciado sistemáticamente para estocar su carrera y así facilitar el ascenso de otro agente en la jerarquía de la institución.
El docente afirma que “evidentemente estamos inmersos en una cultura del denuncio que es necesaria cuando se trata de evitar la impunidad para establecer justicia y reparación, pero también existe la denuncia instrumental, para cumplir con un fin político”.
Según el estudio histórico, con la llegada de Jean-Marie Gilibert, director de la Policía de origen francés, se buscó “civilizar” las costumbres colombianas según los valores sociales y culturales de Europa. Así, por medio de un catastro se evidenció que algunos de los prostíbulos del centro de la ciudad funcionaban en casas de familias adineradas, que las alquilaban pasando por alto la normatividad.
También se demostró que para 1892 había 250 prostitutas, muchas de ellas perseguidas, difamadas públicamente y conminadas a trabajos forzados en colonias penales.
En el siglo XIX fue imposible prohibir la prostitución. En su efecto, el profesor Aureliano Posada aconsejó castigar a las mujeres que ejercían la prostitución y a quienes apoyaban esta actividad, debido a los escasos controles sanitarios, situación que originó la transmisión de enfermedades como la sífilis.
“Existe un discurso científico que trata de justificar y de impulsar la prohibición de los lupanares, pero ante una realidad cotidiana que dista de esa normatividad la Policía termina regulándola, porque fue imposible prohibirla”, concluye el docente.
Este tema se expuso durante un simposio que contó con la participación de Diego Armus, Stefan Pohl-Valero y Stefania Gallini, a propósito del número más reciente del Anuario colombiano de historia social y de la cultura, con un dossier sobre el tema higiene, cuerpo y enfermedad.
Fuente: http://agenciadenoticias.unal.edu.co