Alimentación de anfibios determina calidad del ambiente

 
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BOGOTÁ D. C., 15 de julio de 2016 — Agencia de Noticias UN-

En Colombia son pocos los estudios sobre ecología de anfibios, en especial de anuros (ranas y sapos), por esto, investigadores de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) y la Universidad de los Llanos, elaboraron un inventario de las especies nativas de anuros del piedemonte llanero (Meta), específicamente en reservas naturales del municipio de Villavicencio, para estudiar sus hábitos alimenticios. Según los investigadores, los análisis de contenidos estomacales de estos animales sirven para reconocer e identificar la función de cada especie en su ecosistema y sus presas habituales.

“Los anfibios son indicadores del estado de conservación de un ambiente porque para sobrevivir necesitan buena humedad, agua y alimentación. Deben rodearse de buena vegetación y la mayoría prefiere las aguas limpias”, explica María Cristina Ardila, profesora del Instituto de Ciencias Naturales de la U.N.

Algunos anuros, como la “rana de cristal”, tienen una piel muy frágil y delicada, por lo que si se encuentra en una quebrada indica que está bien preservada.

El estudio se realizó en el piedemonte, puesto que allí se dan los nacimientos del agua que surten a los acueductos de las poblaciones cercanas.

Además, el contenido de 546 estómagos de 24 especies fue analizado exhaustivamente. Los ejemplares se obtuvieron de las reservas naturales de Buenavista y Vanguardia; y el material biológico fue analizado en el Laboratorio de la Estación de Biología Tropical Roberto Franco de la U.N.

Cada estómago fue extraído, disectado y preservado, además, realizaron mediciones de masa y volumen para determinar si estaba lleno o vacío. Para cada una de las presas encontradas en el interior de los animales, se realizó la identificación taxonómica, conteo y medición del ancho y el largo de aquellas completas para establecer su aporte al volumen estomacal.

Al hacer las disecciones, el 25 % de los estómagos estaban vacíos, esto pudo deberse a la época del año en la que se realizó el estudio, en la que posiblemente los insectos eran escasos.

En total fueron registrados restos de 2.986 individuos en todos los animales estudiados, los invertebrados son su principal fuente de alimento, consumidos por medio de su lengua retráctil.

Para la familia de los dendrobátidos, al que pertenecen las ranas venenosas, se sabe que sus secreciones tóxicas en la piel están asociadas al tipo de hormigas de las que se alimentan, pues también contienen veneno.

La vacuidad en los estómagos también podría estar relacionada con las intervenciones antrópicas que se han realizado en la zona. En las reservas había dos fincas y presencia de actividad ganadera. Las pisadas del ganado deterioran el ecosistema y pueden acaban con algunos insectos, las quebradas también han sido intervenidas, por lo que allí se presentó menor presencia de anuros.

Según la docente, a pesar de que el estudio de los anfibios y, de la fauna en general, está agotado, siempre se encuentra algo más y es necesario hacer estudios continuados y sistematizados para determinar cuáles especies están extintas o en qué grado de amenaza están.

“Si no hacemos estudios para inventariar las especies que están presentes en una región, en el futuro no sabremos qué es lo que la naturaleza y los humanos se están encargando de acabar”, concluye la investigadora.

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