



- Los riesgos de patología vocal han sido asociados al uso de la voz en ambientes ruidosos, en condiciones de estrés o en circunstancias no favorables.
15 de Agosto de 2012
Un estudio con profesores de la UN evidenció las dificultades que afrontan para dictar clases cuando padecen disfonía, por causa del sobreesfuerzo que deben hacer con sus voces.
La pesquisa la adelantó Lady Catherine Cantor, de la Maestría en Salud y Seguridad en el Trabajo. Ella estableció que la disfonía constituye uno de los problemas de salud más extendidos en el personal docente y que más los perjudica, pero es poco estudiado en el país.
Y es que las largas jornadas de enseñanza les implican a los profesores horas y horas de uso de la voz. Así, encontró, por ejemplo, que entre las personas evaluadas existe una carga laboral que abarca un rango entre dos y quince horas diarias de clase, con un promedio de cuatro horas al día, aunque hay profes cuya carga no es uniforme durante la semana.
Dentro de los principales resultados halló que, de los 38 docentes evaluados, la mayoría reportó exposición a ruido y el 39,5% presentó problema vocal en alguno de los aspectos medidos por la escala GRABS (índice de severidad de la disfonía). Además, el 42,1% manifestó tener antecedentes de problemas comunicativos y de alergias. Incluso, un porcentaje considerable reportó conductas nocivas para el cuidado de la voz, como ingesta de café, de bebidas cítricas, carraspeo y gritar con frecuencia.
Por otra parte, los docentes evaluados expresaron que, en promedio, tenían entre 12 y 98 estudiantes en actividades de cátedra, siendo la media unos 30 asistentes a clase. Adicionalmente, el 10,5% consideró estar expuesto a sustancias químicas (medicamentos) en su trabajo; el 18,4% afirmó que su lugar de trabajo es más frío o más caliente que el ambiente externo; el 47,4% dijo estar expuesto a polvos en su ambiente laboral; y, finalmente, el 89,5% indicó estar expuesto a ruido, lo que les implica alzar la voz para hacerse escuchar.
Sobre este último aspecto, Lady Catherine les preguntó a los profesores sobre su percepción de la necesidad de incrementar el volumen de la voz durante el desarrollo de las clases para mantener atento al grupo o con otros fines académicos. El 94,7% contestó que sí debe subir el volumen en algún momento, mientras que el 5,3% restante aseguró que no.
Como antecedentes de este trabajo, se destaca un estudio llevado a cabo con 240 profesores del departamento de Risaralda. En este se encontró que el 2,96% había presentado patología vocal, lo que posicionó a esta afección en el octavo lugar del listado de enfermedades profesionales. Además, el 9% calificó el ruido como un factor de riesgo (lo que lo ubicó en el segundo lugar).
Por el impacto que tiene la voz en la identidad personal, la expresión de las emociones, la comunicación con los demás y, en el caso de los profesores, en el desarrollo de sus labores profesionales, la magíster explica que es fundamental hacer un análisis fonoergonómico de la disfonía que permita ampliar en el futuro el campo de estudio, la reflexión y la acción del individuo, para intervenir aquellas causas externas que influyen directamente en su producción vocal.
Este tipo de estudios pueden repetirse en otros contextos, como en colegios o escuelas, en donde los profesores sufren por la precariedad de los espacios físicos en los que desarrollan su actividad. No poner atención a estos problemas ocupacionales puntuales redundará en más dificultades para el normal desarrollo de la actividad educativa de los profesores.
Créditos: agenciadenoticias.unal.edu.co