Tag Archives: william lee

Compila la UNAM legado astronómico del país

 
Facebooktwittergoogle_plusmail

Ejemplar del libro Legado Astronómico, presentado por investigadores de la UNAM.
Ejemplar del libro Legado Astronómico, presentado por investigadores de la UNAM.

29 de mayo de 2011

• El libro, editado por esta casa de estudios, integra los trabajos de 32 investigadores, informó William Lee, director del Instituto de Astronomía
• En la obra se abordan aspectos etnográficos de la arqueoastronomía en Mesoamérica

Miradas distintas provenientes de disciplinas como astronomía, historia, matemáticas, antropología y pintura se entretejen en el libro Legado Astronómico, donde 37 autores unen su interés por observar el cielo y compartir conocimientos que se han descifrado en el país, desde sus orígenes más lejanos.

Este ejercicio colectivo de multidisciplina, editado por la UNAM y coordinado por los investigadores del Instituto de Astronomía Margarita Rosado Solís, J. Daniel Flores Gutiérrez y José Franco López, reúne en 250 páginas, los 32 trabajos presentados en el Congreso El legado astronómico de nuestros ancestros, celebrado en 2009, en el marco de los festejos del Año Internacional de la Astronomía.

En sus búsquedas, los autores recorren múltiples atajos hasta mostrar una ruta, la del conocimiento en la materia, en la que México ha sido fértil en las culturas mesoamericanas, en la Colonia y en la era contemporánea, con personajes que han fundado escuela dentro y fuera de las aulas, a veces con la observación del cielo de manera empírica, y otras como precursores de esta disciplina científica.

El texto, dijo en la presentación William Lee Alardin, director del Instituto de Astronomía, es una recopilación organizada en tres grandes áreas, que inician con la Colonia, dedican un apartado a personajes centrales de esta ciencia mexicana, y profundizan en el legado prehispánico, que tuvo un interés fundamental en conocer cómo funciona el Universo y realizar calendarios.

En su oportunidad, Margarita Rosado destacó que México es muy rico en estudios del cielo y de los objetos cósmicos desde tiempos ancestrales.

Daniel Flores subrayó el esfuerzo colectivo de la obra, que une intereses de las ciencias exactas y sociales. “Este trabajo conjunto continuará con un nuevo congreso en febrero o marzo del 2012”, adelantó.

Por su parte, José Franco calificó la publicación como “un eco del 2009” y una oportunidad de reflexión. “Artes, ciencias sociales y antropología ligadas a la astronomía propician una reflexión acerca de la importancia de contar con una política de Estado para generar conocimiento e impulsar la ciencia”, señaló.

Comentarista, Patrick Johansson, del Instituto de Investigaciones Históricas, reveló que la lectura produce placer y gozo. “Esta disciplina nos hace pensar en el futuro y en los sabios que leen el cielo. Pero también lo leyeron en el pasado, y de ellos, se ofrecen muchos elementos, como el desarrollo de calendarios, forma de domesticar el tiempo”, consideró.

De la Colonia a la cámara Schmidt

La primera parte, recorre la historia desde la Colonia hasta la cámara Schmidt, el famoso telescopio instalado en 1942 en Tonantzintla, Puebla, que dio inicio a la astrofísica moderna en México.

También narra el desarrollo del Observatorio de San Pedro Mártir, en Baja California, donde hasta la fecha se realiza ciencia de primer nivel mundial; y presenta un análisis de la divulgación en el siglo XIX, a través de una revisión hemerográfica de revistas de esa época.

Respecto a lo académico, contiene una revisión de cómo ha sido la carrera en la Facultad de Ciencias de la UNAM, y otra, sobre la utilidad de esa disciplina para la Secretaría de Fomento, en el naciente México independiente, pues esa dependencia pública era la encargada de determinar el tiempo y la posición de ciudades y lugares de interés nacional.

Precursores

La segunda parte está dedicada a los precursores de la astronomía en México. Se dedican capítulos a Paris Pishmish, la primera profesionista que tuvo el título de astrónomo en el país; a Francisco Javier Escalante Plancarte, que realizó observaciones en Marte; y a Luis Enrique Erro, en una revisión “de carne y hueso” que revela su vida familiar y su personalidad, además de sus aportes.

En este grupo también se dedican capítulos a Joaquín Gallo Monterrubio, director del Observatorio Astronómico Nacional de Tacubaya (inaugurado en 1878 durante el Porfiriato); a Felipe Rivera, quien desde Zinapécuaro, Michoacán, observó en 1901 la estrella “Nova Persei”; y a José Antonio Alzate, quien fuera presbítero, investigador y padre de la divulgación científica novohispana. Además, se presenta un apartado sobre lo que significó ser astrónomo durante el Porfiriato.

Arqueoastronomía, ciencia y símbolo

La tercera parte, se dedica al desarrollo de culturas mesoamericanas como la maya, náhuatl y teotihuacana, entre otras.

Se presentan textos referentes a la cosmovisión mesoamericana de la Luna; la conjunción de montañas y astros; los signos de Mesoamérica; el saber teotihuacano y la planeación urbana de esa cultura ligada al cosmos.

También, se abordan aspectos etnográficos de la arqueoastronomía en Mesoamérica; la matemática de los mayas; la orientación calendárico-astronómica en La Venta; los tránsitos de Venus desde los mayas hasta la Unidad Astronómica; la duración del tiempo medida por los mayas; los estudios de esa disciplina en El Tajín; la astronomía en Tetzcotzingo y la influencia astronómica en la arquitectura de Calixtlahuaca.

Otros capítulos se refieren a los textos de Fray Andrés del Olmo y su revisión de los astros y dioses en el México prehispánico; a la traza urbana de Puebla, influida por un legado arqueoastronómico; a la influencia de la astronomía del siglo XVII en la pintura; y a la categoría de patrimonio astronómico frente al patrimonio cultural.
Créditos: UNAM-DGCS-318-2011/unam.mx

Sin adecuada infraestructura científica y tecnológica no crecerá la economía

 
Facebooktwittergoogle_plusmail
William Henry Lee Alardín, director del IA de la UNAM.
William Henry Lee Alardín, director del IA de la UNAM.

3 de febrero de 2011

• Se debe buscar la creación de nuevos centros en México para el desarrollo científico y tecnológico, consideró el director del IA de la UNAM, William Lee

Si no se desarrolla infraestructura para investigación, México no tendrá la innovación que necesita para que la economía crezca por sí sola, consideró el director del Instituto de Astronomía (IA) de la UNAM, William Henry Lee Alardín.

El Estado debe financiar las iniciativas para el desarrollo tecnológico, pero también debe vincularse al sector privado, dijo. “Hay que buscar la creación de nuevos centros en el país para el desarrollo científico y tecnológico en general”.

Al referir los proyectos institucionales a realizarse durante su gestión, Lee Alardin señaló que, además de los planes para el Observatorio Astronómico Nacional de San Pedro Mártir, destaca el interés por establecer un nodo del Observatorio Virtual en México, el desarrollo de la astrofísica teórica, la participación del IA en el High Altitude Water Cherenkov Observatory (HAWC), la utilización del Gran Telescopio Canarias (GTC), y la planeación y construcción de instrumentos para observatorios externos.

Planes estratégicos y líneas de investigación

El cómputo, indicó, es un aspecto importante para la astronomía, y ejemplificó con el Observatorio Virtual. Su objetivo es poner en línea datos públicos de todo tipo de observatorios ubicados alrededor del orbe en un formato común que facilite la comparación y una visión integradora de los fenómenos astronómicos. “En México aún no tenemos un nodo”.

En cuanto al HAWC, que se construye en una zona ubicada entre Puebla y Veracruz, explicó que servirá para detectar radiación de partículas de muy alta energía. Contará con 300 tanques con agua, de siete metros de diámetro. En el fondo, se les colocará un detector de luz. Es un área poco explorada en la astrofísica, “de las ventanas del espectro electromagnético es de las últimas que se han abierto y buscaremos líneas de investigación propias en este campo”, detalló.

El IA tiene una larga historia de participación en la instrumentación para observatorios externos; lo más novedoso, está constituido por equipos terminados en planeación o construcción para el consorcio del GTC. Estos son: el instrumento de verificación, la cámara/espectrógrafo, OSIRIS, y el instrumento infrarrojo para imagen y espectroscopia integral de campo, FRIDA. “Esto permite que los astrónomos mexicanos tengan acceso a un telescopio de primera línea”, resaltó.

Entre las líneas de estudio más recientes, sobresalen los exoplanetas, que orbitan una estrella diferente al Sol. Lee Alardín destacó el descubrimiento, por parte de personal del IA, del Upsilon Andrómeda e, similar a Júpiter, el cuarto hallado hasta ahora en el Sistema Planetario Upsilon Andrómeda, a 44 años luz de la Tierra. El hallazgo fue relevante, “porque utilizaron un método nuevo (Algoritmo Genético Asexual, AGA) y detectaron un planeta que nos puede decir mucho sobre cómo se forman estos objetos en otros sistemas”.

Asimismo, otra área de investigación que será importante en los próximos años es el estudio de las ondas gravitacionales, una predicción de la teoría general de la relatividad de Einstein, que hasta ahora sólo han sido detectadas de forma indirecta.

En San Pedro Mártir

Enclavado en el Parque Nacional de la Sierra de San Pedro Mártir, a dos mil 830 metros sobre el nivel del mar, se ubica el Observatorio Astronómico Nacional (OAN/SPM), uno de los cuatro mejores lugares en el mundo para la observación astronómica.

Sin embargo, acotó Lee Alardín, es el que se encuentra menos desarrollado: mientras la inversión promedio por sitio en los otros tres (el Observatorio William Myron Keck, en las islas Hawai; el GTC, en España; y el Paranal, en Chile) supera los seis mil millones de dólares en promedio, “el nivel en San Pedro es cercano a los 30 millones”.

Cámara Infrarroja para Reionización y Fuentes Transitorias

Durante la Guerra Fría, tanto Estados Unidos como la extinta Unión Soviética se vigilaban mutuamente. En 1967, los satélites estadounidenses de la serie Vela, detectaron repentinos estruendos de rayos gamma, con unos segundos de duración, y cuyo origen preciso no lograron identificar, más allá de establecer que se trataba de eventos que no estaban en la Tierra, ni en el Sol. El descubrimiento se dio a conocer en 1971, y ha sido uno de los grandes misterios de la astronomía del siglo XX.

El seguimiento de estas explosiones, algunas de las cuales hoy se sabe son provocadas por la muerte de estrellas muy masivas es el objetivo principal de la Cámara Infrarroja para Reionización y Fuentes Transitorias (RATIR, por las siglas en inglés de Reionization and Transients InfraRed camera).

Implicará diseñar, construir y montar una cámara novedosa en el telescopio de 1.50 metros del Observatorio, en proceso de robotización. Es el primer paso para establecer una colaboración más cercana entre las entidades participantes: el IA, la Universidad de California, y el Goddard Space Flight Center, de la NASA.

Los estallidos son breves y emiten, en segundos, “más energía de la que el Sol producirá en toda su vida”. Son detectados vía satélite y el telescopio debe responder inmediatamente a las alertas automatizadas para voltear al punto localizado por el artefacto y detectar su contraparte visible. “Se buscan los más lejanos, que nos ayudan a entender la historia y evolución del Universo, además de los objetos producidos por las explosiones en sí”, explicó el especialista.

Las innovaciones facilitarán otras labores de observación. Por ejemplo, entender las estrellas variables, pues por sus cambios es complicado que un astrónomo las siga con un telescopio convencional, pero si es robotizado, una computadora obtiene los datos necesarios. Es lo que hará la mayor parte del tiempo, porque las explosiones suceden, aproximadamente, cada tres días y eso permite otras investigaciones.

El trabajo del instrumento ha estado, en parte, a cargo del Instituto de Astronomía, donde se trabajó en el diseño de la óptica y mecánica de la cámara en colaboración con las entidades estadounidenses. “Esperamos que esté instalada en junio de este año”, adelantó.

Un nuevo telescopio

El plan a mayor escala para el IA en San Pedro Mártir será posible con la colaboración de las universidades de California y Arizona, y el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE). Se plantea el diseño, construcción y operación del Sypnotic All Sky InfraRed Survey (SASIR), un telescopio robotizado con 6.50 metros de diámetro.

Servirá, acotó, para hacer un censo repetido y profundo de todo el cielo visible desde el sitio, durante cuatro o cinco años, en la banda electromagnética cercana infrarroja. El objetivo es tener, cada tres meses, un mapa astronómico, comparar las imágenes obtenidas y encontrar las variantes provocadas, por ejemplo, al paso de un asteroide o la explosión de una estrella. Serán necesarios algoritmos de búsqueda para el análisis de todos los datos recabados.

“En cada región del espectro electromagnético el cielo se ve distinto y el infrarrojo cercano es importante porque penetra la atmósfera, es decir, lo podemos ver desde tierra, sin necesidad de un satélite en órbita, además de contener información que no existe en el campo visible. El estudio que planteamos es 10 veces más sensible que todos los realizados hasta ahora”, puntualizó.

SASIR está en la etapa de diseño conceptual y es necesario conseguir financiamiento para hacerlo realidad. “El impacto potencial que tendría un telescopio de este tipo en la ciencia nacional va mucho más allá de la astronomía. Planeado, administrado y operado adecuadamente, es un elemento importante que beneficiará el desarrollo en ciencia y tecnología”, advirtió.

Además, existen otros tres proyectos con socios externos, que consideran la instalación de telescopios robóticos en la sede del IA, y la colaboración, científica y técnica, de su personal: BOOTES, con España; TAOS-II (Transneptunian Automated Occultation Survey), con Taiwan y Estados Unidos, y SVOM/GFT (Satellite Variable Objects Monitor/Ground Follow-up Telescope), con Francia.

El telescopio TAOS-II, explicó, estará dedicado a la búsqueda de objetos transneptunianos, es decir, más allá de la órbita de planetas exteriores. El consorcio que lo opera decidió instalar sus instrumentos en el OAN/SPM, y con ello, se convirtió en el primero de su tipo en la sede universitaria.

El SVOM/GFT, expresó, se relaciona con la misión espacial a cargo de China y Francia, que pondrá en órbita un satélite para detectar rayos gamma y X, además de buscar eventos astronómicos variables, “como parte del seguimiento, quieren tener telescopios en tierra para observar los sucesos que detecten”. El lanzamiento está planeado para 2015.
Créditos: UNAM-DGCS-068-2011/unam.mx