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La cuenca lacustre del Valle de México sólo conserva el 1.33 por ciento de la extensión original: UNAM

 
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27 de enero de 2016

En el siglo XVI, la cuenca lacustre del Valle de México comprendía casi mil 500 kilómetros cuadrados, pero en razón de su desecamiento gradual —según registros— hoy sólo queda el 1.33 por ciento de la extensión original, indicó Erika Danaé López Espinoza, del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM. Continue reading La cuenca lacustre del Valle de México sólo conserva el 1.33 por ciento de la extensión original: UNAM

La extinción del conjunto de lagos en el Valle de México provoca cambios drásticos de temperatura: UNAM

 
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03 de noviembre de 2015

En 500 años, la temperatura del Distrito Federal ha cambiado hasta cinco grados centígrados debido a la desecación del conjunto lacustre en el Valle de México. Hoy, los niveles máximos en el día son mayores, mientras que, por las noches, los mínimos son más fríos, describió Ángel Ruiz Angulo, investigador asociado del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM. Continue reading La extinción del conjunto de lagos en el Valle de México provoca cambios drásticos de temperatura: UNAM

Reinterpretan zonificación sísmica del Valle de México: UNAM

 
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22 de octubre de 2015

Los distintos suelos del Valle de México no responden igual ante un sismo. Existen zonas con rocas o suelos generalmente firmes, otras con blandos, de muy baja resistencia, y otras más, llamados de transición, en los que se observan secuencias erráticas de estos materiales disímiles. Continue reading Reinterpretan zonificación sísmica del Valle de México: UNAM

Ante el problema de abastecimiento es fundamental captación y reutilización del agua

 
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El problema del agua es también de educación, pues la gente debe saber cómo hacer un mejor uso para optimizar ese recurso.
El problema del agua es también de educación, pues la gente debe saber cómo hacer un mejor uso para optimizar ese recurso.

2 de febrero de 2011
• Para lograr una adaptación al calentamiento global, se deben plantear escenarios y acciones a nivel municipal y regional, consideró el coordinador General del Programa de Investigación en Cambio Climático de la UNAM, Carlos Gay García
• Para finales de siglo, no se descarta un aumento de hasta 6.4 grados de temperatura a escala global

Ante el problema del agua en zonas como el Valle de México, se requieren acciones como la reutilización y la captura de lluvia que, aunque quizá no sean suficientes, “van a ayudar mucho”, consideró Carlos Gay García, coordinador General del Programa de Investigación en Cambio Climático (PINCC) de la UNAM.

En la clausura del diplomado “Política y gestión del agua en la Ciudad de México: un desafío multidimensional”, organizado por esta casa de estudios, el experto señaló que, además, para lograr una adaptación al calentamiento global, se deben plantear escenarios y acciones a nivel local, municipal y regional.

Al ofrecer la conferencia magistral “Cambio climático y recursos hídricos” explicó que, según los escenarios futuros de temperatura, el planeta será más caliente. No obstante, los de precipitación indican, por un lado, que lloverá más, y por otro, menos; “las necesidades del agua son imperiosas y obligan a un esfuerzo de planeación que tiene que considerar ambas posibilidades”.

Para finales de siglo, el planeta podría alcanzar de tres a cuatro grados más de temperatura, de acuerdo con las emisiones de gases de efecto invernadero; aunque, según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), las temperaturas de hasta 6.4 grados más a escala global no se pueden descartar. De ahí, el reto de construir los escenarios nacionales y regionales.

Carlos Gay expuso que se observa un aumento de la temperatura en latitudes altas. También, la evaporación se incrementa en casi todo el mundo, y la elevación del nivel del mar estará entre 14 y 44 centímetros a fin del siglo, según previsiones del IPCC. Si hubiera cambios abruptos, por ejemplo, el deshielo de los glaciares de Groenlandia –hay evidencia de que la tasa de su ocurrencia es mayor a lo esperado–, habría un aumento de cuatro metros más en el nivel del mar.

Se observan más precipitaciones en latitudes altas y trópicos, y disminución en los subtrópicos, lo que se acentuará, e incrementará el número de días con lluvias intensas. “Éste es otro de fenómeno que se modifica: llueve menos, pero con mayor intensidad, lo que plantea retos en cuanto a la administración del agua”.

En la Torre de Ingeniería, Gay García expuso que, entre los factores no climáticos que afectan las precipitaciones, se encuentran el cambio de uso de suelo, la construcción y gestión de embalses, y la emisión de contaminantes.

Se debe hacer eficiente la utilización de los recursos naturales, no como en la actualidad porque, además, continúa el crecimiento poblacional: de siete mil millones de habitantes en la actualidad, habrá nueve mil 500 millones en 2050; de ellos, hoy mil 200 millones padecen problemas de estrés hídrico, y para entonces, serán entre dos mil 500 y tres mil millones de personas.

En el mundo, en los últimos años, el número de grandes catástrofes por inundación, es del doble a los ocurridos entre 1950 y 1980. Las pérdidas económicas han aumentado por un factor de cinco, y 140 millones de personas, en promedio anual, son afectadas por estos eventos, dijo el científico.

Además, se espera que las condiciones de extrema sequía aumenten en 30 por ciento a finales de siglo. El 2010 fue el año más caluroso en el récord; el anterior fue 1998, con una combinación de fenómenos como El Niño, explicó.

En su oportunidad, la coordinadora de Humanidades, Estela Morales Campos, dijo que las políticas en torno al agua son complejas porque no se trata de un tema “lineal”, sino que se entreteje con muchos otros.

El problema del agua, señaló, es también de educación, pues la gente debe saber cómo hacer un mejor uso para optimizar ese recurso.

En la clausura del diplomado, Ramón Aguirre, director del Sistema de Aguas de la Ciudad de México, reconoció que alrededor de este tema existen grandes deficiencias por resolver en la capital del país, como calidad, cantidad, cobertura y precio del vital líquido.

En la urbe, donde la demanda promedio es de 300 litros por habitante/día, no se encontrará una solución a este problema si se parte de que el agua es gratis o muy barata, opinó.

Asimismo, reconoció que el diplomado, organizado por la UNAM, es una contribución importante para entender la problemática del agua de la urbe.

Finalmente, Arsenio González Reynoso, secretario Técnico de Proyectos, del Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad (PUEC), y coordinador del diplomado, recordó que se contó con 29 profesores y conferencistas, 17 de ellos de la UNAM (de entidades como los institutos de Investigaciones Sociales y Jurídicas, de Geografía, Biología y Ecología, entre otros), y ocho de instancias como El Colegio de México, así como cinco del sector público, entre ellas la Secretaría del Medio Ambiente del DF, y 58 estudiantes. Al acto, asistió Alicia Ziccardi, directora del PUEC.
Créditos: UNAM-DGCS-067-2011/unam.mx

EL NIVEL EDUCATIVO, VITAL EN LA PREVENCIÓN DE DESASTRES

 
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Cinna Lomnitz
Cinna Lomnitz

• Parte de la prevención de desastres consiste en la solidez de la economía y del sistema educativo, dijo el investigador emérito del IGf de la UNAM, Cinna Lomnitz

La ciudad de México es considerada un sitio de gran vulnerabilidad en materia de desastres, situación que se explica por su condición geográfica y no por su alta densidad de población.

El Valle de México está en el centro de una especie de “arco” de actividad telúrica, la zona sísmica más activa del territorio nacional, que es la costa del Océano Pacífico, cuya distancia a los epicentros del litoral es más o menos la misma, desde Puerto Vallarta hasta el Istmo de Tehuantepec, explicó el investigador emérito Cinna Lomnitz.

El también integrante del Instituto de Geofísica (IGf) consideró que parte de la prevención de desastres consiste en contar con una economía sólida y estable, así como un sistema educativo de buena calidad en todos los niveles.

Haití, ejemplificó, estaba expuesto a la catástrofe por varios factores: no contaba con una normatividad en la materia ni con especialistas y además no había preparación en protección civil; en cambio Chile, aunque cuenta con especialistas, falló la conexión entre éstos y los tomadores de decisiones.

Ante los temblores, los simulacros no representan una solución, ya que lo importante para evitar una tragedia es que no se desplomen las construcciones. “Ninguna debe venirse abajo, no hay razón para que eso ocurra. En Chile, se colapsaron edificios, puentes, pero eso no debe suceder en ningún caso”, sostuvo.

Luego de lo sucedido en 1985, recordó, que cuando edificios de acero y cerca de 400 inmuebles de concreto se cayeron, se reformó dos años después la norma sísmica para el DF; “la que usamos actualmente es más estricta”. Hoy se cuenta con nuevos sistemas estructurales, como La Torre Mayor, el edificio más alto de América Latina de 57 pisos, única en el mundo; tiene 96 amortiguadores, parecidos a los de los autos, que atenúan el movimiento entre las vigas y la cimentación.

Al participar en el XIII Seminario de Economía, Ciencia y Tecnología. Una visión panorámica de la UNAM, organizado en el Instituto de Investigaciones Económicas, el sismólogo expuso que una de las regiones más problemáticas está ubicada en el centro y oriente del Valle de México, que en el pasado fue lacustre y donde el lodo tiene un espesor de 25 a 30 metros, factor que provoca la mayor peligrosidad sísmica en la capital.

En contraste, en las zonas del Distrito Federal con subsuelo de tepetate o roca, no se observan daños de consideración en los temblores, debido a que estas características del subsuelo han ayudado a mejorar las especificaciones en materia de construcción porque hay microzonas que los ingenieros están obligados a conocer para construir. De ese modo, todo edificio que se construya en la zona oriente debe se más resistente.

La red telemétrica del Servicio Sismológico Nacional (SSN), se inauguró en 1982; al inicio se transmitía por microondas y en la actualidad, lo hace por satélite. Las estaciones sismológicas son 40 y usan a la fecha instrumentos electromecánicos de transmisión electrónica digital.

En el momento en que se presenta un sismo en Guerrero o Oaxaca, por ejemplo, se transmite una onda electromagnética que se propaga con la velocidad de la luz y el movimiento se registra en el SSN. La onda sísmica, que es mecánica, viaja a velocidades de seis kilómetros por segundo. De ese modo, tarda casi un minuto en llegar de la costa a la zona metropolitana de la ciudad de México.

Entre los sismos relevantes mencionó el de 1973 en ciudad Serdán, Puebla, de 7.3 grados en la escala Richter, considerado como un referente para los especialistas porque se registró a una profundidad de más de 60 kilómetros. Ese tipo de temblores son escasos, ya que casi todos ocurren en zonas de subducción, es decir, por contacto de las placas tectónicas.

Otro evento sísmico, fue el de 1985, de magnitud 8.1 en la costa de Michoacán, cuyo epicentro fue cercano a la ciudad de Lázaro Cárdenas. Las ondas se propagaron tierra adentro, a una distancia de casi 400 kilómetros, hasta golpear al Valle de México.

Cinna Lomnitz expuso que no todas las edificaciones son afectadas de igual manera por un movimiento oscilatorio. Cuando éste tiene un periodo de dos a dos y medio segundos, se produce resonancia en los edificios de siete a 18 pisos, debido a que esas construcciones se convierten en una especie de “péndulos invertidos”, lo que provoca mayores daños.

Créditos: Boletín UNAM-DGCS-164 – dgcs.unam.mx

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