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Reinterpretan zonificación sísmica del Valle de México: UNAM

 
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22 de octubre de 2015

Los distintos suelos del Valle de México no responden igual ante un sismo. Existen zonas con rocas o suelos generalmente firmes, otras con blandos, de muy baja resistencia, y otras más, llamados de transición, en los que se observan secuencias erráticas de estos materiales disímiles. Continue reading Reinterpretan zonificación sísmica del Valle de México: UNAM

COLOCAN PRIMERA PIEDRA DEL NUEVO EDIFICIO DEL SERVICIO SISMOLÓGICO NACIONAL

 
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primerapiedra22 de septiembre de 2014

La edificación, que se localizará a un costado del IGf, en Ciudad Universitaria, se erigirá en alrededor de mil 400 metros cuadrados, en 1.5 niveles. Contará con un espacio dedicado a la sala de monitoreo sísmico, en cuyo interior se observarán mediciones telúricas en tiempo real. También, tendrá un salón para visitantes quienes observarán de qué manera operan las redes sismológicas.

De manera complementaria, albergará un laboratorio de instrumentación, una sala de sistemas y telecomunicaciones y un taller, elementos indispensables para el correcto funcionamiento del Servicio. En virtud de que el SSN opera las 24 horas de los 365 días del año, se acondicionarán servicios para el personal de guardia.

Asimismo, se contemplan los servicios técnicos y una serie de antenas para telecomunicaciones y enlaces satelitales. Se prevé que la obra sea inaugurada en el segundo semestre del próximo año.
Conjunto de buenas voluntades

En la ceremonia respectiva, el director del IGf, Arturo Iglesias Mendoza, dijo que se inicia el levantamiento de un nuevo edificio que alojará al SSN, el cual hace unos días –el 5 de septiembre– cumplió 104 años, y en 1929, junto con la autonomía, fue entregado a esta casa de estudios, donde ha crecido y se ha consolidado. “Nuestros antecesores y actuales compañeros han trabajado para su crecimiento”.

En la nueva construcción, explicó, habrá espacios necesarios para recibir visitantes pero, sobre todo, para desarrollar las actividades actuales y futuras del Servicio.

Desde el primer momento, expuso, la Dirección General de Obras y Conservación ha ayudado a verificar el cumplimiento de las normas ambientales, y “lo haremos sobradamente, con los requisitos de reforestación, conforme a las recomendaciones de la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel”.

El financiamiento, abundó, proviene de un conjunto de buenas voluntades: la administración central, la Coordinación de la Investigación Científica, la Secretaría de Gobernación, a través del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) y recursos extraordinarios del propio IGf.

En su oportunidad, Carlos Arámburo de la Hoz, coordinador de la Investigación Científica, recordó que hace 29 años en el país tuvimos una sacudida mayor, pero no sólo en la parte física, sino en la mentalidad, la cultura y la manera de cómo se debía afrontar la vulnerabilidad por fenómenos que ocurren en la naturaleza.

La UNAM tiene una serie de características que no comparte con la mayoría de las instituciones de educación superior del mundo: está a cargo de una serie de servicios que normalmente se otorgan a otras instancias.

“Este servicio o las grandes colecciones nacionales, en Estados Unidos, por ejemplo, no dependen de una universidad. Esta casa de estudios, con una visión amplia de su responsabilidad social, desde sus inicios y desde que acogió al SSN, ha cumplido con una función importante para la sociedad”.

En tanto, el secretario Administrativo, Leopoldo Silva, resaltó que “ya teníamos el apoyo del Cenapred, se tomó la determinación de llevar a cabo esta idea” y dotar al Sismológico Nacional de nuevas instalaciones.

En México, donde algunas regiones se ubican en zonas de alta sismicidad, de 1985 a la fecha hemos aprendido mucho en materia de protección civil, y en la Universidad hemos hecho esfuerzos para continuar el desarrollo de la ciencia nacional. “Eso es importante porque este edificio no sólo servirá para la detección de los movimientos telúricos, sino para el desarrollo de la ciencia en esta casa de estudios y en el país”, sostuvo.

Por su parte, Carlos Valdés, director del Cenapred, en representación de Luis Felipe Puente, coordinador Nacional de Protección Civil y ex jefe del SSN, expuso que el vínculo que ambas instancias tienen permitirá fortalecer el conocimiento y la mitigación del efecto de los fenómenos naturales.

Al acto asistieron Xyoli Pérez Campos, jefa del SSN, investigadores eméritos y ex directores del Instituto, ex jefes del Servicio, además de académicos y estudiantes.

Créditos: UNAM-DGCS-549-2014

LA ACTIVIDAD SÍSMICA RECIENTE NO NECESARIAMENTE ANUNCIA UN TERREMOTO MÁS GRANDE EN LOS PRÓXIMOS DÍAS

 
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Comunicado_Departamento-Sismologia_UNAMLos tres sismos registrados en nuestro país en los últimos 40 días no anuncian, necesariamente, la ocurrencia de un terremoto más grande en las próximas semanas o meses, aclararon integrantes del Departamento de Sismología del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM, encabezados por Víctor Manuel Cruz Atienza.

Nadie, en ningún país, puede predecir un sismo. Cualquier afirmación o rumor que exista sobre la certeza de que pronto acontecerá un gran terremoto en la brecha de Guerrero está infundado científicamente y, por lo tanto, no debe ser tomado en cuenta, sostuvieron.

Derivado de la actividad sísmica actual, exhortaron a las autoridades y a la población en general a acatar las medidas preventivas de seguridad dictadas por los encargados de la protección civil, que deben formar parte de los hábitos cotidianos en las colectividades cercanas a la costa del Pacífico mexicano.

La posibilidad de que ocurra un temblor importante en la brecha de Guerrero existe desde hace varios años, por lo que las medidas preventivas deben ser las que siempre hay que tomar en zonas sísmicamente activas como lo es, por excelencia, ese estado.

Los académicos universitarios recordaron que entre el 18 de abril y el 10 de mayo se registraron tres sismos de magnitudes 7.2, 6.4 y 6.1, todos ellos cercanos a la ciudad de Papanoa, Guerrero, en la Costa Grande.

Su magnitud está en el rango que históricamente se ha observado en la región, por lo que no son extraordinarios. El de 7.2 sucedió en la misma zona donde se presentaron otros dos de dimensión sensiblemente superior (~M7.6) en 1943 y 1979. Es decir, que frente a las costas de Petatlán (entre Papanoa y Zihuatanejo), sismos de estas magnitudes suelen ocurrir alrededor de cada 35 años.

Los de 6.4 y 6.1 se registraron al sureste de Petatlán. Es decir, dentro de la brecha sísmica que existe en esa entidad federativa; se trata de un segmento de la costa que se extiende entre Papanoa al oeste y Acapulco al este (línea amarilla en la figura), en la que no han ocurrido eventos significativos (magnitud superior a 7.5) desde hace, por lo menos, 100 años.

No obstante, movimientos de dimensiones similares a los del 8 y 10 de mayo dentro de la brecha se han registrado repetidas ocasiones en el último siglo, por lo que tampoco son extraordinarios, subrayaron.

La longitud de la brecha sísmica permite a los sismólogos hacer estimaciones de las posibles dimensiones de futuros sismos. Éstas no son predicciones de lo que sucederá, sólo son escenarios posibles.

Por ello, consideraciones de los años 90 indican que, dentro de la brecha y dadas sus dimensiones, podrían acontecer uno o dos eventos de magnitud 8 (comparables al terremoto de Michoacán en 1985) o bien de dos a cuatro de 7.8. En éstas no existe noción alguna del tiempo de ocurrencia de estos escenarios, concluyeron.

Créditos: UNAM-DGCS-308-2014

Científicos de la UNAM promueven establecimiento de red de detección y análisis de terremoto.

 
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La RAS es capaz de detectar las ondas provocadas por movimientos telúricos de alto riesgo en periodos cortos de tiempo.
La RAS es capaz de detectar las ondas provocadas por movimientos telúricos de alto riesgo en periodos cortos de tiempo.

14 de Noviembre del 2012

Con la colaboración de las universidades de Stanford y de California, Riverside, en Estados Unidos, el Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM implementa una Red Atrapa Sismos (RAS), que consiste en colocar sensores sísmicos al puerto USB de computadoras con conexión a Internet, pertenecientes a dependencias públicas y privadas, para detectar las vibraciones del suelo durante un temblor.

Ello permitirá obtener y difundir información sobre el origen (epicentro y magnitud) y consecuencias de un sismo (mapas de intensidad) en muy corto tiempo, aproximadamente 10 segundos de ocurrido el movimiento.

Es de bajo costo y propone el uso de cientos de computadoras en gran parte del territorio nacional, encendidas las 24 horas del día y conectadas a Internet, con la participación de voluntarios que el grupo de investigadores denominan “ciudadanos científicos”.

Allen Husker, integrante del IGf y coordinador del proyecto, explicó que la RAS, que inició su funcionamiento en el Distrito Federal, Acapulco, Guerrero y Oaxaca, es capaz de detectar las ondas provocadas por movimientos telúricos de alto riesgo en periodos cortos de tiempo.

Basta con descargar y ejecutar un software gratuito de la página web del proyecto (www.ras.unam.mx), conectar un acelerómetro externo al puerto USB de la computadora (que deberá permanecer encendida el mayor tiempo posible), orientar el dispositivo hacia el norte y fijarlo al suelo para evitar que se mueva durante el sismo, explicó.

Los sensores son proporcionados en forma gratuita y los datos generados permiten crear mapas, en los que se determinan las zonas donde la amplificación sísmica fue mayor, información de vital importancia para los trabajos inmediatos de rescates después de un movimiento. Trabajan en segundo plano sin afectar la labor que pudieran realizar los usuarios de las PC o de las propias dependencias involucradas.

Husker indicó que en México no se cuenta con un sistema que divulgue este tipo de mapas para el servicio público. La información generada durante un temblor es transmitida y concentrada directamente a la página de la RAS, administrada por el Instituto de Geofísica

Con este proyecto, la UNAM se suma a la Red Mundial Atrapa Sismos (Quake Catcher Network), impulsada por la Universidad de Stanford, lo que pone a la institución a la vanguardia en el uso tecnologías con beneficios directos a la sociedad.

“La idea es aprovechar a todos aquellos usuarios de Internet interesados en la ciencia con un beneficio adicional. Deseamos tener miles de sensores porque si algunos estuvieran apagados tendríamos otros disponibles que cubrirían diferentes áreas”, indicó el científico del Departamento de Sismología del IGf.

México cuenta con el Centro de Instrumentación y Registro Sísmico (CIRES), que tiene 16 acelerógrafos localizados a lo largo de la costa de Guerrero. Sin embargo, esta red está limitada a ese estado, que si bien tiene un riesgo alto, no se descarta que un evento de gran magnitud pudiera ocurrir fuera del área de detección. De ahí la importancia de la nueva red.

Por ejemplo, al ocurrir un temblor en la costa guerrerense tenemos poco más de un minuto para que las ondas lleguen a la Ciudad de México, tiempo suficiente para cerrar el gas, apagar la luz y desalojar los edificios.

“No duplicamos el trabajo del Servicio Sismológico Nacional de la UNAM, ni del Sistema de Alerta Sísmica del Centro de Instrumentación y Registro Sísmico, por el contrario, nuestra información funciona como un sistema de respaldo o complemento”, señaló.

Para llenar al país con estos dispositivos tardarán algunos años, sin embargo, ya se tiene una parte desarrollada. “Por ejemplo, después del sismo del 20 de marzo, ocurrido en la costa de Guerrero, los sensores nos permitieron determinar magnitud y localización del temblor después de 10 segundos”.

No obstante, prosiguió, para los de mayor magnitud quizá los sensores pudieran tener un margen de error mayor, pero les permitirá anticipar que se trata de uno de ese tipo en un lapso de tiempo menor.

Es un ejercicio que no afecta el desempeño de las computadoras. “Hasta el momento se han instalados sensores en las escuelas preparatorias de la UNAM, escuelas primarias públicas y privadas, así como hospitales del ISSSTE, del IMSS y en oficinas del Infonavit. Iniciaremos con Michoacán y Jalisco; después se buscará instalarlos en dependencias gubernamentales de Tapachula y Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.

“Se puede crear una red muy densa, similar a la de Estados Unidos, donde iniciaron este proyecto desde hace poco más de cinco años, que se ha extendido en el mundo y que nos permitiría involucrar a la gente en la ciencia para que comprenda los sismos”, concluyó.

Boletín UNAM-DGCS-695
Ciudad Universitaria

Reciben académicos de la UNAM premio José A. Cuevas

 
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El reconocimiento lo otorga el Colegio de Ingenieros Civiles de México
El reconocimiento lo otorga el Colegio de Ingenieros Civiles de México

26 de Julio de 2012

Por el artículo “Damage Detection in Instrumented Structures Without Baseline Modal Parameters“, José Alberto Escobar Sánchez y Roberto Gómez Martínez, investigadores del Instituto de Ingeniería (II) de la UNAM, recibieron el Premio José A. Cuevas, al mejor artículo técnico publicado en 2010, que otorga el Colegio de Ingenieros Civiles de México A.C.

Aquí, se resume la tesis de Ramsés Rodríguez como alumno de doctorado de la UNAM –ahora profesor de la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura del Instituto de Politécnico Nacional–, quien propuso un modelo basado en uno que Escobar Sánchez planteó hace algunos años para encontrar qué y cuántos elementos estructurales y no estructurales se dañan debido a cargas dinámicas como las que ocasionan los sismos.

A partir de mediciones de vibración, se localizan los elementos estructurales y no estructurales que hayan tenido cambios en su rigidez; a esto se le llama cantidad de daño, que es un parámetro cuantitativo, explicó Escobar Sánchez.

Es útil, por ejemplo, desde el punto de vista de edificaciones existentes, porque después de un temblor, en construcciones que tienen plafones o acabados que no permiten ver las columnas y las trabes, sería posible determinar, por este método, si hay deterioro.

Si ya se conoce el daño, sería más simple ir directo al lugar y hacer las reparaciones pertinentes sin tener que hacer una global de todo el inmueble, como se hace actualmente, apuntó.

Por otro lado, la aplicación del método a estructuras nuevas consiste en, al tener un proyecto -por ejemplo, los planos de un edificio– y antes de construirlo, hacer la simulación de lo que le podría ocasionar un sismo, y estimar el escenario de posibles daños. Si el resultado muestra que pone en riesgo la estabilidad, se tendría que modificar el diseño para lograr una construcción más segura, indicó.

Otra aplicación sería estimar, a partir de una dañada, la cantidad de vida útil de un inmueble, y si se va a reparar, determinar el nivel de seguridad que se desea tener.

Éste es un tema relativamente nuevo y como tal, aún no hay una respuesta única que dé solución al problema, que además es de particular incumbencia para el Distrito Federal por tratarse de una zona sísmica, consideró.

El premio

“A mis alumnos de maestría y doctorado que realizan su tesis siempre les pido que presenten sus trabajos en congresos nacionales e internacionales, y que los publiquen en revistas. Esto es muy útil porque, parte de su formación consiste en ser capaces de sintetizar su investigación en 10 ó 15 páginas, y presentar lo esencial en un foro, ante especialistas”, comentó.

Éste es un reconocimiento al trabajo que hacemos en el Instituto, sobre todo porque tiene aplicaciones prácticas y directas en despachos de ingeniería, lo que esperamos sea en beneficio de la gente, concluyó.

Lea el artículo en : http://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2012_460.html

Boletín UNAM-DGCS-460
Ciudad Universitaria.