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Se anuncia el 6to. Congreso Internacional de Medicina Alternativa e Integrativa

 
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28 de octubre de 2016

De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos OCDE, en un documento publicado recientemente, se establece la escasa atención que se ha dado a padecimientos no transmisibles que representan el 71% de las enfermedades de los mexicanos. Por ello, a través del 6to. Congreso Internacional de Medicina Alternativa e Integrativa, que se realizará los días 29,30 y 31 de enero en el Hospital Norte de Puebla se ofrecerán tratamientos alternativos que pueden contribuir sustancialmente al abatimiento de esa morbilidad. Continue reading Se anuncia el 6to. Congreso Internacional de Medicina Alternativa e Integrativa

IDENTIFICAN EQUILIBRIO FISIOPATOLÓGICO EN PACIENTES CON DIABETES TIPO 2 Y CIRROSIS

 
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fisiopatologiaNo comas mucho dulce, se te va a subir el azúcar; no bebas tanto, te puede dar cirrosis… son algunas frases que escuchamos con frecuencia. Lo que usualmente no oímos es la relación que existe entre la cirrosis y la diabetes.

Esta última y los daños en el hígado forman parte del síndrome metabólico, un conjunto de enfermedades que generan varios trastornos o factores de riesgo en un mismo individuo.

Sin embargo, tras un estudio, investigadores del Instituto de Fisiología Celular (IFC) de la UNAM descubrieron que al coexistir esas dos enfermedades en un mismo paciente, con el tiempo alcanzan un equilibrio fisiopatológico.

Tras tomar muestras de sangre a 60 individuos con diabetes mellitus tipo 2 (DM-2), a 70 con cirrosis y a 25 con ambas patologías (con la condición de no ser fumadores o alcohólicos y estar libres de complicaciones renales), los universitarios obtuvieron hallazgos interesantes, publicados en la revista Oxidative Medicine and Cellular Longevity.

Descubrieron que en las personas con ambas patologías existe un equilibrio entre las reacciones prooxidantes y antioxidantes, la regulación de la cisteína y los nitritos en la sangre, así como una mejora considerable en los niveles de fosfolípidos y colesterol.

“La combinación de DM-2 y cirrosis mejora los niveles de ácido tiobarbitúrico (TBARS), es decir, estos lípidos conservan su estructura normal”, indicó Rolando Hernández Muñoz, líder de la investigación y doctor en ciencias biomédicas.

De igual manera, se registró una estabilidad en la producción de cisteína libre. Este aminoácido es un constituyente estructural del glutatión (molécula que defiende al cuerpo de la oxidación); ante la presencia del estrés oxidativo la cisteína queda libre, por lo tanto, el glutatión deja de sintetizarse y potencialmente se genera una toxicidad celular, pues es una fuente importante de azufre en el metabolismo humano.

El universitario se ha dedicado a estudiar los efectos antioxidantes de compuestos que protegen al organismo del daño producido por radicales libres generados en las reacciones oxidativas durante la respiración celular. “Si los radicales libres le ganan a los antioxidantes se genera una oxidación descontrolada, llamada estrés oxidativo”.

Hasta donde se sabe, detalló, los radicales libres tienen una afinación por oxidar lípidos mediante la liberación de sustancias reactivas de TBARS, que provocan el incremento del colesterol y triglicéridos.

De diabetes a cirrosis y viceversa

Ubicado en la profundidad del abdomen, el páncreas cumple un proceso indispensable en el cuerpo humano: producir insulina, una hormona cuyo objetivo es facilitar la entrada de la glucosa a las células para proveernos de energía.

En la DM-2, el cuerpo no aprovecha de manera óptima esa hormona, por lo que la glucosa no se distribuye bien en el organismo. Esta deficiencia incrementa el riesgo de la esteatosis hepática, mejor conocida como hígado graso (acumulación anormal de grasa), que gradualmente llevará a la cirrosis.

Por otro lado, en los pacientes cirróticos el hígado –que sintetiza proteínas, combate infecciones, almacena vitaminas, limpia la sangre– se deteriora y desarrolla, eventualmente, patrones diabetogénicos, describió Hernández Muñoz.

Membranas alteradas

De acuerdo con los resultados de la investigación, existe una correlación entre el estrés oxidativo y la alteración de los lípidos contenidos en la membrana celular (fosfolípidos, colesterol).

Esta última es como un sándwich, en donde las rebanadas de pan son las dos capas lipídicas que separan el interior y exterior de la célula; su relleno está compuesto de fosfolípidos (hilos que permiten el flujo de materia de una capa a otra) y colesterol, entre otros.

Con el exceso de colesterol, la membrana se vuelve rígida, disminuye el transporte de moléculas y se perturba la función de “fluidez” que depende de los fosfolípidos. Sin embargo, aseguró el investigador, al combinarse las dos enfermedades los niveles de colesterol y la alteración de los fosfolípidos se normalizan.

“Aunque algunas alteraciones en pacientes con cirrosis y diabetes se contrarrestan o complementan, no significa que estén mejor o que convenga tener las dos enfermedades. En la biología nada es bueno y nada es malo, todo es relativo; todavía nos falta mucho por estudiar”, concluyó.

Créditos: UNAM-DGCS-217-2014

En riesgo por síndrome metabólico, jóvenes en edad de cursar la licenciatura

 
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Rafael Jiménez Flores, académico de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala de la UNAM.
Rafael Jiménez Flores, académico de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala de la UNAM.

22 de diciembre de 2010

• Según un estudio realizado a más de cuatro mil estudiantes de la FES Iztacala y de la UACM, de entre 19 y 23 años de edad, 13 por ciento padece esa afección y 42 por ciento tiene niveles bajos de colesterol HDL
• Esa condición podría alterar su rendimiento escolar, advirtió Rafael Jiménez Flores, de esa Facultad de la UNAM

En México, el síndrome metabólico podría afectar hasta al 13 por ciento de jóvenes de entre 19 y 23, en edad de cursar la licenciatura, que se asumen como personas saludables, e incidir en su rendimiento escolar, aseguró Rafael Jiménez Flores, académico de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala de la UNAM.

Ese padecimiento es la conjunción de varios padecimientos o factores de riesgo en un mismo individuo, que aumentan su probabilidad de adquirir enfermedades cardiovasculares o diabetes mellitus tipo 2.

Según el proyecto “Síndrome metabólico, salud y rendimiento escolar”, donde se han realizado estudios clínicos y de laboratorio a más de cuatro mil estudiantes de la FES Iztacala y de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), y de acuerdo con parámetros de la American Health Association, que establece tres de cinco factores para padecer síndrome metabólico (bajos niveles de colesterol HDL o de alta densidad, triglicéridos y glucosa elevados, aumento de presión arterial y del perímetro abdominal), se determinó que lo padecía el 13 por ciento.

Uno de los datos más preocupantes, señaló el universitario, es que de ellos, el 42 por ciento tiene bajos niveles de colesterol HDL.

El colesterol y otras grasas no se pueden disolver en la sangre; deben transportarse de y hacia las células por acarreadores especiales llamados lipoproteínas. Existen dos tipos: las lipoproteínas de baja densidad (LDL) conocidas como colesterol “malo”, que en exceso puede bloquear las arterias, lo que aumenta el riesgo de tener un ataque al corazón o una enfermedad cerbrovascular.

En cambio, las lipoproteínas de alta densidad (HDL) son conocidas como colesterol “bueno”. El organismo produce éste último para su protección. Los estudios sugieren que los altos niveles de HDL reducen los riesgos de un ataque cardiaco.

Si se presentan niveles bajos de colesterol “bueno”, se favorecen los cambios que dos o tres décadas después redundarán en hipertensión, diabetes y obesidad.

Bajo rendimiento escolar

El académico, encargado del proyecto, dijo que se analizó el rendimiento escolar durante un semestre, de jóvenes que presentan los cinco factores, y se encontró que, coincidentemente, disminuyeron hasta en 1.5 puntos en sus promedios.

Sin embargo, aclaró, no se puede establecer que la enfermedad provoque una disminución en el aprovechamiento escolar, pues éste atiende a otras razones: interés del alumno, calidad del profesor, horas que dedica al estudio, ambiente familiar, condiciones económicas y emocionales, adicciones y relaciones de pareja.

Empero, las alteraciones de síndrome metabólico o la diabetes sí pueden tener repercusiones en las reacciones químicas del organismo, sobre todo en la parte neuronal, que impactan en el rendimiento escolar, “pero aún no se tiene nada contundente”, reconoció.

De acuerdo con otros parámetros, los jóvenes con niveles de colesterol malo o LDL inferiores a los 200 miligramos por decilitro de sangre, tienen calificaciones promedio cercanas al 9, mientras que aquellos con más de 201, apenas llegan al 7.5.

Con la presencia de glucosa ocurre lo mismo. Los universitarios con niveles abajo de 99, que sería el valor normal, presentan calificaciones superiores a 7.5; en tanto, quienes registran arriba de 100, tienen un aprovechamiento menor.

Resultados preliminares

Los resultados del estudio “Síndrome metabólico, salud y rendimiento escolar”, son preliminares y se deberán documentar en más semestres para saber si en realidad hay una correlación. Es una tarea ardua revisar calificaciones de una materia, si presentaron exámenes extraordinarios o si recursaron. Ello propicia una base amplia de datos”, explicó.

Además, los jóvenes recibieron un documento con el diagnóstico y las recomendaciones a seguir (disminuir el consumo de hidratos de carbono y grasas, en especial las de origen animal; incrementar la ingesta de fibras vegetales, y realizar actividad física sistemática). Incluso, en algunos casos, se les indicó acudir a su servicio médico.

De los analizados, 62 fueron identificados como diabéticos, sin saber que lo eran; además, se detectaron otras enfermedades como síndromes anémicos, de ovarios poliquísticos e infecciones en vías urinarias.

El especialista universitario reveló que sería benéfico si ese 13 por ciento atendiera las sugerencias. Quizá no se evitará la diabetes o la hipertensión, pero sí se lograría un retraso en su aparición, “si en vez de que ocurra en 20 ó 30 años, se logra que sea en 40 ó 50 años, mejor”.

Ello evitaría complicaciones que, en la actualidad, ocurren entre la población joven, como infartos a los 35 años, o insuficiencia renal a los 40. “Posiblemente se presentarán, pero a los 60 ó 70 años”.

Asimismo, apuntó, se deben tomar en cuenta los costos económicos. “Hoy, las complicaciones por enfermedades como la insuficiencia renal crónica terminal, consume 30 por ciento del presupuesto anual de una delegación regional, y en el sector privado, ese padecimiento representa un gasto cercano al millón de pesos por año”.

En este proyecto interdisciplinario laboran biólogos, médicos cirujanos y psicólogos, y participan Rafael Villalobos Molina, Miguel Murguía Romero y Adolfo René Méndez Cruz, académicos de la FES.
Créditos: UNAM-DGCS-802/unam.mx