Tag Archives: Seguridad Alimentaria

Ciencia debe aportar al acceso y distribución equitativa de alimentos

 
Facebooktwittergoogle_plusmail

cienciayalimnetosPalmira, may. 05 de 2014 – Agencia de Noticias UN- ¿Podrá el mundo producir toda la comida que necesitará la excesiva población que se predice tendrá el 2050? Un experto agrónomo de la U.N. en Palmira plantea retos y desafíos de la ciencia y la tecnología para cumplir esta misión.

Garantizar la seguridad alimentaria, entendida como la producción, disponibilidad y acceso de manera sostenida a los alimentos en cantidad y calidad para la población humana, de los más de siete mil millones de habitantes del mundo es un asunto de discusión permanente en las comunidades nacionales e internacionales.

Según cálculos del Instituto Francés de Estudios Demográficos (INED) predicen que para el 2050, el planeta Tierra tendrá un total de 10.000 millones de habitantes. Además, que un cuarto de la población mundial estará en África (2.435 millones), es decir, más del doble de los 1.100 millones que habitan actualmente en ese continente.

Estas cifras, según el profesor Franco Alirio Vallejo, doctor de la Universidad de São Paulo y profesor de la Universidad Nacional de Colombia en Palmira, plantean tres desafíos fundamentales.

“El primero tiene que ver con cómo producir suficientes alimentos en forma económica y ambientalmente sostenible para una población creciente; el segundo es cómo distribuir el alimento en forma equitativa; y el tercero qué hacer para que toda la población tenga acceso sostenido a los alimentos”, asegura el doctor en Genética y mejoramiento de plantas.

Estos desafíos implican que para eliminar el hambre de una población mundial que crece cada vez más, se deba utilizar por parte de la comunidad internacional y de los Estados, diferentes estrategias científicas, tecnológicas, políticas, económicas y sociales, en donde la investigación científica ha jugado y jugará un papel vital.

“El hambre, que aún brota ‘endémicamente’ en algunas regiones del globo, no se deriva tanto de la falta de alimentos sino de fallas en los sistemas de distribución y de situaciones sociales, políticas y económicas de inequidad, que determinan la pobreza y el bajo poder adquisitivo de la gente, lo cual impide el acceso a los alimentos”, describe el docente.

En el mundo, dice en su reciente publicación, no hay seguridad alimentaria si se consideran la distribución y el acceso equitativo a los alimentos, ya que en 2010 según la FAO habían 925 millones de personas malnutridas en el mundo, a pesar de que se produce suficiente comida para alimentar incluso el doble de los habitantes del planeta Tierra.

“En 2006, 39 países del mundo sufrieron graves emergencias alimenticias y necesitaron ayuda externa para afrontar una inseguridad crítica: entre ellos 25 países de África, 11 de Asia y Cercano Oriente, dos de América Latina y uno de Europa. Por lo visto es un problema de los países subdesarrollados”, asegura Vallejo.

Un ejemplo de esa inequitatividad en la seguridad alimentaria es que las tres especies vegetales que suministran el 66% de las calorías y proteínas de la población mundial, se cultivan en su gran mayoría en los países desarrollados y son las multinacionales las que controlan el 90% del mercado mundial.

Países desaprovechados

El fitomejorador señala que los países subdesarrollados dependen cada vez más de las importaciones masivas de cereales y otros productos agrícolas, lo cual aumenta su inseguridad alimentaria.

“Parece increíble que países como Colombia, por ejemplo, que tienen todas las condiciones favorables para abastecerse y exportar excedentes agrícolas en grandes cantidades, compren la mayoría de sus alimentos en otras naciones”, enfatiza.

Finalmente, el docente expresa que la comida de la humanidad se sustenta en solo 20 especies vegetales de las 250 mil especies reportadas. Por ello, señala algunos factores de la inseguridad alimentaria de los países del tercer mundo.

“El primero es que no producen sus alimentos básicos (casi toda la comida es importada); en segundo lugar hay acceso inequitativo a los alimentos (no tienen dinero para comprarlos); y en tercer lugar está el manejo del germoplasma, ya que la materia prima para producir los cultivares adaptados a las condiciones y necesidades de los países pobres está bajo control de los países del norte, multinacionales o institutos de investigación internacional, entre otros”, dice Vallejo.

El docente señala que el reto de producir comida en forma económica y ambientalmente sostenible para satisfacer las necesidades crecientes de la población, debe ser afrontado con todas las herramientas científicas disponibles sin excluir ninguna.

“Afortunadamente, la investigación agrícola, los avances en producción y los esfuerzos de los agricultores de todo el mundo han logrado mantener la producción de alimentos por delante del incremento de la población mundial. Un ejemplo claro son los resultados de la revolución verde en cereales que logró triplicar los rendimientos por unidad de área”, sostiene.

Sin embargo, no habrá solución definitiva para la seguridad alimentaria mundial hasta que se adopten medidas que permitan un balance racional entre producción, acceso a los alimentos y crecimiento poblacional.

“Los expertos predicen que la producción agrícola deberá aumentar en 70% para 2050 con el fin de alimentar a la mencionada población, igualmente diversificar los cultivos, incrementar los rendimientos en las actuales tierras agrícolas y aprovechar nuevas tecnologías para alimentar el mundo del futuro”, concluye.

Créditos: UNAL-722-2014

Prácticas culturales en el campo invisibilizan rol de mujer rural

 
Facebooktwittergoogle_plusmail

roldelamujerBogotá D. C., feb. 03 de 2014 – Agencia de Noticias UN- La mujer agricultora cumple un papel preponderante en materia de seguridad alimentaria, en el desarrollo familiar y en la recolección de productos, pero todavía no toma decisiones económicas y sigue siendo víctima de violencia intrafamiliar.

Eso concluyeron investigadores de la Universidad Nacional de Colombia y la Universidad McGill de Canadá, con el apoyo de entidades como la ONG Fundelsurco, en un proyecto realizado en zonas productoras de papa de cinco municipios de Nariño.

El proyecto llamado SAN Nariño convocó a habitantes de poblaciones como Túquerres, Cumbal, Guachucal, Carlosama y Pasto. En cada municipio hubo un promedio de 50 personas, de las cuales un 80% pertenecía a comunidades indígenas como los Pastos y los Quillacinga.

De hecho, esta iniciativa muestra que la población nativa del departamento puede llegar a 155.000 personas, en su mayoría asentados en 67 resguardos autónomos.

Pensando en mejorar la seguridad alimentaria de estas comunidades nativas, el trabajo tiene un componente social que se encamina a empoderar a las mujeres y visibilizarlas como un eje de desarrollo de la comunidad.

“Las mujeres participan como productoras de alimentos, hacen parte del mercado natural y son responsables del estado nutricional y cuidado de las familias”, sostiene Leonor Perilla, trabajadora social de la U.N. y una miembro del proyecto.

Según la investigadora, las nativas trabajadoras de la papa cumplen un papel vital, puesto que se ocupan de los cultivos codo a codo con los hombres; sin embargo, todavía tienen una posición inferior a sus compañeros.

“La limitación está en el acceso a los recursos en términos de remuneración. De igual forma, no tienen acceso al mercado, y es el hombre quien toma la decisión en la compra de alimentos, por ejemplo. Esto, sin contar que ellas no tienen la última palabra en la casa”, asegura.

Dicha situación, de acuerdo con Perilla, también refleja el maltrato que sufren las mujeres, un tema que apenas se está empezando a plantear con ellos.

“Esta situación se mantiene todavía porque no se han dado cambios sustanciales en la cultura, particularmente en la rural, ya que viven en la pobreza y sin las condiciones adecuadas para su bienestar”, concluye.

Para transformar esto, se tienen que asumir prácticas distintas por parte de los hombres, en las que se tengan en cuenta la corresponsabilidad, la solidaridad y el respeto. “Hay que mostrar lo que las mujeres han hecho históricamente e identificar las prácticas por las cuales no se le da a las pobladoras una mayor participación”.

Entre las prácticas encontradas las Escuelas de Campo –donde el proyecto hizo sus reuniones con la comunidad– aparece la religiosidad que, según Leonor Perilla, genera dos extremos: esperanza o resignación.

“Son mujeres tímidas y muy creyentes. Por ello, lo religioso les puede generar esperanza frente a sus dificultades, al aferrarse a su creencia en Dios, y es algo que las motiva. Con respecto a la incidencia negativa, se presentan casos en los que nombrando a Dios justifican los maltratos”, explica la investigadora.

Perilla junto con otros profesionales –dirigidos por la profesora Teresa Mosquera de la U.N.– hacen parte del equipo que desarrolla el proyecto “El mejoramiento de la producción de papa como contribución a la seguridad alimentaria en las comunidades nativas en Colombia”.

Créditos: UNAL-37-2014

ANALIZAN UNIVERSITARIOS LA MALA NUTRICIÓN EN MÉXICO

 
Facebooktwittergoogle_plusmail
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012, 2.8 por ciento de los menores de cinco años del país presentan bajo peso, 13.6 muestran baja talla y 1.6 desnutrición aguda.
Por otra parte, los niños en edad escolar (de cinco a 11 años) de ambos sexos presentan una prevalencia nacional combinada de sobrepeso y obesidad de 34.4 por ciento: 19.8 para sobrepeso y 14.6 para obesidad. Asimismo, 35 por ciento de los adolescentes de entre 12 y 19 años, así como 73 por ciento de mujeres adultas y 69.4 de hombres adultos, tienen sobrepeso u obesidad.
En cuanto a la prevalencia de anemia, en los preescolares (menos de cinco años) es de 23.3 por ciento y en los niños de 12 a 23 meses de edad, de 38.
A partir de esta realidad, el Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD, por sus siglas en alemán) y la UNAM, a través de la Facultad de Química (FQ) y el Programa Universitario de Alimentos (PUAL), organizaron el seminario multidisciplinario La mala nutrición en México. Problemática y posibles soluciones.
El encuentro se llevó a cabo en el auditorio Alberto Barajas Celis, de la Facultad de Ciencias, bajo la supervisión académica de Amanda Gálvez Mariscal, profesora de la FQ y coordinadora del PUAL, y Carolina Peña Montes, ex alumna del DAAD, con la colaboración de Gabriela Salinas y Rocío Fernández.
Cuatro ejes temáticos
Dividido en cuatro ejes temáticos (Nutrición, Biodiversidad, Abasto de Alimentos y Seguridad Alimentaria, así como Legislación y Política), contó con la participación de diversos especialistas que aportaron sus conocimientos e ideas.
Alrededor del tema de la nutrición hay una serie de factores que lo vuelven complejo. No es fácil resolverlo y, por lo tanto, la idea fue analizarlo de manera multidisciplinaria para estar en condiciones de elaborar un paquete interdisciplinario de propuestas.
En un extremo del problema de la mala nutrición se encuentra la gente sumida en la pobreza extrema, a la que le falta alimento y, en el otro, las personas obesas, que ingieren más calorías de las que necesitan y requieren de una educación alimentaria.
“Necesitábamos saber cuál es el estado de la nutrición en el país, por eso asistió Teresa Shamah Levy, coordinadora de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición.
“Tuvimos también a Héctor Bourges Rodríguez, una autoridad en cuestiones de nutrición del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, y a Luis Alberto Vargas Guadarrama, del Instituto de Investigaciones Antropológicas, quien conoce bien cómo se comía antes y cuáles son las plantas comestibles y alimentos que poco a poco se han abandonado”, indicó Gálvez Mariscal.
Las plantas de la milpa, como los quelites y los quintoniles, son algunas de las que se consumen cada vez menos, junto con alimentos ancestrales como el amaranto, un seudocereal con un buen valor nutrimental en términos de la calidad de su proteína, que no ha vuelto a cobrar la importancia que debería tener en la alimentación de los mexicanos, destacó.
Las bondades del amaranto
Desde el punto de vista de la biodiversidad, no basta con rescatar estos cultivos: la gente debe demandarlos y, al mismo tiempo, el sistema de abasto de los mercados y los supermercados tiene que acogerlos.
Por ello, se invitó también a Matthias Jäger, de Bioversity International, un especialista en el rescate de la quinua, otro seudocereal que se da en los países andinos y que ha resultado un éxito en el mundo.
“Es un equivalente del amaranto de México, pero este último posee incluso mejor valor nutrimental en cuanto a los aminoácidos indispensables. Lo ideal, entonces, sería que la gente tuviera acceso a más productos con amaranto, pero antes tenemos que involucrarla en un sistema de educación alimentaria que rescate la tradición en un contexto moderno y para eso probablemente necesitaremos legislación y política”, consideró.
De ahí que se haya invitado a investigadores que trabajan con bancos de semillas, como Flavio Aragón Cuevas, del Campo Experimental Valles Centrales de Oaxaca, del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias, y Edelmira Linares Mazari, del Instituto de Biología, así como a otros que estudian el tema del abasto de alimentos, como Gerardo Torres Salcido, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades.
Derecho a la alimentación
Rodrigo Gutiérrez Rivas, del Instituto de Investigaciones Jurídicas, indicó que el derecho a la alimentación ya es constitucional. Ahora, en opinión de Gálvez Mariscal, se deben crear leyes y normativas que acojan el rescate de la biodiversidad y de la tradición mexicana en términos de educación, de recetas y de intervenciones sociales.
“Al mismo tiempo, hay que considerar la situación nutricional de la población y sus posibles soluciones. Es indispensable que los alimentos estén disponibles a unos precios correctos, pero también que representen un buen negocio para los agricultores que los producen”.
Al respecto, se contó con la presencia de Romel Olivares, de la Universidad Autónoma Chapingo; Fernando de la Torre, del Centro Nacional de Recursos Genéticos; Eduardo Benítez Paulín, de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) en México, y Martín Puchet, de la Facultad de Economía de la UNAM.
Una vez que concluyó el seminario, las coordinadoras académicas y los ponentes se reunieron en un taller cerrado para ordenar ideas y promover los lineamientos o posibles acciones interdisciplinarias que habrán de involucrar a la sociedad, las ONG, los educadores, las universidades, los investigadores en nutrición y en tecnologías de alimentos, los nutriólogos, los juristas y los estudiosos de las ciencias sociales, entre otros.
Por su lado, Peña Montes comentó que otro de los objetivos fue que la comunidad académica y estudiantil tome conciencia del problema que implica la mala nutrición en México y sopesen las consecuencias de no tener una buena educación alimentaria.
“No debemos olvidar que, cada año, aproximadamente ocho mil personas mueren en nuestro país debido a la desnutrición y más de 80 mil lo hacen por complicaciones de la diabetes mellitus tipo 2, enfermedad que se previene con una buena alimentación”.
Créditos:UNAM-DGCS-725-2013

malanutricionunam-1De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012, 2.8 por ciento de los menores de cinco años del país presentan bajo peso, 13.6 muestran baja talla y 1.6 desnutrición aguda.

Por otra parte, los niños en edad escolar (de cinco a 11 años) de ambos sexos presentan una prevalencia nacional combinada de sobrepeso y obesidad de 34.4 por ciento: 19.8 para sobrepeso y 14.6 para obesidad. Asimismo, 35 por ciento de los adolescentes de entre 12 y 19 años, así como 73 por ciento de mujeres adultas y 69.4 de hombres adultos, tienen sobrepeso u obesidad.

En cuanto a la prevalencia de anemia, en los preescolares (menos de cinco años) es de 23.3 por ciento y en los niños de 12 a 23 meses de edad, de 38.

A partir de esta realidad, el Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD, por sus siglas en alemán) y la UNAM, a través de la Facultad de Química (FQ) y el Programa Universitario de Alimentos (PUAL), organizaron el seminario multidisciplinario La mala nutrición en México. Problemática y posibles soluciones.

El encuentro se llevó a cabo en el auditorio Alberto Barajas Celis, de la Facultad de Ciencias, bajo la supervisión académica de Amanda Gálvez Mariscal, profesora de la FQ y coordinadora del PUAL, y Carolina Peña Montes, ex alumna del DAAD, con la colaboración de Gabriela Salinas y Rocío Fernández.

Cuatro ejes temáticos

Dividido en cuatro ejes temáticos (Nutrición, Biodiversidad, Abasto de Alimentos y Seguridad Alimentaria, así como Legislación y Política), contó con la participación de diversos especialistas que aportaron sus conocimientos e ideas.

Alrededor del tema de la nutrición hay una serie de factores que lo vuelven complejo. No es fácil resolverlo y, por lo tanto, la idea fue analizarlo de manera multidisciplinaria para estar en condiciones de elaborar un paquete interdisciplinario de propuestas.

En un extremo del problema de la mala nutrición se encuentra la gente sumida en la pobreza extrema, a la que le falta alimento y, en el otro, las personas obesas, que ingieren más calorías de las que necesitan y requieren de una educación alimentaria.

“Necesitábamos saber cuál es el estado de la nutrición en el país, por eso asistió Teresa Shamah Levy, coordinadora de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición.

“Tuvimos también a Héctor Bourges Rodríguez, una autoridad en cuestiones de nutrición del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, y a Luis Alberto Vargas Guadarrama, del Instituto de Investigaciones Antropológicas, quien conoce bien cómo se comía antes y cuáles son las plantas comestibles y alimentos que poco a poco se han abandonado”, indicó Gálvez Mariscal.

Las plantas de la milpa, como los quelites y los quintoniles, son algunas de las que se consumen cada vez menos, junto con alimentos ancestrales como el amaranto, un seudocereal con un buen valor nutrimental en términos de la calidad de su proteína, que no ha vuelto a cobrar la importancia que debería tener en la alimentación de los mexicanos, destacó.

Las bondades del amaranto

Desde el punto de vista de la biodiversidad, no basta con rescatar estos cultivos: la gente debe demandarlos y, al mismo tiempo, el sistema de abasto de los mercados y los supermercados tiene que acogerlos.

Por ello, se invitó también a Matthias Jäger, de Bioversity International, un especialista en el rescate de la quinua, otro seudocereal que se da en los países andinos y que ha resultado un éxito en el mundo.

“Es un equivalente del amaranto de México, pero este último posee incluso mejor valor nutrimental en cuanto a los aminoácidos indispensables. Lo ideal, entonces, sería que la gente tuviera acceso a más productos con amaranto, pero antes tenemos que involucrarla en un sistema de educación alimentaria que rescate la tradición en un contexto moderno y para eso probablemente necesitaremos legislación y política”, consideró.

De ahí que se haya invitado a investigadores que trabajan con bancos de semillas, como Flavio Aragón Cuevas, del Campo Experimental Valles Centrales de Oaxaca, del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias, y Edelmira Linares Mazari, del Instituto de Biología, así como a otros que estudian el tema del abasto de alimentos, como Gerardo Torres Salcido, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades.

Derecho a la alimentación

Rodrigo Gutiérrez Rivas, del Instituto de Investigaciones Jurídicas, indicó que el derecho a la alimentación ya es constitucional. Ahora, en opinión de Gálvez Mariscal, se deben crear leyes y normativas que acojan el rescate de la biodiversidad y de la tradición mexicana en términos de educación, de recetas y de intervenciones sociales.

“Al mismo tiempo, hay que considerar la situación nutricional de la población y sus posibles soluciones. Es indispensable que los alimentos estén disponibles a unos precios correctos, pero también que representen un buen negocio para los agricultores que los producen”.

Al respecto, se contó con la presencia de Romel Olivares, de la Universidad Autónoma Chapingo; Fernando de la Torre, del Centro Nacional de Recursos Genéticos; Eduardo Benítez Paulín, de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) en México, y Martín Puchet, de la Facultad de Economía de la UNAM.

Una vez que concluyó el seminario, las coordinadoras académicas y los ponentes se reunieron en un taller cerrado para ordenar ideas y promover los lineamientos o posibles acciones interdisciplinarias que habrán de involucrar a la sociedad, las ONG, los educadores, las universidades, los investigadores en nutrición y en tecnologías de alimentos, los nutriólogos, los juristas y los estudiosos de las ciencias sociales, entre otros.

Por su lado, Peña Montes comentó que otro de los objetivos fue que la comunidad académica y estudiantil tome conciencia del problema que implica la mala nutrición en México y sopesen las consecuencias de no tener una buena educación alimentaria.

“No debemos olvidar que, cada año, aproximadamente ocho mil personas mueren en nuestro país debido a la desnutrición y más de 80 mil lo hacen por complicaciones de la diabetes mellitus tipo 2, enfermedad que se previene con una buena alimentación”.

Créditos:UNAM-DGCS-725-2013