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Explora la UNAM potencial geotérmico del Golfo de California

 
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Rosa María Prol Ledesma, investigadora del Instituto de Geofísica de la UNAM.
Rosa María Prol Ledesma, investigadora del Instituto de Geofísica de la UNAM.

8 de enero de 2011

• Puede ser una fuente de energía eléctrica sustentable y limpia, afirmó Rosa María Prol, investigadora del IGf de la UNAM
• La zona es propicia porque tiene manantiales geotérmicos y cuenta con recursos de energías limpias como la solar, eólica, de mareas y de corrientes, indicó

Para determinar el potencial geotérmico, aprovechamiento del calor del interior de la Tierra, del Golfo de California, la UNAM realiza exploraciones en el buque oceanográfico El Puma, mediante un vehículo operado remotamente, que recaba muestras e imágenes de la zona.

Rosa María Prol Ledesma, investigadora del Instituto de Geofísica (IGf) de esta casa de estudios, indicó que el proyecto se realiza en cooperación con la Unión Europea, a través del programa FONCICYT (Fondo de Cooperación Internacional en Ciencia y Tecnología UE-México).

Para evaluar los recursos geotérmicos, explicó, se ocupa el buque universitario para estudiar la región menos profunda, donde se encuentra la Cuenca de Wagner. Ahí, la profundidad máxima es de 200 metros, pero las zonas con actividad hidrotermal, están entre 100 y 150 metros.

A esa hondura, abundó, “no podemos bajar con buceo autónomo y la forma de hacerlo es a través de vehículos submarinos, también llamados robots o ROV (acrónimo del inglés Remote Operated Vehicle), que hacen el muestreo que no podemos realizar con métodos convencionales, porque además sería muy arriesgado”.

El vehículo que adquirió la Universidad para este fin es relativamente sencillo. Tiene un manipulador pequeño que puede operarse para recolectar agua, gas, sedimentos, e incluso fauna característica de la región; también, tomar fotos y película, y puede trabajar hasta a 500 metros de profundidad, indicó.

Como parte de este trabajo, abundó, se han hecho mediciones de temperatura y flujo de calor para saber qué tanta energía es descargada por el fondo oceánico de las cuencas y hacer una evaluación de los recursos geotérmicos.

Al respecto, mencionó que en México existen variadas zonas costeras con características adecuadas, pero “lo que nos hizo pensar en el Golfo de California fue la actividad tectónica reciente, donde ya se han reportado sitios de extensión oceánica y la presencia de chimeneas generadas por sistemas hidrotermales submarinos, como la zona de Guaymas”, citó.

Por ello, “en 2007 hicimos un crucero por esta región y nos percatamos que también en la Cuenca de Wagner había descarga de gases y temperaturas anómalas; así fue como empezamos a trabajar en este proyecto”.

 Vehículo submarino, también llamado ROV, operado a distancia.(Cortesía Prol Ledesma)
Vehículo submarino, también llamado ROV, operado a distancia.(Cortesía Prol Ledesma)

Energías limpias y sustentables

En los últimos años, se ha hablado de energías limpias y sustentables, pero hasta ahora México ha aprovechado poco sus recursos geotérmicos, aseveró.

De hecho, acotó, el país está en una situación favorable, porque tectónicamente tenemos actividad volcánica y numerosos manantiales termales, que se pueden explotar para obtener energía eléctrica y, además, se pueden usar otras fuentes como luz solar, viento, mareas y corrientes.

Si se logra determinar un potencial geotérmico importante, éste sería una buena opción para lugares como Ensenada, Los Cabos, La Paz, Loreto, Puertecitos y la Cuenca de Wagner, donde actualmente labora el equipo universitario.

En esa región tienen dificultades para obtener energía eléctrica, sobre todo en la parte central y sur de la península de Baja California; allí, en algunas poblaciones, dependen de plantas diesel, contaminantes en extremo, y paneles solares, que son caros, recalcó la especialista en yacimientos termales.

Con los resultados obtenidos hasta el momento, se puede asegurar que es posible emplear la energía geotérmica en forma sustentable, sin provocar daños al ambiente, subrayó.

Actualmente, se analizan los resultados del crucero realizado hace unos meses, para determinar la descarga de mega watts térmicos en la zona; con ello, ya se podría establecer su potencial energético, acotó.

Finalmente, comentó que el informe final estará listo a mediados de 2011, y la gerencia de Proyectos Geotermoeléctricos de la Comisión Federal de Electricidad ha externado su interés en los resultados.
Créditos: UNAM-DGCS-009-2016/unam.mx

El exceso de CO2 acidifica los océanos, dañando arrecifes, fitoplancton y animales con concha

 
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Las aguas ácidas afectan a los arrefices de coral, que padecen blanqueamiento por estrés, derivado del aumento de la temperatura o de la acidez oceánica.
Las aguas ácidas afectan a los arrefices de coral, que padecen blanqueamiento por estrés, derivado del aumento de la temperatura o de la acidez oceánica.

8 de junio de 2010

• Los mares absorben, en promedio, 22 millones de toneladas de dióxido de carbono producido por el ser humano, alertó Rosa María Prol, del Instituto de Geofísica de la UNAM
• Esas altas concentraciones provocan un descenso del nivel de acidez en el agua, y una menor disponibilidad de carbonato

Las altas concentraciones de dióxido de carbono (CO2) en el planeta no solamente afectan a la atmósfera y generan el calentamiento global. También producen graves daños en los océanos, cuyas aguas se vuelven ácidas por el exceso de ese contaminante.

Ese cambio en el nivel de acidez (o pH) del agua marina produce una menor disponibilidad de calcita, aragonita y otros carbonatos con los que se forman los arrecifes, los esqueletos y las conchas de muchas especies marinas, afirmó Rosa María Prol Ledesma, investigadora del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM.

En la conferencia “La acidificación del océano”, celebrada en el auditorio Tlayolotl del IGf, la doctora en física de la Tierra señaló que los mares absorben en promedio 22 millones de toneladas de CO2 producido por el ser humano.

“Al disolverse el CO2 en los océanos, éstos se vuelven ácidos, ocasionando un cambio químico que disminuye la cantidad de carbonato de calcio, con el que se forma el fitoplancton calcáreo, fundamental en la cadena alimentaria”, destacó.

La especialista del Departamento de Recursos Naturales del IGf, añadió que la acidificación oceánica produce que especies como los pterópodos –una familia de moluscos pequeños que forman extensiones laminares y pequeñas conchas– tengan deficiencias en sus defensas y disminución de la función metabólica.

Las aguas ácidas también afectan gravemente a los arrefices de coral, que padecen el blanqueamiento por estrés, derivado del aumento de la temperatura o de la acidez oceánica.

“En México se ubica la segunda zona de arrecifes de coral más grande del mundo, detrás de la de Australia, así que el daño a nuestra biodiversidad es especialmente notable”, abundó Prol.

Otros afectados son los peces y mariscos de diversas especies, muchos de ellos de valor comercial, y fundamentales en pesquerías.

Mares 30 por ciento más ácidos

De acuerdo con datos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), los océanos absorben el 25 por ciento del CO2 que se emite cada año en el planeta, y producen la mitad del oxígeno que se respira.
Según la Guía de acidificación de los océanos, realizada por ese organismo, la acidez de las aguas marinas se ha incrementado un 30 por ciento desde el inicio de la industrialización, hace 250 años.
La predicción de la UICN indica que si los niveles de CO2 en la atmósfera siguen subiendo, la acidez del agua del mar puede aumentar 120 por ciento de aquí a 2060, lo que significa un incremento mayor al experimentado en los últimos 21 millones de años.

En 2100, el 70 por ciento de los corales de agua fría pueden verse expuestos a aguas corrosivas.
La UICN destacó que, dado el desfase entre las emisiones de CO2 y una situación de equilibrio, podrían pasar decenas de miles de años antes de que se restablezcan las propiedades del océano, y aún más tiempo para alcanzar una recuperación biológica completa.
Para ello, los expertos exigen reducciones inmediatas y sustantivas de las emisiones y la aplicación de tecnologías capaces de eliminar activamente el CO2.
“La única forma de detener la acidificación oceánica es suspendiendo las emisiones de contaminantes, causados fundamentalmente por los automóviles y las industrias”, advirtió Rosa María Prol.

La investigadora universitaria, que en agosto próximo realizará una campaña de investigación en aguas de la parte norte del Golfo de California, tomará muestras de varias especies marinas que han sobrevivido a la acidificación oceánica.

“Existe un tipo de acidificación natural, que ocurre cerca de las ventilas hidrotermales, de donde sale CO2. Pero es un fenómeno natural que ha ocurrido gradualmente durante miles de años, que algunos corales han podido resistir”, señaló.

Con su estudio, Rosa María Prol comparará la sobrevivencia de esas especies con la situación que se vive por la contaminación antropogénica.
Créditos: UNAM. DGCS -342/unam.mx