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EN RIESGO, EDIFICIOS CONSIDERADOS MONUMENTOS HISTÓRICOS O ARTÍSTICOS

 
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riesgoedificios18 de agosto de 2014

En las colonias Roma, Condesa, Santa María la Ribera y San Rafael hay edificios catalogados como monumentos históricos o artísticos por los institutos nacionales de Antropología e Historia (INAH) o de Bellas Artes (INBA), sin la debida protección o restauración.

Esta situación parece no importar a sus moradores ni a las autoridades, porque no son palacios donde vivieron grandes personajes, oficinas de gobierno, ni tienen en sus muros obra plástica.

En la Guerrero hay algunos de principios del siglo XX con relevancia arquitectónica, como el ubicado en la calle Camelia 59, objeto de un ejercicio académico realizado por Jorge Ramos Ruiz, estudiante del posgrado de Arquitectura de la UNAM. El también rockero pretende reestructurar ese espacio y mejorar las condiciones de vida de sus habitantes como parte de su tesis de maestría en Restauración de Monumentos.

En su investigación, titulada La vecindad en los inicios de la colonia Guerrero (1870-1910). Estudio de caso: edificio Camelia 59, señala que este tipo de inmuebles han sido modificados y subdivididos hasta convertirse en espacios reducidos.

Patrimonio arquitectónico revalorado

La vivienda referida comenzó a construirse en 1876 para albergar obreros de ferrocarril que trabajaban en la estación Buenavista. Se hicieron edificios con cuartos pequeños para ellos, no para sus familias.

Fue concebida como vecindad, con una distribución de departamentos alrededor del patio. Su apariencia es de estilo porfiriano, como la mayoría de los edificios de la Guerrero en sus comienzos, que exhibían fachadas de cantera, muros de tabique, así como entrepisos y azoteas con vigas de madera y enladrillados. “Eran los techos de la época, sin acero como ahora”.

El inmueble (vecindad habitada y abierta) es ejemplo de cómo se han modificados edificios similares en la zona (muchos tienen daño estructural y están tapiados). Después de los sismos de 1985, las cocinas y los baños quedaron dentro de las habitaciones y los balcones y patios de cada departamento ahora están divididos. Además, la azotea, antes habitable, es inaccesible porque se quitó la escalera.

El problema para emprender trabajos de restauración en la colonia Guerrero es que las viviendas son propiedad privada y es difícil lograr consensos entre los dueños, que usualmente carecen de recursos para este tipo de rescate. “Como nadie va a meter un peso, hay que proponer maneras para que los edificios restaurados sobrevivan por sí solos”, dijo.

En Camelia 59 hay seis departamentos de 40 metros cuadrados abajo y otros tantos arriba (antes eran cuatro) en los que viven cinco o seis personas. Jorge Ramos propone restaurar la construcción como estaba originalmente, mejorar los espacios y construir en la azotea una extensión para cada demarcación con cuartos de servicios y roof garden, además de un área para comercio o una escuela de danza para gente de la tercera edad en la parte baja, lo que ayudaría a recaudar recursos.

Como en el interior la altura es de cinco metros, creará segundos niveles con tapancos, generará habitaciones nuevas y redistribuirá las cocinas y baños para que tengan ventilación. Además, se restaurará y conservará la fachada de cantera rosa en la parte inferior, se aplicarán aplanados de cal y se recuperarán dos puertas que originalmente eran accesos y hoy fungen como ventanas.

El proyecto incluye una investigación histórica y un levantamiento fotográfico y de daños, con planos e información escrita sobre la fachada y departamentos.

Entre las afectaciones figura el desprendimiento de cantera de la parte frontal por lluvia y contaminación. Otro problema son las perforaciones realizadas por compañías de servicios, pues los cables instalados acumulan agua y tierra que, a la postre, degradan las cornisas, los balcones y la cantera.

Sin embargo, esta tarea se complica porque no se trata de un palacio, sino de un edificio pequeño con muchos dueños; además, se requiere apoyo financiero de instituciones o de la misma delegación, por lo que Ramos Ruiz elaborará una propuesta para proteger no sólo este inmueble, sino el barrio completo.

En una segunda etapa de su tesis —y como la arquitectura no se circunscribe a una fachada—, el próximo mes comenzará a trabajar en un proyecto de contexto del lugar.

“Al desaparecer un edificio histórico —no importa que esté catalogado como tal, porque hoy se tramita una licencia y al día siguiente ya hay una cuadrilla de demoledores— perdemos poco a poco ese barrio. Esto se ve en la Condesa, que ya no es la colonia del siglo pasado”.

En la Roma o en Santa María la Ribera, por citar dos casos, los grandes constructores convencen a los dueños de estos espacios, “los marean con poco dinero para que vendan y luego acaban con ellos para erigir edificios mal hechos y con espacios pequeños para vender cada departamento en tres o cuatro millones de pesos”.

Con este ejercicio académico, “susceptible de hacerse realidad”, Jorge Ramos abrió la percepción a los vecinos de Camelia 59, que ahora saben que en dicho edificio “se puede vivir mejor”.

Créditos: UNAM-DGCS-472-2014

Luis Zambrano, nuevo secretario ejecutivo de la Reserva Eclógica del Pedregal San Ángel.

 
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31 de octubre de 2013

 Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel
Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel

El investigador del Instituto de Biología estará al frente de la REPSA durante los próximos cuatro años.

Luis Zambrano González, investigador del Instituto de Biología (IB) fue nombrado secretario Ejecutivo de la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel (REPSA) de la UNAM, para el periodo 2013-2017.

La designación fue hecha por el Comité Técnico de la REPSA y al dar posesión del cargo, Carlos Arámburo de la Hoz, coordinador de la Investigación Científica de esta casa de estudios, destacó que el valor de este espacio natural es invaluable y que desde hace ocho años se han hecho esfuerzos importantes para su revaloración y crecimiento.

“Por ello, pensamos que en esta nueva administración se mantendrá el mismo nivel de actividad para consolidar este importante patrimonio de la Universidad”, subrayó.

En su oportunidad, Zambrano González destacó que hasta ahora se ha hecho una labor importante del manejo de la reserva en CU y en ese sentido trabajará en tres ejes: mantenimiento, ubicación de cómo está la reserva dentro y fuera del campus universitario y fomento a la difusión de este espacio.

El primer punto involucra la conservación y proyectos de restauración bajo el concepto de generación de conocimientos, así como lo que implica el mantenimiento, precisó.

En el segundo, se buscará saber su función dentro de CU, cómo mejora la calidad de vida de los universitarios y se determinará su relación con la zona sur de la Ciudad de México, señaló.

En el tercero, se pretende que los universitarios conozcan nuestro patrimonio y la importancia de tener un área de protección como la reserva. Fuera de la UNAM, se buscará que el capitalino entienda que al sur hay un espacio parte de la Universidad y pieza fundamental para la calidad de vida, porque absorbe agua, modula el clima y tiene una diversidad conectada con otras áreas verdes de la zona.

Semblanza

Zambrano González es egresado de la carrera de Biología de la Facultad de Ciencias (FC) de la UNAM y doctor en Ecología por esta casa de estudios. Realizó un posdoctorado en la Universidad de Wageningen, Holanda. Es investigador titular B de tiempo completo en el Laboratorio de Restauración Ecológica del IB e integrante del Sistema Nacional de Investigadores nivel II.

Ha publicado más de 36 artículos de investigación en revistas indizadas, dos capítulos de libro internacionales y cuatro nacionales, así como 12 artículos de divulgación.

Cuenta con un blog con más de 54 publicaciones sobre los ecosistemas urbanos y la importancia de las reservas ecológicas en la calidad de vida de los capitalinos. Es miembro del Aldo Leopold Leadership Program, que otorga la Universidad de Stanford a líderes investigadores para incidir en las políticas públicas en la sostenibilidad y el cambio climático.

Ha dado pláticas a nivel internacional para trabajar, desde la academia, en la resolución de problemas ambientales de diferentes gobiernos y la sociedad civil. También es integrante de la Red Universitaria del Agua y trabaja con la sociedad civil para proponer soluciones a problemas urbanos.

Creditos: UNAM-DGCS-652

Con tecnología forestal recuperarán Cerro El Volador.

 
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18 de Septiembre del 2012
En menos de veinte años, este pulmón ambiental de la capital antioqueña estará recuperado y en condiciones naturales óptimas.
El Parque Natural Regional Metropolitano Cerro El Volador es un lugar que, desde lo alto, se ve como una mancha verde de 110 hectáreas en el centro de una ciudad urbanizada y superpoblada, por lo cual cobra importancia como un pulmón ecológico. Además, contiene una riqueza arqueológica que lo convirtió, desde 2009, en zona protegida del Valle de Aburrá.
Al compromiso medioambiental que han tenido varias instituciones con el parque ahora se suma el trabajo de expertos de la UN en asocio con el Área Metropolitana del Valle de Aburrá.
Su propósito es trabajar “desde la teoría de la restauración como una perspectiva específica para implementar modelos de combinación de especies nativas, hacer monitoreo y seguimiento para evaluar la efectividad en beneficio del cerro”, según afirma Lucas Cifuentes Gómez, coordinador técnico-científico de la UN para el proyecto ambiental.
El trabajo de recuperación consiste en introducir en el hábitat especies no nativas, es decir, insumos forestales diferentes a los que naturalmente crecen en el cerro. Además, alrededor de 40 especies (entre ellos pinos y eucaliptos) fueron evaluadas en referencia a bosques húmedos premontanos y a la zona de vida de Medellín, para establecer los distintos modelos de restauración del parque.
Según explicó Cifuentes Gómez, antes de llegar a la combinación de especies en campo, se levantó un inventario de vegetación y fertilización en cada uno de los sitios, tomando referencia valorativa de bosques con condiciones similares, para entender qué se quiere hacer de El Volador en veinte años en cuanto a diversidad vegetal y de fauna, así como en ocupación boscosa en hectáreas, entre otros aspectos.
La proyección tecnológica en el cerro contempla desde procesos de erosión en los terrenos, pasando por zonas de alta prioridad (es decir, las de menos vegetación y más daños naturales), hasta procesos de recuperación de zonas con follaje establecido, con el objetivo de regular escorrentías, temperatura y flujos de agua. También se busca fomentar una percepción de naturaleza en un pulmón verde y de riquezas arqueológicas.
Los investigadores de la UN resaltan que el trabajo de introducción de nuevas especies en el parque se debe a que este presenta altos problemas de degradación, pues está aislado de cualquier fuente de propagación de semillas. Por esto, se procede a adecuar en viveros las plantas durante un tiempo determinado, para acostumbrarlas a las condiciones rústicas del cerro y luego empezar el proceso de sembrado y adaptación.
El proyecto medioambiental, que ha tenido el financiamiento del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, ha integrado a investigadores, docentes y estudiantes de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UN en Medellín, así como a habitantes de la comunidad aledaña, que contribuyen con labores de sembrado y limpieza.
El proyecto ya culminó su primera etapa de caracterización e implementación de modelos piloto de restauración de la zona natural protegida. Se espera, para el mes de octubre, arrancar con una segunda fase, que comprende el establecimiento de otros modelos piloto con otras especies y más de 2.500 árboles.
Créditos: http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html
La comunidad también ha sido partícipe de los trabajos de restauración de la zona natural.

La comunidad también ha sido partícipe de los trabajos de restauración de la zona natural.

18 de Septiembre del 2012

En menos de veinte años, este pulmón ambiental de la capital antioqueña estará recuperado y en condiciones naturales óptimas.

El Parque Natural Regional Metropolitano Cerro El Volador es un lugar que, desde lo alto, se ve como una mancha verde de 110 hectáreas en el centro de una ciudad urbanizada y superpoblada, por lo cual cobra importancia como un pulmón ecológico. Además, contiene una riqueza arqueológica que lo convirtió, desde 2009, en zona protegida del Valle de Aburrá.

Al compromiso medioambiental que han tenido varias instituciones con el parque ahora se suma el trabajo de expertos de la UN en asocio con el Área Metropolitana del Valle de Aburrá.

Su propósito es trabajar “desde la teoría de la restauración como una perspectiva específica para implementar modelos de combinación de especies nativas, hacer monitoreo y seguimiento para evaluar la efectividad en beneficio del cerro”, según afirma Lucas Cifuentes Gómez, coordinador técnico-científico de la UN para el proyecto ambiental.

El trabajo de recuperación consiste en introducir en el hábitat especies no nativas, es decir, insumos forestales diferentes a los que naturalmente crecen en el cerro. Además, alrededor de 40 especies (entre ellos pinos y eucaliptos) fueron evaluadas en referencia a bosques húmedos premontanos y a la zona de vida de Medellín, para establecer los distintos modelos de restauración del parque.

Según explicó Cifuentes Gómez, antes de llegar a la combinación de especies en campo, se levantó un inventario de vegetación y fertilización en cada uno de los sitios, tomando referencia valorativa de bosques con condiciones similares, para entender qué se quiere hacer de El Volador en veinte años en cuanto a diversidad vegetal y de fauna, así como en ocupación boscosa en hectáreas, entre otros aspectos.

La proyección tecnológica en el cerro contempla desde procesos de erosión en los terrenos, pasando por zonas de alta prioridad (es decir, las de menos vegetación y más daños naturales), hasta procesos de recuperación de zonas con follaje establecido, con el objetivo de regular escorrentías, temperatura y flujos de agua. También se busca fomentar una percepción de naturaleza en un pulmón verde y de riquezas arqueológicas.

Los investigadores de la UN resaltan que el trabajo de introducción de nuevas especies en el parque se debe a que este presenta altos problemas de degradación, pues está aislado de cualquier fuente de propagación de semillas. Por esto, se procede a adecuar en viveros las plantas durante un tiempo determinado, para acostumbrarlas a las condiciones rústicas del cerro y luego empezar el proceso de sembrado y adaptación.

El proyecto medioambiental, que ha tenido el financiamiento del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, ha integrado a investigadores, docentes y estudiantes de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UN en Medellín, así como a habitantes de la comunidad aledaña, que contribuyen con labores de sembrado y limpieza.

El proyecto ya culminó su primera etapa de caracterización e implementación de modelos piloto de restauración de la zona natural protegida. Se espera, para el mes de octubre, arrancar con una segunda fase, que comprende el establecimiento de otros modelos piloto con otras especies y más de 2.500 árboles.

Créditos: http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html