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Contaminación atmosférica, responsabilidad de todos.

 
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25 de Enero del 2013
Expertos de las Américas se dan cita, por invitación de la UN y el Proyecto International Global Atmospheric Chemistry (IGAC), para discutir sobre química atmosférica, cambio climático y calidad del aire.
“En el último reporte consolidado de la Organización Mundial de la Salud, las tres ciudades principales de Colombia (Bogotá, Medellín y Cali) están entre las 20 ciudades más contaminadas de América Latina”, manifestó el profesor Rodrigo Jiménez, ingeniero químico e investigador de la UN.
“Si el agua está contaminada, yo puedo decidir tomarla o no, pero en cambio, si el aire está contaminado, yo no puedo decidir si respirarlo o no”, explicó.
Desde hace más de 20 años, se creó en Estados Unidos el IGAC, que reúne a la comunidad científica para discutir las acciones globales en pro de mejorar, entre otros asuntos, la calidad del aire, que afecta directamente la salud de las personas.
En el ámbito mundial, el IGAC ha creado varios grupos de estudio que abordan el tema. Y llega a Colombia, como país organizador, con la primera reunión del colectivo de trabajo de las Américas, que integra a investigadores y científicos de países como México, Costa Rica, Panamá, Cuba, Brasil, Chile y Colombia, entre otros.
“Nos vamos a reunir para discutir sobre lo que se ha hecho y se está haciendo en el campo de la química atmosférica, además, se van a plantear estrategias para promover estudios colaborativos entre países y entre grupos de investigación”, expresó Néstor Rojas, profesor y director del grupo de investigación Calidad del Aire, de la UN.
Rojas y Jiménez hacen parte del equipo de científicos con los que Colombia participará en el grupo IGAC de las Américas, y que se reunirá la próxima semana en las instalaciones de la UN para hablar sobre las problemáticas de cambio climático y calidad del aire.
Para Néstor Rojas, las actividades de este tipo son de importancia mundial y es necesario “unir esfuerzos, decirles a los científicos reunámonos y saquemos documentos de síntesis, tratemos de encontrar ejes comunes, posibilidades de cooperación y acuerdos, porque la atmósfera es una sola y, por eso, es una responsabilidad global”.
Los expertos, profesores del Departamento de Ingeniería Química y Ambiental de la UN, indican que la responsabilidad de los investigadores es definir, explorar y encontrar las problemáticas del impacto de la naturaleza en la calidad de vida de los colombianos.
“Nuestra responsabilidad es investigativa, de alerta, de levantar la bandera y decir: aquí hay un problema; definir su seriedad y entregar recomendaciones para atacarlo”, afirma Jiménez.
A esto, Rojas agrega: “nuestra responsabilidad es encontrar esos problemas y tratar de entender cómo se asocian con la complejidad meteorológica, la complejidad de la estructura de la atmósfera”.
Asimismo, es importante, de parte de instituciones como las Corporaciones Autónomas Regionales, las Secretarías de Ambiente, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) y otros entes gubernamentales, generar políticas públicas de protección, prevención y atención.
Y agregan: “es necesario que el Ideam se fortalezca, ha habido una intención sistemática de desmontarlo desde hace unos quince años y ha perdido su fuerza; cuenta con gente valiosísima, pero la ausencia de recursos hace que no cuente con el personal, los laboratorios y la tecnología adecuada para cumplir con su misión de investigación atmosférica”.
La responsabilidad ciudadana en el cuidado de la atmósfera es otro punto de discusión de estos ingenieros químicos, que motivan a las personas a comprometerse con la causa.
Néstor Rojas asegura que es relevante una “conjunción entre el comportamiento de las personas y la política pública”.
“Por ejemplo, en el tema del transporte público, los ciudadanos debemos exigir más regulación en este tema, pidiendo que se mejore, que emita menos contaminación; es importante utilizarlo y no sumarle al ambiente la contaminación del transporte privado.
Por su parte, Rodrigo Jiménez afirma que debe cambiarse el “paradigma de consumo. Podemos usar productos derivados de materias primas renovables, en vez de los basados en petróleo, así el impacto será menor”.
“Si uno tiene una pintura a base de agua, y no solvente de origen petroquímico, esa pintura va a tener menor impacto ambiental, quizá se demore más en secar, pero es el precio que hay que pagar para la sostenibilidad”, puntualizó.
Con el ánimo de contribuir al mejoramiento de la calidad del aire y la salud pública, a través de la identificación, estudio y generación de soluciones a los problemas de alto impacto en temáticas de contaminación atmosférica, el grupo de trabajo de las Américas de IGAC y el grupo de investigación Calidad del Aire, realizarán, durante los días 30 y 31 de enero, el Seminario Internacional “Química atmosférica, calidad del aire y cambio climático: investigación hacia un mundo sostenible”, que reunirá expertos de Estados Unidos, Brasil, Ecuador y Colombia.
Créditos: http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html
Según la Organización Mundial de la Salud, Bogotá es una de las 20 ciudades más contaminadas de América Latina.

Según la Organización Mundial de la Salud, Bogotá es una de las 20 ciudades más contaminadas de América Latina.

25 de Enero del 2013

Expertos de las Américas se dan cita, por invitación de la UN y el Proyecto International Global Atmospheric Chemistry (IGAC), para discutir sobre química atmosférica, cambio climático y calidad del aire.

“En el último reporte consolidado de la Organización Mundial de la Salud, las tres ciudades principales de Colombia (Bogotá, Medellín y Cali) están entre las 20 ciudades más contaminadas de América Latina”, manifestó el profesor Rodrigo Jiménez, ingeniero químico e investigador de la UN.

“Si el agua está contaminada, yo puedo decidir tomarla o no, pero en cambio, si el aire está contaminado, yo no puedo decidir si respirarlo o no”, explicó.

Desde hace más de 20 años, se creó en Estados Unidos el IGAC, que reúne a la comunidad científica para discutir las acciones globales en pro de mejorar, entre otros asuntos, la calidad del aire, que afecta directamente la salud de las personas.

En el ámbito mundial, el IGAC ha creado varios grupos de estudio que abordan el tema. Y llega a Colombia, como país organizador, con la primera reunión del colectivo de trabajo de las Américas, que integra a investigadores y científicos de países como México, Costa Rica, Panamá, Cuba, Brasil, Chile y Colombia, entre otros.

“Nos vamos a reunir para discutir sobre lo que se ha hecho y se está haciendo en el campo de la química atmosférica, además, se van a plantear estrategias para promover estudios colaborativos entre países y entre grupos de investigación”, expresó Néstor Rojas, profesor y director del grupo de investigación Calidad del Aire, de la UN.

Rojas y Jiménez hacen parte del equipo de científicos con los que Colombia participará en el grupo IGAC de las Américas, y que se reunirá la próxima semana en las instalaciones de la UN para hablar sobre las problemáticas de cambio climático y calidad del aire.

Para Néstor Rojas, las actividades de este tipo son de importancia mundial y es necesario “unir esfuerzos, decirles a los científicos reunámonos y saquemos documentos de síntesis, tratemos de encontrar ejes comunes, posibilidades de cooperación y acuerdos, porque la atmósfera es una sola y, por eso, es una responsabilidad global”.

Los expertos, profesores del Departamento de Ingeniería Química y Ambiental de la UN, indican que la responsabilidad de los investigadores es definir, explorar y encontrar las problemáticas del impacto de la naturaleza en la calidad de vida de los colombianos.

“Nuestra responsabilidad es investigativa, de alerta, de levantar la bandera y decir: aquí hay un problema; definir su seriedad y entregar recomendaciones para atacarlo”, afirma Jiménez.

A esto, Rojas agrega: “nuestra responsabilidad es encontrar esos problemas y tratar de entender cómo se asocian con la complejidad meteorológica, la complejidad de la estructura de la atmósfera”.

Asimismo, es importante, de parte de instituciones como las Corporaciones Autónomas Regionales, las Secretarías de Ambiente, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) y otros entes gubernamentales, generar políticas públicas de protección, prevención y atención.

Y agregan: “es necesario que el Ideam se fortalezca, ha habido una intención sistemática de desmontarlo desde hace unos quince años y ha perdido su fuerza; cuenta con gente valiosísima, pero la ausencia de recursos hace que no cuente con el personal, los laboratorios y la tecnología adecuada para cumplir con su misión de investigación atmosférica”.

La responsabilidad ciudadana en el cuidado de la atmósfera es otro punto de discusión de estos ingenieros químicos, que motivan a las personas a comprometerse con la causa.

Néstor Rojas asegura que es relevante una “conjunción entre el comportamiento de las personas y la política pública”.

“Por ejemplo, en el tema del transporte público, los ciudadanos debemos exigir más regulación en este tema, pidiendo que se mejore, que emita menos contaminación; es importante utilizarlo y no sumarle al ambiente la contaminación del transporte privado.

Por su parte, Rodrigo Jiménez afirma que debe cambiarse el “paradigma de consumo. Podemos usar productos derivados de materias primas renovables, en vez de los basados en petróleo, así el impacto será menor”.

“Si uno tiene una pintura a base de agua, y no solvente de origen petroquímico, esa pintura va a tener menor impacto ambiental, quizá se demore más en secar, pero es el precio que hay que pagar para la sostenibilidad”, puntualizó.

Con el ánimo de contribuir al mejoramiento de la calidad del aire y la salud pública, a través de la identificación, estudio y generación de soluciones a los problemas de alto impacto en temáticas de contaminación atmosférica, el grupo de trabajo de las Américas de IGAC y el grupo de investigación Calidad del Aire, realizarán, durante los días 30 y 31 de enero, el Seminario Internacional “Química atmosférica, calidad del aire y cambio climático: investigación hacia un mundo sostenible”, que reunirá expertos de Estados Unidos, Brasil, Ecuador y Colombia.

Créditos: http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html

Hay vacíos en cifras de inseguridad alimentaria y nutricional.

 
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14 de Enero del 2013
Los métodos de medición de la inseguridad alimentaria y nutricional usados en el país no alcanzan aún el grado de confiabilidad suficiente para diseñar políticas públicas adecuadas.
Esa es la conclusión de un estudio adelantado por investigadores de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá y de la Universidad Industrial de Santander (UIS), que, desde hace dos años, insisten en la necesidad de revisar las metodologías que utiliza el Estado.
Cada una de las técnicas actuales arroja un resultado distinto, pero, en todos los casos, preocupante. Los expertos encontraron que de cada 100 hogares, en el mejor escenario, pueden existir, como mínimo, 36 que la padecen y, en el peor, como máximo, 87. Estos resultados contrastan con los de la Encuesta Nacional de Situación Nutricional (Ensin) 2010, que estimó el problema en un promedio de 42.
La Ensin es la referencia oficial más importante, porque es un sondeo hecho por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), Profamilia, el Instituto Nacional de Salud y el Ministerio de Salud y Protección Social.
En esta encuesta se recurre a unas escalas para medir la percepción que se tiene de esta inseguridad (también conocida como la “escala del hambre”). Estas parten de una referencia internacional validada en Colombia por estudios de la Universidad de Antioquia en alianza con entidades extranjeras.
“Es necesario no confiar solo en las escalas, que dan una información gruesa, sino complementarlas con métodos como el recordatorio 24 horas (que evalúa periódicamente la nutrición de una persona o familia) y estudios de antropometría (en los cuales se examinan las medidas del cuerpo humano y se las relaciona con la alimentación). Estas fueron, precisamente, las mediciones que hicimos”, cuenta la profesora Sara del Castillo, coordinadora del Observatorio de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Obsán) de la UN.
En ese sentido, manifiesta: “Se debe entender que los datos alcanzados en la Ensin son resultado de una metodología de tamizaje. De modo que, si bien pueden ser un insumo para la política pública del Estado, son muy gruesos o generales. Por eso, es necesario, y así lo demostró la investigación, hacer estudios más precisos, que se acompañen de recordatorios de dieta y mediciones más cercanas a lo que consume la gente y combinadas con información de valoración de la situación nutricional”.
Y es que, según afirma, es con este conjunto de información como se pueden tomar decisiones oficiales más acertadas. Así, si la Ensin evidencia un problema grave de inseguridad alimentaria y nutricional, las mediciones de los analistas del Obsán muestran que la situación es aún más grave, sobre todo en regiones rurales. “Esto demuestra que estamos subestimando los problemas nutricionales en algunas zonas”.
Midiendo el hambre
Los investigadores evaluaron la ingesta diaria de alimentos de 1.505 personas residentes en 432 hogares de Bogotá, Bucaramanga, Tenjo y Sibaté. Aplicaron el recordatorio de 24 horas, un interrogatorio mediante el cual se obtiene información más precisa sobre qué consumió la persona el día anterior en cada una de las comidas.
“El consumo promedio de energía fue de 1.279 kilocalorías en menores de un año, una cifra alta. También es muy alta en la población en general, lo que confirma los datos de la Ensin sobre la tendencia al sobrepeso de los colombianos; particularmente los de bajos ingresos económicos, pues se creía un fenómeno predominante en las clases altas”, señala Del Castillo.
Además, encontraron que, a pesar de que la pobreza es más marcada en las zonas rurales –de ahí la inadecuada alimentación–, el sobrepeso es prevalente tanto en el campo como en la ciudad.
Óscar Fernando Herrán, líder de la investigación y del Observatorio Epidemiológico de Enfermedades Cardiovasculares de la UIS, asegura que el estudio revela lo que pasa en hogares de diversos estratos y con personas de diferentes edades que habitan en ciudades grandes e intermedias y en zonas rurales similares a las de Cundinamarca.
“Ratificamos que el país siempre muestra una situación nutricional que empeora con los años. Demostramos, además, que no se están tomando acciones concretas en política pública y que estamos en un país con alta inequidad en términos de la distribución de la riqueza. Eso se refleja, por ejemplo, en el retraso en la talla de los niños”, concluyen los investigadores.
Para la profesora Del Castillo, el país tiene que avanzar en el uso de metodologías complementarias para tomar decisiones de política pública y los estudios deben hacerse con más frecuencia para incrementar la eficacia de las medidas.
Leandro Luciani Conde, doctor en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires y experto en políticas públicas, sostiene que en la medición se deberían incluir los aspectos culturales y sociales, no solo los biológicos.
“El propósito de la política debe ser ampliar los márgenes de los derechos. Esto supone aumentar la cobertura y disminuir las barreras de acceso y las franjas de inequidad existentes. Después hay una serie de instrumentos técnicos para ver cómo se puede implementar”, dice.
Créditos:http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html
Aunque la academia ha entregado herramientas más ajustadas a la realidad colombiana, en las metodologías oficiales siguen existiendo grandes vacíos que subestiman el problema.

Aunque la academia ha entregado herramientas más ajustadas a la realidad colombiana, en las metodologías oficiales siguen existiendo grandes vacíos que subestiman el problema.

14 de Enero del 2013

Los métodos de medición de la inseguridad alimentaria y nutricional usados en el país no alcanzan aún el grado de confiabilidad suficiente para diseñar políticas públicas adecuadas.

Esa es la conclusión de un estudio adelantado por investigadores de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá y de la Universidad Industrial de Santander (UIS), que, desde hace dos años, insisten en la necesidad de revisar las metodologías que utiliza el Estado.

Cada una de las técnicas actuales arroja un resultado distinto, pero, en todos los casos, preocupante. Los expertos encontraron que de cada 100 hogares, en el mejor escenario, pueden existir, como mínimo, 36 que la padecen y, en el peor, como máximo, 87. Estos resultados contrastan con los de la Encuesta Nacional de Situación Nutricional (Ensin) 2010, que estimó el problema en un promedio de 42.

La Ensin es la referencia oficial más importante, porque es un sondeo hecho por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), Profamilia, el Instituto Nacional de Salud y el Ministerio de Salud y Protección Social.

En esta encuesta se recurre a unas escalas para medir la percepción que se tiene de esta inseguridad (también conocida como la “escala del hambre”). Estas parten de una referencia internacional validada en Colombia por estudios de la Universidad de Antioquia en alianza con entidades extranjeras.

“Es necesario no confiar solo en las escalas, que dan una información gruesa, sino complementarlas con métodos como el recordatorio 24 horas (que evalúa periódicamente la nutrición de una persona o familia) y estudios de antropometría (en los cuales se examinan las medidas del cuerpo humano y se las relaciona con la alimentación). Estas fueron, precisamente, las mediciones que hicimos”, cuenta la profesora Sara del Castillo, coordinadora del Observatorio de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Obsán) de la UN.

En ese sentido, manifiesta: “Se debe entender que los datos alcanzados en la Ensin son resultado de una metodología de tamizaje. De modo que, si bien pueden ser un insumo para la política pública del Estado, son muy gruesos o generales. Por eso, es necesario, y así lo demostró la investigación, hacer estudios más precisos, que se acompañen de recordatorios de dieta y mediciones más cercanas a lo que consume la gente y combinadas con información de valoración de la situación nutricional”.

Y es que, según afirma, es con este conjunto de información como se pueden tomar decisiones oficiales más acertadas. Así, si la Ensin evidencia un problema grave de inseguridad alimentaria y nutricional, las mediciones de los analistas del Obsán muestran que la situación es aún más grave, sobre todo en regiones rurales. “Esto demuestra que estamos subestimando los problemas nutricionales en algunas zonas”.


Midiendo el hambre

Los investigadores evaluaron la ingesta diaria de alimentos de 1.505 personas residentes en 432 hogares de Bogotá, Bucaramanga, Tenjo y Sibaté. Aplicaron el recordatorio de 24 horas, un interrogatorio mediante el cual se obtiene información más precisa sobre qué consumió la persona el día anterior en cada una de las comidas.

“El consumo promedio de energía fue de 1.279 kilocalorías en menores de un año, una cifra alta. También es muy alta en la población en general, lo que confirma los datos de la Ensin sobre la tendencia al sobrepeso de los colombianos; particularmente los de bajos ingresos económicos, pues se creía un fenómeno predominante en las clases altas”, señala Del Castillo.

Además, encontraron que, a pesar de que la pobreza es más marcada en las zonas rurales –de ahí la inadecuada alimentación–, el sobrepeso es prevalente tanto en el campo como en la ciudad.

Óscar Fernando Herrán, líder de la investigación y del Observatorio Epidemiológico de Enfermedades Cardiovasculares de la UIS, asegura que el estudio revela lo que pasa en hogares de diversos estratos y con personas de diferentes edades que habitan en ciudades grandes e intermedias y en zonas rurales similares a las de Cundinamarca.

“Ratificamos que el país siempre muestra una situación nutricional que empeora con los años. Demostramos, además, que no se están tomando acciones concretas en política pública y que estamos en un país con alta inequidad en términos de la distribución de la riqueza. Eso se refleja, por ejemplo, en el retraso en la talla de los niños”, concluyen los investigadores.

Para la profesora Del Castillo, el país tiene que avanzar en el uso de metodologías complementarias para tomar decisiones de política pública y los estudios deben hacerse con más frecuencia para incrementar la eficacia de las medidas.

Leandro Luciani Conde, doctor en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires y experto en políticas públicas, sostiene que en la medición se deberían incluir los aspectos culturales y sociales, no solo los biológicos.

“El propósito de la política debe ser ampliar los márgenes de los derechos. Esto supone aumentar la cobertura y disminuir las barreras de acceso y las franjas de inequidad existentes. Después hay una serie de instrumentos técnicos para ver cómo se puede implementar”, dice.

Créditos:http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html

Asistencialismo no soluciona problemas nutricionales en Colombia.

 
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En Colombia no se han resuelto los problemas de deficiencia nutricional crónica, y ya hay graves problemas de exceso.
En Colombia no se han resuelto los problemas de deficiencia nutricional crónica, y ya hay graves problemas de exceso.

11 de Octubre del 2012

En Colombia, el Estado duplica la capacidad de los programas que subsidian alimentos, pero no logra cambios estructurales en los problemas de pobreza y hambre de las poblaciones.

Así lo hace ver Sara Eloisa del Castillo, profesora de Nutrición Pública de la UN. Ella dice que el problema radica en que el Estado basa principalmente su cumplimiento del derecho a la alimentación en programas como Familias en Acción, que, según ella, han crecido preocupantemente.

Para ella, esto se ha traducido en una disminución de la desnutrición aguda en el país, pero no así de la desnutrición crónica, que permanece. Además, resalta el hecho de que en Colombia no se han resuelto los problemas de deficiencia nutricional crónica histórica y que, paradójicamente, también se están presentando problemas de obesidad.

Esto se debe, según la docente, a que Colombia “es un país que camina hacia los problemas del exceso, sin haber resuelto los problemas de la deficiencia; además, tiene problemas estructurales”.

Y agrega: “En este país la obesidad está ligada a la pobreza, a la monodieta. Nuestras poblaciones son obesas y tienen graves problemas nutricionales que afectan la calidad de vida porque la pobreza ha enfocado la alimentación fundamentalmente en porciones calóricas no nutritivas y porque los programas estatales siguen estando centrados en calorías”.

Una propuesta para cambiar la política pública de seguridad alimentaria y nutricional en Colombia será presentada durante el Congreso Internacional por el Derecho a la Seguridad y la Soberanía Alimentaria y Nutricional en Colombia, que se celebrará del 22 al 24 de octubre en el Auditorio Virginia Gutiérrez de Pineda de la UN en Bogotá.

Del Castillo explicó que el congreso está basado en cuatro mesas.

Una versa sobre la defensa del territorio, la coexistencia con las locomotoras productivas (especialmente las mineras) y la creación de una zona de reserva alimentaria.

Otra está relacionada con la defensa y protección de las semillas nativas y criollas, que son patrimonio cultural ancestral y base de la soberanía alimentaria.

Otra más tiene que ver con el favorecimiento de los circuitos agroalimentarios con enfoque de crecimiento económico para las regiones.

Y la última es sobre la defensa de la cultura alimentaria y los consumos tradicionales, que, según la docente, “ocasionarían una minuta que le permitirá a las instituciones y a los programas de alimentación nacionales plantear propuestas diferenciales más allá del discurso político”.

En el congreso participarán invitados de Canadá, Chile, Ecuador, así como expertos nacionales y de la UN.

Créditos:http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html

Disfonía ocupacional, problema de salud común en los docentes

 
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Los riesgos de patología vocal han sido asociados al uso de la voz en ambientes ruidosos, en condiciones de estrés o en circunstancias no favorables.
Los riesgos de patología vocal han sido asociados al uso de la voz en ambientes ruidosos, en condiciones de estrés o en circunstancias no favorables.

15 de Agosto de 2012

Un estudio con profesores de la UN evidenció las dificultades que afrontan para dictar clases cuando padecen disfonía, por causa del sobreesfuerzo que deben hacer con sus voces.

La pesquisa la adelantó Lady Catherine Cantor, de la Maestría en Salud y Seguridad en el Trabajo. Ella estableció que la disfonía constituye uno de los problemas de salud más extendidos en el personal docente y que más los perjudica, pero es poco estudiado en el país.

Y es que las largas jornadas de enseñanza les implican a los profesores horas y horas de uso de la voz. Así, encontró, por ejemplo, que entre las personas evaluadas existe una carga laboral que abarca un rango entre dos y quince horas diarias de clase, con un promedio de cuatro horas al día, aunque hay profes cuya carga no es uniforme durante la semana.

Dentro de los principales resultados halló que, de los 38 docentes evaluados, la mayoría reportó exposición a ruido y el 39,5% presentó problema vocal en alguno de los aspectos medidos por la escala GRABS  (índice de severidad de la disfonía). Además, el 42,1% manifestó tener antecedentes de problemas comunicativos y de alergias. Incluso, un porcentaje considerable reportó conductas nocivas para el cuidado de la voz, como ingesta de café, de bebidas cítricas, carraspeo y gritar con frecuencia.

Por otra parte, los docentes evaluados expresaron que, en promedio, tenían entre 12 y 98 estudiantes en actividades de cátedra, siendo la media unos 30 asistentes a clase. Adicionalmente, el 10,5% consideró estar expuesto a sustancias químicas (medicamentos) en su trabajo; el 18,4% afirmó que su lugar de trabajo es más frío o más caliente que el ambiente externo; el 47,4% dijo estar expuesto a polvos en su ambiente laboral; y, finalmente, el 89,5% indicó estar expuesto a ruido, lo que les implica alzar la voz para hacerse escuchar.

Sobre este último aspecto, Lady Catherine les preguntó a los profesores sobre su percepción de la necesidad de incrementar el volumen de la voz durante el desarrollo de las clases para mantener atento al grupo o con otros fines académicos. El 94,7% contestó que sí debe subir el volumen en algún momento, mientras que el 5,3% restante aseguró que no.

Como antecedentes de este trabajo, se destaca un estudio llevado a cabo con 240 profesores del departamento de Risaralda. En este se encontró que el 2,96% había presentado patología vocal, lo que posicionó a esta afección en el octavo lugar del listado de enfermedades profesionales. Además, el 9% calificó el ruido como un factor de riesgo (lo que lo ubicó en el segundo lugar).

Por el impacto que tiene la voz en la identidad personal, la expresión de las emociones, la comunicación con los demás y, en el caso de los profesores, en el desarrollo de sus labores profesionales, la magíster explica que es fundamental hacer un análisis fonoergonómico de la disfonía que permita ampliar en el futuro el campo de estudio, la reflexión y la acción del individuo, para intervenir aquellas causas externas que influyen directamente en su producción vocal.

Este tipo de estudios pueden repetirse en otros contextos, como en colegios o escuelas, en donde los profesores sufren por la precariedad de los espacios físicos en los que desarrollan su actividad. No poner atención a estos problemas ocupacionales puntuales redundará en más dificultades para el normal desarrollo de la actividad educativa de los profesores.

Créditos: agenciadenoticias.unal.edu.co