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RECONOCEN TRABAJO DE ACADÉMICA DE LA UNAM EN EL CAMPO DE LA BIOTECNOLOGÍA

 
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biotecnologiaLa académica de la Facultad de Química (FQ) de la UNAM, Carmen Wacher Rodarte, fue distinguida como Miembro de Honor de la Sociedad Mexicana de Biotecnología y Bioingeniería (SMBB), por su trayectoria académica y científica en el campo de la biotecnología.

Wacher Rodarte se ha distinguido por sus estudios sobre la ecología microbiana de alimentos fermentados tradicionales mexicanos, en especial del pozol, una bebida que se prepara con masa de nixtamal fermentada y se consume en el sureste del país.

La universitaria ha aislado los diferentes microorganismos encontrados en otros alimentos fermentados amiláceos; también ha analizado la microbiota del atole agrio de Tabasco y, en menor medida, la fermentación del pulque.

En México, expuso Wacher en entrevista, hay gran riqueza biológica en alimentos y bebidas fermentados, que no se producen en condiciones controladas, lo que provoca que muchas veces contengan microorganismos dañinos y no se aprovechen sus elementos nutritivos.

El principal interés de sus investigaciones sobre el pozol es entender a profundidad lo que ocurre durante el proceso de fermentación de esta bebida, para producirla de manera tradicional en condiciones controladas a fin de mantener su calidad, mejorar su presentación, elevar su contenido nutricional y disminuir los elementos patógenos presentes en su elaboración dentro de las comunidades y mercados de Tabasco y Chiapas, principalmente.

En el producto, añadió, se observan las bacterias lácticas, cuyo análisis inició con las técnicas tradicionales de la microbiología. Sin embargo, “comenzamos a utilizar la ecología microbiana molecular y a descubrir aspectos interesantes, particulares de su microbiota”.

La docente dijo que en el pozol se han encontrado diferentes microorganismos, cuya presencia se debe al proceso de nixtamalización. “Asimismo, lo hemos analizado in vivo en Villahermosa, Tabasco; sabemos que las bacterias lácticas son las responsables del proceso de fermentación y requieren, a su vez, de carbohidratos simples para desarrollarse”.

Los estudios realizados por la profesora de la FQ sobre la ecología microbiana del pozol —el cual también se consume en estados como Yucatán y Quintana Roo— fueron de los primeros reportados en la literatura científica mundial en cuanto a alimentos fermentados.

Wacher Rodarte comentó que esta investigación no pretende elaborar el producto de manera industrial, sino mejorar su calidad para beneficio de las zonas productoras y consumidoras. Asimismo, “trataremos de trabajar con estas comunidades, principalmente rurales, y esperamos que acepten nuestras propuestas”. Por ello, contemplan la posibilidad de desarrollar una bebida específicamente para la población infantil.

Sobre la distinción otorgada por la SMBB, en en el marco del Congreso Nacional de esta agrupación, realizado en Cancún, Quintana Roo, la universitaria refirió que se siente honrada de haberlo recibido y agradecida con esa agrupación y con quienes la postularon.

Representa un reconocimiento a los colaboradores del proyecto, entre ellos los precursores en el estudio de estos alimentos: Teófilo Herrera, Miguel Ulloa y Patricia Lappe, del Instituto de Biología; Gloria Díaz y Teresita Flores, así como sus colaboradoras cercanas, entre otros.

Este galardón, concluyó, es un aliciente para continuar con esta labor, hasta lograr una bebida en condiciones controladas para aprovechar todo su potencial en beneficio de los consumidores.

Trayectoria

Carmen Wacher Rodarte forma parte del Departamento de Alimentos y Biotecnología de la FQ. Estudió la licenciatura en Química Farmacéutico-Biológica (QFB)-Alimentos en esta institución; la maestría en Microbiología de Alimentos, en la Universidad de Reading, Gran Bretaña y el doctorado en Ciencias Químicas- Alimentos, en la misma FQ.

Sus áreas de investigación son: alimentos, biotecnología y ecología microbiana. Asimismo, participa en una red sobre inocuidad de productos vegetales frescos y en un proyecto sobre el efecto de presiones hidrostáticas ultra-altas para conservar la carne fresca.

Entre las premio que ha recibido están una mención en el Premio Bienal Funsalud 2002 Matilde M. de Santos en Salud Ambiental y el Premio Minoru Shirota 2010, como directora del mejor protocolo de tesis en investigación en probióticos por el trabajo: Estudio del potencial probiótico de bacterias ácido lácticas aisladas del pozol. Asimismo, ha sido miembro del Comité Editorial de la revista Applied and Environmental Microbiology.
Créditos: UNAM-DGCS-042-2014

CEPAS DE STREPTOCOCCUS SP AISLADAS DE POZOL, CON POTENCIAL PARA ELABORAR UNA BEBIDA PROBIÓTICA

 
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Cepas de Streptococcus sp aisladas del pozol y caracterizadas en la UNAM, tienen el potencial para ser la semilla de una bebida probiótica que pudiera ser útil para la nutrición y la salud de los mexicanos.
Pruebas in vitro realizadas por Carlos Alberto Eslava muestran que esas bacterias ácido-lácticas aisladas del pozol, bebida prehispánica de origen maya, podrían usarse para elaborar una bebida similar al producto lácteo fermentado que se comercializa en el mercado y que ofrece mejorar las propiedades de la flora intestinal.
Para el investigador de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, esos microorganismos cumplen con algunos de los criterios que definen a los probióticos, cuya función es regular la biota intestinal, alterada por malos hábitos alimenticios y el uso de antimicrobianos.
Las cepas de bacterias ácido-lácticas que aisló e identificó Carmen Wacher (con quien colabora Eslava), de la Facultad de Química (FQ), que caracterizan en la FM, no contienen factores de virulencia, por lo que pueden considerarse microorganismos seguros, que no causan enfermedades.
Como las bacterias probióticas que se obtienen de la leche y otros alimentos, tienen capacidad de adherencia a los epitelios. Cuentan con estructuras para colonizar el intestino.
No son resistentes a antimicrobianos y si lo fueran, podrían transferir esa información genética a algunos patógenos y generar bacterias resistentes. También son tolerantes al pH ácido, a la bilis y al jugo gástrico, y aunque no lo fueran, para Eslava no es una limitante, pues se pueden suministrar en cápsulas.
El universitario ya tiene 70 por ciento de la caracterización de los microorganismos, falta estudiar su capacidad para producir bacteriocinas, compuestos con actividad antimicrobiana.
Una vez que se demuestre que son capaces de colonizar el intestino sin causar daño en modelo animal (rata y ratones), se podrá continuar con su estudio para evaluar la posibilidad de desarrollar una bebida probiótica tipo pozol para consumo de los mexicanos.
Su producción estaría controlada para evitar efectos nocivos en el consumidor, pues el pozol tradicional, que se hace de manera artesanal, sin control sanitario y con base en maíz nixtamalizado, contiene bacterias patógenas.
En muestras de ese producto, Carmen Wacher encontró Escherichia coli, que provoca diarrea en niños, sin embargo, en el sureste mexicano (Tabasco, Chiapas, Yucatán y Oaxaca) la gente lo toma como bebida refrescante y no se enferma.
Eslava supone que los microorganismos extras que contiene el pozol, las bacterias ácido-lácticas y otras, controlan de alguna manera los patógenos asociados a la diarrea.
La mayor parte de los probióticos son microorganismos de origen animal y se han aislado de la leche y de otros fermentados, por eso se llaman ácido-lácticos y se agregan a productos como el yogur, explicó.
Una bebida con probióticos, tipo pozol, “nos ahorraría dinero”. Con su industrialización se abatirían costos y se podría distribuir entre la población, principalmente niños, expuestos con frecuencia a enfermedades intestinales, dijo.
Además, sería nutritiva. Aunque no hay muchos estudios que documenten el papel alimenticio de la bebida tradicional, uno realizado en comunidades de Chiapas por una estudiante de la UNAM, refiere sus bondades.
Proyecto universitario
Una vertiente del proyecto Uso potencial como probiótico de bacterias lácticas aisladas del pozol, es el estudio de una posible fimbria, estructura asociada a la adherencia a células y, probablemente, al epitelio intestinal.
Si Eslava y sus colaboradores logran identificar la fimbria, el gen que la codifica en la bacteria se podría clonar e insertar esa información genética a otra bacteria, como Escherichia coli (en animales se utiliza como probiótico), para favorecer su establecimiento en el intestino. Quizá podría emplearse también como probiótico, con un efecto colateral menos dañino sobre el hospedero.
Para el universitario no se trata de eliminar los microorganismos, sino de impedir que se establezcan plenamente y causen una enfermedad. Otro hallazgo es que, al parecer, secretan un componente de tipo polisacárido que los cubre y favorece que no sean fácilmente eliminados. Con éste pueden formar agregados de bacterias para mantenerse más tiempo en el epitelio.
Previo a este proyecto, Luz M. Rocha, en colaboración con Eslava, han estudiado el efecto adverso que pudieran tener las bacterias lácticas que se utilizan en bebidas lácteo fermentadas.
Fue así que evaluaron la respuesta inmune que inducen los mismos probióticos, para determinar si se deben dar a todas las personas o es necesaria cierta restricción en su consumo, sobre todo porque ha habido intención de introducirlos en los hospitales.
Resultados preliminares, aunque no contundentes, indican que inducen una respuesta de tipo inflamatorio. “Eso es normal porque alerta al organismo de la entrada de cualquier patógeno. Se conoce como respuesta inmune innata”.
Si el sistema inmune funciona correctamente, nos da salud. Sin embargo, hay pacientes que tienen alterada esa respuesta, por lo que se enferman con facilidad. Por eso, para el universitario es necesario seguir con la evaluación de estos probióticos, a fin de saber si tienen efectos adversos.
Eslava ha trabajado con 32 cepas (diferentes aislados) de la misma bacteria. Sin embargo, no todas tienen el mismo comportamiento. En los ensayos de adherencia en cuatro líneas diferentes de células (epitelio respiratorio, tracto digestivo, intestino y tracto urogenital, que se espera colonicen las bacterias), se observó que sólo cuatro de ellas se adhieren a todas las líneas.
Ahora sus estudios se enfocan en estas cuatro cepas, pero al final “probablemente nos quedemos con una o dos, que serán las semillas para la generación de probióticos”.
Una vez entregados los resultados finales (hasta el modelo animal) propuestos para el proyecto inicial, se pondrá en marcha la siguiente etapa, la más complicada, pues deben iniciarse los estudios para evaluar su empleo en la población y, de obtener resultados satisfactorios, proceder a contactar a especialistas en biología molecular y biotecnología para la elaboración de la bebida.
Créditos:UNAM-DGCS-762-2013

streptococusCepas de Streptococcus sp aisladas del pozol y caracterizadas en la UNAM, tienen el potencial para ser la semilla de una bebida probiótica que pudiera ser útil para la nutrición y la salud de los mexicanos.

Pruebas in vitro realizadas por Carlos Alberto Eslava muestran que esas bacterias ácido-lácticas aisladas del pozol, bebida prehispánica de origen maya, podrían usarse para elaborar una bebida similar al producto lácteo fermentado que se comercializa en el mercado y que ofrece mejorar las propiedades de la flora intestinal.

Para el investigador de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, esos microorganismos cumplen con algunos de los criterios que definen a los probióticos, cuya función es regular la biota intestinal, alterada por malos hábitos alimenticios y el uso de antimicrobianos.

Las cepas de bacterias ácido-lácticas que aisló e identificó Carmen Wacher (con quien colabora Eslava), de la Facultad de Química (FQ), que caracterizan en la FM, no contienen factores de virulencia, por lo que pueden considerarse microorganismos seguros, que no causan enfermedades.

Como las bacterias probióticas que se obtienen de la leche y otros alimentos, tienen capacidad de adherencia a los epitelios. Cuentan con estructuras para colonizar el intestino.

No son resistentes a antimicrobianos y si lo fueran, podrían transferir esa información genética a algunos patógenos y generar bacterias resistentes. También son tolerantes al pH ácido, a la bilis y al jugo gástrico, y aunque no lo fueran, para Eslava no es una limitante, pues se pueden suministrar en cápsulas.

El universitario ya tiene 70 por ciento de la caracterización de los microorganismos, falta estudiar su capacidad para producir bacteriocinas, compuestos con actividad antimicrobiana.

Una vez que se demuestre que son capaces de colonizar el intestino sin causar daño en modelo animal (rata y ratones), se podrá continuar con su estudio para evaluar la posibilidad de desarrollar una bebida probiótica tipo pozol para consumo de los mexicanos.

Su producción estaría controlada para evitar efectos nocivos en el consumidor, pues el pozol tradicional, que se hace de manera artesanal, sin control sanitario y con base en maíz nixtamalizado, contiene bacterias patógenas.

En muestras de ese producto, Carmen Wacher encontró Escherichia coli, que provoca diarrea en niños, sin embargo, en el sureste mexicano (Tabasco, Chiapas, Yucatán y Oaxaca) la gente lo toma como bebida refrescante y no se enferma.

Eslava supone que los microorganismos extras que contiene el pozol, las bacterias ácido-lácticas y otras, controlan de alguna manera los patógenos asociados a la diarrea.

La mayor parte de los probióticos son microorganismos de origen animal y se han aislado de la leche y de otros fermentados, por eso se llaman ácido-lácticos y se agregan a productos como el yogur, explicó.

Una bebida con probióticos, tipo pozol, “nos ahorraría dinero”. Con su industrialización se abatirían costos y se podría distribuir entre la población, principalmente niños, expuestos con frecuencia a enfermedades intestinales, dijo.

Además, sería nutritiva. Aunque no hay muchos estudios que documenten el papel alimenticio de la bebida tradicional, uno realizado en comunidades de Chiapas por una estudiante de la UNAM, refiere sus bondades.

Proyecto universitario

Una vertiente del proyecto Uso potencial como probiótico de bacterias lácticas aisladas del pozol, es el estudio de una posible fimbria, estructura asociada a la adherencia a células y, probablemente, al epitelio intestinal.

Si Eslava y sus colaboradores logran identificar la fimbria, el gen que la codifica en la bacteria se podría clonar e insertar esa información genética a otra bacteria, como Escherichia coli (en animales se utiliza como probiótico), para favorecer su establecimiento en el intestino. Quizá podría emplearse también como probiótico, con un efecto colateral menos dañino sobre el hospedero.

Para el universitario no se trata de eliminar los microorganismos, sino de impedir que se establezcan plenamente y causen una enfermedad. Otro hallazgo es que, al parecer, secretan un componente de tipo polisacárido que los cubre y favorece que no sean fácilmente eliminados. Con éste pueden formar agregados de bacterias para mantenerse más tiempo en el epitelio.

Previo a este proyecto, Luz M. Rocha, en colaboración con Eslava, han estudiado el efecto adverso que pudieran tener las bacterias lácticas que se utilizan en bebidas lácteo fermentadas.

Fue así que evaluaron la respuesta inmune que inducen los mismos probióticos, para determinar si se deben dar a todas las personas o es necesaria cierta restricción en su consumo, sobre todo porque ha habido intención de introducirlos en los hospitales.

Resultados preliminares, aunque no contundentes, indican que inducen una respuesta de tipo inflamatorio. “Eso es normal porque alerta al organismo de la entrada de cualquier patógeno. Se conoce como respuesta inmune innata”.

Si el sistema inmune funciona correctamente, nos da salud. Sin embargo, hay pacientes que tienen alterada esa respuesta, por lo que se enferman con facilidad. Por eso, para el universitario es necesario seguir con la evaluación de estos probióticos, a fin de saber si tienen efectos adversos.

Eslava ha trabajado con 32 cepas (diferentes aislados) de la misma bacteria. Sin embargo, no todas tienen el mismo comportamiento. En los ensayos de adherencia en cuatro líneas diferentes de células (epitelio respiratorio, tracto digestivo, intestino y tracto urogenital, que se espera colonicen las bacterias), se observó que sólo cuatro de ellas se adhieren a todas las líneas.

Ahora sus estudios se enfocan en estas cuatro cepas, pero al final “probablemente nos quedemos con una o dos, que serán las semillas para la generación de probióticos”.

Una vez entregados los resultados finales (hasta el modelo animal) propuestos para el proyecto inicial, se pondrá en marcha la siguiente etapa, la más complicada, pues deben iniciarse los estudios para evaluar su empleo en la población y, de obtener resultados satisfactorios, proceder a contactar a especialistas en biología molecular y biotecnología para la elaboración de la bebida.

Créditos:UNAM-DGCS-762-2013