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Software facilitará manejo sustentable de la pesca en San Andrés

 
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Bogotá D. C., dic. 30 de 2013 – La pesca en la Reserva de Biósfera Seaflower es una cuestión de vida para miles de habitantes del Archipiélago. Con este sistema podrán obtener información científica y técnica sobre las especies y los rendimientos máximos sostenibles.
Después del fallo de la Corte Internacional de Justicia, que cumplió un año en noviembre pasado, varios barcos extranjeros han sido capturados por parte de la Armada Nacional por realizar faenas ilegales de langosta, caracol, peces e incluso tiburones.
Pero la llegada de navíos extranjeros es solo uno de los problemas que pone en riesgo la conservación de la pesca artesanal en el Departamento Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, que al ser declarado Reserva de Biósfera se convierte en un área geoestratégica en medio de la cuenca central del Caribe.
“Por tradición, los pobladores se han abastecido de la producción pesquera natural de animales como la langosta espinosa, el caracol pala, los cangrejos y varias especies de peces como pargos, meros, atunes, barracudas, entre otras, cuya lista asciende a más de 100 peces, de las casi 300 especies que existen”, explica Adriana Santos Martínez, profesora asociada de la Universidad Nacional de Colombia en la Sede Caribe, miembro del Instituto de Estudios Caribeños y del Jardín Botánico de la U.N. en la Isla.
La pesca en las islas, según la profesora, pasó del autoconsumo y el tipo artesanal –que consistía en extraer solo lo del diario y almacenar el resto de manera natural en el mar– a la demandada por parte de los residentes, visitantes e incluso restaurantes, teniendo en cuenta que después de los años ochenta, algunos residentes y foráneos se organizaron para implementar la pesca industrial.
Tiempo después, las entidades realizaron esfuerzos para hacer un manejo sustentable de sus recursos y de la actividad en su conjunto. Instancias nacionales, locales e incluso apoyos internacionales han contribuido con normatividad, análisis de información y apuestas de ordenación, en medio de una activa participación de los pescadores, lo que constituyó procesos emergentes de gobernanza en busca del equilibrio ambiental, explica la profesora Santos.
Por un mejor manejo
Por eso, ante esta problemática pesquera en la Reserva Seaflower y después de varias investigaciones realizadas y financiadas por la U.N., surge el Sistema de Manejo Sustentable de la Pesquería (SIMASPE), un software diseñado como alternativa para la sustentabilidad pesquera.
La aplicación está lista para ser puesta en línea y su almacenamiento y uso no presentan mayores inconvenientes. Contiene dos módulos, un sistema de información ambiental y un simulador de la tendencia de la sustentabilidad. Estos se alimentan con la información compilada y los resultados y análisis de las investigaciones realizadas (publicaciones, tablas, imágenes y mapas).
En el caso del simulador, se muestra el porcentaje de cada dimensión, en forma de semáforo, en una escala colorimétrica que va desde el verde (más sustentable) hasta el rojo (menos sustentable).
El SIMASPE fue hecho sobre pesquerías marinas como la langosta espinosa (Panulirusargus), el caracol pala (Strombus gigas) y una gran diversidad de peces (principalmente pargos, meros, chernas, sierras, atunes, roncos, jureles, barracudas y dorados, entre otros), del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. Sin embargo se puede adaptar y ajustar a otras pesquerías, como las continentales o de otras áreas.
Esta herramienta se logró consolidar con el desarrollo ingenieril de César Augusto Aguirre, estudiante de Ingeniería Electrónica de la U.N. en Manizales, como parte del Programa de Pasantías y Movilidad de la Sede Caribe.
Por su parte, Adriana Santos, encargada del diseño, asegura que el programa contiene los rendimientos máximos sostenibles de las poblaciones de importancia comercial, con lo cual se pueden hacer las simulaciones y conocer las tendencias de este recurso en términos de la sustentabilidad ambiental.
Manejo integral
Al igual que en el resto del Caribe y el mundo, el empobrecimiento en recursos pesqueros es marcado. Como lo documenta la FAO recientemente, una producción marina de 77,4 millones de toneladas presenta disminuciones desde el 2005 del 6,4%. De esta, el área del Caribe solo representa el 1,6%, pero con el agravante de disminuciones cercanas al 35% en los últimos años.
Esto se explica, en parte, por el derrame de petróleo en el 2010 (Pozo Macondo), que mermó en 100.000 toneladas las capturas en Estados Unidos. Algunas proyecciones a nivel mundial describen que cerca del 80% de las especies de importancia comercial están plenamente explotadas o sobreexplotadas, y en el caso del Caribe esta cifra puede ser mayor.
En Colombia existe una gran riqueza de peces marinos que asciende a 2.000 especies, de las cuales 28 figuran en el Libro Rojo por estar amenazadas; algunas son del Caribe y, en su mayoría, están presentes en el Archipiélago y son de importancia comercial, como la Serranidae y la Scaridae.
“Esta lista es conservadora y es muy probable que se integren varias especies, principalmente por amenazas como la sobrepesca. Asimismo, existen otras amenazas de orden natural contra la biodiversidad, aunque son mayores las que son fruto de la actividad del hombre, como la contaminación, las alteraciones en los ecosistemas y el cambio climático”, advierte la profesora Santos.
Por lo tanto, el reto que se plantea para la Reserva de la Biósfera Seaflower es ser un modelo de manejo integrado y sustentable de la pesquería, para el beneficio de las comunidades y los ecosistemas del Gran Caribe.
Créditos UNAL-899-2013

sofwarepescaBogotá D. C., dic. 30 de 2013 – La pesca en la Reserva de Biósfera Seaflower es una cuestión de vida para miles de habitantes del Archipiélago. Con este sistema podrán obtener información científica y técnica sobre las especies y los rendimientos máximos sostenibles.

Después del fallo de la Corte Internacional de Justicia, que cumplió un año en noviembre pasado, varios barcos extranjeros han sido capturados por parte de la Armada Nacional por realizar faenas ilegales de langosta, caracol, peces e incluso tiburones.

Pero la llegada de navíos extranjeros es solo uno de los problemas que pone en riesgo la conservación de la pesca artesanal en el Departamento Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, que al ser declarado Reserva de Biósfera se convierte en un área geoestratégica en medio de la cuenca central del Caribe.

“Por tradición, los pobladores se han abastecido de la producción pesquera natural de animales como la langosta espinosa, el caracol pala, los cangrejos y varias especies de peces como pargos, meros, atunes, barracudas, entre otras, cuya lista asciende a más de 100 peces, de las casi 300 especies que existen”, explica Adriana Santos Martínez, profesora asociada de la Universidad Nacional de Colombia en la Sede Caribe, miembro del Instituto de Estudios Caribeños y del Jardín Botánico de la U.N. en la Isla.

La pesca en las islas, según la profesora, pasó del autoconsumo y el tipo artesanal –que consistía en extraer solo lo del diario y almacenar el resto de manera natural en el mar– a la demandada por parte de los residentes, visitantes e incluso restaurantes, teniendo en cuenta que después de los años ochenta, algunos residentes y foráneos se organizaron para implementar la pesca industrial.

Tiempo después, las entidades realizaron esfuerzos para hacer un manejo sustentable de sus recursos y de la actividad en su conjunto. Instancias nacionales, locales e incluso apoyos internacionales han contribuido con normatividad, análisis de información y apuestas de ordenación, en medio de una activa participación de los pescadores, lo que constituyó procesos emergentes de gobernanza en busca del equilibrio ambiental, explica la profesora Santos.

Por un mejor manejo

Por eso, ante esta problemática pesquera en la Reserva Seaflower y después de varias investigaciones realizadas y financiadas por la U.N., surge el Sistema de Manejo Sustentable de la Pesquería (SIMASPE), un software diseñado como alternativa para la sustentabilidad pesquera.

La aplicación está lista para ser puesta en línea y su almacenamiento y uso no presentan mayores inconvenientes. Contiene dos módulos, un sistema de información ambiental y un simulador de la tendencia de la sustentabilidad. Estos se alimentan con la información compilada y los resultados y análisis de las investigaciones realizadas (publicaciones, tablas, imágenes y mapas).

En el caso del simulador, se muestra el porcentaje de cada dimensión, en forma de semáforo, en una escala colorimétrica que va desde el verde (más sustentable) hasta el rojo (menos sustentable).

El SIMASPE fue hecho sobre pesquerías marinas como la langosta espinosa (Panulirusargus), el caracol pala (Strombus gigas) y una gran diversidad de peces (principalmente pargos, meros, chernas, sierras, atunes, roncos, jureles, barracudas y dorados, entre otros), del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. Sin embargo se puede adaptar y ajustar a otras pesquerías, como las continentales o de otras áreas.

Esta herramienta se logró consolidar con el desarrollo ingenieril de César Augusto Aguirre, estudiante de Ingeniería Electrónica de la U.N. en Manizales, como parte del Programa de Pasantías y Movilidad de la Sede Caribe.

Por su parte, Adriana Santos, encargada del diseño, asegura que el programa contiene los rendimientos máximos sostenibles de las poblaciones de importancia comercial, con lo cual se pueden hacer las simulaciones y conocer las tendencias de este recurso en términos de la sustentabilidad ambiental.

Manejo integral

Al igual que en el resto del Caribe y el mundo, el empobrecimiento en recursos pesqueros es marcado. Como lo documenta la FAO recientemente, una producción marina de 77,4 millones de toneladas presenta disminuciones desde el 2005 del 6,4%. De esta, el área del Caribe solo representa el 1,6%, pero con el agravante de disminuciones cercanas al 35% en los últimos años.

Esto se explica, en parte, por el derrame de petróleo en el 2010 (Pozo Macondo), que mermó en 100.000 toneladas las capturas en Estados Unidos. Algunas proyecciones a nivel mundial describen que cerca del 80% de las especies de importancia comercial están plenamente explotadas o sobreexplotadas, y en el caso del Caribe esta cifra puede ser mayor.

En Colombia existe una gran riqueza de peces marinos que asciende a 2.000 especies, de las cuales 28 figuran en el Libro Rojo por estar amenazadas; algunas son del Caribe y, en su mayoría, están presentes en el Archipiélago y son de importancia comercial, como la Serranidae y la Scaridae.

“Esta lista es conservadora y es muy probable que se integren varias especies, principalmente por amenazas como la sobrepesca. Asimismo, existen otras amenazas de orden natural contra la biodiversidad, aunque son mayores las que son fruto de la actividad del hombre, como la contaminación, las alteraciones en los ecosistemas y el cambio climático”, advierte la profesora Santos.

Por lo tanto, el reto que se plantea para la Reserva de la Biósfera Seaflower es ser un modelo de manejo integrado y sustentable de la pesquería, para el beneficio de las comunidades y los ecosistemas del Gran Caribe.

Créditos UNAL-899-2013

Nueva frontera limita pesca de langosta espinosa en San Andrés.

 
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20 de Noviembre del 2012
La actual situación entre Colombia y Nicaragua restringe el acceso de los pescadores sanandresanos a la langosta espinosa, que genera exportaciones por 6 millones de dólares al año.
Adriana Santos Martínez, bióloga y docente de la UN en el Caribe, asegura que esta langosta es una de las especies más importantes en la región. Y precisa que se captura en el extremo noroeste de la Isla, en la zona llamada Luna Verde o la Esquina, un punto comercialmente estratégico al que ya no se tiene acceso debido a la nueva delimitación hecha por la Corte Internacional de Justicia de la Haya.
“El tema es bastante crítico y grave en el sentido de que la zona de más abundancia, particularmente de langosta espinosa, de caracol pala y de peces, es el norte del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. Esto afecta no solamente a la producción industrial, sino también a parte de los pescadores artesanales, que están sistemáticamente yendo a estas áreas por el agotamiento que hay en otras zonas”, precisa la profesora Santos.
Se verá afectada la pesca artesanal e industrial de pargos, meros, barracudas y atunes, que se encuentran también en esa área. “Esa es una pérdida indiscutible de un porcentaje enorme de la pesca de esa especie”, indica.
Los pescadores también perderán el acceso a los bancos de peces de relevancia comercial y a los que tradicionalmente se explotan para reproducción o para el consumo en la Isla.
“Otro motivo de preocupación y que no se puede dejar de lado es el hecho de que toda el área es la Reserva de Biósfera Seaflower, que incluye la conectividad ecosistémica y de las comunidades culturales. Es absurdo tener esos enclaves en los cayos, porque ¿cómo vamos a conservar las poblaciones que no conocen los límites: las larvas, los huevos, el fitoplancton?”, cuestiona la profesora.
Para ella, con la nueva delimitación, se pierde la conectividad ecosistémica que tienen naturalmente las poblaciones marinas y se complican las labores de conservación y las investigaciones que desarrolla la UN.
La Universidad adelantaba proyectos conjuntos con la Secretaría de Agricultura y Pesca del departamento, la Corporación Ambiental Coralina y la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (Aunap), en temas de ecología y evaluación de poblaciones pesqueras, pues son más de 130 las especies potenciales que se atrapaban en el área perdida.
Con la nueva delimitación también se pierde espacio de fondo marino, se dificulta el transporte marino y aéreo y el comercio.
Así, afirma: “Es un impacto muy grande porque no solamente se afectan los recursos, sino también la comunidad raizal e isleña. Se perturba el ambiente —a nivel natural, social, económico y político— y, en últimas, la sustentabilidad”.
“Este es un ambiente que hemos venido estudiando, cuidando y defendiendo, incluso, de la explotación petrolera que el Gobierno colombiano quería hacer. Y veíamos que conservar también pagaba. Estábamos trabajando en modelos holísticos de manejo de reserva de biósfera, modelos de conservación y aprovechamiento. Pero esta fragmentación rompe no solo espacios vitales, sino los corazones”, concluye la profesora Santos.
Créditos:http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html
Langosta espinosa. Foto: UN en el Caribe (Simaspe).

Langosta espinosa. Foto: UN en el Caribe (Simaspe).

20 de Noviembre del 2012

La actual situación entre Colombia y Nicaragua restringe el acceso de los pescadores sanandresanos a la langosta espinosa, que genera exportaciones por 6 millones de dólares al año.

Adriana Santos Martínez, bióloga y docente de la UN en el Caribe, asegura que esta langosta es una de las especies más importantes en la región. Y precisa que se captura en el extremo noroeste de la Isla, en la zona llamada Luna Verde o la Esquina, un punto comercialmente estratégico al que ya no se tiene acceso debido a la nueva delimitación hecha por la Corte Internacional de Justicia de la Haya.

“El tema es bastante crítico y grave en el sentido de que la zona de más abundancia, particularmente de langosta espinosa, de caracol pala y de peces, es el norte del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. Esto afecta no solamente a la producción industrial, sino también a parte de los pescadores artesanales, que están sistemáticamente yendo a estas áreas por el agotamiento que hay en otras zonas”, precisa la profesora Santos.

Se verá afectada la pesca artesanal e industrial de pargos, meros, barracudas y atunes, que se encuentran también en esa área. “Esa es una pérdida indiscutible de un porcentaje enorme de la pesca de esa especie”, indica.

Los pescadores también perderán el acceso a los bancos de peces de relevancia comercial y a los que tradicionalmente se explotan para reproducción o para el consumo en la Isla.

“Otro motivo de preocupación y que no se puede dejar de lado es el hecho de que toda el área es la Reserva de Biósfera Seaflower, que incluye la conectividad ecosistémica y de las comunidades culturales. Es absurdo tener esos enclaves en los cayos, porque ¿cómo vamos a conservar las poblaciones que no conocen los límites: las larvas, los huevos, el fitoplancton?”, cuestiona la profesora.

Para ella, con la nueva delimitación, se pierde la conectividad ecosistémica que tienen naturalmente las poblaciones marinas y se complican las labores de conservación y las investigaciones que desarrolla la UN.

La Universidad adelantaba proyectos conjuntos con la Secretaría de Agricultura y Pesca del departamento, la Corporación Ambiental Coralina y la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (Aunap), en temas de ecología y evaluación de poblaciones pesqueras, pues son más de 130 las especies potenciales que se atrapaban en el área perdida.

Con la nueva delimitación también se pierde espacio de fondo marino, se dificulta el transporte marino y aéreo y el comercio.

Así, afirma: “Es un impacto muy grande porque no solamente se afectan los recursos, sino también la comunidad raizal e isleña. Se perturba el ambiente —a nivel natural, social, económico y político— y, en últimas, la sustentabilidad”.

“Este es un ambiente que hemos venido estudiando, cuidando y defendiendo, incluso, de la explotación petrolera que el Gobierno colombiano quería hacer. Y veíamos que conservar también pagaba. Estábamos trabajando en modelos holísticos de manejo de reserva de biósfera, modelos de conservación y aprovechamiento. Pero esta fragmentación rompe no solo espacios vitales, sino los corazones”, concluye la profesora Santos.

Créditos:http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html

Peces de agua dulce, en inminente peligro

 
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La Corporación Colombia Internacional (CCI) advierte que las infecciones bacterianas están enfermando y matando a los peces ornamentales de mayor demanda.
La Corporación Colombia Internacional (CCI) advierte que las infecciones bacterianas están enfermando y matando a los peces ornamentales de mayor demanda.

22 de febrero de 2012
La sobreexplotación pesquera, el comercio de ornamentales y la contaminación ponen en constante peligro a las 1.357 especies de peces dulceacuícolas del país, según estudios de la UN en Palmira.

Esa cifra es la registrada, pero hay otras 2.000 especies estimadas, que convierten a Colombia en el tercer lugar en diversidad de peces de agua dulce en el mundo, después de Brasil y Perú.

En todo el territorio nacional, las cinco grandes zonas hidrogeográficas albergan en sus cauces grandes poblaciones de estos animales: Amazonas con 675 especies, Orinoco con 685, Magdalena-Cauca con 197, Pacífico con 164 y Caribe con 165.

Sin embargo, estudios del Grupo de Investigación de la Reserva de Yotoco, de la UN en Palmira, advierten que la sobreexplotación de los recursos a través de la pesca, el comercio de ornamentales y la contaminación está acabando con las existencias.

“Los grandes industriales generan una sobreexplotación acelerada de recursos sin ninguna responsabilidad ambiental. Los peces de agua dulce están sufriendo una disminución dramática que ha sido percibida por los pescadores durante los últimos años”, sostiene el profesor Carlos Alberto Jaramillo, director del grupo.

En cuanto al comercio de los ornamentales, los investigadores señalan que este se centra, principalmente, en la extracción de ejemplares dulceacuícolas, lo que ha generado una inestabilidad en las poblaciones, deteriorando a su vez los ecosistemas hídricos.

Así lo señala también la Corporación Colombia Internacional (CCI), basada en un estudio de la UN en Bogotá que examinó cuatro mil peces ornamentales en más de cien especies, en el cual advierte que las infecciones bacterianas están enfermando y matando a los de mayor demanda.

Según el informe, “en Suramérica, extraer estos animales de su hábitat es una actividad netamente económica, lo cual conlleva a una disyuntiva: por un lado, es una de las pocas opciones legales de empleo en muchas regiones ribereñas y selváticas de Colombia y, por otro, causa un impacto ecológico que aún no ha sido medido de forma adecuada”.

Los ríos de los que se sacan los peces ornamentales pertenecen en su mayoría a las cuencas del Orinoco y el Amazonas. Su exportación genera ingresos cercanos a los ocho millones de dólares anuales, y según datos de las Naciones Unidas para el Comercio (UN Comtrade, 2010), el país se mantiene como uno de los líderes comerciales en Latinoamérica.

Elizabeth Mora, integrante del grupo, sostiene que “la alteración de ecosistemas y flujos hidrológicos por obras de Ingeniería; la desecación intencional de humedales; la contaminación de diferentes índoles, sobre todo por hidrocarburos y agroquímicos, y la repoblación de cuerpos acuáticos con ejemplares provenientes de la piscicultura ponen en riesgo a los de agua dulce”.

Los investigadores destacan que la modificación de los ecosistemas y la contaminación son los principales problemas que tienen 45 especies de 15 familias con algún riesgo de extinción, reportando una especie extinta (Rhizosomichthys totae), otra en estado crítico (Prochilodus magdalenae), 11 especies en peligro y 22 especies en estado vulnerable.

El profesor Jaramillo hace un llamado al cuidado de este importante recurso natural: “Los ecosistemas de agua dulce conforman no solo una gran reserva hídrica, sino también el hábitat de una notable diversidad de peces de importancia biológica, económica y social. Por eso, la amenaza compromete la conservación a largo plazo de sus poblaciones”.

Créditos: agenciadenoticias.unal.edu.co

Presentan en la UNAM el Proyecto Conocimiento y Cambio en Pobreza Rural y Desarrollo

 
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En la Facultad de Economía se presentó el Proyecto Conocimiento y Cambio en Pobreza Rural y Desarrollo. Estuvieron Luis Gómez Oliver, Rolando Cordera, Eduardo Vega, Ignacio Rivera Rodríguez y José Antonio Mendoza.
En la Facultad de Economía se presentó el Proyecto Conocimiento y Cambio en Pobreza Rural y Desarrollo. Estuvieron Luis Gómez Oliver, Rolando Cordera, Eduardo Vega, Ignacio Rivera Rodríguez y José Antonio Mendoza.

16 de febrero de 2011

• Su objetivo es contribuir a mejorar estrategias, políticas e inversiones nacionales y subnacionales enfocadas a la pobreza rural
• Si en algún lugar tenemos que lamentar la dictadura de la inercia, es en el medio rural y el sector agropecuario, advirtió Rolando Cordera, coordinador del proyecto

La UNAM, en coordinación con la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), y Rimisp-Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, presentó el Proyecto Conocimiento y Cambio en Pobreza Rural y Desarrollo, cuyo objetivo contribuir a mejorar estrategias, políticas e inversiones nacionales y subnacionales enfocadas a la pobreza rural.

Rolando Cordera Campos, coordinador del proyecto, refirió la necesidad de aplicar el conocimiento a la pobreza rural, con el fin de tener una perspectiva de acción para resolverla, “si en algún lugar tenemos que lamentar la dictadura de la inercia, es en el medio rural y el sector agropecuario”, advirtió.

En el aula magna Jesús Silva Herzog, de la Facultad de Economía, y en presencia de Eduardo Vega, secretario General de ésta última, Luis Gómez Oliver, consultor de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO), aseguró que en México no existe una política consensuada, de largo plazo para resolver “la emigración, de alto costo social; el estancamiento productivo de amplias regiones; la creciente separación entre el norte y el sur, y el severo deterioro ambiental en este medio, en el país”.

Ignacio Rivera, subsecretario de Desarrollo Rural de la SAGARPA, dijo que el subsidio a los productores “es perverso” porque, en lugar de fomentar la producción, perpetúa las condiciones de pobreza en el agro.

El Proyecto es una iniciativa de Rimisp-Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural, con sede en Santiago, Chile, que se ejecuta en cuatro países: México, Colombia, El Salvador y Ecuador, donde existen casi 22 millones de pobres que habitan en zonas rurales.

En nuestro país, el grupo de trabajo respectivo inició tareas en enero pasado con su primera reunión a la que asistieron más de una treintena de personalidades de los ámbitos político, gubernamental, académico, empresarial y de organizaciones sociales. En México, esta agrupación es encabezada por el rector de la UNAM, José Narro Robles, y por el secretario de Agricultura, Francisco Mayorga Castañeda.
Créditos: UNAM-DGCS-098-2011/unam.mx