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Presentarán nuevas aplicaciones para móviles creadas en la UNAM.

 
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Del 3 al 7 de septiembre se realizará, en el Auditorio Javier Barrios Sierra de la Facultad de Ingeniería, el Congreso Universitario Móvil Telcel 2012, que se calcula reunirá a 10 mil asistentes.
Del 3 al 7 de septiembre se realizará, en el Auditorio Javier Barrios Sierra de la Facultad de Ingeniería, el Congreso Universitario Móvil Telcel 2012, que se calcula reunirá a 10 mil asistentes.

2 de Septiembre del 2012

“Para crear las herramientas que requieren nuestros celulares debemos partir de un hecho: los teléfonos inteligentes no son tan inteligentes como nos han hecho creer”, comenta Alejandro García Romero, coordinador de UNAM Mobile, grupo conformado por jóvenes universitarios dedicado a desarrollar aplicaciones para dispositivos portátiles (apps), pero no a partir de copiar lo existente, sino de imaginar qué queda por hacer.

“¿Qué dirías si tu teléfono leyera tu Facebook o Twitter y, a partir de lo tecleado, te hiciera sugerencias? ¿O convirtiera tu cuarto en una galería de arte? ¿O alertara a tus familiares si estás en peligro? Ésas son apenas algunas de las apps que estamos por dar a conocer y que, creemos, cambiarán la manera de concebir estos productos”.

Hoy, UNAM Mobile es una agrupación reconocida que cada vez integra más gente a sus filas, aunque su nacimiento, hace siete años, se dio en condiciones improbables. “Se nos ocurrió crear una tienda de aplicaciones en un momento en que éstas no existían, y antes de que una empresa líder mundial lanzara el primer iPhone; para muchos, estos factores combinados eran garantía de fracaso, pero pese a esto nuestra primera experiencia fue exitosa”.

UNAM Mobile nació en 2005, año memorable para los aficionados nacionales al futbol, pues la Sub 17 ganaba para México su primer Mundial y el entusiasmo por este deporte cobraba nuevos bríos. “En ese entonces pusimos en el mercado nuestro primer programa para celulares, que permitía ver en video los mejores goles de la temporada. Inmediatamente recibimos apoyo de diversas compañías y de los usuarios. Habíamos hallado algo novedoso y así encontramos la clave para las aplicaciones que vendrían después: detectar un aspecto atractivo, pero no explotado, desarrollarlo y llevarlo a sus últimas consecuencias”.

Encuentros para replantear el futuro

La tecnología cambia a velocidades tan vertiginosas que es difícil pronosticar qué marcará tendencia; ejemplo de ello es que hace un par de años nadie sospechaba que la popularidad de las PC menguaría en favor de los celulares, y sin embargo esto sucedió, y de manera tan notoria que hoy las ganancias de Apple por uno sólo de sus aparatos, el iPhone, superan las obtenidas por todos los productos de Microsoft juntos.

“Esto nos da una idea del enorme campo que tenemos enfrente y evidencia la necesidad de promover desarrollos en ese terreno. Por eso estamos por inaugurar el Congreso Universitario Móvil Telcel 2012, que tendrá lugar del 3 al 7 de septiembre en el Auditorio Javier Barrios Sierra de la Facultad de Ingeniería; calculamos tener 10 mil asistentes”.

A lo largo de una semana, expertos, emprendedores y representantes de compañías transnacionales se reunirán con los visitantes para compartir experiencias y hablar de la importancia de las tecnologías de la información y cómo pueden ser comercializadas con éxito.

El equipo busca que el encuentro se convierta en un referente, como ya lo son Aldea Digital y Campus Party, “y creemos que lo lograremos, pues hasta ahora no había un punto de reunión para quienes se dedican al desarrollo de este tipo de programas. Es un espacio que apenas nace y que curiosamente también ha evolucionado vertiginosamente, como las nuevas tecnologías”.

Cambio de paradigmas

En 1973, en la ciudad de Nueva York, un hombre estuvo a punto de ser atropellado por hablar a través de una extraña caja y no poner atención al tránsito ni a los semáforos; su nombre era Martin Cooper y en estas accidentadas circunstancias hacía la primera llamada por celular de la historia. Poco después, diría que siempre supo que su invento provocaría impacto, aunque por distracción éste casi fue contra un automóvil.

“La gente quiere hablar con más gente, no con una casa o una oficina. Si tuvieran oportunidad, pedirían libertad de comunicarse donde fuese, sin depender del infame cable de cobre, y justo eso era lo que buscábamos en los 70”, señaló el fundador de ArrayComm.

A sus 84 años, Cooper es de los pocos que han visto sus vaticinios hechos realidad, pues según el Banco Mundial, hoy tres cuartas partes de la humanidad tienen acceso a un móvil. En México, hay 63 millones de celulares, y de éstos, 23 millones son smartphones, lo que brinda una idea de lo amplio del campo de trabajo en el país.

Para Cooper, la clave de la innovación es imaginar el futuro; de hecho, la idea de crear un teléfono sin hilos le vino tras ver los aparatos usados en el serial televisivo Star Trek, y García Romero es de opinión similar, pues señala que para destacar en una arena tan competida como la del desarrollo de apps es fundamental imaginar, desde hoy, el mañana.

“La comunicación humano-teléfono será por voz, rostro, patrones y realidad aumentada. A partir de esto hemos creado nuestras aplicaciones, algunas de las cuales daremos a conocer en el congreso”. El ingeniero añade que poner a consideración sus productos retroalimenta y que ponerse al día sobre lo que hacen los demás es igualmente enriquecedor.

“Debemos estar al pendiente de qué sale al mercado y cuáles son las nuevas plataformas. En otras palabras, requerimos centrar nuestra atención en todo lo que se hace en el área”, expone el ingeniero en sistemas, aunque aclara que hay que hacerlo sin dejar de voltear de vez en vez a nuestro costado, no vaya a ser que algún vehículo nos embista.

Pensar desde hoy el mañana

Transcurría el siglo XIX y Jules Verne escribía sobre automóviles, submarinos, dirigibles e incluso la Internet, y al ser interrogado sobre su capacidad de anticiparse a lo que traería la tecnología solía responder, “no tiene mérito alguno más que hablar, como si fueran reales, de cosas ya inventadas a medias”.

Las ideas del francés y las de UNAM Mobile no distan mucho, pues los jóvenes aseguran que su estrategia radica en analizar dispositivos móviles, detectar características no explotadas lo suficiente, y desarrollarlas al punto de hacerlas llegar a donde nadie más había intentado.

Como ejemplo, en el congreso presentarán diversas apps que, dicen, “serán un asomo al futuro, porque tener un aparato que quepa en la mano y al que podamos hablarle, reconozca nuestro rostro y se anticipe a nuestros deseos no es literatura de ficción, sino algo a la vuelta de la esquina”.

Una señal de auxilio

“Imagina que un temblor sacude al DF y estás en tu trabajo. Debes informar a familiares tu paradero y que estás bien, y sabes que en cuestión de minutos colapsará toda red de comunicación. Enviar mensajes de texto es muy tardado y marcar aún más, así que, ¿por qué no crear una app que en cinco segundos, lance una alerta y avise cuál es tu ubicación”.

Con este escenario en mente, UNAM Mobile diseñó una aplicación en la que, con tres clicks, se manda aviso a una lista previamente seleccionada tanto de la localización vía GPS como de si el afectado está o no en capacidad de moverse. Para demostrar el funcionamiento, García Romero toma su smartphone y muestra una pantalla con menús de opción múltiple en los que, con sólo rozar la pantalla, redacta inmediatamente: “Hola, me encuentro en peligro. Estoy en el trabajo. Me quedo aquí. Llámame”.

“Lo que hice fue, en segundos, estructurar un mensaje de máximo 140 caracteres que se envió a mis personas cercanas, con todo y plano de localización. La utilidad de este desarrollo es tanta que la Secretaría de Gobernación ha mostrado interés en usarlo en caso de siniestro”.

Rostros familiares

En el cuento “Aladino”, el protagonista frotaba una lámpara de la cual aparecía un genio dispuesto a conceder deseos. En el siglo XXI, la idea de un candil que satisfaga antojos suena obsoleta, para eso usamos los smartphones, “pero ¿y si tu teléfono pudiera anticiparse a tus anhelos sin necesidad de frotar la pantalla, por más touch que sea?”.

De entrada, cada dispositivo inteligente tiene una cámara frontal para videoconferencias, lo que es limitado porque podría usarse para muchas cosas más, como reconocer el rostro del usuario, explica García Romero.

A partir de esta idea, los universitarios han trabajado en una interfase que, al distinguir los rasgos faciales de una persona, se encienda, haga contacto con la agenda del usuario e incluso revise lo publicado en sus redes sociales para llevar un registro, todo sin necesidad de presionar un botón o de deslizar el dedo por la pantalla para desbloquear el aparato.

“Supongamos que vas a La Paz. Con sólo ver tu cara, la app sabrá que eres tú, te informará el clima en el lugar y el costo del viaje, y no sólo eso, imaginemos que en Facebook has posteado que quieres ver la nueva cinta de Woody Allen, el programa leerá esto, esperará la fecha de estreno para enviarte una alerta y te dirá cuál es la sala de cine más próxima a ti”.

García Romero señala que avances intuitivos como éste serán comunes, y no sólo en lo que se refiere a viajes y entretenimiento, sino en todos los ámbitos del quehacer humano, pues limitar la capacidad de cumplir deseos a tres, como en los cuentos de hadas, el día de hoy también suena demasiado obsoleto.

Reconocimiento de patrones

Probablemente la Biblioteca Central sea el edificio más emblemático de CU y, al mismo tiempo, uno de los menos comprendidos por la multiplicidad de imágenes que adornan sus cuatro muros.

“Al plantarnos frente al edificio no hay duda de qué estamos ante una obra de arte, ¿pero qué nos quiere decir? Para saberlo es posible aprovechar la capacidad de estos dispositivos para reconocer formas, apuntar el aparato al inmueble y ver qué está ahí representado”.

Ésta será otra de las aplicaciones a presentarse, pues durante los últimos meses UNAM Mobile se ha dedicado a perfeccionar una aplicación que narrará, paso a paso, lo que Juan O’Gorman plasmó en esta edificación, desde el muro norte, correspondiente a la época prehispánica, hasta el poniente, en el que buscó escenificar el presente de la vida en México.

“Así, nuestro dispositivo nos hablará de Ptolomeo y Copérnico, de los movimientos sociales mexicanos e incluso de nuestra universidad. Es una forma de hacer realidad lo que se propuso el artista, aunque él nunca soñara con la posibilidad de que un mural cupiera en nuestros bolsillos”.

Realidad aumentada

El año pasado, Mark Lugo fue apresado en EU por robar seis obras de arte, entre las que se incluían un Picasso y un Basquiat, aunque el hurto no fue para lucrar con ellas, sino para exhibirlas en su departamento neoyorquino.

Al respecto, García Romero se preguntó, ¿quién no ha soñado con tener en casa una galería y disfrutar en los muros domésticos cuadros de Klimt, Monet o Miró? Seguramente todos, y para ello no es necesario delinquir.

Como una manera de complacer a los amantes de la plástica, UNAM Mobile diseñó una aplicación capaz de reconocer las dimensiones de una habitación y, virtualmente, añadirle pinturas, cada una con vínculos que conducen a mayor información sobre la pieza y el autor.

“Tener un museo en casa es una fantasía que dentro de pronto será posible”, explicó el ingeniero, quien sabe que mientras muchos usuarios esperan la aparición de una aplicación con estas características, Mark Lugo aguarda algo muy distinto: una condena de 22 años de prisión.

Reconocimiento de voz

La mayor novedad del iPhone 4s es la inclusión de Siri, un asistente personal capaz de entender lo que le dice el usuario y actuar en consecuencia; sin embargo, esta modalidad no puede ser manipulada por un programador y, por lo tanto, resulta limitada.

Hoy, esta función comete errores, malinterpreta palabras y suscita bromas que circulan por Internet; sin embargo, se perfecciona constantemente y este tipo de tecnología resultará, en breve, sumamente útil no sólo para un conductor, sino para invidentes, por dar tan sólo un par de ejemplos.

“El problema es que se trata de un entorno cerrado ¿y qué pasa si, como desarrollador, quieres crear una aplicación que funcione con órdenes verbales? Debes crear los motores lingüísticos, de reconocimiento y de procesamiento de señales desde la nada. Eso es lo que hacemos ahora”.

Para García Romero está claro que “el teléfono debe entender todo lo que le ordenes, por ello desarrollamos una plataforma propia que presentaremos en su primera etapa. El objetivo es perfeccionarla para que la UNAM tenga una base sobre la cual trabajar reconocimiento de voz, área en la que, aunque suene a juego de palabras, aún resta mucho por decir”.

Boletín UNAM-DGCS-541
Ciudad Universitaria.

Vertebrados e invertebrados, todos compartimos el mismo sueño

 
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Los acociles tienen un proceso de sueño muy parecido al de los humanos.
Los acociles tienen un proceso de sueño muy parecido al de los humanos.

• Fidel Ramón Romero y sus colaboradores comprobaron que los invertebrados duermen, lo que rompe con la teoría de que el sueño es exclusivo de animales con cerebro complejo

• Después de comprobar que los acociles caen en estado de somnolencia, los académicos de la Facultad de Medicina de la UNAM realizan los mismos estudios con hormigas

“Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente”, o al menos eso dice el refrán, ¿pero en realidad duermen los camarones? Todo parece indicar que sí, señaló Fidel Ramón Romero, investigador de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, quien añadió que a diferencia de lo que se pensaba hasta hace pocos años, “el sueño está presente en todos los animales con sistema nervioso”.

Después de demostrar en 2004 que los acociles caían en un estado de somnolencia profunda, con lo que Ramón Romero desmintió la creencia (aceptada por todos los científicos hasta hace apenas seis años) de que el sueño era exclusivo de animales con cerebros complejos, el profesor ha comenzado a experimentar con organismos más sencillos, como las hormigas y, próximamente, lo hará con gusanos.

“Decidimos enfocarnos en las hormigas porque si queremos explicar cómo funciona el sueño, tenemos dos opciones: una es tomar un cerebro y buscar qué mecanismos operan, y la otra, seguir un método filogenético, como hacemos nosotros, y buscar animales cada vez más simples, para determinar qué actividades cerebrales también están presentes en seres más complejos”, explicó el especialista.

Hasta el momento, los investigadores no sólo han descubierto que los invertebrados duermen, sino que tienen una región en el cerebro que genera actividad eléctrica y conduce al sueño, y han intentado eliminarla para ver si duermen o permanece en vigilia.

“Ahora lo que buscamos es una zona que haga que el animal se mantenga despierto o dormido, pues podríamos usarla para determinar por qué esa región se activa o inactiva y conduce al sueño. Tenemos hipótesis, pero aún no hemos llegado a ninguna conclusión”, dijo.

La clave del sueño podría estar en un gusano

Acociles, hormigas, ¿qué sigue para el profesor Ramón? “Fácil, como ya dije, nosotros seguimos un método filogenético, y nuestro siguiente objetivo es estudiar al animal más simple, pero con cerebro, es decir, un gusano, aunque es muy difícil”.

Para realizar su experimento, necesita un organismo con características especiales, resistente y lo suficientemente grande como para soportar el peso de los electrodos que medirán su actividad cerebral, y tras evaluar sus opciones, todas se redujeron a una: un parásito conocido como Ascaris.

El Ascaris lumbricoides infecta a los humanos y el Ascaris suum a los cerdos, pero ambos tienen la misma apariencia: son gusanos muy resistentes, de color blanquecino o rosado, que pueden alcanzar hasta los 35 centímetros de longitud y representan un serio problema de salud.

“El inconveniente es que conseguir uno en buenas condiciones resulta casi imposible. Hemos ido a hospitales, pero cuando éstos son extraídos de las personas, ya están tan afectados por las medicinas y no sirven”.

Mientras tanto, el investigador continúa experimentando con hormigas, pero ya diseña el plan de trabajo que seguirá cuando consiga gusanos, que podrían ser los que den la respuesta a por qué soñamos; resolver esa incógnita es “el gran sueño” de Ramón Romero.

Rompiendo paradigmas

Todavía en 2004, se daba por hecho que sólo las criaturas con cerebros complejos, como los mamíferos, aves y reptiles, podían dormir, hasta que Ramón Romero comenzó a sospechar que esto no era cierto, cuando observó un acuario lleno de acociles, primos cercanos del camarón.

De pronto vio que uno de ellos, súbitamente, se apartó de los demás para ir a un lugar cómodo y seguro, se recostó y se quedó inmóvil… Tras pensarlo un rato, llegó a una conclusión asombrosa: “¡Aquel crustáceo estaba tomando una siesta!”.

“Lo que hicimos fue tomar unos electrodos para medir la actividad cerebral en reposo y hallamos que, sin lugar a dudas, las ondas cerebrales registradas correspondían a las del sueño”, recordó.

Para realizar este hallazgo, más que perspicacia, lo único que se necesitaba era ser observador, “porque la conducta de estos animales no es muy diferente a la nuestra; cuando dormimos buscamos un lugar conocido, nos acostamos, nos relajamos y cerramos los ojos. Un acocil busca un sitio seguro, como la esquina del acuario, se queda quieto, se recuesta y baja su tono muscular; entonces, ¿por qué no habría de suponer que estos crustáceos duermen al igual que nosotros?”.

Sin embargo, aunque estos patrones de conducta suenen sorprendentes, el asombro llegó a la hora de hacer las mediciones, pues mediante el uso de electrodos, Ramón Romero y su colaborador, Jesús Hernández Falcón, comprobaron que el comportamiento eléctrico del cerebro del animal genera una serie de señales parecidas a las que produce el humano cuando duerme.

“Esto fue lo más notable, detectar este tipo de ondas, algo que no esperábamos de un invertebrado, con un cerebro sumamente simple”, acotó.

El descubrimiento se tradujo en un artículo, que cuando se publicó en formato electrónico, rápidamente llamó la atención de la comunidad científica y replanteó todo lo que se sabía del sueño en animales.

“Al principio, las dos revistas científicas más importantes (Nature y Science) rechazaron el texto, pero cuando en un tercer intento salió en la Proceedings of the National Academy of Sciences, ambas publicaciones retomaron el material y así el hallazgo se dio a conocer rápidamente alrededor del mundo”.

En aquel verano de 2004, titulares como “Los acociles toman una siesta”, “Los langostinos también duermen” o “Sueños de onda lenta en los crustáceos”, acapararon las portadas de diversas revistas especializadas, aunque la verdadera noticia era que un grupo de mexicanos había descubierto lo que pocos sospechaban: que el sueño no era exclusivo de animales con cerebros complejos.

Dormir, ¿un error evolutivo?

“Sabemos cómo dormimos, lo que nadie ha podido responder es ¿para qué dormimos?”, comentó el presidente de la Academia de Ciencias de América Latina, quien agregó, “si lo pensamos un poco, evolutivamente resulta una conducta difícil de justificar, porque cuando lo hacemos no sólo bajamos nuestros niveles de alerta, sino que al quedarnos inermes e indefensos, nos ponemos a merced de cualquier depredador, entonces, ¿qué sentido tiene?”.

La pregunta que podríamos hacernos es, ¿sería mejor no dormir? “¡Por supuesto que no! —respondió—. Aunque desconocemos muchas cosas sobre el asunto, lo que sí se sabe es que no hacerlo conduce a la muerte tan rápido, que animales privados del sueño, a los tres días presentan alteraciones mentales, serias dificultades para moverse y, una semana después, fallecen”.

Dormir puede ser un asunto de supervivencia o muerte, por eso Calderón de la Barca preguntaba en su obra de teatro más famosa “¿qué es la vida?, sólo un sueño”, frase con la que coincide Ramón Romero, quien ha dedicado gran parte de su carrera a estudiar este tema y a investigar con animales.

“De hecho, aunque soy médico cirujano de profesión, desde el principio me dediqué a estudiar la fauna, porque ésta nos da muchas pistas —a veces insospechadas— sobre diversos temas; por ejemplo, es fácil darnos cuenta que nuestras mascotas duermen, pero constatar que los acociles también lo hacen, significó un cambio de paradigmas, pues nos permite suponer que todos los animales con cerebro lo hacen”.

Tras la publicación del artículo de Ramón Romero y sus colaboradores (Jesús Hernández Falcón, Karina Mendoza Ángeles y Germán López Riquelme), especialistas de todo el mundo han realizado experimentos con invertebrados, como las moscas de la fruta, pero ahora el equipo del universitario realiza estudios con un insecto aún más sencillo: la hormiga, y próximamente lo hará con gusanos.

Dormir, descansar y soñar no es lo mismo

Hay un dicho que dice “el sueño es el cerebro trabajando por el cerebro y para el cerebro”, y a decir de Ramón Romero, “pocas frases resumen mejor el asunto”.

Para el académico queda claro que una cosa es descansar y otra dormir; no importa cuánto se repose, si no entramos en un estado de somnolencia profunda, hay actividades cerebrales que no funcionan bien.

“El descanso es para los músculos, pero dormir es para el cerebro; por ejemplo, un corredor de maratón podría correr intensamente por dos horas y fracción, y al dormir necesitará las mismas ocho horas de sueño que alguien que no hizo nada en todo el día. Dormir no es para descansar, porque mientras uno lo hace, el cerebro está trabajando, aunque no con las mismas zonas que usa durante la vigilia”, expuso el profesor.

En todos los animales en los que se ha estudiado este fenómeno, no importa si se trata de mamíferos, aves, reptiles o invertebrados, el sueño es muy parecido al de los humanos, de hecho tanto, que se ha comprobado que las hormonas y los compuestos que se liberan en el cerebro son los mismos.

“Incluso se sabe que animales que nos son muy cercanos como los perros, gatos o caballos, pueden soñar, ya que los recuerdos que han almacenado en la memoria terminan formando parte de sus procesos oníricos”.

Una vieja parábola china dice que un día Chuang Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar, ignoraba si era Tzu el que había soñado que era una mariposa o si era una mariposa y estaba soñando que era Tzu, lo que plantea la pregunta de si los insectos pueden soñar.

“No lo sé, y ni siquiera imagino la manera de averiguarlo, pero qué no daría yo por saber, aunque fuera por un instante, qué es lo que pasa en la cabeza de esos bichos cuando duermen”, concluyó Ramón Romero.

Créditos: Boletín UNAM-DGCS-173 – dgcs.unam.mx