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El exceso de CO2 acidifica los océanos, dañando arrecifes, fitoplancton y animales con concha

 
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Las aguas ácidas afectan a los arrefices de coral, que padecen blanqueamiento por estrés, derivado del aumento de la temperatura o de la acidez oceánica.
Las aguas ácidas afectan a los arrefices de coral, que padecen blanqueamiento por estrés, derivado del aumento de la temperatura o de la acidez oceánica.

8 de junio de 2010

• Los mares absorben, en promedio, 22 millones de toneladas de dióxido de carbono producido por el ser humano, alertó Rosa María Prol, del Instituto de Geofísica de la UNAM
• Esas altas concentraciones provocan un descenso del nivel de acidez en el agua, y una menor disponibilidad de carbonato

Las altas concentraciones de dióxido de carbono (CO2) en el planeta no solamente afectan a la atmósfera y generan el calentamiento global. También producen graves daños en los océanos, cuyas aguas se vuelven ácidas por el exceso de ese contaminante.

Ese cambio en el nivel de acidez (o pH) del agua marina produce una menor disponibilidad de calcita, aragonita y otros carbonatos con los que se forman los arrecifes, los esqueletos y las conchas de muchas especies marinas, afirmó Rosa María Prol Ledesma, investigadora del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM.

En la conferencia “La acidificación del océano”, celebrada en el auditorio Tlayolotl del IGf, la doctora en física de la Tierra señaló que los mares absorben en promedio 22 millones de toneladas de CO2 producido por el ser humano.

“Al disolverse el CO2 en los océanos, éstos se vuelven ácidos, ocasionando un cambio químico que disminuye la cantidad de carbonato de calcio, con el que se forma el fitoplancton calcáreo, fundamental en la cadena alimentaria”, destacó.

La especialista del Departamento de Recursos Naturales del IGf, añadió que la acidificación oceánica produce que especies como los pterópodos –una familia de moluscos pequeños que forman extensiones laminares y pequeñas conchas– tengan deficiencias en sus defensas y disminución de la función metabólica.

Las aguas ácidas también afectan gravemente a los arrefices de coral, que padecen el blanqueamiento por estrés, derivado del aumento de la temperatura o de la acidez oceánica.

“En México se ubica la segunda zona de arrecifes de coral más grande del mundo, detrás de la de Australia, así que el daño a nuestra biodiversidad es especialmente notable”, abundó Prol.

Otros afectados son los peces y mariscos de diversas especies, muchos de ellos de valor comercial, y fundamentales en pesquerías.

Mares 30 por ciento más ácidos

De acuerdo con datos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), los océanos absorben el 25 por ciento del CO2 que se emite cada año en el planeta, y producen la mitad del oxígeno que se respira.
Según la Guía de acidificación de los océanos, realizada por ese organismo, la acidez de las aguas marinas se ha incrementado un 30 por ciento desde el inicio de la industrialización, hace 250 años.
La predicción de la UICN indica que si los niveles de CO2 en la atmósfera siguen subiendo, la acidez del agua del mar puede aumentar 120 por ciento de aquí a 2060, lo que significa un incremento mayor al experimentado en los últimos 21 millones de años.

En 2100, el 70 por ciento de los corales de agua fría pueden verse expuestos a aguas corrosivas.
La UICN destacó que, dado el desfase entre las emisiones de CO2 y una situación de equilibrio, podrían pasar decenas de miles de años antes de que se restablezcan las propiedades del océano, y aún más tiempo para alcanzar una recuperación biológica completa.
Para ello, los expertos exigen reducciones inmediatas y sustantivas de las emisiones y la aplicación de tecnologías capaces de eliminar activamente el CO2.
“La única forma de detener la acidificación oceánica es suspendiendo las emisiones de contaminantes, causados fundamentalmente por los automóviles y las industrias”, advirtió Rosa María Prol.

La investigadora universitaria, que en agosto próximo realizará una campaña de investigación en aguas de la parte norte del Golfo de California, tomará muestras de varias especies marinas que han sobrevivido a la acidificación oceánica.

“Existe un tipo de acidificación natural, que ocurre cerca de las ventilas hidrotermales, de donde sale CO2. Pero es un fenómeno natural que ha ocurrido gradualmente durante miles de años, que algunos corales han podido resistir”, señaló.

Con su estudio, Rosa María Prol comparará la sobrevivencia de esas especies con la situación que se vive por la contaminación antropogénica.
Créditos: UNAM. DGCS -342/unam.mx

Única en su tipo, la Unidad Académica de Sistemas Arrecifales de la UNAM

 
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Los arrecifes son los ecosistemas con mayor biodiversidad de los ambientes oceánicos, pero cuando las condiciones son desfavorables, se disuelven; la tasa de erosión es más grande que la de calcificación, y la estructura se pierde.
Los arrecifes son los ecosistemas con mayor biodiversidad de los ambientes oceánicos, pero cuando las condiciones son desfavorables, se disuelven; la tasa de erosión es más grande que la de calcificación, y la estructura se pierde.

3 de junio de 2010

• Entre las investigaciones que ahí se realizan, se encuentran las relativas a las afectaciones que provocará el aumento del nivel del mar a causa del calentamiento global, explicó Roberto Iglesias Prieto, jefe de esa instancia
• También se estudian praderas submarinas y se analizan productos naturales, entre otros trabajos

La Unidad Académica de Sistemas Arrecifales, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICMyL) de la UNAM, con sede en Puerto Morelos, Quintana Roo, dedicada al estudio de esos ecosistemas, es única en Latinoamérica y en parte importante del mundo.

Sus actividades se centran no sólo en los arrecifes, sino en los sistemas conexos, como las praderas sumergidas o pastos marinos, manglares y aguas continentales que se encuentran alrededor de ellos, explicó Roberto Iglesias Prieto, jefe de esa instancia.

Los trabajos incluyen aspectos que van desde la biología molecular, o eventos que ocurren en espacios y tiempos pequeños, a nivel celular, hasta cuánto tarda en hacerse un arrecife, proceso que ocurre a escalas geológicas.

Entre las investigaciones que se realizan están las relativas a las afectaciones que provocará el aumento del nivel del mar, por el calentamiento global y cambio climático.

Aumento en el nivel del mar

“La tasa predicha podría ser superior a nuestra habilidad de adaptarnos como sociedad; las consecuencias pueden ser catastróficas, en particular en sitios como la parte norte de Quintana Roo, donde casi toda la infraestructura económica, que da vida a la entidad, se encuentra localizada sobre la zona más vulnerable a tales incrementos”, dijo.

En la actualidad, se ha documentado ese aumento, aunque es variable de acuerdo con la zona. “Lo que se desconoce es si será una cuestión lineal o no, es decir, un evento desastroso que cambie las predicciones del Panel Internacional de Cambio Climático, como el colapso de las capas de hielo del Ártico, Groenlandia o la Antártica”, señaló.

Eso daría cifras mucho más elevadas que las especuladas, y podría comprometer la viabilidad de centros turísticos y puertos, entre otras situaciones. Otro reflejo de ese fenómeno es la inevitable pérdida de playas en ese estado, también resultado del mal manejo de las construcciones en la zona costera, acotó.

Aunque se puedan reducir las emisiones de bióxido de carbono a la atmósfera en la próxima década, se elevará el nivel del mar en una cantidad considerable en los próximos 100 años, “sólo por lo que ya hemos hecho”. El aumento podría ser de unos cuantos centímetros, o hasta casi medio metro, de acuerdo con cada escenario, aunque las predicciones son variables, sostuvo.

Paul Blanchon, investigador de la Unidad, ha demostrado que hace 125 mil años ocurrió un incremento de tres metros en un periodo de 50 años. “Eso significaría cambios mucho más dramáticos a los que no podríamos adaptarnos. De ahí la importancia de conocer los rangos en que podría suceder”, dijo Iglesias Prieto.

Las temperaturas elevadas y acidificación del océano, además, pueden afectar los ecosistemas. Tales condiciones no son buenas para los arrecifes, porque comprometen la capacidad de los corales de depositar carbonato de calcio y formar “esqueletos”, que sirven como enormes barreras que protegen a las costas de las tormentas tropicales o huracanes.

Ese y otros servicios ambientales, como alimentación, recursos pesqueros, biodiversidad e industria turística, que brindan los arrecifes, se verían comprometidos, sentenció.

En la Unidad se analiza el efecto de la radiación solar sobre las tasas con las que los corales depositan carbonato de calcio. La siguiente etapa es medirlo en niveles históricos, usando los esqueletos como una aproximación. Ello es posible porque los corales forman anillos de crecimiento anuales.

“Analizamos cómo ocurren, a nivel celular y molecular, los procesos de calcificación, cómo las condiciones ambientales los controlan y cómo se refleja en la historia”, señaló.

Los arrecifes coralinos son las estructuras biogénicas (de origen biológico) más grandes del planeta, tanto, que se pueden ver desde el espacio. Se distribuyen en los trópicos, donde hay luz, hasta los 90 metros de profundidad en aguas claras, y su formación requiere miles de años de funcionamiento continuo.

Se trata de los ecosistemas con la mayor biodiversidad de los ambientes oceánicos, pero cuando las condiciones son desfavorables, los arrecifes se disuelven; la tasa de erosión es más grande que la de calcificación, y la estructura se pierde.

Praderas submarinas

En la Unidad Académica de Sistemas Arrecifales también se estudian los pastos marinos, que juegan un papel importante de estabilización de los sedimentos en el océano, y son sitios de desarrollo de muchas especies, como invertebrados de importancia comercial. Además, se relacionan con los arrecifes y podrían contribuir a “acondicionar” el agua, frente a la acidificación del océano.

De igual modo, se analizan productos naturales. “El arrecife es uno de los ecosistemas más diversos que existen en el planeta, y la cantidad de compuestos que se pueden obtener con potenciales usos farmacéuticos, es enorme”, aseguró.

Las exploraciones están basadas en venenos que producen los nidarios (anémonas, medusas, corales) en sus nematocitos. Se trata de toxinas que utilizan para paralizar a sus presas. Casi todas son proteínas.

Estas y otras áreas “donde tenemos alta presencia nacional e internacional” deben consolidarse. El impacto científico de la Unidad Académica de Sistemas Arrecifales es cada vez más grande, finalizó Iglesias.
Créditos: UNAM. DGCS -336/unam.mx