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Organizaciones populares deben ser escuchadas en diálogos de paz

 
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mani

29 de mayo de 2015

Manizales, may. 29 de 2015 – Agencia de Noticias UN- Para construir la paz en Colombia hay que oír todas las voces, no solo las que son transmitidas por los medios masivos de comunicación.

Ese fue el mensaje que Leopoldo Múnera Ruiz, profesor asociado del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Nacional Sede Bogotá, les dejó a los asistentes a la última sesión de la Cátedra de la Paz, llevada a cabo en el campus La Nubia, de la Sede Manizales.

En su conferencia, el académico planteó la relación entre negociación de paz y las agendas sociales en Colombia, a partir de una experiencia de trabajo con más de 300 organizaciones mediante el proyecto Planeta Paz, que tiene 15 años de existencia. Continue reading Organizaciones populares deben ser escuchadas en diálogos de paz

Violencia en escuelas, resultado de un entorno social agresivo.

 
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Los casos deben ser tratados por especialistas y no estigmatizar o criminalizar a los jóvenes, expuso Nelia Tello, de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM.

Los casos deben ser tratados por especialistas y no estigmatizar o criminalizar a los jóvenes, expuso Nelia Tello, de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM.

29 de Enero del 2013
Los estudiantes de secundaria establecen relaciones de dominio y sumisión en los planteles, ante la falta de límites y una sociedad caracterizada por la violencia permanente y cotidiana que hemos interiorizado y no somos capaces de reconocer, expuso Nelia Tello, de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM.
El problema se agudiza por el clima generalizado de ilegalidad e inseguridad en el país. Las secundarias públicas localizadas en colonias populares de alto riesgo del Distrito Federal representan los puntos más conflictivos, aseguró la experta, quien ha trabajado una década en este ámbito.
Los jóvenes no son agresivos por esta condición. Generan violencia porque viven en un mundo así y desigual, que impone el deseo de poseer objetos fuera de nuestro alcance y produce impotencia al no conseguirlos. La agresión en los espacios escolares es recreada a partir del entorno social, detalló.
La académica sostuvo que a esto se agregan los conflictos generados por el tráfico de estupefacientes y la proliferación de bandas delictivas en las zonas de alto riesgo. Es urgente trabajar con los jóvenes que padecen carencias económicas, dificultades de aprendizaje o poco hábiles para establecer relaciones sociales (entre cinco y seis estudiantes de cada 100 por plantel), que los orillan a la deserción, enfatizó.
Los procesos de enseñanza se dificultan en comunidades permeadas por este ambiente, y ante la falta o aplicación inconsistente y arbitraria de límites a las conductas y actos juveniles.
Profesores, cuerpo técnico de los planteles y padres de familia manejan la normatividad a partir de amenazas. Sólo en una de cada cuatro ocasiones, éstas se cumplen, según testimonios recabados en planteles de las delegaciones de Iztapalapa, Iztacalco, Benito Juárez y Coyoacán.
La experta subrayó que el fenómeno no es aislado. La generalización de la agresividad en salones se relaciona con la ausencia de autoridades encargadas de establecer límites.
Violencia, más allá de las aulas
En El señor de las moscas, Willliam Golding narró la historia de un grupo de estudiantes obligado a sobrevivir en una isla. En la trama, los niños se ensañan con Piggy, personaje discriminado por su obesidad, usar anteojos y padecer asma.
Tello Peón explicó que en todos los grupos existe un individuo en que recaen burlas, ataques y agresiones, fenómeno social que se reproduce en las aulas.
Al sólo abordar el acoso entre pares o bullying, la dimensión escolar se minimiza a sólo un problema entre agresor y agredido. Estos casos deben ser tratados por especialistas y no estigmatizar o criminalizar a los jóvenes, recomendó.
Establecer medidas restrictivas, castigos e imponer etiquetas, genera un clima de represión y control que reduce las posibilidades de los centros escolares de consolidarse como espacios para el aprendizaje y la convivencia.
Ante la falta de programas escolares efectivos de atención y la marginación social en la que viven, los estudiantes desertan. Lejos de mantenerlos en las aulas, donde podrían adquirir herramientas y habilidades sociales, se les aleja de los centros educativos, precisó.
Es indispensable promover la importancia de la formación integral y recuperar la figura central del maestro en el proceso formativo, ante la pérdida de influencia en los jóvenes por parte de docentes y cuerpo técnico de las escuelas secundarias.
La participación de quienes las integran y de los padres de familia es necesaria para construir comunidades sanas, que promuevan los valores del conocimiento y el esfuerzo, concluyó.
Boletín UNAM-DGCS-062
Ciudad Universitaria.

29 de Enero del 2013

Los estudiantes de secundaria establecen relaciones de dominio y sumisión en los planteles, ante la falta de límites y una sociedad caracterizada por la violencia permanente y cotidiana que hemos interiorizado y no somos capaces de reconocer, expuso Nelia Tello, de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM.

El problema se agudiza por el clima generalizado de ilegalidad e inseguridad en el país. Las secundarias públicas localizadas en colonias populares de alto riesgo del Distrito Federal representan los puntos más conflictivos, aseguró la experta, quien ha trabajado una década en este ámbito.

Los jóvenes no son agresivos por esta condición. Generan violencia porque viven en un mundo así y desigual, que impone el deseo de poseer objetos fuera de nuestro alcance y produce impotencia al no conseguirlos. La agresión en los espacios escolares es recreada a partir del entorno social, detalló.

La académica sostuvo que a esto se agregan los conflictos generados por el tráfico de estupefacientes y la proliferación de bandas delictivas en las zonas de alto riesgo. Es urgente trabajar con los jóvenes que padecen carencias económicas, dificultades de aprendizaje o poco hábiles para establecer relaciones sociales (entre cinco y seis estudiantes de cada 100 por plantel), que los orillan a la deserción, enfatizó.

Los procesos de enseñanza se dificultan en comunidades permeadas por este ambiente, y ante la falta o aplicación inconsistente y arbitraria de límites a las conductas y actos juveniles.

Profesores, cuerpo técnico de los planteles y padres de familia manejan la normatividad a partir de amenazas. Sólo en una de cada cuatro ocasiones, éstas se cumplen, según testimonios recabados en planteles de las delegaciones de Iztapalapa, Iztacalco, Benito Juárez y Coyoacán.

La experta subrayó que el fenómeno no es aislado. La generalización de la agresividad en salones se relaciona con la ausencia de autoridades encargadas de establecer límites.


Violencia, más allá de las aulas

En El señor de las moscas, Willliam Golding narró la historia de un grupo de estudiantes obligado a sobrevivir en una isla. En la trama, los niños se ensañan con Piggy, personaje discriminado por su obesidad, usar anteojos y padecer asma.

Tello Peón explicó que en todos los grupos existe un individuo en que recaen burlas, ataques y agresiones, fenómeno social que se reproduce en las aulas.

Al sólo abordar el acoso entre pares o bullying, la dimensión escolar se minimiza a sólo un problema entre agresor y agredido. Estos casos deben ser tratados por especialistas y no estigmatizar o criminalizar a los jóvenes, recomendó.

Establecer medidas restrictivas, castigos e imponer etiquetas, genera un clima de represión y control que reduce las posibilidades de los centros escolares de consolidarse como espacios para el aprendizaje y la convivencia.

Ante la falta de programas escolares efectivos de atención y la marginación social en la que viven, los estudiantes desertan. Lejos de mantenerlos en las aulas, donde podrían adquirir herramientas y habilidades sociales, se les aleja de los centros educativos, precisó.

Es indispensable promover la importancia de la formación integral y recuperar la figura central del maestro en el proceso formativo, ante la pérdida de influencia en los jóvenes por parte de docentes y cuerpo técnico de las escuelas secundarias.

La participación de quienes las integran y de los padres de familia es necesaria para construir comunidades sanas, que promuevan los valores del conocimiento y el esfuerzo, concluyó.


Boletín UNAM-DGCS-062

Ciudad Universitaria.

Alumna del posgrado de la facultad de Odontología de la UNAM, gana premio Nacional de investigación.

 
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Araceli Acevedo Contreras es alumna de la especialidad de Materiales Dentales, impartida en la División de Estudios de Posgrado e Investigación de la FO.

Araceli Acevedo Contreras es alumna de la especialidad de Materiales Dentales, impartida en la División de Estudios de Posgrado e Investigación de la FO.

28 de Enero del 2013

La Facultad de Odontología (FO) de la UNAM obtuvo el lugar de honor en el Primer Concurso Nacional de Investigación Odontológica, por el trabajo Comportamiento de nanopartículas antimicrobianas y de refuerzo agregadas a un alginato experimental, en la modalidad Investigación Básica.

El certamen, organizado por la revista Dental abstracts en español y avalado por la Federación Mexicana de Facultades y Escuelas de Odontología (FMFEO), promueve el desarrollo de nuevos trabajos y galardona contribuciones relevantes en el campo de la investigación.

El estudio fue desarrollado por Araceli Acevedo Contreras, alumna de la especialidad de Materiales Dentales, impartida en la División de Estudios de Posgrado e Investigación de la FO —con asesoría de Carlos Alberto Morales Zavala, coordinador de la especialidad, y Laura Susana Acosta Torres, coordinadora de la licenciatura en Odontología de la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES), Unidad León. Además, contó con apoyo técnico de Genoveva Hernández Padrón, del Centro de Física Aplicada y Tecnología Avanzada (CFATA), campus Juriquilla.

El trabajo deriva de la línea de investigación Antifungal effect of impression materials reinforced with nanoparticles and triclosan (efecto antifúngico de nanopartículas y triclosán en materiales de impresión), galardonada con el 2012 IADR/Heraeus Travel Award, premio otorgado por la Asociación Internacional de Investigación Dental (IADR, por sus siglas en inglés), en colaboración con la empresa Heraeus.

Innovación

El asesor del proyecto, Carlos Alberto Morales Zavala explicó que el objetivo es mejorar la calidad de recursos de uso común en los consultorios dentales y abaratar sus costos.

“El material en cuestión, el alginato, es utilizado por los cirujanos dentistas, pero tiene el problema de que resulta un excelente medio de cultivo natural —lo que facilita el cruce de infecciones al estar en contacto con la boca— y limita la precisión de las impresiones dentales”.

Al producto se le agregaron nanopartículas de óxido de silicio para dar mayor resistencia y aumentar su exactitud, y nanopartículas de óxido de plata como agente antimicrobiano, para limitar la propagación de bacterias y otros agentes infecciosos”, detalló.

El nuevo material es desarrollado en su totalidad en el Laboratorio de Materiales Dentales de la División de Estudios de Posgrado e Investigación de Odontología, y representa beneficios económicos para los pacientes, explicó.
Al respecto, resaltó que el trabajo constituye punta de lanza en nuevas áreas del conocimiento, como la nanotecnología, y un impulso a la multidisciplina para desarrollar líneas de investigación e ideas para diseñar aplicaciones en campos relacionados.

“El premio incentiva a los jóvenes a incursionar en nuevas propuestas y demuestra la necesidad de promover la colaboración interdisciplinaria entre entidades universitarias”, señaló.

El trabajo galardonado contó con el respaldo del Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPITT), de la UNAM.

Dental abstracts en español es una publicación bimestral que ofrece resúmenes de artículos especializados en odontología e información sobre novedades y avances de la disciplina. Es publicada en los países de habla hispana.

Boletín UNAM-DGCS-061
Ciudad Universitaria.

UN lamenta fallecimiento de la docente Ana Cecilia Gaviria.

 
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24 de Enero del 2013
La comunidad universitaria de la Sede Medellín lamenta el fallecimiento de la docente Ana Cecilia Gaviria. Además, extiende un mensaje de solidaridad y apoyo a sus familiares, compañeros y amigos.
La profesora Gaviria Cartagena, quien era jubilada de la Facultad de Minas, nació el 6 de agosto de 1952. Era ingeniera química de la Universidad Nacional de Colombia y magíster en Metalurgia Extractiva de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica).
De acuerdo con el profesor Oswaldo Bustamante, director del Instituto de Minerales – Cimex, “Ana Cecilia fue pionera y formó parte de una renovada estructura en la metalurgia extractiva en el ámbito colombiano, cuando dentro de la Facultad de Minas y, particularmente, en el Departamento de Recursos Minerales en la década de los ochenta, se reconoce el rol de la Ingeniería de Procesos (química y/o metalúrgica) para desarrollar avances, tanto curriculares como investigativos que se salían de los esquemas clásicos de la Ingeniería de Minas”.
El profesor Bustamante también contó que muchas generaciones de ingenieros pasaron por sus cátedras de Termodinámica metalúrgica, Ciencia de los materiales e Hidrometalurgia.
“Se reconoció a la “profe Ana C” como la ingeniera con mayor conocimiento en Colombia en el diseño de plantas metalúrgicas, su estricta práctica en el laboratorio y ensayos industriales en minería”, expresó.
La profesora Gaviria Cartagena fue por varios años directora de Cimex y se destacó por sus logros investigativos en metalurgia del oro en Colombia, avances de cianuración, ensayos al fuego, regeneración de soluciones cianuradas, entre otros temas.
Por eso, sus estudiantes, compañeros y directivos de la Sede expresan que el legado de la docente Ana Cecilia Gaviria Cartagena seguirá presente en la comunidad universitaria.
Créditos: http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html
Profesora Ana Cecilia Gaviria Cartagena.

Profesora Ana Cecilia Gaviria Cartagena.

24 de Enero del 2013

La comunidad universitaria de la Sede Medellín lamenta el fallecimiento de la docente Ana Cecilia Gaviria. Además, extiende un mensaje de solidaridad y apoyo a sus familiares, compañeros y amigos.

La profesora Gaviria Cartagena, quien era jubilada de la Facultad de Minas, nació el 6 de agosto de 1952. Era ingeniera química de la Universidad Nacional de Colombia y magíster en Metalurgia Extractiva de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica).

De acuerdo con el profesor Oswaldo Bustamante, director del Instituto de Minerales – Cimex, “Ana Cecilia fue pionera y formó parte de una renovada estructura en la metalurgia extractiva en el ámbito colombiano, cuando dentro de la Facultad de Minas y, particularmente, en el Departamento de Recursos Minerales en la década de los ochenta, se reconoce el rol de la Ingeniería de Procesos (química y/o metalúrgica) para desarrollar avances, tanto curriculares como investigativos que se salían de los esquemas clásicos de la Ingeniería de Minas”.

El profesor Bustamante también contó que muchas generaciones de ingenieros pasaron por sus cátedras de Termodinámica metalúrgica, Ciencia de los materiales e Hidrometalurgia.

“Se reconoció a la “profe Ana C” como la ingeniera con mayor conocimiento en Colombia en el diseño de plantas metalúrgicas, su estricta práctica en el laboratorio y ensayos industriales en minería”, expresó.

La profesora Gaviria Cartagena fue por varios años directora de Cimex y se destacó por sus logros investigativos en metalurgia del oro en Colombia, avances de cianuración, ensayos al fuego, regeneración de soluciones cianuradas, entre otros temas.

Por eso, sus estudiantes, compañeros y directivos de la Sede expresan que el legado de la docente Ana Cecilia Gaviria Cartagena seguirá presente en la comunidad universitaria.

Créditos: http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html

Hay vacíos en cifras de inseguridad alimentaria y nutricional.

 
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14 de Enero del 2013
Los métodos de medición de la inseguridad alimentaria y nutricional usados en el país no alcanzan aún el grado de confiabilidad suficiente para diseñar políticas públicas adecuadas.
Esa es la conclusión de un estudio adelantado por investigadores de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá y de la Universidad Industrial de Santander (UIS), que, desde hace dos años, insisten en la necesidad de revisar las metodologías que utiliza el Estado.
Cada una de las técnicas actuales arroja un resultado distinto, pero, en todos los casos, preocupante. Los expertos encontraron que de cada 100 hogares, en el mejor escenario, pueden existir, como mínimo, 36 que la padecen y, en el peor, como máximo, 87. Estos resultados contrastan con los de la Encuesta Nacional de Situación Nutricional (Ensin) 2010, que estimó el problema en un promedio de 42.
La Ensin es la referencia oficial más importante, porque es un sondeo hecho por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), Profamilia, el Instituto Nacional de Salud y el Ministerio de Salud y Protección Social.
En esta encuesta se recurre a unas escalas para medir la percepción que se tiene de esta inseguridad (también conocida como la “escala del hambre”). Estas parten de una referencia internacional validada en Colombia por estudios de la Universidad de Antioquia en alianza con entidades extranjeras.
“Es necesario no confiar solo en las escalas, que dan una información gruesa, sino complementarlas con métodos como el recordatorio 24 horas (que evalúa periódicamente la nutrición de una persona o familia) y estudios de antropometría (en los cuales se examinan las medidas del cuerpo humano y se las relaciona con la alimentación). Estas fueron, precisamente, las mediciones que hicimos”, cuenta la profesora Sara del Castillo, coordinadora del Observatorio de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Obsán) de la UN.
En ese sentido, manifiesta: “Se debe entender que los datos alcanzados en la Ensin son resultado de una metodología de tamizaje. De modo que, si bien pueden ser un insumo para la política pública del Estado, son muy gruesos o generales. Por eso, es necesario, y así lo demostró la investigación, hacer estudios más precisos, que se acompañen de recordatorios de dieta y mediciones más cercanas a lo que consume la gente y combinadas con información de valoración de la situación nutricional”.
Y es que, según afirma, es con este conjunto de información como se pueden tomar decisiones oficiales más acertadas. Así, si la Ensin evidencia un problema grave de inseguridad alimentaria y nutricional, las mediciones de los analistas del Obsán muestran que la situación es aún más grave, sobre todo en regiones rurales. “Esto demuestra que estamos subestimando los problemas nutricionales en algunas zonas”.
Midiendo el hambre
Los investigadores evaluaron la ingesta diaria de alimentos de 1.505 personas residentes en 432 hogares de Bogotá, Bucaramanga, Tenjo y Sibaté. Aplicaron el recordatorio de 24 horas, un interrogatorio mediante el cual se obtiene información más precisa sobre qué consumió la persona el día anterior en cada una de las comidas.
“El consumo promedio de energía fue de 1.279 kilocalorías en menores de un año, una cifra alta. También es muy alta en la población en general, lo que confirma los datos de la Ensin sobre la tendencia al sobrepeso de los colombianos; particularmente los de bajos ingresos económicos, pues se creía un fenómeno predominante en las clases altas”, señala Del Castillo.
Además, encontraron que, a pesar de que la pobreza es más marcada en las zonas rurales –de ahí la inadecuada alimentación–, el sobrepeso es prevalente tanto en el campo como en la ciudad.
Óscar Fernando Herrán, líder de la investigación y del Observatorio Epidemiológico de Enfermedades Cardiovasculares de la UIS, asegura que el estudio revela lo que pasa en hogares de diversos estratos y con personas de diferentes edades que habitan en ciudades grandes e intermedias y en zonas rurales similares a las de Cundinamarca.
“Ratificamos que el país siempre muestra una situación nutricional que empeora con los años. Demostramos, además, que no se están tomando acciones concretas en política pública y que estamos en un país con alta inequidad en términos de la distribución de la riqueza. Eso se refleja, por ejemplo, en el retraso en la talla de los niños”, concluyen los investigadores.
Para la profesora Del Castillo, el país tiene que avanzar en el uso de metodologías complementarias para tomar decisiones de política pública y los estudios deben hacerse con más frecuencia para incrementar la eficacia de las medidas.
Leandro Luciani Conde, doctor en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires y experto en políticas públicas, sostiene que en la medición se deberían incluir los aspectos culturales y sociales, no solo los biológicos.
“El propósito de la política debe ser ampliar los márgenes de los derechos. Esto supone aumentar la cobertura y disminuir las barreras de acceso y las franjas de inequidad existentes. Después hay una serie de instrumentos técnicos para ver cómo se puede implementar”, dice.
Créditos:http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html
Aunque la academia ha entregado herramientas más ajustadas a la realidad colombiana, en las metodologías oficiales siguen existiendo grandes vacíos que subestiman el problema.

Aunque la academia ha entregado herramientas más ajustadas a la realidad colombiana, en las metodologías oficiales siguen existiendo grandes vacíos que subestiman el problema.

14 de Enero del 2013

Los métodos de medición de la inseguridad alimentaria y nutricional usados en el país no alcanzan aún el grado de confiabilidad suficiente para diseñar políticas públicas adecuadas.

Esa es la conclusión de un estudio adelantado por investigadores de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá y de la Universidad Industrial de Santander (UIS), que, desde hace dos años, insisten en la necesidad de revisar las metodologías que utiliza el Estado.

Cada una de las técnicas actuales arroja un resultado distinto, pero, en todos los casos, preocupante. Los expertos encontraron que de cada 100 hogares, en el mejor escenario, pueden existir, como mínimo, 36 que la padecen y, en el peor, como máximo, 87. Estos resultados contrastan con los de la Encuesta Nacional de Situación Nutricional (Ensin) 2010, que estimó el problema en un promedio de 42.

La Ensin es la referencia oficial más importante, porque es un sondeo hecho por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), Profamilia, el Instituto Nacional de Salud y el Ministerio de Salud y Protección Social.

En esta encuesta se recurre a unas escalas para medir la percepción que se tiene de esta inseguridad (también conocida como la “escala del hambre”). Estas parten de una referencia internacional validada en Colombia por estudios de la Universidad de Antioquia en alianza con entidades extranjeras.

“Es necesario no confiar solo en las escalas, que dan una información gruesa, sino complementarlas con métodos como el recordatorio 24 horas (que evalúa periódicamente la nutrición de una persona o familia) y estudios de antropometría (en los cuales se examinan las medidas del cuerpo humano y se las relaciona con la alimentación). Estas fueron, precisamente, las mediciones que hicimos”, cuenta la profesora Sara del Castillo, coordinadora del Observatorio de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Obsán) de la UN.

En ese sentido, manifiesta: “Se debe entender que los datos alcanzados en la Ensin son resultado de una metodología de tamizaje. De modo que, si bien pueden ser un insumo para la política pública del Estado, son muy gruesos o generales. Por eso, es necesario, y así lo demostró la investigación, hacer estudios más precisos, que se acompañen de recordatorios de dieta y mediciones más cercanas a lo que consume la gente y combinadas con información de valoración de la situación nutricional”.

Y es que, según afirma, es con este conjunto de información como se pueden tomar decisiones oficiales más acertadas. Así, si la Ensin evidencia un problema grave de inseguridad alimentaria y nutricional, las mediciones de los analistas del Obsán muestran que la situación es aún más grave, sobre todo en regiones rurales. “Esto demuestra que estamos subestimando los problemas nutricionales en algunas zonas”.


Midiendo el hambre

Los investigadores evaluaron la ingesta diaria de alimentos de 1.505 personas residentes en 432 hogares de Bogotá, Bucaramanga, Tenjo y Sibaté. Aplicaron el recordatorio de 24 horas, un interrogatorio mediante el cual se obtiene información más precisa sobre qué consumió la persona el día anterior en cada una de las comidas.

“El consumo promedio de energía fue de 1.279 kilocalorías en menores de un año, una cifra alta. También es muy alta en la población en general, lo que confirma los datos de la Ensin sobre la tendencia al sobrepeso de los colombianos; particularmente los de bajos ingresos económicos, pues se creía un fenómeno predominante en las clases altas”, señala Del Castillo.

Además, encontraron que, a pesar de que la pobreza es más marcada en las zonas rurales –de ahí la inadecuada alimentación–, el sobrepeso es prevalente tanto en el campo como en la ciudad.

Óscar Fernando Herrán, líder de la investigación y del Observatorio Epidemiológico de Enfermedades Cardiovasculares de la UIS, asegura que el estudio revela lo que pasa en hogares de diversos estratos y con personas de diferentes edades que habitan en ciudades grandes e intermedias y en zonas rurales similares a las de Cundinamarca.

“Ratificamos que el país siempre muestra una situación nutricional que empeora con los años. Demostramos, además, que no se están tomando acciones concretas en política pública y que estamos en un país con alta inequidad en términos de la distribución de la riqueza. Eso se refleja, por ejemplo, en el retraso en la talla de los niños”, concluyen los investigadores.

Para la profesora Del Castillo, el país tiene que avanzar en el uso de metodologías complementarias para tomar decisiones de política pública y los estudios deben hacerse con más frecuencia para incrementar la eficacia de las medidas.

Leandro Luciani Conde, doctor en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires y experto en políticas públicas, sostiene que en la medición se deberían incluir los aspectos culturales y sociales, no solo los biológicos.

“El propósito de la política debe ser ampliar los márgenes de los derechos. Esto supone aumentar la cobertura y disminuir las barreras de acceso y las franjas de inequidad existentes. Después hay una serie de instrumentos técnicos para ver cómo se puede implementar”, dice.

Créditos:http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html