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Boleros para el Día de las Madres

 
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07 de mayo de 2015

– Reseñas del Bolero –

mamaEn este mes de mayo en todo el mundo se celebra el Día de las Madres, a lo largo de la historia de la música se han creado canciones inspiradas en el ser más preciado de la vida, sin embargo, en ningún país se festeja tanto como en México, donde a la madre se le considera el núcleo familiar por excelencia.

Especiales también son las formas de expresar una gama de sentimientos a la madre, como las serenatas con trío y otras agrupaciones musicales, aunque desgraciadamente cada vez son menos para ser cambiadas por otro tipo de regalos, más una serenata es un regalo y un recuerdo inolvidable que queda eternizado en la mente y el corazón de la madre a quien se le agasaja con una serenata.

Aunque este homenaje debe ser permanente, todos los días del año, y no únicamente el 10 de mayo, día en que aquí en México se celebra a nuestras dulces y abnegadas progenitoras, con el tiempo se ha creado ya una cultura de venerar a quien nos dio vida, ha velado por nuestra existencia y en los momentos más importantes de nuestro desarrollo.

El bolero que en esencia es del todo de carácter romántico, pero también es el medio adecuado para este gran festejo, infinidad de intérpretes como Pedro Vargas, Olga Guillot, José José, Denisse de Kalafe y Carlos Lico, entre otros más han acogido dentro de su repertorio muchas canciones escritas por extraordinarios compositores inspirados en ellas.

Dentro de los boleros con este tema interpretados por los grandes tríos mexicanos, escuchemos como ejemplo la canción “Madre, bendita seas” , compuesta por Alicia Colmenares Vargas de López, esta vez a cargo del Trío Los Panchos y que en la primera voz está Johnny Albino.

Muchas son las canciones que se han escrito para homenajear a las madres, sobre todo las tradicionales Mañanitas que nunca faltan, y es conmovedor escucharlas, por ser la primera expresión de amor que se ofrece en este día tan especial, canciones como “Amor eterno”, “Señora, señora”, “Mi cariñito”, “Madre mía”, “Para ti madrecita”, en fin muchas han sido compuestas e interpretadas en las serenatas, incluso en los festivales escolares es ya tradición interpretar estas canciones, la devoción es tanta que en las iglesias se le canta a la Virgen.

Es un día inolvidable para las madres, ya que es motivo para expresar el amor que se siente por la que nos dio la vida, se le canta de igual manera a las madres ausentes, sobre todo en los panteones donde se les reza una oración y claro está, también se le cantan canciones, incluso las que le gustaban a la madre ausente, en los hospitales a las madres que están enfermas, se les canta de igual manera, a las que tienen alguna discapacidad o las que padecen de alguna enfermedad terminal, a las que viven en los asilos.

Ahora escucharemos otra de estas canciones muy representativas de este festejo a las madres, es un vals que se llama “A mi madre”, interpretada por el Trío Los Tres Reyes y compuesta por Carlos Gardel y José Razzano.

Pocos piensan en agradecer a la madre desvelos, preocupaciones y cuidados, si no es con algo material, bien debería ser con música, hay que tener imaginación y celebrar este día al máximo, pero sobre todo conviviendo con la mamá cada segundo y minuto de nuestra vida, y como comenté anteriormente, no debería ser festejo de un día, sino de todo el año y de toda la vida. A los que aun la conservan, es primordial procurar que cada día sean motivo para expresarle nuestro amor, ese amor que se siente por la que nos dio la vida, a los que ya no la tenemos en este plano, no queda más que recordarla infinitamente y sobre todo agradecerle el privilegio que nos han dejado, la vida.

Para finalizar esta reseña acerca de las Madres y los boleros escritos para ellas, escuchemos una extraordinaria y magistral interpretación que hace el Trío Los Tres Caballeros, la canción se llama así simplemente “Madre” de la inspiración de Roberto Cantoral.

octavio moralesOctavio Morales.

Facebook: Octavio Morales, músico y molécula vibratoria.

PROYECTO EN LA UNAM BUSCA CONOCER ACTIVIDADES MUSICALES DE LOS MAYAS

 
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musicamaya16 de julio de 2014

La música es fundamental para entender a los grupos mayas prehispánicos, coloniales y modernos, pues se encuentra asociada a festividades, cultos religiosos, danzas y otras prácticas. Con base en ello, en la UNAM se realiza una investigación encaminada a saber más, desde esta perspectiva, sobre la cultura maya.

Dirigido por Martha Ilia Nájera y Francisca Zalaquett, del Centro de Estudios Mayas (CEM) del Instituto de Investigaciones Filológicas (IIFL), el proyecto Universos sonoros mayas proponeuna comprensión integral a través del estudio de los instrumentos y registros escritos relativos a sus actividades musicales, destacó Guillermo Bernal Romero, también del CEM.

Su contribución consiste en encontrar esas evidencias, pero “no es sencillo si consideramos que no son tangibles, pues no se conservan arqueológicamente, a menos que queden instrumentos como flautas o tambores, empleados para crear ambientes sonoros y de armonías”.

La ejecución de obras o piezas de esa época no se pueden reconstruir íntegramente porque se perdieron con el paso del tiempo; sin embargo, a veces hay fuentes de información importantes como los murales o textos glíficos, aseguró. El estudio acústico de silbatos, ocarinas e instrumentos de percusión prehispánicos también es una línea esencial de indagación.

Entonces, este aspecto novedoso es lo que se pretende tomar en cuenta en el proyecto; con ello, se podría cubrir un vacío que es importante documentar como parte de la comprensión integral de esta cultura, recalcó.

También, explicó que existen referencias glíficas a la música –ejemplo de ello son los nobles que ostentaban el título k’ayo’om, “cantor”– y también representaciones iconográficas, como los murales de Bonampak, que contienen imágenes de músicos y danzantes, así como textos que los identifican. Es una especie de orquesta maya del periodo Clásico y ahí se vislumbra su participación en los festejos de una victoria militar del gobernante local Yajaw Chan Muwaan.

“Dentro de las inscripciones glíficas encontramos consonancias rítmicas; se trata de eufonías o efectos sonoros agradables del lenguaje, es lo que comúnmente llamamos rimas. Esto es importante porque al leer los textos glíficos en su lengua original reconocemos la información acerca de los actores, las deidades o los asuntos tratados, y es posible observar que a veces están pensados o diseñados como piezas literarias que buscan armonías sonoras. Por ejemplo, el texto de las orejeras del gobernante K’inich Janaab’ Pakal tiene ritmo y consonancia eufónica”, resaltó.

Ahora podemos observar que los textos mayas no sólo tenían una intención informativa, pues también promovían ciertas consonancias sonoras fónicas. Estas evidencias provienen no de instrumentos musicales, sino de la lectura directa de los textos glíficos y es lo que pretendemos recuperar con este proyecto, enfatizó.

Los escritos de estudio se encuentran en sitios como Bonampak, Copán, la zona del Río de la Pasión y las inscripciones de Palenque, aunque todavía se deben tratar algunos aspectos de los del norte de Yucatán, Chichén Itzá, que también tienen cualidades de este tipo, precisó.

Bernal Romero señaló que ésta es una investigación interdisciplinaria donde analizan cuestiones de epigrafía, “pero hay otros colegas que abordan aspectos como la etnografía, la historia, la arqueología, la física acústica y, desde luego, la musicología”.

No se trata de poner todos los textos, porque no todos tenían esa intención, pero sí examinar los más claros. La idea es contar con un corpus de expresiones glíficas que expliquen con mayor detalle ciertas longitudes de rimas, preferencias de consonancias, elementos más finos que le den un carácter más estructurado o científico a esta contribución, concluyó.

Créditos:UNAM-DGCS-410-2014

HALLAN LA MÚSICA ESCONDIDA EN LAS NEURONAS DE UN CARACOL DE JARDÍN

 
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musicaencaracol07 de julio de 2014

¿A qué suena una neurona en actividad?: al caer del granizo sobre un tejado, explica Hugo Solís Ortiz, de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, quien tras investigar por más de 30 años el funcionamiento del sistema nervioso central se ha familiarizado tanto con ellas que puede identificarlas “de oído”.

Su hijo, también Hugo Solís —aunque García por parte de madre—, sabe hacer lo mismo; pero a él, como músico y profesor de arte electrónico y digital en el Tecnológico de Monterrey, le interesan más sus propiedades acústicas y potencial estético.

Que un neurofisiólogo y un pianista coincidan en un proyecto se antoja improbable; sin embargo, ambos hallaron el punto de encuentro al crear una pieza sonora a partir de los disparos eléctricos generados por estas células: el científico al introducir un filamento de platino en la neurona de un molusco y transformar esos impulsos en sonidos; el artista al proponer acordes para acompañar esa sinfonía de ruidos.

El resultado es una obra de ocho minutos y medio que —al igual que el caracol de jardín que aportó sus tejidos para el experimento acústico— lleva por nombre Helix aspersa y que consta de percusiones de origen biológico que se superponen a armonías improvisadas en el momento.

“Esto se puede hacer porque cada neurona tiene un ritmo propio que, aunque silencioso, se vuelve audible al ingresar su patrón de actividad a un amplificador y conducirlo a una bocina. Los pulsos registrados llegan a ser tan regulares que podríamos medirlos con metrónomo, lo que nos da una pauta a mi hijo y a mí para trabajar juntos, aunque cada uno desde su campo de experiencia”, señala el encargado del Laboratorio de Neurofisiología de la FM.

La propuesta —que tiene más de performance que de composición, pues depende de una serie de imponderables— se ha presentado ya en dos ocasiones, una en la Fonoteca Nacional y otra en el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC), aunque en el último recinto de forma poco exitosa debido a que, pese a todos los intentos y el instrumental de alta precisión empleado, cada intento del sensor metálico por acertar en la célula nerviosa del molusco erró su blanco.

“Eso pasa hasta en el laboratorio, donde puedes tener un ambiente controlado, realizar un procedimiento repetido por ti hasta la saciedad y fallar. Resulta un poco paradójico, como también lo es que en los últimos años hayamos avanzado demasiado en el conocimiento de las neuronas y que, al mismo tiempo, sigamos sin saber casi nada”.

Cuando arte y ciencia coinciden

En 1928, al tiempo que Maurice Ravel componía su famoso Bolero, el francés desarrollaba un padecimiento conocido como afasia progresiva primaria. Hay quienes han visto en esta condición neurodegenerativa la razón de que creara dos motivos musicales y los repitiera obsesivamente a lo largo de 340 compases, en una suerte de testimonio en partitura de su paulatina pérdida de capacidades.

Al conectarse a la neurona de un caracol de jardín, traducir sus impulsos en ondas sonoras y acoplarlos a un discurso musical (con apoyo de su hijo), Solís Ortiz obtiene el registro de un proceso propio del sistema nervioso central, aunque aquí no del declive del cerebro, sino de algunas señales que dictan el comportamiento animal.

“Para los fines de este experimento, tenemos suerte si hallamos en el ganglio subesofágico las llamadas células marcapaso, debido a que emiten ritmos sumamente regulares que, si pudiéramos traducirlos al español, los escucharíamos como órdenes susurradas al molusco del estilo ‘aliméntate’, ‘duerme’, ‘despierta’, ‘reprodúcete’ o ‘muere’”.

Pero no todas se comportan de la misma manera —agrega el académico—, pues frente a las que emiten disparos de forma regular hay otras que lo hacen espontáneamente para luego callar de súbito. No obstante, todas trabajan juntas en una extraña complementariedad surgida de esas discrepancias.

Sean las 11 mil neuronas de un caracol o las 100 mil millones presentes en el cerebro humano, cada una realiza un trabajo específico, lo que hace que el académico las compare con una orquesta que, al dividirse en secciones y ejecutar líneas melódicas únicas a momentos precisos, crean un todo armónico.

El profesor Solís no es el único que ha encontrado semejanzas entre las estructuras biológicas y las artísticas; de hecho, ya en el siglo XIX Santiago Ramón y Cajal —quien antes que científico anhelaba ser pintor— describía al sistema nervioso central como “la obra maestra de la vida”.

Sobre el funcionamiento de esta red, el histólogo explicaría en 1888 que, a través de prolongaciones, sus células se unen por contigüidad y no por continuidad, como argumentaba el italiano Camillo Golgi. El hallazgo le valió no sólo ser llamado “padre de la teoría de la neurona”, sino obtener el Premio Nobel de Medicina de 1906.

“Durante mucho tiempo se supuso que las neuronas se comunicaban por contacto físico, hoy sabemos que lo hacen a través de sinapsis (químicas o eléctricas) sin tocarse siquiera. Sin embargo, pese a ser individuales, forman conjuntos y según su área de ubicación muestran peculiaridades clasificables por su actividad o por dos variables que terminan por evocar términos musicales: frecuencia y ritmo”.

El proceso de darle voz a las neuronas

Carl Sagan tenía cinco años cuando presenció algo que definiría su vocación científica. Sus padres lo llevaron a la Feria Mundial de Nueva York de 1939, donde un osciloscopio y una fotocélula le mostraron algo inimaginable para un niño: que era posible ver el sonido (como una línea sinusoide) y también escuchar la luz (“se oía como cuando el dial de una radio no da con la emisora”, recordaba el astrofísico).

Lo que Hugo Solís Ortiz ha hecho es algo parecido: tomar las descargas de las células nerviosas, transformarlas en ondas acústicas y hacer que un sentido usualmente sordo a estos estímulos pueda, con una bocina de por medio, percibirlos como si fueran un palpitar.

“En realidad las neuronas no emiten sonido, sino corriente eléctrica del orden de los milivoltios. Lo que hacemos es recoger sus patrones de secuencia, introducirlos en un amplificador y hacerlos audibles”.

¿Y de dónde surge la idea de crear música a partir de estos sonidos? Hugo Solís hijo explica que —como pasó con Sagan— nació del asombro infantil de ver a su padre dar voz a una neurona. “Solía pasar las vacaciones en su laboratorio y me intrigaban los aparatos del lugar, los ruidos escuchados o cómo lo minúsculo se hacía visible en la mira de un microscopio. Todo se dio de forma natural, crecí con esto”.

Entonces ninguno imaginaba que los dos terminarían por colaborar en un proyecto y menos en uno que llamaría por igual la atención de científicos y críticos musicales. Al final, ambos coincidieron en un experimento sonoro que, por tener un pie en el arte y otro en la neurología, ha generado tanto armonías como preguntas, y la primera es ¿por qué elegir las neuronas del caracol sobre las de un mamífero?

Por su tamaño, responde el neurofisiólogo. “La del molusco mide 100 veces más que la de un humano; la primera es de 300 micras, la segunda de apenas 30, es una diferencia nada pequeña que facilita en mucho mi trabajo”.

De hecho, el profesor suele emplear las células nerviosas de esta criatura en investigaciones ajenas a lo artístico debido a que, en lo sustancial, no difieren de las de un vertebrado. “Ambas usan los mismos neurotransmisores al comunicarse, suenan igual y, lo más importante, si requiero de ellas basta con salir al jardín para encontrar a uno de estos animalitos con su caparazón a cuestas”.

Sin embargo, lo que intriga al académico no son dudas de respuesta fácil como las dimensiones de una neurona, sino cómo de su actividad derivan asuntos que rebasan por mucho los límites de la biología. “Al determinar nuestro pensamiento, mentalidad y conocimiento, el sistema nervioso central posibilita algo que desde siempre ha preocupado a la filosofía e incluso a los teólogos: nuestra conciencia”.

Solís es enfático al señalar que conocemos poco del sistema nervioso central y su maquinaria. “Si indagamos qué detona males como el Parkinson, para qué sirve el sueño o cómo funciona la anestesia, muy rápido nos quedamos sin respuestas. Lo que sí sabemos es que en las neuronas está codificado lo que somos, sentimos e incluso nuestra capacidad para crear y disfrutar expresiones tan complejas como el arte, lo que es igual de enigmático”.

Al día de hoy, el profesor trabaja con neuronas animales para entender qué hay detrás de la epilepsia, cómo las drogas afectan al cerebro y un sinnúmero de investigaciones que van más allá de la música y sus sonidos.

En alguna ocasión se le pidió a Santiago Ramón y Cajal expresar su sentir por la neurología, a lo que contestó: “Es un jardín que brinda al espectador escenarios cautivadores y emociones artísticas incomparables”; el doctor Solís suscribe la frase y luego agrega, “por fortuna hablamos de un jardín en el que abundan los caracoles”.

Crédisots: UNAM-DGCS-392-2014

Una mirada artística al ruido

 
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ruidoartisiticoBogotá D. C., ene. 24 de 2014 – Agencia de Noticias UN- “Desde hace veinticinco siglos el saber occidental intenta ver el mundo. Todavía no ha comprendido que el mundo no se mira, se oye. No se lee, se escucha”.

Esta frase de Jacques Attali en su Ensayo sobre la economía política de la música, es una manera de argumentar la importancia del sonido no musical y el ruido, como formas de hacer arte y mirar el mundo.

Precisamente, esto es lo que plantea Carlos Mauricio Bejarano, arquitecto, artista y docente de la Universidad Nacional de Colombia dedicado desde hace más de dos décadas al estudio, composición y creación sonora.

“Soy un convencido de que hay que promover esa urbanidad y sensibilidad sonora, porque enriquecen nuestra visión del mundo y nuestra percepción. Algunos somos defensores de la construcción de una cultura auditiva que tanta falta le hace al mundo”, señala el profesor.

Esta defensa del sonido como arte la evidencia Bejarano en sus trabajos y exposiciones, como la realizada sobre la importancia del ruido, que llevó a cabo en coordinación con la Maestría en Artes Plásticas y Visuales de la Institución.

No es orden, es rigor

El enfoque que hace Mauricio Bejarano sobre el ruido se centra en que no sea del todo caótico, sino que tenga un rigor, una intencionalidad y una fuerza expresiva.

“No sé si necesita también un formato o técnica, pero sí unos recursos y unos medios que potencian el sonido; no se trata solo de las tecnologías de hoy sino de las que siempre ha tenido. Por ejemplo, un cuero que esté templado, una madera ahuecada, una herramienta que amplifique potencia”, sostiene.

Y añade: “Cada obra significa la invención de un lenguaje, no hay una gramática para aplicarla sino que cada autor descubre su orden intrínseco”.

Una de las obras de autoría del arquitecto y docente es Estruendos, basada en un acontecimiento que ocurrió un 9 de marzo de 1687 en Bogotá, donde a eso de las 10 de la noche se escuchó un estruendo por cerca de quince minutos, el cual generó pánico entre los pobladores.

De acuerdo con lo dicho por Mauricio Bejarano para la Señal Memoria, de la RTVC, esta “es una obra se propone como una instalación e intervención urbana exclusivamente audible. Busca alterar repentinamente la cotidianidad y el ambiente, buscando inquietar y, por qué no, perturbar”.

En el mundo el arte sonoro ha tenido representantes desde inicios del siglo XX con personas como el italiano Luigi Russolo, quien en 1913 escribió El arte de los ruidos, en el cual se valora el ruido como propuesta orquestal y composición musical.

En Colombia, el arte sonoro arrancó en 1965 y durante 10 años tuvo a representantes como Fabio González Zuleta y Jaqueline Nova. Pero en las últimas dos décadas logró una consolidación y reconocimiento más fuertes con artistas como Catalina Peralta y el mismo Bejarano, entre otros.

“Por ejemplo, en Nueva York hemos hecho exposiciones de arte sonoro colombiano. Épocas como los años noventa fueron fantásticas, las instituciones asimilaron todo y había público para todo”, relata.

Y concluye: “Para este tiempo es necesario crear otra vez conciencia y atraer gente, aprovechando que la tecnología nos brinda de recursos y herramientas con gran facilidad de manejo”.

Créditos: UNAL-983-2014

Producción audiovisual de la UN, nominada a Premios India Catalina.

 
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12 de Febrero del 2013
Se trata del documental Viajero de mí mismo, sobre la vida del músico y poeta costeño Adolfo Mejía, elaborado por el Grupo de Investigación Audiovisual Interdís de la UN Sede Medellín.
Tal y como lo presenta la sinopsis del documental, Adolfo Mejía Navarro –fallecido hace 40 años– fue “una persona muy sencilla y a la vez enigmática”. Fueron estas características las que hallaron los integrantes de Interdís, en los pasajes y obras más importantes de este personaje.
Mejía Navarro, nacido en Sucre, fue también hijo adoptivo de Cartagena, debido a su legado musical y al don de gente que dejó en la memoria de la ciudad amurallada.
El trabajo de campo contó con un juicioso estudio de las personas más cercanas al músico y con el seguimiento de los rastros donde estuvo este artista: desde su natal costa Caribe, hasta un pequeño pueblo del sur de Alemania, a donde han viajado los investigadores de Interdís en la búsqueda de cada detalle, con el objetivo de alimentar la producción audiovisual.
Galina Likosova, directora del Grupo Interdís, destaca que desde 2001 han indagado sobre la vida de Mejía, en tanto han reconstruido parte del personaje sencillo y tranquilo del cual dan fe amigos, familiares, intérpretes y testimonios como el de su hija, radicada en Alemania, quien “es el retrato femenino de Adolfo Mejía, una persona abierta, querida y bohemia”, expresa.
Aunque los investigadores de Interdís comentan que la rica música y personalidad de Mejía es el fuerte característico de la obra audiovisual, el seguimiento a su música, la constante búsqueda de todo aquello que lo rodeó y el trabajo exhaustivo por presentar su legado más allá de lo visual, consolidan un trabajo que va en la ruta de preservar y difundir el patrimonio colombiano, propósito del grupo investigativo.
Reconocimiento mundial del patrimonio
Sin pensarlo, según comenta Galina Likosova, explorar la vida de uno de los compositores más importantes de la música colombiana se fue convirtiendo en resultados de suma importancia, dado que desde 2005, cuando se publicó la primera versión de los documentales de Adolfo Mejía, comenzaron a llegar premios y reconocimientos al trabajo.
Lo primero fue el Premio a Mejor Cinematografía en 2006; luego, en 2007, cuando se sacó una segunda versión, vinieron otros méritos como el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar 2008; y en 2010, el Premio a Mejor documental en Port Talbot (Reino Unido), entre otros reconocimientos y publicaciones nacionales e internacionales.
Además de los reconocimientos por el trabajo audiovisual, Interdís ha fomentado el conocimiento de la música del compositor colombiano con eventos como el X Festival Internacional de Música de Cámara Colombiana, en el cual se llevó a cabo el estreno del concierto para piano y orquesta de Mejía, interpretado por el pianista italiano Gregorio Nardi.
El documental, que tendría una segunda parte con el nuevo material que ha venido recopilando el Grupo Interdís, fue elegido por el Comité Técnico de los Premios India Catalina de la televisión colombiana, conformado por reconocidos representantes de la industria televisiva nacional.
La nominación hace parte de la categoría “Mejor producción universitaria” y la premiación será el próximo 23 de febrero en la ciudad de Cartagena.
Créditos: http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html
En el X Festival Internacional de Música de Cámara Colombiana se hizo el estreno del concierto para piano y orquesta de Mejía, interpretado por el pianista Gregorio Nardi.

En el X Festival Internacional de Música de Cámara Colombiana se hizo el estreno del concierto para piano y orquesta de Mejía, interpretado por el pianista Gregorio Nardi.

12 de Febrero del 2013

Se trata del documental Viajero de mí mismo, sobre la vida del músico y poeta costeño Adolfo Mejía, elaborado por el Grupo de Investigación Audiovisual Interdís de la UN Sede Medellín.

Tal y como lo presenta la sinopsis del documental, Adolfo Mejía Navarro –fallecido hace 40 años– fue “una persona muy sencilla y a la vez enigmática”. Fueron estas características las que hallaron los integrantes de Interdís, en los pasajes y obras más importantes de este personaje.

Mejía Navarro, nacido en Sucre, fue también hijo adoptivo de Cartagena, debido a su legado musical y al don de gente que dejó en la memoria de la ciudad amurallada.

El trabajo de campo contó con un juicioso estudio de las personas más cercanas al músico y con el seguimiento de los rastros donde estuvo este artista: desde su natal costa Caribe, hasta un pequeño pueblo del sur de Alemania, a donde han viajado los investigadores de Interdís en la búsqueda de cada detalle, con el objetivo de alimentar la producción audiovisual.

Galina Likosova, directora del Grupo Interdís, destaca que desde 2001 han indagado sobre la vida de Mejía, en tanto han reconstruido parte del personaje sencillo y tranquilo del cual dan fe amigos, familiares, intérpretes y testimonios como el de su hija, radicada en Alemania, quien “es el retrato femenino de Adolfo Mejía, una persona abierta, querida y bohemia”, expresa.

Aunque los investigadores de Interdís comentan que la rica música y personalidad de Mejía es el fuerte característico de la obra audiovisual, el seguimiento a su música, la constante búsqueda de todo aquello que lo rodeó y el trabajo exhaustivo por presentar su legado más allá de lo visual, consolidan un trabajo que va en la ruta de preservar y difundir el patrimonio colombiano, propósito del grupo investigativo.


Reconocimiento mundial del patrimonio

Sin pensarlo, según comenta Galina Likosova, explorar la vida de uno de los compositores más importantes de la música colombiana se fue convirtiendo en resultados de suma importancia, dado que desde 2005, cuando se publicó la primera versión de los documentales de Adolfo Mejía, comenzaron a llegar premios y reconocimientos al trabajo.

Lo primero fue el Premio a Mejor Cinematografía en 2006; luego, en 2007, cuando se sacó una segunda versión, vinieron otros méritos como el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar 2008; y en 2010, el Premio a Mejor documental en Port Talbot (Reino Unido), entre otros reconocimientos y publicaciones nacionales e internacionales.

Además de los reconocimientos por el trabajo audiovisual, Interdís ha fomentado el conocimiento de la música del compositor colombiano con eventos como el X Festival Internacional de Música de Cámara Colombiana, en el cual se llevó a cabo el estreno del concierto para piano y orquesta de Mejía, interpretado por el pianista italiano Gregorio Nardi.

El documental, que tendría una segunda parte con el nuevo material que ha venido recopilando el Grupo Interdís, fue elegido por el Comité Técnico de los Premios India Catalina de la televisión colombiana, conformado por reconocidos representantes de la industria televisiva nacional.

La nominación hace parte de la categoría “Mejor producción universitaria” y la premiación será el próximo 23 de febrero en la ciudad de Cartagena.

Créditos: http://www.agenciadenoticias.unal.edu.co/inicio.html